Introducción: por qué es necesario un nuevo pensamiento sobre el pensamiento

INFORMACIÓN Y PENSAMIENTO

 

La información es muy importante. La información es fácil de enseñar. La información es fácil de comprobar. No es sorprendente que una parte tan grande de la educación se dedique a la información.

El pensamiento no sustituye a la información, pero la información puede sustituir al pensamiento.

Casi todas las definiciones teológicas atribuyen a Dios un conocimiento perfecto y completo. Cuando el conocimiento es perfecto y completo no hace falta pensar.

Podemos conseguir toda la información en un campo determinado, y entonces ese campo se convierte en un asunto rutinario en el que no hace falta pensar. En el futuro los ordenadores se encargarán de estos asuntos rutinarios.

Mientras no tengamos una información completa tendremos que pensar para utilizar de la mejor manera posible la información que poseamos. Cuando los ordenadores y la tecnología informática nos proporcionen cada vez más información también deberemos pensar para evitar que toda esa información nos abrume y nos confunda.

Cuando se trata del futuro hay que pensar porque nunca podemos estar perfectamente informados sobre el futuro. La creatividad, el diseño, el emprender y realizar cualquier cosa nueva, requieren pensamiento. Tenemos que pensar para utilizar mejor la información que también está a disposición de nuestros competidores.

Por lo tanto, la información no basta. También hay que pensar. Lamentablemente, se nos plantea un dilema difícil. Toda información es valiosa. Cada nuevo bit de información tiene un valor creciente porque aumenta el conocimiento del que disponemos. Así que ¿cómo reducir el tiempo dedicado a la enseñanza de la información por disponer de tiempo para enseñar las destrezas necesarias para hacer el mejor uso de la información? Evidentemente, hay que tener en cuenta ambos factores.

 

INTELIGENCIA Y PENSAMIENTO

 

La idea de que la inteligencia y el pensamiento son lo mismo ha llevado a dos conclusiones desafortunadas:

 

1. Que no hay que hacer nada por los estudiantes muy inteligentes porque ellos serán buenos pensadores automáticamente.

2. Que no se puede hacer nada por los estudiantes que no son muy inteligentes porque nunca podrán ser buenos pensadores.

 

La relación que hay entre la inteligencia y el pensamiento es semejante a la que existe entre un automóvil y su conductor. Se puede conducir mal un automóvil potente. Un automóvil menos potente puede ser conducido bien. La potencia del automóvil es su potencial, igual que la inteligencia es el potencial de la mente. La destreza del automovilista determina cómo se utiliza la potencia del automóvil. La destreza del pensador determina cómo se utiliza la inteligencia.

A menudo he definido el pensamiento como «la destreza operativa con la que la inteligencia actúa sobre la experiencia».

Frecuentemente, muchas personas inteligentes adoptan una opinión sobre un tema y después utilizan la inteligencia para defender esa opinión. Como saben defenderla muy bien nunca sienten la necesidad de profundizar en el tema o de escuchar puntos de vista diferentes. Éste es un modo deficiente de pensar y forma parte de la «trampa de la inteligencia».

En el diagrama de la página siguiente observamos que un pensador ve la situación e inmediatamente la juzga. Otro pensador ve la situación, después la explora, y sólo entonces la juzga. La persona muy inteligente podrá realizar muy bien las fases de «ver» y «juzgar», pero si falta el «explorar», el pensamiento será defectuoso.

Los muy inteligentes suelen resolver bien enigmas y problemas en los que disponen de todas las piezas. No son tan buenos en las situaciones que exigen encontrar las piezas y apreciar su valor.

 

Imagen

 

Por último, también puede darse un problema de vanidad. A la gente muy inteligente le gusta tener razón. Esto puede hacer que dediquen su tiempo a atacar y criticar a los demás, ya que es tan fácil demostrar que los demás están equivocados. También puede significar que las personas muy inteligentes no estén dispuestas a asumir riesgos especulativos por no estar seguras, en ese momento, de tener razón.

