Capítulo 14
La madre naturaleza contra la máquina: estilos modernos
En este capítulo
El movimiento Arts &
Crafts
El Art Nouveau y sus
arquitectos
Modern“-ismos” y otros
estilos
Dos genios modernos: Le
Corbusier y Mies Van der Rohe
El papel de la mujer en el
movimiento moderno
En el siglo XX, los arquitectos estaban dispuestos a asumir nuevas tecnologías con la nueva arquitectura. En lugar de imitar los estilos del pasado, para su inspiración observaron por igual la naturaleza y las máquinas. La rápida transformación que sufría el mundo motivó este cambio. Las ciudades se multiplicaban, los nacionalismos iban en aumento, la religión se cuestionaba y el papel de la mujer en la sociedad estaba cambiando. Inventos como el automóvil, el teléfono o la electricidad hicieron la vida urbana más fácil y cada vez más cómoda.
La arquitectura reflejó los cambios revolucionarios con edificios diáfanos y de líneas simples que transmitían un espíritu moderno. Estas creaciones se consideraron más apropiadas para el nuevo siglo y moralmente superiores a las inquietudes de los meticulosos edificios de estilo victoriano. A través de ensayos, manifiestos, libros, dibujos, maquetas y exposiciones, así como en sus edificios, los arquitectos proclamaron que sus ambientes “puros” y sin lujos podrían mejorar la sociedad.
Lejos de ser uniforme, la arquitectura del siglo XX fue diversa, fragmentada y en constante transformación. Esto refleja las ideas revolucionarias de un mundo en constante agitación. Fue una época sacudida por la teoría de la relatividad de Einstein, el análisis freudiano, el arte cubista, la Revolución rusa y la primera guerra mundial.
Los arquitectos respondieron con edificios de creciente abstracción, que solían compararse con pinturas y esculturas. Rechazaron el resurgimiento de estilos históricos y regresaron a lo esencial en la arquitectura (estructura, forma y proporción) para crear un lenguaje arquitectónico universal con la intención de expresar toda la fuerza y la profundidad de las tradiciones antiguas.
“All you need is art”: Arts & Crafts para la gente común
La ruptura con el historicismo no fue brusca. Fue gestándose lentamente, estimulada por una reacción contra los males de la industrialización del siglo XIX. Las miserables condiciones de vida de los trabajadores y los inmuebles de mala calidad llevaron a que los reformadores de las décadas de 1850 y 1860 propusieran alternativas a la producción moderna. Dos líderes de este movimiento fueron el crítico de arte británico John Ruskin (1819-1900) y el diseñador William Morris (1834-1896). Ellos se fijaron en las artes y la artesanía de la Edad Media como una forma de elevar la calidad de las viviendas de la gente corriente y de los artículos domésticos.
Poniendo en práctica sus convicciones, Morris estableció su propio taller cooperativo basado en el gremio medieval, una asociación de artesanos. Supuestamente, este modelo iba a revolucionar las condiciones de los trabajadores y a darles la iniciativa necesaria para rechazar las máquinas y trabajar como auténticos artesanos de la Edad Media. En 1861, Morris sentó un precedente al abrir un taller para telas, muebles, tapices y vitrales.
Los
objetos bien diseñados y bien manufacturados por Morris y sus
seguidores reflejaban la filosofía de que las bellas artes, como la
pintura o la escultura y la artesanía de muebles y telas, debían
ser un todo. El objetivo de Morris era crear ambientes armoniosos
unificados por una sola estética.
Esta
idea de ambientes integrados tuvo una enorme influencia en el
diseño moderno y en la arquitectura del siglo XX.
El estilo moderno echa raíces: el Art Nouveau y sus arquitectos
El
movimiento británico Arts & Crafts, iniciado por William
Morris, se transformó en un estilo más dinámico y sinuoso en la
década de 1890. Este nuevo estilo llamado Art Nouveau, “el nuevo arte”,
que le debe el nombre a una tienda de París, también se basaba en
la artesanía y la integración del arte, el diseño y la
arquitectura. Inspirados por la naturaleza, artistas y arquitectos
desarrollaron formas estilizadas de vegetales, curvas sinuosas y
motivos geométricos para transformar cualquier cosa, desde joyería
y carteles publicitarios, hasta muebles y edificios
enteros.
El Art Nouveau echó raíces en toda Europa y se manifestó con distintas variaciones en diferentes países desde la década de 1890 hasta el estallido de la primera guerra mundial en 1914.
En
Alemania fue llamado Jugendstil (estilo joven); en
España era conocido como Modernismo; en Italia,
Stile Florale o Stile Liberte
(estilo libre), después de que los grandes
almacenes londinenses Liberty’s vendieran artículos de estilo Arts
& Crafts. Estos nombres reflejaron el espíritu joven, moderno y
libre del Art Nouveau, que apareció como reacción a los diseños
históricos y recargados de la época victoriana.
Las maravillas de la fundición: Victor Horta
El primer ejemplo completo de arquitectura del Art Nouveau fue una casa entre medianeras en Bruselas, el Hotel Tassel (1892-1893), diseñada por el arquitecto belga Victor Horta (1861-1947), quien creía que los elementos estructurales no tenían que ocultarse, sino que debían formar parte de la decoración. El hierro fundido, que puede ser doblado y aun así mantiene su resistencia, permitió a Horta unir la estructura y el ornamento en una única entidad. En el rellano de la escalera, elementos parecidos a los zarcillos de las plantas se extienden desde las columnas de fundición hasta los pasamanos de la escalera, paredes y techos. Suficiente para pensar: “¡Está vivo, está vivo, te lo digo yo!”.
