Capítulo 5
CULTIVAR
LA EXPRESIÓN
PERSONAL
Cada persona tiene una personalidad que manifestar, y nuestros hijos se sienten felices cuando pueden darle voz a sus propias realidades internas. Una vez que les hemos dado seguridad en la estructura a través de límites bien pensados, ya están listos para mostrarse abiertamente, igual que lo hacemos nosotros. Les damos a nuestros hijos una hoja en blanco que ahora ellos pueden llenar a su antojo. Les damos la oportunidad de que se expresen y a cambio les mostramos nuestro aprecio por sus actos creativos. Al documentar sus creaciones y sus esfuerzos, les hacemos la promesa de recordarlos. Al manifestar satisfacción por su esmero, les enseñamos que, en realidad, ellos mismos son maravillosos. Este conocimiento le da alas a su espíritu.
DARLES LA HOJA EN BLANCO
Cuando podemos proveer a nuestros hijos con los materiales y las herramientas necesarias para un nuevo proyecto, les damos la libertad para hacer sus propias decisiones creativas. Al embarcarse en este viaje, reciben el poder de hacer algo de la nada: de llenar la hoja en blanco.
Mis amigos Cindi y Jeff son los padres energéticos de cuatro hijos energéticos. Su casa está llena de gozo y me impresiona lo creativamente libres que son sus cuatro niños, a pesar de las diferencias de personalidad.
“Los niños sólo quieren que la gente que los quiere se sienta orgullosa, dice Jeff. Les da miedo romper las reglas y colorear fuera de las líneas sólo si los otros se muestran insatisfechos con sus elecciones. Las reglas que tienen que ver con seguridad y respeto para otros tienen mucho sentido para ellos; pero las reglas arbitrarias que se imponen para que los adultos se sientan cómodos pueden crear falsas fronteras y ahogar su creatividad.”
La hoja en blanco que les ofrecen mis amigos, literal y figurativamente, les da el suficiente espacio para que desarrollen su propia creatividad.
“Ya que la creación es un poco como un acto de rebelión, dice Cindi, riéndose, me gusta apoyar al rebelde que llevan dentro.”
La guía suave que les ofrecen, además del amor evidente hacia sus hijos, les da un amplio margen por el que pueden moverse para encontrar su especificidad y su originalidad, verdaderas expresiones de quienes son.
Una amiga mía es una diseñadora cuyas creaciones han estado en los escenarios y en la pantalla muchas veces. A lo largo de toda su carrera, ella ha construido un estudio impresionante, donde hace sus diseños. El estudio es brillante y soleado, lleno de todos los colores y texturas de telas, botones y cortes. Es el taller de un mago, donde se siente latente una sensación de que todo puede suceder. Ella siempre les abre la puerta a sus sobrinas y sobrinos, permitiéndoles que toquen todo lo que quieran.
“Es la tela, me dice, es visceral. Es táctil. Les digo a mis sobrinas y sobrinos que pueden usar lo que quieran, mientras lo traten con respeto y lo recojan cuando terminen. Les dejo que traigan amigos y que yo les enseño a coser.”
La maravilla que los niños sienten al entrar al estudio es muy clara. Hace poco visité a mi amiga y vi cómo llevaba a los niños entre las pilas de tesoros.
“Ésta es seda de Japón”, le explicó a una niña rubia mientras acercaba su mano regordeta hacia un rollo de tela morado oscuro y verde. “¿Te gusta esto?”
La niña asintió con los ojos muy abiertos. Llevó a la niña a un globo terráqueo en una esquina para explicarle de dónde venían los gusanos de seda, señalando a Japón, lugar donde la tela fue hecha. Cortó un pedazo de la tela y condujo a la niña a una mesa donde comenzaron a planear lo que podían hacer con ella.
“No tengo ningún problema con regalar mis materiales, me dice mi amiga diseñadora. Aquí pueden usar todo. ¿Por qué no dejarlos que estén en contacto con lo mejor y dejar que usen lo que yo uso? Siempre que pueda darles el sentido de aprecio por cómo las cosas han sido hechas antes de llegar a mi estudio, estoy asegurando que puedan entender el arte que las ha creado. Creo que eso va a inspirar su propio desarrollo.”
