6. Cae Manhattan

Ya hemos llegado a la Quinta Avenida —dijo Jeff, dando la vuelta a la esquina—, y muy pronto estaremos en casa tomando un fantástico desayuno.

—Y una toma para mi enchufe —dijo Norby—. No olvides mis necesidades.

Cogidos de la mano, empezaron a caminar por la acera. Casi habían llegado a la curva, cuando Jeff exclamo en voz baja y tensa:

—¡Oh, no!

—¿Que? ¿Que? —pregunto Norby.

—¡Retrocede! —musito Jeff dándose la vuelta y caminando, de repente, a grandes zancadas.

Norby le siguió. Su cuerpo de barril producía unos ruidos siniestros y chirriantes al contacto con la acera, cuando Jeff se agarró al brazo del robot.

—¡Dale un poco a tu antigrav! —susurro.

Desaparecieron tras el matorral mas cercano.

—Me imagino que no te tomaras la molestia de explicarme lo que sucede —dijo Norby en tono ofendido—. Solo soy un robot, supongo. Crees que solo soy un trozo de acero, supongo. No tengo ningún…

Jeff recupero el aliento:

—Cállate —dijo todavía jadeante—. ¿Por que no usas los ojos en vez de esa ruidosa carraca que llamas voz? ¿No ves que la casa esta rodeada de hombres uniformados?

—¿Polis? —pregunto Norby.

—No son los uniformes de la Policía.

—¿Hombres del Departamento de Sanidad? ¿De la seguridad del parque? ¿Porteros de hotel?

—No es momento para guasas. Creo que son Inganos. Y si son lo bastante fuertes y lo bastante audaces como para llevar a cabo un ataque…

Jeff hablaba consigo mismo mas que con Norby, pero Norby le interrumpió:

—Tal vez hayan tomado la ciudad.

—No veo como pueden haberlo hecho. La isla de Manhattan es autónoma, en cierto modo, e insiste en no tener fuerza armada exterior en su termino, pero incluso así…

—Si es un ataque —dijo Norby—, corren un gran riesgo y deben andar detrás de alguien importante. Supongo que detrás de mi.

—¿De ti?

—¿De quien, si no? Esa es nuestra casa, ¿verdad?, y tú y yo vivimos ahí, y acabamos de tener una pelea con dos Inganos, y como no pueden estar persiguiéndote a ti, pues será a mi. Es de lógica. Mi lógica es buena.

—¿Por que tiene que ser a ti? ¿Por que no puede ser a mi?

Norby emitió un ruido similar a un bufido y no respondió.

—Deben haber tomado toda la ciudad —dijo—. Albany Jones se acerca.

Un coche patrulla de la Policía describía círculos en el cielo con lentitud, como si estuviera buscando a alguien. Los hombres de uniforme apostados en la entrada del edificio dispararon contra el coche sin ningún efecto.

—¿Como sabes que es el de Albany? —pregunto Jeff.

—Es su coche. Por supuesto, no se si ella va dentro, pero es su coche. Sintonizo los motores. Es muy fácil distinguir uno de otro y es una de las cosas que podría ensenarte, además de idiomas. No olvides que soy un robot profesor. Los idiomas son mi especialidad, pero estoy seguro de que podría dominar unas cuantas cosas mas.

El coche patrulla arrojo una bola de púas en medio de los hombres que había debajo. Como puede comprenderse, el resultado fue el pánico. Unos se lanzaron hacia la puerta principal y el resto hacia las dos alas del bloque. Las consecuencias de la explosión de una bola de púas solo se detectan en los aledaños y no son fatales, pero quienes las sufren sienten como si se hubieran estado revolcando con veinte erizos. Y quitarse las púas, además de ser difícil, resulta doloroso.

El trafico se desvió rápidamente en cuanto los conductores se percataron de que había lucha.

—¿Por que no haces señales al coche patrulla? —dijo Norby—. Tiene que saber donde estamos.

—Ya estaba en ello —dijo Jeff gesticulando enérgicamente detrás del matorral. El coche patrulla fue descendiendo lentamente y arrojo algo. Jeff intento cogerlo, calculo mal y el objeto lanzado le golpeo el hombro derecho.