Horta se vio influido por los escritos del arquitecto francés Eugène Viollet-le-Duc, quien en la década de 1860 defendió el uso de materiales industriales con el objetivo de crear “formas arquitectónicas adaptadas a nuestro tiempo”.
En la búsqueda de nuevas formas de expresión, Horta recurrió a la naturaleza como fuente de inspiración. No imitaba directamente a las plantas, más bien capturaba la esencia de su crecimiento y su vitalidad para transmitir el espíritu de la época moderna. Victor Horta decía: “Descarto flor y hoja, pero me quedo con el tallo”.
Flores en la jungla de hormigón: Hector Guimard
Imagínate subir andando por las escaleras de una triste estación de metro y ver una estructura de perfiles parecidos a vegetales con lámparas en forma de flor brillando con luz eléctrica. Esta es la visión que saludaba a los usuarios del metro de París. Los accesos y pabellones de fundición en forma de tallo, diseñados para el metro por el arquitecto francés Hector Guimard (1867-1942), fueron completados para coincidir con la Exposición Universal del año 1900. Los diseños de Guimard fueron tan admirados por el público que, en Francia, el Art Nouveau a veces era llamado Estilo Guimard o Estilo Metro.
Guimard dedicó tanta energía al interior de sus edificios como a su exterior. Él coordinaba cada elemento, desde los barrotes de las ventanas y puertas hasta la iluminación, los muebles y las chimeneas. Esta estrategia fue influencia del movimiento artístico inglés Arts & Crafts, que Guimard estudió en un viaje a Inglaterra y Escocia en 1894. Una de sus más impactantes obras fue el Castel Henriette (1899), una villa-castillo construida a las afueras de París. La casa, llamada así por el nombre de su propietaria, Henriette Hefty, se utilizó como escenario en la película ¿Qué tal, Pussycat?, pero fue demolida en 1969.
Fantasías sinuosas: Antoni Gaudí
Las peculiares estructuras diseñadas por el arquitecto catalán Antoni Gaudí (1852-1926) en Barcelona eran más atrevidas que los diseños de Guimard. Combinando elementos moriscos y góticos con configuraciones extraídas de la naturaleza, sus formas ondulantes con texturas recuerdan las olas, el mar de coral y las espinas de pescado. Su estilo soñador e intensamente personal surgió por primera vez en un parque de Barcelona llamado Parc Güell (1900-1914). Bancos con incrustaciones de fragmentos de azulejos, la llamada técnica del trencadís, grutas subterráneas y pasos sinuosos transforman el paisaje en un mundo de fantasía.
Gaudí utilizaba las mismas líneas sinuosas para liberar su arquitectura de ángulos rectos y formas simétricas. Uno de sus edificios más dinámicos es un edificio de viviendas en esquina en el centro de Barcelona, la Casa Milà (1905-1910). Circundado por una cornisa ondulada, sus fachadas parecen estar en constante movimiento. Estas curvas arremolinadas también llegan al interior de las estancias, de formas irregulares.
Para Gaudí, estas fantásticas estructuras eran perfectamente lógicas. Tal y como señaló, no existe una sola línea recta en la naturaleza.
El hijo prodigio de Glasgow: Charles Rennie Mackintosh
Una de las más internacionalmente reconocidas figuras del movimiento Art Nouveau fue el arquitecto escocés Charles Rennie Mackintosh. Mackintosh, que a menudo trabajaba con su esposa, la pintora y diseñadora Margaret MacDonald, creó edificios e interiores que eran más austeros, lineales y abstractos que las formas florales que tanto éxito tuvieron en Bélgica y Francia. Su colección de grabados y libros de arquitectura japoneses, así como las tradiciones celtas y gaélicas, tuvieron una profunda influencia en su estilo austero.
Mackintosh empezó a ser conocido por una serie de salones de té en Glasgow. Espacios aireados, luminosos, amueblados con sillas, mesas y decoraciones en las paredes diseñados por él mismo, fueron una completa salida de los oscuros y conservadores clubes y pubs de caballeros típicos de la época.
Estos interiores fueron un tema recurrente en la obra maestra de Mackintosh, la Escuela de Bellas Artes de Glasgow (1897-1909). Situada en lo alto de una colina como si de un castillo moderno se tratara, sus fachadas, nítidamente definidas, sus muros de piedra y sus enormes ventanales parecían mucho más abstractos y modernos que los edificios Art Nouveau de Bruselas y París.
Diferentes artículos sobre los edificios y espacios interiores diseñados por Mackintosh y MacDonald se publicaron en el extranjero, y su trabajo llegó a ser muy admirado por arquitectos y artistas de final y principio de siglo. En 1900 fueron invitados a exponer sus diseños en Viena, donde algunos arquitectos estaban realizando edificios modernos con un espíritu similar.
La madre naturaleza abre las puertas: más “-ismos” y otros estilos
Influidos por el cubismo y el arte abstracto, los arquitectos que trabajaban en Europa y Rusia entre 1910 y 1920 propusieron diseños mucho más minimalistas que los rizos del Art Nouveau.
