Madame Moonlight

 

 

Edgar R. Pérez C.Edrapecor

11/11/2013

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

kitty-zhang es por lejos la mujer mas bella de china..Para ésta edición es la ideal para Madame Moonlight

 

 

 

         Madame Moonlight

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Edgar R Pérez C. Edrapecor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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                                   Madame  Moonlight  

 

 

 

Autor: Edgar R Pérez C. Edrapecor

 

 

 

 

 

 

 

Durante la cruel ocupación Japonesa de la China Continental, en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial; una  bella joven de aristocrático origen lucha por la libertad de su nación.

 

El destino les tiende una trampa al ser atrapada por la violenta pasión de un atractivo militar enemigo. Ambos sucumben ante el otro. Sin renunciar a sus ideologías y creencias, afrontaran toda clase de peligros, para vivir la más peligrosa aventura. Salvar al ser amado.

 

Una aventura que comenzó y terminó en dos continentes. 

 

 

 

 

 

Lectura de entretenimiento. Prohibida su reproducción total ó parcial sin el permiso escrito del autor y/o editor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Novela Acción, Guerra, Romance, Aventura.

 

+15 años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                           Madame Moonlight

 

                             Autor Edgar Pérez

 

                      Copyright Edgar Pérez 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INSPIRADO EN UNA HISTORIA VERDADERA.

 

Esta historia es verdadera; más o menos verdadera. La escuche en casas de amigos y familiares... Son retazos de su aventura. .Son recuerdos de un baúl repleto de fotos. Son recuerdos de una viejecita, proactiva y productiva.

 

Nunca las cosas son iguales. Solamente para quien lo vive tiene su justa dimensión. Quizás la personalidad de ella sea representada como la de él o viceversa. A lo mejor fue más trágica y terrible por el momento en que se vivió.

 

Quizás no fue tan difícil. Quizás no fue en Shanghái, sino más bien en Hong Kong, o en Beijing, en Tsientin o Cantón. Todo depende para quienes  compartieron esa aventura. La época es cierta. Los personajes son inciertos, pero verdaderos……

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                          CAPITULO I

 

 

El 03 de diciembre de 1922 a la una de la mañana nacía Marina Leung Ba. Así cuenta según la partida de nacimiento de la capilla de San Francisco Javier allá en Nankíng. Su padre el señor Wang Leung, un distinguido comerciante descendiente de la familia de los Han

 

. La guerra civil de los Barones de la guerra asolaba china. Las tropas japonesas intervenían cada vez más descaradamente en la región. Los ingleses desde Hong Kong y en Shanghái hacían contención. Por si acaso. Pero al gran señor Wang Leung nada de eso le parecía extraordinario. El también estaba en un clan de señores de la guerra y le sacaba provecho. A veces se oían rumores de levantamientos campesinos inspirados por los bolcheviques. Se sabía de un joven oficial del ala derechista del Kuomintang que quiso seguir una línea pro occidental. El emperador había sido expulsado del palacio.

 

El Señor Wang era particularmente pro-japonés. Comerciaba directamente con muchas casas japonesas de Yokohama y el cónsul general era un asiduo a su fastuosa casa. Igualmente los sacerdotes belgas de la orden de los Paúles eran extremadamente íntimos con él. Por eso el era un fanático católico y al nacer la NIÑA LA BAUTIZÓ INMEDIATAMENTE. Tiempos MODERNOS se insinuaban en China. No se sabía si el emperador estaba en Shanghái ó en Nueva York, para lo que importaba, mucho menos a él, fascinado con la cuarta niña.

 

Es un mal número--le dijo Na Li, su esposa, que con una sonrisa recibía la niña-- estoy dispuesta procrear otra para que sea cinco, que es un mejor número.

 

Supersticiones--dijo con alegría el gran Leung Ba--sólo el poder de nuestro señor Jesucristo es lo que importa.

 

¿Por qué Marina?. Es un nombre ruso--pregunto la mujer viendo arrobada la criatura.

 

Algún día será muy fuertes. Uno nunca sabe y ese nombre nos lleve directamente a un buen enlace.

 

¡Por dios Wang¡. Tiene dos horas de nacida y ya piensas en negocios.

 

El hombre besó la frente de su esposa. Un hijo es un hijo. Y no le importase en lo absoluto que fuese hembra.

 

Pasaron los años. La niña creciendo sana, saludable, aprendiendo de las costumbres occidentales, estudio ingles, se defendía bastante bien con el japonés y entendía perfectamente el francés. Tenía una voz preciosa de mezzosoprano; ya marchaba por el 6to año de estudios de piano. Toda una lady.

 

 

 

 

 

Pasaron tranquilamente los años, la fortuna se incremento; los niños tuvieron las enfermedades comunes de los niños,  los Japoneses  se mostraron cada vez más fuertes, interviniendo directamente desde La Manchuria.

 

Hasta que llegó un día en que la emoción del Gran Leung  fue muy grande. Su casa se engalanaba para recibir al representante plenipotenciario de Japón en Nankíng. Ya estaba bien entrado el año 1934.  Los japoneses sin tapujo se mostraban en todos lados, a pesar de las masacres de los civiles hecha  ningún motivo, en cada pueblo y ciudad china de cualquier provincia.

 

El señor Leung impartió sus precisas instrucciones según el protocolo. Ningún comentario se permitía hacer acerca de los actos militares japoneses. La temperatura del sake debía ser correcta, la forma de sentarse y los sitios del protocolo. Así fue. A las 8 de la noche de una tarde de verano llegó el embajador plenipotenciario, cuadrado y grosero, unos despreciativos oficiales japoneses enmascarados en gélida cortesía, los representantes comerciales altaneros y despiadados. Un joven de raza occidental  los acompañaba; su aspecto era jovial y parecía un chico divertido de estar presente en toda situación.

 

Todo eso lo había aceptado el señor Leung desde años atrás; todo por los negocios. Formalmente  enseñó a los japoneses cada uno de sus hijos. El hijo mayor Po Leung, quien pronto partiría a la Academia Naval de Hiroshima, renunciando a su nacionalidad china; aceptando una ciudadanía japonesa de segunda clase, más o menos igual al status de los coreanos.

 

Nunca sería Vicealmirante, pero quiso ser japonés, lo demostraba con su actitud y corte de pelo. Esto hizo arrancar un gesto de aprobación de los japoneses con los labios cerrados. El gran Leung enseñó a su segunda hija, Virginia Leung, con su habito de novia del seminario católico belga de Tietsin. La joven fue saludada con una gélida cortesía japonesa. El tercer hijo no fue enseñado, pues murió víctima del tifus en al año 1927 y el señor Leung Ba presentó a Marina Leung Ba, quien pronto cumpliría sus 12 años....

 

Anuncio que cantaría una canción japonesa en honor de tan ilustres invitados. Los japoneses le obsequiaron un trato cortes, pero no les gustó mucho el uniforme escolar occidental y el hecho que la reverencia no fuese tan perfecta. Pero Marina Leung Ba no podría podido hacer la reverencia de acuerdo a las normas. Vio al feo embajador, vio al grosero general, vio a los serios comerciantes, vio los edecanes japoneses y finalmente vio a ese  joven distinto a los demás. No era japonés. Pero hablaba en japonés con gran soltura. Se veía perfectamente enmarcado en medio de ellos. Marina comprobó que los cuentos occidentales sobre un tal señor Cupido y sus flechas de oro era completamente verdad.

 

Marina vio venir hacia ella y desde ese joven, una, don, tres, diez, cincuenta, o serian trescientas flechas de oro que Cupido le lanzó. Fueron tantas que se desmayó en medio de la conmoción general.

 

 

 

 

 

                                                        II

 

 

 

A mediados del siglo XIX, una oleada de emigrantes chinos llegó a San Francisco en Estados Unidos, para trabajar en la construcción del ferrocarril.

 

Otros llegaron a Panamá, y unos cientos desembarcaron en Perú. Pequeños grupos de chinos llegaron desde Panamá a las costas de Colombia y Venezuela, viviendo una vida de aislamiento total. En 1856 llegó a la Guaira un pequeño grupo de 30 familias chinas, los hombres con sus largas coletas, las mujeres con sus piyamas tradicionales.

 

No sabían dónde estaban ni entendían el idioma. No pudieron adaptarse. Los pobladores aparte de burlarse inmisericordemente de ellos, tampoco trataron de entenderlos. Con mucho trabajo se asentaron en Caracas, entre rechazos a pedradas de los muchachos y el asco de las mujeres. Sin embargo comenzaron laboriosamente a laborar: planchaban perfectamente, lavaban con esmero y cocinaban muy bien. También fueron víctima predilecta del dengue, la tuberculosis, los perros con mal de rabia y el sarampión.

 

Gong Yu Ting tenía 15 años. Con estoicismo y en el más absoluto silencio fue llevada por las monjas de la Milagrosa, para que trabajara en la cocina de la casa del General José Antonio Trompiz Guedez, un viejo rancio a orines y aguardientes Este general, viejo, gordo, escupidor de chimó, vivía entre todas las conspiraciones inimaginables, detenciones y líos de faldas.

 

El viejo desde su mecedora, Veía con analítico ojo el maniobrar silencioso de Gong; le hablaba, trataba de agarrarla cuando ella  pasaba. La joven bajaba la cabeza y corriendo iba a esconderse en sus labores en la calurosa cocina. Una noche de lluvia a pesar de su defensa conoció la sucia rudeza del general, quien demostró en ella su peor cualidad. La joven lloró y pensó en suicidarse, su sueño era reservarse para un príncipe de aventuras y terminó siendo violada repetidamente por ese viejo gordo y maloliente de una raza desconocida. Recibió repetidamente la simiente de un hombre que podía ser su abuelo.

 

Una noche llegaron soldados, se llevaron preso  al general, entre golpes, maldiciones y patadas. La joven descansó y por unos días pudo dormir en paz, aunque con horrorosas pesadillas donde veía la cara barbuda y hedionda a saliva del sátiro. Su vientre se abultó lentamente e inmediatamente fue echada a la calle como una basura, por la esposa del general. No pudo volver a su casa, fue nuevamente al convento. Las monjas con ceño súper fruncido la recibieron. Pasó su embarazo rezando a ese nuevo dios y limpiando afanosamente el piso del convento. Pario en el convento, atendida por las monjas. Gong murió de fiebre pauperal 3 días después y una nueva revolución triunfó entre tantas.

 

Días después La puerta principal del convento voló por los aires vuelta trizas a consecuencia de un cañonazo. En medio de la humareda entró el general a caballo hasta el interior del convento con una turba de soldados. Estos hicieron una descarga de fusilería dentro del convento haciendo gritar a las aterrorizadas monjas.

 

¡Me sabe a mierda lo que piense mi esposa¡. Tengo 18 hijos, cada uno de ellos tiene su mamá y cuentan conmigo que soy su papá. A ver. ¿Dónde está mi retoño?--dijo la voz del ebrio fuera de sí, bajando dificultosamente del caballo.

 

Al minuto de manos de las asustadas monjas recibió a su hija. Del Valle Cristina Trompiz Guedez. Fue reconocida por el general, criándose en la casa bajo la furiosa mirada de la esposa del general, que recordaba las facciones de India  Goajira Maracucha de la joven muerta, al menos eso creían todos.

 

La joven vivió una vida tranquila, serena.  En 1877 se desposó con un ingeniero Canadiense de minas y vivió en Aroa.

 

En 1882 nacía su tercera y última hija, después de fallecer sus dos hermanos en medio de la peste de 1880.

 

Su última hija Dulce María Wilson Trompiz hizo en 1902 un viaje de placer al Mediterráneo. Conoció a un apuesto y arruinado Conde italiano, quien se vino a perseguirla hasta Barquisimeto, casándose con la frágil joven. Gracias al dinero de la joven esposa, viajaron y vivían entre los dos países a pesar de los agotadores y peligrosas travesías, pues el conde decidió que no iba a morirse de aburrimiento, ni picado de culebras en una tierra tan fastidiosa, fea y monótona.

 

El 15 de Marzo de 1910 nació el conde Fulvio Gallipoli Wilson, en Milán, en la casa de campo de los Gallipoli, donde nadie hubiera pensado que éste retoño provenía de una silenciosa y pobre sirvienta china que murió a los 16 años en un país que nunca supo donde quedaba.