—¡Uy! —rugió—. Desde que te conozco, Norby, o me cae algo encima, o yo me caigo encima de algo. Estoy lleno de cardenales por todas partes. ¿Por que no lo cogiste tu? A ti no pueden herirte.

—Pero pueden herir mis sentimientos. Y contigo dando bandazos alrededor para poder cogerlo, ¿que iba a hacer? Casi me pisas.

Jeff seguía frotándose el hombro:

—¿Que es esto?

—Es el mismo sistema de cinturón que Albany llevaba en Central Park; un escudo personal. Si lo utilizas, los Inganos no podrán tocarte.

—Pero ¿como? No se como funciona.

—Para eso me tienes a mi. Yo se como funciona. Ya he descifrado su sencillo mecanismo. Póntelo, después gira este interruptor cuando necesites protección. Aquí van los brazos. No, no, la parte metálica delante. ¿Lo ves?

—Esta parte metálica —gruñó Jeff— es lo que me hizo daño en el hombro. ¿Ahora esta bien?

—Si —dijo Norby—, aunque, en realidad, yo soy una protección total para ti en cualquier momento.

—No siempre hay peligro.

Jeff giro el interruptor del cinturón y al instante sintió una ligera radiación que le envolvía. La calle, el cielo y los edificios adquirieron un suave tinte amarillo, que daba a todo un aspecto brillante y animado.

Sin embargo, Norby no parecía alegre.

—¡Jeff! No puedo comunicarme contigo.

—Por supuesto que puedes, Norby. Te oigo perfectamente.

—No quiero decir eso. Quiero decir que estoy fuera del campo.

Jeff desconecto el campo, cogió a Norby y lo conecto de nuevo. El escudo personal los envolvió a ambos.

—¿Que diferencia hay? —pregunto Jeff—. A ti no te pueden herir y, si puedes protegerme, seguramente también podrás protegerte a ti mismo.

—Me siento solo —dijo Norby.

El coche patrulla había descendido casi a ras del suelo. Albany se asomo y grito:

—¡Entrad! ¡Rápido! Vienen esos Ingratos con un lanzarrafagas de tamaño natural.

Jeff intento trepar a bordo con Norby desesperadamente colgado de él. Norby activo su antigrav con tanta fuerza que Jeff se encontró boca abajo. Albany tiro de el hacia dentro.

—¡Dios mio! —dijo—, el barril y tú no pesáis nada. ¿Es que no tenéis tripas?

Jeff oyó tras de si gritos y unos pasos retumbantes; luego, el ruido de una desagradable explosión justamente cuando el coche se elevaba en vertical. Vibro por las turbulencias del aire, pero no le afectaron.

—Los Inganos se han apoderado de la Comisaria —dijo Albany—. Llegaron justo detrás de mi. Es posible que hayan tomado todas las Comisarias de Manhattan —se mordió los labios y meneo la cabeza—. Me temo que hemos infravalorado a los Ingratos. Siempre habían parecido un problema sin importancia, un punado de terroristas ineptos, pero ahora esta claro que eso no era mas que una pantalla. Han llegado a tener una fuerza formidable y están listos para apoderarse del Sistema.

—¿Como escapo usted? —pregunto Jeff angustiado.

—Gracias a mi escudo personal, por supuesto. Tengo que decir a mi padre que haga algo para que el Ayuntamiento dote a todos los polis de escudos, aunque me imagino que ahora ya es tarde, por lo menos en Manhattan. Es el Mando del Espacio el que…

—¿Y Fargo? —pregunto Jeff con angustia.

Albany trago saliva. Sus cejas se arquearon en señal de disgusto sobre sus grandes ojos.

—La verdad es que no sé. Lo atraparon cuando salía del transmisor de la Policía; yo escape con tantas prisas que no tuve ocasión de ver lo que era de él. Me había dado su dirección camino de la Comisaria —dijo. Parecía sentirse culpable—. Siempre tomamos nota de los nombres y direcciones de los detenidos —añadió—. Pura rutina.

—Si, si —dijo Jeff, que quería ir al grano—. ¿Que le paso a Fargo?

—Me encamine hacia su apartamento, por si había logrado escapar y estaba allí. No tenía ni idea a que otro sitio podría ir. Cuando vi la casa vigilada por los Ingratos, pensé que tal vez lo habían atrapado por los alrededores. Entonces, fue cuando te encontré a ti —dijo con un cierto deje de disgusto.

