Capítulo 16
El martes por la mañana Gabriel llamó a Candis.
—Hola Gabriel, ¿todo bien?
—Sí, llegamos sin problemas, estaremos en la villa hasta el domingo.
—¡Genial! ¿Has organizado la seguridad para que nadie la moleste?
—Sí, desde luego. El viernes no estaré, tengo que ausentarme por unos asuntos personales pero el sábado a primera hora estaré de vuelta. Aún así quedarán con ella dos escoltas.
—¿Y los vigilantes?
—Ese día Alexia no piensa salir de casa y les hemos dado el día libre. Es una zona tranquila, no hay vecinos cerca, estará bien.
—Si tú lo dices me quedo más tranquilo. Pues nada, espero que mi chica cargue baterías para la gira. ¡Adiós Gabriel!
Gabriel colgó el teléfono y subió las escaleras, cruzó el pasillo y entró en el dormitorio. Alexia acababa de levantarse, bostezaba y andaba tambaleándose.
—¡Joder pareces sacada de una película de zombis!
Alexia se rascó la pierna a la vez que le enseñaba el dedo medio de la mano derecha.
—¿Dónde estabas?
—He llamado a Candis para informarle que habíamos llegado bien.
—¡Vale, me voy a la ducha!
Gabriel se sentó en la cama y se quedó pensativo hasta que escuchó cantar a Alexia un tema de Maroon 5, ¡qué tía más pesada!
Caín estaba apostado en la azotea de la villa con unos prismáticos, se turnaba con Derek. Allí arriba hacía calor y era imposible estar sin una gorra y un buen suministro de agua. El calor era algo agobiante.
Alexia jugaba con las olas del mar, podía llegar a ser muy infantil pero eso la hacía más adorable. Gabriel vestido con unos pantalones cortos y una camiseta de manga corta, no ocultaba su pistolera. La trampa estaba creada, el viernes la seguridad sería más débil, si tenían algo de cerebro atacarían ese día pero él estaría preparado.
—¡Perrooooo!
Gabriel se giró y vio venir por el camino privado de la villa hasta la playa a…. ¡Nooo jodeeer!
—¿Me habéis echado de menoooos? —preguntó Fede.
Gabriel miró a Alexia que se encogió de hombros a la vez que sonreía y salía corriendo al encuentro de Fede.
—¡Fedeeeeeeee!
—¡La madre que la parió! —gruñó Gabriel fastidiado, ahora tendría que aguantar dos locos por el precio de uno.
Fede se quitó la camisa, los pantalones y los zapatos, se cayó al suelo y corrió en bañador hacia Alexia.
—¡Nenaaaaa! ¡Vamos a ver culos de tíos hasta hartarnos!
No lejos de allí algunas parejas plantaron sus esterillas y se tumbaron sobre ellas. Dos chicos jóvenes y musculosos pasaron junto a ellos.
—¡Neneee, qué culo tienes! ¡Ay lo que te hacía yooooo!
—¡Calla Fede!
—¿Que me calle? Nena que estoy más salido que el pico de una plancha, vamos estoy que hasta tu perro me vale.
—¡A mí ni me mires! —gruñó Gabriel alejándose de los dos rojo como un tomate.
—¡Perrito malo! ¡Veeeen! —gritó Fede corriendo hacia Gabriel que nada más verlo agarró a Alexia, la cargó a hombros y salió corriendo.
—¡Neneeee esperaaaaa! —gritaba Fede agarrándose el bañador de rayas de colores que se le caía al correr.
Alexia chillaba y reía sin parar pero Gabriel no dejaba de gruñir.
Gabriel se paró en seco ante un chiringuito de playa, aún llevaba a Alexia al hombro, pesaba tan poco que ni reparó en ella
—¡Un refresco de limón, por favor!
El camarero se quedó con la boca abierta al ver que cargaba a Alexia al hombro y por la pistola que llevaba al costado. Sacó un tubo y vertió en el un botellín de refresco. Gabriel sacó la cartera y le pagó al camarero. Fede ya se escuchaba cerca, sus gritos eran cada vez más audibles, se bebió el refresco de un trago, cogió los cubitos de hielo y se los metió en la parte de abajo del bikini de Alexia y salió corriendo con ella chillando a pleno pulmón.