No hay, por supuesto, nada que impida a las personas muy inteligentes ser pensadores excelentes. Pero esto no se sigue automáticamente. Tienen que desarrollar la destreza de pensar.

 

INGENIO Y SABIDURÍA

 

En la escuela, en los acertijos, en los test, en los exámenes y en nuestros sistemas de valores, se pone todo el énfasis en el ingenio. Un joven listo puede ganar mucho dinero en Wall Street, pero su vida personal puede ser un desastre. El ingenio es un teleobjetivo. La sabiduría, un objetivo gran angular.

Prestarnos una atención mucho menor a la sabiduría que al ingenio, especialmente porque creemos que la sabiduría viene sólo con la edad y la experiencia y que no es posible enseñar sabiduría. Esto es una falacia. Se puede enseñar sabiduría. Una de las funciones principales de este libro es enseñar sabiduría. La sabiduría depende en gran medida de la percepción. Se trata de enseñar percepción, no sólo lógica.

 

¿TIENE QUE SER DIFÍCIL PENSAR?

 

¿Por qué siempre intentamos desarrollar el pensamiento de las personas proponiéndoles ejercicios demasiado difíciles para ellas? Es obvio que si el ejercicio de pensamiento es demasiado fácil no hace falta esforzarse, no hay sensación de logro y no se aprende nada. En casi todas las áreas del cultivo de destrezas (tenis, esquí, música, cocina) se emplean ejercicios moderadamente difíciles. En otras palabras: los ejercicios son factibles, pero al hacerlos tenernos que practicar las destrezas que poseernos. Esto incrementa la confianza y la facilidad de uso de la destreza. Los ejercicios casi imposibles destruyen la confianza. Por eso tanta gente deja de pensar. Lo encuentran aburrido por ser demasiado difícil. No es divertido hacer algo que no se puede hacer.

No creo que los rompecabezas, los puzles y los juegos matemáticos sean siempre buenos para enseñar a pensar. Por eso las tareas y ejercicios que proponemos en este libro no son difíciles.

Además, la creencia de que si se pueden hacer cosas muy difíciles también se podrán hacer todas las más fáciles no está confirmada por la experiencia humana. Muchas personas que pueden realizar hazañas mentales muy difíciles a veces son menos capaces de llevar a cabo tareas más sencillas.

 

CÓMO SER UN INTELECTUAL

 

La primera regla del intelectualismo es: «Si no tienes mucho que decir, complícalo tanto como puedas». Un verdadero intelectual teme la sencillez tanto como un granjero la sequía. Si no hay complejidad, ¿sobre qué va a trabajar o escribir?

A veces he hablado ante auditorios de educadores que más o menos me han dicho: «Haga su charla lo suficientemente complicada como para impresionarnos; pero entonces quizá sea demasiado complicada como para ser práctica».

Siempre se puede aumentar la complejidad de las descripciones. Si queremos podemos dividir un simple lápiz en diez partes y después describir cada parte y las relaciones entre ellas. Teniendo un puñado de conceptos se puede coreografiar la danza más complicada. No hay límite para los juegos que podemos hacer con las palabras.

Comentamos la complejidad ajena y también los comentarios de los comentaristas. Y así el proceso se alimenta a sí mismo. Muy pronto, el comentar se vuelve más importante que la creatividad y lo llamamos «erudición».

Algunos encuentran este proceso desagradable e inútil. Esto sucede especialmente con las personas interesadas en resultados prácticos. Acaban identificando «intelectualismo» y «pensamiento» y dejando de pensar. Es una lástima.

Se puede ser un pensador sin ser un intelectual. De hecho, muchos intelectuales no piensan particularmente bien.

 

PENSAMIENTO REACTIVO Y PROACTIVO

 

En la escuela resulta muy práctico ofrecer a los estudiantes hojas de trabajo, libros de texto y textos escritos en la pizarra. Después se les pide que «reaccionen» ante lo que tienen delante. Por estas razones prácticas casi todo el pensamiento que se enseña en la escuela es «reactivo».

«Aquí tienes esto. ¿Qué piensas de ello?»