Jeff lo paso por alto.

—Entonces, ¿no sabe donde esta Fargo?

—No. Lo siento. Lo que tenemos que hacer es buscar un transmisor en Manhattan que todavía no este en poder de los Ingratos. Debemos notificar al Mando del Espacio, o los Ingratos podrán apoderarse totalmente de la Tierra. No atacarían Manhattan, si no se hubieran apoderado antes de toda la red de comunicaciones clave. Eso es lo que me preocupa.

Hizo una pausa y miro a Jeff solemnemente:

—Si no podemos notificárselo al Mando del Espacio…

—Déjeme bajar, Srta. Jones —pidió Jeff—. ¡Tengo que encontrar a Fargo!

—No puedo hacerlo. Te cogerían al momento. Y no hay necesidad de preocuparse por Fargo. Tu hermano es muy atractivo… Lo que quiero decir es que es muy inteligente y estoy segura de que puede cuidar de si mismo, y nosotros tenemos preocupaciones mayores. El propio Mando de Espacio puede estar infestado de Inganos.

—Fargo mantuvo una conversación privada sobre algo con el Almirante Yobo —dijo Jeff—. Ese puede ser el problema que les afecta y tal vez a eso se deba el que Fister y Sligh le persiguieran. No querían convertirle, lo que querían era acabar con el. Srta. Jones, por favor, déjeme buscarle. Ellos le mataran.

—Si puedo hacer una sugerencia —dijo Norby.

Albany pego un salto al oír su voz y el coche patrulla sufrió una sacudida cuando, por descuido, tiro de los controles.

—Eso no es un barril —dijo—. Es un robot. No dejes que ese tonto se meta en esto.

—¡Ese tonto! —grito Norby—. La tonta es usted, o no estaría tan ocupada hablando y sin ver el peligro que tenemos justo encima. Se acercan unos coches con escudos protectores, que probablemente son de ese Ing que tanto le preocupa. Si yo fuera usted, me iría rápidamente a otro sitio; pero, por supuesto, no soy mas que una cosa tonta y no tiene por que hacerme caso.

—¿Coches de Ing?

Albany miro horrorizada a su alrededor. Evidentemente, el problema era mucho mayor de lo que Norby creía. Estaban rodeados.

Albany apretó la boca.

—Ing debe haber estado planeando esto durante mucho tiempo. Se esta apoderando de Manhattan como si nosotros fuéramos una presa fácil y él el lobo. Bueno, tenemos escudos. ¿Podremos resistir?

—¿Con que? —dijo Jeff.

—Tengo una escopeta aturdidora de largo alcance y un lanzarrafagas manual.

—¿Y funcionaran contra coches escudados?

—No —admitió Albany.

—¿Este coche esta escudado?

—¿Estás de broma? ¿Con la situación fiscal de Manhattan? No, solo contamos con nuestros escudos personales, cortesía de papa.

—Entonces destruirán nuestro coche-patrulla en quince segundos y caeremos desde una altura de —Jeff miro hacia abajo para hacer un calculo rápido— unos treinta pisos, mas o menos.

—Mas vale que os rindáis, entonces —dijo Norby—. Eso nos dará tiempo y ya se me ocurrirá algo para salir del paso. Soy terriblemente ingenioso.

—¿Es la rendición una muestra de tu ingenio? —pregunto Albany—. Cualquiera puede rendirse…

—Es la única solución que nos queda —dijo Jeff—, y puede ser la única manera de encontrar a Fargo. Mas vale que lo hagamos enseguida. Uno de los coches de Ing parece como si llevara un lanzarrafagas para disparar sobre nosotros.

Desconecto su escudo y entrego el dispositivo a Norby.

—¿Puedes esconder esto en tú, mmm, interior?

—Creo que si —dijo Norby—, pero me sentiré como si tuviera una indigestión. ¿Por que no lo tragas tú? Tú también tienes un hueco dentro.

—Muy gracioso. Toma el de la Srta. Jones.

Con cuidado, y acompañando su acción con sonidos indicativos de su descontento, Norby se guardo los dos dispositivos de protección en su interior, mientras Albany hacia la maniobra de aterrizaje. Por supuesto, les seguían y, cuando los Ingratos salieron de sus coches, Albany y Jeff se rindieron.

