Capítulo 8
Beverly estaba en el
comedor tomándose unas patatas fritas cuando lo vio aparecer. Era
tan guapo y considerado que su mente la llevó a soñar un futuro con
él.
El joven al verla,
se acercó a ella sonriendo.
-Hola, Beverly, ¿qué
tal?
-Hola, Devon- dijo
ella sonriendo tímidamente- yo estoy bien ¿y
tú?
-Aquí como siempre,
¿qué tal llevas la clase de canto?
-Bueno, no me quejo,
aún no he mejorado mi voz pero poco a poco lo voy
consiguiendo.
La joven lo miró, su
pelo corto castaño y los ojos color azul como el mar, la volvían
loca. Él sonrió y le dijo:
-Bueno, nos vemos en
clásico.
-Sí, hasta
luego.
Devon se fue de allí
y entonces apareció Gillian y la miró con los brazos en
jarra.
-No me puedo creer
que estuvieras hablando con Devon, creo recordar que te dije que no
es para ti.
-Sólo
hablábamos.
-No debes hacer ni
eso… pero mírate, ¿otra vez picando entre horas? Te estás poniendo
como una foca.
Beverly bajó la
mirada, avergonzada y Gillian aprovechó para quitarle las
patatas.
-Lo hago por tu
bien, querida, anda ve a ponerte la ropa de
clásico.
-Ya
voy.
La joven se levantó
y salió del comedor pero en vez de dirigirse a su habitación, fue
al lavabo. Se miró en el espejo fijamente y se levantó la blusa
para tomarse un poco de carne del vientre, se veía gordísima y eso
no le gustaba.
Con la mirada
perdida se dirigió a uno de los baños, cerró la puerta y miró el
retrete fijamente. Se arrodilló y se metió dos dedos en la boca lo
que le provocó el vómito. Tras vomitarlo todo, salió y se lavó la
cara para recuperarse, Volvió a mirarse en el espejo. Se odió por
lo que acababa de hacer pero era eso o que su ropa no le
sirviera.
Tras eso, salió y
fue a cambiarse a su habitación. No volvería a picar entre horas,
se acabó. Se puso las mallas, se recogió el pelo y se fue corriendo
al aula donde tendría baile clásico.
Cloe llegó a la
academia y se dirigió a la habitación de su
amiga.
-¡Hola, hola, amiga
mía!- exclamó Cloe al entrar pero al ver a su amiga con las manos
vendadas, se acercó a ella y se sentó a su lado- ¿qué te ha
pasado?
-Nada, son unas
simples ampollas.
-¿Simples? ¿Estás
segura?
-Sí, de verdad, no
es nada, ya casi están curadas…
-Pero, ¿cómo te lo
hiciste?
-Limpiando el
suelo.
-¿Cómo que limpiando
el suelo? Que yo sepa se limpia con
fregona.
-Yo lo limpié con
mis manos, Yvette me obligó.
-¿Qué?- preguntó
Cloe estupefacta, luego frunció el ceño y dijo- esto ya se pasa de
castaño oscuro, ¡te está explotando!
-Pero no puedo hacer
nada… vivo bajo su mandato.
-¿Y porque estés
bajo su mandato, tiene que hacerlo así? Maldita sea, Natalie, es
hora de que espabiles de una vez, ¡plántale
cara!
-No puedo hacer eso,
Cloe, me echaría de aquí, es lo poco que me queda de mi
padre…
Cloe suspiró y miró
a su amiga:
-Pues algo tendrás
que hacer.
-No voy a hacer
nada.
-Mira que eres
cabezota, ¿qué te dijo la enfermera?
-Es doctora… y me
dijo que se me curaría pronto, hoy tengo que ir a ver como
están.
-Pues te
acompaño.
Natalie asintió y
las dos se fueron a la enfermería. Al llegar, encontraron a la
doctora redactando unos informes. Al ver a Natalie, le mandó a
sentarse en la camilla. La joven lo hizo y la doctora le quitó las
vendas lentamente.
-Parecen que están
mejor, te aplicaré una crema y no hará falta
vendártelas.
La doctora le puso
una crema y luego Cloe y Natalie se fueron de
allí.
Llegó el fin de
semana y con este, el día en que Natalie iría a la casa de Ribber a
cenar. Por suerte, Yvette se había ido a otra de esas grabaciones
que tenía ella. Miró su armario y sólo encontró un vaquero más o
menos nuevo y un suéter celeste de escote en forma de corazón, se
peinó con una coleta a un lado como siempre y se sentó en las
escaleras a esperar a que el chico bajara para
marcharse.
Al rato, Ribber
apareció vestido con un vaquero oscuro y una camisa blanca algo
arrugada. Cuando ella lo vio, se levantó y lo miró, se sintió un
poco avergonzada puesto que él llevaba ropa de marca y ella unas
prendas de ropa simples.
Él al verla, se
detuvo y sonrió, se la veía sencilla a la vez que hermosa, luego
frunció el ceño, ¿pero qué estaba pensando?
-¿Lista?- le
preguntó él cambiando de expresión y
sonriéndole.
-Creo que sí, no sé
si llevo la ropa adecuada para la cena.
-Estás perfecta…
anda, acompáñame.
El chico salió y se
dirigió a los aparcamientos, la joven lo siguió y se metieron en el
coche de él. Finalmente se dirigieron a la casa de Ribber donde ya
estaban los padres con la mesa preparada.
Ribber aparcó el
coche delante de la puerta del garaje y salió pero ella se quedó
dentro. Él se acercó a la puerta del copiloto y la abrió pero
Natalie no se movió.
-Ribber, no puedo
salir… no me atrevo…
-¿Por qué no? Mis
padres no te harán nada, además, estarás
conmigo.
-Pero… ¿y si hago
algo mal? No sé cómo he de actuar ante tus
padres.
-Simplemente sé tú
misma, no tienes que hacer ningún papel,
vamos.
Natalie se bajó del
coche, cerraron las puertas y se dirigieron a la casa. Él abrió la
puerta y pasaron al salón donde estaban los padres de Ribber, los
cuales saludaron cortésmente a Natalie. Luego pasaron todos a la
mesa, incluido la hermana del chico.
Esta se sentó frente
a Natalie mirándola con el ceño fruncido. La madre de Ribber trajo
una bandeja con la comida y todos se sirvieron. La cena comenzó en
un absoluto e incómodo silencio hasta que la madre del chico rompió
el silencio.
-Bueno, Natalie, ¿te
está gustando la cena?
-Oh, sí, está
deliciosa.