A
pesar de que sus minimovimientos no inspiraron muchos edificios,
generaron importantes ideas que cambiaron el curso de la
arquitectura moderna. Los siguientes puntos describen a sus
principales protagonistas.
¡Abajo el ornamento! Secesionismo vienés
En
1897, un grupo de artistas y arquitectos vieneses se separaron de
la corriente de arte oficial con la intención de situar arte,
diseño y artesanía en igualdad de condiciones. Rechazando tanto el
aburrido diseño académico como la “decadencia” del Art Nouveau, se
hicieron llamar los Secesionistas y empezaron a
desembarazarse de molduras y otros tipos de ornamento. Otto Wagner
(1841-1918) escribió: “Nuevos propósitos deben dar a luz a nuevos
métodos de construcción y, por consiguiente, a nuevas formas”. Su
edificio de la Caja de Ahorros Postal (1904-1906), con suelos y
techos de cristal, ejemplifica esta corriente.
El exhibicionismo (¡del arte, claro!): Josef Maria Olbrich
Otro líder del movimiento secesionista fue Josef Maria Olbrich (1867-1908), quien diseñó un pabellón para exponer el trabajo de los componentes del movimiento. Las fachadas planas del edificio fueron pintadas con decoraciones suaves y coronadas por una gran esfera de hojas doradas. En los interiores se exhibieron cuadros del artista Gustav Klimt, otro miembro del grupo de los secesionistas.
Aunque no lo parezca, la comida es estupenda: Josef Hoffmann
También Josef Hoffmann (1870-1956) fue un líder de la nueva arquitectura. Fundó, con otros, el llamado Taller de Viena (Wiener Werkstätte), un estudio de diseño al estilo Arts & Crafts inglés. También fue un talentoso arquitecto y diseñador de mobiliario. Su edificio más famoso es el palacio Stoclet (1905-1911), una lujosa mansión que fue construida en Bruselas para el banquero belga Adolphe Stoclet y su esposa, Suzanne. A pesar de que el exterior de la casa era muy austero, su interior fue suntuosamente decorado con murales de Klimt, mármol y madera noble. Se trataba de un moderno palacio en el que los Stoclet podían entretener a la élite artística europea.
Simplicidad radical: Adolf Loos
Cualquier tipo de decoración era demasiado para el arquitecto Adolf Loos (1870-1933), el pensador más radical del grupo vienés. Detestaba el ornamento del Art Nouveau, prefiriendo la simplicidad y la franqueza de la máquina y otros objetos ordinarios como los motores de ferrocarril, las bicicletas o los trajes para hombre. Esta actitud simplista pudo verse influida por su estancia de tres años en Estados Unidos, donde pudo admirar la arquitectura de Louis Sullivan (lo encontrarás en el capítulo 13).
¡Tengo que ser yo mismo!
Después de su regreso a Viena en 1896, Loos se desvinculó de los secesionistas y se dedicó a diseñar edificios e interiores. Entre sus proyectos más notables en Viena están el pequeño American Bar (1907) y la casa Steiner (1910), un cubo de hormigón con techo redondeado y grandes ventanales acristalados.
Destatúate: escritos de Loos
Los escritos de Loos son mucho más conocidos que sus edificios. En 1908 causó sensación con su ensayo Ornamento y delito, en el que comparó los edificios ornamentados con hombres tatuados. Aunque Loos no encontraba reparo en los “salvajes” habitantes de Papúa cuando se tatuaban a sí mismos, él reivindicaba que “un hombre moderno que se tatúa a sí mismo es tan criminal como degenerado”. Por extensión, un edificio moderno que estuviera ornamentado era también criminal. Loos concluyó destacando que “la evolución de la cultura pasa por la eliminación del ornamento inútil de los objetos”. En otras palabras, Loos creía que para que un edificio fuera verdaderamente moderno, debía estar totalmente libre de ornamentación.
Musas “heavy-metal”: Futurismo italiano
El entusiasmo por la era de la industrialización fue llevado a sus extremos a principios del siglo XX por un grupo de arquitectos italianos llamados Futuristas. “Tal como los ancestros encontraban su inspiración [...] en el mundo natural, nosotros [...] tenemos que encontrar nuestra inspiración en el nuevo mundo mecánico”, escribió el arquitecto Antonio Sant’Elia en un manifiesto de 1914. Los nuevos edificios debían transmitir velocidad y movimiento imitando a locomotoras, torpederos y aviones, no monumentos del pasado. ¿Un centro comercial en forma de avión? ¿Edificios con carriles de competición? Bueno, tal vez no. Pero los futuristas estaban dispuestos a adoptar la velocidad, el ruido, la contaminación, las ciudades y las piezas móviles.
Aunque los futuristas nunca construyeron nada, Sant’Elia (1880-1916) produjo una serie de dibujos muy llamativos de enérgicos rascacielos mecanicistas, estaciones de ferrocarril, carreteras elevadas y el tipo de ciudades futuristas que fueron representadas en la película Metropolis. Sant’Elia murió durante la primera guerra mundial, pero sus ideas fueron recogidas por destacados arquitectos en Alemania, Rusia, Holanda, y Francia.
