Capítulo X
Los sospechosos y sus coartadas
A las dos y media en punto, Fatty entró en la calzada del jardín de Pip por segunda vez aquel día. Bets dióle la bienvenida desde lo alto de la ventana abierta.
—¡Date prisa, Fatty! ¡Queremos preparar nuestro plan!
Fatty obedeció, sonriendo ante la impaciencia de Bets. Tras subir los peldaños de dos en dos, encontró a sus cuatro amigos aguardándole alrededor de la mesa.
—¡Vaya! —exclamó Fatty—. ¿Estamos de conferencia? Bien… aquí tengo cierta información. Primero la estudiaremos juntos y luego pondremos la cosa en marcha.
Brevemente, contó a los chicos lo que Pippin le había dicho. Después, sacóse del bolsillo la libreta con los nombres, dirección y detalles de las coartadas. Bets no había oído nunca la palabra «coartada» y hubo que explicársela.
—¿Tiene algo que ver con «tostada»? —inquirió la niña.
Todos se echaron a reír.
—No, Bets —repuso Fatty—. Verás, voy a contarte lo que es una coartada y comprenderás perfectamente de qué se trata. Supón que alguien rompiese el cristal de esta ventana y tu madre pensase que el responsable de la rotura era Pip. Ahora imagínate que Pip le replicase que estaba conmigo a la hora de ocurrir el percance y que yo lo confirmara. Entonces yo sería la «coartada» de Pip, porque podría atestiguar que él estaba conmigo cuando se rompió el cristal.
—Comprendo —suspiró Bets—. Por ejemplo, si alguien pretendiese que en este preciso momento tú habías golpeado la cabeza del señor Goon, y nosotros lo negásemos, afirmando que estabas con nosotros, seríamos «todos» coartadas tuyas.
—En efecto, Bets —sonrió Fatty—. Has captado la idea. Bien, aquí tengo la lista de coartadas de todos los sospechosos, que no dudo nos será de gran utilidad. Atended: primero os leeré los nombres de los sospechosos y, a continuación, os diré sus coartadas y cuanto sabemos acerca de ellas.
Y Fatty pasó a leer las siguientes notas de Pippin:
SOSPECHOSOS
N.º 1. «Gato pantomímico», esto es, Boysie Summers. Hallábase en el teatro a la hora en cuestión. Llevó una taza de té al empresario antes de las ocho. Él lo niega, pero admite haber tomado una taza de té personalmente y asegura que estuvo durmiendo casi toda la tarde.
N.º 2. «Zoe Markham», que interpreta el papel de Dick Whittington. Dice que salió del teatro con los demás miembros del elenco y que fue a casa de su hermana, donde jugó con las niñas y ayudó a acostarlas. Su hermana es la señora Thomas, y vive en la Casa Verde, de la calle Hemal.
—¡Ya la conozco! —profirió Daisy—. Es simpatiquísima. Tiene dos niños muy monos. Una de ellas celebrará pronto su cumpleaños.
—¡Caramba! —exclamó Larry, bruscamente—. ¡«Zoe Markham»! Supongo que a Goon no se le ocurrirá relacionar la «Z» de Zoe con la del viejo pañuelo de Daisy, el que utilizamos para facilitar a Pippin una pista falsa.
—Pues creo que ya se le ha ocurrido —refunfuñó Fatty—. A ser posible, tendremos que hacer algo para remediarlo. Bien, prosigamos…
N.º3. «Lucy White», que interpreta el papel de Margot, la novia de Dick Whittington. Afirma que fue a visitar a la señorita Adams, una anciana pensionada que está enferma, domiciliada en la calle Mark, 11. Estuvo con ella hasta las nueve y la ayudó a hacer calceta.
—La señorita Adams es amiga de nuestra cocinera —declaró Larry—. Solía venir a casa a coser. Es una anciana muy agradable.
N.º 4. «Peter Watting», que interpreta el papel de patrón de Dick —prosiguió Fatty—. De edad madura y algo evasivo. Contestó a las preguntas a regañadientes. Manifestó que, al ocurrir el hecho, estaba dando un paseo con el sospechoso número 5.
N.º 5. «William Orr», que interpreta el papel del capitán del barco de Dick. Joven afable y con deseos de colaborar. Declaró que, por entonces, se hallaba paseando con Peter Watting.
—Según esto, los dos últimos se han facilitado mutuas coartadas —comentó Larry con interés—. ¿Qué «les» impedía volver al teatro y perpetrar el robo? Con ponerse de acuerdo sobre la coartada lo tenían todo resuelto.
