Ecología aplicada
Sergio Mars

Dedicado al Maestro
Isaac Asimov
—¡Adelante! —le dijo suavemente Harriman al
robot-pájaro que tenía posado en la palma de su mano
derecha.
El robot-pájaro emprendió el
vuelo. Surcó el aire como un zumbido, sin batir de alas, movido
sólo por el diminuto mecanismo de una micropila de protones
desusadamente pequeña.
De vez en cuando llegaban a
vislumbrarlo en una breve pausa momentánea y luego volvía a salir
zumbando. Recorrió todo el jardín, volando complicadamente, y luego
volvió a posarse en la palma de Harriman, ligeramente caliente.
Sobre la palma apareció también una pequeña bolita, como excremento
de pájaro.
Un coro de aplausos se alzó del
lado izquierdo del pequeño grupo que asistía a la demostración.
Harriman sonrió y mostró orgulloso su creación a Ortiz, para que la
examinara a placer.
—Muy ingenioso, y eficiente. Me
da la impresión que esta vez has dado en el clavo,
George.
—Es el control de plagas
perfecto. Ni insecticidas químicos ni hormonas juveniles, el futuro
en apoyo ecológico es robótico.
—Así parece. Veamos que puede
oponer el doctor Maxwell.
Harriman se dignó a dirigir una
mirada a su rival, con una sonrisa entre complaciente y despectiva
dibujada en sus labios. Realizó un teatral gesto, prestándole por
tiempo limitado el papel principal en la función, y fue a reunirse
con los suyos, que se apresuraron a felicitarle
efusivamente.
Maxwell parecía ajeno a los
manejos de su competidor, como si ya se diera por derrotado o,
ilusamente, creyera contar todavía con opciones de hacerse con el
contrato. Se volvió sin prisas hacia un colaborador, que sostenía
entre sus manos una bonita jaula, y se dirigió hacia Ortiz, que
aguardaba con la tranquilidad que da el conocer que sea cual sea el
devenir de los acontecimientos su empresa saldría
fortalecida.
—Le presento a Redy, el primer pájaro remodelado de la
historia.
En el interior de la jaula un
petirrojo daba saltitos mientras lanzaba nerviosos vistazos a
derecha e izquierda. Ortiz se inclinó y no pudo resistirse al
impulso de golpear levemente con el índice los barrotes, para
llamar la atención del pajarito.
—Ahora lo soltaremos, y
mientras realiza su demostración le explicaré por encima las
mejoras que hemos introducido en su diseño.
A una señal suya los operarios
liberaron otra pequeña cantidad de moscas de la fruta. Con suma
delicadeza abrió la jaula y cogió al pájaro, extendió la mano y lo
dejó marchar. Inmediatamente comenzó a capturar insectos,
desplazándose con elegancia entre las plantas del pequeño jardín.
Maxwell comenzó su disertación.
—La naturaleza nos ha brindado
un magnífico punto de partida. ¿Por qué despreciarlo? En los
pájaros tenemos un eficaz regulador de sistemas ecológicos, sólo
teníamos que ajustar un par de detalles para lograr una
colaboración más estrecha con ellos. Para empezar se trata de un
mecanismo autocontrolado, nunca llega hasta el extremo de eliminar
por completo la población de insectos, destruyendo, por tanto, todo
un nicho ecológico, con imprevisibles consecuencias. Únicamente
teníamos que aumentar su apetito en caso de plaga. Hemos
introducido un arco reflejo que se dispara cuando localiza
visualmente dos presas en menos de diez minutos. En ese caso se
dedica a capturarlas compulsivamente, matándolas pero sin llegar a
ingerirlas. En cualquier otra circunstancia se comporta como un
predador natural.
El ave aparecía y desaparecía
entre los troncos de los arbolitos, describiendo caprichosas
trayectorias y deteniéndose, de tanto en tanto, para inspeccionar
su entorno.
—Como no deseábamos que
afectara a las abejas hemos introducido un gen que las vuelve poco
menos que incomibles, por lo que, tras un par de experiencias
desagradables, ya nunca más volverá a interesarse por ellas.
También hemos alterado ligeramente la forma del pico, para hacerlo
más letal contra los duros caparazones quitinosos de los
escarabajos, y le hemos creado aversión por el patrón de manchas de
las mariquitas, distinguiéndolas, sin embargo, de las chinches que
las mimetizan. Le hemos dado mayor resistencia al frío y le hemos
eliminado la compulsión migratoria. En definitiva, hemos realizado
todos los ajustes necesarios para ahorrarle unos cuantos millones
de años de ciega evolución.