Al darles un ejemplo de cómo entiende y aprecia el proceso completo de sus creaciones, mi amiga le ayuda a su joven familia a comprender la vida del artista. Al verla trabajar duro, al ver el taller donde sus diseños pasan del dibujo al modelo, y al apreciar los frutos de su labor usado por actores y modelos una vez terminado, los niños reciben el regalo de saber cómo la creación artística requiere esfuerzo y disciplina, y no sólo inspiración. Cada paso del proceso y las horas que su tía pasa en el trabajo les permite entender que el artista es otro profesional que trabaja. Son testigos, de primera mano, del proceso creativo, desde los primeros dibujos hasta que los dobladillos han sido cosidos y los puños recortados. Al compartir su mundo creativo y ser un ejemplo vivo del viaje de la visión a la creación, mi amiga les enseña a los niños grandes lecciones de perseverancia y pasión.
Cuando les damos la hoja en blanco, nuestra propia alegría reside en sentarnos y ver lo que se desarrollará de todo eso. Al proveer herramientas y materiales podemos ver lo que nuestros niños harán con eso. Siempre nos sorprenderán. Sophy organizaba los juguetes que habían sido de sus hijos para su nieto de tres años, separaba los juguetes de cowboy, los de monstruos, los del castillo y los dinosaurios. Su nieto de inmediato cambió el orden, poniendo los cowboys en el castillo y monstruos en su bolsa.
“Lo único que sé de mis nietos es que nunca tengo certeza de lo que están pensando. Nunca, se ríe Sophy. Todo lo que puedo hacer es abrir puertas y dejarles saber que me encanta que ellos las atraviesen. Los dejo escoger este juguete o aquél, o mezclar las cosas de una manera que no había pensado. Y me gusta hacerme a un lado y ver lo que sucede.”
Conforme conscientemente “nos hacemos a un lado y vemos lo que sucede”, nos abrimos a la magia de la creación, a las creaciones que nuestros hijos proyectan, lo mismo que a la creación de los intereses y las pasiones de nuestros hijos.
“Cualquier cosa puede llevar a cualquier sitio”, Sophy reflexiona, con una luz en los ojos. “Veremos a dónde los lleva.”
LA MAGIA DE LA CREACIÓN
Los niños tienen una imaginación fértil y aprecian la magia de la creación. Nuestro trabajo es dejarlos explorar con libertad y alabar sus esfuerzos. La experiencia de hacer algo de la nada, que sea una obra de arte, una cena deliciosa o una página de fotos en nuestro álbum, es la definición misma de creatividad. La creatividad es una cuestión espiritual y hacer algo de la nada es una experiencia espiritual.
Cuando los dejas con sus propios recursos, los niños harán algo maravilloso de la nada. Jugar en libertad expande la imaginación. Domenica tenía un caballo de juguete favorito que hacía “galopar” por toda la sala. Un día, galopar ya no fue suficiente. Abrió el baúl con sus bloques y construyó una cerca para su caballo de juguete. El siguiente día construyó con libros una cerca y un establo. Ahora tenía las bases para una historia.
“Está lloviendo”, anunció y puso su caballo de juguete en el establo.
“No está lloviendo”, anunció y sacó al caballo de su establo.
Unos días después, Domenica puso un segundo caballo.
“Son amigos”, dijo.
Se necesitaron todos sus bloques para hacer un establo lo suficientemente grande para los dos caballos.
“Está lloviendo”, dijo de nuevo y puso cada caballo a cubierto.
“Ésa es una buena historia”, le dije. Se sintió muy orgullosa.
Al estar escribiendo esto, hablo con un amigo mío que está pasando las vacaciones con su familia.