—¡Te voy a mataaaaar! ¡Suéltameeeee! ¡Me has congelado el culooo!
—¡Calla pava! —gruñó Gabriel a la vez que hacia un quiebro para esquivar a Fede que se acercaba y corrió de regreso a la villa.
—¡Hijo de tu madreeeeee! ¡Para yaaaaa de correeer!
Durante la cena Fede encendió la radio y revisó el dial buscando algo que le gustara. Escuchó My house de Oceana y paró, le dio voz y regresó a la mesa.
—Nena qué bueno está todo. Muchas gracias por invitarme.
—Sí, muchas gracias. —dijo Gabriel con ironía.
—Veo que tu perro sigue igual de rabioso, igual deberías cortarle los huevos, dicen que se quedan más mansitos.
Gabriel tragó saliva solo de pensarlo, ¡puñetero Fede!
—Dime Fede, aparte de molestar ¿qué piensas hacer estos días?
—¿Te refieres aparte de cagarme en tu madre? —respondió Fede echando el flequillo hacia atrás y bebiendo un poco de zumo—. Este zumo es una delicia.
—Lo hice yo. —anunció Gabriel sonriendo.
—Bueno al menos el perro sabe hacer zumo.
—Sí, a ese apenas si le escupí.
Fede miró a Alexia horrorizado y esta negó con la cabeza.
—Mira neneeee con lo que me estoy cagando mentalmente en tu madre, la pobre tiene que estar poniendo ambientadores como loca en toda su casa.
—Deja a mi madre en paz y vete a peinarte ese flequillo de papá pitufo. —gruñó Gabriel.
—¿Qué le pasa a mi flequillo? Es lo último.
—Lo último en cepillos para barrer el suelo. —añadió Gabriel.
—¡Chicoooooos, bastaaaaa yaaaa! ¿Estoy de vacaciones recordáis? Fede ahora mismo le dices algo agradable a Gabriel o duermes en la calle.
Gabriel sonrió, le guiñó un ojo a Fede sintiéndose vencedor.
—¡Y tú también Gabriel o ya sabes lo que te perderás!
Gabriel gruñó malhumorado, apretando los dientes.
—Bueno va… Gabriel eres un escolta de primera y siempre te estaré agradecido por haber salvado la vida de mi niña. —dijo Fede emocionándose.
—Fede tú… eres… me caes bien… —acertó a decir Gabriel con cara de estar resolviendo una ecuación matemática de gran complejidad.
—No le pidas más Fede, no da para más el troglodita este.
Fede soltó una carcajada y Alexia se contagió, Gabriel se levantó, se bajó los pantalones y les enseñó el culo pero no contaba con que Fede estaba muy cerca y le pegó un guantazo en el trasero. Gabriel dio un salto, se subió los pantalones y se alejó en dirección al servicio.
Gabriel miró hacia el salón y después de comprobar que los dos seguían bromeando, pasó de largo el servicio y salió de la villa. Caín y Derek estaban sentados en la única entrada de la villa. Gabriel los saludó y enfiló el camino hacia la playa, miró el reloj y se apresuró.
En la playa un tipo alto, de pelo blanco, vestido con una camisa de rayas y un pantalón corto se acercó a Gabriel.
—Con los saludos de Jeff. —dijo el tipo a la vez que le entregaba un maletín de aspecto pesado.
Gabriel asintió con la cabeza y agarró el maletín. El tipo lo miró fijamente por unos instantes y se alejó desapareciendo en la oscuridad de la noche. Gabriel regresó a la villa, escondió el maletín en unos arbustos y entró en la villa. De regreso al salón, Fede lo recibió con una mirada curiosa.
—Nene, con lo que has tardado en mear habrás subido el nivel del mar por lo menos un metro.
Alexia soltó una carcajada y se dejó caer sobre uno de los sillones.
—¿Y a esta qué le pasa? —gruñó Gabriel.
—El vino tinto, está muy bueno fresquito, entra como la seda pero cuando te descuidas te ha dejado destrozado.
Gabriel agarró a Alexia, la cogió en brazos y caminó hacia la escalera.
—¡Buenas noches Fede!
—Que descanséis. —dijo Fede sirviéndose un poco más de vino—. ¡Qué bueno está el vino pero qué dolor de cabeza me está dando el condenado!