Maxwell miró hacia su creación
y comentó:
—Supongo que ya debe ser
suficiente. Lo llamaré.
Se llevó un silbato a los
labios y el pajarito acudió prestamente y se introdujo en la jaula
donde le aguardaban unas bolitas de pienso. Para no ser menos, un
nuevo coro de aclamaciones se elevó, esta vez proveniente de la
derecha.
—Muy bonito, señor Maxwell,
pero… Según he cronometrado, su Redy ha
empleado veintisiete veces más tiempo que el robot-pájaro de
Harriman en realizar la misma tarea, y su eficiencia no ha sido tan
alta ya que me parece haber visto volar una mosca superviviente
hace unos instantes. Eso por no hablar de los costes ligeramente
mayores derivados de su alimentación. Puede darme una sola razón
para que elija su oferta por encima de la de él.
—Lo del tiempo es irrelevante,
una vez traspasados ciertos niveles tanto da un minuto como un
segundo, el resultado es el mismo, una eliminación casi inmediata
de la plaga. El coste de alimentación se verá amortizado por el
desembolso inicial inferior y por no necesitar revisiones
periódicas. Todo lo demás son ventajas. Empezando por la
autorregulación y finalizando por motivos puramente estéticos. En
todo caso, su auténtico valor podemos encontrarlo en el impacto
psicológico sobre sus empleados.
—¿Cómo? —exclamaron al unísono
Ortiz y Harriman, genuinamente sorprendidos.
—Imagínese que es usted uno
cualquiera de sus trabajadores y llega a sus oídos que han
adquirido… digamos que cinco mil petirrojos para control de plagas.
No le prestaría mayor atención. Ahora imagine que se corre la voz
de que se van a utilizar cinco mil robots para realizar esa misma
función. ¿Cuál sería su reacción? Yo se la diré. Se preguntaría:
¿Seré yo el próximo en ser sustituido por una máquina? A eso me
refería con lo del impacto psicológico.
Un silencio absoluto siguió a
su declaración. Un silencio durante el que se decidía
todo.
—Umm… interesante punto de
vista. Pensaré en ello —dijo finalmente Ortiz, aunque todos sabían
que la resolución ya había sido tomada.
Mientras se aprestaban para
retornar a la ciudad Maxwell se acercó a su rival, para tener unas
amables palabras con él y restregarle su victoria por la
cara.
—Lo siento, Harriman, uno de
los dos tenía que resultar vencedor.
—Has hecho trampas. No me has
derrotado ofreciendo un producto mejor —le contestó éste, que no
estaba para condescendencias.
—No te pongas así, compañero,
nunca tuviste la menor posibilidad. Después de todo, nuestro
producto era el más natural —y se alejó, conteniendo a duras penas
la risa.
En su jaula, Redy miraba hacia el exterior, anhelando sentir el
viento bajo sus alas. Su corazón latía alocadamente, tratando de
reajustar su metabolismo, empujado hasta el límite por la extraña
compulsión asesina que le había invadido. Inclinó la cabeza y
utilizó su afilado pico para trocear las bolitas de pienso que, una
vez asimiladas por su mejorado sistema digestivo, le conferirían la
energía necesaria para repetir la tarea asignada. Tantas veces como
sus amos dispusieran. Con mecánica eficiencia.
Sergio Mars Aicart nació en enero de 1976 en Valencia, España. Es Licenciado en Biología y está iniciando un doctorado en genética. Es un aficionado a toda la temática fantástica (y tambien a la histórica, cuanto más antigua mejor) con influencias principales de Asimov y Clarke en ciencia ficción, Tolkien y R.E.Howard en fantasía y Bécquer, Poe y King en terror… (aunque la lista completa sería mucho más amplia). El cuento “Ecología aplicada” es, justamente, un homenaje al Maestro Asimov. Sergio nos dijo “Este es mi relato más asimoviano. La influencia es tan directa que los tres primeros párrafos son, de hecho, de un cuento del propio Asimov, ‘Qué es el hombre’, literalmente. Las deudas no acaban ahí, pero baste lo dicho para justificar su elección”.
Publicó el cuento “Ouija” en el 109 de Axxón, el cuento “La criatura” en el 111 de Axxón, y un par de relatos de fantasía heroica, “El reto” y “El monasterio de la Hermanda Roja”, en el e-zine “Los Manuscritos Perdidos”.
Ilustrado por Valeria
Uccelli
Axxón 113 - Abril de 2002