—Tu observación es muy atinada, Larry —ensalzó Fatty—. Atinadísima. Al parecer, Pippin no ha caído en ello. Un momento… Aquí hay otra nota sobre el particular. «Además, los sospechosos 4 y 5 (Peter Watting y William Orr) manifestaron que fueron a dar un paseo por la orilla del río y entraron en una cafetería llamada “La Torrecilla” a tomar unos sándwiches y una taza de café. No recordaban la hora exacta».
—Un poco sospechoso, ¿eh? —masculló Pip—. Requiere una revisión.
N.º 6. «Alee Grant», que interpreta el papel de madre de Dick. Por lo regular representa papeles femeninos con gran eficiencia. Pasa por ser un buen pantomimo y excelente actor. Alega que aquella tarde, de seis a diez, estuvo trabajando en una función representada en Hetton Hall, Sheepridge, en la que interpretó varios papeles femeninos ante un centenar de espectadores.
—Eso «le» exime de toda sospecha —observó Larry—. No tiene una coartada, sino cien.
—En efecto —corroboró Fatty—. Queda al margen de toda duda. Bien, ahí va el último sospechoso.
N.º 7. «John James», que interpreta el papel de rey negro en la comedia. Afirma que fue al cine y que pasó allí toda la tarde, viendo la película titulada: «Ya sabes lo que son las cosas».
—Lo cual tampoco resulta una coartada muy satisfactoria —comentó Pip—. Dispuso de tiempo suficiente para entrar en el cine, salir del local, e incluso volver por segunda vez después de perpetrado el robo. Repito que, en mi opinión, no es una buena coartada.
—Me figuro que Goon procederá a comprobarlas todas —dijo Fatty—. Eso si no lo ha hecho ya. Pero es tan zote que supongo que pasará por alto algún detalle importante que «a nosotros» no se nos escaparía. De modo que yo voto porque todos nosotros procedamos a comprobar personalmente las citadas coartadas.
Sobrevino un profundo silencio. Ninguno sentíase capaz de hacer tal cosa. Interpelar a la gente ya era toda una empresa, pero aún resultaba peor comprobar una coartada.
—No puedo, Fatty —musitó Bets al fin—. Sé que soy una Pesquisidora y que debería hacer lo que me mandas, pero «no me siento» con fuerzas de comprobar una co… coartada. Eso ya es cosa de un detective «de verdad».
—Bien, el que seamos chicos no obsta para que podamos comportarnos como estupendos detectives —le replicó Fatty—. ¡Basta recordar todos los misterios que hemos desentrañado ya! Claro está que el que nos ocupa resulta un poco más «complicado».
—Terriblemente complicado —gruñó Larry—. Al igual que Bets, lo considero superior a mis fuerzas.
—No renunciéis antes de empezar —reconvino Fatty—. Ahora os diré lo que propongo hacer.
—¿Qué? —preguntaron todos a una.
Por su parte, «Buster» dio un coletazo en el suelo, como si él también tuviese gran interés en la pregunta.
—Debemos hacer tres cosas —empezó Fatty—. Ante todo, interpelar a Boysie todos en comisión, como sugerimos antes, y ver qué «pensamos» de él.
—De acuerdo —convino Larry—. ¿Y después?
—Veremos a los demás sospechosos —insistió Fatty.
Todos pusieron el grito en el cielo.
—¡«Ni» pensarlo, Fatty! —protestó Daisy—. Es imposible. Son seis… y todos personas mayores. Ni siquiera encontraríamos un pretexto para verlos.
—¡Ya lo creo, un magnífico pretexto! —repuso Fatty—. Todo cuanto tenemos que hacer es buscar nuestros álbumes de autógrafos y, con la excusa de pedirles el suyo, formularles unas preguntas al desgaire.
—Es una idea «excelente», Fatty, realmente excelente —elogió Pip—. Reconozco que tienes ideas geniales.
—Veréis —murmuró Fatty modestamente—, tengo bastante materia gris. De hecho…
—¡«No» nos salgas con la enumeración de las proezas que hiciste en el colegio el último trimestre! —le suplicó Pip—. ¡Vamos, sigue exponiendo tu plan!
—De acuerdo —gruñó Fatty, algo malhumorado—. La tercera cosa que debemos hacer es, como dije antes, comprobar las coartadas, cosa que no resultará tan enormemente difícil como parece si nos tomamos la molestia de reflexionar un poco. Por ejemplo, Daisy dice que conoce a la hermana de Zoe Markham, la cual vive cerca de la casa, y añade que una de las niñas, la chiquitina, celebrará pronto su cumpleaños. Pues bien, Daisy: ¿qué tendría de particular que tú y Bets llevaseis un regalito a la chiquilla y, con esta excusa, entablaseis conversación con la madre y averiguaseis si Zoe «estuvo» allí toda la tarde del viernes? La hermana de Zoe no sospecharía de dos niñas que acuden a llevar un obsequio a su hijita.
