Luego, recorriendo con los dedos cada hilera vertical de arriba abajo, empezando por la que está más a mi derecha, realizo la adición de los números allí expresados, y escribo el sobrante de las decenas debajo de esa columna. Paso a la segunda columna avanzando hacia la izquierda con la cual opero de la misma manera, de allí a la tercera y así hasta concluir mi adición.

Y he aquí cómo la misma tabla le servía para demostrar las propiedades de las figuras rectilíneas. Supongamos que tuviera que demostrar que los paralelogramos que tienen la misma base y la misma altura tienen igual superficie: colocaba sus alfileres como puede verlo en la fig. 4. Les daba nombres a los puntos angulares y concluía la demostración con sus dedos.