No iras--le dijo Fulvio impidiéndole el paso a la joven que ya estaba dispuesta a irse. . Millones de sentimientos la atacaron. Alegría porque estaba vivo. Odio, pues por culpa de él tendría que acostarse con Namura. Tú no eres quien. Déjame ir. No hay opción para nosotros en este mundo--dijo la muchacha empujando al inamovible hombre. Por supuesto que no lo permitiré--dijo el italiano con rabia contenida, agarrándola por los brazos. Pues tendré que matarte--dijo la joven haciendo un ataque de Kung fu, que le quedó imperfecto por la estreches del pasillo, pero que estremeció al hombre con el fuerte golpe. El hombre también hizo una guardia imperfecta de karate. En silencio forcejearon, viéndose directamente a los ojos, lanzando fuego por los mismos. No seas hijo de tortuga. Entiende. Yo compre tu vida, debo pagar. Si no, nos va a matar a ambos.--le dijo la joven frustrada por la terquedad del italiano y opto por clavarle las uñas en la espalda. Prefiero que estemos muertos. Pero no vas a ir. No soporto la idea de verte en sus brazos--dijo el hombre viendo venir en lo oscuro el golpe de la joven. Protegió con su mano la cara y está casi se le insensibilizó del impacto del puño de ella. No es la primera vez que me toca pasar por esto. Tampoco será la última--dijo la joven hiriente a sus oídos. No me importa el pasado. Ahora eres mía y lo sabes.--dijo furioso de celos el hombre. Ambos quedaron muy juntos, respirando agitadamente, mientras que por cada interciso de su cuerpo la joven lo golpeaba y arañaba. Pues en menos de un minuto estaremos muertos si no voy inmediatamente. Sea--dijo el hombre soportando el dolor.--Moriremos entonces. Hubo un silencio entre ambos. Cuando una luz cegadora, con una terrible explosión destruyo todo. Inmediatamente gritos y el tabletear de diferentes ametralladoras. Otra luz cegadora y otra explosión en medio de la humareda y el polvo.
Fulvio quedo semiconsciente y casi sordo. Salió como pudo por un boquete y vio el final de los combates. La BUSCÒ. Pero ELLA ya no estaba.
IV
Horas después, la doctora curaba una vez más a Fulvio. En realidad salió ileso del atentado al Moonlight. Los arañazos, moretones y mordiscos se los proporcionó absolutamente todos la frágil Madame Moonlight. El hombre hacía gestos de dolor ante cada pasada de algodones con alcohol con que lo limpiaba la doctora. Yo debería ser inteligente y casarme con usted. A fin de cuentas cada 15 minutos me está curando-- dijo el hombre viéndose los terribles arañazos. Cuando venimos y reencarnamos ya traemos nuestra pareja asignada-- explicó didácticamente la doctora. Por la virgen de la Chiquinquirá. ¡Qué vista la mía¡ .Me traje desde mi otra vida a un tigre de bengala. ¡Se podrá imaginar cómo quedare en la noche de bodas¡. Nadie dijo que conquistar a una joven china es fácil.-- aclaró nuevamente la doctora. Ya lo creo.--contesto adolorido el hombre--lo importante es mantenerse vivo para lograr conquistarla y a 15 metros como mínimo. Hablando de otra cosa. Mas ò menos se dé que se trata esto. ¿Usted sabrá en especifico que es?. Fulvio sacó la cajita roja laqueada y se la enseño a la doctora. El joven la abrió y vio un mechón de fino pelo negro dentro de ella. ¿Que es?--repregunto entregando la cajita a la doctora. Es una costumbre japonesa. No china. Con ella le expresa que su alma, espíritu, y cuerpo solo es de usted, nada mas de usted y para usted. Mas fácil hubiera sido darme el sí y no tratar de matarme. En fin. ¿Significa que es mi prometida?. Desde su otra vida. Pero usted deberá demostrar que es digno de ese regalo. ¿O sea?--pregunto dubitativo el joven viendo a la doctora. Que todavía falta conquistar su corazón y convencerla. Ella le esta dando todo, inclusive su cuerpo activamente. Pero todavía no le abre su corazón. ¡Que delicia¡--se saboreo Fulvio. ¡Cuidado Mayor¡. Cuidado con realizar un terrible y espantoso error. Tiene usted en sus manos una delicada flor. No lo olvide. Fulvio vio a la mujer y se contempló sus arañazos. Si Madame Moonlight era una delicada flor. No quería ni de lejos ver a un cactus chino
Marina fue criada a la manera occidental. A pesar de estudiar en carísimos colegios Británicos extranjeros, sufrió el amplio rechazo de los jóvenes occidentales. Descubrió como se burlaban de las tradiciones chinas. En Hong Kong conoció un racismo; peor todavía, el racismo Ingles. Eran innumerables los locales comerciales con el consabido letrero. "No se permiten mendigos, perros ni chinos". Ni más ni menos. Extranjeros en su propia tierra. Cuando ingreso al Kuomintang, tan igual como miles de jóvenes chinos de clase media, redescubrió sus abandonadas raíces. Para defenderse aprendió el Kung-fu de la modalidad del golpe del tigre, por eso sus uñas eran más que garras mortales, a la par que el ballet clásico y la danza moderna, volvió a practicar las ancestrales danzas de la armonía perfecta, la meditación del tao, también aprendió costumbres japonesas como el ikebana, los baños termales y costumbres chinas coma la armonía perfecta de la escuela de los siete espejos del feng shui . Por último no pudo comprender la terrible maldad de los japoneses; siendo incapaz de entender como un pueblo inteligente, culto, sereno, tranquilo y centrado pudiera ser de un sadismo asesino tan terrible. La joven había vivido todas esas etapas sin huellas físicas y lo más importante, sin huellas emocionales. Al llegar al final de su carrera como cantante por la destrucción del Moonlight, entendió que debía buscar nuevamente refugio. Seria por poco tiempo tal vez. Esta vez llegaban noticias frescas, se sabía que el 26 de octubre de 1944, o sea, unas pocas semanas atrás, la marina norteamericana había derrotado terriblemente a la flota Nipona en las islas Leyte en Filipinas, era un golpe que sumaba otros golpes al ejército japonés. Ya en el interior de china las batallas eran monumentales con terribles derrotas para los japoneses y el general Norteamericano Stillwels no coordinaba con las tropas chinas desde la India. No señor. Coordinaba desde el interior de la propia China la estrategia a seguir. Ahora los japoneses huían por todos lados. La libertad venia a pasos agigantados. Pero la silenciosa presencia de los soldados japoneses que ocupaban Shanghái indicaba que al menos aquí no sería fácil. Por eso era necesario rescatar a los australianos, norteamericanos e ingleses presos en la base aérea. Era necesario incorporarlos al frente. Tenían tácticas y métodos desconocidos por los resistentes en el sector de Shanghái. Entonces Madame Moonlight, en contra de su voluntad, sin contacto ni con los comunistas ni con el Kuomintang, mordiéndose su orgullo, pero vencida por su amor llegó a donde estaba Fulvio, quien sin camisa refrescaba con el frío invernal sus terribles arañazos, sentado en un cúmulo de piedras. El joven sin ninguna precaución contemplaba el impune evolucionar de un grupo de Mustang P-37 que machacaban amplios sectores se Shanghái. No eran aviones de una gran autonomía de vuelo, así que el Mayor Gallipoli entendió que algún portaaviones norteamericano efectuaba labores de corsario en el mar sur de china. El invierno de 1944 avanzaba y era evidente que en 1945 la guerra terminaría. Japón perdería. Su mente evolucionaba a gran velocidad para buscar el método que los sacaría vivos de esta fiesta...si, LOS SACARIA VIVOS. Esa era la idea. Cuando vio la pijama negra. Las sandalias y el inmenso sombrero de paja, una amplia sonrisa le iluminó el rostro al joven. Los gatos no soportan bien el frió--dijo el hombre, temblando de emoción al ver la portentosa belleza que salía de las ruinas hacia el--siempre vuelven al calor de su madriguera. Los gatos chinos siempre vuelven a rematar la pieza--le contestó la joven viendo con espanto lo que ella misma hizo en el cuerpo del hombre. Fulvio la vio. Pequeñina, menuda, no Tenía grandes senos como le gustan a los Italianos, no era tan amplia de caderas, no era la más romántica de las mujeres que él había amado. Pero. ¡Rayos¡ .¡Como le gustaba¡. Y no solamente era lo físico, era su presencia su serenidad, su aroma divino, toda ella que lo atraía enormemente sin explicación. Sabia porque venía. Namura de estar vivo estaría furioso. La magnitud del atentado se dimensionaba por la actuación de los japoneses. Hacían matanzas indiscriminadas sin cesar. Su propia casa no tenia inmunidad. Debía comportarse con mucho cuidado. Te traje un regalo--dijo la joven para romper el hechizo silencioso que ambos se lanzaban. Entregando un gatito completamente azul. Me refería completamente a él--dijo Fulvio, acercándosele a la figura inmóvil y tomando con sus inmensas manos el delicado animalito, quien reacciono inmediatamente clavándole lo diminutos colmillos en su dedo índice.---Vaya. Se ve que ha recibido un meticuloso entrenamiento de parte de su madre. Es hembra. Es una ruso azul--dijo la joven poniéndose nerviosa ante la cada vez más cercana presencia del hombre, que la descontrolaba con su mirada.--Estoy aquí pues no quiero saber del humor de Namura. .Pues se salvo para que lo sepas y ya te podrás imaginar. Me place ser más soportable que tan "agradable" señor--dijo el hombre, tomando repentinamente cargada a la muchacha, para que no caminara entre las piedras y dando tiempo a que esta se colocara la gatita en su plano vientre. Con toda facilidad Fulvio la introdujo en la vivienda, contemplando en silencio el anguloso rostro de la joven, viendo su perfecta nariz y esos inmensos e inescrutables ojos negros que siempre lo miraban como un felino a su víctima. Bienvenida nuevamente a mi hogar, Madame Moonlight, que tienes la cualidad de iluminar mi vida cada instante con tu presencia--dijo el hombre odiando ser tan básicamente sincero. Madame Moonlight fue colocada con delicadeza en la sala; en los predios de Fulvio, donde no parecía haber guerra. Fulvio quedo esperando por alguna frase de ella y en consecuencia fue desarmado inmediatamente. En la puerta esta mi valija--dijo la penosa joven china.
Horas después la Doctora les preparó un té para ambos. Un diurético, para serenar el espíritu y eliminar pesadillas, también servía para aliviar los dolores menstruales y para evitar inflamaciones de próstata. Horas después Fulvio suspiro viendo la gris tarde; tenia a Madame Moonlight nada menos que en el cuarto de al lado, durmiendo junto a la doctora. Pero desde el otro lado del mundo, la virgen de la Chiquinquirá le sonreía. La devoción de su madre le había puesto al lado la mujer que se le plantaba delante de su vida...
Días después las dos mujeres cuchicheaban entre ellas. Tenía días que no lo veía tan contento--le confío la doctora a la muchacha. ¿Te ha respetado?. ¿No se ha propasado?--le preguntó ojo a ojo la muchacha. Tu presencia nunca lo dejo. Es un hombre respetuoso y decente. Le dije que dormiste en su catre; se enfermó de alegría. Le robe una camisa--le cuchicheo Madame Moonlight--quiero tener una conexión con él. No ha dicho nada. Pero de seguro lo sabe. Es muy perspicaz. No me ha comentado nada. Le di mi regalo ceremonial y una gata. El no conoce nuestras costumbres. Pretende pedirte en matrimonio. ¿A quién?. Pues a mí.--le dijo la doctora. Todavía le tengo miedo. Los italianos son unos románticos, pero extremadamente mujeriegos e infieles--susurró la muchacha, fascinada por el hecho de saber que el también era víctima del mal de amores. Ni diez Namura ni dos guerras harán que deje de amarte. Sin embargo el destino nos separa. Tengo que cumplir con mi país. No vas a ir. Por lo menos tienes una oportunidad de ser feliz.--le ordenó la doctora... Madame Entendió. El atentado fue para ver si de una vez se quitaban a Namura de encima y para liberar a la joven del suicidio. Los Tigres del Kuomintang eran sensibles al amor y a la belleza.
