LIBRO II
Hijos de Ínaco. Hijos de Foroneo. Argos y Pelas go. Argos Panoptes
[1] Puesto que ya hemos tratado de la estirpe de Deucalión, hablemos ahora de la de Ínaco.
Océano y Tetis tienen un hijo, Ínaco, de quien recibe nombre un río en Argos1. De éste y Melia, hija de Océano, nacieron Foroneo y Egialeo. Muerto Egialeo sin descendencia toda la región se denominó Egialea2. En cuanto a Foroneo3, reinando en todo lo que después se llamó Peloponeso, engendró en la ninfa Telédica a Apis y Níobe. Apis transformó su poder en tiranía y llamó Apia al Peloponeso; por actuar como tirano violento fue víctima de las intrigas de Telxión y Telquín; murió sin hijos y fue deificado con el nombre de Sarapis4. De Zeus y Níobe (la primera mortal amada por Zeus) nació un hijo, Argos, y según Acusilao también Pelasgo, por quien los habitantes del Peloponeso se llamaron pelasgos; sin embargo, Hesíodo dice que Pelasgo era autóctono. Pero de éste [2] hablaremos después5. Argos, obtenida la realeza, dio su propio nombre al Peloponeso, y casado con Evadne, hija de Estrimón y Neera, engendró a Écbaso, Pirante, Epidauro y Críaso —quien heredó el reino.
De Écbaso nació Agénor, y de éste, Argos, llamado Panoptes6, pues tenía ojos por todo el cuerpo; dotado de extraordinaria fuerza, mató al toro que asolaba Arcadia y se vistió con su piel; asimismo, enfrentándose a un sátiro que causaba daños a los arcadios y robaba los ganados, lo mató. Se dice que también dio muerte a Equidna7, hija de Tártaro y Gea que raptaba a los caminantes, sorprendiéndola dormida; vengó además el asesinato de Apis, matando a los culpables.
Ío
De Argos e Ismene, hija de Asopo, [3] nació Yaso, quien, según se cree, fue el padre de Ío, aunque el cronista Cástor y muchos de los poetas trágicos afirman que Ío era hija de Ínaco8; para Hesíodo y Acusilao era hija de Pirén. A esta Ío, sacerdotisa de Hera, la sedujo Zeus, pero descubierto por la diosa, tocando a la muchacha la transformó en una vaca blanca9 y juró que no se había unido con ella; por eso dice Hesíodo que los perjurios por amor no atraen la cólera de los dioses10. Hera pidió la vaca a Zeus y le puso como guardián a Argos Panoptes, quien según Ferecides era hijo de Aréstor —aun cuando Asclepiades dice que era hijo de Ínaco, y Cercope que de Argos e Ismene, hija de Asopo; Acusilao lo tiene por autóctono. Argos ató la vaca a un olivo que había en el bosque de Micenas. Zeus encargó a Hermes que la robara, pero éste, como al delatarlo Hiérace no pudo hacerlo a escondidas, mató a Argos de una pedrada, por lo que recibió el sobrenombre de Argifontes11. Entonces Hera envió un tábano en persecución de la vaca12, la cual primero se dirigió al golfo por ella denominado Jónico, luego a Iliria y, habiendo recorrido el monte Hemo, cruzó el llamado entonces estrecho Tracio y ahora, desde su paso, Bósforo13. Siguió hacia Escitia y la tierra Cimeria y, después de andar errante por varias regiones, atravesó a nado muchos mares de Europa y Asia hasta que, finalmente, llegó a Egipto, donde, recuperada su forma primigenia, dio a luz a un hijo, Épafo, junto al río Nilo14. Hera pidió a los Curetes que lo ocultaran y ellos así lo hicieron. Zeus al saberlo aniquiló a los Curetes e Ío salió en busca de su hijo vagando por toda Siria (pues le había sido revelado que allí lo criaba la esposa del rey de Biblos); una vez encontrado Épafo, volvió a Egipto y se casó con Telégono, a la sazón rey de los egipcios. Erigió una estatua a Deméter, a quien los egipcios llamaron Isis —nombre con que también designaron a Ío15.
Descendencia de Ío: Agénor y Belo. Hijos de éste: Dánao y Egipto
Épafo fue rey de los egipcios y se desposó [4] con Menfis, hija del Nilo; en su nombre fundó la ciudad de Menfis y engendró una hija, Libia, epónima de ese país16. De Libia y Posidón, nacieron gemelos, Agénor y Belo. Agénor marchó a Fenicia donde reinó y fue origen de la gran estirpe; por ello diferimos hablar de él17. Belo permaneció en Egipto y fue rey; se casó con Anquínoe, hija del Nilo, y tuvo hijos gemelos, Egipto y Dánao, y según Eurípides además Cefeo y Fineo. Belo estableció en Libia a Dánao y en Arabia a Egipto —quien también subyugó el país de los melámpodes y lo denominó Egipto, como él. De múltiples mujeres tuvieron Egipto cincuenta hijos y Dánao cincuenta hijas. Más tarde, al surgir entre ellos la rivalidad por el trono, Dánao, por temor a los hijos de Egipto, construyó el primero una nave con el consejo de Atenea, y embarcando en ella a sus hijas huyó. Al arribar a Rodas erigió la estatua a Atenea Lindia18. Desde allí marchó a Argos, donde Gelánor, entonces rey, le cedió el trono; una vez adueñado del país llamó dánaos a sus habitantes. Como la tierra estaba yerma, pues Posidón, encolerizado con Ínaco por declarar que el país pertenecía a Hera19, había secado incluso las fuentes, Dánao envió por agua a sus hijas. Una de ellas, Amimone, mientras la buscaba, lanzó una flecha a una cierva y alcanzó a un sátiro dormido, el cual despertó y quiso forzarla. Al aparecer Posidón el sátiro huyó y Amimone yació con el dios, quien le reveló las fuentes de Lerna20.
Las Danaides
[5] Pero los hijos de Egipto llegaron a Argos, exhortaron a Dánao a poner fin a su enemistad y le pidieron a sus hijas en matrimonio. Dánao, aunque desconfiaba de sus propósitos y guardaba rencor por su exilio, consintió y distribuyó a las muchachas. Reservaron a Hipermestra, que era la mayor, para Linceo, y a Gorgófone para Proteo, pues éstos le habían nacido a Egipto de una mujer de linaje real, Argifía. De los restantes, Busiris, Encélado, Lico y Daifrón lograron las hijas que Dánao había tenido de Europa: Autómate, Amimone, Ágave y Escea; éstas le nacieron a Dánao de una princesa, pero Gorgófone e Hipermestra habían nacido de Elefantis. Istro obtuvo a Hipodamía, Calcodonte a Rodia. Agénor a Cleopatra, Queto a Asteria, Diocoristes a Hipodamía21, Alces a Glauce, Alcménor a Hipomedusa, Hipótoo a Gorge, Euquénor a Ifimedusa, Hipólito a Rode; estos diez habían nacido de una mujer árabe y las doncellas de ninfas Hamadríadas, unas de Atlantea y otras de Febe. Agaptólemo recibió a Pirene, Cércetes a Dorio, Euridamante a Fartis, Egio a Mnestra, Argio a Evipe, Arquelao a Anaxibia, Menémaco a Nelo; estos siete eran hijos de una mujer fenicia, y las muchachas de una etíope. Los hijos de Tiria eligieron sin sorteo a las hijas de Menfis por la semejanza de sus nombres: Clito a Clite, Esténelo a Esténele, Crisipo a Crisipe; los doce hijos de la ninfa náyade Caliadne obtuvieron por sorteo a las hijas de la ninfa náyade Polixo; los hijos eran: Euríloco, Fantes, Perístenes, Hermo, Driante, Potamón, Ciseo, Lixo, Imbro, Bromio, Polictor y Ctonio; y las muchachas: Autónoe, Teano, Electra, Cleopatra, Eurídice, Glaucipe, Antelea, Cleodora, Evipe, Erato, Estigne y Brice. Los hijos de Egipto nacidos de Gorge consiguieron las hijas de Pieria; y Perifante obtuvo a Actea, Eneo a Podarce, Egipto a Dioxipe, Menalces a Adite, Lampo a Ocípete, Idmón a Pilarge. Los más jóvenes eran éstos: Idas que recibió a Hipódice, Daifrón a Adiante (la madre de ellas era Herse), Pandión a Calídice, Arbelo a Eme, Hiperbio a Celene, Hipocoristes a Hiperipe; la madre de ellos fue Hefestine y la de ellas Crino.
Una vez que hicieron el sorteo de los matrimonios Dánao celebró un banquete y proporcionó cuchillos a sus hijas. Éstas degollaron a sus esposos mientras dormían, excepto Hipemestra, quien salvó a Linceo porque había respetado su virginidad22; por ello Dánao la encerró manteniéndola vigilada. Las otras danaides enterraron las cabezas de sus esposos en Lerna y tributaron honras fúnebres a los cuerpos ante la ciudad23. Atenea y Hermes las purificaron por mandato de Zeus. Más tarde Dánao unió en matrimonio a Hipermestra y a Linceo y asignó las restantes hijas a los vencedores de una competición atlética24.
Amimone tuvo de Posidón un hijo, Nauplio, que vivió largos años; recorriendo el mar solía atraer con antorchas a los que encontraba, para matarlos25. Ocurrió que también él vino a perecer del mismo modo. Antes de morir, refieren los trágicos, casado con Clímene, hija de Catreo —o, según el autor de los Nostoi26, con Fílira, o aun, a juicio de Cercope, con Hesíone—, había engendrado a Palamedes, Éax y Nausimedonte.
Acrisio y Preto. Las hijas de Preto curadas por Melampo de su locura
[2] Linceo reinó en Argos después de Dánao y tuvo de Hipermestra un hijo, Abante; de éste y Aglaya, hija de Mantineo, nacieron gemelos, Acrisio y Preto. Éstos se peleaban ya en el vientre materno27, y cuando crecieron se disputaron el trono, habiendo sido los primeros en usar escudos durante sus guerras28. Acrisio venció a Preto y lo expulsó de Argos; Preto llegó a Licia, a la corte de Yóbates —o, en opinión de otros, a la de Anfianacte—, y se casó con su hija, a la que Homero nombra Antea, pero los trágicos Estenebea29. Con la ayuda de un ejército licio, su suegro lo restituyó a su país y él ocupó Tirinto, que los cíclopes le habían amurallado30. Se repartieron luego el territorio argivo y lo habitaron: Acrisio reinó en Argos y Preto en Tirinto31. Acrisio tuvo [2] una hija, Dánae, de Eurídice, hija de Lacedemón, y Preto, de Estenebea, tuvo a Lisipe, Ifínoe e Ifianasa. Cuando éstas llegaron a la edad núbil enloquecieron, según Hesíodo32, por no aceptar los misterios de Dioniso, o, como dice Acusilao, por haber menospreciado la estatua de madera de Hera. En su insania andaban errantes por toda la región argiva, y después, atravesando Arcadia y el Peloponeso, corrían en el mayor desorden por lugares yermos. Melampo, hijo de Amitaón y de Idomene, hija de Abante, que era un adivino y el primero que descubrió la curación por medio de lustraciones y drogas, se brindó para sanar a las muchachas a cambio de la tercera parte del reino. Cuando Preto, rechazó que las curara a tan alto precio, las doncellas enloquecieron más aún, y con ellas las demás mujeres; pues éstas abandonaron también sus casas, mataron a sus hijos y marcharon al desierto. Como la desgracia aumentaba, Preto consintió en pagar lo que se le pedía, pero Melampo sólo aceptó curarlas si su hermano Biante recibía otro tercio. Preto, temiendo que si se retrasaba la curación le pidiera aún más, admitió esas condiciones. Melampo entonces, acompañado de los jóvenes más vigorosos, las persiguió con gritos y danzas frenéticas desde las montañas hasta Sición. En el acoso murió la mayor de las hijas, Ifínoe; pero las otras consiguieron recobrar su lucidez mediante lustraciones33. Preto las unió en matrimonio a Melampo y Biante; más tarde engendró un hijo, Megapentes.
Belerofontes y la Quimera
[3] Belerofontes34, hijo de Glauco, hijo de Sísifo, después de matar involuntariamente a su hermano Delíades —al que algunos llaman Pirén y otros Alcímenes—, llegó ante Preto, quien lo purificó. Pero Estenebea se enamoró de él y le envió propuesta para un encuentro; como éste rehusara, ella dijo a Preto que Belerofontes le había hecho proposiciones infames. Preto lo creyó y entregó a Belerofontes una carta para Yóbates, en la que había escrito que le diese muerte35. Yóbates, después de leer la carta, le ordenó matar a la Quimera, esperando que la fiera acabaría con él, ya que no era fácil de dominar por muchos y menos por uno: tenía la parte anterior de león, la cola de dragón y en medio una tercera cabeza de cabra por la que arrojaba fuego. Devastaba la región y destruía los ganados, pues era una sola criatura con la fuerza de tres animales. Se dice también que la Quimera había sido criada por Amisodaro, y así lo asegura también Homero36, y que había nacido de Tifón y Equidna, según [2] relata Hesíodo37. Belerofontes, montado en Pegaso, caballo alado nacido de Medusa y Posidón, elevándose por los aires, asaeteó desde allí a la Quimera38. Después de este lance, Yóbates le mandó combatir contra los sólimos39, y una vez cumplida esta tarea, le ordenó luchar contra las amazonas; y como también las aniquilara, Yóbates escogió a los licios sobresalientes por su valentía, y les encargó que lo mataran tendiéndole una emboscada. Pero cuando todos ellos hubieron sucumbido a manos de Belerofontes, Yóbates, admirado de su fuerza, le mostró la carta y lo invitó a quedarse junto a él; además de entregarle a su hija Filónoe40, al morir le legó el reino.
