10. NO ESTOY SEGURO DE PODER CREER ESTO
Stuart No estoy seguro de poder creer esto. No estoy seguro de qué es «esto» exactamente, para empezar.
¿No es «nada» (como Gill me asegura) o es «todo»?
¿Qué es lo que dicen, esos malditos sabelotodos cuya sabiduría se transmite de generación en generación? El marido es siempre el primero en sospecharlo y el último en saberlo.
Pase lo que pase…, pase lo que pase, soy yo el que va a sufrir.
Por cierto, ¿le apetece un cigarrillo?
Gillian Los otros dos, cada uno quiere una sola cosa, que yo esté con ellos. Yo quiero dos cosas. O, mejor dicho, quiero cosas diferentes en diferentes momentos.
Dios, ayer miré a Oliver y me vino esta extraña idea. Deseo lavarte la cabeza. Así, por las buenas. De pronto me sentí azorada. No tenía el pelo sucio; lo tenía limpísimo y suelto. Es maravillosamente negro, el pelo de Oliver. Y me vi a mí misma lavándoselo mientras él estaba sentado en la bañera. Nunca he pensado en lavarle la cabeza a Stuart.
Yo soy la que está en medio, la que está siendo estrujada cada día. Soy yo la que va a sufrir.
Oliver ¿Por qué me echan la culpa a mí? Ollie, el rompecorazones, Ollie, el rompematrimonios. Perro salvaje, sanguijuela, serpiente escondida, predador, buitre. No es así. Le diré cómo me siento yo. No se ría. Yo soy una condenada falena dándose de cabeza contra una condenada ventana. Porrazo, porrazo, porrazo. La suave luz amarilla que parece tan dulce pero que me quema las entrañas.
Porrazo, porrazo, porrazo. Soy yo el que va a sufrir.