V
Fulvio. Italianismo, oculto entre las ruinas escuchaba a las mujeres hablar en chino mandarín. Pues entonces era verdad. ERA VERDAD. Podría enfrentarse a todo, pues era verdad. La alegría que tenia no le cabía en el pecho. Tanto tiempo negándoselo, tanto tiempo rechazándolo; pero era verdad. Lo que no le cuadraba era lo de esa misión en la cárcel de prisioneros norteamericanos. Acaso. ¿Otro? ,¿Un amante?. Su mirada sé nubló por un instante. Ya con el mismo espíritu de diversión que enfrentaba esta guerra, la enfrentaría y construiría para ambos. Debía jugar el mejor juego de su vida. Un juego donde solo él se entendía y jugaba. Si se hubiera adjuntado a la república de Badoglio; estaría preso con los italianos de Tietsin. Si quería que sus ideas triunfaran, debería ser el único representante de la república cisalpina de Mussolini. Ironías. Pues sí, ironías. Fulvio continúo manejando dentro de las ruinas con fría indiferencia a las conversaciones entre las dos mujeres, quienes con desparpajo se burlaban a costillas de él. Supo y verificó que el Kuomintang se reunía precisamente allí, enfrente a sus narices. Que la doctora era jefe de distrito, comandando por acuerdo con los comunistas. Madame Moonlight era una militante disciplinada; por último se enteró que había una misión suicida en stand By para liberar a los militares norteamericanos y lo mejor del cuenta; que si, que efectivamente ella estaba enamorada de él. Dos días más tarde Fulvio regresó a media noche después de estar de guardia en la base de prisioneros extranjeros de Shanghái. Contemplo al otrora ejército Imperial llegar en pedazos. Asustados, vestidos de harapos, desmoralizados y con algo que nunca se imagino. Con miedo. Mucho miedo. Cavilaba sobre eso cuando en el frió amanecer llego. Venia de darse una también helada ducha en la base. Y no tenia sueño. Vio a "cachita" durmiendo en su catre. Vio a Marina, descalza, vestida con su camisa de Bersaglieri. Miraba con infantil curiosidad sus cosas. La joven dijo sin voltear. No tengo hojillas para depilarme. ¿Tienes alguna?.--dijo aquella seductora y femenina voz. Fulvio no contesto. Con cuidado se acerco a la frágil mujer, la tomo por los hombros e igualmente la volteó hacia él. Alzo su barbilla y lentamente se acercó, perdiéndose en el infinito de esos ojos negros. La beso con suavidad, disfrutando esos labios carnosos, sensuales, dulces y divinos. Fue un beso con hambre reprimida, con deseo a punto de explotar y con todo el amor de ambos. Fue correspondido en todo momento, fue deleitoso y sensual. Ella no era muy experta; pero también disfrutaba de su sabor. Cuando en una eternidad e separó le dijo. Madame Moonlight--dijo Fulvio con los ojos húmedos de pasión. Marina Lueng Ba--le corrigió ella, muy cerca de él. Muy pegadita de él. Hipnotizada con la presencia de ese hombre. Marina Lueng Ba--repitió Maravillado Fulvio. Al recordar la escena allá en la Casa de los Lueng Ba--Me tienes loco y lo sabes. Me tienes enamorado de ti y lo sabes. Yo...yo...tartamudeo la muchacha, con dos inmensas lagrimas corriendo por sus mejillas, escapando de los brazos de él que pretendían retenerla, asustada ante ese otra paso más que ambos estuvieron a punto de dar.
VI
Los japoneses tenían ilógicas costumbres. Si en una parada militar eran víctimas de un atentado. Al día siguiente hacían exactamente lo mismo. Igualmente ese era su comportamiento con los convoy militares. Convirtiéndolos en víctimas fáciles para la resistencia china. Pero no cejaban de hacerlo. Aceptarlo era la más vergonzosa humillación. Pero los hechos eran los hechos. Los Mitsubishi fj4 ò sea los míticos Zeros que ocupaban la base militar de Shanghái, fueron convertidos en un escuadrón kamikaze y enviados al Pacifico. Igualmente sucedió lo impensable. Fulvio recibió una asignación militar japonesa. Algo muy distinto a su orden militar cerrada de enseñar a bailar a Madame Moonlight el tango. Fue nombrado nada menos que Comandante militar del campo de prisioneros extranjeros. Los terribles y peligrosos policías militares japoneses se retiraban, quedando a cargo del campo mercenarios Coreanos y Chinos de ejército del traidor Pu Yi. Fulvio entendió que alguien aprovecho la salida temporal de Namura, enviaba un mensaje a los extranjeros con el nombramiento de Fulvio. Sabían perfectamente que un europeo y máximo un italiano, no permitiría el maltrato a los prisioneros, así fuesen enemigos. Era una pequeña cortesía a los futuros vencedores. No habían logrado vencerlos en muchos años de cautiverio. Sabían que a la larga los blancos extranjeros los doblegarían. Los japoneses una vez resuelto el mando del campamento de prisioneros, se concentrarían en defender a Shanghái hasta morir. Shanghái será la última tumba de los japoneses en China--arengaba Mao Tse Tung a los invencibles guerrilleros comunistas. Shanghái será liberada por el Kuomintang--rugía el dragón Chang Kai Seng a los indomables soldados nacionalistas. Fulvio barruntó su plan mientras manejaba por la carretera, soportó los fastidiosos homenajes de las tropas en el campo e identifico inmediatamente al verdadero líder de los prisioneros. Un rubio norteamericano, cuarentón, simpático y nada formal. Igual que él. Simpatizó inmediatamente con el hombre. Un Norteamericano de New York, amante de las pizzas y fanático de los Mets. Casado con una italiana. ¡Pero que suerte¡. Hablaba italiano. Vaya. Siempre pensé que la mafia italiana y la irlandesa no se llevaban--le dijo al hombre estrechándole fuertemente la mano. Soy hijo de policía y alguna vez fui patrullero. Sé cómo tratarlos. Pronto te pondremos las esposas y te vamos a regalar una celda muy bella para ti solo. Pórtate bien y seremos indulgentes—dijo el prisionero a Fulvio con amplia sonrisa. Ustedes van a ganar. Ya están bombardeando Tokio, y las principales ciudades. Voy a mantenerlos vivos y ayudarlos a escapar--dijo Fulvio por el medio de la calle, hablándole en italiano al otro. Ese sí que es un truco viejo--le dijo el coronel desternillándose de la risa--intente algo mejor. Algo que me sorprenda. Prométame que salvara a una mujer y a una gata. ¿Dos gatas?. Muy barato--dijo el otro viendo los ojos del otro. Escúcheme y memorice--le dijo Fulvio. Hablo largamente.
VII
Fulvio dormitó agitadamente en el campo de concentración. Había dado un salto y estaba en el medio del aire. Confiaba en su endemoniada suerte y en los rezos de su madre. En su nueva casa, en Valencia, al otro lado del mundo, en aquella perdida zona de un nombre tan raro como los chinos. Allá, en Guataparo. Mientras dormía entendió de lo que había sido capaz del amor de esa mujer. No se arrepentía ni por un segundo. Pero le quedaba claro que Marina no estaba hecha para ser un ama de casa. Era muy bella, vanidosa, de espíritu gandul, jugadora cruel de los sentimientos de los demás, le gustaba demasiado disfrutar, bailar, beber como un marinero, no sabía ni cocinar, ni lavar, ni quería aprender, le encantaba dormir hasta tarde y se levantaba generalmente con un pésimo humor y entre sueños dudo si quería ser madre y si una vez que lo fuese seria buena en ello. El hombre continúo pensando y planificando. Necesitaba salvarla para él. Sabía perfectamente que dos minutos después que terminase la expulsión de los japoneses estallaría la guerra entre el Kuomintang y los comunistas. Y de verdad no quería otra guerra para los dos. Quería una oportunidad. Quería un chance allá lejos en su tierra de monótonos paisajes y tranquilidad pueblerina de las dos de la tarde.
VIII
A los tres días en plena formación de prisioneros y soldados llego en una destartalada motocicleta japonesa el nuevo comandante ayudante. Un resplandeciente e impecable teniente de la Armada. Fulvio lo miro y una sonrisa burlona se le dibujo en el rostro y con sarcástica expresión dijo Vaya. Vaya--miren lo que la brisa trajo.......Poooooooo Leung. A la orden Señor--dijo el hombre absolutamente firme y viendo un cuarto por encima de la cabeza de Fulvio. Qué bueno. Quería tener mi propio monito personal.—le dijo la expresión burlona del italiano Señor. Sí señor. Óyeme bien, pedazo de sabandija--le dijo Fulvio masticando cada frase--Si se te ocurre tocar a uno solo de mis soldados y prisioneros, yo te juro que te paso por encima 30 veces un Hi-Go97 (tanque pesado japonés) ¿té quedo claro?. Sí señor.--dijo el otro maldiciendo su suerte.
