20.

—¿Dormís?

—…

—Lali…

—¿Qué querés papá?

—Despedirme. Me estoy yendo hasta el lunes.

—Chau.

—¿No me das un beso?

—Dejame papá, me siento mal.

—¿Te duele la cabeza?

—No.

—¿Y qué tenés?

—Náuseas y vómitos.

—¿Qué comiste anoche?

—Nada, papá, no comí nada.

—Pero Lali, no te hace bien. Debe ser por eso que te sentís mal.

—…

—¿Querés que le diga a mamá que te traiga el desayuno?

—¡No!

—Lali, vos no estarás con el rollo de la gordura y las dietas, ¿no?

—Hoy estás relúcido, te das cuenta de todo de una.

—Soy tu papá, Lali.

—…

—¿No sabés que podés terminar anoréxica?

—Papá, dejá de hablar boludeces.

—No, Lali, no son boludeces. Ahora le digo a tu mamá que te suba el desayuno.

—¡No! ¡Quiero seguir durmiendo, ¿no entendés?!

—…

—…

—Está bien.

—…

—…

—…

—Me tengo que ir, me viene a buscar un remís.

—Chau.

—Voy a Brasil, ¿sabés?

—…

—A Río voy.

—…

—Por trabajo.

—Mirá qué bien.

—¿Querés que te traiga algo del free shop?

—…

—¿Un perfume?

—Traeme lo que quieras.

—No sé, decime vos, que soy medio desastre para esas cosas.

—Bueno, traeme un perfume.

—¿Alguno en especial?

—No, papá, cualquiera.

—Comé, ¿sí?

—…

—Nos vemos.

—Chau.