Visiones cristalinas: Expresionismo alemán
A
principios del siglo XX, los artistas de vanguardia
y los arquitectos solían compartir la misma visión. Un ejemplo de
ella es el Expresionismo, un movimiento
europeo que fue más fuerte en Alemania tras la primera guerra
mundial. Generó formas irregulares y dinámicas, tanto en pintura
como en arquitectura.
Uno de los primeros arquitectos en proyectar en el estilo expresionista fue Bruno Taut (1880-1938). En 1914, Taut diseñó un pabellón de cristal con distintas caras, un material considerado como un símbolo de la era moderna. Aún más radicalmente expresionista fue la renovación de la Ópera de Berlín (1919), hecha por el arquitecto Hans Poelzig (1869-1948), que la convirtió en un fantástico interior de cueva rodeada de elementos en forma de carámbano que colgaban de los balcones.
Otra figura clave de este movimiento fue Erich Mendelsohn (1887-1953). Era amigo de Franz Marc, Wassily Kandinsky y otros artistas de Múnich, que formaron un grupo informal de artistas expresionistas conocidos como Der Blaue Reiter (El Jinete Azul).
En
1919, Mendelsohn abrió un estudio en Berlín y empezó a trabajar en
un laboratorio de investigación en los estudios relacionados con la
teoría de la relatividad de Einstein. Esto le llevó a su más famosa
creación, la Torre Einstein, en Potsdam (1920-1924). Sus formas
redondeadas y esculturales y las ventanas en esquina culminaban en
un telescopio destinado a reflejar los rayos de luz hacia un
laboratorio.
De Stijl: “El Estilo”
El arte abstracto también influyó en la arquitectura de principios del siglo XX en los Países Bajos. En 1907, el pintor Piet Mondrian había comenzado a simplificar sus paisajes en lo que se convertiría en su firma personal, combinaciones de líneas verticales y horizontales. Pronto los arquitectos empezaron a traducir estas formas abstractas en diseños tridimensionales, libres de asociaciones tradicionales. La fuerza impulsora detrás de esta nueva abstracción holandesa era el artista Theo van Doesburg, quien en 1917 fundó una revista llamada De Stijl (El Estilo). Doesburg también creó un movimiento con el mismo nombre. Los integrantes clave del grupo De Stijl fueron los arquitectos J.J. Oud y Gerrit Rietveld.
La ansiedad de la influencia: Frank Lloyd Wright
Los experimentos de los arquitectos de De Stijl se inspiraron en la obra del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright (si quieres leer más acerca de Wright, ve al capítulo 13), cuyos dibujos eran conocidos gracias a un libro alemán publicado entre 1910 y 1911. La influencia de Wright fue evidente en los voladizos y en las formas horizontales de los edificios de De Stijl. Otra influencia fue la obra del arquitecto holandés Hendrik Petrus Berlage (1856-1934), cuyos edificios de ladrillo, como la sede de la Bolsa de Valores de Ámsterdam (1897-1904), reflejaban fuerza y simplicidad. En 1908, el mismo año en que Loos escribió su ensayo Ornamento y delito, Berlage declaró: “En arquitectura, la decoración y el ornamento son bastante innecesarios, mientras que la creación del espacio y la relación entre los cuerpos es lo realmente esencial”.
El meollo de la cuestión
En la arquitectura de De Stijl, las paredes y los suelos estaban compuestos por planos verticales y horizontales que parecían flotar en el espacio. Cada elemento arquitectónico de los edificios asimétricos era pintado de un color distinto (rojo, blanco, azul, amarillo, negro y gris) para distinguir su función y ubicación. Imagínate a Mondrian pintando en tres dimensiones y podrás hacerte una idea de la imagen.
El edificio más famoso de la escuela de De Stijl es una pequeña casa en Utrecht diseñada por el arquitecto Gerrit Rietveld (1888-1964). Situada junto a una hilera de casas de ladrillo, el edificio (1923-1924) es muy luminoso y destaca de manera espectacular de sus sombríos vecinos. Sus paredes y techos planos están precariamente equilibrados como un castillo de naipes en esquina. En el interior, Rietveld diseñó todos los elementos (desde armarios y paredes móviles hasta mobiliario y elementos de iluminación) como una obra de arte total. La casa fue rehabilitada y abierta al público en 1987.
El estilo libre de estilo: el Constructivismo ruso
La Revolución rusa de 1917 ofreció a los arquitectos de la Unión Soviética la oportunidad de librarse de los edificios y diseños del pasado, adaptándose a los nuevos ideales políticos. Vidrio, acero y hormigón se utilizaron en la construcción de monumentos “constructivistas” y estructuras civiles. No se aplicó ningún estilo arquitectónico concreto de forma intencionada; en su lugar, el estilo vino a partir de los materiales y la función del edificio.
Y los finalistas son...
Al frente artístico de esta revolución estaban Eliezer El Lissitzsky (1890-1941) y Kasimir Malevich (1878-1935), cuyas obras de arte influyeron en el diseño de carteles de propaganda, elementos domésticos y edificios enteros. Todos fueron producidos por el nuevo régimen comunista.