Días más tarde, un Fulvio agotado y trasnochado llegaba a las ruinas de su residencia. Entró por el dintel sin puerta y subió las escaleras. Vio su catre y un bulto estaba allí durmiendo. Con cuidado se acercó. Comprobó que Marina Lueng Ba dormía plácidamente, sin miedo hecha un ovillo. En silencio empezó a besar en liso y fuerte pelo; sin contenerse beso las preciosas orejitas. Déjame--dijo la muchacha semidormida--Te odio demasiado. Me has hecho llorar toda una semana. Tuve deberes que cumplir--dijo Fulvio besando aquella divina nuca, atreviéndose a besar mas allá para descubrir que la joven estaba completamente desnuda. Sabía que sufrirías por mi ausencia y que celebrarías como es debido mi llegada --dijo el hombre, sintiendo que su pasión se desbordaba. La joven comenzó a defenderse en silencio. Tapo con sus manos su divina fruta. No colaborare--dijo aterrada sintiendo desbordarse el deseo del hombre, que la besaba con creciente pasión su cuerpo flexible y caliente. Se besaron sin poderse contener. Fulvio prestamente comenzó a desnudarse mientras no dejaba de acariciarla. No. No .Respétame. Contrólate--decía la joven, mientras Fulvio quitaba sus manos de allí, donde ella disimulaba protegerse .Las eternas formalidades chinas. Fulvio se preparó y cuando toco la puerta del camino de la gloria, se dio cuenta que tenía que manejarse con cuidado. Estaba intacta. Ese era su miedo de entregarse. Ella Sabía las referencias del tamaño de la cosa de los europeos, por cuentos de varias militantes Coreanas y Chinas del Kuomintang que habían sucumbido ante los Norteamericanos. Tenían aparatos como los caballos. El doble de grandes que los hombres Chinos. Un suave gemido de dolor y deseo surgió de los ojos abiertos de la joven cuando el ardiente Fulvio se abrió paso dentro de ella. Fulvio viendo el rostro de la joven comenzó a amarla, comprobando una vez más la feroz pasión de las chinas al hacer el amor, asi fuesen unas inexpertas como Marina Lueng Ba. Se amaron lentamente, viéndose fijamente, disfrutando de ambos, sintiéndose al máximo de la pasión hasta llegar a un orgasmo primigenio de ella, viéndolo con aquellos inmensos ojos muy abiertos , buscando el aire que le faltaba en aquel primer placer supremo del hombre que amaba. Quedaron moribundos, abrazados y besándose con gigantesca pasión. Después volvieron a su normal actitud racional. Me ultrajases. Abusaste de tu fuerza masculina—acusó sollozante la joven--Me dolió demasiado. No sé si podré caminar en una semana. No quiero que me toques más nunca. Bestia. Monstruo. Me tendiste una trampa--se defendió Fulvio besándola con intacta pasión--sabias que venía vulnerable. Todos estos días preparabas tu emboscada hasta que te dio resultado. Sabes que no podre nunca estar con otra mujer que no seas tú. Te amo demasiado... También te amo. Fulvio Gallipoli--le dijo ella con serena tranquilidad y respiración reposada, dándose cuenta que Fulvio era un semental que la embarazaría muy pronto. Quiero que confíes en mi--le dijo Fulvio a su oídos en casi susurros, contándole de su proyecto, pero a la manea italiana. No todo y no cierto en muchas partes. Ella lo oyó en silencio, aferrada a aquellos fuertes brazos que la abrazaban, con una nueva tranquilidad y sintiéndose plena como mujer. Te voy a llevar a Venezuela. A mis llanuras. A que veas mis selvas y mis mañanas. ¿ A Italia?. Después que nos hayamos muerto de aburrimiento junto al rió Acarigua, viendo correr a nuestros 1200 chinitos. No me vas a llenar de hijos. ¿Dónde es eso?. ¡Qué nombre tan extraño¡. ¿No eres Italiano?. ¿Cómo se dice? Ve-nii- zhhu. Ni más ni menos--le aseguro Fulvio sintiendo que su ardiente pasión se encendía de nuevo
IX
Fulvio vio nuevamente su parada militar y sus prisioneros: Norteamericanos, ingleses, neozelandeses, holandeses, marinos, pilotos. Civiles de todas las nacionalidades. Enfrente de ellos al más antiguo, al Coronel Norteamericano Francis O’Neill. Fulvio era seguido por su nueva sombra, su asistente Po Leung. Fulvio se detuvo y se coloco justo enfrente del Coronel O’Neill. Lo vio despectivamente. Hablo en Ingles; el idioma común entre prisioneros y japoneses. ¿Te crees muy gracioso?. ¿Piensas que soy tu payaso?. ¿Crees que no se de tus planes de saboteo? -dijo Fulvio lanzando un potente derechazo a la boca del estomago del coronel quien se desplomó de rodillas para recibir dos potentes patadas de Fulvio. ¿Crees que si yo fuese tu prisionero, no harías lo mismo conmigo?. ¿Dónde está tu superioridad?, maldito gusano--le grito regalándole dos patadas adicionales.--A la celda de castigo. Gritó ordenándole a los soldados que llevasen al hombre al sector de castigo a rastras, entre el polvo y dándole repetidos golpes y bastonazos ante un sonriente Fulvio, quien era visto con incontenible odio por todos los prisioneros presentes.
Esa media noche el Datsum negro de Fulvio salió a toda velocidad del campamento de prisioneros...........
CAPITULO FINAL.
El automóvil corría velozmente hacia Shanghái. Fulvio sabía que tenía que pasar por innumerables alcabalas de tropas japonesas, quienes no estaban del mejor de los humores. Pero ahora Fulvio tenía un uniforme japonés con sus insignias italianas. No soy de aquí. No soy de allá--; tarareaba el Mayor de los ejércitos malignos de mundo.--¿Cuál es su regimiento?--se preguntó el mismo.--Soy oficial de los profesores de tango de las mujeres más bellas del mundo--Dijo en Italiano. Recibiendo el fresco salino de la fría noche de invierno de China. Finalmente atravesó las ruinas de Shanghái. Llego hasta sus ruinas hogar y metiendo el coche en retroceso se estaciono en lo que fue el antiguo garaje. Descargó Té, sardinas en latas, dentífricos, colonias y desodorantes, arroz. Despertó a las dos somnolientas mujeres y les anuncio. Como el mapa no puede ir al campo de concentración, Traje el campo de concentración al mapa--dijo presentando al silencioso Coronel O’Neill ante las dos asombradas mujeres que adicionalmente vieron a Fulvio hablar en perfecto Chino Mandarín.
I
Horas después los dos estaban en su juicio particular. No entiendo a los occidentales--dijo Marina Lueng Ba, envuelta en fría furia- ¿Quieres que te tenga confianza?. Me mentiste en todo. Hablas chino mandarín, sabias de nuestros planes. Eres traidor a los tuyos, combates a los nuestros. Dios mío. Siento que no te conozco. Fulvio la vio. Era la figura que lo tenía más loco todavía con esa feroz forma de hacer el amor y que ahora estaba tan derechita y formal. Muy típico de ella. Mostrarse furiosa cuando estaba encantada por algo. Me gusta el café con leche con todas sus consecuencias-- dijo el hombre--No tienes idea de lo que somos capaces los italianos por el amor de una mujer y por la honra de nuestro país. Mussolini nos dejo sin dignidad. Le toca a cada uno de nosotros recompensar y recomponer en lo que podamos, los desastres de ese payaso...
Namura despertó del coma. Tenía más de 20 días en el hospital. No veía bien. Le dolía demasiado la cabeza. Excelencia. Es un magnifica momento--le saludó su edecán, un joven general de brigada. ¿Madame Moonlight?--fue lo primero que preguntó el hombre con dificultad, intentando incorporarse de la cama. Desapareció en la explosión. Tememos que sea parte del atentado--le dijo cautelosamente el general. ¡Nunca¡. Ella me es demasiado fiel. Murió en la explosión, si no está aquí, es por que murió--dijo desesperado Namura. El italiano debe saber de ella. El está cumpliendo sus asignaciones. Lo vemos siempre solo. Si el confirma que ella murió, entonces mi vida también ha terminado--dijo Namura con entrecortada convicción. Excelencia--se escandalizó el General--Debe controlarse. Usted tiene graves responsabilidades con el emperador y Japón. Ya estoy muerto--dijo Namura desplomándose en las almohadas indiferente al otro, cerrando los ojos para dormir nuevamente.
II
El coronel O’Neill estuvo con las dos mujeres e intercambiaron claves, contraseñas y definitivamente comprobó la veracidad del plan. La Doctora tenía todo actualizado y verificado. Fulvio fue y vino constantemente del campamento de prisioneros a sus ruinas casas; vio su nueva dimensión de importancia. Un triciclo Kurogane con dos policías militares japoneses montaban guardia. Cuidaban su propia casa que estaba llena de complotados. La fecha de confirmación de ejecución del plan te la hare llegar.--le dijo el coronel de regreso, cuando Fulvio fácilmente lo reintrodujo en la prisión.--Pero esa parte no la manejo yo. La manejan los chinos por seguridad para todos.
III
Nuestra inteligencia ha averiguado--decía en tono insultante Fulvio a la fila de prisioneros--- que los norteamericanos pretenden bombardear este campo de refugiados para culparnos de los muertos que ellos mismos ocasionarán. Pero su mentira no tiene argumentos. Nosotros no nos quedaremos de brazos cruzados. Hablan de supuestas victorias, hablan de libertad y planean asesinarlos a todos ustedes para utilizarlos como propaganda. Pero yo no me voy a quedar de brazos cruzados. Todo el mundo va a participar en ejercicios anti bombardeo. Para evitar un ataque de paracaidistas voy a ocupar con ametralladoras antiaéreas la pista de aterrizaje. Lo digo para que los quinta columnas que están aquí, y que pronto voy a descubrir, informen a sus jefes que aquí los espero. Dicho esto Fulvio fue a la zona de castigo y saco bajo una lluvia de golpes al Coronel O’Neill al que sin ninguna consideración al suelo delante de sus gente. Murmullos de indignación se escucharon entre la parada de prisioneros. Po Leung vio el accionar de su jefe. Una sonrisa de satisfacción alumbró a su rostro. El italianito no era de azúcar. Prometía. De verdad prometía. Sígueme--le dijo heladamente Fulvio al teniente Po, no sin antes regalarle dos patadas al Coronel y un par de efectivos puntapiés regalo de Po Leung para ganar puntos con su jefe... Ya en la oficina Fulvio se digno en mirar a Po y anuncio masticando las palabras Quiero que le dobles la ración de arroz a los prisioneros. Los presos pretenden morirse de hambre, sacarse fotos con la ayuda de los quinta columnas cuando estén agonizantes e inclusive los quinta columnas sacarles fotos después de muertos para usar esas mismas fotos como propaganda. Estoy decidido a romper con esa variante de lucha--dijo Fulvio interrumpiéndose bruscamente al ver el crucifijo colgado en el pecho del otro. ¿Ese crucifijo?. ¿Quién te lo dio?--preguntó Fulvio temiendo lo peor. Soy Católico--contestó Po en firmes--Me lo regalo mi padre el gran Wong Leung. Existen dos más. Los de mis hermanas. Una de ella es muy conocida. Me avergüenza pronunciar su nombre. ¿Quién es?--pregunto Fulvio tragando grueso. Madame Moonlight--contesto Po con desaliento y bajando el rostro--Una prostituta y cabaretera que nos ha dejado sin honor. Fulvio enrojeció recordando su primigenia noche de amor. Ella se había reservado. Ella en miles de situaciones había mantenido su pureza. Tuvo que apretar muy duro sus puños, con voz ahogada dijo. Vete. Sal de aquí inmediatamente. Sí señor .Señor .Si señor. Fulvio se derrumbó en la silla giratoria y elevó sus manos al cielo. ¡Amore mío¡. ¡Por el ánima de Taguapire¡. Marina. ¡Mi vida¡. ¿Pero qué haces conmigo?. Menudo cuñado me regalaste. Sólo falta que seas sobrina del emperador de Japón.
IV
Marina rabiaba su debilidad, esa nueva hambre del cuerpo de él, que no se saciaba nunca. Se reprochaba su falta de decencia a ése hombre más bello desnudo que vestido, con cara de niño asustado, mentiroso, travieso, que todo lo tomaba a juego, seductor, que siempre terminaba obligándola a hacer lo que él quería, teniéndola inmovilizada e hipnotizada. Esperando con eterna ansía el momento del cuerpo a cuerpo, que con hambre creciente encendía la relación entre ambos. Pero que la hacía totalmente dependiente de él; en fin y definitiva, el hombre sin el que no podía vivir y que ninguna mujer quería tener, pero segura estaba, pocas dejarían de pasar la oportunidad de vivir una aventura con ese padrote impaciente que se devoraba la vida segundo a segundo. ¡Que rabia¡ que tonta era¡--dijo clavando el cuchillo con el que aprendía a pelar papas en la mesa, haciendo dar un respingo a la doctora. ¡Pero es que me tiene pelando papas¡--dijo desesperada--¡que mala suerte la mía enamorarme de un hombre así¡. Dijo rompiendo a llorar. Era un castigo tener un ser con exceso de amabilidad, belleza, conexión física y espiritual, libre en cada movimiento, con un conocimiento y anticipación total de ella, que manejaba con tranquilidad y eficiencia las situaciones entre ellos dos; justamente el ser que absorbería cada soplo vital de ella. No se lo regalaría a la primera advenediza. Era un reto. Tendría que manejar toda la inteligencia, poder sexual y amor. Amarlo sin límites ni cansancio. Pero tendría que enseñarlo que ella estaba viva, que era independiente y líder. Que tenía responsabilidades y sacrificios que hacer; con cada uno de sus riesgos. … Fulvio entrenaba a los prisioneros. Sin camisa y con pantalones cortos, obligaba a los prisioneros de guerra y civiles que podían hacerlo, a correr a todo lo que daban, contar pasos, detenerse y agacharse. Se pavonea como un gallo de pelea para elegir a su próxima gallina--pensó muerta de rabia, viendo como a su vez las prisioneras inglesas veían a aquel magnifico ejemplar. Madame Moonlight y la Doctora paradas en la prevención de la puerta del campo de concentración, ambas vestidas de médico y enfermera, enseñaban un autentico salvoconducto firmado por el mismísimo Fulvio (lógicamente robado por Marina) para entrar y atender a los enfermos. Instantes después Fulvio paralizado como una estatua, sin dar crédito a sus ojos, veía pasar enfrente de su nariz a las dos mujeres; a la doctora llevando de la mano y corriendo con pasos cortos a Marina; quienes hicieron una veloz y sincronizada reverencia ante el estupefacto hombre, entraron en el galpón principal donde se encontraban los australianos y neozelandeses. Los médicos que usted mando a traer--le dijo llegando a rápido trote un respetuoso sargento japonés entregándole su propio papel-- Es su propia letra. Explico atolondrado el hombre ante la lívida furia de su superior. Fulvio se mordió los labios, asintió en silencio rojo como un tomate. ¡Con que médicos¡. Fulvio rechinó al ver pasar a la doctora casi embozando una sonrisa.