 

 

 

Ese Teniente Fulvio Gallipoli de 24 años, de los Bersaglieri fue el que originó el desmayo con unos delirios extraños, haciendo que Marina Leung Ba menstruara por primera vez en la vida y que la madre de está, a espaldas de su padre contratara una hechicera china para despojarla del fuerte encantamiento del cual la joven fue víctima, fracasando estrepitosamente en el intento la bruja, quien enfáticamente anuncio que la joven era presa de mal de amores. Solamente el causante tenía la cura. Debía ser mujer del mismo, pues era cosa del mundo de los permanentes cambios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                    III

 

 

 

Fulvio era un italiano en su estampa, en su amor al buen vino, a la pizza, a los  quesos madurados, a los profiteroles, a montar a caballo, aventurero y espadachín, enamorado de cuanta escoba con faldas se atravesase, cantante, amante, inteligente, alegre, feliz, inmaduro, irresponsable, mentiroso. Con mucho más dinero; producto de la herencia de su madre, del que pudiese gastar en juegos, a los que era muy aficionado. Fue el alférez mayor de la academia, tuvo que obedecer al Duce, pero no se lo tragó. Fue  lleno de delirante entusiasmo a la guerra de Etiopía a los 18 años. Regresó a Roma para saltar de todos los balcones de señoritas, señoras, viudas y solteronas que consiguió, rompiéndoles el corazón, olvidándose absolutamente de todas y cada una después que obtenía sus objetivos de cama.

 

En el frío Enero de 1934 le tocó ir a Japón a aprender tácticas de infantería de Marina de el ejército japonés que se encontraba en el cenit de su violenta gloria, donde aprendió los lujuriosos secretos sexuales de las Geishas, cosa que lo tenía un mas lejos  de la locura.

 

Por eso andaba en China, viendo el accionar de estos contra la población civil y todo lo que se atravesase. Las primeras tropas japonesas que tomaon Shangai , en los tempranos años de 1934 y administarron una porcion de la ciudad, junto a ingleses, norteamericanos, alemanesVivía en una nueva angustiosa emoción que le golpeaba con intensidad cuando llegó a la misteriosa y hermética China. Amó aquellas llanuras anegadas sembradas de arrozales, sus derruidos templos, sus increíbles atardeceres y en contra de sus instructores japoneses quienes le enseñaron el código del samurái, el Karate; buscó afanosamente  aprender a usar el I Ching, que también era usado en secreto por los japoneses. Degustó a placer la comida Pekinesa y Cantonesa, comió serpiente y sopa de aleta de tiburón. Aprendió rudimentos del Kung-fu, el cual entendió era muy superior al Karate. También disfruto el suave placer de las ardientes y sensuales jóvenes Chinas, quienes a pesar de su tamaño eran apasionadas y también en extremo lujuriosas al hacer el amor... Como mujeriego suma cum laude entendió porque Marina Leung Ba se desmayó.

 

¡Ay Dios¡. Ya ni las niñas--dijo con autosuficiencia, en medio de una inmensa sonrisa, y después de darse el mismo un golpecito en el mentón, apuró un caliente sake; pues a pesar del percance, el señor Leung Ba no suspendió ni por un momento la recepción. 

 

 

 

 

 

 

 

Meses después Fulvio volvió a Italia. Fue a la guerra civil española con los legionarios italianos. Estuvo varias veces de vacaciones en Venezuela y hasta tuvo un tiempito para conocer a sus familiares Canadienses en la región de los grandes lagos.  En 1937 se mantuvo fijo en Italia, para descubrir que su patria ya no era su patria. La barbarie, la ignorancia y la brutalidad del fascismo hacia irrespirable el país. Lo peor. Los militares eran los más responsables, pues apoyaban en toda su extensión a ese régimen fanático y corrupto. Estuvo tentado a pedir la baja e irse de su país. Pero se quedó en el ejército. Alguien sensato debía estar entre ellos e impedir en lo posible las barbaries que cometían los militares Fascistas. Pues el entendió que aquellos bestias no podían ser Italianos.

 

Fulvio sintió que algo dentro de sí había cambiado. Aquella lejana tierra envuelta en guerra lo llamaba día a día, es más, hora a hora. Algo le decía que debía volver. A su vez pasó a ser un oficial veterano de guerra y muy disciplinado. Consultaba permanentemente el I Ching, modificó su apartamento de acuerdo a normas de una técnica llamada feng shui. No dejaba de meditar en los rasgos de su ilustre antecesora que seriamente miraba a todo el mundo desde el inmenso cuadro de la sala de su casa allá en Venezuela y que desde aquí en Roma, y a él se le antojaba que se le aparecía en los recuerdos de cada esquina de Shanghái.

 

 

 

 

 

                                                IV

 

 

 

A Marina le costó mucho reponerse. Duró  días enferma y era vista de manera diferente por las servicios y por su propia madre. Quería repentinamente acompañar a su padre a todas las ceremonias japonesas. Parecía buscar a algo ò alguien. Y no ocultaba su decepción cuando eso no lo encontraba.

 

Pasaron años. Llego la primavera de 1938. La niña a sus diez y seis años se transformó en una seria y espectacular adolescente. Fue enviada a Hong Kong a estudiar contabilidad, a lo que se dedicó con disciplina ejemplar. No pudo negar que le gustaron muchos chicos, pero algo le impedía enamorarse. No entregaba su corazón bajo ninguna circunstancia. A pesar que muchos enamorados salían a diestra y siniestra tratando de conquistar su inalcanzable corazón.

 

Pasó todo el año 1939 .Vio, conoció  y entendió los discursos del inmenso Chang Kai Seng. Ingreso contra viento y marea en una hermandad secreta. Los Tigres del Kuomintang. Con disciplina cumplió misiones secretas en Hong Kong  y su estrecho conocimiento de los japoneses fue de gran ayuda. Todos sabían del avance Japonés en China y llego el año 1941.

 

Sucedió lo impensable. Los japoneses atacaron Hong Kong. Ella Leía con avidez los periódicos que anunciaban los catastróficos resultados de la guerra en Europa, para atisbar alguna posible ayuda.. Rusia sé defendía difícilmente de los Alemanes y los Japoneses eran una mancha incontenible en Asia. Singapur, Indochina, Filipinas, Birmania. Los Norteamericanos se mantenían neutrales, esperando el mejor momento de actuar, de acuerdo a sus particulares intereses. Cuando empezó la batalla por Hong Kong, la joven no se hizo ilusiones... Desde el balcón de su lujoso apartamento vio el 08 de Diciembre de 1941 la desigual lucha por la ciudad. Fue testigo de lo impensable.

 

Los británicos se rindieron  el día de navidad.  Vio  por la Avenida Nelson Street  desfilar al frente de sus tropas al General Rensuke Isogai. http://4.bp.blogspot.com/-xCXBXA_HMyQ/TmCubIwGcXI/AAAAAAAAHlU/id-61B_EMd0/s1600/800px-Battle_of_HK_06.jpgDesde su balcón no le parecieron tan malignos. Desfilaban lentamente. Con una disciplina  ejemplar. Total. Desde niña siempre los conoció y sabía evitar el colocarse frente a sus terribles maldades.

 

Estos japoneses, tropas de Isogai, no eran ni de lejos parecidos a los fuertes, marciales, disciplinados Japoneses que gobernaban en el norte. Eran un insulto a los perros y a cualquier demonio. En fin, Se comportaron muy distintos a los conocidos. Se embriagaron a más no poder. Masacraron a la población. Violaron a las mujeres sin importarles su condición ni edad.  Eliminaron los bancos. Saquearon los comercios, destruían por destruir y ella se vio obligada a huir de su lujoso apartamento

 

Parte  de la fortuna de su padre en dólares americanos y dólares de Hong Kong  estaba depositada en el Hong Kong and Shanghái Bank y  se evaporo al ser confiscado el banco.  Su bella escuela donde estudiaba con tanto confort, la St.Paul´sGirl´sCollege de la Iglesia Anglicana fue tomada y convertida en Hospital Militar.

 

Marina Leung  Ba  entendió que debía irse de la ciudad, mientras pudiera. Gracias a su pasaporte especial, que usaba profusamente en beneficio de los Tigres del Kuomintang pudo escapar de Hong Kong, cuando los japoneses llegaron a la cúspide de la barbarie. Fue en un tren de refugiados hasta Cantón y de allí siguió los 1200 kilómetros más peligrosos de su vida hasta Shanghái,  No pudo continuar. Se enteró del  pago de los Japoneses a la fidelidad de su padre con ellos; lo asesinaron junto a su madre  y  le incautaron de todos sus bienes.

 

La bella muchacha conoció el horror del desamparo, el hambre, la soledad y la miseria en medio de una ciudad que no conocía, pues la otrora internacional perla oriental ahora era un amasijo de ruinas; en medio de un cruento invierno, en plena guerra. Su única posibilidad de salvarse era contactar urgentemente a los Tigres del Kuomintang.  Ellos la refugiaron en el único sitio posible. Donde también estaban ocultos muchos oficiales británicos y norteamericanos. En el “Sector Restringido para Refugiados Apátridas", en el Distrito de Hongoku, el más pobre de Shanghái. Ni más ni menos el guetto Judío de la ciudad. Ahí pasó Marina escondida todo el año 1942. Hasta que recibió su asignación de parte de los Tigres del Kuomintang.

 

Cantaría en el Moonlight. El sitio predilecto de la oficialidad japonesa. Debía estar ahí para enterarse en la medida de lo posible de sus planes. Ella era la única indicada. Cantaba. Hablaba  Japonés y era bella

 

Marina entendió. Si el hecho de haberse mantenido férreamente católica a pesar de los intentos reiterados y fastidiosos de los anglicanos ingleses en su escuela , de ser anti japonesa ante su padre, prácticamente un cómplice de ellos; si servía de algo ante Jesucristo todo eso . Pues este era el momento de saberlo.

 

La bella muchacha no se hizo ilusiones. Cantar en el Moonlight significaba que esa misma primera noche la ultrajarían todos los japoneses que quisieran, en las noches siguientes  seria parte de  las orgias de las tropas hasta que se aburrieran de ella. Los Tigres del Kuomintang también lo sabían. Pero era necesario un agente ahí adentro.

 

La noche de su debut, la joven salió ante un sencillo escenario. Trató de cantar una canción japonesa. Pero en medio de la gritería de la soldadesca nadie la oía. Repentinamente un gordo, tosco Coronel  subió al escenario, de un manotón le arranco la blusa, dejando al descubierto sus preciosos y virginales senos.

 

La joven  aterrada se los tapo como pudo. El hombre la agarró y trato de besarla brutalmente, en medio de las risotadas de la soldadesca que aupaban al bastardo.

 

  Una gigantesca cachetada con el puño cerrado se lo impidió. El Coronel reaccionó inmediatamente para ser detenido por todas  y cada una de las estrellas del Uniforme que portaba el Teniente General Takeo Namura. El Coronel recibió de éste otra fenomenal cachetada con el puño cerrado y se desplomó de rodillas. Namura. Comandante General. Dueño y señor de todo Shanghái, favorito del príncipe Ahito; tomó el sable del  Coronel y con el canto del mismo, golpeó a  el hombre hasta que sació su  silenciosa furia. Igualmente  El silencio fue inmediato. El Teniente General hizo un gesto hacia un Teniente Coronel y este inmediatamente se quito su chaqueta, cubriendo a la joven.

 

Namura  caminó  tranquilamente hacia una mesa justo frente del escenario, de un manotón lanzo por doquier las innumerables botellas y vasos. Se sentó y miro a la joven. “Canta” le dijo con  grave y fuerte voz.

 

Absolutamente todos los soldados, muy lentamente  se sentaron en las mesas en estricto silencio, olvidando insufacto al Coronel tendido, exánime, bañado en sangre; a la orilla del escenario.

 

A partir de ese instante Marina Lueng Ba entendió que tenía un dueño. El primero en la lista de todos los futuros intentos de asesinato de los comunistas y de los guerrilleros del Kuomintang. Por ende el más cruel y despiadado de todos los japoneses que estaban en Shanghái.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                          V

 

 

 

 

 

En 1943, la guerra era un maremágnum que daba vaivenes. En Shanghái la vida era muy dura y giraba en torno a los japoneses.  La ciudad había sido objeto de muchas batallas, presentaba un aspecto semiderruido, haciendo muy difícil la vida cotidiana ahí, por la escases absoluta de las mínimas condiciones de vida y  carencia absoluta de servicios básicos.

 

Los tigres del Kuomintang eran famosos y temidos. Asesinaban oficiales japoneses, saboteaban los tendidos eléctricos, volaban camiones militares, acechaban a los informantes y traidores, colaboraban estrechamente con las guerrillas comunistas del ejercito de liberación.

 

Sin embargo la actividad de diversión era fortísima e importante. Burdeles, casinos, dancing estaban hechos para el disfrute de los invasores y  los colaboracionistas chinos. Shanghái y Hong Kong  era un sitio de reposo para las fatigadas tropas  y  vapuleados marinos japoneses que recibían ataques sin tregua por parte de los norteamericanos en el Océano Pacifico.