-Me alegro que te
guste…
Natalie sonrió
levemente, agradecida pero aún sentía la dura mirada de la hermana
de Ribber sobre ella. ¿Qué le pasaba a esa joven para que la mirara
de esa forma tan dura? La joven miró a la hermana de Ribber e
intentó sonreír levemente pero la otra apartó la mirada con cierto
odio.
-Hija- dijo la madre
de él dirigiéndose a la hermana de este- ¿no dices nada? Desde que
ha comenzado la cena no has dicho ni una
palabra.
La joven enarcó una
ceja mirando a su madre.
-¿Qué quieres que
diga? ¿Quieres que le haga la pelota a la invitada de Ribber? No
mamá, yo no trato con fracasadas.
Natalie bajó la
mirada sin decir nada y el padre de Ribber reprendió a la
hija:
-Gemma, no te
permito que hables así.
-Es la verdad, papá,
no es más que una fracasada, que ni siquiera era capaz de pararse a
firmar un autógrafo cuando alguien se lo
pedía.
-Gemma, ya basta-
dijo Ribber mirándola acusadoramente.
Natalie se levantó y
trató de sonreír.
-Señores, han sido
muy amables y la cena estaba deliciosa, muchísimas gracias- luego
miró a Ribber y le dijo- te espero fuera…
Tras decir esto la
joven salió del comedor y luego de la casa. Ribber se levantó y
miró a su hermana.
-Eres de lo que no
hay, en serio…- y el joven siguió a
Natalie.
Cuando salió, se
encontró a la joven sentada en el jardín abrazada a sus rodillas,
medio oculta por un matorral lleno de rosas. Ribber se acercó y se
agachó frente a ella sin decir nada, por lo que ella lo miró y
comenzó a hablar.
-Quiero irme,
Ribber, no quiero quedarme aquí.
-Tú no vas a irte,
es más, no hagas caso de lo que dice mi hermana, está un poco
chiflada.
-Ribber, no digas
eso de tu hermana, tiene razón, soy una
fracasada.
-Natalie, no eres
una fracasada, entiéndelo, ya te dije una vez que los sueños se
podrían cumplir si tú misma pones de tu parte. Volvamos
dentro…
-No, es mejor que me
lleves de nuevo a la academia, venir aquí ha sido un
error.
-¿Crees que ha sido
un error venir hoy a mi casa para que mi padre pueda examinarte esa
rodilla?
-Sé que quieres
ayudarme pero no puedo…
-Muy bien, ¿es eso
lo que quieres? Pensé que eras más valiente, Natalie, te has
enfrentado a la soledad y has vivido con Yvette durante todo este
tiempo para tener un sitio donde vivir dónde tener un plato
de comida caliente. Eres muy valiente, si yo hubiese estado en tu
lugar no lo habría soportado, has demostrado entereza contra los
malos momentos, no permitas que una persona como mi hermana o tus
miedos te impidan alcanzar tu sueño- Ribber se levantó y le tendió
la mano- está en tu poder volver a ser feliz, sólo tendrías que
acompañarme dentro y tener un poco de
paciencia.
Natalie lo miró a
los ojos, ya que a pesar de la oscuridad, las pequeñas luces que
había repartidas por el jardín le daban un toque mágico a esa
mirada tan hermosa y tan limpia. La joven inspiró hondo y le dio la
mano al chico para que la ayudara a levantar, lo que hizo que el
chico sonriera, complacido. Se había salido con la suya, la había
hecho meditar sobre su futuro.
-¿Qué hago si tu
hermana vuelve a atacar?- preguntó mientras se dirigían a la
casa.
-Tienes dos
opciones, o pasar de ella como suelo hacer yo la mayoría de las
veces o puedes contestarle de una forma sutil para que sepa que no
le tienes miedo.
Ella sonrió
levemente y ambos entraron en la casa para luego volver al comedor.
Volvieron a sentarse en sus asientos y Natalie miró a los padres
del chico y dijo:
-Perdonen por mi
actuación de antes pero necesitaba tomar un poco de
aire…
-Tranquila- dijo el
padre mostrándose afable- perdona a mi hija, su comportamiento
últimamente no es el adecuado.
-Oh, no se preocupe,
señor, su hija quizás esté dolida por algo que haya pasado tiempo
atrás y no pretendo justificarla, espero que no la
castigue.
-Ya sabía yo que
acabarías haciendo la buenita delante de todos como hacías cuando
eras famosa.
-Siempre he sido
así.
-¿De verdad?
¿Entonces por qué no me firmaste el autógrafo que te pedí cuando te
vi por la calle?
-¿Autógrafo?
-Sí, hace tres años,
te vi en un paso de peatones, ibas con un chico, tu novio y con tus
guardaespaldas. Intenté acercarme a ti pero no me dejaron, te llamé
y no me hiciste caso, simplemente cruzaste la calle y no me
firmaste el autógrafo.
Natalie la miró
fijamente. No la recordaba.
-Créeme que si te
hubiera visto, no te hubiera negado el autógrafo, jamás haría algo
semejante porque gracias a personas como tú, estuve donde estuve y
fui feliz porque sabía que vosotros me apoyaríais siempre, aunque
resultó no ser así del todo- dijo Natalie bajando la mirada algo
entristecida.
Gemma la miró y pudo
ver la inmensa pena de la que había sido su ídolo en la cara.
Quizás había sido muy dura con ella al decirle fracasada. Ribber la
miró fijamente.
-¿De… de verdad que
no me viste?
-Te lo juro por lo
más sagrado ahora mismo que no te vi. Nunca haría algo
así.
-¿Tus fans se
olvidaron de ti?
-Completamente, ¿de
qué les servía tener a un ídolo que ya no podía bailar por culpa de
una lesión en una rodilla? Muchas personas seguro que piensan lo
mismo que tú, que soy una fracasada puesto que mi carrera fracasó
aquel día…
-Vaya…
-Pero preferiría
olvidarlo, ya no tiene sentido pensar en cosas del pasado, lo único
que quiero es que tu padre me revise la rodilla y ya
está.
-¿Cabría la
posibilidad de que volvieras a bailar?
-Es posible, aunque
lo dudo mucho, una lesión como la mía no se cura
completamente.
-Gemma- dijo Ribber-
ha bailado dos veces como si nada, así que es muy probable que
pueda volver a bailar, lo que pasa es que Natalie tiene un miedo
insoportable.
-Es normal- saltó el
padre de los dos hermanos- mi diagnóstico es vital para avivar sus
esperanzas, aunque si lo que dice Ribber es cierto, probablemente,
podrían ser buenas noticias.