Inmediatamente los prisioneros entraron en una extraña gravedad para ser atendidos por aquellas bellísimas orientales. Todo era risas, gestos, chistes. Repentinamente se hizo un silencio general al emerger en la puerta la alta y atlética figura del Comandante, quien con los brazos cruzados veía la escena con torva mirada. Las mujeres hicieron una reverencia. Olímpicamente lo ignoraron, siguiendo su trabajo y repartiendo pastillas contra la fiebre. El comandante asintió en silencio y se retiro vestido de una incalculable furia.
V
Tu no eres mi dueño--le dijo la joven presa de ese nerviosismo que la atacaba, desde que Fulvio entraba en un perímetro de 25 metros junto a ella; máximo ahora que estaba presa de los brazos de él que la derretía con su mirada. Quieres burlarte de mí. Crees que soy Namura. Una galleta de jengibre en tus manos--le dijo furioso el hombre viéndola muy cerca, fascinado a su pesar por aquella inconmensurable belleza... ¿No es así?.¿ No dices que vives para mí?. Soy libre. Hice un juramento para mi país--le contesto muy directa, esquivando su cara para impedir el beso apasionado del hombre. Juegas una ruleta rusa con cinco balas--contestó furiosamente asustado el hombre sin soltarla. Hay que domar al tigre. De eso se trata--le dijo la joven, cayendo en ese hechizo que preludiaba un sin cuartel entre ambos. No te quiero cerca de ningún maldito ingles--dijo con rabia el hombre, besando sin contenerse aquel grácil cuello. ¿Ni un norteamericano?--le dijo ella bajito sintiendo las olas de placer que le llegaban magistralmente dirigidas por ese hombre amado quien era su lujurioso e insaciable profesor. No. Nunca--dijo con pasión estremecida Fulvio. Besándola y jugueteando con aquellos divinos labios. ¿Ni un italiano?.--Dijo la joven derretida ya y llevada en brazos a aquella su cama. Si se te acerca un italiano, te mato con mis mismas manos. Por eso te llevare a Venezuela. Te meteré en la selva para que solamente yo pueda saciarme con tu belleza.
Horas después un bramido comenzó a estremecer la tierra. Ondas de sonido los hicieron saltar por los aires. Fulvio se incorporo velozmente de la cama. Corrió al hueco sin dintel de lo que fue una ventana y maravillado contempló aquella estructura niquelada que volaba extremadamente bajo. Tenía 4 motores y descargaba infinidad de bombas. Fulvio veía volar a menos de 500 metros de altura a un precioso y niquelado B-29. Después vio otro y otro. Bombardeaban impunemente las ruinas y el impacto de las bombas era desbastador. Era el desprecio por la pobre artillería Japonesa. Era una muestra de su superioridad. Los Norteamericanos sabían humillar. Podían bombardear a gran altura, lejos del alcance de las antiaéreas. Pero volaban bajo para que Japón viera lo que no tenían capacidad de construir. ¡Dios mío¡-- gritó Fulvio asustado--¡Mis presos¡. Sin cuidado y como pudo se vistió, en medio del bombardeo que no cesaba salió a la calle montándose en su Datsum, no sin antes darle un dramático beso a Moonlight y le dijo. Vengo ahora. Tengo que trabajar.—anuncio mientras salía a volandas El bombardeo cesó, pero las columnas de humo en la carretera no indicaban nada bueno. Se iniciaba la batalla entre los insurgentes y las maltrechas tropas japonesas. De todos lados surgía una lluvia de balas y los muertos eran cientos cada instante de lado y lado,. Varias veces su auto recibió balazos de todos los calibres. Varias veces tuvo que retroceder. Varias veces avanzó por las aceras y con un caucho espichado llegó al campo de concentración. Respiro aliviado. No había sido bombardeado. Pero paso por varias columnas de camiones y tanques japoneses completamente destruidos. El hombre al entrar suspiro. Hola Rosten-Chicken-- saludó el Coronel O Neil viendo igualmente el efecto del bombardeo. Tenía que agradecer en silencio el hecho, que desde Fulvio estar de comandante, no recibían palizas de las tropas después de cada bombardeo aliado. También Fulvio entendió que los Norteamericanos cada vez eran más precisos gracias a los infiltrados que con equipos de radio indicaban los movimientos, rutas y tamaño de los convoyes de tropas japonesas. Oye Gringo--confío Fulvio al otro, sabiendo que ya las cosas en Europa francamente indicaban una tendencia total. Japón seria el plato de segunda mesa--Voy a cubrir el escape. Pero me has de jurar que en el primer avión va Marina y la doctora. Ya están sentadas. ¿Recibirás la radio?. A mi señal--contestó el italiano francamente-- Yo la recibiré. P-e-r-s-o-n-a-l-m-e-n-t-e. ¿La clave?. No sé. Dímelo tú--contestó al otro Fulvio--entendiendo que la visita de Marina y La doctora tenían algo que ver ó a lo mejor era un señuelo para distraer a la policía Japonesa. Evidentemente el mismo ya estaba bajo sospecha.
VI
El paracaidista radiotelegrafista José López era un sargento puertorriqueño de la infantería de marina de Usa. Era un morenito simpático, bailarín y padre de 6 muchachos, devoto de la rosa mística y del espíritu santo. Era sargento, más que todo para librarlo de los ataques racistas de los soldados blancos y anglos. Saltó en medio del bombardeo y aterrizo justo en medio de la carretera, peligrosamente cerca de la fila de camiones Nissan 6x4 que explotaban inmisericordemente bajo el bombardeo rasante de los B-29. Ahora se limitaba a sonreír ante aquellas gentes tan raras y feas. Por momentos no sabía si era prisionero ó aliado. No les entendía nada. Lo habían trasladado a pie, en carreta, en botecitos de cuero, en triciclo capturados al enemigo. Ya ni sabía si iba ó venía en medio de tantos arrozales. Ahora lo sacaban de una carreta de llena de paja y arrastrada por dos viejos búfalos. Ahora lo único que escuchaba era un ñum, wuu, guaaa, ching, ñing, tang, uiong, ¡Por dios¡--se dijo para si mismo--si al menos alguien hablase como un ser humano. De repente un auto negro se detuvo a lo lejos. Todos se agacharon y sonidos de pájaros sonaron de todas formas y colores... Le indicaron que corriera hacia el auto. Otro de aquellos feos cabezones corría con el equipo de radio en su espalda. Corrieron casi a rastras en medio del pantanal. En silencio. Todavía los japoneses tenían buenos informantes .Corrían y veía adelante el auto. Veían dos hombres flacos y pequeños, ocultos por aquellos inmensos sombreros y armados de pequeñas ametralladoras inglesas steem. Rápidamente lo introdujeron en el auto y lo cubrieron con una sabana. El equipo lo introdujeron a velocidad meteórica en la maleta. Rodaron en silencio por más de una hora, hasta detenerse. Atisbo por el borde de la sabana y se quedó helado. Reflectores. Los inequívocos uniformes japoneses. Un temblor lo atacó cuando vio a los japoneses saludar marcialmente al conductor. El Sargento besó su medallita. Santísima virgen del cobre -susurró cuando el vehículo se introdujo y rodó por el medio de las inmensas barracas de madera. El auto se detuvo en una de allá y el sargento escucho en perfecto español, con un acento más que latinoamericano. No hables ni desciendas todavía. Yo te abriré la puerta--le dijo el Mayor Fulvio Gallipoli al asustado sargento, quien con ojos desorbitados veía el uniforme japonés con unas extrañas insignias. Dios mío. Acógeme en tu seno, pues ya estoy frito y sazonado--dijo el aterrado sargento al comprender que estaba dentro de un cuartel japonés.
VII
Marina salía tranquilamente hacia las destruidas calles. La mejor manera de caminar siendo de la resistencia era el desparpajo. Con tranquilidad caminó hacia los improvisados mercados negros que se formaban repentinamente en cualquier escondrijo de Shanghái. Irónicamente salir de la casa de Fulvio la hacía un objetivo de sectores de la resistencia que autónomamente luchaban contra los japoneses, pero que no eran coordinados ni por los comunistas ni por el Kuomintang. Eran pandillas entre ambos lados de las leyes; si es que había alguna. Vio los hombres recogiendo escombros y lanzándolos a un viejo camión Ford, embargado quien sabe a quién. La muchacha fue vista de soslayo desde u n sombrero de paja campesino. Madame Moonlight. Mi hermana Marina saliendo de esa casa, en la zona residencial japonesa. ¡Vaya novedad¡. ¿Con quien estaría allí?. Ella estuvo en la base hace dos días y me soplaron que tenía un salvoconducto de mi mayor Fulvio. ¿Qué juego es éste?. Al rato los ojos curiosos vieron llegar a un Datsum lleno de polvo. Venían dos personas. Descendió una de ella. ¡Que descaro¡. La otra doctora que acompañaba a madame Moonlight. Por la otra puerta descendió Fulvio y los infaltables soldados de la escolta japonesas que permanecían siempre junto al triciclo Kurogane, se acercaron a Fulvio e intercambiaron palabras con éste. Fulvio se despidió afectuosamente de los soldados y con una bolsa llena de equipos y vituallas se introdujo en aquellas ruinas. --2+2 son 4, 4 y 2 son 6-- dijo entre dientes el teniente Po Leung, tratando de entender--¿cómo es posible?. ¿Será que el mayor vive con ambas?. ¿NAMURA PERMITE Ése insulto?. Algo estaba por desencadenarse. Y el no quería perdérselo. Tenía que informárselo a sus superiores. Después hablaría con Fulvio. Días después lo hizo y presentó su informe ante sus superiores. Recibió una encomienda muy especial. Lo haría en medio de una sorpresa que no lo abandonó por horas.