—De acuerdo, Fatty —accedió Daisy—. Lo haré. Tú vendrás conmigo, ¿verdad, Bets?
—Sí —asintió la pequeña—. Pero con la condición de que tú formules las preguntas.
—¡Tú tendrás que ayudar! —protestó Daisy—. ¡No voy a hacerlo todo yo!
—Ahora pasemos al siguiente sospechoso, esto es, Lucy White, la que fue a visitar a la anciana señorita Adams —prosiguió Fatty—. Oye, Larry: dijiste que esa señorita era amiga de vuestra cocinera y que solía ir a coser a vuestra casa, ¿no es eso? Tú y Daisy, ¿no podríais llevarle alguna labor para pedirle consejo y, con este pretexto, formularle unas pocas preguntas sobre Lucy White?
—Sí, no hay inconveniente —accedió Daisy—. Diré que quiero dar una sorpresa a mamá para Pascua y le enseñaré un cojín que pienso bordar para ella o algo por el estilo. He estado allí antes, y Mary Adams me conoce.
—Estupendo —celebró Fatty—. Ya tenemos dos coartadas relativamente fáciles de comprobar. Ahora vamos por la siguiente, mejor dicho, las dos siguientes, porque, en realidad, son coartadas mutuas. Me refiero a las de Peter Watting y William Orr. Según parece, ambos fueron a un establecimiento llamado «La Torrecilla» y allí tomaron unos sándwiches y café. Atiende, Pip: tú y yo iremos allí mañana por la mañana y pediremos también café y unos sándwiches.
—¡Mañana es domingo y tengo que ir a la iglesia! —objetó Pip.
—¡Ah, sí! Olvidaba que mañana es domingo. Bien, lo dejaremos para el lunes o el martes por la mañana. Pasemos al sospechoso número 6, Alee Grant, que, al parecer, estuvo actuando en Hetton Hall ante un centenar de personas. Resulta casi innecesario comprobar esta particular coartada.
—En este caso, dejémoslo —propuso Larry.
—El caso es que un buen detective debe comprobarlo «todo» —recapacitó Fatty—, aun cuando no lo considere necesario. Por consiguiente, opino que es preferible que también en este caso procedamos a la debida comprobación. Tú, Bets, me acompañarás. Buscaremos a algún espectador de la función y le preguntaremos si de veras Alee Grant tomó parte en la representación.
—De acuerdo —accedió Bets, siempre dispuesta a ir con Fatty.
Sentíase segura en su compañía, casi tanto como con una persona mayor.
—Y ya no resta más que una coartada —prosiguió Fatty, consultado la lista—. La de John James, que afirma haber ido al cine aquella tarde.
—Eso es —murmuró Pip—. Y por cierto que la hemos calificado de inconsistente. ¿Quién se encargará de comprobarla?
—Pues creo que Larry y yo, o bien tú y Larry —respondió Fatty.
—¿Pero, cómo? —inquirió Larry.
—Tendremos que pensar algo —contestó Fatty—. ¡Bien, Pesquisidores! ¡Ya veis el panorama! ¡Tenemos una porción de cosas que averiguar! Primero iremos a ver a Boysie, luego a pedir autógrafos a todos los actores (y con esta excusa ver qué pinta tienen) y, por último, nos dedicaremos a comprobar todas las coartadas. ¿Qué trabajo, eh?
—¡Y «además», Fatty, tenemos que ir a esperar a aquel tren mañana y dar un buen paseo al viejo Goon! —recordóle Bets—. ¡No olvidemos eso!
—¡Descuida! —sonrió Fatty—. No lo olvidaremos. Precisamente pensaba estrenar mis almohadillas para el caso.
—¿Qué almohadillas? —inquirió Bets, asombrada.
¡Qué risa le entró cuando Fatty se lo contó!
—¡Oh, sí! ¡Póntelas! Procuraré contenerme la risa cuando te vea.
—Confío en que lo conseguirás, pequeña Bets —murmuró Fatty, tirándole suavemente de la nariz—. Vamos a ver, ¿a qué hora pasa el tren que subrayamos?
—Mañana a las tres y media de la tarde —dijo Pip—. Estaremos todos allí, Fatty. ¿Y «tú», qué piensas hacer? ¿Ir a la estación anterior, tomar el tren allí, y presentarte aquí a las 3,30?
—Ni más ni menos —confirmó Fatty—. A ver si me reconocéis. ¡Hasta la vista! ¡Ahora recuerdo que mi madre me dijo que estuviera en casa hace una hora para saludar a mi tía abuela! ¡«Qué» memoria la mía!