CUANDO ALLEGRA SABE DE COSAS INUSITADAS

 

Gabriel – “Allegra tú eres la primera en saber. Conseguí entrar en la facultad de Medicina. Estoy delante de la lista de la facultad. Riendo como un tonto.”

Allegra – “Felicitaciones, ¡querido! Ahora quien está riendo como una tonta soy yo. Avise pronto a tu mamá. Ella debe de estar loca para saber el resultado.”

Gabriel – “Voy corriendo para la casa. Así me da tiempo de comer con todos.”

Allegra – “Eso. Avise a Dione. A ella le va gustar saber.”

Gabriel – “Claro. Y tú sabes que nunca pierdo la oportunidad de hablar con ella.”

Allegra – “Cabrón…Yo sé de eso.”

Gabriel – “Besos. Te amo.”

Allegra – “Ídem. Besos, besos, besos.”

Ella estaba finalizando el trabajo en la empresa de Olavo. Reuniendo los últimos documentos necesarios para la re negociación de la deuda junto al gobierno.

-¿Contenta, Allegra? – Olavo vino sonriendo para ella.

-Mucho. Mi sobrino Gabriel entró en la facultad de Medicina.

Resumidamente, contó sobre las hermanas y los sobrinos de Frank. Y cuanto ella los amaba.

-Me da placer en saber que tú encontraste un hombre que te hiso feliz.

-¡Muy feliz!

-Lástima que fue por poco tiempo…

-¡Ah, Dr. Olavo! ¡Pero fueron tiempos fascinantes e inolvidables!

-Allegra…

-Dr. Olavo, ya reuní todo el material necesario. Regreso mañana para la oficina y ya delineamos todo lo que es esencial para ser hecho.

-El valor a ser pago será un rombo…

-No voy a negar – el rombo será grande, pero vamos a proponer algunas soluciones para que usted enfrente la crisis.

-Ok.

-Será un periodo difícil, sin embargo, con seguridad, todo se acertará.

-Confío en vosotros.

-¡Bueno! Dr. Arquímedes entrará en contacto con usted. ¿Ok?

-Ok.

-Dr. Olavo, gracias por la confianza.

-Allegra, a pesar de la situación inusitada, me quedé feliz en reverla.

-Gracias, Dr. Olavo. Yo también.

Al prepararse para salir de la sala, Olavo la inquirió:

-Allegra…

-Sí, Dr. Olavo.

-Tú no preguntaste por Oto…

Allegra, como en cámara lenta, volteó para el viejo señor.

-Dr. Olavo…

-Mira, mi hijo fue un cabrón…sé de eso.

-Por favor…

-Sé del envolvimiento de vosotros…

-Eso hace mucho tiempo.

-Sí. Pero él fue un canalla.

-Dr. Olavo…

-Jamás debería de haber jugado con tus sentimientos. Tú siempre fue una niña tan dulce, tan tierna, tan competente.

-¿Sabe que estoy empezando a quedarme asustada?

-¿Por qué?

-El señor está hablando de Oto usando todos los verbos en el pretérito…

Olavo sonrió. La invitó a sentarse nuevamente.

-Allegra, físicamente mi hijo está bien. Está haciendo un curso afuera. Vuelve en un mes.

-¿Por qué usted dije “físicamente”?

-Allegra, además de haber sido un cabrón, parece que “pagó” con interés y corrección monetaria todo lo que hiso…

-¿Pagó?

-Cuando la hija nació, el mundo perturbado de él se derrumbó. Lola pasó diez meses ensandecida. Fue un periodo muy difícil para nosotros.

-Me imagino.

-Tuvimos que llevar los tres para casa. Era más fácil cuidar del bebé.  Y estar de ojo en la loca. Él se quedó arrasado. Muchas y muchas veces lo veía agarrado a la niña llorando.

-¿Llorando?

-Sí. Fue en esa época que él me contó todo sobre ti.

-¿Sobre mí?

-En el arrepentimiento que tenía de te haber hecho de “gato y zapato”, como me decía.

-No…

-Cuando Lola falleció – Dios que nos perdone – ¡fue un alivio! La pequeña Allegra es una niña muy fácil de lidiar. Vanda y ella se llevan muy bien. Tú viste.

-Sí. Tierna la manera de las dos.

-Oto nunca más fue lo mismo. Se encerró para el mundo. Es un hombre sombrío, ácido, a veces hasta cruel…

-¿Cruel?

-Cuando descubrimos el desfalque que la empresa contable había hecho aquí, él casi mató a uno de los socios de aquella porquería que se decía “empresa contable”.

-Bien, pero ahí tenemos que dar un voto de alabanza a él: lo que hicieron aquí no es fácil de tragar…

-Entiendo…Pero, en aquel día vi la cara oculta de mi hijo. Él parecía dispuesto a matar…Tuvo que ser agarrado por dos seguranzas…No me quedé confortable con aquello…

-Dr. Olavo, rabia reprimida no es buena consejera. Pero, vamos y vengamos, que muchas veces es necesario dar razón a ella.

Por más de una hora los dos conversaron sobre Oto.

-Dr. Olavo, voy a ser sincera. Yo había salido de un relacionamiento extremamente difícil. Mi primero marido fue terrible. Pero, al final me quedé grata a él. Vine para São Paulo. Fui muy bien recibida por vosotros.

-Y éramos  felices contigo aquí.

-Sí. Yo sé. Pero vea, ni me imaginaba que Oto fuera su hijo.

-¿No?

-¡No! Y el peor, ni me imaginaba que él tenía novia. ¡Mire la situación!

-Entiendo.

-Entonces descubrí todo y de una manera nada agradable. Yo, realmente, no me sentí confortable.

-Y tú estabas cubierta de razón…

-Cuando supe de su jubilación, me quedé más aprensiva todavía.

-Por eso resolviste irte…

-Era un bello plan B, que yo había arquitectado. Pero fue muy bueno para mí. Si yo no tuviera ido para Brasilia, no tendría conocido a Frank. Él sí, Dr. Olavo, fue el amor de mi vida.

-Entiendo.

-Tengo el mayor aprecio por usted, por la señora Vanda, por todos que me acorrieron tan bien en aquella época. Pero entienda…

-¡Es mucho para que yo asimile! 

-Oto fue una persona nociva para mí.

-¡Dios del cielo!

-Pero no guardo rancores, ni pesares. Pero no hay nada para ser rescatado. Todo fue perdido por el voraje del tiempo…

-Hija querida…

Cuando Allegra dejó la sala de Olavo, toda la esperanza que él nutría cuando vio la niña de vuelta… ¡se esfumó!

¡Se perdió!

En su corazón de padre – bien en el fondo – había una luz reluciendo.

Creía que Allegra pudiera ser su nuera.

Pero, ahora, sencillamente…

Delante de los fatos contados por la niña, los cuales él ignoraba por completo, vio la sordidez del hijo.

Muy difícil Allegra querer Oto nuevamente. ¡Mucho!

Terminado su trabajo en la empresa de Olavo, Allegra siguió adelante.

Ganó la confianza de todos en la oficina.

Asumió una gama considerable de procesos.

Era siempre solicitada.

Ganaba práctica. Ganaba experiencia.

Estaba, finalmente, delineando su carrera.