VIII
Marina veía el frio atardecer, una nieve llovizna se abatía por las ruinas de Shanghái. Sabía lo que venía. El hambre y los muertos por el frio. Un simple corolario de la guerra. Diciembre avanzaba y las noticias llegaban. Los norteamericanos bombardeaban inmisericordemente a las tropas japonesas en Birmania y Tailandia desde sus bases en Calcuta. 3 Destructores japoneses habían sido hundidos y Fulvio llegó con las muestras inequívocas de un combate de karate. Venía golpeado y mallugado, pero sonriente. Como militar se mostraba orgulloso de sus golpes y heridas; en silencio fue nuevamente atendido por la doctora. Esa noche no hicieron el amor. Simplemente durmieron abrazados y en silencio. Ambos estaban despiertos. Ambos comprendían que realmente estaban enamorados. El alto compromiso emocional de ella lo ataba con unos lazos indisolubles que ambos no conseguían dimensional. A él le fascinaba la autoconfianza de ella, su serena alegría, su ética dramática, su hipercompleja auto aceptación sin traumas, combinada con una sensualidad natural muy propia de ella. Estaba deslumbrado y fascinado, siendo la presa perfecta de ese felino tan libre e independiente que a veces no le tenía piedad, pero que siempre terminaba amándolo. Limosna ó regalo entendió que no podía vivir sin ella. Te amo--le dijo en un susurro, apartando ese pelo negro mágico, dándole un beso en la grácil nuca. Y yo a ti-- contestó ella con sencillez, callándose el hecho de tener un atraso de varios días. Amaneció más fría la mañana que las anteriores. Las noticias eran buenas para la resistencia. Era 24 de diciembre de 1944. Fulvio le confesó a Marina que ya los Norteamericanos tenían una base aérea dentro de la propia china, específicamente en Chengtú y dos días antes habían bombardeado Nukden en Manchuria, un mensaje muy directo al traidor Pu Yi. También se había enterado que adicionalmente a las terribles pérdidas sufridas por la marina japonesa, el destructor Akitsuk también fue hundido por los norteamericanos. La libertad seria dura de alcanzar, pero llegaba irremediablemente para el pueblo chino. El rugir de unos motores interrumpió la conversación de los dos. Era un ruido grueso. Al suelo. Otra vez los B-29--dijo Fulvio desesperado al oír nuevamente el silbido que desde el cielo se acercaba. Casi inmediatamente el estremecimiento del suelo y las ondas sónicas de las explosiones. Las cosas se desencadenaban rápidamente. Ya era el tiempo de actuar.
IX
Las cosas debería ser con la lógica que debe ser para cada quien. Es lo correcto. Es lo sencillo. Es la suma de nuestros anhelos. Pero no es así. La vida siempre tiene su propia lógica, que no tiene nada que ver con nosotros. Marina despertó. Todo parecía un sueño. Un muy mal sueño. Más bien una terrible pesadilla. La luminosidad de la mañana se dejaba ver por el trasluz de la pesada cortina. Y aquel silencio se mantenía a pesar del canto sin fin de los pájaros. La joven se levantó con dificultad. Era 15 de Mayo de 1945. Recién La guerra se termino para los alemanes. Pero Japón se mantenía tercamente luchando desesperadamente en Borneo, recibiendo bombardeos ininterrumpidamente en las principales ciudades japonesas . Salieron corriendo de Chungchiang. Ya los norteamericanos estaban triunfantes en Naha, la capital de Okinawa. También su embarazo de 6 meses evolucionaba perfectamente. La muchacha caminó lentamente, haciendo que Cachita en una almohada azul igual a ella, hiciera un gruñido de desaprobación para groseramente taparse con una patica los ojos y seguir durmiendo. Ella salió al corredor colonial de la inmensa casa. Vivió nuevamente todo. Eso era lo que él quería. De esa manera lo planifico y ella lo había complacido. Lo había visualizado y ella era la prueba de ese resultado. Estaba en el fin del mundo, en una tierra apacible, en un silencio absoluto y diferente, en aquella solitaria casa junto a aquel desolado camino, envuelta en un aroma distinto. A veces un auto, a veces un hombre a caballo. La muchacha salió al corredor exterior que rodeaba la casa. Pilares altísimos y pasillo inmenso. Se sentó en un sofá de rígida madera negra, inmenso y duro. Él bebe se movía. Salió la señora. Increíblemente bella a pesar de su edad. Fulvio se parecía a ella. Se sonrieron. Se comunicaban en ingles. Eran mujeres y se relacionaban perfectamente. La señora la envolvía, la protegía, la mimaba, la cuidaba. Justo como Fulvio. Por algo ella era su mamá. Tejían, paseaban por el inmenso patio empedrado en medio de rosales y trinitarias. Era seguidas por Cacao y Marrón, dos inmensos y furiosos perros, pero mansos, juguetones con ellas. A veces salían en el inmenso Cadillac negro de la señora. Viajaban a Valencia. Calles solas. Casas grandes con grandes puertas. Señoras muy sonrientes sentadas en las tardes en las puertas de la casas tomando fresco, hablando tranquilamente, comentando cosas de ellas. En todos lados las recibían y le sobaban el abultado vientre, la besaban y la consentían. Las bellísimas hermanas de Fulvio la llevaban a todos lados, en medio de un meloso cariño. Todo bueno. Todo en paz. Sólo faltaba un detalle. Fulvio no estaba. Fulvio no llegaba. No vendría nunca....
En la pesada tranquilidad de la casa, la joven embarazada se distraía viendo las trinitarias, las orquídeas y las rosas multicolores se decía que no debía entristecerse. Eso le hacía daño al bebe. ¿Por que lo hizo?. Pues porque él siempre hacia su real voluntad-- dijo Marina a aquella inmensa y bella mañana de esa brisa imposible de dejar de disfrutar. Entendió que fue así pues desde vidas atrás era la depositaria de un amor que quizás venía mucho más allá de los tiempos. Quizás esa era la expresión de la Abuela de Fulvio que desde el cuadro de la ventana proclamaba los étnicos rasgos de la gente de Cantón.....
X
Fulvio siempre tenía un plan en ejercicio, pero era uno de esos seres excepcionales que bajo ninguna circunstancia soltaba el sartén por el mango. Todo estaba a tono. Era un 31 de diciembre de 1944 que le hizo sonreír. Lo recibía primero que su familia allá tan lejos, disfrutando de la Navidad, villancicos, parrandas y hallacas. No extrañaba Italia. Extrañaba la cena con platos típicos navideños venezolanos; hallacas, pan de jamón, pernil, ensaladas de gallinas, dulces… que horas después se celebraría en su casa allá tan lejos. En Guataparo. Volvió a su realidad. Se frotó las manos. Se sentía como un jugador que apostaba con el diablo, quien le apostaba un juego donde el diablo apostaría 500 veces seguidas y el sólo una. Apostaba a sacar 5 ases en una sola jugada. El se la jugaba. Sabía que los aviones habían despegado horas antes de Calcuta y venían en el aire. Todo estaba sincronizado y él se dejaba ver parado en el dintel iluminado de su oficina. Un comandante de guardia. Tan sólo eso. Sabía que todos eran protagonistas en activo del proceso. Todos estaban dependiendo de las transmisiones en clave del sargento puertorriqueño, quien bañado en sudor transmitía constantemente evadiendo la intercepción japonesa. Cuando el telón bajase todos se darían cuenta del resultado final. Al menos eso esperaba.. Por eso nunca le preguntó a Marina. Por eso ella nunca le preguntó a él. Eran simplemente enemigos enamorados, sin ningún futuro, sin ninguna esperanza. Quizás Por eso la apuesta con el destino. Vio llegar repentinamente la trompa fea de los camiones Tipo 94 Nissan 6x6. Del primero de ellos descendió el teniente Po Leung. Fulvio no necesito más que un instante para ver que uno de los dos cuerpos de prisioneros proyectados brutalmente contra el piso era el de Marina Lueng Ba. Fulvio vio a la joven tratar de zafarse. Sin perder la compostura Fulvio se dirigió al micrófono del altavoz, sin carraspear, con voz clara y tranquila habló, primero en japonés, después en Ingles. Atención--dijo--habla el comandante de campo. Estamos bajo un ataque de los enemigos que intentan hacer una operación de rescate. Todos los prisioneros deben ser evacuados de inmediato. Procedan de acuerdo a lo practicado. Dicho esto, salió hecho una furia hacia el medio del campo. Tú maldito traidor--Gritó el teniente Po Leung, fuera de sí al ver al mayor dirigirse hacia él. Estúpido--grito a su vez Fulvio--Idiota. Esa es tú hermana. ¿Pero que pasa contigo?--dicho esto, Fulvio giró sobre sí mismo y casi perpendicular al otro cayó en guardia perfecta, no sin antes colocar dos patadas de karate en el pecho del otro. Suéltala imbécil o si no te mato—continuo gritando Fulvio mientras lanzaba golpes que eran contenidos con mucha dificultad por el otro. El teniente dio dos pasos largos hacia atrás bajo el efecto de los dos fuertes golpes. Vio aturdido pasar junto a su lado a las tropas japonesas que llevaban a los prisioneros hacia los camiones ya con los motores encendidos, con las luces apagadas y salir inmediatamente hacia el portón que conducía a la carretera. Mientras otro grupo a toda velocidad colocaba ametralladoras en medio de la pista de aterrizaje. ¿Pero qué diablos pasa aquí?. ¡Traición¡--grito Po Leung Ba sacando su pistola. Inmediatamente disparo seis veces seguidas contra la humanidad de Fulvio quien venía hacia él. Fulvio se desplomó bajo el impacto de las balas, en medio del patio.
Marina vio con los pies y manos atadas toda la escena. No podía gritar por el trapo que cubría su boca. Sus venas casi estallaban. Trataba de zafarse pero no podía. Sintió como alguien la alzaba como un fardo y se alejaban con ella corriendo a todo dar, viendo empequeñecerse el cuerpo de Fulvio, mientras a su vez, su hermano Po recibía un cachazo y alguien tomaba la pistola de Fulvio. Con ella misma le disparaban repetidamente a Po quien a su vez desplomó junto a Fulvio. Marina perdió la noción de todo. Vio y no vio a un gordito de raza diferente, con un uniforme del ejército de Estados Unidos correr en medio de todos, gritándole a un teléfono portátil en su mano, vio el caos a su alrededor, vio los camiones, vio a los prisioneros montase en ellos. Vio a los japoneses gritar y correr a todo dar hacia la pista. Vio y no vio la obscura carretera; vio y no vio aterrizar junto a ella un avión con un planeador amarrado a sus alas. Vio y no vio estar adentro del planeador. Vio y no vio estar amontonada con otras gentes en el aire en un vuelo larguísimo. Aterrizó en una tierra extremadamente caliente. Vio y no vio a infinidad de militares ingleses, hindúes, norteamericanos y aviones que nunca se imaginó existían. Vio y no vio a gentes con uniformes blancos de la cruz roja. La introdujeron en otro avión. También Un viaje extremadamente largo. Otro campo de refugiados donde la bañaron, peinaron, pesaron, le dieron comida, Duró horas encima de un mar azul. Después cruzó un continente desértico desde el aire. Otra vez un vuelo en el mar y llego junto a aquella ciudad desde donde se veían aquellas altísimas montañas. Allí le entregaron una jaula. Cachita con la cara fatigada reconoció a su dueña. Ella le sonrío. Después otro vuelo traqueteando encima de montañas llenas de nieve hasta aterrizar en aquel pequeño aeropuerto también junto al mar. También vio y no vio estar en aquella carretera impecable, sola, que cruzaba pueblos y pueblitos, ciudades pequeñas y amontonadas, hasta llegar aquella imponente casa en medio de la nada. Estaba en la casa de Fulvio. Pero el no la acompañó ni la recibió. Se quedó tendido en aquel campo de concentración japonés con 6 tiros en su cuerpo dados por su propio cuñado.
