¿Quién es Enoc?

En los «mitos judíos de la Antigüedad» Enoc era «un rey por encima de los hombres», que reinó durante doscientos cuarenta y tres años exactamente. En el primer libro de Moisés, Enoc aparece como el séptimo de los patriarcas —uno de los patriarcas del Diluvio—. Después se vuelve a hablar de Enoc en cinco frases y nada más (primer libro de Moisés, capítulos 5, 21, 22, 23, 24) [22]:

(5) Cuando Enoc tenía sesenta y cinco años engendró a Matusalén. (22) Y Enoc anduvo con Dios y, después de haber engendrado a Matusalén, vivió trescientos años más y tuvo hijas e hijos. (23) Así la vida de Enoc alcanzó los trescientos sesenta y cinco años. (24) Enoc anduvo con Dios y de pronto desapareció ya que Dios, se lo había llevado de vuelta.

Así de fácil —abracadabra—, y ya no estaba. En hebreo la palabra «Enoc» significa «el profano», «el inteligente», «el experto», y a este profano, gracias a Dios, le debemos que su conocimiento no desapareciera sin dejar huella. Y esto provocó el disgusto de los que hubieran preferido ver a Enoc desaparecer en el aire, ya que este Enoc se convirtió en dinamita para nuestra sociedad. Y así comienza el problema. Pero, un momento, ¿qué dicen otros pueblos sobre este Enoc, aparte del israelí?

En la cultura antigua egipcia, Enoc fue el constructor de la Gran Pirámide, como escribió el geógrafo e historiador Taki ad-Din Ahmad ben Ali ben Abd al-Radir den Muhamad al-Makrizi (1364-1442) en su novela Hitat. En esta obra menciona que Enoc era conocido entre los pueblos por cuatro nombres diferentes. Como Saurid, Hermes, Idris y Enoc. Aquí está ese pasaje del Hitat, capítulo 33 [23]:

… el primer Hermes cuya personalidad encarna la de un profeta, un rey y un sabio, y de estas tres maneras se le llama (este es el que los hebreos llaman el hijo de Jared, hijo de Mahalalel, hijo de Kenan, hijo de Enos, hijo de Seth, hijo de Adán —salve Hermes—), y este es el Idris que leyó en las estrellas aparentemente. Entonces mandó construir las pirámides de forma que los tesoros y los textos eruditos que se encontraban dentro de ellas quedaran protegidos y se mantuvieran en buen estado, también mandó ponerlos a salvo pues su posible pérdida o desaparición le preocupaba.

Según la lista de los reyes sumerios «WB444», grabada sobre un bloque de piedra que se puede contemplar en el Museo Británico de Londres, desde la creación del mundo hasta el gran diluvio reinaron diez monarcas ancestrales; estos gobernaron en total durante 456 000 años. Después del diluvio la monarquía volvió a descender de los cielos; parece que a los monarcas les había gustado el planeta azul. Los 23 reyes que se fueron turnando en el trono llegaron a reinar durante un periodo de 24 510 años, 3 meses y 3 días y medio. El séptimo de la lista de reyes antediluvianos debió de haber vivido en la soleada ciudad de Sippar. Se supone que a él fue al primero al que los dioses Schamasch y Adad instruyeron en el arte de la escritura y de la predicción del futuro[6]. Según la Biblia este séptimo monarca sería Enoch. La gloria de este séptimo soberano antediluviano fue tal que el árbol genealógico del monarca babilónico muy posterior a él, Nebukadnezar I, quien reinó en torno al año 1100 antes de Cristo, se derivaba de Enoc. Algunas traducciones de las escrituras cuneiformes de los últimos años han revelado que exactamente este séptimo monarca «ascendió a los cielos»; igual que Enoc. Tanto especialistas en Sumer como teólogos, ambos con la perspectiva de la lógica del presente, convirtieron ese dato en un tema aparte y descubrieron en las traducciones el primer motivo más antiguo de la ascensión. «La figura de este séptimo soberano de la soleada ciudad Sippar estimuló la fantasía y el arte de fabular del posterior judaísmo» [24]. Las pruebas de ello son los fragmentos que se han ido uniendo a los diversos libros de Enoc. A continuación voy a demostrar que la interpretación de esos textos se ha desviado completamente.