“Estoy observando a mi sobrino, me dice. Estamos en la alberca y un chico mayor —de unos seis años— nos está enseñando a hacer un foso de arena. La madre de mi sobrino, mi hermana mayor, también nos está viendo. Mi sobrino parece estar auténticamente en el cielo.”
Él parece “estar en el cielo”, reflexiono. Yo diría que, de alguna manera, sí lo está. Sin importar nuestra edad, nuestro nivel de experiencia o de entrenamiento, nuestro estatus financiero o nuestra situación laboral, todos podemos crear algo siempre. Al realizar una acción creativa nos ponemos en contacto con un poder superior —llámalo Dios, la fuente, la inspiración, la naturaleza o incluso sólo optimismo—, pero una vez que empezamos, nos asociamos a algo que es mayor que nosotros mismos.
Al mirar jugar a los niños, puedo ver su concentración y su alegría. Cuando juegan solos se hablan a sí mismos o a sus juguetes y comienzan a contar lo que están haciendo. ¿A quién le hablan? ¿Sólo a sí mismos? ¿O hay algo en su juventud que está más cerca de la gran fuente a la que tienen un acceso casi inmediato? ¿Y quiénes somos nosotros para interrumpir la conversación entre nuestros hijos y un poder superior?
Ya sea que definamos la magia de la creación de manera literal —como la Creación en sí misma, o como algo más, tal vez un sentido de posibilidad—, estamos hablando de la misma cosa. Con frecuencia, he dicho que una de las barreras principales para aceptar la generosidad de Dios es nuestra propia noción limitada de lo que somos capaces de lograr. “Con Dios como mi fuente, todo es posible”, decimos. Si analizamos un poco esta aseveración, lo que estamos diciendo es que Dios es el origen de nuestro bien, de nuestras ideas, de nuestra inspiración y claridad. Y con Dios como nuestro proveedor, estamos en la posición espiritual de tener una cuenta de banco ilimitada. No es Dios quien se queda sin ideas, sin dinero o sin esperanza. Somos nosotros los que nos damos la vuelta, decidiendo que no hay nada más para nosotros. Este comportamiento —que es un comportamiento aprendido, si puedo añadir— nuestros hijos todavía no lo descubren. Para ellos todo es todavía posible.
Muchos estudiantes han visto los beneficios del pensamiento positivo. “Hay sólo dos maneras de vivir tu vida, decía Einstein, una es creyendo que nada es un milagro. La otra es creyendo que todo lo es.” Cuando la gente suele gravitar rutinariamente entre la posibilidad y la esperanza, pueden encontrar este milagro. En tiempos de oscuridad, al creer que la luz se encuentra en la esquina, pueden ser más fuertes. Creo que esto no es sólo un optimismo aprendido, aunque el optimismo puede y debe ser practicado; más bien creo que es nuestro estado natural. ¿Eso no es evidente cuando nuestros hijos se esfuerzan una y otra vez cuando están aprendiendo a caminar? Intentarlo de nuevo es en sí mismo un acto de fe.
Cuando enseño, frecuentemente les pido a mis estudiantes que hagan un ejercicio diseñado a descubrir sus propios deseos creativos.
“Una hoja blanca, les digo, ahora hagan una lista de diez cosas que te gustan pero que no te permites hacer.”
Las listas son variadas.
“Quedarme acostado al sol”, sugiere uno.
“Salir a comprar un barquillo de helado sin razón alguna”, dice otro.
“Cantar en público”, otro añade.
“¡Cantar en la regadera!”, dice otro riéndose.
Cuando hacemos este pequeño ejercicio, descubrimos que hay pequeñas alegrías que no nos estamos permitiendo y que podríamos disfrutar en realidad. Al explorar nuestros deseos, somos más libres. Al ser más libres, les damos más libertad a nuestros hijos.
Ver a nuestros niños jugar, crear castillos en la arena o establos con libros, permitimos que ellos puedan tener su experiencia espiritual y creativa. Preocupándonos obsesivamente sobre cómo van a pasar su entrevista para el kínder o si están escuchando suficiente música clásica, los hacemos alejarse de su propia capacidad de invención. Ésta es única e innata en cada persona y es lo que los llevará a experimentar una cierta magia, y con frecuencia, será también lo que los haga destacar, los ayude a ser mejores y lograr sus objetivos.