Dos
importantes arquitectos del movimiento constructivista fueron
Alexander y Victor Vesnin. Como Lissitzsky, compusieron edificios a
partir de formas contrastadas, cada uno para una función. Uno de
sus diseños más famosos es el anteproyecto para el Palacio del
Trabajo (1922-1923). Divide la estructura en un auditorio de forma
ovalada y en una torre rectangular de oficinas, conectadas por un
puente y por los cables de las antenas de radio.
¡Fuma, brilla, chilla, se mueve!
Los constructivistas, como los futuristas, admiraban las máquinas y diseñaban sus edificios con partes móviles. Los hermanos Vesnin propusieron un rascacielos con estructura de acero para el periódico Pravda (1924), que incorporaba vallas publicitarias giratorias, reflectores y ascensores acristalados.
Aún
más cinético fue el Monumento a la Tercera Internacional
(1919-1920), diseñado por el arquitecto Vladimir Tatlin. Un cubo,
una pirámide y un cilindro iban a construirse dentro de una
armadura metálica en forma de espiral (todo para albergar las salas
de congresos del Estado). Cada uno de estos edificios fue diseñado
para girar a una velocidad diferente, completando una vuelta entera
una vez al año, una vez al mes o una vez al día, dependiendo de la
institución. ¡Qué mareo!
Las dificultades económicas en el marco del recién formado Estado comunista impidieron que se construyeran estos visionarios proyectos. Uno de los pocos constructivistas que pudo hacer alguna construcción fue el arquitecto Konstantin Melnikov, quien diseñó varios clubes de trabajadores y el pabellón soviético en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas celebrada en París en 1925 (la que inspiró el estilo Art Decó tratado en el capítulo 13). Entre los proyectos que se conservan se encuentra el Club Rusakov (1927-1928), en Moscú.
La Bauhaus
En
Alemania, una escuela llamada Bauhaus (Bau significa “construir”
y haus significa “casa”) ejerció una de las mayores influencias en
la arquitectura moderna, a pesar de que solo duró catorce años. El
destacado arquitecto alemán Walter Gropius (1883-1969) fundó la
Bauhaus en 1919. Un Gran Duque invitó a Gropius a fundar la nueva
escuela de artes en Weimar. Gropius ya se había creado un nombre al
diseñar una fábrica de zapatos como una caja de paredes de cristal.
En la Bauhaus se puso en práctica la creencia de que el arte, el
diseño y la construcción deben estar unidos, una idea que se
remonta a las catedrales góticas (sobre estas encontrarás más
información en el capítulo 9) y al movimiento británico Arts &
Crafts (ve a la sección “El estilo moderno echa raíces: el Art
Nouveau y sus arquitectos”, al principio del capítulo). Los
estudiantes de cualquier disciplina estaban obligados a cursar las
asignaturas de materiales, formas y colores. La escuela atrajo a
artistas y arquitectos de toda Europa, entre ellos Wassily
Kandinsky, Paul Klee y Laszlo Moholy-Nagy.
La Bauhaus promocionó la idea de que “la forma sigue a la función”, un credo de la modernidad acuñado por el arquitecto de Chicago Louis Sullivan (si te interesa, lee el capítulo 13). Desnudaron la arquitectura hasta dejarla en formas ultramodernas de hormigón, vidrio y acero, austeras y sin adornos. El propio edificio de la escuela en Dessau, Alemania, que se muestra en la figura 14-1, es un ejemplo perfecto. Gropius y sus colegas creían que la arquitectura debía tener una agenda social, ayudando a acoger a los desplazados tras la primera guerra mundial. Se crearon esquemas de producción masiva y se diseñaron y expusieron casas de bajo coste, influyendo radicalmente en los nuevos proyectos de vivienda construidos en Europa durante las décadas de 1920 y 1930.
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Figura 14-1.
Escuela Bauhaus, Dessau, Alemania, 1925-1926, de Walter Gropius.
Gropius trasladó la Bauhaus a Dessau en 1925 debido a la presión política. Tras el traslado, diseñó y construyó un nuevo edificio (1925-1926) para la escuela, con todos los interiores creados por el personal y los estudiantes. Una desavenencia en la escuela provocó la dimisión de Gropius y otros profesores en 1928. El arquitecto Hannes Meyer fue nombrado director. En 1930, el también arquitecto Ludwig Mies van der Rohe reemplazó a Meyer como director.
El ascenso del nazismo llegó a la escuela en forma de ataque político. En 1932 fue trasladada a Berlín. Un año más tarde cerró y muchos de sus docentes huyeron de Alemania. Gropius, Van der Rohe y Moholy-Nagy se trasladaron a Estados Unidos para dirigir las escuelas de arquitectura y diseño e introducir en América las ideas de la Bauhaus sobre el diseño moderno.
Aunque últimamente han sido criticadas, sobre todo por el escritor Tom Wolfe en su libro De la Bauhaus a nuestra casa (1982), las enseñanzas de la escuela alemana aún forman parte de los programas de arquitectura y diseño en todo el mundo.
El movimiento moderno es real: el estilo internacional
La
arquitectura revolucionaria inventada en Europa fue introducida en
América a partir de una exposición en el Museo de Arte Moderno de
Nueva York, en 1932. Llamado estilo
internacional, este nuevo tipo de
arquitectura reflejaba los austeros diseños de la Bauhaus.