Al entregarse, dieron muestras manifiestas de desprecio y superioridad. Por lo menos lo intentaron, cosa que a Jeff le resulto particularmente difícil, dado que llevaba a Norby bajo el brazo. Norby no se molesto en parecer despreciativo o superior. Se concentro simplemente en el hecho de parecer un barril.

El Recinto de la Estación de Central Park se hallaba en un viejo edificio de ladrillo, aureolado por siglos de uso y alguna que otra reparación descuidada.

Sligh y Fister empujaron a Albany y a Jeff hacia el transmisor de la estación. A pesar de la escasez crónica de fondos municipales y de los ímprobos esfuerzos por parte de todos los ediles, parecía ser que no había forma de economizar en dichos transmisores, simplemente porque todas las Comisarias debían contar con uno, por si era necesario emprender un viaje a través del espacio.

Jeff sujetaba a Norby. Sligh frunció el ceno.

—No vas a ir arrastrando el barril a todas partes, Wells —gruñó—, ya me ha hecho un chichón una vez y no vas a utilizarlo de nuevo como arma. Dámelo que lo reduciré a chatarra, o lo utilizaremos como lastre; o tal vez lo rompamos con una almádena.

Jeff abrazo fuertemente a Norby.

—Necesito este barril —dijo—. Es un dispositivo que me hace falta para… mi salud.

—¿Me vas a decir que guardas un filtro renal en ese viejo barril?

—No quería decírtelo.

—¿Y yo me voy a creer que sin él te morirás?

—Yo esto… —Jeff odiaba mentir, pero parecía que Sligh iba a cargárselo.

—No vas a tomarme el pelo, niño estúpido —dijo Sligh—. Se te ve demasiado desarrollado y saludable como para necesitar una maquina para la salud. Apuesto a que contiene el dinero de Wells, tal vez oro. ¡Dámelo!

Norby susurro:

—No te quedes ahí parado, Jeff. Retrocede hasta el transmisor.

Jeff vacilo preguntándose lo que Norby estaría fraguando y, de repente, sintió un pellizco.

—¡Date prisa!

Albany ya estaba en el transmisor. Fister y Sligh, frente a este se encontraban a ambos lados de Jeff, que le daba la espalda. El pellizco le obligo a dar un salto hacia atrás y, al hacerlo, los brazos de Norby se desplegaron al máximo, empujando a Fister y Sligh en la dirección contraria, dejándoles fuera del transmisor.

Con una reacción inmediata, Albany cerro la puerta de golpe.

—¿Y ahora que? El mecanismo funciona desde el exterior.

—Puede —dijo Norby apoyándose en la puerta—, pero me las estoy arreglando para ponerlo en funcionamiento a través del metal; ¿no os dije que soy muy ingenioso?

—Van a forzar la entrada… —empezó a decir Albany.

—Ya casi he terminado —dijo Norby.

—Pero tenemos que ir adonde hayan llevado a Fargo —comento Jeff.

—Percibo su presencia —dijo Norby—, y estoy ajustando los controles para que podamos ir allí directamente. Eso espero.

Jeff sintió una sensación de mareo en la boca del estomago y perdió el conocimiento. Al volver en si, vio que estaban en otro transmisor. Se levanto y ayudo a Albany, que se sacudió el vestido, con grandes muestras de fastidio.

—No es que lo hayas hecho con excesiva suavidad, Norby —dijo Jeff.

—Bueno —dijo Albany—, no creo que podamos echarle la culpa a tu robot. El transmisor es viejo y no funciona bien. Me parece que los transmisores de la ciudad llevan cinco años sin repararse.

—Norby, ¿vas a poder abrir las puertas? —pregunto Jeff.

—Un minuto, un minuto. Y, al otro lado, encontraremos a tu hermano.

Se abrieron las puertas y entraron en una inmensa sala gris. Sobre sus cabezas había una sección de cúpula de glasita y por encima se extendía una bruma espesa y oscura.

—O tal vez no —dijo Norby con un hilo de voz.

—¡Estaremos, por Júpiter…! —dijo Albany.

—No creo que estemos en ningún lugar de Júpiter —dijo Jeff—. ¡Norby! ¿Donde estamos?

—¿Hay en la Tierra alguna ciudad que se llame Titán? —pregunto Norby.

