EPÍLOGO. EL NÚMERO 1.

Cork, Marzo de 2014.

— Chicas, ¿os dais cuenta de que estamos rodeados de estúpidos y engreídos campeones del mundo?— le dice Weird a Leia y Emi manteniéndome sujeta de la cintura.

Hemos terminado la noche y la celebración del inicio de temporada en uno de los típicos pubs de la ciudad.       — Y los que nos quedan— dice Hollywood chocando su cerveza con la mía.

Estoy muy emocionada de pasar la noche con ellos en lo que es todo un ritual cada año el día de San Patrick.

— Bueno, en realidad, yo tengo una noticia que daros— dice Emi muy contenta.

— Por Dios, dime que no estás embarazada o Leia también querrá…

— ¡Mika!— le decimos todos a la vez, Leia con mirada asesina.

— No, no estoy embarazada— noto que Rodri vuelve a respirar de nuevo— Pero todo se andará…— y entonces veo como se miran ambos con un gesto que lo dice todo.— ¡Me he clasificado para el campeonato del mundo!

— Estupendo,— dice Weird mientras nosotros felicitamos a Emi por su logro, es difícil competir en un gran torneo de póker— otra estúpida y engreída campeona del mundo.

— Dios te oiga— dice Rodri mientras brindamos por las buenas noticias.

— Bueno, ya que estamos de anuncios…— dice Hollywood tímido como yo nunca le he visto— Nosotros también tenemos que deciros algo.

— ¡Oh, Dios mío! Tú si que estás embarazado— bromea Rodri.

— Tampoco es para tanto— dice Leia intentando rescatar a su novio— En enero estuvimos en Las Vegas de pasada y decidimos casarnos— Y nos enseña muy contenta su anillo.

Yo tengo que darle en la espalda a Josh que parecía a punto de ahogarse y todos nos reímos mientras repartimos besos y abrazos.

— ¡Maldita sea, Hollywood, tú fuiste el padrino de mi boda!— bromea Rodri.

— Y a mí me habría encantado echar unas partiditas en la fabulosa Las Vegas— se queja Emi.

Todos parecen muy contentos, yo me pego a Josh para disfrutar con él del momento. Son como una familia y no tardo en darme cuenta de que ya formo parte de ella y eso es mejor que cualquier campeonato del mundo. Weird, como si supiera a qué conclusión he llegado, me estrecha un poco más entre sus brazos.

Más tarde, desnudos en su casa, me abrazo de nuevo a su cuerpo, poniéndome lo más cerca posible.

— Yo nunca he estado en Las Vegas— le confieso.

Entonces me levanta la cara, para que le vea bien al responder.

— Yo te llevaré— y me vuelve a hacer el amor para sellar su promesa.

 

 

FIN