Sencillo, funcional y sin adornos, el estilo internacional se
asoció a techos planos, paredes blancas, ventanas horizontales y a
materiales de construcción como el hormigón y el acero. Gran parte
de este vocabulario arquitectónico fue desarrollado por el
arquitecto francés Le Corbusier y por el arquitecto alemán Mies van
der Rohe en las décadas de 1920 y 1930. La fluidez de los espacios
y las fachadas desnudas de sus edificios dejaron una profunda
influencia en las generaciones posteriores de
arquitectos.
Después de la segunda guerra mundial, el estilo se popularizó en prácticamente todos los rincones del mundo. Hoy en día, algunos arquitectos todavía siguen las enseñanzas de Le Corbusier y Mies van der Rohe (muchos se refieren a los dos arquitectos modernos como Corbu y Mies).
Máquinas para vivir: Le Corbusier
De origen suizo, Charles Edouard Jeanneret (1887-1965), conocido como Le Corbusier, desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la arquitectura moderna del siglo XX con sus escritos, así como con su arquitectura.
La primera gran obra de Jeanneret fue la casa Schwob (1916), en su lugar de nacimiento, la Chaux-de-Fonds. Aunque más bien clásica, la casa Schwob tenía techos planos y formas geométricas que insinuaban una dirección hacia la abstracción.
En 1917, el joven arquitecto se instaló en París y, con el artista Amedee Onzenfant, comenzó a pintar en un estilo relacionado con el cubista llamado Purismo (si te interesa, ve al capítulo 15). Juntos, fundaron una revista llamada L’Esprit Nouveau (El Nuevo Espíritu), que publicaba sus opiniones acerca del arte y el diseño moderno. Una colección de ensayos de la revista se publicó en 1923 en forma de libro, Vers une architecture (traducido al español como Hacia una arquitectura). Resultó ser uno de los libros de arquitectura más influyentes jamás escritos. Para entonces, Jeanneret había adoptado un nuevo nombre, Le Corbusier (una combinación entre el nombre de su abuelo y un apodo, Corbeau, que significa “cuervo”), para plasmar su nueva identidad como visionario.
En su libro, Le Corbusier defendió que la edad moderna merecía un nuevo tipo de arquitectura basada por igual en los monumentos clásicos y en el rápido movimiento de las máquinas. En sus ilustraciones aparecen el Partenón y San Pedro de Roma, así como transatlánticos y aviones. Escribió La casa es una máquina para vivir, lo que significa que la arquitectura residencial debe despojarse de la mayoría de sus funciones esenciales.
A finales de la década de 1920, Le Corbusier puso su filosofía en práctica con una serie de casas cúbicas blancas. La más famosa es la Villa Savoye (1929-1931), cerca de París. Refleja los “Cinco puntos para una nueva arquitectura” que el arquitecto creía obligatorios para la arquitectura moderna.
Para Le Corbusier, el primer requisito para un edificio moderno era un nuevo sistema estructural de pilotes, o pilotis, que levantaba el edificio del suelo para permitir el paso peatonal y rodado por debajo. Con esta estructura y una cuadrícula de columnas encima, el interior podía tratarse como lo que Le Corbusier llamaba una “planta libre”, con espacios cerrados por tabiques no portantes. Como la fachada exterior no tenía que soportar peso, también podía ser “libre” y tratarse como una cortina, con ventanas de cualquier tamaño. El arquitecto prefería “ventanas corridas horizontales”, tiras de cristal que ocupaban todo el ancho de la fachada, para permitir la máxima luz. En los tejados de sus edificios recomendaba plantar jardines a modo de cubiertas ajardinadas para introducir la naturaleza en la ciudad.
Los principios de Le Corbusier se aplicaron en el diseño de ciudades enteras. Esquemas visionarios tales como La Ville Contemporaine (1922), el Plan Voisin de París (1925) y las Villes Radieuses (1930-1936), donde Le Corbusier proponía agrupaciones altamente ordenadas de rascacielos levantados sobre pilotis. Estos densificados planes eran lo contrario de la Broadacre City de Wright (capítulo 13). Nunca se pusieron en práctica, pero Le Corbusier insistió para llegar a construir finalmente varios edificios de gran altura. Entre ellos están el Pabellón Suizo (1930-1931), una residencia de estudiantes suizos en la Ciudad Universitaria de París, y la Unité d’Habitation (1947-1953) en Marsella, un bloque de apartamentos con veintitrés tipos de unidades diferentes.
En 1927, Le Corbusier participó en el concurso internacional para el Palacio de la Sociedad de las Naciones. Su diseño, a pesar de que fue rechazado, fue muy influyente dentro de los círculos arquitectónicos. Al año siguiente ayudó a fundar el Congrès International d’Architecture Moderne (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, comúnmente conocido como CIAM). Este grupo, formado por veinticuatro arquitectos, incluyendo a Walter Gropius de la Bauhaus, pretendían promocionar la arquitectura moderna dentro de la profesión. La organización se disolvió en 1956.
Tras la segunda guerra mundial, Le Corbusier emprendió un nuevo camino. Su arquitectura cúbica y blanca dio paso a formas escultóricas de hormigón más complejas. Entre sus obras más destacadas se encuentran la capilla de Ronchamp (1950-1955) y el monasterio de La Tourette (1957-1959), ambos en Francia. Durante este período, Le Corbusier también diseñó su único edificio en Estados Unidos, el Centro de Artes Visuales Carpenter, en la Universidad de Harvard (1961-1964). También fue uno de los arquitectos seleccionados para diseñar la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York.