—¿Una ciudad que se llame como?

Norby señalo un armario situado en un lateral, con una inscripción en gótico antiguo, que resultaba difícil de leer.

Jeff pregunto desconcertado:

—¿Que pone?

—Esta en alemán colonial. Ese es otro idioma que puedo ensenarte. Vendría bien en cualquier lugar mas allá de los asteroides.

—¿Mas allá de los asteroides? —dijo Jeff gritando—. ¿Que pone? Me da igual que sea sanscrito. ¿Que pone?

—Pone «Propiedad del Puesto Fronterizo de Titán». Me imagino que Titán es una ciudad del sector alemán de la Región Europea y puedo haber cometido un pequeño error de calculo.

—Titán —dijo Jeff con tono exasperado—, es un satélite de Saturno y has cometido un enorme error de calculo.

—¿Estas seguro? —pregunto Norby—. Eso le puede pasar a cualquiera.

—Por supuesto que estoy seguro. ¿Donde demonios estaremos bajo una cúpula? Mira allá arriba. Por si no lo sabes, Titán tiene una atmosfera densa, compuesta en su mayor parte por nitrógeno, a una temperatura próxima a su punto de licuefacción. Podrías habernos dejado fuera de la cúpula y entonces la Sra. Jones y yo habríamos muerto de una muerte horrible.

—¿Como iba a dejaros fuera de la cúpula? —grito Norby—. Percibí seres humanos y creí que era Fargo. No hay seres humanos fuera de la cúpula de Titán, por lo que no os hubiera llevado allí. Hay seres humanos dentro de la cúpula y yo no tengo la culpa de que uno de ellos no sea Fargo.

Volvió a manejar los controles del transmisor. Jeff perdió de nuevo el conocimiento.

—¡Ya estamos! —dijo Albany—. ¿El Mando del Espacio? ¡Gracias a Dios! Estamos a salvo, Norby, mereces una medalla.

—No —dijo Jeff enfadado—, merece que le disparen en el trasero del barril con un lanzarrafagas. Esos no son los uniformes del Mando del Espacio.

—¿Estas seguro? —pregunto Albany.

—Bueno, mírelos otra vez.

Se acercaron dos hombres con actitud agresiva.

—¡Abajo los enemigos de Ing «el Incomparable»! —Gritaron mientras se abalanzaban sobre ellos.

—Oh, no —dijo Albany—. Incluso han llegado hasta aquí.

Uno de ellos se lanzo contra Albany, pero salió volando por encima de su hombro como si hubiera dado un traspié.

Se la veía encantada:

—¿Has visto eso? —pregunto—. Funciona. Me ensenaron judo y técnicas de lucha en el periodo de formación, pero nunca pensé que realmente… off…

El segundo hombre había llegado hasta donde estaba y le paso un brazo alrededor del cuello.

Jeff se precipito hacia ella. Con voz estrangulada, Albany dijo:

—No, déjame con este y ve por el otro.

El primero se tambaleaba. Jeff retrocedió esperando a que se levantara, pero Norby le dio una patada en el trasero y este cayo de bruces. Entonces Norby se elevo, desconecto su antigrav y se desplomo encima del Ingrato, dejándole sin respiración.

Mientras tanto, Albany iba de un lado a otro con el segundo Ingrato, que estaba intentando sujetar su presa. En una sucesión muy rápida, Albany le clavo un soberano codazo en el plexo solar y le aplasto los dedos de los pies ferozmente con su pesada bota de policía, mientras le aplastaba la nariz con la nuca. El otro dio un chillido y la soltó. Albany le retorció la muñeca, giro sobre sus talones y le doblo el brazo. En el momento en que caía hacia delante, se lo apoyo en la cadera, dio una vuelta rápida y lo lanzo por los aires. Al aterrizar, quedo rugiendo en el suelo con el hombro lastimado.

—Vamos al transmisor antes de que vengan mas —dijo Albany.

En cuanto entraron al transmisor, una vez a salvo y con la puerta cerrada, Norby saco del barril una cinta metálica fina y delgada, que extendió en sentido horizontal. Presiono la cinta contra la pared.

—Ah —dijo—, tenía que haberlo hecho la primera vez. Intensifica en gran manera mi sensibilidad y mis poderes de concentración. Sin embargo, me agoto y nunca se cuando voy a tomar mi próximo bocado de electricidad. Si es que lo hago.