-Ojalá fuese así,
señor- dijo Natalie.
-Veo que aún
conservas un grado de esperanza.
-Es tan mínimo que
creí que no tenía ninguno, en parte porque me sentía muy sola, con
la única compañía de una amiga que a pesar de todo y casi sin
conocerme me dio vitalidad para seguir caminando aunque en mi vida
ya no hubiese baile, también gracias a su hijo he encontrado ese
rayito de esperanza, aunque también es probable que ese pequeño
rayo acabe destruyéndose si de verdad mi lesión no está
curada.
-Eso lo
comprobaremos con un poco de tiempo y un poco de paciencia, ¿crees
que podrás?
-Lo
intentaré…
-Me parece
excelente. Hay que intentar ser positivo en esta
vida.
Natalie sonrió
levemente, entonces, la madre de Ribber sirvió el postre. Una
deliciosa tarta de manzana, con un toque de canela que le daba un
sabor especial.
Esa tarta era la
favorita tanto de Ribber como de Gemma porque era un suculento
plato que dejaba al paladar con ganas de más por lo que ambos
repitieron.
En cambio, Natalie,
que a pesar de que el postre estaba delicioso, sólo se tomó un
plato puesto que no quería abusar de la hospitalidad de esa gente
tan amable.
Una vez terminada la
cena, todos se levantaron y Ribber, el padre de este y Natalie, se
dirigieron al despacho donde su futuro podría cambiar
drásticamente.
Capítulo 9
Una vez dentro del
despacho, todos se sentaron alrededor de un enorme escritorio de
madera oscura, la misma madera de la que se componían los escasos
muebles de la habitación. Una gran librería llena de libros de todo
tipo, un pequeño mueble bar. Bajo sus pies había una enorme
alfombra de color rojo oscuro con algún que otro dibujo en azul y
también había dos sillones dispuestos al lado de la puerta junto
con una pequeña mesilla.
-Bueno, Natalie,
comenzaremos desde el principio, cuéntame cómo fue la caída- dijo
el padre de Ribber.
La joven miró al
chico y este asintió para que ella hablara.
-Pues… yo estaba en
la final del concurso de baile y me tocaba salir a mí por lo que
comencé a bailar, noté que los zapatos resbalaban un poco pero no
le di mucha importancia, entonces, justo después de hacer un salto
caí al suelo.
-Cuando caíste, ¿qué
fue lo primero que chocó contra el suelo?
La joven hizo
memoria durante unos segundos y luego
contestó:
-Creo que fue la
pierna pero no estoy segura.
-¿Te hiciste algo
más a parte del golpe en la rodilla?
-Me doblé el
tobillo.
-Bien, déjame mirar
esa rodilla- dijo el médico levantándose para acercarse a
ella.
Natalie se subió la
pata del pantalón un poco por encima de la rodilla y el padre de
Ribber se agachó para examinarla. La palpó con cierta delicadeza y
la miró.
-¿Te duele si hago
esto?- preguntó presionando un poco.
-No.
-Interesante… ¿y si
aprieto un poco más fuerte?- preguntó presionando
más.
-No… ¿eso es
malo?
-No, no es malo
aunque me gustaría hacerte unas radiografías y si es posible,
conseguir tu informe para ver qué dice acerca de tu rodilla, eso,
si tú quieres continuar con esto.
Natalie no supo muy
bien qué contestar. Por una parte, deseaba continuar y por otra,
corría el riesgo de que Yvette lo descubriera y la echara del único
hogar que ha conocido. Aún a pesar de eso, tomó una
decisión.
-Quiero
seguir.
-¿Estás segura?-
preguntó Ribber- una vez que comencemos con esto no habrá marcha
atrás.
-Segurísima.
-Muy bien, Ribber te
avisará para hacerte las radiografías.
-De
acuerdo.
-Bueno- dijo Ribber
levantándose- es hora de volver a la
academia.
-Sí- dijo Natalie y
también se levantó.
La joven se despidió
del padre del chico y también de la madre. Quería despedirse de
Gemma por no estaba en el salón.
-¿Puedes indicarme
dónde está la habitación de tu hermana? Me gustaría despedirme de
ella también.
Ribber la miró, algo
sorprendido pero aún así, le dijo:
-Acompáñame.
Entonces los dos
subieron al piso superior y se dirigieron a la habitación de la
chica donde Natalie tocó la puerta y esperó a que contestaran de
dentro.
-¿Quién
es?
-Soy Natalie, ¿puedo
pasar?
-Pasa.
La joven abrió la
puerta y entró en una habitación de paredes rosadas, casi todas
llenas de posters de artistas muy famosos. Una enorme cama con un
edredón blanco y llena de cojines del mismo color ocupaba gran
parte de la habitación y justo enfrente había un escritorio junto a
un armario de madera pintado de blanco. Frente a la entrada había
un tocador pintado igual que el armario y se situaba al lado de una
ventana, decorada con unas cortinas blancas de estampado floral
rosa.
Natalie entró y se
sentó en el borde de la cama.
-Espero que no te
haya sentado mal lo del comedor- dijo
Natalie.
-Tú no deberías
disculparte, yo te traté mal.
-Era normal, estabas
resentida.
-Ya pero no debí
llamarte fracasada.
-No pasa nada, de
verdad, estoy más que acostumbrada, aunque si quieres hay una forma
de solucionar esto, sé que ya no serviría de nada pero puedo
firmarte un autógrafo ahora, si quieres claro. Ya no soy famosa
pero así compenso lo de aquel día.
Natalie sonrió
levemente y Gemma también sonrió. Cogió una libreta de su
escritorio y un bolígrafo para tendérselo a Natalie, la cual firmó
en la primera hoja que encontró libre, con una pequeña dedicatoria
y luego le devolvió la libreta a su dueña. Esta leyó la dedicatoria
y miró a Natalie.
-Gracias.
-De nada, te lo
debía… ahora debo marcharme.
-¿Volverás algún
día?
-Seguramente.
-Me alegrará volver
a verte.
-Adiós,
Gemma.
-Adiós,
Natalie.
Tras despedirse, la
joven salió de la habitación y bajó, donde Ribber la esperaba cerca
de la puerta de salida.
Los dos salieron de
la casa y se subieron en el coche. Él lo puso en marcha y se fueron
de allí. En el trayecto, Natalie se quedó profundamente dormida,
totalmente encogida en el asiento. Ribber la miró y sonrió
levemente. Parecía tan frágil y delicada…
Cuando llegaron a la
academia, Ribber paró el coche e intentó despertar a la
joven.