 

En medio de las luces de neón. El blanco humo de cigarrillos norteamericanos de contrabando se destacaba una voz romántica, de mezzosoprano, cantarina, limpia, dulce y por más bella. Pertenecía a los 21 años más bellos de todo el oriente. Una nada santa Madame Moonlight, rompecorazones, danzarina, mordaz e implacable. Era la favorita de los oficiales Japoneses que se desvivían por oírla cantar y bailar. En esa noche de final de verano, pero por demás no menos calurosa, ella cantaba una canción campesina japonesa, que lloraba por el amor perdido; ese que no se va del corazón y que duele en todo momento por la lejanía. Al terminar hizo arrancar aplausos y lagrimas  incontenible de los japoneses. Pero no estaba de humor para compartir. Madame se retiró a su sencillo camerino.

 

Casi inmediatamente la puerta se abrió violentamente haciendo que la joven diera un agudo grito de puro susto.

 

Entró el dueño de la pierna que dio la feroz patada. Nada menos que el comandante del 3er ejército japonés de ocupación, el Teniente General Takeo Namura, quien pistola en mano y con un regalo en la otra, entró violentamente.

 

Te vienes inmediatamente conmigo. Nos casaremos esta misma noche ò sino...........

 

¿Qué cosa?--dijo la Madame, más tranquila, encendiendo un largo y fino cigarrillo, enseñándole aquellas enloquecedoras piernas, disfrutando del desbastador efecto que aquella visión hacia en el Teniente General.

 

Si no, me mato inmediatamente, para que mi espíritu te aterrorice eternamente—amenazó el hombre colocándose la pistola en la sien

 

Pero eso, bien mío, lo haces permanentemente--dijo la joven con una sonrisa, lanzando el humo a la cara del hombre que había caído de rodillas ante ella.--No necesitas matarte para aterrorizarme a cada rato.

 

El hombre comenzó a gemir como un niño ante el desprecio de la mujer. Esta implacable lo miro directamente y le dijo.

 

Pégate el tiro. Siempre he querido ver como es un disparo directo a la cabeza.—dijo viéndolo directamente a los ojos.

 

El hombre ante la noticia soltó un río de lágrimas, para recibir una fuerte cachetada de la muchacha. Esta lo vio y con una amplia sonrisa le siguió dando cachetadas sin ninguna piedad a lo que el hombre sin respetar su uniforme no hacia ningún intento por defenderse de las burlisticas cachetadas de la joven...

 

No me amas--dijo el hombre con voz trémula de dolor---No voy a seguir viviendo ni un segundo más. Me suicidare. Acto seguido  amartilló la pistola puesta en su  sien dispuesto a disparar.

 

No puedes morir--dijo la joven enfáticamente; levantándose de la silla giratoria.  Acto seguido alzó su vestido y  despojándose de su blúmer,  lo lanzó directo a la cara del Teniente General, quien rápidamente lo atrapo, con pasión comenzó a restregárselo en su cara, secándose sus abundantes lagrimas y besándolo con incontenible pasión..

 

Para mí es muy importante que sufras por mi amor--dijo la joven, quitándole la pistola y colocándole el seguro, metiéndola en la cartuchera del arrodillado general--Tu suicidio es un insulto a la belleza de mi cuerpo. Toda la ciudad debe saber de tu pasión y sufrimiento.

 

No tolerare que seas de nadie--dijo el general aspirando e perfume del blúmer.

 

Dos herméticos capitanes de fragata aparecieron, sin demostrar para nada el disgusto que producía ver sollozante y sin dignidad al mayor jefe militar de la zona, vencido por una simple joven china. Era un cruel insulto a la hermosura y finura de la mujer japonesa. Madame hizo un imperceptible gesto para que se llevaran al hombre quien en el suelo permanecía. Fue retirado. La muchacha suspiró con fastidio y cansancio. La repetitiva escena de todos los días. Quería dormir. Quería dormir mucho. Mañana tendría reunión con los tigres del Kuomintang.  Siempre era un riesgo ir, estar y salir de las reuniones. Vio un estuche en el suelo. Lo tomó y abrió. Era un diamante, bastante grande por demás. La joven sonrió, analizándolo concienzudamente. Sería de gran ayuda para los tigres de Kuomintang.....

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                  VI

 

 

 

Fulvio continuo muy activo después de 1939. Había vivido la campaña de Etiopia y la guerra civil Española. Brevemente le tocó vivir el desastre de la invasión injustificada de Grecia, Cuando el ejército italiano se derrumbaba, a Mussolini se le ocurrió devolver a los oficiales más veteranos inmovilizarlos administrativamente en Italia.  Fulvio vivió aquellos  aciagos  años 1940 y 1941. El ejército italiano mal entrenado, mal dirigido y peor armado se embarcó para la aventura de Rusia para seguir conociendo desastres. Igual que en África del Norte. Solo el desmoronamiento era evitado por el ejército nazi alemán, que siempre interponían unidades militares alemanas entre los italianos para evitar la desbandada total.

 

Cuando ya desesperaba por la inactividad fue llamado de urgencia nada menos que al Ministerio de Defensa.  Recibió una asignación impresionante. El ejército japonés requería de un sistema de giróscopos  avanzado para sus destructores. La avanzada tecnología italiana los hizo, pero puso las instrucciones en  japonés. Nadie sabía japonés.  Recibió órdenes de irse en submarino de http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/03/Italian_Submarine_Domenico_Millelire.jpgcarga hasta Japón, dándole la vuelta a África e ir traduciendo los manuales durante el viaje. Nada menos que todo el año 1941 duró en el maratónico viaje a través de medio mundo, a 90 metros bajo el agua, eludiendo a los eficaces Norteamericanos. Faltando pocas semanas antes del 8 de diciembre de 1942 llegó junto a un transporte japonés que  estaba rezagado del “expreso de Tokio”, los incansables convoyes japoneses que abastecían a las tropas en las islas; éste pacíficamente navegaba junto al Timor Portugués. Pero allí, recibieron un ataque aéreo de los Australianos y su  submarino estalló en llamas perdiéndose la tripulación, dejando a Fulvio al garete. Se incorporó a otro transporte Japonés que llevaba heridos vía a Singapur.  Confraternizó con ellos y entendió que a pesar de su valor, no podrían ganar contra los Ingleses y Norteamericanos. El era uno de los pocos oficiales Italianos que sabía que la guerra estaba perdida. También entendía que desde la batalla del Midway; Japón a pesar de cualquier esfuerzo no ganaría, cosa que para su sorpresa también lo sabían muchos oficiales japoneses.

 

También en el barco, viajaba una compañía teatral japonesa, para levantar la moral de la tropa. Ahí Fulvio se sintió de maravilla ante esos cuerpos bellos, cálidos y sumamente desprejuiciados como eran las bellas japonesas. En medio de las preciosas geishas lo alcanzó el contraataque japonés. Fulvio no pudo volver.  Como Italia era aliada de Japón, se  incorporó a la Marina Japonesa.  Estuvo en Corregidor, en Bataam, en las Salomón. Después de tanto combatir  comprobó hasta la saciedad, que los Norteamericanos eran un enemigo malo, tenaz, incansables y demasiados bien armados, amén de una insólita valentía.  Corroboró sin dudas sus impresiones. A la larga ganarían la guerra los aliados.

 

 

 

 

 

Por eso en el mismo momento que Madame Moonlight se desembarazaba del insistente Namura, un barco hospital japonés iniciaba el atraque para descargar heridos.

 

Venia convaleciente de una fisura mayor de las costillas el Mayor Gallipoli. En la mañana siguiente fue transportado en una caravana de ambulancias japonesas a terminar de curarse en el hospital japonés de Shanghái. Esa silenciosa caravana japonesa detenía el transito , pasando frente a un desvencijado tranvía arrastrado por dos famélicos caballos.

 

Entre los pasajeros sencillamente iba Madame Moon Light, quien vio las ambulancias dirigirse por la amplia y solitaria avenida. La muchacha suspiro. Los japoneses también eran humanos y morían. Sin saber por qué se acordó de aquel terrible día en que aquel extranjero le destrozo para siempre su corazón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Horas después , a la luz de una vela, alrededor de una desnuda y pobre mesa; Marina Leung Ba repartía para los tigres del Kuomintang unos panes negros, un poco de té y azúcar, una botella de sake y 1000 yenes militares.

 

Cortesía del ejército japonés y especialmente del Teniente General Namura--dijo la joven con sorna.

 

¿Qué le has sacado a Namura?.—inquirió su comandante

 

Esta locamente enamorado de mí. Quiere casarse conmigo. Nada menos--dijo la joven conteniendo la risa.—No le importa arriesgar la vida ante su Emperador por preferir una joven china

 

Necesitamos encontrar los nombres y seudónimos de los informante chinos a favor de los japoneses--dijo la jefe de la sección, la doctora Xia Jiang, una tranquila medico, pero feroz resistente.

 

El Teniente General es muy reservado. Lo que si se es que son verdad los rumores. La marina Japonesa tiene grandes pérdidas contra los norteamericanos.

 

¿Y eso?--dijo la medico abriendo los ojos con sorpresa.

 

El general me lo confesó cuando le permití me besara los pies.

 

El grupo soltó la carcajada.

 

Pues es verdad--continuo diciendo la joven riéndose también---Mis pies son un arma de lucha, muy efectiva por demás contra los japoneses. Nosotras somos millones  de veces más bellas que las japonesas. Eso a pesar que lo nieguen, nosotras  los enloquecemos.

 

Todos volvieron a reír, en un ambiente repentinamente distendido y cordial.

 

La doctora impuso silencio y anunció.

 

Estamos planificando un ataque contra el casino. Debemos golpear duro a la oficialidad japonesa y si es posible directamente contra el mismo Namura.—expreso en tono frio y conciso, propio de una líder militar,  volviendo la marcial disciplina  automáticamente al grupo

 

Precisamente se la pasan en el Moonlight celebrando ficticias victorias.— expresó por lo bajo Marina.

 

Eso traerá represalias terribles contra la población--dijo asustado uno de los complotados.

 

Esa misión está decidida por el secretariado conjunto. ¿Contamos contigo Marina?.

 

Por supuesto--respondió inmediatamente la joven

 

También debemos mantener la concentración en  la orden del partido en concordancia con los comunistas; es necesario sacar a los pilotos prisioneros en el campo de prisioneros de guerra de la playa. Necesitamos esos oficiales para incorporarlos a la guerrilla--finalizó la doctora. – Estamos demasiados fallos en  conductores de grupos, coordinadores y jefes de comando. Ellos tienen que salir para cumplir esa labor.

 

Competencia para los chicos—dijo una de las jóvenes guerrilleras, sonriendo pícaramente. 

 

La reunión terminó y todos se dispusieron a arriesgar la vida en el peligroso transitar por las calles en las horas cercana a los toques de queda.

 

 

 

Namura insistía siempre en que Madame Moonlight le cantara  a los heridos japoneses en el Hospital.  Siempre se negaba con una excusa. Por eso ni siquiera se lo creía a si misma cuando aceptó y fue llevada inmediatamente al hospital en el Nissan del propio comandante. Fue, cantó dos canciones japonesas, repartió unas rápidas sonrisas a los moribundos, lanzo un beso al aire y hasta agito una banderita japonesa. Lo que si le hizo el efecto de un mazazo fue ver dormido a alguien  en una cama del tercer piso. Su corazón estalló. Era él. Sin afeitar, más delgado, pero definitivamente era él.  La joven se acercó y con un estremecimiento llegó al pie de la cama del herido

 

 

 

                                               VII

 

 

 

 

 

Días después; Fulvio veía la ventana en medio del calor otoñal de las dos de la tarde. Cavilaba que debía hacer para salir vivo de aquella hecatombe.  Como hombre inteligente, ni dudaba que Japón perdería. Sus cavilaciones se esfumaron como por arte de magia al ver entrar aquella miniatura que se dirigía hacia él. Precisamente a él. Entonces era verdad de los japoneses, que decían que la propia diosa Matsuì los había venido a visitar y llegó al pie de su cama días atrás.

 

. La joven se acercó. Se detuvo junto a su cabecera en perfecto silencio chino.

 

Madona mía. Dios me ha traído al paraíso y yo ni cuenta me di--musitó asustado de ver aquella portentosa aparición--Debo arrepentirme por mis pecados. Porque me he enamorado de una diosa china.

 

La joven le sonrío enigmáticamente y con aquella voz de golondrina le dijo en Ingles.

 

¿Me entiende? .¿Puedo comunicarme con usted?.--preguntó aquella aparición, que a Fulvio se le antojó escapada de la tercera puerta del cielo.

