Principales puntos de interés
Cada día, miles de turistas, trabajadores y transeúntes pasan por delante de este enorme palazzo renacentista sin prestarle atención. Pese a ello, es uno de los mayores museos de Roma, un tesoro de arte clásico que a menudo se pasa por alto. Las esculturas son impresionantes, pero lo mejor es la colección de frescos y mosaicos.
Indispensable
Escultura
En la planta baja y en la primera se exponen algunas piezas como la Niobide morente, del s. V a.C., o Il Pugile e Il Principe ellenistico, dos bronces griegos del s. II d.C. Arriba hay que detenerse ante el musculoso Discobolo, una reproducción del s. II del original griego. Otro cuerpo admirable es el de la grácil Ermafrodite dormiente.
Frescos y mosaicos
En la 2ª planta se encuentra una interesante colección de mosaicos y frescos antiguos. Estos paneles de vivos colores se utilizaban como elementos decorativos y dan idea de lo coloridas que debieron de ser por dentro las lujosas villas romanas. Aquí pueden verse íntimos frescos para los cubicula (dormitorios) –cuya temática gira en torno a la naturaleza, la mitología, la vida doméstica y la sensualidad–, además de paisajes para los triclinium (comedores) de invierno.
Frescos de Villa Livia
La joya de la corona del museo es esta sala de frescos de los años 30-20 a.C. procedentes de la Villa Livia, una de las residencias de la mujer de César Augusto, Livia Drusilla. Las pinturas, que en su día decoraban un triclinium de verano, representan un paradisíaco jardín cuajado de rosas, violetas y granadas bajo un intenso cielo azul.
Sótano
Alberga una colección de monedas que recorre la historia de la acuñación de monedas en el Imperio romano para fines propagandísticos. También se exhiben los restos de una niña embalsamada de 8 años, el único ejemplo de momificación conocido del Imperio romano.