Capítulo 5

Un café en la campana

 

         ¿te apetece quedar esta tarde y hablamos un rato? Así te despejas.

         Si te lo agradecería muchísimo.

         Nos vemos en la confitería La Campana ¿te parece bien?

         Si allí estaré.

         Nos vemos sobre las cinco.

         Vale a las cinco entonces.

 

Si hay una cafetería singular y con gran prestigio en Sevilla ésa es Confitería La Campana, ubicada en la plaza del mismo nombre. Fundada en 1885 y donde en su escudo figura la leyenda “proveedor de la Real Casa”. Un lugar de los más emblemáticos de Sevilla para tomar un buen café acompañado de pasteles artesanos.

Allí habíamos quedamos a las cinco de la tarde. Un buen café acompañado de un trozo de tarta de Madagascar Trufa y tocinillos me alegría el ánimo.

Después de unas risas y un buen chute de azúcar, salió el tema.

         ¿Qué te pasa con la novela?

         Pues… que no me gusta y si no me gusta a mí, dudo que le guste a alguien.

         Busca entonces una nueva idea.

         Ese es el problema parece que mi mente está en blanco.

         Veamos… Un lugar que te guste y que conozcas muy bien.

         No sé

         Mira a tu alrededor.

         ¿la campana?

         ¡noooo! Sevilla

         ¿Qué propones?

         Imagina por un instante.

         Te escucho.

         Que se te viene por la cabeza al pensar en los guiris

         Turismo

         Bien… vamos bien. ¿Qué más?

         Sitios por visitar.

         Ya tenemos algo para cuadrar el escenario. Ahora unos protagonistas.

         Te sigo y no te sigo.

         Ainssss! Sí que andas mal de imaginación. Escucha a ver qué tal suena. Una muchacha joven, estudiante de turismo que encuentra trabajo en una agencia como guía en verano.

         Podría ser pero yo escribo novelas románticas.

         Escucha…! Y él, un joven multimillonario, dueño de una cadena de hoteles que quiere desconectar de su mundo y pasar desapercibido unos días.

         A ver si te he entendido. Él se hace pasar por turista y la conoce a ella.

         Si algo así… yo no escribo pero tú podrías sacar de esa idea una historia romántica. Conoces Sevilla.

         Podría resultar pero yo hay sitios de Sevilla en los que no he estado.

         ¿Cómo cales?

         No he visitado el Real Alcázar, no he subido a la giralda… no sé si funcionaria.

         ¿Qué se tarda en escribir una novela?

         Eso depende de la inspiración y la ilusión que le pongas. De las ganas de escribir.

         Yo no sé escribir como tu pero si te puedo ayudar a plantear la historia.

         ¿Cómo?

         Visitando todos los sitios que tú no has visto.

         ¿de verdad harías eso?

         Si.

*****

 

Mi idea había funcionado. Ya la tenía en mis manos.

Siento la necesidad de besarla cuando la tengo cerca. Algo en mi interior se rompe, no lo comprendo. No es el mismo sentimiento ni el mismo deseo que con todas las demás mujeres con las que he estado. Es demasiado fuerte lo que siento hacia ella. Quiero tenerla, poseerla… Sé que es mía, pero algo me impide acelerar con ella.

 

Sé que cuando la tenga para mi voy a querer más.

Espero unos minutos más, desesperado por besarla. No puedo dejar que se marche sin robarle un beso.

Cuando veo que da un paso para bajar al metro la cojo del brazo y tiro de ella hacia mí. Como un animal en celo fundo mi boca con la suya. Ansioso por llevarme su sabor, arrancarle un último aliento.

Mis manos tiemblan al rozarla y la aprieto con fuerza contra mí.

No quiero ser brusco con ella, pero no puedo contener el deseo salvaje que llevo dentro y la necesidad de poseerla.

He sentido escapar a través de su piel, en su pulso, en su respiración que siente lo mismo por mí.

Me separo de ella y la dejo marchar.

No me reconozco. Un sentimiento de vacío me cuando desaparece de mi vista.

 

*****

 

Al llegar a casa solo pensaba en aquel beso que me había dado al despedirnos en la entrada del metro y todo lo que me hacía sentir cuando lo tenía cerca, cuando me sonreía, cuando me tocaba…

Siento mariposas cada vez que me besa.

 

Mientras preparaba la cena pensé en la idea que me había dado. Podría resultar una bonita historia. Pero lo que me hacía más ilusión en aquel momento era pensar en los encuentros que iba a tener con él.

El mero hecho de que me iba ayudar a planificarlo todo… las salidas, que ir a ver, y que iba a leer lo que yo escribía para ayudarme me hacía mucha ilusión.

 

Íbamos a tener que pasar mucho tiempo juntos.