No es fácil pedirles a los estudiantes que salgan y organicen un negocio. No es fácil pedirles a los estudiantes que resuelvan un problema real o emprendan un proyecto real. Simplemente no sería factible en un ámbito escolar.

También sucede que este tipo reactivo de pensamiento concuerda con la tradición intelectual de la erudición: ¿cómo reaccionamos ante lo que ya existe?

Pero la escuela y la educación no están orientadas hacia sí mismas. La vida real implica una gran cantidad de pensamiento «proactivo». Esto significa salir y hacer cosas. Toda la información no está dada; hay que encontrarla. Las cosas no se hallan delante de uno. Sentándose simplemente en una silla no se consigue nada. Es fácil comer en un restaurante en que nos ponen delante la comida. Pero comprar la comida (o incluso cultivarla) y cocinarla ya es otro asunto.

La educación no tiene la culpa de que el pensamiento proactivo no sea tan fácil de manejar como el reactivo. Pero sí es culpable de suponer que el pensamiento reactivo es suficiente.

 

LA OPERATIVIDAD

 

El término «operatividad» designa el conjunto de las destrezas del «hacer».

En el campo de la educación existe el mito de que basta con «saber». Si se tiene suficiente conocimiento, la acción es obvia y fácil. Si se tiene un mapa detallado es fácil moverse.

El mundo real es diferente. Mis muchos años de experiencia trabajando con empresas y con la administración me han demostrado que «hacer» no es en absoluto fácil. Para hacer hay que pensar mucho. Hace tiempo que no basta con «tener ganas» o «volar a ciegas».

Hay que tratar con personas. Hay que tomar decisiones. Hay que diseñar y aplicar estrategias. Hay que hacer y llevar a cabo planes. Hay conflicto, regateo, negociación y tratos. Hay que tener en cuenta los valores y llegar a acuerdos. Todo esto requiere una gran cantidad de pensamiento. Todo esto exige un alto grado de operatividad.

En un mundo tan competitivo, las naciones industriales que no presten atención a la operatividad quedarán rezagadas. Desde el punto de vista personal, los jóvenes que no adquieran las destrezas de la operatividad tendrán que permanecer en un ámbito académico.

La operatividad incluye aspectos del pensamiento, como opiniones ajenas, prioridades, objetivos, alternativas, consecuencias, conjeturas, decisiones, solución de conflictos, creatividad, y muchos otros aspectos no tenidos en cuenta normalmente en el tipo de pensamiento que se utiliza para analizar informaciones. Estas dimensiones forman parte del pensamiento «proactivo», no del pensamiento «reactivo» habitual.

 

EL PENSAMIENTO CRÍTICO

 

Las tradiciones del pensamiento occidental han insistido mucho en el pensamiento crítico. Esto se debe en parte al antiguo estilo griego de pensar, redescubierto en el Renacimiento, y en parte a la necesidad medieval de contar con pensadores eclesiásticos que combatieran la herejía.

El pensamiento crítico sólo es muy valioso en dos tipos de situación social. En una sociedad muy estable (como las de los antiguos Estados griegos y la medieval) cualquier idea nueva o intrusión que amenazase con producir cambios tenía que evaluarse críticamente. La segunda situación es cuando la sociedad está rebosante de energía constructiva y creativa. En este caso el pensamiento crítico es necesario para distinguir lo valioso de lo espurio.

Lamentablemente, ninguna de estas dos situaciones es la actual. Hay una tremenda necesidad de cambio y una notable falta de ideas nuevas y energía creativa.

Imagínate un grupo de trabajo de seis brillantes pensadores críticos reunidos para discutir cómo combatir la contaminación en la localidad. Ninguno de ellos podrá utilizar su tan adiestrada mente hasta que alguien plantee alguna propuesta real. El problema radica en que el pensamiento crítico es «reactivo». Tiene que haber algo que «criticar». Pero ¿de dónde sale ese algo? Las propuestas y sugerencias sólo pueden proceder de un pensamiento constructivo, creativo y fecundo.