-Natalie, ya hemos
llegado… despierta.
-Umm, no…- susurró
ella.
-Debes entrar en la
academia.
La joven no dijo
nada, sino que siguió durmiendo. Ribber suspiró y se bajó del
coche, se dirigió al lado del copiloto y abrió la puerta. La cogió
en brazos y la llevó dentro. Ella se abrazó fuertemente a él.
Susurraba cosas en sueños aunque eran casi
ininteligibles.
La llevó a su
habitación y la depositó en la cama, entonces la cubrió con una
manta.
-Papá…- susurró
Natalie acurrucándose bajo la manta.
Ribber le acarició
tiernamente la mejilla y luego le dio un beso en la frente con la
mayor delicadeza posible. Tras dárselo, la observó y sin saber muy
bien por qué deseó besar los labios de la joven. Le parecían unos
labios perfectos para besar, tenían el tamaño adecuado, incluso el
inferior era un poco más lleno que el superior y sabía que se
ajustarían perfectamente a los suyos.
¿Qué le estaba
pasando? ¿Por qué quería besarla en ese momento cuando parecía tan
vulnerable y tan delicada? No lo entendía. No podía aprovecharse de
ella en ese momento, ni en ese ni en ningún otro momento, por
ahora.
Salió de la estancia
y se fue a su habitación, donde se quitó la camisa y se acostó en
su cama, pensativo. Con la mente llena de pensamientos confusos, se
quedó profundamente dormido.
A la mañana
siguiente, Natalie abrió los ojos y se encontró en su habitación,
tapada con una manta y con la ropa del día anterior puesta.
Extrañada miró a su alrededor pero no había nadie, así que se
levantó y se cambió para ponerse a limpiar la
academia.
Bostezando, cogió el
carrito y se fue a las habitaciones para limpiarlas. Las limpió una
a una, recogiendo basuras de todos los recovecos
posibles.
Ahora le tocaba la
habitación donde Ribber se quedaba y cuando entró, lo vio dormido
en su cama. Silenciosamente, entró en la habitación y recogió un
poco de basura, lo miró y se percató de que se había quitado la
camisa para dormir. Colorada, la joven apartó la mirada y siguió
recogiendo como si no hubiese visto nada pero aún así, su mirada se
posaba en él a cada momento.
Él se revolvió en la
cama y abrió los ojos. Natalie que en ese momento lo miraba,
retrocedió un poco, algo sorprendida, no se esperaba que se
despertara así de repente. Ribber la miró y se sentó en la cama,
algo estupefacto de verla allí.
-Na… Natalie- dijo
él.
-Perdona, te he
despertado, no era mi intención.
-Oh, no te
preocupes- dijo mirando el despertador- es hora de que me levante,
debo terminar la canción que estoy
componiendo.
-Ah… yo entonces voy
a seguir limpiando- dijo ella girándose.
-Esto…- comenzó a
decir él mirándola.
Natalie se detuvo y
lo miró.
-¿Sí?
-Bueno, había
pensado que después podríamos vernos para empezar a enseñarte pasos
nuevos, ya oíste a mi padre anoche. Probablemente puedas volver a
bailar.
-No estaría bien,
además ¿y si nos ve alguien?
-Procuraremos
hacerlo a una hora en la que la gente ande ocupada no
sé.
Natalie lo pensó
durante un momento, el riesgo es grande aunque si iba a… La joven
sonrió levemente y le dijo al chico:
-Espérame después de
la cena en el hall, conozco un lugar perfecto para que me enseñes y
que no nos pillen.
-¿De
verdad?
-Sí, yo voy a seguir
limpiando, nos vemos luego.
-Chao.
La joven salió de
allí y Ribber se cambió de ropa para luego coger su guitarra y sus
partituras. Comenzó a tocar para ver qué tal estaba quedando. Iba
bastante bien y pronto la acabaría, la inspiración que sentía en
ese momento era vital aprovecharla.
Cloe se levantó
temprano esa mañana ya que quería saber cómo le había ido a su
amiga en la cena del día anterior. Se vistió y salió de su
casa.
Ya casi llegando a
la academia, justo cuando fue a cruzar, un coche frenó bruscamente
puesto que casi la atropella. El coche se detuvo y el conductor se
bajó abriendo la puerta bruscamente.
-¿Eres idiota o qué?
¿No miras cuando vas a cruzar?- preguntó alterado y cuando vio de
quien se trataba, se enfureció aún más-, tenías que ser
tú…
Ella, al ver quién
era el conductor, lo miró con el ceño
fruncido.
-Yo cruzaba por el
paso de peatones, por lo que tengo preferencia en caso de que no
haya semáforo y no lo hay, no sé si te enseñaron eso en la
autoescuela cabeza de chorlito.
-A mí no me llames
cabeza de chorlito, además, seguro que no miraste antes de cruzar,
que es lo que suelen hacer los buenos
peatones.
-Sí miré… además la
culpa es tuya, eras tú el que conducía el
coche.
El joven frunció el
ceño y se dio la vuelta para volver al coche pasando completamente
de ella.
-Bah, con las tías
no se puede hablar.
Cloe que lo oyó, lo
siguió enfadada y cuando estuvo cerca de él, lo giró y con un dedo
acusador le dijo:
-Perdona pero a mí
no me dejas así y con los que no se puede hablar es con los tíos
tan prepotentes como tú.
Dylan cogió a la
joven y la arrinconó contra el coche para decirle sin dejar de
mirarla fijamente.
-Yo no soy
prepotente, me parece que la prepotente aquí eres tú y si yo quiero
que te quedes con la palabra en la boca lo
haré.
-¿Y si no qué?
¿Piensas pegarme o me seguirás insultando?
-Yo no soy de
esos.
-Pues un tío que
acorrala a una chica así, la gente podría pensar que sí eres uno de
esos.
Dylan se apartó un
poco y se miraron fijamente. No se había dado cuenta antes pero la
joven era guapísima y seguro que se dejaría hacer de todo.
Sonriendo para sí, le dijo:
-Lo siento, quizás
me excedí un poco.
Cloe lo miró con
cierto recelo. ¿A qué venía ese cambio tan
repentino?
-Pues que te quede
claro para la próxima.
Ella se fue a girar
pero él la sujetó por la muñeca.
-Venga, no te
enfades, perdóname, además, ni siquiera sé cómo te
llamas.
-Me parece que no
estás muy bien de la cabeza, ¿a qué viene tanta
amabilidad?
-Solo quiero saber
tu nombre.
-A ti no te
importa…
-Venga, me
presentaré yo primero, soy Dylan Sprout- dijo él tendiéndole la
mano a la joven.