XI
Las primerizas siempre adelantan parto. Ella adelantó una semana. El 6 de agosto de 1945, en el año del gallo y bajo el signo de leo, parió en el cuarto de Fulvio a su primera hija: Isabel Gallipoli Lueng Ba; debería llamarla bajo la tradición china Lueng Ba Gallipoli Isabel. Pero prefirió llamarla de acuerdo a las tradiciones de ésta nueva tierra. Su pena se mitigo en algo. Le enseñaron su hija; en extremo preciosa. Una china en nuevas tierras. Nació en el día en que Japón pagaba sus pecados y atrocidades cometidas por más de 20 años en Asia. Y como eran siempre las cosas. Pagaron japoneses inocentes y civiles quienes nunca habían matado a nadie; Idénticos a los chinos que sufrieron bajo el sadismo del ejército japonés. Presentó la niña e hicieron una fiesta. Vinieron amigos y familiares. Ella entendió que Fulvio de verdad se enamoró de ella; pues todas las mujeres de este país Venezuela eran bellas sin excepción. También entendió que saldrían adelante; pues esta era una familia fuerte, unida y ella era una más de ellos. Rabio el hecho que Fulvio nunca cumplió ni una sola de sus promesas. No estaba para recibir a su padre quien vino desde Italia. El conde llegó una semana después para conocer a su nieta. Trajo encajes, zapatos, trajo perfumes e hicieron otra fiesta. El conde se mostró meloso con su esposa; tan igual como Fulvio cuando quería seducirla a ella. Se veía que la madre de Fulvio no le perdonaba algo. Se vio que se dejo hacer el amor con el conde y se vio que no lo perdonó. Tal vez por la otra mujer. Tal vez por ser el conde senador del partido comunista de Italia y por haber renegado de su titulo. Tal vez... Llegó Octubre. Fue con su suegra a Caracas, viajaron en aquel inmenso y pulido Cadillac negro. Llevaban a la niña a control médico. Era una ciudad pequeñina, fría y demasiado bella. Tranquila y serena en medio de gentes alegres para todo. Amaneció un día frio, lluvioso. Nuevamente aviones militares en las calles, relucientes tanques de guerra norteamericanos en las avenidas. Entendió que había una rebelión militar ó una especie de guerra. 18 de octubre de 1945. Pero aquí era distinto. Las gentes se insultaban a favor y en contra de ventana a ventana. Los tanques se desplazaban con gentes encima gritando a todo pulmón. Los militares disparaban, no le acertaban a nadie. Todos se amontonaban en las esquinas y se alejaban corriendo según el bando de los que llegaban. Los policías le disparaban al ejército. El ejército se disparaba entre sí. Ella caminó hasta una esquina, vio los manifestantes a favor ó en contra. Vio aviones de guerra que pasaban en un vuelo que parecía más bien un desfile aéreo. No durarían ni dos segundos combatiendo contra un piloto japonés ciego y parapléjico. Repentinamente un jeep verde, reluciente en su pintura se detuvo a su lado. De él descendió un hombre de color en uniforme verde. Impecable, perfectamente planchado, con olor a colonia y un fusil pulido que brillaba al sol. El hombre le gritó histérico y trato de golpearla con el fusil. Ella lo esquivó con facilidad y con la misma le proyectó el giro del doble golpe del tigre hambriento al mentón impulsándolo por encima del jeep, cayendo estrepitosamente en el medio de la avenida. Los otros del jeep , en medio de histéricos gritos recogieron al desmayado, arrancaron el pulido vehículo huyendo velozmente, dejando a Marina Lueng Ba, equilibrada y en armonía nuevamente. Estaba en paz. Se cobró la inconsciencia de Fulvio al dejarla sola con todo el amor de los dos en aquella tierra tan extraña. Caminó en medio de la batahola en perfecta serenidad y contempló los edificios. Todo bello. Todo en paz interior.
Ya en interior del apartamento consoló a su suegra quien se mantenía debajo de una mesa, con la niña en brazos. Marina medio en ingles y medio en chino la tranquilizó. Después fue al balcón y continúo viendo la rebelión que se incrementaba. Analizó a los militares de éste nuevo país. Se veía a kilómetros que nunca habían estado en guerra. No eran peligrosos para nadie. Más agresivos se veían a los civiles. Se dio cuenta que era verdad. Podría vivir en tranquilidad aquí, en esta tierra donde muy pocas veces hacía frío ó calor extremo. Cuando todo se normalizó volvieron por la verde carretera , serpenteante entre montañas que bajaban a valles y cañaverales. Olores extraños. Pueblos diferentes. Autobuses con inmigrantes de Europa, América y Asia internándose en aquellas tierras completamente vírgenes. Los antiguos enemigos ahora venia juntos. Alemanes y rusos. Portugueses, Franceses, italianos, rumanos, Japoneses, chinos. Deslumbrados por aquellas tierras en extremo fértiles y vírgenes como doncellas. Llegó Diciembre de 1945. Marina se acostumbró a alimentos extraños, bebidas extrañas y costumbres diferentes. A un fresco frio de noche y una brisa perenne. Mientras amamantaba a su bebe, tuvo la certeza de saber cuál fue el día en que Fulvio la embarazó. Fue esa vez que haciendo el amor con su costumbre de verse para contemplar los diferentes matices de las sensaciones del amor y placer; Fulvio repentinamente le dijo una vez más. Mírame. Mírame a mis ojos--En una experiencia dentro de la experiencia. Fue instante a instante. Fue plenitud absoluta dentro del placer. Fue física y emocional. Fue lujuria y amor. Fue también dolor. Fue el descubrirse ambos la especial belleza que ambos guardaban para un instante así. Fue en definitiva su experiencia más madura y femenina de recepción y entrega absoluta y total. Ambos llegaron juntos; estremeciéndose sin dejar de verse y amarse. Esa fue la peor trampa de él. Fue el lazo indestructible que la ataba a él, dejándola sola en esta tierra extraña con una bebe, prisionera en el cuarto de él acompañada de la madre suegra igualmente doblemente abandonada. Pase lo que pase, yo llegaré a ti--le dijo Fulvio dándole un beso de pasión pura. Ella no entendió ese aviso de sacrificio para que ella viviera libre. Esa noche de ese diciembre de 1945 Marina supo que tenía casi un año sin hacer el amor. Cavilaba sobre las costumbres de este pueblo. Eran lisos y directos. Si algo les gustaba lo decían. Si no, sin rodeos lo expresaba. Los hombres no se andaban por las ramas y a pesar de ser china, más de uno se acercó por los lados de la casa para verla. Sólo que la fiera mirada de la suegra madre espantaba hasta un león con mal de rabia. Vio de repente a Cachita furiosa e inquieta. Maullaba por los rincones y se erizaba sin motivo. ¡Cuidado con una culebra¡--dijo la suegra madre; espantada con su anterior experiencia con Marina, quien consiguió una coral en el patio, y con toda tranquilidad la agarró para contemplar los brillantes anillos de colores del animal, mientras preguntaba en ingles si no era comestible. Los perros comenzaron a aullar y correr enloquecidos por el patio; no atendían al llamado de los sirvientes, obligando a la suegra madre a cargar nuevamente la escopeta. Todos se acostaron para tener que levantarse nuevamente. Los sirvientes estaban asustados; revisaban y nada. Con nervios prendieron velas a los santos , siguieron a cacao y marrón para ver que era lo que ocasionaba la furia de los animales. Peor aún; Cachita estaba montada encima de la mesa del comedor viendo hacia la obscuridad, agazapada y erizada. Los sirvientes nuevamente y supersticiosamente se persignaron. Marina entendía más ó menos un español de 500 palabras; pudo comprender que hablaban de los espíritus que rondaban por el patio. Marina se asomó entusiasmada con la idea de ver un fantasma de esta tierra. Finalmente se durmieron, en la alta madrugada una sirena y corneteo se dejo oír desde el portón. Marina abría los ojos y vio reflejada en el techo a través de las gruesas cortinas luces de vehículos y el ruido de la reja al abrirse. La muchacha vio como se encendían las luces del caserón. La muchacha tomó la niña, salió medio adormilada al inmenso comedor principal. Vio a su suegra madre en dormilona escopeta en mano con los sirvientes amontonados detrás de ella. Marina se vio a si misma cargando a la bebe hacia la inmensa puerta abierta en par en par, en bata, descalza igualmente. Desde la puerta vio dos relucientes camionetas verdes militares. Vio militares venezolanos poniendo unas maletas en el suelo. Vio a un oficial parado en firmes saludando militarmente a un hombre alto, en flux blanco. Luego Vio al oficial darle la mano al hombre, luego ambos hombres se abrazaron con efusión. Vio a Cacao y Marrón correr por todo el patio, y juguetear con el hombre quien los levantaba con facilidad. Vio a los sirvientes quitarle la escopeta a la suegra madre; también le quitaron a ella la niña, mientras gritos se oían en toda la casa, al ver la señora desvanecerse. Ella caminó descalza indiferente al frió piso de piedras del inmenso jardín. Un nudo no le dejaba respirara ni hablar; sólo entendía que allí corriendo hacia ella y en flux blanco Fulvio Gallipoli la levantaba como un papelito riendo y llorando de alegría. Ella igualmente se desmayó dentro de ese sueño. Ese era el teatro de él, ella era su público.... Su desmayo no duró mucho. Se despertó nuevamente. La casa estaba completamente iluminada, se oía el trepidar de correr. Gritos y risas. No cabía la gente. Médicos junto a ella y a la suegra madre. Le llegó el fuerte olor a café, al que se había aficionado tanto. Más taconeos y frenazos de autos al llegar. Se sentó. Vio en silencio la escena. La Navidad había traído a Fulvio Gallipoli en carne y hueso. Aquí estoy vivito y coleando--le dijo Fulvio en chino mandarín a su esposa. Por eso me vine. Para tener la dicha de verte en mi casa y que me hagas nacer de nuevo al recibirme con este regalo--le dijo el hombre mientras cargaba a su hija--Marina Lueng Ba, ahora sí que estoy vivo de nuevo. Es un bello sueño. Ya lo he tenido mil veces--musitó la joven, asustada de la hipér- realidad de la escena. Es verdad--le dijo Fulvio.-- La vida es un sueño. Solo nosotros hacemos que sean buenos o malos. Este de los nosotros dos y sé que será magnifico. Marina Lueng Ba saltó como una pantera a los fuertes brazos de Fulvio. Era verdad. Este hombre hasta se escapaba de las tumbas para estar con ella. Era la aceptación final de un amor que había sido más fuerte que guerras, razas y distancias; pues fuera de toda lógica él estaba allí para quedarse; trayendo nuevamente el desequilibrio y la ilógica de sus actos para enfrentarse a cualquier metódica rutina.
Vinieron días agotadores: Por fin ella pudo comunicarse completamente y saber los nombres de sus cuñados y los nombres de las ciudades. Guacara. Valencia. Caracas. Venezuela. Guataparo. Tocuyito. Supo que al norte estaba el Caribe tropical y más al norte los Estados Unidos a apenas 8 horas en avión. Al sur Brasil y Argentina, donde era originario el tango que ellos dos bailaron en el Moonlight .Allá muy lejos Shanghái, China y la guerra que volvía a comenzar entre los dos dragones: Mao Tse Tung y Chang Kai Seng. Marina sentada en la cama contemplaba a su marido. Repentinamente saltó como una pantera a sus brazos y comenzó a llorar. Mejor dicho; ambos comenzaron a llorar. Este hombre hasta se escapaba de las tumbas para estar junto a ella. Se amaban; pues contra toda lógica ella estaba allí junto a él y el estaba allí junto a ella. Vinieron días agotadores. La rutina es fuerte , muy complicada de aceptar. Aprender español era un idioma increíblemente difícil para ella, a pesar de saber ingles y japonés. Así llegaron al 24 de diciembre de 1946 y con hambre, Furia se amaron; viéndose ambos, violándose ambos, siendo delicados y brutales, agónicos y sádicos en aquel placer que solo ambos se sabían dar.