Si entrenásemos a una persona para que evitase todos los errores al pensar, ¿sería un buen pensador? En absoluto. Si entrenamos a un conductor de automóvil para que evite todos los errores al conducir, ¿será un buen conductor? No, porque esa persona podría dejar el automóvil en el garaje evitando así toda posibilidad de error. Es muy útil evitar errores de conducción si el automóvil va a algún lugar. Del mismo modo, el pensamiento crítico sólo es útil si también pensamos constructiva y creativamente. Unas riendas no sirven para nada si no hay caballo.

Este punto es muy importante porque en muchas escuelas se cree que basta con enseñar a pensar críticamente. Esto concuerda con la relevancia que se suele atribuir al pensamiento reactivo y con las ideas tradicionales sobre el pensamiento.

El pensamiento crítico es valioso y debe tener su lugar en el conjunto del pensamiento. Pero sólo es una parte de éste. Decir que una sola rueda no es suficiente para un automóvil no es negar el valor de esa rueda.

Los peligros de creer que el pensamiento crítico es suficiente son múltiples. Las mentes más capaces quedan atrapadas en este tipo de pensamiento y no cultivan las destrezas del pensamiento constructivo y creativo, tan indispensables para la sociedad. Las escuelas no dedican tiempo ni esfuerzo a los aspectos constructivos y creativos del pensamiento porque se supone que ya están enseñando a «pensar». Del pensamiento crítico puede proceder la peligrosa arrogancia de considerar el pensamiento sin errores como absolutamente correcto, aunque se base en una información o en una percepción insuficientes (más adelante insistiremos en este punto). La capacidad de pensar críticamente, sin una correspondiente habilidad en el pensamiento creativo y constructivo, dificulta aún más la necesaria aparición de nuevas ideas. Es mucho más fácil criticar que crear.

 

EL MÉTODO ANTAGÓNICO

 

En los Estados Unidos hay un abogado por cada 350 habitantes.

En Japón hay un abogado por cada 9.000 habitantes.

El método antagónico es fundamental en las tradiciones occidentales de pensamiento. Procede directamente del hábito de pensamiento crítico y de la búsqueda de la verdad mediante el diálogo antagónico.

El debate y la controversia se consideran el medio adecuado para investigar temas porque las dos partes están motivadas. Pero cuando la motivación aumenta, la investigación disminuye. ¿Estaría dispuesta alguna de las partes a exponer un argumento que favoreciese al adversario?

«Yo tengo razón y tú no.»

El método antagónico es la base de la política, el derecho, la ciencia (en parte) y la vida diaria. Sin embargo, es un método muy limitado y defectuoso (este tema se trata mucho más ampliamente en mi libro I am rightyou are wrong¹).

La costumbre de pensar antagónicamente suele agravar las polaridades, las polémicas y los conflictos. Los conflictos suelen requerir más a menudo una salida «diseñada» que una demostración de fuerza antagónica.

 

DESAFÍO Y PROTESTA

 

«¿Por qué tengo que levantarme por la mañana?»

«¿Por qué tengo que llevar corbata?»

«¿Por qué tengo que ir a la escuela?»

Para muchos la idea de «pensamiento» ha acabado significando desafío, protesta y discusión. Por eso muchos gobiernos, autoridades educativas e incluso padres, se oponen a menudo a la idea de enseñar a pensar. Ven el pensamiento como algo que provoca rupturas, protestas y discusiones sin fin. Esto era así realmente cuando predominaba la anticuada concepción del pensamiento como protesta.

Pese a ello, el Programa de Pensamiento CoRT se está utilizando actualmente en muchas culturas e ideologías (católica, protestante, marxista, islámica, china, etc.). Esto se debe a que el Programa CoRT fomenta el pensamiento constructivo, muy diferente del pensamiento de desafío y protesta. De hecho, algunos gobiernos consideran que la enseñanza del pensamiento constructivo es la mejor protección contra el pensamiento de protesta colectiva, que es el único del que suelen disponer los jóvenes mentalmente vigorosos a los que nunca se les ha enseñado a pensar.

