Prolongación más allá de la noche

Candelabras la arena como un hueso de esquirlas

sobre tersuras sedientas de caretas.

No apeteces, sobria de espumas aún,

las turgencias peludas, mis urgencias.

Detienes madrugadas,

sorbes sueños,

mi asta claveleas

hasta topar de bruces en mi sombra.

El surtidor de tus columnas

no llega leve a darme espumas,

sino en tropel arremolina mi desdicha.

Date prisa, amor, porque hoy,

bajo este sol de siesta en las ventanas,

tras las naves batidas en la noche,

ansío hacerme lengua de tus plazas,

y absolver higadillos y rezumes.