Capítulo 10
Eran contracciones, estaba segura, intenté encender el vehículo, y un nuevo calambrazo me recorrió desde la cabeza hasta el final de la columna.¡Diablos!... Inhala…Exhala.
¡Volviste!
No te dejaría sola, estaba solamente calladita.
Respiré como Alex nos había enseñado antes de que se me ocurriera la genial idea de llevar a Nicolás a mi clase de preparto y que ahí encontrara a su otra mitad, Sara había insistido que los había visto acariciándose y que parecían pulpos…Desde ese momento no había podido ver a Alex de igual forma, otra contracción punteó mi espalda. Me sostuve del tablero del auto, tratando de respirar…estas Malditas clases no me habían servido de nada.
Eran seguidas, supuestamente debían ser cada 30 o 40 minutos, pero no eran seguidas podía jurar que eran cada 15 0 10 minutos.Nada nos va pasar solo respira…
Uno, dos, tres…Respira, me dije internamente mientras volvía a girar la llave y a pisar el acelerador, Daniel se removía inquieto en mi vientre y yo trataba en vano de no asustarme más de lo que ya estaba.
—Por favor, por favor enciendeeee—dije alargando la "e" y dándole al pedal para que mi auto encendiera, la lluvia caía fuerte contra el panorámico del coche, habían truenos y relámpagos y yo estaba demasiado asustada.
Los minutos se transformaron en horas, el dolor era cada vez más fuerte, nunca en estos ocho meses y medio me había puesto a pensar en este momento y la única vez que la idea llego a mí me supuse que Dimitri tendría todo controlado para ese día. Dimitri… recordar su rostro en la puerta tan derrotado, avergonzado. Una nueva contracción mucho más fuerte que las anteriores me hizo gemir de dolor mientras trataba de no curvar mi espalda los dedos de mis pies se retorcieron, mi frente bañada en sudor, miré por el retrovisor lo poco que la lluvia me dejaba ver, la carretera estaba vacía.
Maldita la hora en que Sonia Smith se atravesó en mi vida…..No, maldita la hora en que me enamoré de un ser tan dañado como Dimitri Malinov.Las contracciones seguían y yo trataba de aplicar cada clase y cada respiración, con
…Nueve Meses…
mucho esfuerzo me ubiqué en la parte de atrás del coche, no sin antes sentir como el líquido amniótico se escurría por mis piernas, me ubiqué quedando completamente acostada, cerré mis piernas en un vano intento de contener las ganas de pujar.
Me sentía cansada, así que cada vez que las incomodas contracciones aparecían, me aferraba a la cojinería de mi auto con mucha fuerza, estaba tan concentrada en mi propio dolor que no había notado que hacía más de media hora que no sentía a Daniel moverse dentro de mí.
—Dan—llamé débilmente, acariciando mi vientre
donde sentía que estaba ubicado
–mi cosita hermosa—chillé pero por más que movía mi piel o
presionaba para que se moviera, no tenía ningún resultado.
Un trueno resonó cubriendo el cielo con una halo claro, lágrimas corrían sin cesar por mi rostro, estaba sola allí acostada en la parte trasera de mi Audi sin sentir a mi bebe, me maldije internamente por ser tan tonta en estos momentos, solo quería a Dimitri conmigo. Sin importarme si me había engañado, utilizado o lo que fuera, lo necesitaba para sentirme segura, lo necesitaba porque lo amaba y estaba asustada, lo necesitaba ahora.—Dios por favor—susurré. Fue entonces cuando lo sentí el chirriar de un auto, el tirar de una puerta, los fuertes pasos caminando hacia mí, quise gritar pero el dolor de una nueva contracción me atacó sin piedad alguna, mordí mi labio hasta sentir el sabor metalizado de la sangre.
Y entonces la puerta de mi auto se abrió…—Alejandra— Dimitri estaba allí, el agua corría
por sus largos mechones negros hasta su rostro, en su mano una
linterna apuntaba directamente hasta mi rostro. Una nueva
contracción mucho más fuerte que las anteriores me hizo doblarme de
dolor.
—Demonios, ¡no!—dijo Dimitri –necesito que abras las piernas
Alejandra—dijo con voz fuerte separando mis piernas y colocándolas
abiertas de par en par—¿hace cuanto tienes contracciones?—demandó,
me quedé callada solo mirándolo y luchando con mis
lágrimas—Alejandra
—Tranquila amor, tranquila—me miró con ternura pero sus ojos denotaban mucho miedo—vamos a traerlo al mundo y juro que será el niño más feliz de este maldito universo—dijo con voz gruesa, él se mojaba por la fuerte tormenta ya que solo su …Nueve Meses…
cabeza estaba dentro del coche, pero al parecer ni la lluvia, ni el frío era importante para él—¿cada cuánto? –no le respondí estaba asustada hasta los límites— Alejandra concéntrate por favor—demandó—necesito que me digas cada cuanto son las contracciones—dijo mientras quitaba mis legins empapados y mis bragas de un solo tirón.
—Cada diez minutos o menos.—Alejandra, necesito afirmaciones—su voz era gruesa pero al parecer también estaba preocupado.