El pensamiento desafiante está muy relacionado con el pensamiento crítico y con el pensamiento antagónico. A menudo se piensa que basta con protestar o desafiar y que entonces la otra parte (o las autoridades) hará, de alguna manera, que «las cosas mejoren». Así piensa el niño que les pide a sus padres que le solucionen todos los problemas.

La protesta tiene su lugar y gracias a ella se ha conseguido mucho: defensa del medio ambiente, moratorias en la caza de ballenas, derechos de la mujer, derechos de las minorías, automóviles más seguros, etc. La protesta sirve para luchar contra las injusticias y tomar conciencia sobre algunos temas. La protesta puede ser suficiente cuando se trate de eliminar defectos. Pero en otros temas que requieran un pensamiento creativo y constructivo, la protesta no es suficiente.

Sin embargo, hay desafíos positivos, porque sin desafíos nunca podríamos escapar de las ideas antiguas para desarrollar otras mejores. Estos desafíos positivos forman parte del pensamiento creativo.

En el desafío negativo se ataca la idea existente y se pide al adversario que la defienda o la mejore.

En el desafío positivo se reconoce el valor de la idea existente, se crea una nueva idea y se la compara con la antigua. Después se intenta mostrar que la nueva idea tiene méritos y es beneficiosa.

Las revoluciones tradicionales siempre han sido negativas: se define un enemigo y se lucha para vencerle. Ya es hora de diseñar proyectos de revoluciones positivas en las que no haya enemigos sino estructuras para mejorar las cosas.

 

LA NECESIDAD DE TENER RAZÓN

 

Si se trabaja en un problema de matemáticas y se halla la respuesta correcta, se deja de pensar. La respuesta no puede ser aún más correcta. Pero la vida real no es así. Se sigue pensando porque suele haber otras soluciones mejores (en términos de coste, menor contaminación, valores humanos, ventajas competitivas, etc.).

Nuestro ego siempre quiere tener razón. En las culturas occidentales ésa es la base de las discusiones y del método antagónico. Nos resistimos a aceptar la derrota por este problema de vanidad. El resultado es que pensamos agresiva y defensivamente, pero casi nunca constructivamente.

En teoría todos deberíamos alegrarnos de perder una discusión porque de ese modo terminamos con más de lo que teníamos al principio.

Los que participan en reuniones quieren que sus ideas prevalezcan —sean o no las mejores— porque su ego está involucrado. Debido a este serio problema de vanidad, un aspecto importante del aprendizaje del pensamiento es el aprendizaje de técnicas para separar el pensamiento del ego. En este libro explicaremos algunas de estas técnicas (como, por ejemplo, la de los seis sombreros).

 

ANÁLISIS Y DISEÑO

 

El análisis es una parte tan importante de nuestra tradición de pensamiento que el objetivo casi único de todo el sistema educativo universitario es el desarrollo de destrezas analíticas.

No cabe duda de que el análisis es un aspecto muy importante del pensamiento. Mediante el análisis dividimos las situaciones complejas en partes manejables. Mediante el análisis encontramos las causas de los problemas e intentamos eliminarlas.

Como en el caso del pensamiento crítico, la cuestión no es si el análisis es útil sino si es suficiente. Ahora tenemos dos ruedas en el automóvil. Cada una de ellas es maravillosa, pero dos ruedas todavía no son suficientes.

Si te sientas sobre un objeto puntiagudo un análisis rápido te permitirá eliminar la causa de tu incomodidad y solucionar el problema. Se pueden resolver muchos problemas encontrando y eliminando la causa. Pero también hay otros muchos problemas cuya causa no podemos encontrar. O puede haber muchas causas interrelacionadas. O podemos encontrar la causa (por ejemplo, la codicia humana) y no ser capaces de eliminarla.

Por eso somos tan ineptos para resolver problemas como el abuso de drogas, la deuda del Tercer Mundo, la contaminación, las congestiones de tráfico, etc. El análisis no basta para resolver estos problemas. Y, sin embargo, todos los que intentan solucionar problemas en el gobierno y en los demás ámbitos están entrenados en el pensamiento analítico.