 

No, no le entiendo. No sé hablar el idioma de los Ángeles del paraíso-- contestó Fulvio, sintiéndose observado por aquella gata, que se le antojaba lo miraba, tal cual una gata mira a su futura presa. El joven buscó  incorporarse en la cama para verla mejor..--No sé que he hecho o dejado de hacer para tener la dicha de comprobar que su belleza me cure inmediatamente.

 

Dos días atrás vine a cantarle. Pero estaba dormido. No me pudo escuchar. Vine a completar mi misión.—le explico la infinita belleza de la muchacha, aliviada de ver que podían comunicarse en Ingles.

 

Deberá disculparme. Soy idiota de nacimiento. Le juro que no dormiré mas nunca esperando por su vuelta.—contestó el hombre absolutamente fascinado por la diminuta presencia

 

Sus heridas. ¿Son graves?--le dijo la joven con un sincero dejo de preocupación.

 

No es nada. Solo entiendo que tengo un muy querido hermano en la Fuerza Aérea de USA.

 

¿Por qué?-- le preguntaron aquellos negros ojos oblicuos, que para nada pestañeaban y no dejaban de mirarlo fijamente.

 

Pues gracias a que ametralló sin misericordia mi último barco. Casi me mata al herirme, me mandó aquí y me permite conocerla. Ya por eso lo adoro, sea quien sea.

 

La joven se inclino hacia él. Sin dejar de verlo fijamente, se acercó a su oído, envolviendo al hombre en una dulce fragancia de cerezas y duraznos, comenzó a cantarle en ingles una sencilla canción china; era más bien un poema que hablaba de una pobre campesina, enamorada de un apuesto príncipe feudal quien ni siquiera la miraba. Esa cruel indiferencia la mató de amor; en su agonía pidió ser enterrada en el camino por donde paseaba el joven príncipe, para que los geranios sembrados en su tumba le alegrasen la existencia al cruel e indiferente hombre. Al terminar de cantar la joven con una reverencia se despidió, vengándose así de Fulvio, pues le clavó 10, 20, 30, 1000, 10000 flechas de Cupido, dejándolo en un cataléptico arrobo al ver aquel sinuoso caminar.

 

Minutos después el Mayor de los Bersaglieri Fulvio Gallipoli apartaba a manotazos a los médicos japoneses que le impedían salir del hospital, mientras en Japonés les preguntaba quien ò mejor dicho que era aquella aparición que en solo segundos lo curó y lo mandó directo a las puertas de la locura.

 

Imposible fue detenerlo. Fulvio Gallipoli salió a un nublado y caluroso Shanghái, sin precaución, sirviendo de blanco fácil a cualquier aprendiz de guerrillero, pues encima de su pijama de Hospital se colocó su casaca con insignias; caminó buscando a la joven. Vio las patrullas militares Japonesas recorrer la ciudad. Un algo le dijo que a pesar de todo no era una buena idea  pedirles ayuda para encontrarla. Tanques Japoneses recorren las calles de Manila aterrorizando la población..Muy similar a lo que vivio el sufrido pueblo chino en las zonas donde los japoneses insultaron a su propio pueblo con su comportamiento

 

Detuvo a un porteador. No tenía dinero. Ya vería como le pagaría, pero no dejaría de buscar a aquella muchacha ni que el propio Hirohito se lo impidiera.

 

A lo lejos vio la explosión. Vio volar por los aires los restos de un camión militar japonés. Después escucho el rítmico tabletear de las ametralladoras. Vio los camiones militares japoneses llenos de soldados disparando a mansalva contra las casas. No conocía las calles, no tenía idea del rumbo de la joven; su intuición militar lo llevo directo a la explosión

 

Fulvio llegó al sitio de la explosión; vio a los militares japoneses golpeando indiscriminadamente a la población civil . Un poco más alejado vio al grupo de personas arrodilladas en fila. Un Oficial japonés disparaba a la cabeza de estos al azar. Vio a la última persona de la fila. Arrodillada junto a los demás miraba fijamente a la nada.

 

Teniente--grito Fulvio en Japonés, interponiéndose entre el teniente y la fila de gentes arrodilladas--Teniente. Gracias a Buda. Yo soy el agregado militar de Italia. Se lo que pasó. Pero tengo un deber.  Se me ocurre que puede ayudarme.

 

El Teniente lo vio, los ojos se le convirtieron en dos rayas. Tomó su pistola. Por un momento apuntó a Fulvio. Después controlándose le pregunto.

 

¿Qué quiere hacer?. ¿Cómo se que es quien dice ser?. ¿Por qué osa interrumpir mi retaliación?

 

Quiero llevarme a todo este grupo. Necesito gente para limpiar mi casa y las letrinas de mi legación. Mis credenciales las tiene su propio comandante. Pregúntele a él.

 

Son parte de mis castigos--replicó el japonés, disponiéndose a continuar su labor.

 

¡Oh vamos¡. Mis galones valen aquí. Yo también obedezco a Namura. Estoy seguro que encontrara más gente para hacer nuestra venganza—continuo diciendo Fulvio con una sonrisa sin dejar de interponerse ante el otro.

 

Ante el nombre El japonés  dudo. Finalmente asintió en silencio y ordeno a los civiles que subieran a un camión militar.

 

¿Dónde queda su legación Italiana?. ¿Cómo quiere que le ayuden a limpiar sus letrinas?—pregunto finalmente.

 

Con las manos—le indicó con una sonrisa cómplice al teniente.

 

El hombre nuevamente  asintió en silencio y detuvo a un Nissan 6x6.

 

Les ordenó a los espantados prisioneros que subieran al camión.

 

Fulvio ágilmente también lo hizo. Tenía que partir rápido. No fuese el otro a cambiar de idea.

 

Ordene señor. ¿Dónde lo llevo?—preguntó estupefacto el chofer ante la extraña vestimenta del otro.

 

Pues...maneje...yo le diré--le dijo Fulvio, sentándose  con esfuerzo en la cabina y pensando en la magnitud del lío en que se estaba metiendo. Miro con disimulo hacia atrás. Efectivamente allí estaba ella, sentada en silencio, junto a los demás en la caja del camión, custodiada ferozmente por dos soldados japoneses...

 

¿Es en la zona reservada?--se atrevió a preguntar nuevamente el sargento conductor.

 

Pues claro...dirígete allá--declaró enfáticamente Fulvio, viendo a todos lados, la desconocida ciudad.. Shanghái..Una vez estuve aquí, pero no estaba en este lastimoso estado..

 

El pesado camión rodó por las desérticas calles y entraron en la zona reservada. Eufemísticamente, pues no-tenía nada de reservada e igualmente era blanco de la guerra en todas sus manifestaciones.

 

¡Aquí¡. ¡Aquí es¡--dijo Fulvio, viendo una bombardeada y semidestruida mansión en una amplia intercepción de avenidas.

 

Pero...¿cómo?.

 

Fue que la bombardearon ayer. Por eso estoy vestido con pijama de hospital--dijo Fulvio significativamente.

 

El Sargento Japonés asintió a boca abierta viendo al otro, deteniendo violentamente el pesado camión.

 

¿Necesita algo más de mi?.

 

No. Estaré bien. .Pero usted debe tener muchas cosas que hacer... Váyase por favor a cumplir sus deberes.

 

El grupo fue introducido a empujones por lo soldados japoneses, dejando a Fulvio con el grupo de personas.

 

Es todo lo que puedo hacer por ustedes--dijo Fulvio en Ingles, a conciencia que la joven les traduciría.

 

El grupo se inclino en el tradicional saludo chino, en silencio se fueron. Igualmente la joven se dispuso a marcharte pero Fulvio la detuvo...

 

Después que me devolvieras a la vida, estaba dispuesto a pelear con todo el ejército japonés para tener el placer de volverte a ver--dijo el joven a manera de sarcasmo, pero siendo sincero desde el fondo de su alma.

 

Gracias por salvarnos la vida. Pero no deja de ser doloroso para mí que usted pertezca a mis opresores--dijo la joven fascinada nuevamente por aquel hombre tan distinto a todos los que en su vida había visto. Y sin poder contenerse exclamo con angustia.--¡tienes los ojos color miel¡.

 

Para Fulvio la primera impresión en una mujer era importante. Vio casi en éxtasis como la joven se quitó el moño, para soltar aquella cascada de pelo negro liso. No era de piel amarilla, más bien de un blanco nácar impresionante, pues no tenía ni una gota de maquillaje, ella eliminaba el concepto que enunciaba que las chinas tenían los ojos pequeños; pues no, poseía unos inmensos y enigmáticos ojos negros, era delgada, no podía atisbar su cuerpo en medio de aquella ancha camisa y pantalones tradicionales, pero suponía que estaba bien estructurada, su caminar indicaba unas caderas anchas. Sus  pómulos eran salientes, típicos chinos y aquella boca simplemente estaba hecha para besarla, tan simple como eso. Por lo demás era serena y auto controlada.

 

En definitiva la nueva chica mala en la vida de Fulvio-- pensó este con el corazón palpitándole por aquella aparición.

 

¿Cómo te llamas?. ¿Dónde vives?. ¿Por que se te ocurre aparecerte así tan de repente?--preguntó Fulvio dando un paso hacia la joven y haciendo que esta retrocediese en automático otro--No me tengas miedo. Soy incapaz de hacerte daño. No seré nunca tu enemigo. Ya te lo demostré.

 

La joven lo miro en silencio. A Fulvio se le agotaron las preguntas. En esos segundos y en medio de aquellas ruinas ambos expresaron su dominio sobre el otro,  lo entendieron y Fulvio se rindió incondicionalmente.

 

Ya sé. Quieres que me rinda. Sea. La convención de Ginebra de prisioneros de guerra dice que me debes cuidar y mimar, pues estoy herido ...Profundamente herido en mi corazón--volvió a tratar de hacer chiste Fulvio, para una vez más hablar sinceramente desde su alma

 

La joven se retiró con una reverencia.

 

Fulvio quedo sólo en medio de las ruinas. Comenzó a reír alegremente con un sentimiento nuevo que disfrutaba a cada instante. Entendió, comprendió, analizo y vivió desde ese instante que estaba repentina y profundamente enamorado por primera vez en su vida, a pesar que se reprochaba el hecho de haberse comportado como un perfecto imbécil las dos veces que estuvo junto a ella...

 

Y tu tienes los ojos negros—le dijo a la figura que instantes antes se había marchado de ahí.

 

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                                                 CAPITULO 2

 

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Canción tradicional mexicana. Huapango bolero ranchero de Álvaro Carrillo.

 

Yo quiero luz de luna

 

Para mi noche triste

 

Para cantar divina

 

La ilusión que me trajiste

 

Para sentirte mía

 

Mía tú como ninguna

 

Pues desde que te fuiste

 

No he tenido luz de luna

 

Yo siento tus amarras

 

Como garfios, como garras

 

Que me ahogan en la playa

 

De la farra y del dolor

 

y siento tus cadenas arrastras

 

En la noche callada

 

Que se pelilunada

 

Azul como ninguna

 

Pues desde que te fuiste

 

No he tenido luz de luna

 

Si ya no vuelves nunca

 

Provincianita mía

 

A mi selva querida

 

Que esta triste y esta fría

 

Que al menos tu recuerdo

 

Ponga luz sobre mi ruta

 

Pues desde que te fuiste

 

No he tenido luz de luna

 

Y siento tus amarras

 

Como garfios como garras

 

Que me ahogan en la playa

 

De la farra y el dolor..........

 

 

 

 

 

No me voy a enamorar. No voy a buscarla. No somos iguales. Ella es otra cultura--decía constantemente Fulvio disfrutando el despecho de no verla., mientras cantaba a todo pulmón en medio de las ruinas la canción mexicana, que de repente le encantaba sin saber por qué.

 

Después de durar noches sin dormir, recorrer Shanghái para arriba y abajo buscando la bella joven. Hasta que la encontró. Volvió al hospital. Todos le dijeron quien era. “Madame Moonlight”. La cantante principal del Moonlight. El sitio predilecto de la alta oficialidad Japonesa.

 

Lucero Luz de Luna—dijo Fulvio en español, viendo el cartel del sitio

 

Son muy bellas pero dan unos hijos horrorosos—justificó mientras se daba un buen baño., se vistió con un uniforme de la marina japonesa que le dieron, limpio sus insignias, con cuidado las besó y se las colocó, mientras repetía constantemente.

 

No voy, no iré. Definitivamente no me gusta. Es solo curiosidad .

 

Negando ir a verla, jurando no hacerlo nunca  llegó a la puerta del Moonlight.

