Gdansk

 

Sábado, 26 de Julio.

Después de dejar los restos en llamas, Rado condujo la camioneta con su preciada carga en dirección al puerto de Gdansk. Un puerto históricamente importante desde la época medieval y posteriormente un centro de construcción naval, Gdansk (Danzig) era miembro de la liga Hanseática. La ciudad es famosa en todo el mundo como el lugar de nacimiento del movimiento Solidaridad que, bajo el liderazgo de Lech Walesa, desempeñó un papel importante en la erradicación del régimen comunista en Polonia. Junto con el cercano puerto de Gdynia, Gdansk es un importante centro industrial.

Al llegar a la 1 PM, Rado inmediatamente condujo a un sector más antiguo de la ciudad. Conocía bien este ámbito; cuando era un adolescente, había vivido en una de estas calles. Él iba a reunirse con un contacto que prepararía los misiles para su envío fuera del país. Al detenerse en una fábrica, Rado habló brevemente por su teléfono celular. Poco tiempo después, un hombre vestido con un mono y llamado Jan abrió las puertas del vaivén y Rado condujo hacia su interior.

Hubo una pequeña charla. El hombre ya había recibido el pago a cambio de sus servicios de la organización terrorista que financiaba a Rado. El comenzó a explicar el procedimiento de envío.

"Usted debe entender señor, este puerto se encuentra bajo fuertes medidas de seguridad. Muchas líneas de cruceros, así como de aviones de carga de todo el mundo utilizan nuestras instalaciones. Todo el que entra o sale de la ciudad es examinado cuidadosamente".

Rado lo interrumpió, mientras comenzaba a irritarse. El tiempo era esencial y este tonto le estaba dando lecciones de seguridad.

"Por favor, sé más exacto; ¿Cómo realizaré el envío de una forma segura?". En ese instante, movió una lona y expuso los cuatro misiles relucientes de casi un metro de altura cada uno.

Jan miró a la carga por un momento. "No hay problema señor. Creo que tenemos un método infalible para conseguir que sus misiles lleguen a destino. La gente que nos ha recomendado sabía lo que hacía. “Haciéndole señas a Rado para que lo siguiera, se adentró en la fábrica y le mostró sus productos. Cargados en grandes tablas se encontraban juguetes de todo tipo preparados para ser enviados durante la próxima temporada de vacaciones hacia los Estados Unidos. Destacaban los soldados de juguete realistas y las armas de todo tipo.

"Creo que podemos disimular sus armas en nuestra carga sin que nadie lo note. Nosotros ubicamos todos nuestros juguetes ordenados por tipo, sellados en paquetes y luego los cargamos en grandes contenedores." Jan dijo, "Somos una compañía con mucha reputación, conocida por todo el mundo y nunca hemos tenido problemas con nuestros envíos."

Seguido de eso comenzó a levantar uno de los misiles.

"¡Ten cuidado!" Gritó fervorosamente Rado "¡A menos que quieras cubrirte de polvo radioactivo!"

Empalidecido, Jan procedió a envolver cada misil con una funda de plástico y colocarlos en embalajes numerados.

"Aquí está el numero para cuando estés listo a recuperarlos en el carguero."

Tras consultar el cronograma, le informó a Rado que el carguero, El Anaconda, partiría alrededor de las 5:30 A.M del próximo día. Estrechándose las manos, Rado salió de la fábrica con cierto temor. Odiaba dejar a sus bellezas aunque sea por un momento. Pero el bien sabía que esta era la única manera de conseguir que las armas entren en los Estados Unidos.

A la mañana siguiente, exactamente hacia las 4 A.M., Rado entró por la puerta grande del edificio de seguridad frente a los muelles y presentó su pasaporte a un examinador. A esa hora de la mañana, el gran salón se encontraba vacío excepto por algunos mañaneros ansiosos por tomar su crucero.

El examinador analizó los documentos de Rado, observando cuidadosamente su pasaporte comparó la foto con su cara. "Ok, Dr. Schmidt, puedes continuar. Por suerte, El Anaconda está atracado a solo unos pasos del establecimiento."

Rado tomo su única maleta, caminó a través de la puerta y tomó su teléfono móvil.

Esperó por unos minutos hasta que un marinero descendió una rampa y le hizo señas para que lo siguiera. Fue conducido a un cómodo pero modesto camarote en el lado de estribor de la embarcación.

"Espero que se encuentre cómodo Señor. El capitán le gustaría charlar con usted unos minutos luego de que termine de acondicionarse."

Rado desempacó rápidamente y abandonó su camarote. Un marinero de la tripulación lo escoltó hasta el puente donde fue recibido por un hombre de piel oscura que ostentaba sus barbas al viento.

"Bienvenido Señor.", dijo el capitán con una voz gutural profunda. "Me han dado instrucciones acerca de su plan. Déjeme recordarle, sin embargo, que debo realizar paradas programadas a lo largo del báltico y terminar en Ámsterdam. Esa es nuestra última parada en este continente. Luego cruzaremos el Atlántico y arribaremos a la isla designada en la fecha solicitada. En ese momento usted me dará el número del paquete con los materiales que necesita y uno de mis tripulantes de abordo se va a encargar del traslado al yate Gloria."

"Capitán, siempre y cuando nos encontremos frente a las costas de City Island, Nueva York a mediados de Agosto, todo estará perfecto. Muchas Gracias."

El capitán asintió con su cabeza y Rado regreso a su camarote.

"El Capitán debe estar bien pagado", pensó Rado. Este iba a ser un largo y aburrido viaje. "Y bueno…", suspiró. Observando una decaída biblioteca, descubrió una variedad de libros y revistas. Finalmente tomó un libro con tapa dura.

"Moby Dick", murmuró. Una aventura en el mar muy apropiada como para mantenerlo ocupado por un tiempo.

Isla de las ratas
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