Hay muchos problemas que requieren «diseño» además de análisis. Sólo diseñando podemos construir y crear soluciones. El pensamiento diseñador nos permite juntar los elementos necesarios para conseguir lo que deseamos. No se trata de eliminar la causa del problema sino de construir una solución.

Y, sin embargo, dedicamos una atención minúscula al pensamiento diseñador, y al pensamiento creativo y constructivo. El diseño se considera algo propio de arquitectos, artistas gráficos y modistos. Pero el diseño es una parte fundamental y muy importante del pensamiento. El diseño es tan importante al menos como el análisis. El diseño incluye todos los aspectos del pensamiento consistentes en juntar cosas para producir un efecto.

Como las tradiciones del pensamiento académico occidental se han ocupado del pensamiento reactivo, el análisis, el pensamiento crítico, la discusión y la erudición, han olvidado prácticamente aspectos tan fundamentales del pensamiento como el diseño.

 

EL PENSAMIENTO CREATIVO

 

Los sistemas autoorganizados tienen una necesidad absoluta de creatividad. Todo indica que la mente se comporta como una red nerviosa autoorganizada. ¿Por qué no hemos prestado una atención más seria al pensamiento creativo cuando este tipo de pensamiento es tan obviamente un aspecto clave del pensamiento (para introducir mejoras, para diseñar, para resolver problemas, para cambiar, para producir ideas nuevas, etc.)?

Hemos arrinconado el pensamiento creativo por dos razones. La primera es que hemos creído que no se puede hacer nada para desarrollarlo. Hemos considerado el pensamiento creativo como un don místico que algunos poseen y otros no. No se puede hacer nada excepto fomentar el don creativo en los que parecen tenerlo.

La segunda razón por la que hemos descuidado el pensamiento creativo es realmente muy interesante. Todas las ideas creativas valiosas siempre deben resultar lógicas a posteriori (después de que alguien haya tenido la idea). Si la nueva idea no fuese lógica a posteriori no habríamos sido capaces de considerarla valiosa. De modo que sólo somos capaces de reconocer el valor de las ideas creativas que resultan, de hecho, lógicas a posteriori. Las demás quedan como meros desatinos. Más tarde podemos volver a tener en cuenta algunas de las ideas desatinadas o podemos dejarlas como desatinos para siempre.

Después damos por sentado que, si la idea creativa es lógica a posteriori, sin duda deberíamos haber llegado a ella mediante la lógica. De manera que no haría falta creatividad, sino sólo una lógica mejor.

Esta suposición es totalmente falsa. Sólo en los últimos años hemos descubierto (en realidad, sólo un pequeño número de personas que trabajamos en este campo) que en un sistema de información autoorganizado una idea puede ser lógica a posteriori, pero invisible a priori. Esto se debe al carácter asimétrico de los modelos, que también da origen al humor.

Como nuestros sistemas tradicionales de pensamiento sólo se han ocupado de los sistemas de información organizados exteriormente (símbolos móviles regidos por reglas lógicas), nunca hemos sido capaces de ver esto.

Los defensores de la creatividad también han estado equivocados, pero en otra dirección. Han creído que todos somos naturalmente creativos, pero estamos inhibidos. Esta inhibición procedería de la necesidad de dar sólo las respuestas «correctas» en la escuela. Se debería al miedo de cometer errores o parecer ridículo en los negocios o en la vida profesional.

Así que, si pudiéramos liberar a la gente de estas inhibiciones, le permitiríamos expresar su creatividad natural. Ésta es la base de la lluvia de ideas y otras técnicas parecidas encaminadas a liberar a las personas de sus inhibiciones.

Lamentablemente, la creatividad no es una característica natural del cerebro. La función del cerebro es hacer que la experiencia se organice en modelos y después utilizar estos modelos ya existentes. De modo que el liberar a los individuos para que puedan ser ellos mismos sólo les hará un poco más creativos (por estar menos inhibidos).

