Capítulo 1

Empezando

—Joder, gracias por esto —farfulló James cuando entraron en su coche—. Necesito poseerte.

Chloe se quedó helada.

—¿Qué? ¿Ahora?

—Sí.

—Pero… pero… ¡estamos en el coche!

—¿Qué importa? Ve al asiento de atrás.

—Pero…

El rostro ansioso de James apareció frente al suyo.

—Por favor, C, por favor. Tengo que parar de pensar en esto. Me he estado volviendo loco durante todo el día, necesito un respiro. Por favor.

Ella se mordió el labio en un esfuerzo por evitar huir. Únicamente había dicho sí y él ya estaba esperando que se acostara con él. No estaba segura de estar preparada.

Diablos, ¡ni siquiera sabía si estaría preparada alguna vez!

—Y si… —se humedeció los labios—. ¿Me ocupo de ti?

—¿Quieres hacerme una mamada?

—Esto… supongo. —En sí, no era lo que deseaba. Pero era mejor que la alternativa, ¿no?

—¿Eh, por qué no? Por ahora debería solucionar el problema —dijo él antes de abrirse bruscamente los vaqueros. Ella observó, con los ojos bien abiertos, como se bajaba los bóxer. Su erección apareció de golpe—. Ah, esto está mejor —dijo mientras se recostaba en el asiento.

Chloe miró las inmediaciones del estacionamiento que estaba casi vacío. Al sol que se filtraba a través de las ventanas tintadas del coche. Agradecida por aquello, pensó mientras respiraba profundamente y por fin obtuvo un buen vistazo de él. No era demasiado grande. Eso era bueno, especialmente si se suponía, ya sabes, que tenías que tragártelo hasta el fondo. No es que antes lo hubiera hecho pero seguramente no debería ser tan complicado.

Él estaba acostumbrado a tener sexo con fans o amiguitas, o… bueno, es decir mujeres con experiencia, e iba a parecer una boba. Estaba segura. Él iba a decirle que parara y que se buscaría a otra.

Pero esto era lo que ella quería ¿no? ¿Que se fuera a buscar a otra para aliviar sus ansias? Entonces, ¿por qué se le encogía el corazón al pensarlo? ¡Corazón estúpido!

Antes de poder auto-convencerse, se inclinó entre los asientos e intentó encontrar una posición algo más cómoda. Era bueno que su 4Runner fuera enorme, pensó cuando estuvo cara a cara con su polla. Bueno, hola ¿qué tal?

Casi le entra la risa tonta de puro temor y desesperación, pero se obligó a descender.

—¡Vamos, nena, me estoy muriendo de ganas!

Alzó la mirada a tiempo para verle agarrar el volante con ambas manos y apretar. Tenía los brazos tensos, el rostro casi tan rojo como su excitación.

—Vale. Vale —repitió Chloe—. Puedo hacerlo —susurró, haciéndole cosquillas con su respiración.

Él gruñó, haciéndola saltar.

—¡CHLOE!

—Sí, sí, ya voy. Ya voy. Ya… —Los dedos masculinos le envolvieron la cola de caballo y le empujaron la cabeza hacia abajo—. ¡Eh!

—¡No te entretengas y sigue!

Su voz sonaba ronca, en absoluto como era normalmente. Por fin se dio cuenta que al decir sí, no tenía elección, se concentró en el hecho de que él la necesitaba y abrió la boca.

Sabía salado y no demasiado desagradable. Igual mejor de lo que se había esperado. Él gruñó cuando le pasó la lengua alrededor de la punta y luego bajó por un lado.

—Sí, nena, eso es. —Ella casi pone los ojos en blanco ante su entusiasmo. Considerando que no estaba haciendo mucho, parecía un poco, bueno, un mucho. ¡Hombres!— Chúpame, nena. Quiero sentir tu boca.

Vamos allá. Se tranquilizó y luego abrió los labios bien abiertos. Entró de golpe casi ahogándola con su prisa. Retrocediendo, tomó una profunda bocanada y lo intentó de nuevo. Casi levantó la mirada para echarle una bronca cuando se dio cuenta de que no quería verle la cara. Los ojos sobre ella. No, era mejor si se olvidaba de quién era. Después de todo, la estaba llamando nena así que seguramente él estaba haciendo lo mismo. Quizás incluso se estaba imaginando a otra ahora mismo. Alguien con mejores aptitudes y un cuerpo más bonito.

Alguien que no fuera su asistente.

Abrió la boca y puso todo su empeño.

* *

Al contrario de la creencia popular, esto no era más fácil con el tiempo.