Marina Lueng Ba se colgó de él. Era verdad. Este hombre todo lo afronto y venció para estar junto a ella. Tenía que aceptar definitivamente su amor, pues contra cualquier lógica allí estaba en esta tierra para quedarse con ella. Vinieron mas días agotadores. Por fin se pudo comunicar. Por fin supo más o menos donde estaba al ver los mapas que Fulvio desplegó ante ella. Al sur Argentina, la tierra del tango que ellos bailaron. Al norte Estados Unidos, el país que tanto los ayudo. Brasil la tierra prometida y allá muy lejos, en ruinas Shanghái, de nuevo envuelta en una feroz guerra. Esta vez entre hermanos y antiguos aliados. Fue muy difícil contener el hambre de ambos. Tenían un año sin hacer el amor. Se violaron mutuamente. Con hambre y saña. Tienes los ojos castaños--descubrió nuevamente la enamorada mujer. Tú no eres amarilla. Eras más blanca que el nácar. Usamos baños de leche y rosas para eliminar el amarillo--le dijo ella exhausta por el placer. No empieces a llevarme la contraria. No me tientes--le dijo ella. Mira que ya sé donde estoy y es como irme.
EPILOGO
¿Cómo fue todo? Muy fácil. Fulvio desde el primer instante supo que Madame Moonlight no saldría de su país bajo ninguna circunstancia. Mucho menos por él. Así que en esos días Po Leung descubrió el amante de su hermana. Para cumplir adicionalmente su asignación fue a la oficina de Fulvio y combatieron en Karate por el honor perdido de la familia. Fulvio en medio del combate recibió el mensaje en clave en su oído por parte de Po Leung. Le daba la fecha de la evacuación. Po Leung era un miembro del partido Comunista Chino y estaba infiltrado en el ejército japonés. Esperaba vengarse de la muerte de sus padres y se aferró a la fabula de ser un complice en la muerte de ellos. Ambos planificaron y efectuaron el plan. El 31 de diciembre de 1944 en la tarde Po Leung allanó la casa de Fulvio y arrestó a las dos mujeres, empaquetándolas convenientemente. Fulvio inicio sus actuaciones desviando la atención de los japoneses. Los balazos que recibió Fulvio eran balas de salva. Igualmente las balas que recibió Po Leung. Los soldados japoneses completamente engañados llevaron los prisioneros en camiones japoneses a la carretera y se detuvieron en los sitios escogidos por Fulvio con anterioridad. Cuando los DC-3 con los planeadores aterrizaron, los guerrilleros comunistas mataron y atraparon a los sorprendidos japoneses. En menos de 10 minutos todos los prisioneros fueron introducidos en los aviones. La parte final del plan era que los prisioneros militares y el no escaparían. Se unirían al Kuomintang y a los guerrilleros comunistas. Fulvio, Po Leung y la doctora Xia Jiang (quien se negó a ir) se unieron el frente de los Tigres sagrados de la resistencia armada del Kuomintang. Su primer acto fue destruir completamente la prisión y arrasar con los japoneses que custodiaban la pista aérea. Fue el Coronel O’Neill quien tomó cargada a Marina y la trasladó al avión. Ya estaba entendido y decidido que Marina fuera entregada a la Cruz Roja Internacional. Los aviones despejaron en Shanghái y aterrizaron en la base aérea inglesa de Calcuta. De allí llevaron a Marina a Madrás, de allí paso por encima del frente de batalla y fue entregada a la Cruz Roja en Darwin Australia. Luego voló a Sídney de allí fue a Santiago de Chile, de allí a Arica, de allí fue a Lima, de Lima fue a Guayaquil, de Guayaquil a Cali y de Cali a Maiquetía. Esa fue la ruta de Marina y Cachita a los brazos de la suegra Madre quien la recibió junto a una carta explicativa de Fulvio quien le contó todo a su madre, claro está a su manera. Sin especificar cuándo volvería y diciéndole que no le contara nada a Marina todavía. Fulvio se demoro más de lo esperado y su mama comenzó a sospechar que su hijo había muerto. Por el embarazo de ella, no le contaba sus temores, esperando un momento propicio para decirle lo que ella consideraba había sucedido, soportando silenciosamente la terrible ausencia de su hijo. Fulvio pasó a Taiwán, donde sirvió de intérprete al cuerpo expedicionario Mexicano. La mítica ala 37 de las fuerzas áreas mexicanas. Nada menos que las águilas mexicanas que lucharon por la libertad y la democracia en los cielos del pacifico; ganándose la admiración de los aliados por su increíble valentía rayana en la osadía y toda gloria. Volver fue fácil. Lo hizo como marinero en un barco de transporte que traía a los mexicanos. Se suponía que cruzarían el Pacifico y desembarcarían en Acapulco. No fue así. Hizo el retorno cruzando el Pacifico, el golfo de Adén, el canal de Suez, todo el Mediterráneo y el Atlántico. Canto rancheras, cantó lucerito luz de luna, el alma llanera y después de sobrevivir a un huracán, desembarcaron en Veracruz. Ahí se presentó al cónsul venezolano quien lo mando en un vuelo de Aeropostal. La guardia nacional le dio el aventón desde Maiquetía hasta los brazos de Marina en Guataparo.
La doctora Jian y Po Leung combatieron toda la guerra civil. Po Leung cambió de bando y con la doctora emigraron a Taiwán, siendo parte del grupo originario que defendió a Shanghái de sus antiguos aliados, cruzando el estrecho que separaba la isla de la ciudad y sobrevivieron a los terribles años iníciales, ayudando a y levantar y prosperar a la pequeña nación, hasta convertirla en una superpotencia industrial. Por su parte Namura fue complacido. Se le ordenó el suicidio ritual, por su negligencia militar. Se suicido feliz y contento, esperando reunirse con el espíritu de su amada allá en el más allá. El Coronel O’Neill volvió a New York y fue un exitoso vendedor de seguros, siendo uno de los primeros Norteamericanos Anglos y protestantes que se desposó en segundas nupcias con una latina Puertorriqueña, Católica y morena. Marina Lueng Ba y Fulvio, procrearon 3 hijos más. 2 varones y una hembra. Fulvio cumplió lo prometido y nunca fue un santo. Pero como todo amante italiano no abandonó nunca su cama, ingeniándosela para que Marina siempre lo perdonara. Entraron en la rutina en que vivimos todos los seres normales. Los hijos. Los nietos. El carro nuevo. Las vacaciones en los Andes. La ida a la playa. La semana santa, el carnaval. El whisky y la cerveza, la lluvia. La otra casa y el abrazo del 31 de diciembre comiendo doce uvas, hallacas y champan. Fueron a Nueva York. Marina consiguió a su hermana mayor en un convento en Ontario Canadá. Era la superiora y también médico. Fueron a Italia y Taiwán, donde siempre visitaron a Po y su esposa. Después de los increíbles cambios sufridos en China a partir de 1979 volvieron a Shanghái y Hong Kong varias veces. O’Neill se cansó de venir a Venezuela y disfrutar con su mujer e hijos de las playas de Tucacas y Chichiriviche. Xi Jian y Po vinieron a Venezuela con hijos y nietos. Fulvio se despidió de todos con tranquilidad y sábado de gloria, sentado en la misma silla de madera allá en la casona de Guataparo donde ya viejitos Marina le confesó a Fulvio la verdad de Namura y su extraño amor. Namura era homosexual--confío la anciana a su esposo-- Sé veía muy mal que no tuviera una amante. Por eso desarrolló un amor no correspondido. Por eso ese sufrido despecho. Cuando apareciste se aterrorizo. Quedaría muy mal sino me violaba. A veces creo que el atentado fue obra del mismo para no delatarse. Su suicidio fue un alivio para su alma atormentada. Conmigo fue brusco y delicado. Amoroso y cruel; típico de todos los japoneses. Por eso no te mató. De alguna manera sabía que terminaríamos los dos sentados aquí en Guataparo.. Por último, el sargento José López también vino a Venezuela con sus hijos. Trabajo en la Creole Petroleum Corporación . Sus hijos todavía viven y muestran las fotos de su padre con uniforme rodeado de aquellos seres de ojos oblicuos y silenciosos. Ellos juran que el sargento López dejó una hija allá en China. Pretenden ir y buscarla, sin importarles que sea una sexagenaria. Yo por mi parte les creo. Los latinos no creemos en nada, solamente que la chica sea bella y alegre.
Como se eso. Pues en 1975 nació una de las nietas. Yo la conocí un 31 de diciembre de 1990. Tiene unos rasgos donde no hay nada de chino, ni italiana, ni venezolana, ni le importa el kung fu y yo de verdad no sé si sabe dónde queda China. Más bien le gusta el rock pesado, come lo que le da la gana sin importarle dietas y se ve perfecta; pero sé que tiene la misma sexualidad típica de las mujeres de esa familia. Comenzó una relación abierta con un amigo mío. Viven juntos. No piensan en casarse. A pesar que tienen 10 años así. A veces mientras manejó mi Chery Cowin Diesel, me parece ver en cada rostro oriental en un supermercado una historia de aventura, debe ser así. Debe ser verdad. Una vez mi amigo me conto su experiencia con su pareja al hacer el amor viéndose ambos el rostro. Solo sé que la primera vez que hice el amor, con mi nueva pareja, una chica que en sus ancestros no hay nada de aventurera. Lo hicimos a la manera de Marina y Fulvio. Lo sazonamos con un tabaco de marihuana y una botella de whisky. Puedo decirles que me puedo morir mañana después de eso. Eternamente agradecido a mi amigo por esa confidencia. Sigo viendo como siempre a Esa familia en esa inmensa casa llena de niños, con esa mezcolanza china, italiana, argentina, africana, norteamericana y venezolana, piensan regresar algún dia a sus orígenes. A lo mejor me voy con ellos a la ahora ultramoderna China. Quizás....Pero solo sé que no tengo ni la fuerza ni la valentía para vivir algo como lo de Marina y Fulvio.
FIN
Agradecimientos. A mi esposa, quien cree que yo sé escribir. A cada uno de mis fieles lectores, que por alguna razón desconocida para mi, les gustan mis trabajos
Valencia 15 de noviembre del 2007
Lasnovelasdeedrapecor@gmail.com
http://www.facebook.com/edrapecor
http://www.twitter.com/edrapecor
http://edrapecor55,blogest.com.
Edgar Ramón Pérez Cordero es un escritor latinoamericano nacido en Venezuela. Su Bibliografía es amplia y variada, comprende cuentos, relatos y novelas de variada temática. Ciencia Ficción, Guerra, Romance, Urbano, Étnico Terror, Policiales, en presentaciones de epub, kindle, ebooks, sin descartar el material impreso; EN DIFERENTES EDITORIALES ELECTRONICAS TANTO EN Europa, Usa y Asia..
Otros títulos de éste autor. Cobardía. Novela de acción y guerra. La Esquina. Novela de Terror Margott Taylor. Novela Romántica. Cristina Takeshi. Novela Juvenil Romántica Esposa a la Carta Novela Urbana de Aventuras ¿La Visa de Mis Sueños? Novela Urbana de Aventuras Xixata Novela Étnica de Aventuras. Tahirza Novela Étnica de Aventuras Traición y Cobardía Novela Urbana de Aventuras Odalis Amelia. Un Amor Ridiculo Novela Urbana de Aventuras Mi Loco Padre Novela Urbana de Terror, entre otros títulos.
Edrapecor
27/02/09
ISBN en Create Space de Antologia III que contiene este trabajo ISBN-13: 978-1478287377 ISBN-10: 1478287373
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icho; ambos comenzaron a llorar. Este hombre hasta se escapaba de las tumbas para estar junto a ella. Se amaban; pues contra toda lógica ella estaba allí junto a él y el estaba allí junto a ella.
