Segundo pliego de imágenes

Me convierto en el Hermano Mayor de los niños de mi amada India

Agradecidos por mi ayuda, los padres me han puesto entre los brazos lo más preciado que tienen: su último hijo. Me he convertido en su dada, su Hermano Mayor. Este pequeñín, condenado a una infancia de esclavo en un taller-prisión, escapará a la fatalidad de su destino. En tratamiento desde los primeros meses de vida a causa de uno de los males que afligen a tantos niños de la India (disentería, carencias vitamínicas, tuberculosis, raquitismo, minusvalías psíquicas y físicas…) asistirá a una de las innumerables escuelas primarias que contribuiré a crear en los barrios de chabolas de Calcuta y en las pobrísimas zonas rurales de Bengala.[A2]

Encuentro con un benefactor

James Stevens era un próspero comerciante de camisas y corbatas londinense. Lo dejó todo para arrancar de la degradación de sus comunidades de parias a los niños víctimas de la lepra. Cuando mi mujer y yo conocimos a este ignorado benefactor de la humanidad, la falta de fondos estaba a punto de obligarlo a cerrar su centro Udayan, que significa «resurrección» en hindi. La ayuda al centro será el punto de partida de mi cruzada humanitaria.

Nuestra primera misión consistirá en la compra de tres hectáreas de terreno en pleno campo destinadas a la construcción de varios pabellones. Pronto acogerán a cerca de trescientos niños salvados de la lepra.[B2]

En el infierno de los barrios de chabolas

Desde 1972, el enfermero suizo Gaston Grandjean comparte la vida y la lucha de los desheredados de los barrios de chabolas de Calcuta. Del encuentro con este hombre excepcional nacerá mi voluntad de aliviar el sufrimiento de los más pobres.

Un día tendré la dicha de acompañar al Vaticano a este mensajero del Evangelio para presentárselo al papa Juan Pablo II. Los dos hombres tendrán un largo coloquio que concluirá con estas palabras del Santo Padre: «Hermano Gastón, me gustaría estar en tu lugar».[C2]

Primera batalla contra la miseria: alimentar a los pequeños hambrientos

En el Hogar Resurrección, cada comida es una auténtica ceremonia. Arroz, pescado, pollo, curry, lentejas… cerca de mil calorías se sirven en platos hechos con hojas puestas a secar. Antes de empezar a comer, los niños dan gracias por esta dádiva mediante una oración que cantan profundamente concentrados.[D2]

La comida se desarrolla en un silencio impresionante. El espectáculo de todas estas criaturas ante un plato lleno es abrumador. Al menos cien millones de niños indios no tienen su misma suerte.[E2]

Una lucha sin respiro por la instrucción de los más pobres

Treinta años separan nuestra primera escuela y nuestras campañas de alfabetización en los pueblos de las escuelas modernas a las que asisten actualmente los niños del Hogar Resurrección.[F2]

Los talleres de informática cosechan un enorme éxito entre unos niños cuya única perspectiva era, hasta ayer, mendigar sobre las aceras de la estación de Calcuta. Los pequeños del centro dominan en seguida la técnica de los ordenadores: al terminar el curso, no tendrán ninguna dificultad para encontrar trabajo.[G2]

Salvar el Hogar Resurrección es mi primera victoria contra la fatalidad de la miseria

Trescientos niños de las colonias de leprosos de los suburbios de Calcuta son tratados, curados, instruidos y preparados para desempeñar un oficio en el Hogar Resurrección. Llevan todos los uniformes que han confeccionado sus compañeros aprendices de sastre. En la actualidad, las niñas constituyen el veinte por ciento de los pequeños acogidos en el centro.

En el campo deportivo del centro, niños y niñas forman un balón de fútbol con un lema que es una célebre frase del Mahatma Gandhi: «El mundo es mi pueblo».[H2]

Niños arrancados a la maldición de la lepra de sus padres

Mi mujer, Dominique, abraza a la madre leprosa de un niño del Hogar Resurrección.

El pequeño Ashu, de seis años, presenta los primeros estigmas de la enfermedad. No se sustrae jamás a ningún niño al amor de sus padres. La enfermedad que ha mutilado a sus progenitores ha dejado de progresar pero los daños causados por el mal son irreversibles: el padre es ciego y la madre ha perdido cuatro dedos de una mano.

La alegría de los padres con el cuerpo devastado que abrazan a sus hijos en plena salud es una de las mayores victorias del Hogar Resurrección.[I2]

Un barrio de chabolas se convierte en mi desembarcadero en el corazón del infierno de Calcuta

En el barrio de chabolas que bautizaré como «la Ciudad de la Alegría» se hacinan más de setenta y cinco mil habitantes. El barrio está dividido en pequeños patios a los que dan una docena de habitaciones ocupadas por un centenar de personas. Se trata de la mayor concentración humana del planeta.

Para ayudar a sus familias a sobrevivir, los niños buscan en los vertederos municipales con la esperanza de encontrar algún desecho que vender. Cada niño tiene su especialidad en la recogida de basuras: madera, metal, plástico, cristal, papel, trapos, restos de comida.[J2]

Un recibimiento de estrella para el Hermano Mayor llegado de Occidente

En la Bengala de los desheredados abandonados por las autoridades oficiales, los habitantes, agradecidos, acogen con entusiasmo cada una de mis visitas. A bordo de una camioneta expresamente decorada, Mohamed Wohab y Sabitri Pal, los responsables de nuestras iniciativas humanitarias para combatir la tuberculosis nos conducen, a través de la multitud de simpatizantes, al gran centro de Bhangur.