Ella frunció el ceño
y le dio la mano, recelosa, mientras ella le decía su
nombre:
-Yo soy Cloe
Somers.
-¿Puedo saber a qué
vienes a la academia? Te he visto un par de veces pero no estás
matriculada.
-Voy a ver a una
amiga.
-¿De verdad? ¿Y
puedo saber quién es esa amiga?
-Una amiga, no creo
que te importe.
-Claro que me
importa, así sabré quien es la amiga de esta joven tan…
especial.
Cloe puso los brazos
en jarras y frunció el ceño.
-¿Pretendes ligar
conmigo? Pues no vas a conseguir nada, yo no salgo con niños de
papá con un deportivo.
-No pretendía ligar
contigo, sólo estaba siendo amable.
-Ya claro… mira, ya
sabes mi nombre, ahora me gustaría ver a mi
amiga.
-Espero volver a
verte algún día de estos- dijo él.
-Ya lo
veremos…
Dicho esto, la joven
se giró y se dirigió a la academia con paso firme. Dylan la vio
entrar en la academia por lo que se subió en el coche y buscó un
aparcamiento donde dejarlo.
Tardo casi media
hora en encontrar uno pero cuando lo aparcó, se bajó, lo cerró, no
sin antes coger la bolsa de ropa limpia que se traía de su casa y
entró en la academia.
Se dirigió a su
habitación, encontrando a su amigo con la guitarra y tocando una
nueva melodía. Lo saludó, se cambió y se acostó en su cama con el
guión del musical en las manos.
-Suena bien… vas
mejorando poco a poco, amigo. Hacía tiempo que no tenías tanta
inspiración y creo que sé a quién debemos
agradecérselo…
-No digas
gilipolleces, simplemente la inspiración ha llegado y ya está, no
intentes buscar donde no hay que te
conozco…
Dylan se encogió de
hombros y abrió el guión:
-Muy bien… ya me
contarás cuando te des cuenta de que te
gusta…
Sin decir más nada,
comenzó a leer el guión en lo que su amigo seguía con la melodía
nueva que estaba componiendo.
Capítulo 10
Cloe buscó a su
amiga por la academia y cuando la encontró, la
saludó:
-¿Qué
hay?
-Vaya, Cloe, ¿tan
temprano por aquí? Me sorprende…
La joven frunció el
ceño.
-Venga, Natalie, no
te hagas la graciosa, me levanté temprano para enterarme de cómo te
fue anoche.
-La cena fue
bien.
Cloe hizo un gesto
como esperando algo más pero no llegó.
-¿Y? ¿Sólo fue bien?
No sé, conociste a la familia de ese chico y su padre es médico
según me has contado.
-Bueno, después de
la cena, el padre me revisó la rodilla y me dijo que probablemente
pueda volver a bailar, me va a hacer unas radiografías y otras
pruebas para asegurarse.
-Eso suena genial,
pronto vas a volver a bailar, ¿no te entusiasma la
idea?
-Claro que me
entusiasma, es más, hoy Ribber va a empezar a enseñarme pasos
nuevos pero tengo un poco de miedo.
-Así que has quedado
con ese chico- dijo Cloe sonriendo- te gusta
¿eh?
Natalie abrió los
ojos claramente sorprendida ante las palabras de su
amiga.
-A mí no me gusta,
es un buen chico y me ha ayudado, nada más.
-Ya claro, claro… no
tardarás mucho en enamorarte, eres una chica muy
pasional.
-Sí pero aún así,
ese chico es un amigo, nada más.
Cloe levantó las
manos en señal de rendición.
-Está bien, dimito,
ya me contarás dentro de un tiempo no muy
lejano.
-Que
no…
-De acuerdo… ¿sabes
que han estado a punto de atropellarme?
Natalie se acercó a
su amiga, preocupada, su amiga lo dijo tan despreocupadamente que
le sorprendía.
-¿Estás bien? ¿Te
han hecho algo? ¿Cómo es posible que lo digas así como si
nada?
-Estoy bien, por
suerte sólo fue un susto.
-¿Y viste quién
fue?
-Sí, un chico de la
academia.
-¿De la
academia?
-Eso me dijo, se
llama Dylan Sprout o algo así… tampoco le puse mucha
atención.
-Vaya, que
coincidencia, Dylan Sprout es amigo de
Ribber.
-¿En serio? Pues
espero que ese Ribber no sea tan pelmazo como su amigo. ¿Te puedes
creer que pretendió ligar conmigo? Pero la lleva clara, yo no
pienso caer en sus redes, me pareció un tipo muy… no sé, con la
bragueta siempre abierta…
-Créeme, la tiene
muy abierta, fijo se la pasa ligando con toda la que
puede.
-Pues conmigo la
tiene clara.
Natalie sonrió
abiertamente. No sabía por qué pero entre esos dos iban a saltar
muchas chispas, aunque también meditó las palabras que le dijo su
amiga sobre Ribber. ¿Podría realmente llegar a enamorarse de él?
No, eso es imposible, ella no podría volver a enamorarse y menos
después de lo de Drake.
Cloe se dio cuenta
de la triste mirada de su amiga y enseguida supo el por
qué.
-Oh no, Natalie, no
puede ser que estés pensando en ese idiota de
Drake…
Natalie la
miró.
-¿Tanto se
nota?
-Sí mucho, eres como
un libro abierto pero no pienses en él, no se lo merece, te dejó
tirada como todos los que te seguían cuando eras una bailarina
reconocida. Estaba contigo por tu fama…
-Pero yo lo
quería…
-Lo sé, muchas
noches te veía llorando en el hospital y créeme que no me gustaba
para nada, odio ver a la gente tan destrozada como lo estabas tú y
mucho más cuando es por un pelele como ese
Drake.
-Me abandonó, cuando
más lo necesitaba me dejó…
-Por eso no merece
tus lágrimas ni tu tristeza, tú vales mucho y si él no supo ver lo
bueno que hay en ti, él se lo pierde… tú eres mucho más que una
famosa, eres un persona con sentimientos así que prométeme que no
volverás a pensar en ese pelele.
-Lo intentaré pero
es muy difícil…
-Nada es difícil si
realmente te propones algo… no es bueno que vivas del pasado, te lo
he dicho un millón de veces, necesitas volver a ser tú y no la que
eres ahora, puedo darme cuenta perfectamente que no eres tú. No
eres feliz y eso afecta a tu vida diaria…
-Ya sé que afecta a
mi vida diaria, Cloe, y créeme que me gustaría cambiar eso pero no
he encontrado motivos suficientes para ello. Mi vida ha ido en
picado desde que me caí y me cuesta salir a
flote.