Dánae y su hijo Perseo
Cuando Acrisio preguntó al oráculo [4] cómo tendría hijos varones, el dios le contestó que de su hija había de nacer un hijo que lo mataría. Acrisio, temiendo esto, construyó una cámara subterránea de bronce y allí encerró a Dánae. Pero, según algunos, la sedujo Preto, a causa de lo cual se suscitó una reyerta entre ambos hermanos41; según otros, Zeus, transformado en lluvia de oro, se unió a ella, cayendo hasta el seno de Dánae a través del techo. Cuando más tarde Acrisio supo que había dado a luz a Perseo, no creyendo que hubiera sido poseída por Zeus, puso a su hija y al niño en un arca y la arrojó al mar; al arribar el arca a Sérifos, Dictis recogió y crió al niño.
Perseo ante las Grayas y las ninfas. Medusa
El hermano de Dictis, Polidectes, que [2] era rey de Sérifos, se enamoró de Dánae, pero ante la dificultad de yacer con ella porque Perseo era ya adulto, convocó a sus amigos y con ellos a Perseo diciéndoles que reunieran regalos de boda para Hipodamía, hija de Enómao42. Al decir Perseo que no vacilaría ni ante la cabeza de la Górgona, Polidectes pidió a los demás que buscasen caballos, pero de Perseo no aceptó caballos sino que le ordenó traer la cabeza de la Górgona. Ayudado por Hermes y Atenea, Perseo marchó al encuentro de las Fórcides, Enío, Pefredo y Dino; éstas eran hijas de Ceto y Forco, hermanas de las Górgonas, viejas de nacimiento43. Las tres disponían de un solo ojo y un solo diente, que compartían: Perseo los cogió y cuando se los reclamaron dijo que los devolvería si le indicaban el camino que llevaba hasta las ninfas. Estas ninfas tenían sandalias aladas y la kíbisis, que al parecer era un zurrón. Píndaro, y también Hesíodo en el Escudo, dicen de Perseo44:
Toda la espalda la cubría la cabeza de un horrible monstruo Górgona, y la kíbisis lo rodeaba.
La kíbisis se llama así porque el vestido y la comida se depositaban en ella45; las ninfas poseían además el casco de Hades. Cuando las Fórcides hubieron encaminado a Perseo, les devolvió el ojo y el diente, y al llegar ante las ninfas obtuvo lo que buscaba. Cogió la kíbisis, ajustó las sandalias a sus tobillos y se caló el yelmo en la cabeza; cubierto con él veía a quien quería, pero era invisible para los demás46. Con una hoz de acero recibida de Hermes llegó volando al Océano y sorprendió dormidas a las Górgonas, Esteno, Euríale y Medusa. Ésta era la única mortal, por eso Perseo fue enviado a buscar su cabeza. Las Górgonas tenían cabezas rodeadas de escamas de dragón, grandes colmillos como de jabalí, manos broncíneas y alas doradas con las que volaban; petrificaban a quien las miraba. Perseo se detuvo junto a ellas aún dormidas y, guiada su mano por Atenea, volviendo la mirada hacia el escudo de bronce en el que se reflejaba la imagen de la Górgona, la decapitó47. Al cortar la cabeza, surgieron de la Górgona el caballo alado Pegaso y Crisaor, el padre de Gerión; a éstos los había engendrado Posidón48. Perseo guardó [3] la cabeza de Medusa en el talego y emprendió el regreso. Las otras Górgonas despertaron de su sueño y lo persiguieron, pero no podían verlo pues iba cubierto con el yelmo.
Liberación de Andrómeda. Castigo de Polidectes
Llegado a Etiopía, donde reinaba Cefeo, encontró a la hija de éste, Andrómeda, expuesta como presa para un monstruo marino49. Pues Casiopea, la esposa de Cefeo, había competido en en belleza con las Nereidas y se había jactado de ser mejor que todas; por ello éstas se encolerizaron y Posidón, compartiendo su ira, afligió al país con un monstruo y una inundación. Amón reveló que cesaría la calamidad si Andrómeda, la hija de Casiopea, era ofrecida como alimento del monstruo. Cefeo, obligado a hacerlo por los etíopes, la encadenó a una roca. Cuando Perseo la vio, enamorado de ella, prometió a Cefeo acabar con el cetáceo si una vez rescatada se la otorgaba en matrimonio. Hechos los juramentos en estos términos, Perseo acechando al monstruo lo mató y liberó a Andrómeda. Pero Fineo, hermano de Cefeo, a quien antes había sido prometida Andrómeda, conspiró contra Perseo; éste, enterado de la maquinación, mostrando la cabeza de la Górgona a los confabulados los petrificó al instante50. Al regresar a Sérifos halló a su madre y a Dictis refugiados en los altares a causa de la violencia de Polidectes; entró en el palacio donde Polidectes había reunido a sus amigos, y volviéndose les mostró la cabeza de la Górgona: cada uno de los que miraron quedó petrificado en la posición en que se encontraba. Después de dejar a Dictis como rey de Sérifos, restituyó a Hermes las sandalias, la kíbisis y el yelmo, mientras que la cabeza de la Górgona se la entregó a Atenea. Hermes devolvió aquellas cosas a las ninfas, y Atenea insertó en medio de su escudo la cabeza de la Górgona. Algunos dicen que Medusa fue decapitada a causa de Atenea, pues esta Górgona había querido rivalizar en belleza con ella.
Muerte de Acrisio. Descendencia de Perseo
[4] Perseo con Dánae y Andrómeda se marchó rápidamente a Argos para ver a Acrisio. Éste al enterarse, temeroso del oráculo51, abandonó Argos y se retiró a la tierra pelásgica. Por entonces Teutámidas, rey de Larisa, organizaba juegos deportivos en honor de su padre muerto, y Perseo acudió allí con intención de tomar parte en ellos; cuando competía en el pentatlon alcanzó con el disco a Acrisio en un pie, matándolo al instante52. Al comprender que el oráculo se había cumplido, enterró a Acrisio fuera de la ciudad y, sintiendo vergüenza de volver a Argos en busca de la herencia de su víctima, se dirigió a Tirinto, y por intercambio con Megapentes, hijo de Preto, éste fue rey de los argivos y Perseo de Tirinto, después de haber fortificado Midea y Micenas53. Tuvo hijos de Andrómeda: [5] antes de ir a la Hélade, Perses, a quien dejó con Cefeo (se dice que de él descienden los reyes de Persia); y en Micenas, Alceo, Esténelo, Heleo, Méstor y Electrión, y una hija, Gorgófone, a la que desposó Perieres54. De Alceo y Astidamía, hija de Pélope —o según algunos de Laónome, hija de Guneo, y, según otros, de Hipónome, hija de Meneceo—, nacieron Anfitrión y una hija, Anaxo. De Méstor y Lisídice, hija de Pélope, nació Hipótoe. Posidón raptó a ésta y, llevándola a las islas Equínades, se unió a ella y engendró a Tafio, quien colonizó Tafos y llamó a los habitantes teléboas por haber marchado lejos de su patria55; de Tafio nació un hijo, Pterelao, a quien hizo inmortal Posidón insertándole un cabello de oro en la cabeza56. De Pterelao nacieron Cromio, Tirano, Antíoco, Quersidamante, Méstor y Everes.
Electrión se casó con Anaxo, la hija de Alceo, y engendró una hija, Alcmena57, e hijos, Estratóbates, Gorgófono, Filónomo, Celeneo, Anfímaco, Lisínomo, Querímaco, Anactor y Arquelao; y después de éstos tuvo también un hijo bastardo, Licimnio, de Midea, mujer frigia.
De Esténelo y Nicipe, hija de Pélope, nacieron Alcíone y Medusa, y más tarde Euristeo, que reinó también en Micenas. Cuando Heracles estaba a punto de nacer, Zeus declaró ante los dioses que el primer descendiente de Perseo reinaría en Micenas, y Hera por envidia convenció a las Ilitías para que retrasaran el parto de Alcmena, y apresuró el nacimiento del hijo de Esténelo, Euristeo, que así fue sietemesino58.
Lucha de Electrión contra los teléboas. Muerte de Electrión
[6] Reinando Electrión en Micenas llegaron los hijos de Pterelao con algunos tafios y reclamaron el reino de Méstor, su abuelo materno59; al no acceder Electrión le robaron el ganado, y cuando sus hijos trataron de impedirlo, los desafiaron y se mataron unos a otros. Pero de los hijos de Electrión se salvó Licimnio, que era aún pequeño, y de los de Pterelao, Everes, que estaba guardando las naves. Algunos tafios escaparon por mar llevándose el ganado sustraído y se lo entregaron a Políxeno, rey de los eleos; Anfitrión lo rescató de Políxeno y lo condujo a Micenas. Electrión, deseoso de vengar la muerte de sus hijos, entregó el reino a Anfitrión, juntamente con su hija Alcmena, haciéndole jurar que la mantendría virgen hasta su regreso, y se dispuso a guerrear contra los teléboas. Pero mientras recogía las vacas, una lo atacó, y Anfitrión le arrojó una clava que tenía en las manos, la cual, rebotando en los cuernos, fue a parar a la cabeza de Electrión y lo mató60. Esténelo se valió de ello como pretexto para expulsar a Anfitrión de todo Argos y adueñarse del trono de Micenas y Tirinto; mandó llamar a los hijos de Pélope, Atreo y Tiestes, y les entregó Midea.
Anfitrión y Alcmena en Tebas. La zorra de Cadmea. Lucha contra los tafios: Pterelao
Anfitrión con Alcmena y Licimnio llegó a Tebas, donde, purificado por Creonte61, entregó su hermana Perimede a Licimnio. Alcmena dijo que se casaría con Anfitrión después que fuera vengada la muerte de sus hermanos62, y Anfitrión, habiéndoselo prometido, se aprestó a luchar contra los teléboas, e invitó a Creonte a ayudarle. Éste convino en que pelearía si antes Anfitrión libraba a Cadmea de la zorra, pues una feroz zorra asolaba la comarca63; pero aunque Anfitrión lo intentó, estaba predicho que nadie la cazaría. Al tiempo que la región era devastada, [7] los tebanos cada mes ofrecían el hijo de un ciudadano a la zorra, que se hubiera apoderado de muchos de no hacerlo así. Anfitrión partió hacia Atenas y persuadió a Céfalo, hijo de Deyoneo, a que, a cambio de una parte del botín de los teléboas, llevase a la cacería el perro que Procris había traído de Creta, obsequio de Minos64; pues también estaba predestinado que todo lo que éste persiguiera lo alcanzaría. Sin embargo, cuando el perro acosaba a la zorra, Zeus transformó a ambos en piedra. Anfitrión, teniendo como aliados a Céfalo de Tórico, en el Ática, a Panopeo de Fócide, a Heleo, hijo de Perseo, de Helos, en la Argólide, y a Creonte de Tebas, asoló las islas de los tafios. Mientras vivió Pterelao no pudo conquistar Tafos; pero Cometo, hija de Pterelao, que se había enamorado de Anfitrión, arrancó el cabello dorado de la cabeza de su padre65, y así, al morir Pterelao, Anfitrión se apoderó de todas las islas; luego dio muerte a Cometo, regresó con el botín y entregó las islas a Heleo y Céfalo; éstos fundaron ciudades a las que dieron sus nombres y las habitaron.
Nacimiento de Heracles
[8] Antes de que Anfitrión regresara a Tebas, Zeus se presentó una noche y, haciéndola durar como tres, yació con Alcmena en figura de Anfitrión y le relató lo sucedido con los teléboas66. Cuando llegó Anfitrión y vio que su mujer lo acogía sin entusiasmo, le preguntó el motivo, y al decirle Alcmena que a su regreso la noche anterior ya se había acostado con ella, Tiresias le aclaró que la unión amorosa había sido con Zeus. Alcmena concibió dos hijos, de Zeus a Heracles, mayor una noche que Ificles, habido de Anfitrión. Siendo Heracles de ocho meses, Hera, deseosa de matarlo, envió dos enormes serpientes a su cama67; Alcmena llamó en su ayuda a Anfitrión, pero Heracles, incorporándose, las estranguló con las manos. No obstante Ferecides dice que Anfitrión, para averiguar cuál de los niños era el hijo de Zeus, puso las serpientes en la cama; y como Ificles huyó y Heracles se quedó, supo que aquél era su hijo.
Educación de Heracles; Lino
Anfitrión enseñó a Heracles a conducir [9] el carro, Autólico a luchar68, Éurito a disparar el arco, Cástor a usar las armas y Lino a tocar la cítara. Éste era hermano de Orfeo y, llegado a Tebas, se hizo tebano; Heracles, enfurecido porque lo había maltratado, lo mató con un golpe de cítara69. Cuando fue juzgado por asesinato, citó la ley de Radamantis según la cual quien rechaza a un agresor injusto es inocente, y así fue absuelto. Pero Anfitrión, por miedo a que en otra ocasión hiciera lo mismo, lo envió a cuidar los rebaños. Criado allí, superaba a todos en tamaño y fuerza; por su aspecto estaba claro que era hijo de Zeus, pues su cuerpo medía cuatro codos y tenía brillo de fuego en los ojos; no fallaba un disparo, ni de flecha, ni de lanza.