La noticia de la existencia de un libro de Enoc llegó a Europa en la primera mitad del siglo XVIII. El viajero inglés James Bruce (1730-1794), quien tanto recorrió África, no solo descubrió la fuente del Nilo Azul sino que en 1773 trajo consigo a Londres tres ejemplares de un texto de Enoc. El profesor Richard Laurence tradujo los textos con sus precarios conocimientos hasta que el orientalista y teólogo protestante alemán, August Dillmann (1823-1894), tradujo los textos al alemán y convirtió al tema en torno Enoc en un asunto para especialistas. Desde entonces, los antiguos textos se han ido ampliando mediante aproximadamente otros 30 manuscritos etíopes. Pero ¿de dónde había sacado James Bruce los textos?

Cuando los padres de la Iglesia redactaron nuestra Biblia en el siglo IV —lo que en el lenguaje técnico se entiende por canonizar— tuvieron ante ellos muchos más textos antiguos que los que hoy integran la Biblia actual. Sin embargo, algunos de los textos estaban incompletos, había huecos en ellos o sencillamente no se les entendía. Por ello, esos escritos no acabaron formando parte de la Biblia. Al fin y al cabo el material disponible no se tiraba inmediatamente a la basura sino que se dejaba a un lado. Entre ellos también había muchos textos de Enoc. De estos surgieron más tarde los «Apócrifos y Pseudoepígrafes del Antiguo Testamento» [25]. La Iglesia abisinia, por el contrario, incorporó el libro de Enoc a sus cánones por eso James Bruce los encontró en Etiopía. Más tarde apareció una variante eslava del mismo libro de Enoc y fruto de las comparaciones de textos en ámbitos académicos se descubrió que las partes principales de ambos libros tenían que recaer sobre el mismo autor. Y así empezó la discusión teológica.

En el libro de Enoc se describen cosas imposibles: ascensiones a los cielos, la visita a diversos mundos, enseñanzas astronómicas, conversaciones con algunos «ángeles» y una entidad llamada «la más elevada» o sobre tribunales que juzgan a «ángeles caídos» y personas. ¿Qué significa todo eso?

Los teólogos y los filólogos clásicos, personas con maravillosos conocimientos en lenguas, pero todos sin excepción seguidores de sus respectivas teologías y su propia psicología religiosa —¿podría ser de otra manera?— buscan soluciones a lo narrado en el libro. Las descripciones de Enoc se convirtieron en charlatanería, visiones, intuiciones, sueños, invenciones, leyendas o —lo que resulta más sensacionalista todavía— el libro de Enoc sería la obra la obra de numerosos rabinos judíos y Enoc «una personificación del pueblo judío» [26].

El hecho es que en el libro de Enoc continuamente se han escrito especulaciones o se han hecho cambios de forma parecida a como ocurre con los «textos primigenios» del Nuevo Testamento. Así incluso aparece el concepto de «hijo de los hombres», concepto que fue introducido —como se puede demostrar— originalmente por primera vez por manos etíopes o «los justos» sobre las cuales los teólogos argumentan que estos conceptos aluden al pueblo judío. Esto resultó ser muy confuso cuando en el siglo V se descubrió un libro de Enoc hebreo que contenía un gran número de partes que completaban los otros textos de Enoc, pero no pudo ser tomado en serio porque —aparentemente— estaba basado en una visión del judío Rabbi Ischma’el.

Así aterrizó el libro de Enoc hebreo en el revoltijo de «textos gnósticos». Este término hoy en el lenguaje común se entiende como una filosofía, visión del mundo o religión de carácter esotérico. La palabra «Gnosis» viene del griego y significa «conocimiento».

Sea de donde fuere que Rabbi Ischma’el hubiera obtenido sus informaciones misteriosas, no pudo haberlas inventado del todo pues son demasiado complicadas y detalladas. Antes de que me ponga a abordar el contenido explosivo de los libros de Enoc eslavos y griegos, a continuación les presento información muy curiosa sacada de un texto hebreo:

Raabbi Ischma’el debió de haber experimentado una ascensión y allí haberse encontrado con un ser igual a un ángel llamado Metatron que lo llevó consigo. Este Metatron resultó ser Enoc. Al contrario que en los otros libros sobre Enoc, según el libro hebreo, Metatron/Enoc no puede bajar a la Tierra y volver con los hombres para instruirlos, sino que permanece cerca del trono de «el más alto», y solo Rabbi Ischma’el puede verlo. Metatron/Enoc le explica a Rabbi que Dios le llama «mi muchacho» [27]. A continuación explica por qué:

Feliz eres y feliz fue tu progenitor, ya que tu creador tuvo complacencia contigo. Y ya que yo soy pequeño y seguí siendo un muchacho entre ellos durante días y meses y años, me llaman «mi muchacho».