-Eso es algo que
está clarísimo y quiero ayudarte pero no sé cómo, eso me frustra
bastante aunque no lo creas.
-Ya sabes que con
que me aguantes es más que suficiente.
-Sí pero siento que
no es del todo lo que puedo hacer…
-Es mucho más de lo
que esperaba y te aprecio por eso- dijo Natalie dándole un abrazo a
su amiga.
Ambas sonrieron y
entonces, Cloe, después de unos minutos
dijo:
-Entonces quedaste
con ese chico para bailar… interesante… de aquí surgirá la pasión,
estoy segurísima.
Natalie le dio un
golpecito en el hombro a Cloe.
-¡No digas eso!
Somos dos amigos y él me enseñará pasos nuevos, estoy un poco
atrasada en cuestión de pasos y otras
cosas…
-Ya,
seguro…
-Venga, olvida eso
ahora y ayúdame… los alumnos llegarán pronto, por lo visto mañana
es el último casting para el musical y todos vienen temprano para
ponerse a estudiar el guión…
-¿Un
musical?
-Sí, un musical…
están todos como locos con los ensayos, se pasan la mayor parte del
tiempo en las aulas, bailando o cantando…
-Pues venga, no me
gustaría que por mí, la bruja mayor te eche una
bronca.
Cloe ayudó a su
amiga a terminar de limpiar la academia y justo cuando acabaron,
llegaron los alumnos en tropel para dejar las cosas en sus cuartos
y ponerse a ensayar para el día siguiente.
Llegó la noche y con
él la cena, donde todos comieron copiosamente para volver a ensayar
para el musical.
Después de la cena,
Natalie se dirigió al hall de la academia donde la esperaba Ribber
con un radiocasete y un forro con discos dentro. Ella se acercó y
le dijo:
-Veo que vienes
preparado…
-Es que no sabía si
el sitio al que piensas llevarme hay alguna radio así que decidí
traer la mía y los discos con los temas que se suelen bailar aquí
durante las clases.
-La verdad es que no
tenía radio así que es perfecto que se te
ocurriera…
-Bueno, ¿y dónde
está ese sitio al que piensas llevarme?
-Sígueme y lo
sabrás…
La joven se acercó a
las escaleras y comenzó a subirlas. Pasaron la primera planta y
siguieron subiendo hasta encontrar una puerta cerrada frente a
ellos. Natalie cogió una llave de su bolsillo y abrió la
puerta.
Entró pero Ribber se
quedó fuera, intentando recordar si él había subido allí alguna vez
pero no lo recordaba. Natalie se asomó tras encender las luces y le
dijo:
-¿Qué? ¿No piensas
entrar?
El chico entró,
decidido y se encontró ante sí una gran habitación donde una de las
paredes era un enorme espejo que iba desde el suelo hasta el techo,
también había barras de baile clásico en otra de las
paredes.
-¿Cómo es posible
que haya un aula de baile aquí arriba y no vengamos aquí a dar
clase? Muchas veces nos hemos visto fatal para poder coger una de
las aulas de baile que siempre se utilizan.
-Bueno, es que esta
no es un aula cualquiera. Esta habitación era donde yo ensayaba
cuando aún bailaba. Aquí era donde podía concentrarme en mis bailes
y que nadie me molestara, muy pocos conocen la existencia de esta
habitación, muchos creen que las escaleras van a dar a una azotea
pero no es así… Esta habitación guarda muchos recuerdos, al igual
que ese baúl- dijo señalando el viejo baúl que había en una esquina
de la habitación- aunque prefiero no hablar de ello, mejor
comencemos con la clase de baile…
-Sí, dime dónde
puedo encontrar un enchufe y comenzamos- Natalie le indicó el
enchufe y el chico colocó la radio. Metió un disco dentro y le dio
al play- bien, la coreografía de este baile es muy sencilla,
simplemente es cuestión de sentir la música para que puedas fluirte
con ella. Intenta seguirme, ¿de acuerdo? Supongo que habrás
calentado un poco ¿no?
Natalie se sonrojó
un poco y sonrió.
-La verdad es que
no…
-Bueno, no pasa
nada, haremos un calentamiento rápido y sencillo, tampoco hay que
forzar mucho al cuerpo, como es el primer día, haremos algo
sencillo y con el tiempo lo complicaremos un poco más, ¿te
parece?
-De
acuerdo.
Después de un rápido
calentamiento, Ribber volvió a poner la
música.
-Ahora quiero que
bailes esta canción, improvisa… intenta sentir la
música.
Natalie asintió y
cerró los ojos para poder sentir mejor la música, entonces comenzó
a moverse con pasos un poco torpes. Se sentía ridícula pero aún así
no dejó de bailar hasta que sus movimientos se tornaron más
gráciles y adecuados a la música que sonaba en ese
momento.
Ribber se limitaba a
mirarla, sentía que si le decía algo que estaba mal en ese momento,
podría provocar que ella dejara de bailar y lo que menos quería era
eso ya que se movía de forma muy natural y sintiendo la música de
verdad, no como otras chicas que se movían de forma mecánica. Había
algo en ella, en su forma de bailar… parecía mágica. De repente,
vio que la joven se detuvo.
Esta cerró los ojos
con fuerza y apretó los puños hasta que los nudillos se le quedaron
blancos. Ribber al verla así, paró la música y se
acercó.
-¿Pasa
algo?
-El salto… era el
momento exacto para dar un salto pero no
pude…
-No tenías por qué
dar un salto.
-Lo sé… pero sentí
que debía saltar en ese momento.
-Tienes miedo a
saltar…
-Mucho.
-No te preocupes, si
quieres lo dejamos aquí por hoy.
-Sí, será lo
mejor.
-Bien, vete a
tomarte un vaso de leche y te acuestas a dormir, no pienses en lo
que ha pasado ahora ¿entendido?
Natalie asintió y
recogieron todo para marcharse cada uno a su habitación a dormir
hasta el día siguiente. La joven se dirigió a la cocina y tomó un
vaso de leche para poder dormir. Se dirigió a su habitación y se
puso el pijama. Cogió su MP4 y se acostó en la cama, tratando de
relajarse, debía superar su miedo al salto. Con todos esos
pensamientos, la joven se quedó profundamente
dormida.
Ribber llegó a su
habitación y dejó la radio encima de su escritorio, su amigo,
actuaba con el guión en las manos y se movía por toda la
habitación.
