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Posiblemente el lector, durante la lectura de este libro, habrá experimentado dos tipos de sensaciones. O se habrá quedado sorprendido de la cantidad de casuística que sobre duendes y análogos existe en España, teniendo en cuenta que en este país estamos muy influidos por las aportaciones extranjeras, un tanto espurias y tergiversadas del tema, como son los casos de David el gnomo o los Pitufos del padre Abraham, o, por el contrario, se habrá decepcionado de que no hayamos mencionado tal o cual duende o de encontrar que en su zona o región, concretamente, apenas nos extendamos. Tanto una reacción como otra será lógica, pues este libro no deja de ser novedoso en el sentido de que, hasta el momento, nunca se había investigado y escrito sobre este tema a nivel nacional (salvo tímidos intentos por parte de Julio Caro Baroja o Constantino Cabal en capítulos incluidos en obras de más alcance), y esa novedad tiene la ventaja de exponer, por primera vez, a estos seres de forma sistemática, documentada y escueta, buceando en múltiples leyendas y tradiciones en toda la geografía española, y por supuesto, tiene la desventaja, casi seguro, de adolecer de todo tipo de fallos, lagunas y algunas imprecisiones forzadas por la envergadura del tema tratado que, fácilmente, podría haber tenido el doble de páginas que tiene en la actualidad.

Sabemos que uno de los principios del arte zen es dejar la obra deliberadamente incompleta para que el espectador o lector se recree en completarla y descifrarla, y para eso debe tener ambivalencias y contradicciones simultáneas, algo que ocurre en el caso presente, con la única diferencia de que no ha sido deliberado el intento sino obligatorio. Pero el objetivo principal de los autores y del dibujante, independientemente del agrado o la desaprobación del lector, creemos que ha cumplido: mostrar todo un mundo mitológico, en este caso circunscrito a una sola variedad —los duendes—, mucho más amplio, complejo y ameno del que en un principio se podría imaginar uno, pues ésta ha sido la sensación que hemos tenido al escribir el libro, cuando en un principio pensábamos que se podía despachar en unas pocas hojas y al final comprobamos, con suma satisfacción, que en España el folclore y los mitos sobre estos seres es tan rico y están tan vivos como lo pueden estar en otros países de mayor tradición en el tema, como lo es Gran Bretaña. Por todo lo cual, que el lector no piense que está ante un libro acabado, donde aparece una colección, más o menos variopinta, de duendes fijados a la pared por un alfiler y que ya está dicho todo lo que se sabe sobre ellos, pues ni pretendemos ser taxidermistas, ni somos tan ingenuos como para creer que hemos clasificado, vencido y conocido a estos diminutos personajillos. No nos extrañaría que ahora empezara una nueva «época de duendes» donde algunos fenómenos, como las casas encantadas y los visitantes nocturnos de dormitorio, se contemplen desde otro punto de vista, y así como hubo una oleada de avistamientos de duendes a finales del siglo XVIII y a principios del XIX, tal vez estén esperando pacientemente, como ocurre con los goblins de la película Dentro del Laberinto, a que se diga la frase adecuada para empezar a hacer de las suyas en los hogares humanos…