El león del Citerón. Las hijas de Tespio
Estando con el ganado, a los dieciocho años, mató al león del Citerón que destruía los bueyes de Anfitrión y Tespio70. Éste era el rey de los tespios, a [10] quien se dirigió Heracles a fin de cazar al león. Tespio lo hospedó durante los cincuenta días que salió a cazar, y cada noche lo hacía acostarse con una de sus hijas (eran cincuenta las que había tenido de Megamede, hija de Arneo), pues deseaba que todas procrearan hijos de Heracles. Éste, creyendo que se unía siempre a la misma, yació con todas71. Cuando hubo cazado al león, se cubrió con la piel y usó las fauces como casco.
Heracles y los minias. Mégara
[11] Al volver de la caza se encontró con unos heraldos enviados por Ergino para reclamar de los tebanos el tributo. Los tebanos lo pagaban a Ergino por este motivo: un auriga de Meneceo, de nombre Perieres, al arrojar una piedra en el recinto sagrado de Posidón en Onquesto, hirió a Clímeno, rey de los minias; éste fue conducido moribundo a Orcómeno, y antes de expirar suplicó a su hijo Ergino que vengara su muerte. Ergino marchó contra Tebas y, después de matar a muchos, pactó con los tebanos, bajo juramentos, que habían de enviarle un tributo anual de cien bueyes durante veinte años. Heracles, al encontrarse con los emisarios que se dirigían a Tebas en busca del tributo, los ultrajó; pues cortándoles orejas, narices y manos, se las ató al cuello y les ordenó que llevasen este tributo a Ergino y a los minias. Indignado por ello Ergino atacó Tebas; pero Heracles, asumido el mando y con armas recibidas de Atenea, mató a Ergino y puso en fuga a los minias, obligándolos a pagar un tributo doble a los tebanos72. Ocurrió que en la batalla murió Anfitrión luchando valerosamente. Heracles recibió de Creonte como premio a su hija mayor Mégara, que le dio tres hijos, Terímaco, Creontiades y Deicoonte73. Creonte entregó su hija menor a Ificles, quien ya tenía un hijo, Yolao, de Automedusa, hija de Alcátoo. Y Radamantis, hijo de Zeus, se desposó con Alcmena después de la muerte de Anfitrión y vivió desterrado en Ocáleas de Beocia74.
Las armas de Heracles
Tras haber aprendido de Éurito el manejo del arco, Heracles recibió de Hermes la espada, de Apolo el arco y las flechas, de Hefesto una coraza de oro y de Atenea una túnica75; la clava la había cortado él mismo en Nemea.
Locura de Heracles
Después del combate contra los minias, [12] Hera, celosa, lo enloqueció y Heracles arrojó al fuego a sus hijos habidos en Mégara y a dos de Ificles76; por ello se condenó a sí mismo al exilio y, purificado por Tespio, marchó a Delfos y preguntó al dios dónde debería vivir. La Pitia entonces lo llamó por primera vez Heracles, pues antes era conocido por Alcides77, y le dijo que habitara en Tirinto sirviendo a Euristeo doce años y que realizara los diez trabajos que le impondrían; y añadió que, una vez terminados, sería inmortal78.
Los trabajos de Heracles: el león de Nemea
[5] Al oír aquello, Heracles marchó a Tirinto y cumplió lo mandado por Euristeo. Éste primero le ordenó traer la piel del león de Nemea, animal invulnerable nacido de Tifón79. Yendo en busca del león, llegó a Cleonas y se hospedó en casa de un jornalero llamado Molorco; cuando éste se disponía a inmolar una víctima Heracles le pidió que aguardara treinta días y, si regresaba indemne de la cacería, ofreciera el sacrificio a Zeus Soter80, mientras que si moría, se lo dedicara a él como héroe81. Una vez en Nemea y habiendo rastreado al león, primero le disparó sus flechas, pero al darse cuenta de que era invulnerable, lo persiguió con la maza enarbolada; cuando el león se hubo refugiado en una cueva de dos bocas, obstruyó una, entró por la otra en pos del animal, y rodeándole el cuello con el brazo lo mantuvo apretado hasta que lo estranguló; luego lo cargó sobre sus hombros hasta Cleonas. Encontró a Molorco en el último de los treinta días dispuesto a ofrendarle una víctima por creerlo muerto, y entonces dedicó el sacrificio a Zeus Soter y llevó el león a Micenas. Euristeo, receloso de su vigor, le ordenó que en lo sucesivo no entrara en la ciudad sino que expusiera la presa ante las puertas. Dicen que por temor a Heracles había aprestado bajo tierra una tinaja de bronce para esconderse82, y le señalaba los trabajos por medio del mensajero Copreo, hijo de Pélope el eleo. Este Copreo había matado a Ífito y huido a Micenas, donde habitaba después de purificado por Euristeo.
La Hidra de Lerna
Como segundo trabajo le ordenó matar [2] a la Hidra de Lerna83. Ésta, criada en el pantano de Lerna, irrumpía en el llano y destruía el campo y los ganados. La Hidra tenía un cuerpo enorme, con nueve cabezas, ocho mortales y la del centro inmortal84. Heracles, montado en un carro que guiaba Yolao, llegó a Lerna y refrenó los caballos; al descubrir la Hidra en una colina, junto a la fuente de Amimone donde tenía su madriguera, la obligó a salir arrojándole flechas encendidas, y una vez fuera la apresó y dominó, aunque ella se mantuvo enroscada en una de sus piernas. De nada servía golpear las cabezas con la maza, pues cuando aplastaba una surgían dos. Un enorme cangrejo favorecía a la Hidra mordiendo el pie de Heracles85. Él lo mató y luego pidió ayuda a Yolao, quien, después de incendiar parte de un bosque cercano, con los tizones quemó los cuellos de las cabezas e impidió que resurgieran. Evitada así su proliferación cortó la cabeza inmortal, la enterró y le puso encima una pesada roca, cerca del camino que a través de Lerna conduce a Eleúnte. Abrió el cuerpo de la Hidra y sumergió las flechas en su bilis86. Pero Euristeo dijo que este trabajo no sería contado entre los diez porque no había vencido a la Hidra Heracles solo sino con ayuda de Yolao.
La cierva cerinitia
[3] Como tercer trabajo le ordenó traer viva a Micenas a la cierva cerinitia87. Tenía cuernos de oro y estaba en Énoe consagrada a Ártemis; por eso Heracles no quería ni matarla ni herirla, y la persiguió un año entero. Cuando la cierva fatigada por el acoso huyó al monte llamado Artemisio, y desde allí al río Ladón, al ir a cruzarlo, Heracles, flechándola, se apoderó de ella y la transportó sobre sus hombros a través de Arcadia. Pero Ártemis, acompañada por Apolo, se encontró con él, quiso arrebatársela y le reprochó haber atentado contra un animal consagrado a ella88. Heracles, alegando su obligación e inculpando a Euristeo, aplacó la cólera de la diosa y llevó el animal vivo a Micenas.
El jabalí erimantio. Lucha con los centauros y muerte de Quirón
[4] Como cuarto trabajo le mandó traer vivo el jabalí erimantio; este animal devastaba Psófide, bajando del monte que llamaban Erimanto89. Heracles, al atravesar Fóloe, se hospedó en casa del centauro Folo, hijo de Sileno y de una ninfa melia90. Éste ofreció a su huésped carne asada, mientras que él la comía cruda. Cuando Heracles pidió vino, le dijo que temía abrir la tinaja común de los centauros; pero Heracles, animándolo, la abrió y no mucho después, atraídos por el olor, acudieron a la cueva de Folo los centauros armados con rocas y abetos. A los primeros que osaron entrar, Anquio y Agrio, Heracles los rechazó con tizones, y a los restantes los persiguió a flechazos hasta Malea. Allí se refugiaron junto a Quirón, que expulsado del monte Pelión por los lápitas se había establecido cerca de Malea. Al agruparse en torno suyo los centauros, Heracles arrojó una flecha que después de atravesar el brazo de Élato se clavó en la rodilla de Quirón; Heracles, afligido, corrió hacia él, extrajo la flecha y le aplicó un remedio entregado por el mismo Quirón. Éste, como la herida era incurable, se retiró a la cueva deseoso de morir allí, pero por su condición de inmortal no lo consiguió hasta que Prometeo se ofreció a Zeus para ser inmortal en su lugar. Los otros centauros huyeron a sitios diferentes, unos al monte Malea, Euritión a Fóloe, Neso al río Eveno. Posidón acogió a los demás en Eleusis y los ocultó en un monte. Folo arrancó la flecha de un cadáver y se maravillaba de que algo tan pequeño pudiera dar muerte a seres tan grandes; entonces la flecha resbaló de su mano y al hincársele en un pie lo mató en el acto. Heracles, de regreso a Fóloe, encontró a Folo muerto y después de enterrarlo marchó a cazar el jabalí; cuando con sus gritos lo hubo ahuyentado de un matorral, lo hizo adentrarse, ya exhausto, en un lugar de nieve espesa, y enlazado lo condujo a Micenas.
[5] Como quinto trabajo Euristeo le ordenó sacar en un día el estiércol del ganado de Augías91. Éste era rey de Élide, hijo de Helios según unos, según otros de Posidón, y según otros aún de Forbante, y poseía muchos rebaños de ganado. Heracles se presentó a él y sin revelarle la orden de Euristeo le dijo que sacaría el estiércol en un solo día a cambio de la décima parte del ganado. Augías, aunque incrédulo, aceptó el trato; Heracles, puesto por testigo Fileo, el hijo de Augías, abrió una brecha en los cimientos del establo y desviando el curso del Alfeo y el Peneo, que discurrían cercanos, los encauzó hacia allí e hizo otra abertura como desagüe. Al enterarse Augías de que esto se había realizado por orden de Euristeo, no quiso pagar lo estipulado, y además negó haberlo prometido, y se manifestó dispuesto a comparecer en juicio por ello. Cuando los jueces ocuparon sus asientos, Fileo, citado por Heracles, testificó contra su padre, afirmando que éste había accedido a recompensarlo. Augías, colérico, antes de que se emitiera el fallo desterró de Élide a Fileo y a Heracles. Fileo se dirigió a Duliquio y allí habitó92; Heracles se presentó en Oleno ante Dexámeno, cuando éste se veía forzado a entregar en matrimonio su hija Mnesímaca al centauro Euritión; al requerir su ayuda Dexámeno, mató a Euritión, que ya iba en busca de su prometida93. Mas Euristeo tampoco aceptó el trabajo entre los diez, alegando que se había hecho por salario.
Como sexto trabajo le encargó ahuyentar [6] las aves estinfálidas94. En la ciudad de Estínfalo, en Arcadia, había un lago llamado Estinfalide, oculto por abundante vegetación, donde se habían refugiado innumerables aves, temerosas de ser presa de los lobos. Heracles no sabía cómo hacerlas salir de la espesura, pero Atenea le proporcionó unos crótalos de bronce, dádiva de Hefesto, y él entonces, haciéndolos sonar en una montaña próxima al lago, espantó a las aves, que incapaces de soportar el ruido alzaron el vuelo atemorizadas y de esta manera Heracles las flechó.
El toro de Creta
Como séptimo trabajo le impuso traer [7] el toro de Creta95. Según Acusilao éste había transportado a Europa para Zeus. Según otros, Posidón lo había hecho surgir del mar cuando Minos prometió ofrendarle lo que saliera del mar: se dice que, admirado de la belleza del toro, lo envió a la manada y en su lugar sacrificó otro a Posidón, por lo cual el dios encolerizado hizo salvaje al toro. Heracles marchó a Creta en su busca, y al pedir ayuda a Minos éste le contestó que luchara por apresarlo; una vez capturado el toro, Heracles lo llevó a Euristeo, quien al verlo lo dejó en libertad. El toro anduvo errante por Esparta y toda la Arcadia, y atravesando el Istmo llegó a Maratón, en el Ática, donde dañaba a los habitantes96.
[8] Como octavo trabajo le ordenó llevar a Micenas las yeguas de Diomedes el tracio. Éste, hijo de Ares y Cirene, era rey de los bístones, pueblo tracio muy belicoso, y poseía yeguas antropófagas. Heracles zarpó con algunos voluntarios y, dominando a los guardianes de los pesebres, condujo a las yeguas en dirección al mar. Cuando los bístones acudieron armados a rescatar las yeguas, él las encomendó a la custodia de Abdero, hijo de Hermes, oriundo de Opunte, en Lócride, y favorito de Heracles; pero las yeguas lo mataron arrastrándolo. Heracles en combate con los bístones dio muerte a Diomedes y obligó a huir a los restantes97; fundó la ciudad de Abdera junto al sepulcro del desaparecido Abdero, y reuniendo las yeguas las entregó a Euristeo. Éste las soltó y las yeguas se dirigieron al monte Olimpo donde acabaron devoradas por las fieras.
El cinturón de Hipólita. Los hijos de Androgeo. Rescate de Hesíone. Sarpedón. Hijos de Proteo
[9] Como noveno trabajo ordenó a Heracles conseguir el cinturón de Hipólita98. Ésta era la reina de las amazonas, que habitaban cerca del río Termodonte, pueblo sobresaliente en la guerra, pues practicaban las costumbres viriles; y cada vez que, a causa de relaciones sexuales, tenían hijos, criaban sólo a las hembras y les comprimían el pecho derecho para que no les estorbara al lanzar la jabalina, mientras que les dejaban el izquierdo para amamantar. Hipólita ostentaba el cinturón de Ares, símbolo de su soberanía. Heracles fue enviado a buscar este cinturón porque Admete, hija de Euristeo, deseaba poseerlo. Acompañado por voluntarios se hizo a la mar con una sola nave y arribó a la isla de Paros, entonces habitada por los hijos de Minos, Eurimedonte, Crises, Nefalión y Filolao. Pero sucedió que al desembarcar dos de los tripulantes murieron a manos de los hijos de Minos; indignado por ello, Heracles al punto los mató, y a los demás los sitió hasta que enviaron mensajeros para pedirle que eligiera a dos en lugar de los asesinados. Él levantó el cerco, y embarcando a Alceo y Esténelo, hijos de Androgeo, hijo de Minos, arribó a Misia y fue ante Lico, hijo de Dascilo, que le dio hospedaje. Heracles, ayudando a Lico en su lucha contra el rey de los bébrices, mató a muchos y entre otros al rey Migdón, hermano de Ámico; conquistó gran parte del territorio de los bébrices y se lo entregó a Lico, quien lo denominó Heraclea.