 

No voy a entrar—dijo firmemente viendo las luces de Neón,  acto seguido se introdujo en el ambiente en penumbras, cargado de humo del sitio.

 

– Luz de Luna.-- Dijo  nuevamente en castellano al ver el nombre en ingles y japonés

 

Esa noche Madame Moonlight cantaba una desgarradora y patética canción japonesa que tenia con los ojos húmedos a los oficiales japoneses que la veían.

 

 

 

No voy a sentarme. Ni le voy a hablar. No me va a dominar--se decía Fulvio a si mismo caminando entre el humo y los militares japoneses. Una vez más el escenario se obscureció y una luz blanca iluminó el mismo.

 

Una pequeña figura con un ceñido traje blanco salió nuevamente a agradecer los aplausos,  una rosa roja en su pelo, combinando con sus rojos labios; para imponer un gigantesco silencio. Comenzó a cantar acompañada de un triste piano. Fue una canción al amor entre enemigos, que solo tenían como esperanza de felicidad  la muerte de ambos.

 

Eso no es conmigo--se dijo Fulvio, sintiendo lazos invisibles que lo obligaban a ver a aquella figura que lo halaba inmisericordemente hacia ella.

 

No me gusta. Definitivamente no me gusta--dijo Fulvio viéndola hipnotizado, no perdiendo ni un solo detalle de toda ella; parado justo frente a ella al borde del escenario, maldiciendo a Giovanni Puccini por escribir su historia en Madame Butterfly , sin darse cuenta le quitó un vaso lleno de Old Sontori a un aviador Japonés y acto seguido se lo trago  de un solo golpe repitió .-- Es muy pequeña y no debe tener nada de trasero. Además apenas la he visto dos veces y me hace dar taquicardia. Eso debe ser muy peligroso para mí.

 

Vio  de reojo a Namura. Pues la joven en un movimiento del escenario, dirigió su mirada  hacia la mesa. Las insignias le explicaron rápidamente a Fulvio, quien era El Comandante del distrito Militar japonés del Área de Shanghái. Un viejo de rostro adusto, golpeaba con un pensativo dedo su vaso mientras veía la joven cantar arrastrada y transfigurada de dolor. El hombre parecía entender su relación amorosa de solo uno.

 

 

 

Con que ese es Namura—Se dijo el joven viendo desde su distancia, a pesar del humo y la mala iluminación las insignias del otro. Las únicas en todo Shanghái

 

Madame agradeció con una apagada sonrisa. Vio al descuido al auditorio. Reconoció la silueta, parada justo frente  al escenario. Fulvio la contemplaba con la boca abierta. Sencillamente jamás había visto a un ser tan precioso como esa mujer. No podía entender por que parecía tan conocida, tan íntima, como si siempre hubiera estado esperándolo frente a él.

 

Una espectacular sonrisa iluminó las facciones de la muchacha. Fue a su pianista y le dijo algo al oído. Inmediatamente hizo un cambio total. Canto, rio, bailó, giro, fue nuevamente Madame Moonlight en todo su esplendor.

 

No tiene nada que ver conmigo—dijo nuevamente  Fulvio en pleno trance y tragando grueso. Viendo el evolucionar en torbellino a la única reina de las noches pecaminosas del Shanghái de la guerra.

 

La joven terminó. Un huracán de vivas y aplausos se desató. Varios oficiales que sabían de la tragedia personal de Namura, lo felicitaron y un grupo de pilotos, quitó a un lado al catatónico Gallipoli, subió al escenario, la tomaron  en hombros y se la llevaron; entre hurras, a la mesa del general.

 

El teniente General Takeo Namura le invita a su mesa—le dijo un joven Coronel al Mayor. Quien volvió en si e inmediatamente fue a la mesa del Comandante.

 

Mayor Fulvio Gallipoli se presenta ante su excelencia—dijo Fulvio  en firmes ante el general. Este con un gesto lo invito a sentarse. Un lujo para un simple mayor.

 

La joven se atrevió a besar en las mejillas al Teniente General e ignoró olímpicamente al Mayor Italiano. Era un indicativo muy explicito para el mayor. Quería decir “compórtate y no te pases de listo, que la chica tiene pretendiente”.

 

Y muy peligroso—pensó el joven, entendiendo el gesto.

 

La joven fue presentada al Mayor, quien cortésmente la saludo. No admirar a la joven era peligroso, pues era un insulto a Namura. Mostrarse excesivamente interesado también era un insulto a Namura. Eso era simplemente porque nadie entendía a los japoneses y esa ignorancia significaba invariablemente la muerte para el ignorante.

 

Namura converso distendidamente un rato en medio de las risas corteses y la aprobación de los oficiales. Pregunto lo normal en una conversación entre militares, aliados ó no. Preguntó por las capacidades del ejército Italiano. Hiriente recordó a todos la escasa valentía de los italianos en África y Rusia. Los comparó con los ejércitos Venezolanos, famosos mundialmente por su infinita cobardía e irresponsabilidad. Preguntó el por qué de su visita. Se mostró muy interesado por el trabajo de traducción de Gallipoli en cuanto a los giroscopios y lamentó que el manual se perdiera en el naufragio. Demás estaba decir que él como aliado de los japoneses tenía que incorporarse al glorioso e invencible ejército japonés, ahora que se veía completamente restablecido.

 

Repentinamente Namura le pido al Mayor que bailase un tango con Moonlight. Sabia de las cualidades liricas y danzantes de los Italianos. No le preguntó si sabía bailar o no. Simplemente le ordenó.

 

No sé si pueda, mis heridas son muchas y fuertes.--negándose para hacer sufrir a la muchacha. Obvió también la cantidad de insultos de Namura a su nacionalidad. Peor aún;  a sus dos nacionalidades.

 

Un tango. Un Tango--comenzaron a pedir los oficiales jovialmente, golpeando con sus vasos la mesa...

 

El joven se  levantó y ofreció su brazo a la joven . Ella con despliciente gracia se colgó de él.

 

La orquesta comenzó a tocar una desentonada "por una cabeza" . Los jóvenes comenzaron a evolucionar. El sintió el temblor de ella y eso le dio un inmenso placer. Ella se atrevió a mirarlo directamente hechizada, pero a su vez lo hizo trastabillar. Ambos agresivos. Ambos imponentes. Se declararon la guerra inmediatamente como gallos de pelea. Era el más allá de los dos.

 

¿Habrían  posibilidades?. Todas. ¿Habría un futuro para ambos?. Quizás. ¿Sería fácil?. Para nada .¿Dejarían de intentarlo?. Ni a balazos..¿Se acostarían?. Eso era inevitable. ¿Se enamorarían?.  Obvio. Parecían ser pareja de toda una vida

 

Finalizo la canción.  En la eternidad de un segundo Fulvio la reconoció como la más bella. Todos los presentes se dieron cuenta de lo que sucedía entre esos dos...

 

Ambos caminaron hacia la mesa. El joven entregó la joven a un lívido Namura que esperaba en pie. Namura mostró la cara de un hombre que esta frente a su mayor peligro. Simplemente Madame Moonlight no estaba allí. El mayor se limitaba a fumar un cigarrillo. Se veía que estaba unos kilómetros más allá de Júpiter,.

 

¿Dejo usted algún amor en Italia? ¿Es casado?--preguntó neciamente Namura, esperando una tranquilizadora respuesta, pues una supersticiosa angustia lo invadió al ver el baile de la pareja.

 

En realidad no--fue la terrible  contesta.

 

¿Y aquí?--pregunto Namura con el espantoso miedo de un viejo feo, solo, enamorado sin esperanzas...

 

Si. Mi Toyota que me es extremadamente fiel--mintió el mayor, recibiendo el lejano perfume de la joven.

 

 

 

Horas después y varias botellas menos Madame Moonlight se despidió de todos, de uno sin verlo ni hablarle.

 

Será esta noche--amenazó el general para evitar peligros posteriores.

 

La joven negó en silencio. Se retiró, con sus sandalias en la mano y una copa en otra; sintiendo una abrazadora mirada que traspasaba su espalda.

 

Minutos después Namura no se contuvo y caminó a los camerinos. Llevaba la botella y se lanzó un largo trago para limpiarse la boca con la manga de su uniforme. Fulvio sin medir distancias ni consecuencias lo siguió. Se escondió en el rellano. Vio a Namura parado enfrente de la puerta, manteniendo un difícil equilibrio.

 

No permitiré--le dijo con una seria y controlada voz de beodo, difícilmente recalando las palabras--que seas de nadie. ¡De nadie¡. ¡Maldita sea¡. Te lo ordena el Teniente General Takeo Namura.

 

Vete. No quiero verte--sé oyó el grito en japonés.

 

Es una sucia brujería. Me robases el alma....bruja...Yo soy un hombre. .Con los hombres no se juega--dicho esto el general lanzó la botella contra la puerta, para inmediatamente después derrumbarse en el suelo, indiferente a las cortaduras producidas en su mano.

 

Dos edecanes pasaron raudos al lado de Fulvio ,  llevándose a rastras al comandante de los ejércitos japoneses del sector de Shanghái, derrotado por unos diminutos 1,60 mts de pura belleza oriental.

 

Menudo rival...Una perlita..  Fácil para mí. No pude buscarme otro--musitó Fulvio en Italiano, mientras se paraba en la cerrada puerta, una vez marchado Namura.

 

Mañana es mi turno de estrellar la botella en la puerta--dijo en Ingles el joven parado en la puerta del camerino.

 

Casi inmediatamente la puerta se abrió enseñando al trasluz de una luz rosada a Madame Moonlight vestida con una bata de seda transparente, encima de unos altísimos suecos de madera japoneses. La bata estaba abierta. Un cuerpo delgado, ágil, espectacularmente divino enmarcado en una ropa interior negra, dejó completamente sobrio a Fulvio Gallipoli. Se vieron en silencio, directamente. Ella en el mismo silencio trancó la puerta, sin bajarle la mirada, casi con odio. Fulvio escucho el doble cerrar del paso de la llave.

 

El hombre completamente fuera de sí fue a pegar un puñetazo en la puerta, pero se contuvo.  En silencio se fue diciendo.

 

Te hicieron con cariño...te hicieron con cariño...

 

Mminutos después, musitaba el Mayor caminando por las oscuras calles de la semidestruida ciudad, indiferente al mortal peligro que corría.

 

 

 

Marina trancó la puerta. Se llevó las manos al pecho y dejo escapar un amargo sollozo; vio la causa que le impido abrir la puerta de par en par y permitiese que el hiciera con ella lo que quisiese. Era la doctora Xia Jiang, quien sentada desde la humilde cama la miraba.

 

¿Que fue ese botellazo?--preguntó extrañada, pues no entendía japonés.

 

Nada menos que Takeo Namura queriendo entrar para violarme. ¿Te imaginas? .Podríamos haber hecho una reunión familiar. El jefe del ejército japonés, la jefe seccional de los tigres  Kuomintang, un malvado que se aparece comiéndome con los ojos y yo de árbitro.

 

Hubiera sido interesante. Lo habría matado con mis propias manos. Nuestro centro de reunión  fue allanado por la policía militar japonesa. Mataron a  casi toda nuestra unidad. Me salve de milagro.—explicó el motivo de su presencia la otra.

 

¿Te identificaron?.—preguntó ya inmersa en su cotidiana realidad la joven sentándose junto a la otra.

 

Seguramente y desde hace tiempo. Necesito esconderme, pero nuestras casas de seguridad caen una tras otra. Tengo los planes de evacuación de los pilotos norteamericanos. Hay que hacerlos llegar a la prisión.

 

¿Los memorizaste?.

 

No puedo. Son muchos. Hay que leerlos con tranquilidad.

 

Estamos dos pasos atrás--dijo la joven sintiendo la preocupación de la otra.

 

¿ La otra voz?--pregunto la medico.

 

Es mi mayor dolor y causa de mi desgracia--afirmó Marina. Con otro  trágico suspiro...

 

¿Tan grave es?---- preguntó la otra entendiendo perfectamente.

 

¡Catastrófico¡--dijo Marina estallando en llanto, espantada de lo que quería hacer, de no haber estado la doctora--Es un terco que cada diez años aparece para robarse mi alma y marchitar mi corazón.

 

 

 

Fulvio recibió el aventón de una patrulla militar japonesa que lo llevó a sus ruinas hogar. En la mañana con paciencia limpiaba la inmensa y derruida mansión. No pudo pegar un ojo en toda la noche. Una abrazadora angustia lo consumía. Quería ir en ese momento al Moonlight y verla otra vez.

 

“.Cuando termine esto y sus dueños vuelvan encontraran al menos esto limpio” decía mientras trabajaba vestido con unos pantalones cortos militares. Procurando sin éxito borrase de su mente aquel precioso cuerpo que lo tenía grabado entre ceja y ceja en su memoria.