—No lo sé Dimitri, no lo sé –dije sollozando.
—Necesito que estés tranquila preciosa, ahora trata de recostar tu espalda a la puerta del coche, abre las piernas lo más que puedas.
—¿Crees que está bien Dimitri?—dije mirando sus ojos, ese par de orbes que tanto amaba.
—Él estará bien, tú estarás bien y entre los dos lo vamos a hacer nacer ¡entendido! Sigue igual de mandón.
—Estás conmigo Alejandra—
—¿Porque no vamos al hospital? tu coche sirve—dije asustada mientras el negaba con la cabeza.
—El hospital está a unas dos horas de camino, no te voy a exponer ni a ti ni a Daniel— entró un poco en el coche tomando con su mano helada mi mejilla— vamos a lograrlo—me dijo quedamente como si también se lo dijera a el mismo— pero te necesito amor—susurró—¿estás conmigo Alejandra?—asentí incapaz de contestarle—Ok, voy a ir a mi coche debo tener mi maletín allí—pasó las manos por su pelo con desesperación mientras soltaba un par de maldiciones, fue hasta su coche y volvió con una manta gruesa dentro de su impermeable azul —donde está tu maleta –dijo aparentando una calma que sabía que no estaba teniendo en esos momentos, señalé el asiento del copiloto el asintió y se dio la vuelta por el coche, sin importar la inclemencia de la lluvia la abrió y me arrojó varias toallas volviendo a estar frente a mí en cuestión de segundos.
— Dimitri…— lo llamé apretando las toallas a mi
pecho, cuando una nueva punzada ataco sin piedad—No tendré más
hijos Malinov ¡te lo juro!—gemí de dolor, mi sonrisa favorita surco
su rostro aun tensionado.
—Eso significa que estoy perdonado—trato de bromear.…Nueve
Meses…
—¡NO!
— Dimitri.
—No es el momento— dijo ubicado entre mis piernas, sentí dos de sus dedos entrar en mi cuerpo y jadeé.
—¡Demonios!—gritó Malinov—hace cuanto dijiste que no se mueve –el timbre de sus voz era tembloroso—
—Media hora, Veinte minutos, no lo sé estaba muy inquieto y de pronto dejó de moverse.
—Está sentado, tienes dilatación casi completa preciosa, debemos moverlo—me dijo pasándose las manos por el cabello desesperadamente, ubicó las manos en mi vientre y empezó a hacer presión en los costados —Vamos hijo, tu eres un campeón—decía entre susurros—ayúdame bebé—volvió a susurrar sobre mi vientre, sentí como Dan empezaba a moverse, muy lentamente Dimitri continuo con la presión en mi vientre pero con una sola de sus manos, la tormenta había cedido un poco pero aun así era fuerte contra la espalda de Dimitri que estaba prácticamente fuera del coche, uno de sus dedos nuevamente busco mi centro— ¡está girando!—vi un poco de alegría en su rostro mientras seguía susurrando— bien campeón, bien—
— Dimitri quiero pujar—dije cuando una nueva contracción llego a mí.—Aun no preciosa, solo espera un poco más por favor—dijo mientras hacía más presión –¡bien! Así es Dan, así mi bebé bonito—dijo mientras seguía presionando. No sé cuánto tiempo estuvo allí con dos de sus dedos en mi interior mientras su otra mano hacia la leve presión y él se encargaba de hablarle a Dan, sabía que mi hijo lo amaba, era solo escuchar su voz para que el empezara a patear o moverse, pero ésta noche Daniel estaba moviéndose realmente lento como si algo le impidiera moverse.
La última cita con el doctor Scott había sido antes de venirnos al rancho, todo estaba bien, una nueva contracción me hizo chirriar mis dientes.—Necesito pujar Dimitri
—Falta poco. Aguanta un poco más —No puedo aguantarlo—dije entre dientes soportando el dolor de la contracción.
…Nueve Meses…
—Dilatación completa— dijo él—dame la manta, haremos esto juntos luego, luego vemos que hacemos ¿cada cuánto están las contracciones?.
—No lo sé, están muy seguidas, cada tres minutos…Creo.
—Ok, Cuando venga la próxima contracción puja con todas tus fuerzas hasta que yo te diga que te detengas—sus ojos se enfocaron con los míos y a pesar de que aún había preocupación en sus hermosos orbes también había fe, esperanza y ¿amor?— vamos a lograrlo preciosa, sé que te he fallado pero confía en mí. Por favor.
Asentí, sintiendo ya la leve presión de la contracción –Ya viene—informé, ahora con Dimitri aquí me sentía segura, respiré fuertemente.—Estaré aquí –tomé aire fuertemente y empecé a pujar en cuanto sentí la ya familiar presión.
—Siete, Seis, vamos tu puedes, cinco, cuatro, tres, dos descansa—dijo Dimitri— muy bien preciosa lo hiciste muy bien—preparada— asentí, El empezó a contar mientras yo pujaba con todas mis fuerzas —ya casi, en la próxima debemos ver la cabeza.