-No entiendo por qué
sigues ensayando cuando ya te sabes el papel de
memoria.
-Nunca está de más
ensayar un poco antes de dormir.
-Si sigues ensayando
se te va a olvidar todo.
-No, no se me
olvidará. Un momento… ¿tú no estabas con Natalie enseñándole los
nuevos pasos de baile?
-Sí pero ya he
acabado.
-¿Tan rápido? Ah,
pillín, no se dejó…
Ribber enarcó una
ceja.
-Vamos a ver una
cosa, chavalín, ¿tú sólo tienes pensamiento para una cosa en toda
tu vida?
-¿Y para qué más?
Así soy feliz…
-Ya hablaremos
cuando te fijes en una chica y sólo pienses en
ella…
-¿Algo que te está
pasando a ti por casualidad?
-¿Qué? Vamos Dylan,
ya te he dicho que sólo pretendo ayudarla, nada
más.
-¿Me vas a decir que
piensas desaprovechar una oportunidad como esa? Tío, la tienes en
bandeja de plata. ¿Qué más inocente puede haber en Natalie Taylor?
¡Aprovecha!
Ribber suspiró
exasperado.
-De verdad, Dylan,
que no puedo creer que seas tan
monotemático.
-Prefiero pensar en
eso a pensar en otras cosas que puede
deprimirme…
-¿Cómo que quizás la
competencia mañana puede ser muy fuerte?
-Vete a la mierda un
rato.
-Muéstrame el
camino…
-Muy gracioso, no
pero en serio, ¿de verdad que no te gusta aunque sea un poco esa
chica?
-Es guapa no te digo
que no pero no sé si me fijaría en ella.
-Ten por seguro que
yo sí, amigo mío.
Ribber se tiró en la
cama sin dejar de mirar a su amigo, con el ceño
fruncido.
-Tú la quieres para
una noche y ya está. No le arrebates su inocencia si luego la vas a
dejar tirada.
-¿Inocencia? ¿Estás
queriendo decir que podría ser virgen?
-Es una posibilidad…
pero mira las cosas que me haces decir- dijo el chico lanzándole la
almohada a su amigo en plena cara- no iba a decir eso, lo que
quería decir es que una chica muy inocente y muy confiada, cree que
todos somos igual de buenos que ella y no todos somos
así…
-Te preocupas mucho
por ella y eso sólo puede significar una
cosa…
-Dylan- dijo en tono
de advertencia su amigo.
-Vale, vale, ya no
digo más nada pero que sepas que las cosas son así y no voy a
cambiar de opinión, la chica te gusta y además es
virgen.
-Eso no lo puedes
saber con certeza.
-Conozco bastante a
las tías como para decirte si una es virgen o
no…
-Mira piensa lo que
quieras, yo sé que no me gusta y no me importa si es virgen o no…
ahora quiero dormir, mañana será un día un tanto ajetreado y tú
también deberías dormir.
-De
acuerdo…
Dicho esto, ambos se
cambiaron y se acostaron a dormir.
Capítulo 11
Gillian ya estaba
lista para el casting, estaba segura de que el papel principal
estaba ya asegurado. Sólo faltaba en del chico. Ribber no se había
presentado y eso la enfadaba bastante. Había dos chicos
disputándose el papel protagonista masculino y uno de ellos era el
amigo de Ribber.
Si resultaba
elegido, podía aprovecharse de él para volver a acercarse a Ribber
y volver a conquistarlo.
Cuando esperaban en
la fila, se acercó a Dylan sonriendo.
-Hola Dylan…- dijo
ella en un tono seductor.
El chico la miró,
sorprendido.
-Ho… hola,
Gillian.
-Me he enterado que
podrían darte el papel protagonista.
-Bueno… la
competencia es muy fuerte.
-Estoy seguro de que
lo llevarás tú, eres muy bueno.
Dylan sonrió
complacido.
-¿De
verdad?
-Claro- dijo ella
pasándole la mano por el pelo a él- umm, me encanta tu pelo. Bueno,
me voy que ahora mismo entro al casting, mucha
mierda…
-Lo mismo digo- dijo
él.
La joven se alejó,
no sin antes mandarle un beso volado al joven. Este sonrió
ampliamente y se preparó para entrar al
casting.
Natalie estaba
limpiando los baños y llevaba su MP4 puesto. Comenzó a sonar su
canción favorita. Sonriendo, con los ojos cerrados, comenzó a
bailar.
Ribber pasaba por
allí y la vio por lo que se asomó y se apoyó en el marco de la
puerta. La joven se giró y cuando se detuvo, lo vio. Él sonrió
mientras aplaudía, lo que hizo que ella se
sonrojara.
-Muy bien, Natalie,
unos movimientos muy fluidos.
-Eran unos
movimientos muy torpes, ni siquiera sabía lo que
bailaba.
-Pero sentiste la
música que era lo que quería, antes de comenzar con coreografías,
debes aprender a sentir la música y ahora la acabas de
sentir.
-Yo… estaba haciendo
la tonta.
-Pero dime una cosa,
¿estabas a gusto?
-Sí, era mi canción
favorita.
-Pues para bailar
debes hacer que la canción que bailes sea como tu favorita y
disfrutarla aunque sea la peor canción del
mundo.
-Entiendo.
-Hoy cuando vayamos
a ensayar de nuevo, deberás hacer como ahora, si quieres graba un
disco con las canciones que te gustan, quizás te
ayuden.
-De acuerdo, aunque
las canciones no son muy, como decirlo… vale, son
cutres.
-No importa, yo
también tengo unos gustos un poco extraños.
-Debes estar
aburrido. Todos están en el casting.
-Bueno, he tenido
tiempo de acabar una canción que estaba componiendo, ¿quieres
oírla?
-Vale, me tomaré un
rato de descanso.
-Pues
vamos.
Los dos salieron del
baño y se dirigieron a la habitación de Ribber. Él se sentó en su
cama y cogió la guitarra. La invitó a sentarse y ella se puso al
lado de él.
Entonces, él comenzó
a tocar una dulce melodía e incluso tenía letra. Ella lo miró
fijamente pero de repente, él se detuvo.
-¿Sucede algo?-
preguntó ella.
Él sonrió y le
tendió un papel que contenía la letra de la
canción.
-¿La cantas
conmigo?
-¿Yo? Pero si canto
fatal…
-Te oí una vez y no
lo haces tan mal, anda…
Natalie cogió el
papel aún dudosa y él volvió a empezar a tocar la melodía. Los dos
comenzaron a cantar al unísono. Era una canción realmente preciosa
que hablaba sobre el primer amor.