 

Esa tarde encontró entre las provisiones militares dos botellas de Sake. No lo dudo. Se las bebió de un sopetón y se desplomo fulminado por el potente licor japonés, para soñar toda la noche con Madame Moonlight. Se le declaro. La amo. Lloró. La besó. Se casó. Se divorció. Nuevamente La conquistó y se levantó enloquecidamente enamorado de esa princesa china.

 

Muy temprano y en medio de la resaca; el espantoso ruido del motor de un Nissan Tipo 94 lo activó nuevamente. Le trajeron un catre, vestidos, una cocina portátil, comida para varios días y después se retiraron. La magnífica cortesía de Namura.. Algo le pediría después; pues nada de los japoneses era gratis. O lo otro. Fulvio sabía lo inteligente y perspicaces  que eran los japoneses. La torpe actitud propia y de la joven. Se comportaron como adolescentes. Namura lo elevaba a la categoría de rival. Regalos para después matarlo a la primera oportunidad y no perder la dignidad.

 

Después que los soldados japoneses se marcharon. Casi inmediatamente la presintió. No necesitó verla. Sabía que allí estaba. Rápidamente  volteó a ver el sitio que hasta un instante atrás estaba vacío.

 

Has vuelto--dijo con voz trémula de emoción, sintiendo como sus rodillas misteriosamente se hacían agua.

 

Necesito un favor--dijo la graciosa voz con gran desparpajo oculta desde el inmenso sombrero campesino.

 

Claro. Toda mi fortuna es tuya, --viendo el evolucionar de la otra que  introducía a otra silenciosa y penosa personita.

 

Es mi familia--le anunció Madame Moonlight--Esta en desgracia.

 

Fulvio Palideció. En silencio miró a las dos mujeres. Entendió que no eran ambas monjitas de la caridad. Había un algo en el rostro de la otra mujer que indicaba liderazgo y compromiso. Ya la joven sabia el efecto que causaba en él y se aprovechaba sin piedad. Era un camino que iniciaba y no sabía cómo terminaría.

 

Quiero indicar que será peligroso...pero sabré agradecer--dijo Madame desde su sombrero.

 

Fulvio negó con un gesto y una sonrisa. .Se caería a golpes con el diablo solo por complacerla.

 

No tengo mucho que ofrecer. Pero estará bien.—dijo viendo fascinado a la chica.

 

Necesita respeto-- anuncio Madame Moonlight acercándose con la otra, con un lejano acento de celos, viendo como la doctora contemplaba el atractivo del hombre, que no podía desvestirse de su atuendo de pícaro.

 

Soy un caballero--mintió descaradamente el hombre midiendo a la otra mujer. Pero repentinamente el mundo le dio vueltas y se desplomó largo a largo en el piso

 

 

 

 

 

 

 

                                           III

 

 

 

Horas después, la Doctora Xia Jiang esperaba el evolucionar del hombre, lo había vendado nuevamente y entre ambas llevaron al ejemplar hasta su catre. Fulvio despertó. Pudo atisbar la desesperada angustia de la joven que enmascaró inmediatamente en un rostro de cera, cuando éste despertó totalmente.

 

Es un inconsciente; debe descansar y no estar haciendo labores manuales; aparte que el trabajo médico que hicieron en usted es muy mediocre.—expreso la atractiva mujer en perfecto Ingles.

 

¡Vaya¡. Una  médico--dijo agradecido Fulvio, entendiendo que hasta en enemigos puede haber comprensión.

 

Ahora que está bien debo irme--dijo inmediatamente Madame Moonlight para escapar del dominio del hombre.

 

Sé que volverás--dijo el hombre viéndola imperiosamente, buscando incorporarse, con una nueva costumbre de hacerse íntimos, borrando la presencia de los demás.

 

Vendré a visitar a mi familia, ella cuidara su extrema fragilidad.— se despidió con ironía, regalándole retadora e insondable mirada  la joven, divertida a su pesar de ver como lo desarticulaba a todas luces ante su presencia

 

Fulvio quedó desolado al ver desaparecer a Madame Moonlight. La enigmática doctora le miró en silencio.  Parecía un adolescente enamorado de una bella actriz. Le enseñó el caminito.

 

Las jóvenes chinas son muy difíciles de comprender.— dijo suavemente

 

Pero yo si la entiendo. Nada mas de entrada hizo que violase mi juramento militar. No quiero ni imaginar lo que haré la semana que viene--contestó asustado el joven recapitulando sobre las cosas que había hecho por Madame. Si los japoneses descubrieran los descuartizarían con una hojilla. Ni por un segundo se engaño en cuanto a las actividades de la doctora. Además que los regalos de Namura indicaban una cosa. “Te estoy vigilando”. “Ni se te ocurra meterte con la chica. Es mía”.

 

“Es mía y ya la tengo aquí en mi casa”—pensó Fulvio Tragando saliva.

 

Ella sufre mucho. Tiene que lidiar con Namura todos los días. Existe por allí un perverso que destruye su alma sin piedad.—explico la doctora mientras analizaba su nuevo hogar, obviando el hecho de saber que Fulvio, más o menos ya entendía de que se trataba todo.

 

Pues yo tengo 3 días sin encontrar a mi mundo tal como siempre ha sido--se quejo Fulvio viendo el hueco por donde se fue la muchacha..

 

Sabiduría china dice que culpable de penas de amor debe sufrir un poco para compensar daño causado víctima de la pasión.

 

Fulvio guardo silencio. Vio la imagen de Madame Moonlight en su casa materna, tranquila, feliz y sonrío como un niño.  Parecía que conocía a esa joven de toda su vida. Parecía que siempre la hubiera esperado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                               IV

 

 

 

Una semana después Namura escribía un cursi poema pidiendo perdón a la inconquistable Madame Moonlight.

 

Sentado en respetuoso silencio El Mayor Fulvio Gallipoli montaba rápidamente su defensa.  Tenía cita con Namura.

 

Italia Si tenía un consulado en Shanghái. Tietsin era un protectorado italiano. Los submarinos de carga italianos ya estaban en Singapur con los equipos para la industria militar japonesa. .Amen que Fulvio si sabía que en Julio del 43 los norteamericanos, Ingleses y Canadienses habían invadido a Italia por Sicilia. Muy pronto caería el país. Por eso si a Namura por un segundo ponía los pies en la tierra se las vería un poquito más allá de la  muerte.

 

Fulvio vio los metódicos informes japoneses que explicaban las batallas del Pacifico, Fulvio sabia inclusive que los militares italianos que ocupaban Tietsin se mostraban abiertamente a favor de los norteamericanos y que él debería estar con la guerrilla trabajando activamente, por algo era medio canadiense también por su abuelo. .pero si quería salvar a Madame Moonlight debería ser más inteligente y jugar un muy buen ajedrez. Por lo pronto esa misma mañana un grupo de Mitchel B-24 hicieron un bombardeo a los muelles de Shanghái. Pero el general Namura solo estaba pendiente de aquel terrible tango de Madame Moonlight. 

 

Mayor Gallipoli. La situación es grave. Necesito la ayuda de todos. Entiendo que el consulado italiano en Shanghái ha sido destruido por un ataque de los rebeldes. Si hubo sobrevivientes fueron secuestrados por los comunistas.—le dijo viéndolo fijamente el Teniente General escudándose en su imponente escritorio.

 

¡Que oportuno¡- pensó Gallipoli.

 

Luego entonces usted queda bajo mi jurisdicción. Debería meterlo en un campo de concentración, pues Italia ahora es aliada de los ingleses y de los cobardes norteamericanos. Pero usted ha sido más que leal con nosotros. Quisiera su colaboración. Quiero que se traslade a Tietsin y convenza a la guarnición italiana que deponga su irrsponsable actitud y entiendan cuáles son sus deberes.

 

Este me manda directamente a la muerte. No quiere rivales--pensó Gallipoli viendo al inescrutable comandante, quien se digno a darle la orden directamente, no a través de subalternos. Estaban en medio de una guerra. Pero ahora iniciaban otra. Por eso el inaccesible comandante quería verlo siempre directamente. La lucha era por la chica. Ambos lo comprendían así.

 

El viaje tiene que ser por tierra. NO puedo enviarlo ni por avión ni por mar.—explicó Namura encendiendo un largo cigarrillo ingles.

 

Sera un placer.—contestó el mayor, sin saber quiénes eran esos Italianos y que hacían en China.

 

Eso es todo. Esta demás indicar que recibirá toda mi ayuda para el cumplimiento de su misión. Después veré la forma de enviarlo a Italia ò adjuntarlo al ejército imperial. Necesitamos oficiales en el interior de china...

 

Fulvio se levantó y saludo militarmente dando la vuelta para salir.

 

Otra cosa--le dijo Namura. --¿Conoce usted a Enrico Zannoni?.

 

No señor--dijo Fulvio. Volteándose para ver nuevamente a Namura.

 

Ese es mi problema con usted--le dijo Namura viéndolo directamente--Yo estaba a punto de lograr algo, pero usted se le antojo pararse en el medio de mi camino....Enrico Zannoni es el agregado militar de Italia en el consulado de Shanghái. Murió junto a los demás diplomáticos en el atentado del Kuomintang y los comunistas. Pero me parece que no le dolió mucho. No abuse de sus triunfos en las batallas del Pacifico...Yo tengo muy mala memoria para recordar a los héroes de guerra.

 

Fulvio saludó en firmes. Era mejor no explicarse. Salió y camino sabiendo que era lo que se sentía un minuto antes de ser decapitado, mientras manejaba por las desérticas calles, se felicitaba a sí mismo.

 

Lo lograste. Magnifico. Eso es justo lo que siempre sabes hacer--se dijo a sí mismo con amargura, pues de ahora en adelante tenia para él solo, toda, pero toda  la atención del Teniente General Namura.

 

 

 

                                             V

 

 

 

Descaradamente la doctora comenzó a reunirse con los complotados en la propia casa de Fulvio. A todos los presentaba para la admiración del mismo como primos, sobrinos, tíos, hermanos; convirtiendo a la Doctora en uno de los seres más prolíficos de todo Shanghái.

 

El quebradero de cabeza seguía siendo era introducir el mapa en la cárcel, entregarlo al oficial comandante de los prisioneros. Sería una misión suicida. La idea era entregar el mapa de escape y suicidarse  para no dejar cabos sueltos en el camino. Los norteamericanos estaban en la prisión militar que estaba en el centro de un campo de aviación militar japonés, que defendía todo el sector de los B-24 Liberator que bombardeaban todas las costas de china

 

Todos sabían que los pocos Mitsubishi zero del campamento y sus pilotos  se dedicaban a bombardear los campamentos guerrilleros de los rebeldes  chinos e interceptar en lo posible a los bombarderos norteamericanos. Estas dos cosas las hacían muy mal, pero lo que si hacían muy bien era cuidar celosamente a los prisioneros Norteamericanos, para impedir que escapasen. .

 

¿Cómo entrar?, ¿Cómo hacer el suicidio sin dejar cabos sueltos?, todos en la reunión se mantenían en tenso silencio y decidieron dejarlo a la suerte. Pusieron una botella vacía de cerveza y le dieron vueltas. Esta inevitablemente se detuvo y apunto al que haría la misión. Apuntó directamente a Madame Moonlight.

 

Lo haré--dijo la joven firmemente, viendo la botella que sellaba su destino.

 

No--ordenó la doctora--eres muy valiosa en el trabajo con Namura. Esa línea de trabajo no se va a  perder.

 

Cuando aceptamos los retos, son con todos los riesgos. Entregare el mapa.--dijo finalmente la joven, cubriendo a la reunión con un pesado silencio.

 

 

 

                                                       VI

 

 

 

Po Leung Ba estaba más que orgulloso de pertenecer al ejército imperial japonés. El se autodenominaba como un japonés nacido en Nankíng. Era un avezado oficial de la inteligencia naval japonesa, de allí paso a la terrible policía militar japonesa. No le perdió huella a su hermana. Sospechosa de pertenecer al Kuomintang, pero el cerco que Namura  impuso la convertían en un ser inaccesible inclusive para él. Su devoción a Japón era tan grande que acepto y justifico la muerte de sus padres a manos de sus adorados superiores.