Llegado al puerto de Temiscira, se presencó ante él Hipólita, le preguntó por qué había ido y le prometió, entregarle el cinturón; pero Hera, bajo la apariencia de una de las amazonas, iba y venía entre la multitud diciendo que los extranjeros recién llegados habían raptado a su reina; así ellas cabalgaron con las armas hacia la nave. Cuando Heracles las vio armadas, creyendo que se trataba de un engaño, mató a Hipólita y la despojó del cinturón99; después de pelear con las restantes se hizo a la mar y arribó a Troya.
Por entonces la ciudad padecía infortunios por la cólera de Apolo y Posidón. Pues éstos, deseando probar la soberbia de Laomedonte, adoptaron forma humana y le propusieron fortificar Pérgamo a cambio de un salario; pero una vez que la hubieron fortificado, aquél se negó a pagarles100. Por eso Apolo envió una peste y Posidón un monstruo marino que, elevado por una marea, arrebataba a los hombres de la planicie. Cuando los oráculos vaticinaron que cesarían las desgracias si Laomedonte ofrecía a su hija Hesíone como alimento del monstruo, él la ató a unas rocas del litoral101. Heracles, al verla allí expuesta, prometió salvarla a cambio de las yeguas que Zeus había dado en compensación por el rapto de Ganimedes102. Laomedonte accedió a entregarlas y Heracles, matando al monstruo, liberó a Hesíone; pero como Laomedonte rehusara cumplir lo acordado, Heracles lo amenazó con guerrear contra Troya y se hizo a la mar103.
Arribó a Eno, donde fue hospedado por Poltis. Al embarcarse en la orilla eniense mató con una flecha a Sarpedón, insolente hijo de Posidón y hermano de Poltis. Después de llegar a Tasos y someter a los habitantes tracios, cedió la isla a los hijos de Androgeo para que la poblasen. Desde Tasos se dirigió a Torone y allí mató a Polígono y Telégono, hijos de Proteo, hijo de Posidón, que lo habían desafiado a luchar. Luego llevó el cinturón a Micenas y se lo entregó a Euristeo.
Como décimo trabajo le encargó traer [10] de Eritía las vacas de Gerión104. Eritía, ahora llamada Gadir, era una isla situada cerca del Océano; la habitaba Gerión, hijo de Crisaor y de la oceánide Calírroe; tenía el cuerpo de tres hombres, fundidos en el vientre, y se escindía en tres desde las caderas y los muslos. Poseía unas vacas rojas, cuyo vaquero era Euritión, y su guardián Orto, el perro de dos cabezas nacido de Tifón y Equidna105. Yendo, pues, en busca de las vacas de Gerión a través de Europa, después de matar muchos animales salvajes, entró en Libia y, una vez en Tartesos, erigió como testimonio de su viaje dos columnas enfrentadas en los límites de Europa y Libia100. Abrasado por Helios en el trayecto tendió el arco contra el dios, y éste, admirado de su audacia, le proporcionó una vasija de oro en la que cruzó el océano107. Ya en Eritía, pasó la noche en el monte Abas; el perro, al darse cuenta, lo atacó, pero él lo golpeó con la maza y mató al vaquero Euritión, que había acudido en ayuda del perro. Menetes, que apacentaba allí las vacas de Hades, comunicó lo sucedido a Gerión, quien alcanzó a Heracles cerca del río Antemunte cuando se llevaba las vacas, y, trabado combate, murió de un flechazo. Heracles embarcó el ganado en la copa, y habiendo navegado hasta Tartesos, se la devolvió a Helios.
Tras pasar por Abdera108 llegó a Liguria, donde Yalebión y Dercino, hijos de Posidón, intentaron robarle las vacas, pero los mató109 y siguió a través de Tirrenia110. En Regio, un toro descarriado se arrojó de repente al mar, y nadó hasta Sicilia después de atravesar la región llamada por él Italia (pues los tirrenios llaman italus al toro), llegando al territorio de Érix, rey de los élimos. Érix, hijo de Posidón, incorporó el toro a su propia manada. Entonces Heracles encomendó las vacas a Hefesto y se apresuró a ir en busca del toro. Cuando lo encontró en la vacada de Érix, éste dijo que no se lo devolvería a menos que lo venciese en la lucha; Heracles, después de abatirlo tres veces, lo mató y recobrando el toro lo condujo con el resto al mar Jónico111. Al llegar a las zonas de ensenadas, Hera envió un tábano contra las vacas, que así se dispersaron por las faldas de las montañas de Tracia. Heracles las persiguió y reuniendo algunas las trasladó al Helesponto; las que quedaron allí se hicieron salvajes. Por la dificultad de recuperarlas culpó al río Estrimón, antes navegable, y llenándolo de piedras lo hizo impracticable. Llevó las vacas a Micenas y las entregó a Euristeo, quien las sacrificó a Hera.
Las manzanas de las Hespérides
Cumplidos los trabajos en ocho años [11] y un mes, al no aceptar Euristeo ni el del ganado de Augías ni el de la Hidra, como undécimo trabajo le ordenó hacerse con las manzanas de oro de las Hespérides112. Estas manzanas no estaban en Libia como han dicho algunos, sino en el Atlas, entre los Hiperbóreos. Gea se las había regalado a Zeus cuando se desposó con Hera. Las guardaba un dragón inmortal, hijo de Tifón y Equidna, que tenía cien cabezas y emitía muchas y diversas voces. Con él vigilaban también las Hespérides, Egle, Eritía, Hesperia y Aretusa. Heracles en su viaje llegó al río Equedoro. Cicno, hijo de Ares y Pirene, lo desafió a un combate singular. Ares defendía a Cicno y dirigía la pelea, cuando un rayo arrojado en medio de ambos hizo cesar el combate113. Heracles a través de Iliria se dirigió apresuradamente al río Erídano y llegó ante las ninfas, hijas de Zeus y Temis114. Éstas lo encaminaron a Nereo, a quien Heracles apresó mientras dormía y, aunque el dios adoptó toda clase de formas, lo ató y no lo soltó hasta que supo por él dónde se encontraban las Hespérides y sus manzanas. Una vez informado atravesó Libia. Reinaba allí Anteo, hijo de Posidón, que daba muerte a los extranjeros obligándolos a luchar. Forzado a pelear con él, Heracles lo mató con su abrazo mientras lo mantenía en vilo, pues si tocaba la tierra se vigorizaba, y por ello algunos dijeron que era hijo de Gea115.
Después de Libia cruzó Egipto, donde reinaba Busiris, hijo de Posidón y Lisianasa, hija de Épafo. Busiris solía inmolar extranjeros en el ara de Zeus en cumplimiento de cierto oráculo: desde hacía nueve años la escasez afligía a Egipto, y Frasio, un adivino llegado de Chipre, había dicho que cesaría la esterilidad si cada año se sacrificaba un extranjero a Zeus. Busiris empezó por degollar al adivino y continuó con los extranjeros que llegaban. También Heracles fue apresado y llevado al altar, pero rompiendo las ligaduras dio muerte a Busiris y a su hijo Anfidamante116.
A través de Asia llegó a Termidras, puerto de los lindios, y después de desuncir uno de los bueyes del carro de un boyero lo sacrificó y se dio un festín. El boyero, incapaz de defenderse, desde una montaña lo maldijo; por eso también hoy, cuando se ofrecen sacrificios a Heracles, se hacen acompañados de imprecaciones.
A su paso por Arabia mató a Ematión, hijo de Titono117. Y al llegar, por tierras de Libia, al mar exterior, recibió la copa de Helios; habiendo cruzado al continente opuesto flechó en el Cáucaso al águila, nacida de Equidna y Tifón, que devoraba el hígado de Prometeo118. Liberó a éste escogiendo como vínculo el olivo, y presentó ante Zeus a Quirón que, aunque inmortal, estaba dispuesto a morir en su lugar119.
Prometeo había advertido a Heracles que no fuera él mismo a buscar las manzanas, sino que enviase a Atlante, y que sostuviera entretanto la bóveda celeste; así, cuando llegó al país de los Hiperbóreos ante Atlante, lo reemplazó, según el consejo recibido.
Atlante, después de coger de las Hespérides tres manzanas, regresó junto a Heracles. Y para no cargar de nuevo con el cielo dijo que él mismo llevaría las manzanas a Euristeo, y ordenó a Heracles que sostuviera la bóveda celeste en su lugar. Heracles accedió, pero con astucia consiguió devolvérsela a Atlante. Aconsejado por Prometeo lo invitó a soportarla mientras él se colocaba una almohadilla en la cabeza. Al oír esto, Atlante dejó las manzanas en el suelo y sostuvo la bóveda; entonces Heracles recogió las manzanas y se marchó. Algunos dicen que no las consiguió por mediación de Atlante sino que las cogió él mismo después de matar a la serpiente que las custodiaba120. Obtenidas las manzanas, las entregó a Euristeo. Éste, tomándolas, las regaló a Heracles, de quien las recibió Atenea, que las devolvió, pues era impío que estuviesen en cualquier otro lugar.
Heracles saca a Cerbero del Hades
[12] Como duodécimo trabajo se le ordenó traer del Hades a Cerbero121. Éste tenía tres cabezas de perro, cola de dragón y en el dorso cabezas de toda clase de serpientes. Antes de ir en su busca Heracles se presentó ante Eumolpo, en Eleusis, con el deseo de ser iniciado122. Entonces a los extranjeros no se les permitía la iniciación, pero al ser adoptado por Pilio la consiguió. No pudiendo contemplar los misterios por no haber expiado la matanza de los centauros, fue purificado por Eumolpo y después iniciado. Al llegar a Ténaro en Laconia, donde estaba la entrada del Hades, bajó por ella. Las almas, al verlo, huyeron, excepto la de Meleagro y la de la Górgona Medusa123. A ésta la atacó Heracles como si estuviera viva, pero Hermes le hizo saber que se trataba sólo de una sombra vana. Cerca ya de las puertas del Hades encontró a Teseo, y a Pirítoo —quien había pretendido en matrimonio a Perséfone y por ello fue encadenado124. Cuando éstos vieron a Heracles, extendieron las manos como si la fuerza de éste pudiera rescatarlos. Heracles, asiendo a Teseo de la mano, lo levantó, pero al querer alzar a Pirítoo la tierra tembló y tuvo que soltarlo. También hizo rodar la piedra de Ascálafo125. Para proporcionar sangre a las almas mató a una de las vacas de Hades, por lo que el pastor que las apacentaba, Menetes, hijo de Ceutónimo, lo desafió a luchar. Heracles, cogiéndolo por la cintura, le rompió las costillas, pero a instancias de Perséfone lo dejó. Cuando Heracles pidió el Cerbero a Plutón, éste le concedió llevárselo si lo dominaba sin hacer uso de las armas que portaba. Heracles, cubierto con la coraza y con la piel de león, lo encontró a las puertas del Aqueronte, rodeó con sus brazos la cabeza de la bestia, y aunque lo mordió la serpiente de la cola, no lo soltó, oprimiéndolo y ahogándolo, hasta que se hubo rendido. Tras la captura subió de regreso por Trezén126. Deméter transformó a Ascálafo en búho127, y Heracles, una vez mostrado el Cerbero a Euristeo, lo volvió al Hades.
Yole
Después de los trabajos Heracles llegó [6] a Tebas y entregó Mégara a Yolao. Él mismo deseaba casarse: habiéndose enterado de que Éurito, señor de Ecalia, había prometido dar su hija Yole a quien lo venciera a él y a sus hijos en el tiro con arco, llegó a Ecalia y a pesar de vencerlos no consiguió el matrimonio128. Ífito, el mayor de los hijos, dijo que se entregase Yole a Heracles, pero Éurito y los otros hijos lo rehusaron por temor a que matara a su prole una vez más129.
[2] Poco después Autólico robó algunas vacas en Eubea y Éurito; supuso que Heracles era el autor. Ífito no lo creyó y fue en su busca; encontró a Heracles cuando volvía de Feras de rescatar a la muerta Alcestis para Admeto130, y le pidió que lo acompañara a buscar las vacas. Heracles lo prometió y lo hospedó; pero al enloquecer otra vez precipitó a Ífito desde las murallas de Tirinto131. Con el deseo de ser purificado del crimen se presentó a Neleo, rey de los pilios. Al negarse éste por su amistad con Éurito, Heracles se dirigió a Amiclas, donde fue purificado por Deífobo, hijo de Hipólito132. Atacado por una grave enfermedad a causa del asesinato de Ífito, llegó a Delfos y preguntó cómo curarse. La Pitia no quiso responderle y Heracles intentó saquear el templo, llevarse el trípode e instituir su propio oráculo. Apolo luchó con él133, pero Zeus lanzó un rayo en medio de ellos. Ya separados, el oráculo hizo saber a Heracles que cesaría su enfermedad si, vendido, servía durante tres años y entregaba el precio a Éurito en compensación por el crimen.