INTÉNTALO TODO
Los niños exploran todas las formas de arte. Un día pueden escribir; el día siguiente pueden esculpir con arcilla; un día después están haciendo música o disfrazándose. Como padres nos corresponde elogiar todos sus esfuerzos. Podemos tener una forma artística favorita, pero los ayudamos más al no mostrar favoritismo.
Debemos exponer a nuestros hijos a las formas artísticas tanto como podamos y tan abiertamente como podamos, para que puedan explorar sin inhibiciones. Si odiábamos tocar el clarinete en la escuela porque nuestra maestra no mostraba ninguna pasión, no hay razón para que nuestros hijos no lo aprendan. Dar a los niños muy pequeños instrumentos de juguete es una manera poco cara y divertida para ayudarlos a encontrar sus inclinaciones. Al llevarlos al teatro infantil local o al museo de arte, los dejamos explorar, sin juicio, las otras áreas en las que ellos pueden querer ser creativos. Al darles instrumentos para dibujar, para esculpir, para hace música o para inventar historias, podemos ver la dirección hacia la que se mueven y apoyarlos a que sigan sus intereses. Raramente un niño muestra una pasión intensa desde un principio, aunque puede suceder. Los niños suelen probar varias cosas antes de decidirse. Y, aún entonces, sus intereses cambiarán y se transformarán. Conforme dejamos que se dé esta progresión natural de sus intereses, sin poner nuestros propios sueños enterrados en el camino, les damos la posibilidad de descubrir sus propios medios de expresión.
“A mi hija mayor, Choe, le encanta el teatro y, además, es buena haciéndolo, dice Peggy. Pero mi hija más pequeña, Brea, parece tener interés en todo. No sé por dónde empezar o cómo centrarme con ella. Así que le dejo que escoja un par de actividades en cada estación, y veremos qué es lo que queda al final de todo eso.”
Peggy llevó a Brea a jugar futbol, al ballet, a clases de pintura y de violín. La llevó a un concierto, al circo, al teatro y a ver musicales.
“No lo sé”, me confesó Peggy. “No me doy cuenta tan fácilmente de lo que le gusta como lo he sabido con Chloe. Tal vez sea se vuelva más evidente después.”
Peggy continuó con la educación general de Brea, apoyándola en la escuela y dejándole saber que cualquier actividad en la que participara su hermana mayor también estaba disponible para ella. Y así, un día, a la edad de ocho años, como salido de la nada, Brea comenzó a cantar con la música del radio. Y muy fuerte.
“Su voz es enorme, me dijo Peggy. ¡Yo no tenía ni idea!”
Brea siguió cantando con las canciones pop que aprendía en la tele y en el radio, para la felicidad de su familia que estaba encantada con su talento natural y su voz potente.
“No sé dónde aprendió este tipo de control de la respiración, dijo Peggy, ni siquiera sabía que pudiera cantar.”
Así que llevó a Brea a tomar lecciones de voz y ahora está aprendiendo mucha más técnica. Ya ha cantado incluso frente a toda su escuela.
“Estaba muy nerviosa sentada ahí entre la audiencia, decía Peggy. Pero Brea estuvo muy bien sobre el escenario. No parecía nerviosa. Creo que ya encontró lo que de verdad le gusta.”
Algunos niños saben más rápidamente cuáles son sus intereses. Otros, como Brea, tratan de hacer muchas cosas antes de llegar a algo que realmente les interesa intentar. No me sorprendió, sin embargo, que Brea haya encontrado una forma artística. Peggy le había dado el espacio para que pudiera hacerlo. Con su apoyo amable para que “lo intentara todo”, Peggy le enseñó a Brea que no había problema si no sabía aún lo que quería hacer, sino que era seguro —y bueno— experimentar. Así que no es raro que a Brea le guste subirse al escenario frente a toda su escuela y cantar una canción de Adèle en el micrófono, a capella, si puedo añadir. Su creatividad fue motivada pero no presionada. Y cuando encontró su pasión, pudo manifestarla de horma natural. Al encontrar su voz, Brea también encontró su poder y una parte de su identidad.
