EPÍLOGO
—¡Me encanta....! —Sonia ronroneo al notar unas manos que acariciaban sus piernas ascendiendo hacia el interior de sus muslos mientras su boca atrapaba entre sus dientes uno de sus pezones para después lamerlo y besarlo.
—Sabes que no está bien, que no debemos —seguía casi susurrando con muy poca convicción en sus palabras.
Manu introdujo un dedo en su interior mientras con el pulgar formaba círculos sobre su clítoris ya abultado.
—¿Nooo? ¿Estás segura? —le preguntó con voz ronca muy cerca de su oído a la vez que besaba su lóbulo y profundizaba más en sus caricias—. ¿Si quieres paro?
—¡Noooo!
—¿No qué?
—Como ahora te detengas eres hombre muerto y me vengaré de ti toda la vida.
—Jajajaja, ¡esa es mi morenita guerrillera! Pero efectivamente no está bien, no llegaremos —se levantó de un salto de la cama dejándola helada en todos los sentidos y con una mirada que echaba chispas.
Manu, no pudo contenerse y soltó una carcajada, que a Sonia, no le hizo ninguna gracia. La cogió desnuda como iba como si fuera un saco de patatas mientras le iba dando besos en sus nalgas y ella pataleando mosqueada.
Se acercó a la ducha, abrió el grifo y la dejó debajo de los chorros de agua, consiguiendo un resoplido y una mala cara por parte de ella que se suavizó y sonrío al verlo meterse a él también y cerrar la mampara.
—Así agilizamos tiempo.
—¿Estás tú seguro? —descendió por los músculos de su abdomen por donde ya le chorreaba el agua y tomó entre sus manos su pene erecto, preparado para ella.
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—¡Por tú culpa vamos a llegar tarde! —gritaba desde el dormitorio.
—Tú eres la que me has amenazado si no continuaba.
—Pero en ese momento tenía enajenación mental transitoria y no podía pensar, pero túúú, tenias que haber sido el responsable en este caso.
—Vamos que estabas muy, pero que muy caliente. Y creo que has podido comprobar que yo no lo estaba menos.
—Pues eso... Como llegue tarde me van a matar.
—¿Crees que a tus padres y hermano no les importara que te presentes con tú novio sin haberme conocido todavía?
—Para nada, estarán encantados, tenía que ir con acompañante, igual que Mar y mira por donde así va a ser. Además, ¿Por qué te crees que estoy contigo? No pretenderías que fuera sola.
—Jajajaja. Sigue así, que me estás dando la excusa para no ir.
Sonia apareció por la puerta con un traje largo, con toda la espalda descubierta, caía por su cuerpo hasta el suelo sin ajustarse, pero realzaba su bonita figura, eso unido a unos tacones que llevaba de infarto y la melena suelta ondulada en las puntas, estaba impresionante.
A Manu los ojos se le salían de las órbitas, estaba preciosa, se había quedado sin palabras.
Ella carraspeó para llamar su atención y dio una vuelta sobre sí misma para que la viera en su totalidad.
—¡Ni de coña te dejo ir sola a esa boda!
Sonia soltó una carcajada.
—Tú tampoco estás nada mal, hasta empaquetado luces cuerpazo.
Llamaron al timbre, eran Mar y Carlos que pasaban a recogerlos.
—¿Preparado para conocer a tú familia política? ¿Listo para que te acribillen a miles de preguntas?
—Estando contigo, estoy preparado para lo que sea —la besó tiernamente, para no correrle el pinta labios, le colocó la torera que llevaba y el bolso, y cogidos de la mano salieron dirección a la boda.