Recibido el oráculo, Hermes vendió [3] a Heracles y lo compró Ónfale, hija de Yárdano, reina de Lidia, a quien había dejado el trono su esposo Tmolo al morir134. Éurito no aceptó la reparación presentada. Heracles mientras sirvió a Ónfale como esclavo, capturó y encadenó a los Cércopes en Éfeso135; a Sileo, que en Áulide obligaba a los extranjeros transeúntes a cavar sus viñedos, lo mató junto con su hija Jenódoce, después de haber quemado las cepas hasta la raíz136. Cuando llegó a la isla de Dólique, al ver el cuerpo de Ícaro que yacía en la costa, lo enterró y llamó Icaria a la isla en lugar de Dólique; por ello Dédalo talló en Pisa una estatua de Heracles137. Por la noche Heracles, que lo ignoraba, creyéndola viva, la golpeó con una piedra. Se dice que durante el tiempo que estuvo al servicio de Ónfale tuvieron lugar el viaje a la Cólquide138 y la caza del jabalí de Calidón139, y también que Teseo, regresando de Trezén, libró el istmo de malhechores140.
[4] Después de la servidumbre, y curado de su enfermedad, Heracles se dirigió a Ilión con dieciocho naves de cincuenta remos, habiendo reunido un ejército de nobles dispuestos a hacer la guerra141. Al arribar a Ilión encomendó a Oícles la custodia de las naves, y con los otros nobles marchó contra la ciudad. Entonces Laomedonte llegó con una muchedumbre hasta las naves y mató a Oícles en combate, pero los compañeros de Heracles lo repelieron y fue sitiado. Establecido el cerco, Telamón, abriendo brecha en la muralla, entró primero, y a continuación Heracles. Éste, que vio que Telamón lo había precedido, desnudó la espada para atacarlo, pues no quería que nadie fuera considerado superior a él. Telamón, al darse cuenta de ello, reunió unas piedras cercanas y cuando Heracles le preguntó qué hacía contestó que estaba erigiendo un altar en honor a Heracles Calínico142. Éste lo aprobó, y una vez tomada la ciudad, después de matar a Laomedonte y a sus hijos excepto a Podarces, entregó a Telamón como premio la hija de Laomedonte, Hesíone143, y a ella le permitió llevarse uno cualquiera de los cautivos. Como eligiese a su hermano Podarces, Heracles dijo que antes debía hacerse esclavo y luego ser rescatado por ella. Así se puso en venta y Hesíone, quitándose el velo de la cabeza, lo entregó como rescate. Desde entonces Podarces fue llamado Príamo144.
Cuando Heracles hubo partido de [7] Troya, Hera provocó una fuerte tempestad, por lo que Zeus, indignado, la colgó del Olimpo145. Heracles arribó a Cos. Los coos, creyendo que conducía una flota pirata, trataron de impedir el desembarco arrojándoles piedras; él se abrió paso, tomó la ciudad durante la noche y mató al rey Eurípilo, hijo de Astipalea y Posidón. En la batalla Heracles fue herido por Calcodonte, pero Zeus lo apartó y no sufrió daño alguno. Tras devastar Cos se dirigió a Flegra, llamado por Atenea, y luchó al lado de los dioses contra los gigantes146.
Heracles contra Augías
Poco después, reuniendo un ejército [2] arcadio y aceptando como voluntarios a los mejores de la Hélade, marchó contra Augías147. Éste, al enterarse de la guerra preparada por Heracles, designó estrategos de los eleos a los siameses Éurito y Ctéato, que aventajaban en fuerza a sus contemporáneos y eran hijos de Molíone y Áctor, o, según se decía, de Posidón. Áctor era hermano de Augías. Sucedió que durante la expedición Heracles enfermó, por lo cual pactó una tregua con los Moliónidas148. Pero más tarde ellos, al saber que estaba enfermo, atacaron al ejército causando gran mortandad. Entonces Heracles se retiró; después, con ocasión de celebrarse los terceros juegos ístmicos, cuando los eleos enviaron a los Moliónidas para participar en los sacrificios, Heracles los mató en una emboscada en Cleonas, y marchando contra Élide se adueñó de la ciudad. Dio muerte asimismo a Augías y a sus hijos, e hizo volver a Fileo y le entregó el reino149. También instituyó los juegos olímpicos, dedicó un altar a Pélope y edificó otros seis para los doce dioses150.
Conquista de Pilos
[3] Tras la toma de Élide marchó contra Pilos y, expugnada la ciudad, mató a Periclímeno, el más valiente de los hijos de Neleo, que en el combate adoptaba diversas formas. Mató a Neleo y a sus hijos excepto a Néstor, pues éste era aún joven y se criaba entre los gerenios; en la batalla también hirió a Hades, que ayudaba a los pilios151.
Después de conquistar Pilos, luchó contra Lacedemonia, queriendo vengarse de los hijos de Hipocoonte152. Irritado con ellos por haber combatido al lado de Neleo, se encolerizó aún más porque mataron al hijo de Licimnio. Éste contemplaba el palacio de Hipocoonte cuando un perro moloso salió corriendo y lo acometió; él lo hirió de una pedrada, y los hipocoóntidas acudieron y lo mataron a palos. Para vengar su muerte Heracles reunió un ejército contra los lacedemonios. Al llegar a Arcadia pidió a Cefeo que se aliara con él, junto con sus veinte hijos. Cefeo, temiendo que los argivos atacaran Tegea si la abandonaba, rehusaba tomar parte en la expedición. Pero Heracles, que había recibido de Atenea un rizo de la Górgona en una hidria de bronce, se lo entregó a Estérope, hija de Cefeo, diciéndole que si un ejército avanzaba contra la ciudad, levantara tres veces el rizo sobre los muros sin mirar adelante y ocasionaría la fuga de los enemigos153. Hecho esto marcharon Cefeo y sus hijos, que perecieron en la batalla junto con Ificles, el hermano de Heracles. Éste, después de dar muerte a Hipocoonte y a sus hijos, y de someter la ciudad, hizo regresar a Tindáreo y le entregó el reino.
Auge
A su paso por Tegea, Heracles sedujo [4] a Auge sin saber que era hija de Áleo154. Ella dio a luz en secreto un niño y lo depositó en el templo de Atenea. Pero al ser afligida la región por una peste, Áleo entró en el templo y tras indagar descubrió la maternidad de su hija. Entonces expuso al niño en el monte Partenio, aunque por la providencia de los dioses se salvó: una cierva recién parida amamantó al niño y unos pastores lo recogieron y lo llamaron Télefo155. Áleo entregó Auge a Nauplio, hijo de Posidón, para que la vendiera en tierra extraña. Éste la entregó a Teutrante, príncipe de Teutrania, que la hizo su esposa.
Deyanira
[5] Heracles, habiendo llegado a Calidón, pretendió a Deyanira, hija de Eneo, y por conseguirla luchó contra Aqueloo metamorfoseado en toro, y le quebró uno de los cuernos156. Se casó con Deyanira y Aqueloo recobró el cuerno entregando a cambio el de Amaltea. Amaltea era hija de Hemonio, y poseía un cuerno de toro que, según Ferecides, tenía el poder de proporcionar en abundancia la comida o bebida que se desease157.
Expedición contra los tesprotos. Muerte del centauro Neso
[6] Heracles, junto con los Calidonios, emprendió una expedición contra los tesprotos, y tomada la ciudad de Éfira, de la que era rey Filante, se unió con su hija Astíoque, y tuvo un hijo, Tlepólemo. Mientras permanecía con éstos ordenó a Tespio que se quedara con siete de sus hijos y enviara otros tres a Tebas y los cuarenta restantes a la isla de Cerdeña para colonizarla158. Después de estos sucesos, estando en un banquete con Eneo, mató de un manotazo a Éunomo, hijo de Arquíteles, cuando vertía agua en sus manos159; éste era pariente de Eneo. Pero el padre del muchacho, comprendiendo que había sido un acto involuntario, se lo perdonó. Con todo Heracles quiso sufrir el castigo de exilio estipulado en la ley, y determinó acogerse a Ceix, en Traquis. Llegó con Deyanira al río Eveno, junto al cual se situaba el centauro Neso para cruzar a los viajeros mediante paga160, alegando que había recibido tal privilegio de los dioses por su rectitud. Heracles pasó el río por sí solo y, cuando Neso reclamó el estipendio, le encargó que transportara a Deyanira. Neso, mientras la cruzaba, intentó forzarla; al gritar ella, Heracles la oyó e hirió a Neso con una flecha en el corazón una vez que hubo salido del río. Neso, ya moribundo, llamó a Deyanira y le dijo que, si quería un filtro amoroso para retener a Heracles, debía mezclar el semen derramado en tierra con la sangre que fluía de la herida causada por la flecha. Ella lo hizo así y lo guardó para sí.
Lucha contra los dríopes y los lápitas. Cicno
Mientras atravesaba hambriento la [7] región de los dríopes, Heracles se encontró con Tiodamante que arreaba una yunta de bueyes, y desatando y degollando uno de ellos, lo devoró161. Cuando llegó a Traquis fue hospedado por Ceix, y venció a los dríopes.
Partiendo de allí más tarde, se alió con Egimio, rey de los dorios; pues los lápitas, mandados por Corono, luchaban contra él por los límites de la región162. Egimio, sitiado, llamó en su ayuda a Heracles, ofreciéndole a cambio una parte de la tierra. Heracles acudió, mató a Corono y a otros, y restituyó a Egimio liberada toda la región. También dio muerte e Laógoras, rey de los dríopes, junto con sus hijos, durante un banquete que celebraba en el recinto sagrado de Apolo, pues era un impío y aliado de los lápitas. Al pasar por Itono lo desafió a combate singular Cicno, hijo de Ares y Pelopia, que pereció en la lucha163. En Ormenio, el rey Amíntor, armado, le prohibió el paso; al intentar impedírselo, Heracles lo mató164.
De nuevo en Traquis reunió un ejército contra Ecalia, para vengarse de Éurito165. Aliado con los arcadios, los melios de Traquis y los locrios epicnemidios, mató a Éurito y a sus hijos y tomó la ciudad166. Tras sepultar a los muertos de su bando, Hípaso, hijo de Ceix, Argio y Melas, hijos de Licimnio, saqueó la ciudad y se llevó a Yole cautiva. Al arribar a Ceneo, promontorio de Eubea, erigió un altar a Zeus Ceneo. Con el fin de celebrar sacrificios envió al mensajero Licas a Traquis en busca de un hermoso vestido. Por él Deyanira supo de Yole y temerosa de que Heracles la prefiriese, creyendo que la sangre vertida por Neso era realmente un filtro amoroso, untó con él la túnica167. Vestido con ella, Heracles se disponía a ofrecer el sacrificio, cuando, por calentarse la túnica, el veneno de la Hidra empezó a descomponer la piel; Heracles, cogiendo a Licas de los pies, lo despeñó, y al intentar arrancarse la túnica, fuertemente adherida a su cuerpo, se desollaba. Afligido por tal desgracia fue llevado a Traquis en una nave. Deyenira, enterada de lo sucedido, se ahorcó. Heracles, después de ordenar a Hilo, su hijo mayor habido en Deyanira, que desposara a Yole al llegar a la edad adulta, se dirigió al monte Eta, en Traquis; allí formó una pira y subiendo a ella ordenó prenderle fuego. Como nadie quería hacerlo, Peante, que pasaba en busca de su ganado, la encendió; por eso Heracles le regaló el arco y las flechas. Se dice que, mientras la pira ardía, una nube se situó debajo de Heracles, y con truenos lo elevó al cielo168. Desde entonces fue inmortal, y reconciliado con Hera se desposó con su hija Hebe, de la cual le nacieron Alexíares y Aniceto169.
Los hijos de Heracles
De las hijas de Tespio había tenido [8] los siguientes hijos: de Procris, Anti-leonte e Hipeo (la mayor tuvo mellizos); de Panope, Trepsipo; de Lise, Eumedes; de Creonte; de Epilaide, Astianacte; de Certe, Yobes; de Euribia, Polilao; de Patro, Arquémaco; de Meline, Laomedonte; de Clitipe, Euricapis; de Eubote, Eurípilo; de Aglaya, Antiades; de Criseida, One-sipo; de Oría, Laómenes; de Lisídice, Teles; de Menípide, Entélides; de Antipe, Hipódromo; de Euri…, Teleutágoras; de Hipo, Cápilo; de Eubea, Olimpo; de Nike, Nicódromo; de Árgele, Cleolao; de Éxole, Eritrante; de Jantis, Homolipo; de Estratonice, Átromo; de Ifis, Celeustanor; de Laótoe, Ántifo; de Antíope, Alopio; de Calamétide, Astibies; de Fileide, Tigasis; de Escreide, Leucones; de Antea, …; de Eurípile, Arquédico; de Erato, Dinastes; de Asópide, Méntor; de Eone, Amestrio; de Tifise, Linceo; de Olimpusa, Halócrates; de Helicónide, Falias; de Hesiquía, Estrobles; de Terpsícrate, Euríopes; de Elaquía, Buleo; de Nicipe, Antímaco; de Piripe, Patroclo; de Praxítea, Nefo; de Lisipe, Erasipo; de Toxícrate, Licurgo; de Marse, Búcolo; de Eurítele, Leucipo; de Hipócrate, Hipócigo; éstos nacieron de las hijas de Tespio. En cuanto a los demás, Hilo, Ctesipo, Gleno y Onites, de Deyanira, hija de Eneo; Terímaco, Deicoonte y Creontiades, de Mégara, hija de Creonte; Agelao, de quien desciende la estirpe de Creso, de Ónfale; Tétalo, de Calcíope, hija de Eurípilo; Téstalo, de Epicasta, hija de Augías; Everes, de Parténope, hija de Estínfalo; Télefo, de Auge, hija de Áleo; Tlepólemo, de Astíoque, hija de Filante; Ctesipo, de Astidamía, hija de Amíntor; Palemón, de Autónoe, hija de Pireo.
