PREFACIO

Al escribir este libro, he cumplido una promesa que durante muchos años me falló el valor de satisfacer. Las dificultades en su presentación me parecían demasiado grandes, por la responsabilidad intelectual que se necesita para emprender un proyecto de tal envergadura y por las deficiencias de mi preparación científica. Si al final he vencido mis dudas y he abordado el tema, se debe, ante todo, a que mis experiencias sobre el fenómeno de la sincronicidad se han multiplicado con las décadas, mientras que, por otra parte, mis investigaciones en la historia de los signos, especialmente sobre Piscis, me acercaron más al hecho y, finalmente, porque llevo veinte años aludiendo a la existencia de este fenómeno en mis escritos, sin estudiarlo en profundidad. Me gustaría terminar con esta situación insatisfactoria, aunque sólo sea de forma provisional, intentando ofrecer una exposición coherente de todo lo que tengo que decir al respecto. Espero que no se considere presunción por mi parte si pido de la comprensión y buena voluntad del lector que acepte manifestaciones poco comunes. De él se espera que se sumerja en regiones de la experiencia humana, que son oscuras, dudosas y rodeadas de prejuicios, amén de las dificultades intelectuales que el tratamiento y la aclaración de un tema tan abstracto debe acarrear inevitablemente. Como cualquiera puede ver por sí mismo después de leer unas cuantas páginas, no se trata de una descripción y explicación detalladas de este complicado fenómeno, sino solamente de un intento de esbozar el problema para descubrir algunos de sus múltiples aspectos y conexiones y dar a conocer un campo muy oscuro de máxima importancia filosófica. Como psiquiatra y psicoterapéuta, me he enfrentado a menudo con el problema y me he convencido de lo mucho que estas experiencias interiores significan para mis pacientes. En la mayor parte de los casos, se trataba de cosas de las que la gente no habla por miedo a quedar en ridículo. Me sorprendió comprobar el gran número de personas que habían tenido experiencias de esta Índole y con qué celo guardaron el secreto. Por eso, mi interés sobre este problema tiene una base tanto humana como científica.

En la confección de mi obra, he contado con el apoyo de una serie de amigos a los que menciono en el texto. Me gustaría expresar aquí mi especial agradecimiento a la doctora Liliane Frey-Rohn, por su ayuda en el campo astrológico.

Agosto, 1950

C. G. Jung