Me sentía exhausta, por mi frente corrían ríos de sudor, estaba casi sin fuerzas pero Dimitri tenía mis piernas estratégicamente subidas una sobre la silla del piloto y la otra sobre los cojines del asiento trasero, mientras sus ojos estaban enfocados en mi intimidad, aunque no como siempre, no había signo de lujuria o deseo.
Aun sus ojos estaban enmarcados por la preocupación—Ale tienes que pujar.—No puedo –dije.
—Vamos, solo un poco más dos o tres pujos y podré ver la cabeza.
Asentí respirando fuertemente, preparándome para una nueva contracción y cuando llegó pujé fuertemente sintiendo como un ardor espantoso se hizo presente en mi vagina, era como si colocaran brazas ardientes en mi parte intima, como si me destrozaran por dentro.
Tengo que practicarte una episotomía, para evitar un desgarre amor —Sentí como Dimitri cortaba con unas pequeñas tijeras mi piel un piquete que dolió como el infierno.
—Puedo verla—decía Dimitri emocionado, su cabello es rojizo como el tuyo y Diablos ¡tiene bastante!, estás haciéndolo muy bien Alejandra solo un pujo más, bueno dos o tres pero este es decisivo para sacar la cabeza amor, vamos a la cuentade tres. …Nueve Meses…
—¡No puedo!—chillé—estoy agotada.
—¡Si puedes!
—¡NO!
—Alejandra, está ubicado, solo un pujo más por favor.
—No puedo más—estaba agotada sentía como si mis fuerzas me hubiesen abandonado.
—Por favor preciosa, si no lo haces podemos ahogarlo solo te pido un par de pujos más Alejandra, demuéstrame que eres valiente, que la mujer de la que me enamoré tiene las agallas para torear a este demonio y para traer este bebé a este jodido mundo—gritó—puja a la cuenta de tres. Uno, Dos y…
Pujé, pujé con todas las fuerzas de mi alma, de mi corazón, con el amor de madre que no sabía que podía tener, pujé porque Daniel no iba a morir, él sería el niño más feliz del jodido universo.
—Bien preciosa muy bien, ya tengo la cabeza, no pujes ahora, solo respira lentamente y por la boca amor. Tiene el cordón umbilical en el cuello, trataré de quitárselo— lo sentí mover sus manos pero mis ojos estaban fuertemente cerrados. Decir que estaba muerta era poco, no sentía mis piernas y el mundo parecía haberse detenido para mí—te amo amor, necesito un pujo más Alejandra, uno solo amor.
Entonces sentí una fuerza increíblemente cegadora, respiré profundamente, conté mentalmente hasta tres a la par de Dimitri y Pujé tan fuerte que sentí como parte de mi cuerpo se desprendía, era como si hubiese tenido un tapón y ahora hubiese salido.
Respiré aliviada al no sentir la quemazón en mi
intimidad y esperé el llanto de mi bebé, un llanto que por más que
esperaba no escuchaba…. Dimitri estaba ahora en el asiento del
piloto con Daniel envuelto en mantas, su carita se veía morada y su
cabeza estaba algo cónica, Dimitri le hacía masajes a su pequeño
pecho y susurraba cosas que debido al cansancio no escuchaba, me
asusté y puse todo de mi parte para que mis ojos no se cerraran,
luchaba con mis parpados hasta que lo sentí, un suave gemido muy
débil, Daniel lloraba muy por debajo de todos los bebés que había
visto nacer. Dimitri lo envolvió nuevamente en las mantas y luego
lo alzó hasta dejarlo en mi pecho, hasta ese momento me di cuenta
que había dejado de llover. La sonrisa en la cara del demonio era
perfecta
—Lo has hecho muy bien, amor. Estoy muy, pero muy orgulloso de ti—
dijo
buscando mis labios, no se los negué, lo besé como nunca antes lo había besado— sé que estas cansada pero necesito que expulses la placenta, solo un pujo más—lo hice mientras sentía a mi pequeña cosita moverse con mucha lentitud sobre mi pecho, lo apreté fuertemente a mí y lo envolví con la manta que yo tenía aun en mis manos—Te amo tanto Alejandra Triana, tanto que por ti estoy dispuesto a hacer lo que me pidas amor—dijo limpiando mi vagina un poco luego de que la placenta había sido expulsada –Eres una guerrera pequeña—volvió a decir colocando su frente en la pequeña espalda de nuestro recién nacido hijo.
A lo lejos escuché unas pequeñas sirenas –Es la ambulancia, la llamé cuando fui a buscar el maletín –dijo sin despegar la vista de mis ojos, entonces todo cayó encima de mi, cada ficha ocupó su lugar y el cansancio de las últimas horas hizo mella en mí, mis ojos se cerraron sin que pudiera evitarlo, abracé fuertemente a Daniel a mi pecho dándole el mayor calor que podía en esa noche tan fría mientras sentía como Dimitri trataba de limpiar mi intimidad, luego sentí su abrazo posesivo sobre mí y nuestro hijo…
Caí en la inconsciencia minutos después…
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