La reputación internacional de Le Corbusier dio lugar a un encargo del Gobierno hindú para planificar la ciudad de Chandigarh, la capital de Punjab, y diseñar su centro gubernamental (1950-1970) así como otras estructuras.
Murió en 1965 mientras nadaba en el Mediterráneo.
Menos es más: Ludwig Mies Van der Rohe
El arquitecto Ludwig Mies Van der Rohe (1883-1969) disfrutó durante sesenta años de una actividad profesional dividida por igual entre Alemania y Estados Unidos. Es muy conocido por el desarrollo de la arquitectura de la caja de acero y cristal en casi todos sus proyectos, desde casas hasta rascacielos.
Mies, nombre con el que llegó a ser conocido, fue aprendiz de su padre, un albañil, antes de salir de Aquisgrán, su ciudad natal, para ir a Berlín en 1905. Después de servir en el ejército alemán, el joven arquitecto fue a trabajar para el diseñador de Art Nouveau Bruno Paul. En 1906, a los veinte años, Mies recibió su primer encargo independiente. Una casa para Alois Riehl (profesor de Filosofía) y su mujer, Sofie. La casa Riehl llamó la atención del destacado arquitecto alemán Peter Behrens, quien contrató a Mies dos años después.
Mientras trabajaba para Behrens, Mies pudo admirar los edificios berlineses de principios del siglo XIX diseñados por el arquitecto prusiano Karl Friedrich Schinkel (si vas al capítulo 11 descubrirás más sobre él). En 1912, Mies dejó el estudio de Behrens para abrir su propio despacho, donde diseñó una serie de casas influidas por el estilo clásico simplificado de Schinkel.
Tras la primera guerra mundial, Mies comenzó a analizar los rascacielos. A principios de la década de 1920, elaboró varias propuestas innovadoras para torres con armazón de acero enfundado en cristal. Aunque estos diseños nunca se construyeron, los revolucionarios proyectos de gran altura recibieron elogios de la crítica y presagiaron sus torres de finales de las décadas de 1940 y 1950. En 1921 se cambió el nombre de Ludwig Mies a Ludwig Mies Van der Rohe para señalar un nuevo capítulo en su vida personal (dejó a su esposa e hijos) y profesional.
Mies continuó sus experimentos espaciales durante la segunda mitad de la década de 1920 en las casas de baja altura de ladrillo, hormigón y vidrio. De planta fluida y fuertes conexiones entre interior y exterior, estos pabellones asimétricos expresaban ideas que Mies continuó explorando a lo largo de su carrera.
Entre los edificios más famosos de Mies se encuentra el
Pabellón Alemán para la Exposición Internacional celebrada en
Barcelona en 1929. El pequeño edificio, ahora llamado Pabellón de
Barcelona, fue usado por el Gobierno de Weimar como una sala de
ceremonias para recibir a los reyes de España y a otros
dignatarios. De techo plano, se apoyaba sobre columnas cromadas, de
manera que las paredes del pabellón podían estar posicionadas
libremente (no tenían que soportar la estructura). En lugar de
dividir el interior en una serie de espacios cerrados, Mies creó
una secuencia fluida y continua de espacios. Muros independientes
de lujosos mármoles, ónix y cristal parecían deslizarse uno sobre
otro, bajo la cubierta plana. Mies creó muebles especiales para los
interiores, incluyendo su famosa silla Barcelona de cuero, que
todavía hoy se sigue fabricando. A pesar de que finalmente fue
desmantelado, el Pabellón de Barcelona tuvo una gran influencia en
el desarrollo de la arquitectura moderna. En 1986 fue recreado en
el sitio original.
Mies emprendió muchos proyectos durante la década de 1930. Pero debido a los extensos cambios económicos y políticos que sobrevinieron en Alemania, se construyeron pocos de sus proyectos. La Bauhaus, de la que Mies fue director y profesor, fue cerrada en 1933 bajo la presión del nuevo Gobierno nazi.
En 1937, Mies se dio cuenta de que tenía pocas perspectivas bajo el cada vez más opresivo régimen nazi. Decidió viajar a Estados Unidos por invitación de la agente de publicidad Helen Resor y su marido, Stanley. Estaban ansiosos de que Mies diseñara su casa de vacaciones cerca de Jackson Hole, en Wyoming. Después de navegar hasta Nueva York, Mies viajó hacia el Oeste, haciendo escala en Chicago, para visitar la ciudad. Cuando Mies volvió a Alemania para arreglar sus asuntos, la pareja decidió cancelar el proyecto. A pesar de la decepcionante noticia, Mies decidió aceptar una oferta para dirigir el departamento de arquitectura del Instituto Tecnológico Armour de Chicago. Se trasladó a vivir a Estados Unidos en 1938, un año antes de que los nazis invadieran Polonia.
Después de instalarse en Chicago, el presidente del Instituto Armour le encargó el diseño de un nuevo campus para la escuela que pronto fue rebautizado como Instituto Tecnológico de Illinois. Su plan general para el IIT, en el lado sur de Chicago, marcó un gran salto en comparación con sus pequeños proyectos europeos. Mies también diseñó muchos de los edificios del campus. Utilizó vigas y pilares de acero para crear una imagen industrial que expresaba la misión tecnológica del instituto.