—¿Has captado a Fargo esta vez? —pregunto Jeff angustiado.

—Si. Es definitivo. No hay error.

Jeff sintió de nuevo la sensación de mareo, pero esta vez se las arreglo para permanecer consciente.

—Este transmisor esta en mejores condiciones —dijo Norby—, y creo que ahora encontraremos a Fargo.

Se abrieron las puertas y Norby dijo:

—De hecho, estoy seguro de que encontraremos a Fargo porque, ¡ahí esta!

Jeff vio una sala enorme adornada con banderas, alrededor de la cual, se alineaban hombres armados. En el centro había una plataforma, y sobre ella se elevaba algo que solo podía ser un trono. Fargo estaba sentado al borde de la plataforma con los brazos cruzados sobre el pecho, y alguien, alguien recubierto totalmente con un traje metálico que por su aspecto se parecía al de un robot, se sentaba en el trono.

—Tenemos compañía —dijo Fargo—. La hermosa Albany Jones, mi despabilado hermano y su gracioso barril. ¿Como me habéis encontrado? ¿Y por que no habéis venido acompañados de un Ejercito?

—¡Silencio! —bramo la figura del trono con una voz tan metálica y chirriante como la de una maquina estropeada.

—¡Habla Ing! —dijo Fargo sarcásticamente—. Todos deben callar mientras doy la bienvenida a los recién llegados a esta corte de Ing «el Inocente». Observad su voz distorsionada, carente de eufonía hasta cuando no esta distorsionada. Observad el airoso aluminio de su traje, diseñado para cubrir un cuerpo sin ningún atractivo, y la mascara facial, que sirve para ahorrarle a su auditorio la visión de su rostro deformado, o sus sentimientos vergonzosos, y su…

El hombre del trono hizo un gesto y un guardia avanzo hasta Fargo y levanto su arma en actitud amenazadora.

—Puesto que Ing tiene miedo de las palabras, pero es lo bastante valiente como para atacar a un enemigo cuando sus posibilidades son de uno contra cien, me callare —dijo Fargo.

Albany y Jeff avanzaron hasta Fargo; Jeff acarreaba a Norby que, por supuesto, permanecía herméticamente cerrado.

La voz de Ing sonó de nuevo, discordante y repulsiva.

—Aquí tenemos a dos hermanos que, entre ambos, poseen grandes conocimientos sobre la Academia Espacial y la Flota. ¡Y lo que ellos saben lo sabré yo!

Su voz adquirió un tono de desprecio.

—Además —chirrió—, tenemos a una dama policía, con un padre rico que me ayudara a apoderarme de la Tierra, si es que quiere que le devuelva a su hijita tal y como esta ahora. Y veo algo que parece un barril. Dámelo, Jeff Wells.

Jeff apretó mas a Norby y no dijo una palabra.

—De nada te servirá agarrarlo —dijo Ing—. Me han dicho que es un curioso barril con brazos, cuando quiere sacarlos. Y también con piernas. Es algo que me gustaría examinar. Entrégamelo, chico, o tendré que quitártelo por la fuerza.

Norby susurro:

—Acércate mas a la Srta. Jones.

Jeff, con mucha cautela, se acercó hasta tocar con su hombro el hombro de Albany.

—Ahora acercaos a Fargo —musito Norby—, tenemos que estar todos en contacto.

—Yo tocare a Fargo —susurro Albany—. Pero ¿por qué?

—Tengo una idea ingeniosa —dijo Norby con voz normal.

—¡Habla! —dijo Ing—. Es un robot y lo quiero. Yo soy aquí el emperador y debéis obedecerme.

—La historia de los emperadores de la Tierra ha sido triste —dijo Fargo (Albany estaba apoyada en el hombro de Fargo y Jeff en el de Albany)—. Permíteme que te hable de Napoleón Bon…

—¡Cállate! —rugió Ing—. ¡Sargento! Tráeme ese robot. ¡Mata a la mujer si alguno de ellos se resiste!

De repente, Norby grito:

—¡Los escudos personales!

Lanzo uno a Albany y otro a Fargo. Entonces se agarró firmemente a Jeff y emitió un extraño sonido.