Si queremos ser más creativos tendremos que aprender algunas técnicas específicas de pensamiento. Estas técnicas forman parte de lo que he llamado «pensamiento lateral» (que describiré más adelante en este libro). Son técnicas no naturales e incluyen métodos de provocación que parecen completamente ilógicos. De hecho, esos métodos son perfectamente lógicos cuando lo que pretendemos es modelar sistemas.

La creatividad no tiene por qué seguir siendo un don místico. Hay técnicas expresas de pensamiento creativo, algunas de las cuales serán descritas en este libro. También diremos cómo el uso deliberado de estas técnicas de pensamiento lateral contribuyeron a la salvación de los juegos olímpicos, que casi dejaron de celebrarse en 1984.

 

LÓGICA Y PERCEPCIÓN

 

Todos sabemos que la lógica es la base del pensamiento correcto. Pero, ¿lo es de verdad?

Una mala lógica provoca un pensamiento defectuoso. No hay duda de ello. Entonces, ¿una buena lógica hace pensar bien? Desgraciadamente, esto no se sigue en absoluto. El que entiende algo de lógica sabe que ésta nunca puede ser mejor que las premisas o las percepciones de las que parte. Todos los lógicos aprenden esto. Y muchos de ellos lo olvidan enseguida.

Tu ordenador está estropeado. Todos sus resultados son erróneos. Lo arreglas y vuelve a funcionar sin fallos. Si introduces datos correctos consigues respuestas correctas. Si introduces datos erróneos consigues respuestas erróneas (aunque quizá no sepas que lo sean). Lo mismo sucede con la lógica. Como el ordenador, la lógica es una maquinaria al servicio de los datos y percepciones con que contamos. Por lo tanto, deberíamos estar siempre preparados para descubrir la mala lógica, pero ser precavidos antes de aceptar las conclusiones de la buena lógica, porque las percepciones iniciales podrían ser insuficientes.

Diría que el 85 por ciento del pensamiento corriente es un asunto de percepción. La mayor parte de los fallos en el pensamiento son defectos de percepción (una perspectiva limitada, etc.) y no errores lógicos. La percepción es la base de la sabiduría. La lógica es importante en asuntos técnicos y especialmente en sistemas cerrados como las matemáticas.

La percepción es una parte tan importante del pensamiento que sorprende que sigamos creyendo que la lógica es el fundamento del pensamiento. Esto se debe a nuestra costumbre de pensar reactivamente. Se les presentan a los estudiantes materiales con percepciones e información dadas de antemano y se les pide que reaccionen. Como les dan las percepciones, lo que tienen que tener en cuenta es la lógica. Pero en la vida real tenemos que formar nuestras propias percepciones.

Tanto la lógica como la percepción son importantes, igual que en un automóvil son importantes tanto el motor como las ruedas. Si me obligasen a elegir entre las dos tendría que elegir la percepción, porque la mayor parte del pensamiento corriente depende de la percepción. Además, con una percepción hábil se puede llegar bastante lejos (como explicaré más adelante en el libro), mientras que una lógica hábil con una percepción deficiente puede ser peligrosa.

En la práctica, la lógica y la percepción están estrechamente entretejidas. En este libro insistimos en la percepción porque es la base de la sabiduría y porque es el aspecto más descuidado del pensamiento.

 

EMOCIONES, SENTIMIENTOS E INTUICIÓN

 

Al contrario de lo que creen muchos, las emociones, los sentimientos y la intuición desempeñan un papel central en el pensamiento.

El pensamiento sirve para organizar el mundo (en nuestras mentes) de manera que podamos aplicar eficazmente las emociones. En último término, la que elige y decide es la emoción.

La cuestión clave es cuándo usamos las emociones y los sentimientos.

Hay quien opina que la inclinación es la única guía genuina para la acción. Esas personas desconfían de la lógica y de los juegos de palabras porque les parece que la lógica puede utilizarse para probar cualquier cosa (lo que es cierto si se eligen cuidadosamente las percepciones y los valores). Consideran el sentimiento genuino como una especie de dios. Esto es peligroso porque el sentimiento genuino puede ser defectuoso e inoportuno. Gran parte de la inhumanidad del hombre con el hombre se basa en los sentimientos genuinos del momento.