Tenía las mandíbulas trabadas, el rostro acalorado pero él seguía bombeando. Las caderas masculinas subían y bajaban, la punta seguía golpeando el fondo de su garganta e hizo todo lo que pudo para no apartarse de un tirón. Nunca había sido propensa a vomitar y eso estaba pero que muy bien. Entre eso y las manos sobre su cabeza ella estaba considerando seriamente en desistir.

Pero por fin, llegó el momento. Él paró de empujar, se sacudió hacia arriba una última vez y se vació en su boca. Un rugido en voz alta sonó en todo el coche pero ella lo ignoró, demasiado ocupada en intentar tragárselo todo.

¡Jo tío al menos podría haberla advertido! ¿No era eso lo que hacían los hombres educados? Estaba bastante segura que lo había leído en el Cosmo o en alguna revista del estilo.

—Joder —soltó el aliento, las manos soltándole el cabello mientras se desplomaba de espaldas.

—Eso estuvo bien.

Chloe se humedeció los labios luego frunció el ceño cuando intentó sentarse. Le dolía la espalda y tenía las piernas acalambradas. ¡Todo fue estupendo! Haciendo su mejor esfuerzo para ignorarle mientras se arreglaba la ropa, se incorporó y miró al exterior. El mundo había seguido sin ellos. Nadie estaba mirando el coche como si los hubieran visto. La gente pasaba a su lado o entraba en el Starbucks como si todo fuera normal.

Excepto que no lo era. Y nunca lo volvería a ser.

Le había hecho una mamada a su jefe.

¡Socorro!

Al fin lo miró por el rabillo del ojo y se dio cuenta que no se había movido. Parecía drenado, como si hubiera corrido una maratón en vez de haber recibido algo de goce.

Sacudiendo la cabeza, abrió la puerta y se deslizó fuera. Rodeando el coche, abrió la puerta de él y le dijo:

—Sal pitando. Yo conduciré.

—¿Eh? —James levantó la vista con los ojos desenfocados.

—Rápido, al asiento del pasajero. Te llevaré a casa.

—Ah, vale. —Hizo lo que le pidió y apenas logró abrocharse el cinturón. Ella se obligó a no hacer comentarios y en cambio se concentró en la carretera. No quería pensar en lo de antes. Nanay—. Gracias C.

¡Maldito James!

—De nada —contestó, sin estar segura de lo que dictaba la etiqueta en tales ocasiones. ¿Me alegro de haberte hecho una mamada?

—Me siento mucho mejor.

—Me alegro —le soltó en respuesta.

Él estuvo en silencio durante un rato pero podía notar sus ojos sobre ella.

—Pareces un poquito tensa. ¿Te hice daño? Creo que estaba un poco fuera de mí al final.

¡¿Lo crees?!

—Nop.

—¿Estás segura?

—Sip.

—¿Chloe?

—¿Sip?

—No suenas bien.

—Estoy bien.

—¿Estás segura?

—¡Ya dije que sí, James! —Le soltó otra vez.

—Nunca me hablas así, nena. No estás bien. ¿Es por lo que ha pasado? Porque dijiste que sí y en serio que no podía esperar más. Y, ya sabes, tú fuiste la que sugeriste el sexo oral…

Ella lo cortó.

—¡Ya lo sé! Ahora ¿podemos dejar de hablar de esto? ¡Estoy intentando conducir!

—Eh, vale. Lo hablaremos tan pronto como lleguemos a casa.

—¡Ahhhh! —explotó al final. Desviándose a la derecha, redujo hasta pararse y casi se da contra un poste. Su turno de asir el volante con las manos apretadas.

—Te dije que no estabas bien. —Ella cerró los ojos pero no, él siguió hablando—. ¿Por qué me dijiste que sí si no querías pasar por esto? ¡Si no, no te habría tocado!

Joder, eso dolía. Se mordió el labio e intentó con toda sus fuerzas no echarse a llorar.

—Yo solo… no estoy acostumbrada a esto, eso es todo —logró decir al fin.

—¿Acostumbrada a esto? ¿Qué significa?

—Ya sabes, sexo sin sentimientos. No creo que sea muy buena en esto así que por qué no te…

—Eres genial, nena. No te preocupes.

El maldito hombre estaba siendo obtuso a posta. Le había llevado siglos el correrse y sabía que esto había sido porque ella era mala en el asunto. Había estado tan excitado que no debería haberle costado más de un par de minutos. ¡Ella lo sabía, él lo sabía y aún así todavía la mentía!

—¿Quieres que coja el volante?

Dejó caer la cabeza. Estaba perdiendo la batalla ¿no?

—Claro, si quieres. —Comprobó el retrovisor y abrió la puerta, se deslizó fuera del coche una vez más. No había nada que discutir cuando él se comportaba de esa manera. Era demasiado bueno ignorando las cosas de las que no quería darse cuenta.