Los Heraclidas contra Euristeo
[8] Una vez que Heracles se hubo asentado entre los dioses, sus hijos se refugiaron junto a Ceix huyendo de Euristeo. Pero cuando éste exigió que se les entregara amenazando con la guerra, por miedo abandonaron Traquis y huyeron por la Hélade. Perseguidos hasta Atenas pidieron protección sentándose junto al altar de la Piedad. Los atenienses, por negarse a entregarlos, sostuvieron una guerra con Euristeo, a quien mataron varios hijos: Alejandro, Ifimedonte, Euribio, Méntor y Perimedes170. El propio Euristeo huyó en un carro y cerca de las rocas Escironias, Hilo, que iba en pos de él, lo mató; cortó su cabeza y se la entregó a Alcmena, que le arrancó los ojos con una lanzadera171.
Después de la muerte de Euristeo, [2] los Heraclidas invadieron el Peloponeso y se apoderaron de todas las ciudades172. Un año después de su regreso se extendió una epidemia por todo el Peloponeso y el oráculo reveló que se debía al prematuro regreso de los Heraclidas; de ahí que, abandonando el Peloponeso, retrocedieran hasta Maratón, donde habitaron. Antes de salir del Peloponeso, Tlepólemo había matado involuntariamente a Licimnio (pues mientras golpeaba a un criado con el bastón, Licimnio se interpuso), y huyendo con no pocos llegó a Rodas y allí se estableció173. Hilo, en cumplimiento del encargo de su padre, desposó a Yole y procuraba el regreso de los Heraclidas. Por ello fue hasta Delfos a preguntar cómo podrían volver, y el dios le contestó que esperasen hasta la tercera cosecha, pero Hilo, creyendo que la tercera cosecha significaba el tercer año, después de aguardar ese tiempo regresó con el ejército…174 de Heracles al Peloponeso, donde reinaba Tisámeno, hijo de Orestes. De nuevo en combate vencieron los peloponesios y Aristómaco murió. Cuando los hijos de Cleodeo llegaron a la edad adulta consultaron al oráculo sobre su retorno. Al darles el dios la misma respuesta que antes, Témeno le reprochó que por obedecerle hubiesen sido desafortunados; pero el dios replicó que ellos mismos habían sido culpables de sus desgracias, pues no habían entendido el oráculo, que se refería no al tercer fruto de la tierra sino a la tercera generación; además estrecho significaba el mar de amplio vientre que se halla a la derecha del Istmo175. Oído esto, Témeno aprestó al ejército y construyó naves en el lugar de Lócride que ahora por ello se llama Naupacto176. Mientras estaba allí el ejército, un rayo mató a Aristodemo177, que dejó hijos mellizos, Eurístenes y Procles, nacidos de Argía, hija [3] de Autesión. Sucedió que en Naupacto también cayó la desgracia sobre el ejército: al aparecer un adivino que, poseído por el dios, pronunciaba oráculos, lo consideraron un mago enviado por los peloponesios para ruina del ejército, y entonces Hípotes, hijo de Filante, hijo de Antíoco, hijo de Heracles, lo mató arrojándole una jabalina178. Como consecuencia se perdió la flota al ser destruidas las naves, la infantería sufrió hambre y el ejército se dispersó. Témeno quiso saber la causa de la desgracia y el dios contestó que se había producido por lo del adivino; le ordenó desterrar por diez años al homicida y servirse como guía de un ser con tres ojos. Así, desterraron a Hípotes y, buscando al de los tres ojos, toparon con Óxilo, hijo de Andremón, montado en un caballo tuerto (pues había perdido un ojo de un flechazo); Óxilo había huido a Élide por un asesinato y, después de pasar allí un año, regresaba a Etolia. Ellos, descifrando el oráculo, lo hicieron su jefe; cuando se enfrentaron a los enemigos los vencieron en tierra y mar, y mataron a Tisámeno, hijo de Orestes; perecieron también sus aliados, Pánfilo y Dimante, hijos de Egimio.
Reparto del Peloponeso. Muerte de Témeno y Cresfontes
Una vez conquistado el Peloponeso, [4] erigieron tres altares a Zeus Patrio en los que ofrecieron sacrificios y sortearon las ciudades179. El primer lote fue Argos, el segundo Lacedemonia y el tercero, Mesenia. Trajeron una vasija con agua y determinaron que cada uno arrojase en ella una señal. Témeno y los hijos de Aristodemo, Procles y Eurístenes, las arrojaron de piedra, pero Cresfontes, que quería obtener Mesenia, la echó de tierra. Al disolverse ésta en el agua, no podían sino sacar las otras dos suertes. Primero salió la de Témeno y luego la de los hijos de Aristodemo; de este modo Cresfontes obtuvo Mesenia. Sobre los altares donde ofrecieron los sacrificios encontraron [5] signos: los que habían obtenido Argos, un sapo, los de Lacedemonia, una serpiente, y los de Mesenia, una zorra180. Acerca de estos signos los adivinos dijeron que los que habían encontrado el sapo debían permanecer en la ciudad (pues este animal no tiene fuerzas cuando anda); quienes habían hallado la serpiente serían terribles en el ataque, y quienes la zorra, astutos.
Témeno, posponiendo, a sus hijos Agelao, Euripilo y Calias, favoreció a su hija Hirneto y a su marido Deifontes; por ello los hijos buscaron mercenarios para matar a su padre. Pero cometido el crimen, el ejército decidió que el reino correspondía a Hirneto y Deifontes181. En cuanto a Cresfontes, al poco de reinar en Mesenia, murió asesinado junto con sus dos hijos; ocupó el trono Polifontes, que era uno de los auténticos Heraclidas, y obligó a Mérope, mujer de la víctima, a casarse con él182; mas también él fue asesinado; pues Mérope había entregado a su padre, para que lo criase, a su tercer hijo llamado Épito, quien, ya adulto, regresó en secreto y, matando a Polifontes, recuperó el reino paterno183.
1 Cf. PAUSANIAS, II 15, 5; escolio a EURÍPIDES, Orestes 932. En realidad Ínaco es el río mismo, es decir, uno de tantos dioses-río hijos de Océano y Tetis, y hermano, por tanto, de su esposa Melia (o Argía, en HIGINO).
2 La Argólide o el Peloponeso.
3 A Foroneo se le atribuye la organización de los hombres en comunidad (PAUSANIAS, II 15, 5), y el haber sido el primero en levantar un altar en honor de Hera (HIGINO, Fáb. 143). ACUSILAO lo considera el primer hombre, según el autor de la Forónida (Fragmentos de épica griega arcaica, trad. de A. Bernabé, BCG, Madrid, 1979, pág. 283), dato concordante con lo que luego se dice de su hija Níobe.
4 Cf. ESQUILO, Supl. 260 ss.; PAUSANIA, II 5, 7. Apolodoro identifica este Apis con el dios egipcio Serapis o Sarapis.
5 Cf. III 8, 1. Pelasgo, antepasado de toda una raza, era, según Hesíodo, como otros héroes semejantes, «autóctono», es decir, «de allí, nacido o surgido de la misma tierra».
6 ‘El que todo lo ve’. Cf. ESQUILO, Supl. 303 ss.; OVIDIO, Met. I 625 ss.; VIRGILIO, En. VII 790; HIGINO, Fáb. 145.
7 Cf. HESÍODO, Teog. 295 ss.
8 Cf. HERÓDOTO, I 1; PAUSANIAS, III 18, 13; ESQUILO, Prom. 589 ss.; OVIDIO, Met. I 583 ss.; HIGINO, Fáb. 145.
9 Cf. OVIDIO, Met. I 611 ss.; según ESQUILO, Supl. 291 ss., fue Hera la que, para evitar que Zeus se uniera con Ío, transformó a ésta en vaca, pero Zeus entonces adoptó la forma de toro.
10 HESÍODO, Fr. 124.
11 ‘Matador de Argos’. Hera recogió los múltiples ojos de Argos y los puso en las plumas del pavo real (OVIDIO, Met. I 722-3).
12 Cf. ESQUILO, Prom. 589, 681; id. Supl. 308, 541 y 572; VIRGILIO, Geórg. III 152-3. En OVIDIO, Met. I 725 ss., es una Erinis lo que Hera envía contra Ío.
13 Boos-póron, ‘paso de la vaca’.
14 Cf. ESQUILO, Prom. 846 ss.; id. Supl. 313-315; OVIDIO, Met. I 748 ss.; HIGINO, Fáb. 145.
15 Cf. HERÓDOTO, II 59; LUCIANO, Diálogos de los dioses 3; DIODORO, I 13, 5; 25, 1; 96, 5.
16 Los griegos denominaron Libia al continente africano.
17 Cf. III 1, 1.
18 De Lindos, ciudad de Rodas; cf. HERÓDOTO, II 182.
19 Cf. PAUSANIAS, II 15, 5.
20 Cf. EURÍPIDES, Fen. 187 ss.; PROPERCIO, III 18, 47-8; LUCIANO, Diálogos marinos 6; HIGINO, Fáb. 169. PAUSANIAS (II 37, 1 y 5) y ESTRABÓN (VII 68), refieren que en Lerna había un arroyo llamado Amimone.
21 Como señala FRAZER (I, pág. 140), este nombre, que aparece poco antes, debe ser un error por Filodamía o Cleodamía (conjetura de HEYNE), o por Hipótoe (WAGNER).
22 PAUSANIAS, II 19, 6 dice que Hipermestra fue juzgada por haber desobedecido a su padre y absuelta. Según SERVIO, Comentarios a la En. X 497, Linceo asesinó más tarde a Dánao, y el escolio a EURÍPIDES, Héc. 886, también a las demás Danaides; en cambio, en el escolio a Orest. 872 se dice que Linceo consiguió la paz entre Egipto y Dánao.
23 Según PAUSANIAS, II 24, 2, las cabezas fueron enterradas en Larisa y los cuerpos en Lerna.
24 Cf. PÍNDARO, Pít. IX 112 y 196; PAUSANIAS, III 12, 2. Al morir, las Danaides fueron condenadas en el Hades a llenar de agua una tinaja sin fondo.
25 Cf. Epítome 6, 7-11.
26 Los Regresos, poema épico sobre la vuelta de los héroes de Troya (cf. Fragmentos de épica…, ed. cit., págs. 192-214).
27 Lo mismo que Esaú y Jacob peleaban ya en el claustro materno por el derecho de primogenitura, Acrisio y Preto luchan por el reino de su padre; cf. TH. GASTER, Mito…., ed. cit., pág. 214.
28 PAUSANIAS, II 25, 7.
29 Cf. II 3, 1 y II 9, 1. Ilíada VI 160.
30 Según ESTRABÓN, VIII 11, los cíclopes que construyeron las murallas de las ciudades argivas eran siete y procedían de Licia.
31 De acuerdo con BAQUÍLIDES, X 60-81, la división del territorio y la fundación de Tirinto fueron las condiciones para la paz que puso término a la lucha entre los hermanos. Cf. también PAUSANIAS, II 16, 2; ESTRABÓN, VIII 10.
32 HESÍODO, Fr. 131.
33 Sobre la locura y curación de las Prétides, cf. BAQUÍLIDES, X 40-112; HERÓDOTO, IX 34; ESTRABÓN, VIII 3, 19; DIODORO, IV 68; PAUSANIAS, II 7, 8; 18, 4; OVIDIO, Met. XV 525 ss. Según Diodoro y Baquílides la locura afectó a todas las mujeres argivas. CALÍMACO, Himno a Ártemis 234 ss., dice que la curación se debió a la diosa Ártemis.
34 ‘Matador de Bélero’, pues según el escolio a Ilíada VI 155, recibió este nombre por haber dado muerte a Bélero, un tirano de Corinto.
35 Cf. Ilíada VI 155 ss.; HIGINO, Fáb. 57; id. Astr. II 18. Según TZETZES, Escolios a Licofrón 17, Preto se abstuvo de matar a Belerofontes, porque una antigua costumbre prohibía matar a quienes hubieran comido juntos.
36 Ilíada XVI 328-9.
37 Según HESÍODO, Teog. 319-20, la Quimera era hija de la Hidra de Lerna.
38 Sobre el combate de Belerofontes con la Quimera, cf. Ilíada VI 179 ss.; HESÍODO, Teog. 325; id. Fr. 42a y 87; PÍNDARO, Olímp. XIII 90; PAUSANIAS, II 4, 1; HIGINO, Fáb. 57.
39 Pueblo de las montañas fronterizas de Licia.
40 Según el escolio a PÍNDARO, Olímp. XIII 84, Anticlea, y según el escolio a Ilíada VI 155, Casandra.
41 Los hermanos son Acrisio y Preto, cf. supra II 2, 1.
42 Es decir, regalos para conseguir la mano de Hipodamía, a la que aspiraba también Polidectes. Cf. Epítome 2, 4 ss.
43 Cf. HESÍODO, Teog. 270 ss., que omite a Dino; ESQUILO, Prom. 794 ss.; ERATÓSTENES, Catast. 22; OVIDIO, Met. IV 774 ss.; HIGINO, Astr. II 12.