 

Las cosas estaban mal. El glorioso ejército imperial japonés solo conocía derrotas en China. Pero los japoneses eran tercos, crueles, y demasiados valientes. Sin embargo los rebeldes cada vez eran más osados. Las venganzas japonesas cada vez más terribles. Perderían la guerra, pero dejarían la tierra ocupada completamente arrasada. Po Leung era tan igual como el ejército japonés, muy ordenado, nunca se descomponía, sin piedad para los enemigos ni para el mismo. Po Leung tenía misiones que hacer. Seguiría vigilando las ruinas por donde a veces veía entrara a su hermana. Era un secreto a voces que el mismo había denunciado a sus padres y entregado su fortuna a sus superiores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                          VII

 

 

 

Fulvio veía las reuniones secretas en su casa ; todo eso le olía muy mal. Fino italiano siempre tenía un presente para las damas y una sonrisa afectuosa con los hombres.

 

Debo ir a Tietsin-- dijo en los cinco minutos en que podía hablar con la torturadora de su alma--- Tengo que buscar a unos militares italianos. Mis camaradas de armas no se muestran muy pro japoneses y ahora que Italia se rindió, su corazón está con la resistencia. Namura sabe que soy su más terrible rival. No quiere obstáculos.

 

No sé de qué cosa será rival de Namura--le dijo Madame Moonlight sin verlo y sintiendo muy cerca la alta presencia del hombre en su espalda.

 

Namura me  teme. El sabe perfectamente de la costumbre italiana de robarse a la muchacha. Cosa que solo después de 56 veces muerto dejare de intentar.—dijo Fulvio acercándose en lo posible, para ver el imperceptible paso que se alejaba de el

 

Madame Moonlight sonrió de soslayo. Su corazón latía locamente. Por la turbadora presencia del hombre y por que Namura lo mandaba a la muerte. Si fallaban los rebeldes, el lo haría y les lanzaría la culpa.

 

¿Cuando se irá?--le preguntó con los labios blancos de miedo, evitando mirarlo de frente, con los ojos bajos sintiéndose extremadamente vulnerable ante él.

 

Me iré en la madrugada. Quizás sea la última vez que te vea. Si muero mi corazón quedara en ti--le dijo sádicamente sintiendo el estremecimiento de la muchacha.

 

¿ Esos militares se vendrán pacíficamente con usted?.

 

Muy difícil. Los italianos somos un pueblo terco y decidido. Todos estamos con la libertad. No podemos aprobar lo que sucede aquí.

 

Solo usted--dijo la muchacha con dolor.

 

Recuerda a Shakespeare--dijo Fulvio evadiéndose---Romeo y Julieta se sitúa en Venecia. Nos gustan los amores trágicos. En eso somos iguales a los chinos. Solo quiero un beso y podre morir en paz--susurró Fulvio acercándose lentamente, soplándole suavemente en las mejillas a la joven mientras le daba vuelta suavemente--No dices nada. ¿No te importo entonces?.

 

Ella no contestó. Mil veces soñó con éste momento; sencillamente no sabía cómo actuar.

 

Si le pidiera que no fuera--atinó a decir la muchacha cara a cara ante su amor, después de voltearse rápidamente y verlo.

 

Yo te pediría que renuncies a eso que no se que haces pero que no me gusta.—dijo Fulvio Viéndola directamente, a pesar de saber que era una descortesía entre los chinos actuar de esa forma; pero es que no podía renunciar a verla

 

No puedo renunciar a lo que no se qué hago-dijo la joven aterrada al ver que el hombre se acercaba a besarla. Era un salvaje grosero. La miraba directamente. Eso era una descortesía inmensa de ese bárbaro.

 

Fulvio la tomó. Justo cuando se disponía a besarla ella huyó.

 

Déjame irme--suplicó con un hilo de voz apelando a su última defensa.

 

Fulvio la soltó dolido. Esta mujer quería arrodillarlo y de segur  así, el dejaría en pañales a Namura.

 

La joven desapareció huyendo en medio de la ruinas. Fulvio la siguió a la oscura calle. No la consiguió. En medio del silencio de la negra noche grito.

 

¡Eso es lo que quieres?.¿Me quieres arrodillado?.¿Quieres que grite que te amo?. Pues si te amo---grito en italiano arrodillado en el medio de la solitaria calle.

 

  Inmediatamente dos tiros levantaron polvo junto a él y un reflector lo cegó. Una patrulla japonesa se detuvo justo frente a su cara . Fulvio golpeo con furia dos veces el piso con sus puños. Está era una tierra en la que ni siquiera se podía amar ni estar despechado.

 

Horas después un desolado Fulvio estaba compartiendo un té con la doctora.

 

Es un tigre muy difícil de domar. Tiene miedo de amar.

 

Y yo de perderla--dijo Fulvio indiferente al peligro que viviría en las próximas horas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                       VIII

 

Horas más tarde , en el segundo set , en el Moonlight, una triste Madame Moonlight recitó unos poemas que hicieron entrar en desesperación a Namura; la muchacha estaba irremediablemente enamorada. Lo demostraba a cada rato. Sin embargo la joven fue hasta la mesa y compartió como siempre con el general. Se atrevió hasta darle un beso en la mejilla al hombre, que lo revivió inmediatamente.

 

Mi vergüenza ante su excelencia es infinita--dijo la joven cabizbaja y contrita--pues en mi baile de tango que realice solo para su disfrute, fue evidente mis fallas y errores. Siento que lo avergoncé delante de sus subordinados. Su deferencia es tan grande que me perdona tal insulto.

 

De ninguna manera--dijo el general encantado ante esa aproximación tan repentina de la joven. El futuro presentaba posibilidades.

 

Por eso esta desdichada mujer pide y suplica un favor--dijo la mujer destruyéndolo con esos inmensos ojos negros desde sus oblicuos parpados

 

Pero bien mío. ¿Cómo podría negarme?--dijo el general absolutamente hipnotizado. Si a Madame Moonlight se le hubiera ocurrido pedirle la rendición del ejército japonés, sin duda la habría obtenido del general sin rechistar.

 

Quisiera suplicar a que interceda ante el  Mayor Gallipoli que entregue sus misteriosos conocimientos del baile del tango a mi humilde persona.

 

Pero. Si la ejecución fue perfecta.—exclamó sorprendido el Comandante

 

Madame Moonlight ocultó su rostro entre sus manos y sollozó temblorosamente para ocultar su vergüenza.

 

¡No por favor¡--dijo entre grandes lagrimas--Mi baile fue un desastre y quede entredicho ante todos los presentes. Pido disculpas por la ofensa ante su excelencia.

 

Pero. ¿Es que acaso?.

 

Efectivamente--dijo la muchacha sin dejar de sollozar---Se lo pedí. Pero es un hombre occidental duro de corazón, egoísta en extremo. No quiso ni oírme mucho menos enseñarme.

 

Le va la vida--dijo amenazadoramente el general, como si tuviera a Gallipoli enfrente de él; adicionalmente sintiendo alivio al ver que el hombre no tenía intenciones en la muchacha.

 

 

 

                                                    IX

 

 

 

Amaneció. Fulvio vio el Toyota negro y un camión blindado de transporte 97-Te-Ke Los camiones Japoneses Nissan 6x6.. de muy mala calidadcon una sencilla ametralladora. Lo bueno eran los soldados. No retrocederían ni después de muertos. 

 

A Fulvio eso no lo aliviaba en nada. Ya esta guerra no era de él pero ni de lejos. Sería un viaje fastidioso y cansón por la costa, más de 1300 kilómetros, peligroso en ida y vuelta . Nadie garantizaba que los italianos en Tietsin fueran a obedecerle, teniendo todos tan igual que él, absoluta simpatía por USA e Inglaterra y por el valiente pueblo Chino.

 

Mafangulo--dijo para nadie el mayor al montarse en el Toyota y salir rodando a 30 Kilómetros por hora de la ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                              X

 

 

 

Namura había dado la orden de regreso del Mayor. Pero ya este había partido.  Hizo lo conveniente. Lo mando a buscar.

 

Mientras tanto Fulvio en la carretera veía las columnas de tanques Tipo 89 Hi-Go; lo más pesado del armamento Japonéshttp://director.io/tanquesyblindados/articulos/2gm/eje/tipo92/type92heavyarmouredcar.jpg, junto al constante ir y venir de convoyes de camiones con tropas de refuerzo. Eso significaba que las cosas no estaban bien. Ni más ni menos.

 

Las patrullas y convoyes japoneses haciendo moustrocidades en China

 

 

 

En ese momento Madame Moonlight sentada en una sencilla silla, en medio de su camerino, en perfecto silencio tomaba té. Miraba la desnuda pared. Diez años teniendo un capricho. Pero el capricho ahora era realidad y sus sentimientos la atrapaban, la mordían, la desgarraban. Veía el  deseo de saciar su hambre en su cuerpo. Eso era lo que suponía en la mirada de él. De paso era un cruel malvado. Se despedía diciendo que se marchaba para que lo mataran para disfrutar de su desesperación. La joven comenzó a soltar lagrimas amargas. Recordó como desde las ruinas lo vio arrodillarse y gritar en un idioma que no conocía. Recordó ver el joven arrodillado casi enfrente del camión japonés. Vio el respeto de ellos hacia él. Un enemigo. Fulvio era un enemigo. Ella estaba pidiendo y humillándose ante un enemigo, dispuesta a dar todo, por un enemigo. La joven lloró con vergüenza y rabia por un tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                      CAPITULO 3

 

 

 

 

 

Mientras Fulvio maldecía mesmerianamente dentro del auto , rabiando el hecho de tener muchos meses sin jugar Calccio".

 

La célula rebelde efectuaba  su reunión y chequeaban las órdenes. Los japoneses estaban extremadamente activos. Habían reforzado mas todavía los controles. No se permitía llegar a 25 kilómetros del aeropuerto militar que contenía a los prisioneros. Los norteamericanos estaban absolutamente aislados y por momentos era imposible ejecutar el plan de evasión. Los servicios de inteligencia japoneses habían puesto varias carnadas, pero ni los comunistas ni el Kuomintang caían  en esas trampas.

 

Se mantenía la actividad de resistencia marginal. 5 emboscadas que dieron como resultado unos 60 japoneses muertos, 4 camiones y un tanque pesado. Pero 300 guerrilleros cayeron en combate y casi 2000 detenidos y desaparecidos.  Los Norteamericanos comenzaron a bombardear a los muelles y  las refinerías de Shanghái.

 

La doctora Jia Xiang quiso reunirse en privado con Marina.

 

Deberás controlarte-le dijo a la muy seria joven--El es un enemigo y por ende es un blanco militar. Varios directores de sección están disgustados por tu loco proceder.

 

Soy una militante disciplinada.--se defendió la joven,-- pero no puedo imponer silencio a las angustias de mi corazón.

 

Pero no sabes controlarte junto a él. Ya estamos en su propia casa y la situación es tan difícil que debimos aceptarlo. El no es confiable. No debes olvidarlo.

 

Son demasiados años amándolo. Es real y está enfrente de mi...Le intereso. Al menos eso creo--se defendió diciendo mas para ella que para la doctora.

 

Es una debilidad inaceptable.—le replico la comunista ,marxista, leninista, maoísta Doctora, quien laboraba en los Tigres del Kuomintang, producto de las alianzas entre los Dragones Mao y Chang Kai Seng

 

Por eso deberé hacer suicidio cumpliendo mi labor. —dijo la otra con los ojos neutros

 

El suicidio ritual es también una inaceptable costumbre japonesa. —replicó la otra dentro de su disgusto dialectico.

 

Pero estoy muerta. Desde que perdí a mi familia y me enamoré de un enemigo de raza diferente, estoy muerta...Mi corazón sangra. Pues a la postre se que le soy indiferente.

 

Eso no es lo que ni los directores ni yo vemos--le contestó la otra preocupada y por momentos volviendo a ser mujer---Creemos que el esta de rodillas, creemos que puede hacer cualquier cosa beneficiosa solo para complacerte.

 

Es su deseo de la carne--dijo la joven transfigurada de dolor-- que lo hace fingir así. Es su avasallante belleza que quiere proclamar su triunfo en mi cuerpo. Me quiere allí; me seduce nada más con su presencia y su mirada. En cada instante pierdo la batalla ante su odiosa insistencia. Le intereso es verdad, pero no como yo quiero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                 I

 

 

 

 

 

Po Leung estaba feliz. Comandaba un destacamento. Aunque tuviese que cumplir una misión un poco fuera de lo común. El invierno se mostraba y se veía que sería crudo. Eso haría que se multiplicaría por millones la actividad de los insurgentes.

 

Vio a lo lejos el humo y el fogonazo de los disparos. Dos explosiones con el inevitable ruido de un blindado al estallar.

 

¡Un combate¡--grito con alegría, acelerando el camión , mandando a su tropa a cargar municiones. Montaron con rapidez una ametralladora y comenzaron a disparar sin ton ni son.

 

¡Vengan perros que aquí llegó Po Leung a darles el desayuno¡--gritó sumergiéndose en el combate.

