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En la ciudad de Buenos Aires, a los 17 días del mes de diciembre de 1998, comparece ante S. S.a y Secretario actuante, un testigo espontáneo, a quien se le procederá a tomar DECLARACIÓN TESTIMONIAL. Acto seguido S. S.a Le requiere el juramento o promesa de decir verdad de todo cuanto supiere y le fuere preguntado, de acuerdo con sus creencias, siendo instruido de las penas correspondientes al delito de falso testimonio, para lo cual le fueron leídas las disposiciones legales pertinentes del Código Penal y expresó «Lo juro». Se le enuncian los derechos que le asisten, previstos en los artículos 79, 80 y 81 del C. P. P., dándose lectura de los mencionados artículos.
Preguntado que fuera por sus datos personales dice llamarse ALBERTO GARRIDO, acreditando identidad mediante DNI 12 898 610, el cual exhibe y retiene para sí, de profesión mozo de bar, divorciado, nacido el 6 de marzo de 1960, en Buenos Aires, hijo de Enrique Garrido y Elena Gómez, domiciliado en la calle Yatay 2341 de esta ciudad.
Se lo invita a manifestar cuanto conoce de la causa, declarando: «Me presenté esta mañana en la Comisaría 31, de donde me derivaron a este juzgado, para aportar un dato muy importante para la causa. El día de la desaparición de Alicia Soria, atendí en el bar a una señora muy nerviosa, vestida con un traje color arena, que había salido del edificio de la mencionada Soria, y que observaba los movimientos del edificio con actitud sospechosa. Me acuerdo perfecto de ella porque me llamó la atención que llevara puestos guantes de goma». Su Señoría pregunta: «¿De goma?». El testigo responde: «Sí». Preguntado por S. S.a para que le diga si tiene conocimiento de la identidad de esa mujer, el testigo manifiesta: «Hasta hace un tiempo no la tenía, pero ayer, un cliente habitual del bar, el señor Ernesto Pereyra, entre trago y trago me manifestó su preocupación por ser el único sospechoso en un crimen que no había cometido, y su inquietud y su temor porque sospechaba que su mujer, Inés Pereyra, estaría involucrada en este lamentable hecho, lo cual, por el vínculo y el aprecio propio de quienes estuvieron casados tantos años, le impedía acercarse a la justicia y evacuar sus sospechas. Me mostró una fotografía que siempre lleva consigo, y la misma coincidía en un cien por ciento con la mujer que vi el día de la desaparición de Alicia». Preguntado por S. S.a por qué no se presentó con anterioridad ante este juzgado para dar su testimonio, el testigo manifiesta: «Porque a veces uno juzga sin saber y tenía miedo de involucrar a alguien que no tuviera nada que ver simplemente por una actitud nerviosa o poco común. Pero cuando el señor Pereyra me manifestó sus temores, y me enseñó la foto, mi conciencia me dijo que tenía que presentarme y decir mi parecer, y si estaba equivocado, o no tenía nada que ver, la justicia ya se encargaría de demostrarlo». Preguntado por S. S.a si quiere agregar, quitar o enmendar algo de lo expresado, responde: «No», con lo que se da por finalizado el presente acto, previa lectura en alta voz del Actuario, firmando el compareciente para constancia de ello, luego de S. S.a y ante mí DOY FE.