44 HESÍODO, Escudo 223-4.
45 Sobre la palabra kíbisis, ‘alforja’, que se hace derivar de keīsthai, ‘estar depositado’ y esthḗs, ‘vestido’, cf. las notas de FRAZER, I, páginas 156-7.
46 Cf. I 6, 2.
47 Cf. OVIDIO, Met. IV 782-3.
48 Pegaso, del griego p̄egḗ, ‘manantial’, pues según HESÍODO, Teog. 283, había nacido junto a los manantiales del océano; Crisaor, de chrysós, ‘oro’, y áor, ‘espada’. Cf. HIGINO, Fáb. 151; OVIDIO, Met. IV 784 ss.; VI 119-20.
49 Apolòdoro omite el viaje de Perseo al país de Atlante relatado por OVIDIO, Met. IV 627-662. Para el episodio de Perseo y Andrómeda, cf. el propio OVIDIO, Met. IV 669-789; HIGINO, Fáb. 64; id. Astr. II 11; ERATÓSTENES, Catast. 16, 17 y 36. De acuerdo con PAUSANIAS, IV 35, 9, y escolio a LICOFRÓN 836, el lugar donde se encontraba Andrómeda cuando fue salvada por Perseo fue Ioppa o Jaffa, en Palestina. Pausanias además habla de una fuente próxima al mar cuyas aguas tienen color púrpura, porque allí se lavó Perseo la sangre del monstruo.
50 Cf. OVIDIO, Met. V 1-249.
51 Se refiere al oráculo que le había advertido que moriría a manos de un hijo de Dánae. Cf. II 4, 1.
52 Cf. PAUSANIAS, II 16, 2.
53 Cf. PAUSANIAS, II 15, 4 y 16, 3.
54 Cf. III 10, 3.
55 Apolodoro deriva teléboas de teloū, ‘lejos’, y ébē, ‘marchó’.
56 Cf. II 4, 7.
57 EURÍPIDES, Heraclidas 210-11, dice que la madre de Alcmena era una hija de Pélope, llamada en otras fuentes Lisídice o Eurídice.
58 Ilitía (también en plural, Ilitías), hija de Zeus y Hera, es la diosa de los partos. Zeus accedió gustoso a hacer el juramento, creyendo que el que había de nacer sería su propio hijo Heracles. Según OVIDIO, Met. IX 292-323, Lucina (Ilitía) retrasó el parto de Alcmena sentándose en el umbral del palacio con los brazos cruzados delante de las rodillas. Días después una criada se presentó a ella diciendo que Alcmena había dado a luz; Ilitía, sorprendida, descruzó los brazos y en ese momento se produjo el parto. En PAUSANIAS, IX 11, 3, son las Farmácides las que impiden el parto hasta que son engañadas por una hija de Tiresias llamada Históride. Cf. ANTONINO LIBERAL, 29.
59 Según la genealogía dada anteriormente (II 4, 5), Méstor no era el abuelo materno de los hijos de Pterelao. Las palabras «su abuelo materno» son seguramente una interpolación. Cf. nota crítica de FRAZER I, pág. 166.
60 De acuerdo con HESÍODO, Escudo 11-12 y 82, Anfitrión no mató involuntariamente a Electrión, sino que ambos se pelearon a causa de unas vacas.
61 Cf. HESÍODO, Escudo 79 ss.; EURÍPIDES, Heracles 16-17.
62 Cf. HESÍODO, Escudo 14 ss.
63 Este animal era la zorra de Teumeso, al noreste de Tebas. Cf. PAUSANIAS, IX 19, 1; ANTONINO LIBERAL, 41; OVIDIO, Met. VII 762 ss.
64 Cf. III 15, 1.
65 Este cabello lo hacía inmortal. Cf. II 6, 5.
66 Cf. HESÍODO, Escudo 27-56, sin mencionar la larga duración de esa noche. DIODORO, IV 9, 2, explica la prolongación del tiempo que Zeus empleó para engendrar a Heracles en proporción a la grandeza y fuerza que éste habría de tener. Hay otras versiones sobre la duración de esta noche: según OVIDIO, Am. I 13, 46, y Trist. II 402, la noche duró como dos; LUCIANO, Diálogos de los dioses 10, 1-2, dice que era una noche equivalente a tres días completos.
67 PÍNDARO, Nem. I 35, dice que Heracles acababa de nacer cuando enviaron las serpientes; TEÓCRITO, XXIV 1, que tenía diez meses. Cf. también PAUSANIAS, I 24, 2; HIGINO, Fáb. 30; VIRGILIO, En. VIII 288-9.
68 Harpálico, hijo de Hermes, según TEÓCRITO, XXIV 104.
69 Cf. PAUSANIAS, IX 29, 9; DIODORO, III 67, 2.
70 Según PAUSANIAS, I 41, 3-4, fue Alcátoo quien mató al león.
71 PAUSANIAS, en IX 27, 6, dice que Heracles yació con las cincuenta hijas de Tespio en una sola noche, pero en IX 27, 6, con cuarenta y nueve, pues una de ellas se negó y Heracles la hizo sacerdotisa suya. Cf. DIODORO, IV 29, 3; HIGINO, Fáb. 162.
72 Cf. PAUSANIAS, IX 37, 2-3; DIODORO, IV 10, 3-5.
73 Para PÍNDARO, Ist. IV 104-107, los hijos de Heracles y Mégara son ocho; para HIGINO, Fáb. 31 y 32, dos, y para EURÍPIDES, Heracles 995 ss., tres.
74 Al morir Alcmena, cuando los Heraclidas se disponían a enterrarla, Hermes por mandato de’Zeus sustituyó el cuerpo por una piedra y lo llevó a las islas de los Bienaventurados para que allí Alcmena se casara con Radamantis. Cf. ANTONINO LIBERAL, 33. Refiere PAUSANIAS, IX 16, 7, que en Tebas no hay un sepulcro de Alcmena, porque, según los tebanos, fue convertida en piedra al morir; pero en I 41, 1, dice que según los megarenses, Alcmena murió en el camino de Argos a Tebas y en cumplimiento de un oráculo la sepultaron en Mégara.
75 DIODORO, IV 14, 3, añade, como regalo de los dioses, caballos de Posidón.
76 Cf. DIODORO, IV 11, 1-3. EURÍPIDES, Heracles 987 ss.; este último sitúa la matanza de los hijos después de los trabajos, e incluye entre las víctimas a Mégara.
77 El nombre de Heracles, según una etimología aceptada desde la antigüedad, se explicaría como «la gloria de Hera». Alcides, por su abuelo Alceo, el padre de Anfitrión.
78 Cf. SÓFOCLES, Traquinias 1091-1102; EURÍPIDES, Heracles 359-435; DIODORO, IV 11, 3; IV 28, 4; HIGINO, Fáb. 30; OVIDIO, Met. IX 182-199; VIRGILIO, En. VIII 287-300. Los autores presentan algunas diferencias en el orden en que Heracles llevó a cabo los trabajos.
79 El león de Nemea había nacido de Orto y Equidna, y había sido criado por Hera según HESÍODO, Teog. 326 ss. Cf. también SÓFOCLES, Traq. 1091 ss.; DIODORO, IV 11, 3-4.
80 ‘Salvador’.
81 En griego hay dos verbos distintos para expresar si el sacrificio se hace en honor de un dios (thýein), o si se hace en honor de un héroe (enagidsein).
82 Cf. DIODORO, IV 12, 1.
83 Hija de Tifón y Equidna según HESÍODO, Teog. 313 ss., también alimentada por Hera.
84 La Hidra tiene cien cabezas según OVIDIO, Met. IX 71; en cambio, PAUSANIAS, II 37, 4, dice que una sola.
85 A cambio de la ayuda que prestó a la Hidra, el cangrejo fue catasterizado por Hera en la constelación de Cáncer. Cf. ERATÓSTENES, Catast. 11; HIGINO, Astr. II 23.
86 En lo sucesivo las flechas de Heracles, envenenadas por la bilis de la Hidra, producirán heridas mortales a los hombres e incurables a los dioses.
87 Cf. PÍNDARO, Olímp. III 28 ss.; EURÍPIDES, Heracles 375 ss.; DIODORO, IV 13, 1; HIGINO, Fáb. 30. Sir W. Ridgeway, citado por Frazer (I, pág. 190), sugiere que debía de ser un reno hembra, por estar dotada de cuernos. Su nombre deriva del río Cerinites, en Acaya.
88 Esta cierva había sido consagrada a Ártemis por Taígete, hija de Atlante; cf. PÍNDARO, Olímp. III 29-30.
89 Cf. SÓFOCLES, Traq. 1097; HIGINO, Fáb. 30; DIODORO, IV 12. Refiere PAUSANIAS, VIII 24, 5, que los habitantes de Cumas poseían los colmillos del jabalí guardados en un templo de Apolo.
90 Ninfa de los fresnos. Las ninfas melias nacieron de las gotas de sangre de Urano cuando fue mutilado por Crono. Cf. HESÍODO, Teog. 187.
91 PAUSANIAS, V 1, 9-10.
92 Cf. Ilíada, II 625 ss.
93 Cf. PAUSANIAS, VII 18, 1; HIGINO, Fáb. 33; DIODORO, IV 33, 1.
94 Cf. APOLONIO DE RODAS, II 1052 ss.; DIODORO, IV 13, 2; PAUSANIAS, VIII 22, 4.
95 Cf. PAUSANIAS, I 27, 9-10; V 10, 9: DIODORO, IV 13, 4; HIGINO, Fáb.
96 Más tarde lo matará Teseo; cf. Epítome 1, 5-6.
97 Según DIODORO, IV 15, 3-4, Heracles dejó que las yeguas devoraran a Diomedes. HIGINO, Fáb. 30, habla de caballos, no de yeguas.
98 Cf. APOLONIO DE RODAS, II 777 ss.; y 966 ss.; DIODORO, IV 16; PAUSANIAS, V 10, 9; HIGINO, Fáb. 30; EURÍPIDES, Heracles 408 ss.
99 Según APOLONIO DE RODAS, II 968, Heracles se apoderó de Melanipe y a cambio de ella Hipólita le entregó el cinturón.
100 El servicio de estos dioses a Laomedonte, que duró un año, está relatado en litada VII 452-3 y XXI 441-457, aunque sin explicar el motivo, que, según los escolios a Il. XXI 444 y a LICOFRÓN 34, fue haber conspirado contra Zeus. Posidón construyó las murallas de la ciudad mientras que Apolo se ocupó de los rebaños. Laomedonte, además de negarse a pagarles lo estipulado, amenazó a Apolo con venderlo como esclavo y a los dos con cortarles las orejas. Esta defraudación de Laomedonte a los dioses está narrada también en VIRGILIO, Geórg. I 502; HORACIO, Odas III 21-2; OVIDIO, Met. XI 205 ss. Refiere PÍNDARO, Olímp. VIII 30-47, que Éaco ayudó a los dioses para que se cumpliera el destino de Troya: sería conquistada si los dioses recibían la ayuda de un mortal en la construcción de las murallas.
101 Cf. OVIDIO, Met. XI 211-215; HIGINO, Fáb. 89; DIODORO, IV 42, 1-6.
102 Cf. Ilíada V 265-267. Según el Himno homérico a Afrodita (V) 210-212, Zeus entregó las yeguas a Tros, padre de Laomedonte.
103 Cf. II 6, 4. El escolio de Tzetzes a LICOFRÓN 34, y el de Il. XX 146 basado en Helánico, cuentan que Heracles se arrojó armado en las fauces del cetáceo y, después de permanecer tres días en su vientre causando destrozos, salió completamente calvo.
104 Cf. HESÍODO, Teog. 287-294 y 980-983; PAUSANIAS, III 18, 13 y IV 36, 3; DIODORO, IV 17-18; ESQUILO, Agam. 870; EURÍPIDES, Heracles 423; VIRGILIO, En. VI 289; HIGINO, Fáb. 30 y 151. Gadir es Cádiz; cf. ESTRABÓN, III 2, 11 y 5, 4.
105 HESÍODO, Teog. 312, dice que el perro Orto tanía cincuenta cabezas.
106 DIODORO, IV 18, 5 y PLINIO, Nat. Hist. III 4, le atribuyen la formación del estrecho de Gibraltar. Las columnas se considera que son o las rocas de Calpe (Gibraltar) y Abila (Ceuta), o dos pilares de bronce conservados en el templo de Heracles en Cádiz.
107 PANIASIS, en su obra Heracles, refiere que la copa en que Heracles atravesó el Océano era la del Sol, pero que la recibió de Océano; embarcado en ella navegó hasta Eritía. Cf. ATENEO 469d; MACROBIO, Saturnales V 21, 16 y 19.
108 Ciudad del sur de España; cf. ESTRABÓN, III 4, 3.
109 En Liguria Heracles también fue atacado por gran número de indígenas con los que sostuvo tan encarnizado combate que se le terminaron las flechas. Como no encontró piedras a mano, hizo una súplica a Zeus, quien hizo caer del cielo una lluvia de piedras, y con ellas Heracles puso en fuga a sus enemigos. Cf. ESTRABÓN, IV 1, 7; HIGINO, Astr. II 6.
110 Apolodoro omite el célebre episodio de Caco que tuvo lugar en el monte Aventino, en Roma. Caco, un ser monstruoso que respiraba humo y llamas, robó las vacas a Heracles haciendo que caminaran hacia atrás para confundir las huellas, y las ocultó en una cueva. Cuando Heracles descubrió el hurto, atacó a Caco con los peñascos que formaban la cueva y recuperó el ganado. Cf. PROPERCIO, IV 9, 1-20; VIRGILIO, En. VIII 190-267; OVIDIO, Fastos I 543-578; DIODORO, IV 21.