 

Llegaron para ver un auto volteado y un blindado destrozado. Muchos heridos japoneses, junto a  muchísimos guerrilleros muertos. Los soldados de Po comenzaron a rematarlos de inmediato. Hasta que vio a un extranjero agarrándose a puñetazos con sus soldados para impedir el remate de los guerrilleros.

 

Cuando difícilmente el extranjero entró en razón. Muy lentamente Po se le acerco, le dio vueltas, como quien ve a un toro listo para ser evaluado y llevarlo al matadero.

 

¡Vaya¡. Un Nazi--dijo el joven con sarcasmo y desprecio.  Continúo viendo al otro que se guardaba su humeante pistola.

 

Oye "boche"--le dijo Po, después de escupir en el piso, muy cerca de las botas del otro , haciendo gestos de ambos--¿hablas japonés?.¿Me entiendes?.

 

Si. Soy el Mayor Fulvio Gallipoli, del Fascio del Duce.

 

¿Qué?..¿Qué?.¿Qué?--dijo el otro remedándolo-- Fulviiioooo Gal--Iipol---li.

 

Soy Del ejército italiano. Voy en la búsqueda de mi gente en Tietsin--aclaró el otro, molesto con el enanito que lo veía con cínica sonrisa.

 

Pues parece que te duelen mas los chinos que tus propios soldados--dijo el hombre , mientras se dirigía a un japonés herido

 

---¿Te puedes parar?. Le grito al soldado. Éste negó con un gesto. Po sin ninguna ceremonia le disparó en la cabeza.  Sin ver más al cadáver se dirigió e hizo lo mismo con otros heridos. De repente pareció recordar de nuevo al italiano y se acercó al hombre.

 

Yo soy Leung Po y nos vamos para Shanghái inmediatamente. Adelante están Mao Tse Tung  y Chang Kai Seng y hoy no quiero hablar con esos señores.

 

Sobre mi cadáver. Voy a Tietsin y respondo ate mi general  Namura por ello.—replico irritado Fulvio, conteniéndose para nop pegarle un tiro al miserable.

 

Po Leung  asintió comprendiendo al hombre. Hizo un gesto con la boca sosteniendo con una mano su barbilla. Después se la rasco y dijo entre dientes "qué diablos". Inmediatamente giro a velocidad extraordinaria sobre sí mismo, descargando un fenomenal golpe sobre el otro dejándolo fuera de combate de inmediato.

 

Pues Namura lo dirá--dijo cargando el pesado cuerpo del italiano , haciendo gestos a su gente para partir inmediatamente de regreso.

 

 

 

Una semana después llegaron las noticias. Un extranjero fue víctima de una emboscada,  aparentemente había muerto junto a unos 30 japoneses.

 

Madame Moonlight asimiló el golpe con silenciosa entereza. Casi inmediatamente un atentado contra el depósito de municiones estableció por ende la ley marcial en estricto.  Se mantuvo en la casa ruinas de Fulvio junto a la doctora. Prácticamente toda  la ciudad se rebelo y el combate era continuo. Sus órdenes eran esperar, pues no podían arriesgarse a caer y dejar al descubierto el plan mayor.  Revisó el cuarto ruinas de Fulvio. Vio su impecable uniforme. Vio sus fotos. Vio su limpio y sencillo catre japonés. Vio su navaja de afeitar. Sus pisa corbata de oro y sus yuntas. Un anillo de oro. ¿Será de una esposa?. ¿Habrían hijos?.

 

Se desnudó y  acostó en el catre de él. Estaba el cuarto lleno de zancudos a pesar del inclemente frio. Se arropó con su sabana. Aspiro el suave olor varonil del hombre. Olía a buen vino, a hombre que jugaba futbol, hacia el amor con pasión y experiencia en cada amanecer, a degustar el teatro y tomar café en la

 

V ia Veneto. Se dio cuenta que la doctora Xia Jiang dormía justo al lado. Una mujer hecha y derecha. Tan madura, atractiva  y activa como él. Unos rabiosos celos la mordieron, le hicieron fruncir sus bellos labios. De pronto la realidad la golpeo.

 

¡Dios mío¡--dijo entendiendo de pronto la  noticia. Un miedo espantoso la atacó. Miedo. Miedo a todo.

 

En el amanecer Marina se levantó, tendió impecablemente la cama. Vio la camisa de Bersaglieri. Con cuidado y respetó la tomó, como viuda la agarr´´o de herencia. Haciendo caso omiso al toque de queda se internó en las calles en ruinas, eludiendo a las patrullas japonesas que pululaban por todo Shanghái.

 

 

 

                                            II

 

 

 

Fulvio se pasó la lengua , con alegría vio  que tenía todos sus dientes. Una semana de retorno y trabajo administrativo dentro de la base ,que era bombardeada  hora  a  hora, por los P-37 Mustang, los Corvair y hasta los Mitchel B-24 Liberator de los norteamericanos. El fin venia a pasos agigantados.

 

“Supongo que no llegue a Tietsin” se dijo en medio  del patio viendo el evolucionar de los Thunderbolt americanos en combate con los Mitsubishi zeros en el azul cielo de Shanghái. Combate desigual. La SUPERIORDIAD NORTEAMERICANA ERA MAS QUE EVIDENTE Y los zeros caían como moscas al mar.

 

Para recompensar a Fulvio recibió un reluciente Datsum y un nombramiento militar japonés. Las cosas estaban peor. Los italianos en Tietsin presos por no querían combatir con los japoneses. Para los japoneses semejante actitud era la suma de todas las cobardías y deshonores. Por su parte  el en medio de ellos ascendiendo vertiginosamente. Se montó en el Datsum y salió a toda velocidad indiferente al fuego aéreo de ametralladoras con que los P-37 Mustang regaban por todo el sector.

 

Rose rose per te--- tarareaba manejando velozmente por las solitarias calles mientras las bombas caían por todos lados.. ¿Como andiamo?. --decía para nadie viendo la magnitud de las explosiones. Con un brutal frenazo lleno a sus ruinas y descendió a la carrera hacia la derruida casa.

 

Dios mío. El espíritu del mayor ha regresado para aterrorizarme-gritó la doctora en Ingles al ver a Fulvio muy campante en medio de las ruinas viendo el maniobrar de los P-37 que continuaban bombardeando impunemente la ciudad. Los portaviones norteamericanos cada vez estaban aproximándose más cerca y ya no había forma de detenerlos.

 

Mi espíritu, mi cuerpo y mi hambre atroz ha regresado--dijo divertido el mayor alzando por el aire a la doctora quien se convenció que el atractivo hombre estaba de vuelta, completo y bello gracias al amor de Madame Moonlight.

 

Fulvio se mantuvo hablando en ingles con la doctora. Ni bajo tortura confesaría que entendía al chino mandarín. Sus mañas italianas.

 

Voy a dormir hasta 1950--anuncio el mayor, quien minutos después se daba un bestial baño de agua fría que lo hizo gritar hasta el cielo . Fue a acostarse en su catre completamente desnudo.

 

Pero. ¡Qué divino¡--dijo llevando con su manos hasta su rostro, aquel aroma tan espectacularmente femenino, dulce, fresco y femenino que emanaba de su catre---¡Princesa¡. Que no me dejas en paz ni un minuto. Tú aroma me persigue, me enloquece. Después abrazó aquella almohada y hundiendo su rostro se durmió como un bebe.

 

 

 

                                                     III

 

 

 

Madame Moonlight tomó su decisión. Debido a su educación y a la ocupación japonesa conocía las costumbres de ellos.

 

Llevó al escenario un arreglo floral; un IKEBANA. A pesar de su conmoción interna lo hizo ella misma . Por eso llevaba crisantemos blancos indicando que su corazón estaba muerto, pues muerto estaba el dueño de su amor, por eso, poco le importaba ya el sufrimiento de su cuerpo. Uso el estilo maribona, donde el paraíso (shin) estaba en la esperanza, el hombre (sue)estaba disminuido,  lo corto de sus ramas en ese sector y la tierra (hikae) estaba muy corta, demostrando que ya la vida no le importaba.

 

Madame cantó. Otra noche de nostálgico dolor; que fue percibido por Namura. La pieza se brindaba, pero le negaba su corazón, pues éste estaba enterrado junto a un cadáver. Ese era el triunfo del Teniente General.

 

Esa misma noche se comería su presa.--pensó satisfecho apurando su whisky. Recibiendo las miradas de aprobación de su sequito.

 

Madame Moonlight, rabiando el ser una china obligada a adoptar costumbres japonesas; imitando la costumbre de las geishas preparó una cajita de regalo. Sólo tenía un mechón de su negro pelo. La pasaría por debajo de la mesa. la pondría en las manos del teniente general.  Cantó con los ojos cerrados para que dios no viese sus ojos húmedos de dolor. Era víctima de su capricho, la vida la juzgaba y la condenaba.

 

Terminó de cantar.  Fue hacia su destino. Caminó hacia la mesa, llevando el pequeño regalo para el general oculto en su traje de lentejuelas y seda roja.

 

Namura estaba severo. Su rostro preludiaba su violencia por tanto tiempo contenido. La joven se sentó al lado del general y guardó silencio.

 

Mi brazo ha sido torcido--le dijo el hombre--pero no puedo luchar contra los sentimientos de mi alma. Es simple para ti. Eres joven y sabes amar. Ese es mi miedo--interrumpiendo su discurso al ver desconcertado a la penumbra por donde venía en medio de la humareda la figura alta y esbelta del simpático y bien parecido Gallipoli, quien con amplias sonrisas saludaba a todos de acuerdo a las costumbres japonesas.

 

La joven en perfecta lentitud abrió la boca para ver al fantasma que tenia la cualidad de ser sólido pues se abrazaba con todos, reía y bebía sake, mientras indefectiblemente se acercaba hacia ella. Ella detuvo su mano que llevaba el regalo que estaba muy cerca de la de Namura, guardando otra vez el regalo. El general había ocultado la información. Después que la poseyera se lo diría. Pero de alguna forma Gallipoli había encontrado la forma de salir del cuartel y se dirigió directamente al Moonlight.

 

Por favor Mayor Gallipoli San--ordenó el Teniente General, disimulando con una alegría que ni de lejos sentía-- Siéntese a mi izquierda.

 

El joven con una profunda reverencia lo hizo y quedó justamente al lado de Madame Moonlight.

 

Fulvio se sentó,  en lo que se acomodó y se disponía a levantar su mano para recibir el vaso de whisky Old Sontori, sintió la mano de la joven que le entregó algo viéndolo directamente a los ojos, dejándolo en desconcertado trance hanta tanta belleza que cada vez era mas y mas imponente . El joven apretó con su mano el supersticioso regalo que  era la mayor de todas las divinas promesas.

 

El Hatakimuri. Fulvio no sabía el trasfondo de ese regalo. Es que en los orientales lo que más significaba no era lo dicho; era lo que se daba en silencio. Namura y todos los demás se dieron cuenta del imprudente movimiento; pero guardaron silencio.  Definitivamente todos se dieron cuenta de todo lo que había sucedido.

 

Quisiera que usted enseñe a Madame Moonlight san los secretos del arte del baile del tango--dijo rompiendo el gélido silencio el Teniente General.. Eso será para mi mayor placer. Aunque claro está es su decisión.

 

Será un placer extremo para mi servir a los designios de su excelencia Namura San--dijo midiendo el peligro Fulvio.

 

¿Cuándo podrá?--pregunto un supuestamente interesado Namura.

 

Será decisión de la Madame.

 

Que sea mañana--decidió por la joven Namura, brindando por su triunfo delante de todos--Kampai. ¡Kampai¡.

 

¡Kampai¡--gritó todo el bar.

 

Los dos hombres brindaron, viéndose directamente a los ojos. Una sonrisa cruzo por ambos rostros. Namura sonrió malévolamente, con los ojos brillantes. El ganaba. El otro perdía.

 

Madame Moonlight entendió que había llegado la hora de pagar. Los edecanes se levantaron prestamente a buscar los vehículos de la caravana. Fulvio entendió igualmente. Moonlight había comprado su vida y pagaba con su mizuage, si es que lo tenía.

 

Moonlight fue a su camerino. Se vio en el sencillo espejo. Ella era la misma Reina que usaron los  dos hombres en el particular juego de ajedrez de ambos. Takeo pudo haberla violado cuando quisiera. Pudo convertirla en su geisha particular. Pero estaba encantado en su juego diario de despechado senil de todas las noches, hasta que llegó Fulvio y lo asustó. Ahora Namura quería hacerla suya de una vez para ahuyentar sus temores. Estaba  acorralada. Con la mente en blanco y deseando que fuese rápido salió al estrecho pasillo.