Cuando buscamos apoyar a nuestros hijos, en todas direcciones, nuestro entusiasmo directivo puede aparecer, más allá de nuestras buenas intenciones. A mí me encantaban los caballos y me sentía feliz de que a Domenica le gustaran los caballos de juguete. Le enseñé a tomar las riendas correctamente con su caballo de palo. Por otro lado, yo tenía que trabajar con mi propio entusiasmo por sus esfuerzos musicales. En mi casa, yo era esa la parte de la familia “nula musicalmente hablando”. Mis hermanos era buenos en el piano —incluso eran virtuosos— y yo me la pasaba leyendo o escribiendo a máquina, narrando historias en mi cuarto. Gravitaba hacia otras cosas, dándome cuenta mucho más tarde de que yo también tenía una pasión por la composición musical. Y, así, al ser consciente de que Domenica merecía poder disfrutar con la música, le ayudé a construir un tambor de un bote de avena. Ella comenzó a interpretar algunos ritmos y yo alabé sus esfuerzos. Se puso a cantar y yo con ella. Escuchamos a los Beatles y a los Rolling Stones, bailamos y nos aprendimos las letras de las canciones. Y cuando era adolescente, escribí para ella el papel protagonista de mi musical.
Al mostrarle a nuestros hijos que tienen la habilidad —y el derecho— a experimentar con todas las formas artísticas, les estamos diciendo que tienen opciones. Les mostramos que pueden probar cosas nuevas sin pensar demasiado en las consecuencias. Ya que no hay manera incorrecta de empezar un proyecto creativo, no hay ningún juicio ni consecuencia desagradable. Para la mayor parte de la gente que he observado y la mayor parte de las entrevistas con niños que he realizado —niños que luego se han convertido en adultos muy creativos— la historia más consistente siempre es cuando el padre apoya los esfuerzos creativos desde una etapa temprana. Lo que debemos apreciar es más la voluntad creativa que el producto de éste. Los artistas son como atletas, regresando a practicar una y otra vez. Enseñar a nuestros hijos a practicar la experimentación, les damos la posibilidad de abrirse al mundo con optimismo y fe en su habilidad para empezar de nuevo.
DOCUMENTACIÓN
En mi mesa de desayuno tengo una foto de mi hija Domenica y de su esposo, Tony. Muestran en total felicidad su licencia de matrimonio. Yo atesoro esta foto y el momento que representa. Muy cerca hay otra imagen de Domenica y yo, que nos tomaron unos días antes de que anunciaran su compromiso. También este momento es un tesoro.
Documentar nuestros momentos memorables es un pasatiempo que comienza cuando tu hijo es pequeño. También tengo otras dos fotos de Domenica que guardo con especial cariño. En una de ellas, tiene dos años y está montada en un pony; yo voy llevándola a recorrer la pista en el parque Griffith de Los Ángeles. En la segunda foto, Domenica tiene cinco años. Está sentada sobre su primer pony, Silver Lily, y su padre está a su lado, sonriendo orgullosamente. Ambas fotos pertenecen al álbum de Domenica, o incluso, su libro de recuerdos. Una foto dice “Sí, este recuerdo realmente sucedió.”
Ahora que tenemos cámaras digitales y la capacidad para imprimir fotos en casa, los álbumes son más fáciles de realizar. No todas sus fotos son con caballos, pero muchas de ellas sí. Aquí está ella a la edad de siete años, montando la yegua Splash de mi hermana, a pelo y sin riendas. Montar a caballo es una pasión que compartimos y un arte que ella practica a conciencia en su vida adulta. Sospecho que es una habilidad a la que se entrega con tanto entusiasmo que, sin duda, se la va a transmitir a sus hijos.