111 Cf. PAUSANIAS, III 16, 4-5: DIODORO, IV 23, 2-3; VIRGILIO, En. V 410-414; HIGINO, Fáb. 260. En Diodoro y Pausanias la lucha se produjo por todas las vacas, y las condiciones fueron que si ganaba Érix se quedaría con ellas, mientras que si ganaba Heracles, obtendría el reino de Érix. Añade Diodoro que Érix no estaba conforme con los términos del pacto, pero que Heracles lo convenció diciéndole que si él perdía las vacas, también perdería la inmortalidad. Érix fue vencido en la lucha y luego desterrado.
112 Para el episodio de las manzanas de las Hespérides, cf. APOLONIO DE RODAS, IV 1396 ss.; DIODORO, IV 26; EURÍPIDES, Heracles 394 ss.; ERATÓSTENES, Catast. 3; OVIDIO, Met IV 637 ss. y IX 190; HIGINO, Astr. II 3; id. Fáb. 30. En cuanto al número de las Hespérides hay discrepancia: Hesperia y Aretusa pueden ser una sola, llamada también Hestía Eretusa o Hesperitusa en los códices.
113 Cf. HIGINO, Fáb. 31. Como indica FRAZER (I, pág. 221), este Cieno es distinto del otro Cieno, hijo igualmente de Ares, pero de diferente madre, a quien da muerte Heracles más tarde (II 7, 7).
114 Hijas de la Noche según HESÍODO, Teog. 215-6; de Atlante y de una hija de Héspero (hermano de Atlante), en DIODORO, IV 27.
115 Cf. PÍNDARO, Ist. IV 87-97; PAUSANIAS, IX 11, 6; DIODORO, IV 17, 4; HIGINO, Fáb. 31.
116 C. DIODORO, IV 18, 1; IV 27, 2-3; OVIDIO, Met IX 182-3; id. Arte de amar I 647-653; HIGINO, Fáb. 31 y 56. ISÓCRATES, Busiris 15, niega que Heracles y Busiris fueran contemporáneos. FRAZER (I, págs. 224-5) aduce varios testimonios que prueban, contra la opinión de Heródoto, la práctica de sacrificios humanos en Egipto.
117 Cf. DIODORO, IV 27, 3.
118 Cf. DIODORO, IV 15, 2; HIGINO, Fáb. 35, 54, y 144, id. Astr. II 15. Higino en un pasaje hace durar treinta años el castigo de Prometeo, y en otro treinta mil.
119 Cf. II 5, 4. El olivo es como una cadena simbólica a que Heracles se somete por haber liberado a Prometeo. Éste, a su vez, llevó en su dedo un anillo hecho de hierro con el que estuvo aprisionado, para no invalidar la promesa de Zeus de no soltarlo nunca.
120 EURÍPIDES, Heracles 394-399.
121 En Ilíada VIII 366-369 se dice que Atenea ayudó a Heracles a sacar el Cerbero del Hades; en Odisea XI 623-626, que fue Hades. Cerbero, en otras fuentes, posee cincuenta o cien cabezas, o sólo tres.
122 Cf. DIODORO, IV 25, 1.
123 Cf. BAQUÍLIDES, V 56-175.
124 Cf. Epítome 1, 23-24; Odisea XI 631; APOLONIO DE RODAS, I 101 ss.; DIODORO, IV 26, 1; IV 63, 4-5; EURÍPIDES, Heracles 619; PAUSANIAS, I 17, 4; IX 31, 5; X 29, 9; HIGINO, Fáb. 79. Según Higino, Heracles rescató a Teseo y Pirítoo, pero según Diodoro, a ninguno.
125 Cf. I 5, 3.
126 PAUSANIAS, en II 31, 2, coincide con Apolodoro en que la subida del Hades fue por Trezén, pero en II 35, 10 dice que fue por Hermione, y en IX 34, 5, que por el monte Lafistio, en Beocia.
127 Cf. OVIDIO, Met V 538 ss.
128 Cf. SÓFOCLES, Traq. 260 ss.
129 Cf. II 4, 12.
130 Cf. I 9, 15.
131 HOMERO, Odisea XXI 22-30, refiere que Ífito salió en busca de doce yeguas que le habían desaparecido y Heracles, después de haberle dado alojamiento, lo mató y se quedó con las yeguas; pero según el escolio a Odisea XXI 22, las yeguas habían sido robadas por Autólico y vendidas a Heracles. La versión que ofrece SÓFOCLES, Traq. 262-279, es algo distinta: Heracles se venga de los insultos de Éurito arrojando a Ífito desde una alta roca de Tirinto. Cf. también DIODORO, IV 31, 2-3.
132 Cf. DIODORO, IV 31, 4-5.
133 Cf. HIGINO, Fáb. 32; SERVIO, a En. VIII 300.
134 Cf. SÓFOCLES, Traq. 247 ss.; DIODORO, IV 31, 5-8; LUCIANO, Diálogos de los dioses 13, 2.
135 Los Cércopes (de kérkos, ‘cola’) eran unos extraños personajes dotados de cola, ladrones y malhechores (DIODORO, IV 31, 7). Según OVIDIO, Met. XIV 90-100, Zeus los transformó en monos, pero según FERECIDES, 3 F 77, fueron transformados en piedras.
136 Cf. CONÓN, Narraciones 17; DIODORO, IV 31, 7.
137 PAUSANIAS, IX 11, 4-5, habla de una estatua de Heracles, obra de Dédalo que aún existía en su época.
138 Cf. I 9, 16 ss.
139 Cf. I 8, 2 ss.
140 Cf. III 16 y Epítome 1 ss.
141 Cf. Ilíada V 640-643; DIODORO, IV 32; OVIDIO, Met. XI 213-217; HIGINO, Fáb. 89.
142 ‘Vencedor glorioso’.
143 Cf. OVIDIO, Met. XI 215-217; EURÍPIDES, Andróm. 796 ss.; SÓFOCLES, Áyax 1299-1303.
144 Apolodoro deriva el nombre de Príamo de príamai, ‘comprar’.
145 Cf. I 3, 5.
146 Cf. I 6, 1-2.
147 Cf. DIODORO, IV 33, 1; PAUSANIAS, V 1, 10-11; V 2, 1; VI 20, 16.
148 Éurito y Ctéato, llamados Moliónidas por su madre, o Actóridas por su padre, son descritos unas veces como siameses simplemente (escolio a Ilíada XXIII 638), otras, con dos cuerpos diferenciados, pero cada uno con dos cabezas, cuatro manos y cuatro pies (FERECIDES, 3 F 79 en escolio a Ilíada XI 709). Cf. Ilíada II 621; XI 709-10 y 750 ss.; XXII 638.
149 Cf. DIODORO, IV 33, 3-4; PAUSANIAS, V 3, 1-3.
150 Cf. PÍNDARO, Olímp. VI 67 ss.; X 24 ss.; DIODORO, IV 14, 1; V 64, 6; PAUSANIAS, V 7, 9; 8, 1 y 3-4; HIGINO, Fáb. 273. Frazer cree error de Apolodoro la mención de un altar dedicado a Pélope, a quien sólo podía corresponder una fosa como sacrificadero; cf. PAUSANIAS, V 13, 1.
151 También hirió a Ares y a Hera que lucharon a favor de los pilios. Cf. HESÍODO, Escudo 359; Ilíada V 392-400; XI 690-693; PAUSANÍAS, II 18, 7; VI 25, 2-3; OVIDIO, Met. XII 549-572.
152 Cf. DIODORO, IV 33, 5-6; PAUSANIAS, II 18, 7; III 10, 7; VIII 53, 9.
153 Cf. PAUSANIAS, VIII 47, 5.
154 Según ALCIDAMANTE (Odyss. 14-16), un oráculo había advertido a Áleo que un hijo de Auge mataría a los hermanos de ésta; entonces Áleo dedicó su hija al sacerdocio de Atenea. Al llegar Heracles ebrio violó a Auge, y su padre se la entregó a Nauplio para que la arrojase al mar. Nauplio llevó a Auge y al niño hasta Misia donde el rey Teutrante la hizo su esposa. HIGINO, Fáb. 99 y 100, ofrece otra versión: Teutrante acoge a Auge como una hija, y Télefo, que llegó más tarde a Misia, ayudó a Teutrante a defender el reino que estaba amenazado por Idas, el hijo de Afareo. Teutrante lo recompensó con la mano de Auge, pero ella no quería unirse a él y estaba dispuesta a matarlo; los dioses enviaron un enorme dragón y entonces Auge reveló sus propósitos a Télefo. Éste se disponía a matarla, pero ella invocó a Heracles y la madre y el hijo se reconocieron y regresaron a su patria. Según DIODORO, IV 33, 11-12, Teutrante casó a Télefo con una hija suya.
155 De thēlḗ, ‘ubre’ y élaphos, ‘cierva’.
156 Cf. SÓFOCLES, Traq. 9-21; DIODORO, IV 35, 3-4; OVIDIO, Met. IX 1-88; HIGINO, Fáb. 31. Según Ovidio el río se transformó primero en serpiente y luego en toro.
157 Hay distintas versiones sobre el cuerno de Amaltea, llamado por los latinos Cuerno de la Abundancia. Para algunos es un cuerno de la cabra Amaltea, o de la cabra con que la ninfa Amaltea había criado a Zeus; para otros es el cuerno de Aqueloo que Heracles había arrancado y se lo había dado a las ninfas, quienes lo llenaron de frutas. Cf. OVIDIO, Met. IX 85-88; id. Fastos V 115-128. HIGINO, Astr. II 13, y ERATÓSTENES, Catast. 13, mencionan el catasterismo de la cabra.
158 Cf. DIODORO, IV 29, 3-6.
159 Cf. DIODORO, IV 36, 2; PAUSANIAS, II 13, 8. Éste llama al muchacho Ciato.
160 Cf. SÓFOCLES, Traq. 555 ss.; DIODORO, IV 36, 3-5; OVIDIO, Met. IX 101-133; HIGINO, Fáb. 34; ESTRABÓN, X 2, 5.
161 Cf. CALÍMACO, Himno a Ártemis 160-1.
162 Cf. DIODORO, IV 37, 3-4.
163 Cf. HESÍODO, Escudo 57-423; PÍNDARO, Olímp. III 82; PAUSANIAS, I 27, 6. Cf. supra, nota 113.
164 Cf. DIODORO, IV 37, 4.
165 Por haberle negado la mano de su hija Yole, cf. II 6, 1.
166 Cf. SÓFOCLES, Traq. 351-362, 476-478; HIGINO, Fáb. 35; DIODORO, IV 37, 5.
167 Cf. SÓFOCLES, Traq. 756-806; DIODORO, IV 38, 1-2; OVIDIO, Met. IX 136-272; HIGINO, Fáb. 36.
168 Cf. SÓFOCLES, Traq. 1191 ss.; DIODORO, IV 38, 3-8; OVIDIO, Met. IX 229 ss. El arco y las flechas de Heracles los heredará Filoctetes de su padre Peante, y serán utilizados en la guerra de Troya. Cf. Epítome 5, 8.
169 Cf. Odisea XI 602-604; HESÍODO, Teog. 950-955; id. Fr. 229; EURÍPIDES, Heraclidas 915-6; OVIDIO, Met. IX 400-1.
170 Apolodoro omite un famoso episodio sucedido durante la guerra que sostuvieron los atenienses con Euristeo a causa de los hijos de Heracles: un oráculo había declarado que los atenienses vencerían, si uno de los hijos de Heracles se ofrecía voluntariamente a morir; así lo hizo Macaria, hija de Heracles y Deyanira, y los atenienses obtuvieron la victoria. Cf. PAUSANIAS, I 32, 6; EURÍPIDES, Heraclidas 406 ss., 474-601, 819-922.
171 Según EURÍPIDES, Heraclidas 843-866, 928-980 y 1030-1055, Yolao hizo prisionero a Euristeo junto a las rocas Escironias y lo llevó ante Alcmena para su ejecución. De acuerdo con PÍNDARO, Pít. IX 79 ss., lo mató Yolao, no Hilo.
172 Cf. DIODORO, IV 58, 1-4.
173 HOMERO (Ilíada II 653-670) dice que Tlepólemo huyó a Rodas por las amenazas de los demás Heraclidas. Cf. también PÍNDARO, Olímp. VII 27; DIODORO, IV 58, 7-8.
174 La laguna podría referir los sucesos relatados por DIODORO, IV 58, 1-2 y PAUSANIAS, VIII 5, 1: Hilo penetra en el Peloponeso a través del Istmo y muere en combate singular a manos de Équemo, rey de Tegea.
175 Al parecer había una segunda parte del oráculo que les aconsejaba que pasaran al Peloponeso por el estrecho, pero «estrecho» no se refería al Istmo, sino a la entrada del golfo de Corinto.
176 Naupacto quiere decir ‘astilleros’.
177 Aristodemo era hijo de Aristómaco y hermano de Témeno y Cresfontes; los conquistadores del Peloponeso fueron los tataranietos de Heracles. Cf. PAUSANIAS, II 18, 7.
178 Según PAUSANIAS, III 13, 4, ese adivino era un acarniense de nombre Carno.
179 Cf. PAUSANIAS, IV 3, 3-5.
180 Cf. PAUSANIAS, IV 18, 6.
181 Cf. PAUSANIAS, II 32, 3 y 28, 3-7.
182 Cf. HIGINO, Fáb. 137.
183 Cf. HIGINO, Fáb. 184: PAUSANIAS. IV 3, 7-8.