Miles de personas que sufrían tuberculosis y se curaron gracias a los dispensarios que he creado se reunieron para dar las gracias a sus benefactores.[K2]

El coraje: el primer mensaje de mi querida India

Fueron los niños más desafortunados los que me hicieron descubrir valores como el coraje, el saber compartir, la esperanza. Esta niña que se cubre con un paraguas lleva cada noche a su casa las pocas rupias que evitarán que su familia muera de hambre.[L2]

Ir a por agua hasta la única fuente, que sirve para tres mil habitantes, es tarea exclusiva de los niños a partir de los cinco años.

Desde los seis o siete años, a las niñas les corresponden todas las tareas domésticas. De la mañana a la noche se preparan, siempre sonrientes, para su futuro papel de ama de casa. Esta pequeña que lleva a su hermanito en brazos es ya una mamá antes incluso de haber tenido hijos.[M2]

Mi guerra sin cuartel contra el sufrimiento

Los comienzos: dotar de un equipo de rayos X una zona desheredada de Bengala y crear un dispensario para luchar contra la tuberculosis. Ligada a la pobreza y a la malnutrición, ésta es la enfermedad más extendida en las regiones más pobres.[N2]

En el delta del Ganges, las cataratas no comportan necesariamente la ceguera. Quienes las sufren pueden hacerse operar en un centro especializado.

Sólo una fisioterapia adecuada puede combatir las graves minusvalías de la poliomielitis.[O2]

Cuatro barcos-dispensario para llevar asistencia médica a las poblaciones de las 54 islas del delta del Ganges

Para el millón de habitantes que vive aislado en el delta del Ganges, la llegada de uno de mis barcos-dispensario significa esperanza.

Con dos médicos, un equipo de rayos X, un laboratorio, una mesa de operaciones y una provisión de fármacos, cada embarcación puede hacer frente a los casos urgentes y trasladar a los más graves.

Muchas de las heridas las provocan los cocodrilos y los tigres que pueblan la selva de manglares adonde los campesinos van a recoger miel silvestre.[P2]

Apenas ven el barco, la gente corre al embarcadero.[Q2]

Ayudando a los supervivientes de la tragedia de Bhopal

La noche del 2 de diciembre de 1984, la explosión de una fábrica de pesticidas en la ciudad de Bhopal mató a cerca de treinta mil personas e hirió a quinientas mil.[R2]

Muchas víctimas, casi todas muy pobres, nunca han sido curadas adecuadamente. Javier Moro y yo hemos explicado su calvario en nuestro libro Era medianoche en Bhopal. Con lo que hemos conseguido de los derechos de autor y con el apoyo de la Fundación Pro Victimis he creado una clínica ginecológica para las mujeres que, veinticinco años después de la catástrofe, han desarrollado tumores en el útero o en los ovarios, o traen al mundo niños con malformaciones.[S2]

Víctimas indignadas que siguen muriendo

En cada aniversario de la tragedia, los supervivientes se manifiestan contra la empresa norteamericana Union Carbide y su presidente, de quien queman imágenes. Apoyo enérgicamente a estas heroicas mujeres.

Mi libro ha impedido que en todo el mundo se construyeran otras cinco fábricas similares a la de Bhopal. Todos deberíamos gritar: «¡No queremos otro Bhopal!».[T2]

Dado que los residuos tóxicos de la explosión envenenaron las capas freáticas que alimentan los pozos, contribuyo al suministro de agua potable mediante camiones cisterna.[U2]

La gratitud de la India oficial hacia su Hermano Mayor

Cincuenta mil niños de Bengala escribieron a la presidenta de la India para pedirle que concediera a su Hermano Mayor Dominique el Padma Bhushan, el Ornamento del Loto, la máxima distinción civil india. El 5 de mayo de 2008, la señora Patil me hace entrega del prestigioso premio.[V2]

En Calcuta, el alcalde K.K. Basu nos confiere la ciudadanía honorífica a Dominique y a mí.

Pero lo que me hace más feliz aún que estos reconocimientos oficiales es el regalo de los niños de nuestro centro de rehabilitación de Kathila: un rickshaw y una campanilla, símbolos del coraje de los habitantes de Calcuta, que han rebautizado toda la ciudad como «Ciudad de la Alegría».[X2]

El conmovedor homenaje de los niños de mi amada India

«Salvar a un solo niño es como salvar al mundo», decía la Madre Teresa. Las manos unidas de este niño con una grave minusvalía, tratado y formado en uno de nuestros centros, encarna toda la gratitud de mi querida India por la infatigable cruzada de solidaridad y amor que mi mujer, Dominique, y yo hemos emprendido para aliviar el sufrimiento.

A veces corro el riesgo de asfixiarme bajo la pirámide de guirnaldas de flores que me ofrecen los enfermos curados.

Cada nuevo encuentro con nuestros pequeños protegidos del centro de Belari es uno de los momentos más conmovedores de nuestras visitas.[Y2]