Vinieron días agotadores. La rutina es fuerte , muy complicada de aceptar. Aprender español era un idioma increíblemente difícil para ella, a pesar de saber ingles y japonés.
Así llegaron al 24 de diciembre de 1946 y con hambre, Furia se amaron; viéndose ambos, violándose ambos, siendo delicados y brutales, agónicos y sádicos en aquel placer que solo ambos se sabían dar.
Marina Lueng Ba se colgó de él. Era verdad. Este hombre todo lo afronto y venció para estar junto a ella. Tenía que aceptar definitivamente su amor, pues contra cualquier lógica allí estaba en esta tierra para quedarse con ella.
Vinieron días agotadores. Por fin se pudo comunicar. Por fin supo más o menos donde estaba. Al sur Argentina, la tierra del tango que ellos bailaron. Al norte Estados Unidos, el país que tanto los ayudo. Brasil la tierra prometida y allá muy lejos, en ruinas Shanghái, de nuevo envuelta en una feroz guerra. Esta vez entre hermanos y antiguos aliados.
Fue muy difícil contener el hambre de ambos. Tenían un año sin hacer el amor. Se violaron mutuamente. Con hambre y saña.
Tienes los ojos castaños--descubrió nuevamente la enamorada mujer.
Tú no eres amarilla. Eras más blanca que el nácar.
Usamos baños de leche y rosas para eliminar el amarillo--le dijo ella exhausta por el placer.
No empieces a llevarme la contraria.
No me tientes--le dijo ella. Mira que ya sé donde estoy y se como irme.
EPILOGO
¿Cómo fue todo?
Muy fácil. Fulvio desde el primer instante supo que Madame Moonlight no saldría de su país bajo ninguna circunstancia. Mucho menos por él.
Así que en esos días Po Leung descubrió el amante de su hermana. Para cumplir adicionalmente su asignación fue a la oficina de Fulvio y combatieron en Karate por el honor perdido de la familia. Fulvio en medio del combate recibió el mensaje en clave en su oído por parte de Po Leung. Le daba la fecha de la evacuación.
Po Leung era un miembro del partido Comunista Chino y estaba infiltrado en el ejército japonés.
Ambos planificaron y efectuaron el plan.
El 31 de diciembre de 1944 en la tarde Po Leung allanó la casa de Fulvio y arrestó a las dos mujeres, empaquetándolas convenientemente. Fulvio inicio sus actuaciones desviando la atención de los japoneses. Los balazos que recibió Fulvio eran balas de salva. Igualmente las balas que recibió Po Leung. Los soldados japoneses completamente engañados llevaron los prisioneros en camiones japoneses a la carretera y se detuvieron en lo sitios escogidos por Fulvio con anterioridad.
Cuando los DC-3 con los planeadores aterrizaron, los guerrilleros comunistas mataron y atraparon a los sorprendidos japoneses. En menos de 10 minutos todos los prisioneros fueron introducidos en los aviones.
La parte final del plan era que los prisioneros militares y el no escaparían. Se unirían al Kuomintang y a los guerrilleros comunistas.
Fulvio, Po Leung y la doctora Xia Jiang (quien se negó a ir) se unieron el frente de los Tigres sagrados de la resistencia armada del Kuomintang. Su primer acto fue destruir completamente la prisión y arrasar con los japoneses que custodiaban la pista aérea.
Fue el Coronel O’Neill quien tomo en peso a Marina y la trasladó al avión. Ya estaba cuadrado que Marina fuera entregada a la Cruz Roja. Los aviones despejaron en Shanghái y aterrizaron en la base aérea inglesa de Calcuta. De allí llevaron a Marina a Madrás, de allí paso por encima del frente de batalla y fue entregada a la Cruz Roja en Darwin Australia. Luego voló a Sídney de allí fue a Santiago de Chile, de allí a Arica, de allí fue a Lima, de Lima fue a Guayaquil, de Guayaquil a Cali y de Cali a Maiquetía. Esa fue la ruta de Marina y Cachita a los brazos de la suegra Madre quien la recibió junto a una carta explicativa de Fulvio quien le contó todo a su madre, claro está a su manera. Sin especificar cuándo volvería y diciéndole que no le contara nada a Marina todavía.
Fulvio se demoro más de lo esperado y su mama comenzó a sospechar que su hijo había muerto. Por el embarazo de ella, no le contaba sus temores, esperando un momento propicio para decirle lo que ella consideraba había sucedido
Fulvio pasó a Taiwán, donde sirvió de intérprete al cuerpo expedicionario Mexicano. La mítica ala 37 de las fuerzas áreas mexicanas. Nada menos que las águilas mexicanas que lucharon por la libertad y la democracia en los cielos del pacifico; ganándose la admiración de los aliados por su increíble valentía rayana en la osadía y toda gloria.
Volver fue fácil. Lo hizo como marinero en un barco de transporte que traía a los mexicanos. Se suponía que cruzarían el Pacifico y desembarcarían en Acapulco.
No fue así. Hizo el retorno cruzando el Pacifico, el golfo de Adén, el canal de Suez, todo el Mediterráneo y el Atlántico.
Canto rancheras, cantó lucerito luz de luna, el alma llanera y después de sobrevivir a un huracán, desembarcaron en Veracruz. Ahí se presentó al cónsul venezolano quien lo mando en un vuelo de Aeropostal. La guardia nacional le dio el aventón desde Maiquetía hasta los brazos de Marina en Guataparo.
La doctora Jian y Po Leung combatieron toda la guerra civil. Po Leung cambio de bando y con la doctora emigraron a Taiwán, siendo parte del grupo originario que fundó y levanto a la pequeña nación, hasta convertirla en una superpotencia industrial.
Por su parte Namura fue complacido. Se le ordenó el suicidio ritual, por su negligencia militar. Se suicido feliz y contento, esperando reunirse con el espíritu de su amada allá en el más allá.
El Coronel O’Neill volvió a New York y fue un exitoso vendedor de seguros, siendo uno de los primeros Norteamericanos Anglos y protestantes que se desposo con una latina Puertorriqueña, Católica y morena.
Marina Lueng Ba y Fulvio, procrearon 3 hijos más. 2 varones y una hembra. Fulvio cumplió lo prometido y nunca fue un santo. Pero como todo amante italiano no abandonó nunca su cama, ingeniándosela para que Marina siempre lo perdonara.
Entraron en la rutina en que vivimos todos los seres normales. Los hijos. Los nietos. El carro nuevo. Las vacaciones en los Andes. La ida a la playa. La semana santa, el carnaval. El whisky y la cerveza, la lluvia. La otra casa y el abrazo del 31 de diciembre comiendo doce uvas, hallacas y champan.
Fueron a Nueva York. Marina consiguió a su hermana mayor en un convento en Ontario Canadá. Era la superiora y también médico. Fueron a Italia y Taiwán, donde siempre visitaron a Po y su esposa. Después de los increíbles cambios sufridos en China a partir de 1979 volvieron a China y Hong Kong.
O’Neill se cansó de venir a Venezuela y disfrutar con su mujer e hijos de las playas de Tucacas y Chichiriviche.
Xi Jian y Po vinieron a Venezuela con hijos y nietos.
Fulvio se despidió de todos con tranquilidad y sábado de gloria, sentado en la misma silla de madera allá en la casona de Guataparo donde ya viejitos Marina le confesó a Fulvio la verdad de Namura y su extraño amor.
Namura era homosexual--confío la anciana a su esposo-- Sé veía muy mal que no tuviera una amante. Por eso desarrolló un amor no correspondido. Por eso ese sufrido despecho. Cuando apareciste se aterrorizo. Quedaría muy mal sino me violaba. A veces creo que el atentado fue obra del mismo para no delatarse. Su suicidio fue un alivio para su alma atormentada. Conmigo fue brusco y delicado. Amoroso y cruel; típico de todos los japoneses. Por eso no te mató. De alguna manera sabía que terminaríamos los dos sentados aquí en Guataparo..
Por último, el sargento José López también vino a Venezuela con sus hijos. Trabajo en la Creole Petroleum Corporación . Sus hijos todavía viven y muestran las fotos de su padre con uniforme rodeado de aquellos seres de ojos oblicuos y silenciosos. Ellos juran que el sargento López dejó una hija allá en China. Pretenden ir y buscarla, sin importarles que sea una sexagenaria. Yo por mi parte les creo. Los latinos no creemos en nada, solamente que la chica sea bella y alegre.
Como se eso. Pues en 1975 nació una de las nietas. Yo la conocí un 31 de diciembre de 1990. Tiene unos rasgos donde no hay nada de chino, ni italiana, ni venezolana, ni le importa el kung fu y yo de verdad no sé si sabe dónde queda China. Más bien le gusta el rock pesado, come lo que le da la gana sin importarle dietas y se ve perfecta; pero sé que tiene la misma sexualidad típica de las mujeres de esa familia.
Comenzó una relación abierta con un amigo mío. Viven juntos. No piensan en casarse. A pesar que tienen 10 años así.
A veces mientras manejo mi Chery Cowin Diesel, me parece ver en cada rostro oriental en un supermercado una historia de aventura, debe ser así. Debe ser verdad.
Una vez mi amigo me conto su experiencia con su pareja al hacer el amor viéndose ambos el rostro.
Solo sé que la primera vez que hice el amor, con mi nueva pareja, una chica que en sus ancestros no hay nada de aventurera. Lo hicimos a la manera de Marina y Fulvio.
Lo sazonamos con un tabaco de marihuana y una botella de whisky. Puedo decirles que me puedo morir mañana después de eso.
Eternamente agradecido a mi amigo por esa confidencia. Sigo viendo como siempre a Esa familia en esa inmensa casa llena de niños, con esa mezcolanza china, italiana, argentina, africana, norteamericana y venezolana, piensan regresar a sus orígenes. A lo mejor me voy con ellos a la ahora ultramoderna China.
Quizás....Pero solo sé que no tengo ni la fuerza ni la valentía para vivir algo como lo de Marina y Fulvio.
FIN
Agradecimientos.
A mi esposa, quien cree que yo sé escribir.
A cada uno de mis fieles lectores, que por alguna razón desconocida para mi, les gustan mis trabajos
Valencia 15 de noviembre del 2007
Valencia 23 de Octubre del 2013
Lasnovelasdeedrapecor@gmail.com
http://www.facebook.com/edrapecor
http://www.twitter.com/edrapecor
http://edrapecor55,blogest.com.
Edgar Ramón Pérez Cordero es un escritor latinoamericano nacido en Venezuela. Su Bibliografía es amplia y variada, comprende cuentos, relatos y novelas de variada temática. Ciencia Ficción, Guerra, Romance, Urbano, Étnico Terror, Policiales, en presentaciones de epub, kindle, ebooks, sin descartar el material impreso; EN DIFERENTES EDITORIALES ELECTRONICAS TANTO EN Europa, Usa y Asia..
Otros títulos de éste autor.
Cobardía. Novela de acción y guerra.
La Esquina. Novela de Terror
Margott Taylor. Novela Romántica.
Cristina Takeshi. Novela Juvenil Romántica
Esposa a la Carta Novela Urbana de Aventuras
¿La Visa de Mis Sueños? Novela Urbana de Aventuras
Xixata Novela Étnica de Aventuras.
Tahirza Novela Étnica de Aventuras
Traición y Cobardía Novela Urbana de Aventuras
Odalis Amelia. Un Amor
Ridiculo Novela Urbana de Aventuras
Mi Loco Padre Novela Urbana de Terror, entre otros títulos.
Edrapecor
27/02/09
ISBN en Create Space de Antologia III que contiene éste trabajo
ISBN-13: 978-1478287377
ISBN-10: 1478287373