Sin embargo, si ampliamos nuestras percepciones —incluyendo modos alternativos de ver la situación— y después aplicamos nuestros valores y sentimientos, el resultado será mucho mejor.

La lógica y la argumentación no pueden cambiar los sentimientos, pero la percepción sí puede. Un desconocido que conoces en vacaciones se muestra muy servicial. Alguien comenta que podría tratarse de un presidiario. Ver a esa persona desde esta nueva percepción puede producir un cambio de sentimientos respecto a ella.

En vez de excluir la emoción, como suele hacerse en la enseñanza del pensamiento, hay que encontrar medios para permitir a la emoción y el sentimiento desempeñar el papel que les corresponde en nuestro pensamiento. En este libro se describen métodos de este tipo, como, por ejemplo, el uso del «sombrero rojo» en la técnica de los seis sombreros.

La intuición juega un papel muy importante en el pensamiento. Pero es peligroso apoltronarse y no pensar suponiendo que de alguna manera la intuición hallará la solución por su cuenta. En ocasiones la intuición puede equivocarse notoriamente. Por ejemplo, cuando se trata de probabilidades. Pero, como en el caso de las emociones y los sentimientos, la intuición también tiene una función en el pensamiento.

Probablemente los jóvenes experimentan dos influencias principales. La primera es la presión ejercida por sus amigos, los grupos y la gente de su edad. De ellos sacan sus percepciones y valores. Si un joven no es capaz de pensar por sí mismo se dejará llevar por el grupo (aunque esto signifique cosas como consumir drogas).

La segunda influencia principal es la música de la cultura juvenil, con su énfasis repetido en las emociones confusas de la adolescencia. Como un campo de trigo ondeando al viento, las mentes jóvenes están sometidas a horas y horas de variaciones de «me quiere, no me quiere». La música pop es un medio muy poderoso que en ocasiones proporciona valores, intuiciones e incluso algo de pensamiento pero, en general, un régimen continuo de emoción angustiada no ayuda mucho a los individuos a pensar por sí mismos.

 

RESUMEN

 

En este capítulo he intentado corregir algunas de las ideas erróneas más extendidas sobre el pensamiento. La información es necesaria, pero el pensamiento también lo es. Pensar no es sólo cuestión de ingenio y de saber resolver problemas difíciles. La sabiduría es aún más importante que el ingenio.

El pensamiento tradicional insiste exclusivamente en el pensamiento crítico, la argumentación, el análisis y la lógica. Éstos son muy importantes y espero que nada de lo que escribo pueda dar una impresión diferente. Pero sólo son una parte del pensamiento y es muy peligroso creer que basta con ellos. Además de pensamiento crítico necesitamos pensar constructiva y creativamente. Además de razonar hay que explorar sobre el tema. Además de capacidad de análisis hay que tener destreza para diseñar. Además de lógica hay que poseer percepción.

Tradicionalmente nos hemos ocupado sobre todo del pensamiento reactivo: reaccionar ante lo que se nos presenta. Pero hay otro aspecto del pensamiento. Este otro aspecto (proactivo) del pensamiento es el que consiste en salir, hacer cosas y hacer que sucedan cosas. Esto requiere «operatividad) o destrezas del hacer. Requiere un pensamiento constructivo, creativo y fecundo.

Gran parte del pensamiento ha tenido un matiz negativo: desafío, ataque, crítica, discusión, refutación, etc. ¿Es ésta realmente la única manera de proceder o se pueden conseguir los mismos efectos de un modo más constructivo? Yo creo que sí es posible.

El pensamiento creativo es muy importante. Podemos empezar a ver cómo usar deliberadamente el pensamiento creativo en vez de limitarnos a esperar que venga la inspiración.

Las emociones y los sentimientos desempeñan una función clave en el pensamiento. No hay que excluirlos sino utilizarlos en el momento adecuado.

Por último, la inteligencia es un potencial, y para utilizarlo plenamente tenemos que aprender las destrezas del pensamiento. Sin esas, destrezas el potencial queda infrautilizado.