Cuando el juego se vuelve arte y éste a su vez se vuelve recuerdo, podemos rendir homenaje a los esfuerzos creativos de nuestros hijos. Brynne, de seis años, pinta todos los días haciendo crecer su ya importante colección de obras de arte.
“Su pasatiempo favorito es crear grandes pinturas llenas de color”, dice su madre, Lidie. “Le he enseñado a limpiar sus pinceles cuando termina. Ella se siente como una profesional, colocando sus pinturas y su caballete cada día y haciéndose cargos de sus materiales ‘como una pintora profesional’ como dice ella.”
La colección de Brynne crece cada semana y algunas de sus piezas son realmente hermosas.
“Está muy orgullosa de ellas”, me dice Lidie. “Y yo también lo estoy, algunas son sorprendentes.”
Lidie decidió que era tiempo de crear una especie de “galería” para exponer el fruto del trabajo de Brynne. Lidie y Brynne fueron a la tienda de materiales y compraron cartulina rosa brillante para cortar grandes letras. Colgó las palabras “Mis obras de arte” en la pared del cuarto de juegos de Brynne, y ahora tiene una galería en la que los últimos favoritos de su hija van rotando.
“Cambiamos la colección cuando queremos, me dice Brynne, cuando hago algo realmente bueno, lo pongo arriba y elijo cuál vamos a bajar. Como en una verdadera galería.”
Brynne me guía orgullosa a través de su museo de arte, me enseña detalles de sus pinturas y me explica sus orígenes e inspiraciones. Como curadora de su cuarto de juegos, Brynne se siente empoderada e inspirada. Conforme Lidie continúa a apoyar sus esfuerzos al proveer un hermoso espacio para exponer el arte de Brynne, ella posibilita la continuación firme de los esfuerzos de su hija. Al documentar y reconocer el arte que nuestro hijos crean, le damos poder a la preciosa fuente de creatividad que existen dentro de cada niño.
Vivimos en un tiempo en que conseguir documentación es más fácil que nunca antes. Tomar fotos y luego subirlas a Facebook es un proceso casi instantáneo en el que incluso se pueden conseguir “cosas similares” de nuestros amigos en pocos momentos. Ahora podemos compartir el desarrollo de nuestro hijo y sus intereses con amigos en cualquier lugar del mundo, y podemos observar sus vidas. Tener una cámara o un celular en nuestra bolsa o en nuestro bolsillo nos permite atrapar el momento en una manera casual y cotidiana que construye un enorme catálogo de recuerdos.
Hoy Domenica y yo vemos nuestro álbum de fotos que hemos construido juntas desde que era una niña. En una foto está sobre mis hombros llevando un sombrero de fiesta y mostrando una enorme sonrisa. Esa fiesta era para la hija de mi amiga Marissa, Starlight. En la siguiente imagen, Starlight está abriendo sus regalos. Domenica le regaló un caballo de palo. La tercera foto muestra a Domenica enseñándole a Starlight cómo llevar correctamente las riendas del caballo de palo. Y, en la foto número cuatro, Starlight está cabalgando sobre el caballo mientras que Domenica la anima calurosamente.
Cuando se toma el tiempo y las molestias para hacer un álbum de recortes o de fotos les decimos a nuestros hijos que los acontecimientos de su vida sí tienen importancia. Al pegar imágenes o escribir algo sobre ellas estamos creando un libro de historias en el que nuestros hijos son las estrellas. Ahora que Domenica está grande, adora las fotos de sus aventuras infantiles. Le dan un sentido de continuidad. Aquí hay una foto de Joanie y otra de Doris. Todavía está en contacto con ambas amigas treinta años después.
“Mira a Calla Lily”, exclama Domenica, sacando una foto de su perro blanco como la nieve. “Ella era la mejor perra.”
El tiempo y la atención que ponemos para crear un álbum de recortes o de fotos no sólo es importante para nuestros hijos, sino para nosotros mismos. Después de todo, la memoria puede fallar. Capturar estos momentos en el tiempo nos garantiza que no podamos olvidarlos.