A finales de la década de 1940 el arquitecto siguió desarrollando su vocabulario de acero y cristal. Uno de los más famosos edificios de este período es una pequeña casa de fin de semana a las afueras de Chicago, diseñada para la doctora Edith Fransworth. Una caja acristalada enmarcada por ocho columnas de acero exteriores, la casa Fransworth (1945-1951), es una de las casas más minimalistas que se ha construido jamás. Su interior, de una sola estancia, está subdividido por tabiques, y está completamente expuesto al exterior.
El proyecto de Mies tuvo una enorme influencia en arquitectos más jóvenes. Uno de los más famosos ejemplos es la casa de Cristal (1949-1950), en New Canaan (Connecticut), que el arquitecto Philip Johnson construyó para sí mismo.
Durante la siguiente década, Mies realizó su sueño de erigir
un rascacielos de cristal. Las torres gemelas de apartamentos del
860 y 880 de Lake Shore Drive (1948) fueron seguidas de altos
edificios similares en Chicago, Detroit, Nueva York, Montreal,
Toronto y otras ciudades. Estas estructuras eran únicas no solo por
sus detalles de cristal y acero sino también por su ubicación.
Colocadas sobre pedestales, como en una especie de podio urbano,
crearon recintos ordenados diferenciados en medio de las ajetreadas
calles.
El
papel de las mujeres en el movimiento moderno
Los arquitectos que dieron forma al movimiento moderno no lo hicieron solos. Varios colaboraron con mujeres, como clientes o colegas, que hicieron, con todo derecho, contribuciones importantes al movimiento moderno. Los logros de estas mujeres no han llegado a ser apreciados hasta hace poco. Aquí están algunos de ellos:
La diseñadora alemana Lilly Reich (1885-1947), formada con
el arquitecto austriaco Josef Hoffmann, comenzó su carrera
diseñando tejidos y moda femenina. A finales de las décadas de 1920
y 1930, colaboró con Mies van der Rohe desarrollando el mobiliario
y los interiores de muchos de sus más importantes edificios. Reich
también mantuvo su propia oficina y enseñó diseño de interiores y
de tejido en la Bauhaus. Diseñó varios innovadores expositores de
textil, mobiliario y productos para la construcción, incluso llegó
a construir una casa modelo para la exposición de 1931, en
Berlín.
Charlotte Perriand (1903-1999) fue una diseñadora francesa
formada en la École de L’Union des Arts Décoratifs de París, donde
se introdujo en el diseño de mobiliario de vanguardia que todavía
se fabrica hoy en día. Perriand diseñó muchos interiores y muebles
para Le Corbusier, incluyendo algunos de acero tubular que
previamente se atribuyeron a Le Corbusier. En la década de 1940,
Perriand creó muebles modernos basados en la tradición asiática y
en la década de 1950 volvió a los diseños modulares.
Otra destacada mujer moderna fue la diseñadora de origen
irlandés Eileen Gray (1878-1976). Después de trasladarse a París en
1902, Gray empezó a producir mobiliario y biombos utilizando
técnicas de laca japonesa. Abrió su propia galería en 1922 para
mostrar su trabajo. Varios de sus diseños aún se producen hoy en
día. Gray también proyectó casas, incluyendo una en Saint Tropez
para el arquitecto Jean Badovici, íntimo amigo y editor de
L’architecture Vivant, una revista de gran prestigio. A través de Badovici, Gray
conoció a Le Corbusier y a otros importantes arquitectos que
compartieron su entusiasmo por el “espíritu de una nueva
era”.
Ciertas clientas cultivadas también tuvieron un papel significativo dentro del movimiento moderno. Entre las dispuestas a financiar y construir arriesgados proyectos arquitectónicos estaba Truus Schroeder, viuda y madre de tres hijos. En 1923, contrató al holandés Gerrit Rietveld para construir su primera pieza arquitectónica, la inusual casa en Utrecht que se convirtió en un icono del movimiento De Stijl.
En California, la heredera Aline Barnsdall (1882-1946), mecenas de arte y madre soltera, dio un empujón a la carrera de Frank Lloyd Wright contratándolo en 1915 para diseñar un teatro y una colonia de artistas en la cima de una colina con vistas a Los Ángeles. Aunque Wright terminó solo el diseño de la residencia Barnsdall, la casa Hollyhock, proyecto de inspiración maya, marcó una nueva etapa en su trabajo y le comportó otros encargos al sur de California.
La más elegante de las torres de Mies es el edificio Seagram (1954-1958), que se construyó para ser la sede de la destilería de whisky propiedad de Joseph E. Seagram, en el centro de Manhattan.
En 1962, la carrera de Mies cerró el círculo cuando fue invitado a diseñar la Nueva Galería Nacional (1962-1968) en Berlín, un museo concebido para dar cabida a exposiciones temporales de arte contemporáneo. Mies compuso un vestíbulo acristalado enmarcado por un techo radicalmente en voladizo apoyado en ocho columnas cónicas. A pesar de que regresó a Berlín varias veces para ver la galería en construcción, Mies estaba demasiado enfermo para asistir a la inauguración en 1968. Falleció el verano siguiente en Chicago.