Introducción

El primer automóvil que F. Scott y Zelda Fitzgerald poseyeron fue el Marmon de segunda mano que compraron tras su boda en la primavera de 1920. Ninguno de los dos era un conductor experimentado, y Zelda lo destripó al estrellarlo contra una bomba de incendios. El 15 de julio de 1920 los Fitzgerald partieron de Westport (Connecticut) hacia Montgomery (Alabama) en el Marmon.

En el mes de junio de 1922 Fitzgerald terminó «un serial de viaje de veinticinco mil palabras, humorístico de punta a cabo, para el Post»; pero The Saturday Evening Post rechazó este relato. En el mes de septiembre Fitzgerald le dijo en una carta a Harold Ober, su agente: «Me pasé un mes trabajando en La Chatarra Rodante y aunque comprendo que desde el punto de vista técnico no es ninguna proeza, odiaría la perspectiva de regalarlo por 200 dólares. Creo que lo mejor será que me lo devuelvas, y en uno o dos meses quizá lo convierta en un cuento o tal vez algún día lo incorpore a una obra más larga». Más adelante, en octubre o noviembre, Fitzgerald le remitió a Ober una versión de 17.000 palabras, que le fue vendida finalmente por 300 dólares a la revista Motor, del grupo Hearst, que publicó el texto en tres entregas, de marzo a mayo de 1924. El auténtico «Expenso» fue vendido en Montgomery, y las fotos que ilustraron el artículo fueron hechas con un coche que posiblemente sea un Nash.

El crucero de la Chatarra Rodante es mucho más y mucho mejor que un simple resto nostálgico de obra menor fitzgeraldiana. Aparte de estar excelentemente escrito, nos proporciona una valiosa visión del otro lado de los años veinte norteamericanos; Fitzgerald, devoto creyente del éxito y el brillo, se enfrenta aquí al tosco provincianismo del Sur y sus Calles Mayores. El crucero de la Chatarra Rodante es, además, un documento de historia social, una «aventura automovilística» de la época en que los viajes en coche eran auténticas aventuras. Carreteras sin asfaltar, ausencia de moteles y de tarjetas de crédito… y la posible aparición, tal vez, de bandidos enmascarados entre Fredericksburg y Richmond.

Matthew J. Bruccoli