Cuando acabaron de
cantarla, ella lo miró y sonrió levemente.
-Es
preciosa.
-Bueno, podría
decirse que es mejor que las anteriores que he
hecho.
-Me gusta mucho, de
verdad.
-Me alegro que te
guste.
-Tengo que volver al
baño para terminar de limpiar.
-Nos vemos luego
entonces.
-De
acuerdo.
Natalie se levantó y
salió de la habitación para volver a los baños. Al llegar, oyó a
alguien vomitando en uno de los retretes. Sigilosamente, se acercó
y la puerta se abrió, saliendo de él, Beverly, la cual estaba
mortalmente pálida.
Tambaleándose, se
acercó al lavamanos para refrescarse la cara. Natalie se acercó y
le preguntó:
-¿Estás
bien?
Beverly levantó la
mirada súbitamente y la vio a través del
espejo.
-¿Qué
quieres?
-Te sentí vomitar y
me preocupé.
-No tienes que
preocuparte por mí, sé cuidarme sola.
-Pues estabas
vomitando.
-¿Y a ti que te
importa? Vete a la mierda y déjame en paz.
Beverly se dirigió a
la puerta tambaleándose. Su vista se nubló por completo y todo dio
vueltas a su alrededor, entonces, sin poder aguantar más, la joven
se desmayó. Natalie corrió a su lado.
-¡Beverly! ¡Beverly,
abre los ojos! ¡Vamos!- Natalie la zarandeó un poco y al ver que no
reaccionaba, se levantó y salió fuera para pedir ayuda, entonces se
encontró con un chico que había allí cerca- por favor, ayúdame, una
chica se ha desmayado en el baño.
El chico, alarmado,
entró en el baño y vio a la joven tendida en el
suelo.
-Beverly…- dijo el
chico cogiéndola entre sus brazos- ¿qué has hecho,
Beverly?
-Llevémosla a la
enfermería…- dijo Natalie.
El chico asintió y
levantándose con Beverly en brazos la llevó a la enfermería. La
doctora la atendió y la dejó tendida en la camilla con una vía
intravenosa en el brazo por donde pasaba el suero y salió de allí
para rellenar el informe de la chica. El joven no se separó de la
chica en ningún momento. Al cabo de un rato, Beverly abrió los ojos
lentamente.
Cuando logró enfocar
la mirada, vio a alguien a su lado.
-¿Devon?- preguntó
con voz ronca- ¿Qué me ha pasado?
-Te desmayaste,
estás muy mal, la doctora dijo que estabas
desnutrida.
-La comida no me
sienta bien últimamente.
-¿De verdad? Mira,
te he visto comer hasta atiborrarte y luego vas corriendo al baño
donde lo vomitas todo, te provocas los
vómitos.
-¿Cómo lo
sabes?
-Lo sé y eso es lo
que importa. No eres la misma, ya no te conozco. Gillian ha sido tu
perdición, quiere que seas como ella…
-Gillian quiere lo
mejor para mí.
-Y lo mejor para ti
es vomitar para quedarte en los huesos e incluso alejarte de mí, no
sabes lo que es verte todos los días y no poder acercarme por miedo
a que Gillian se enfadara contigo. Sé que no le caigo bien y que me
insulta pero no me importa porque a quien yo quiero gustarle no es
a ella sino a ti…- dijo el chico sin dejar de
mirarla.
Beverly apartó la
mirada, Devon se le acababa de declarar.
-Y me gustas…- dijo
ella- pero Gillian dice…
-Me da igual lo que
diga Gillian, si te gusto y tú me gustas a mí, ¿por qué razón no
podemos estar juntos?
-Gillian no
quiere.
-Al cuerno con ella,
el amor es cosa de dos, tres son multitud, a ella no le interesa
nada, simplemente se cree el ombligo del mundo pero no lo es…
Gillian es la que te ha cambiado, tanto tu forma de ser como tu
aspecto. Mira tu pelo… te lo cortaste y te lo teñiste cuando
realmente tu pelo oscuro era hermoso y esa mirada que tenías con
las gafas, eras perfecta, ahora no eres tú, eres otra Beverly… la
Beverly que yo conocía no era así.
-¿De verdad te
gustaba con gafas?
-Mucho más que
ahora, con las gafas me parecías una chica muy misteriosa que
ocultaba muchos secretos que deseaba descubrir pero ahora no veo
esa mirada, lo que veo son unos ojos con unas profundas ojeras. Te
provocas el vómito para estar más delgada y para mí eres perfecta
tal y como eres, no tienes que cambiar nada, lo que te ha pasado
hoy es un aviso, probablemente la segunda vez no salgas tan bien
parada, ¿realmente quieres causar daño a todas las personas que te
quieren?
Ella bajó la mirada
y negó con la cabeza. El chico la tomó del mentón y la obligó a
mirarlo. Los ojos de Beverly mostraban una absoluta tristeza porque
sabía que si se entregaba al amor, perdería la amistad y el favor
de Gillian y si seguía a esta, podría perder a Devon para
siempre.
-No puedo elegir,
Devon, yo te quiero pero también me importa Gillian, es una de las
pocas amigas que tengo.
-Mira, Beverly, a
estas alturas ya debió de enterarse de que estás aquí ¿y ha venido
a verte? No, prefiere seguir en un casting del que probablemente ya
sea la protagonista porque ni siquiera da la oportunidad a otras
jóvenes para ser las estrella, sólo quiere ser ella la más
importante. Probablemente no sepas esto pero muchas veces, cuando
hay un casting, el papel siempre se lo dan a ella y todo porque no
hace más que amenazar a las que se presentan para el papel
protagonista, ¿o acaso no te has dado cuenta que la única que se
presenta para el papel protagonista es ella
sola?
-Sí
pero…
-Pero nada, Beverly,
ella no es la reina de aquí.
-Es la hija de la
dueña de la academia.
-¿Y por ser la hija
de la dueña, tiene que tener ella todo el protagonismo? No, ella
debe ser como las demás… Las personas que se crecen de ese modo, al
final acaban en el fango…
-Ella quiere ser una
estrella…
-Mira, no quiero
hablar de ella, en este momento me apetece hacer otra cosa mucho
mejor.
Ella lo miró sin
comprender muy bien.
-¿Qué…
cosa?
-Esto…
Y sin esperar
respuesta alguna, el joven posó sus labios en los de ella. La joven
abrió los ojos desmesuradamente y notó como todas sus terminaciones
nerviosas se ponían en alerta. Devon le instó a que abriera sus
labios y ella se dejó llevar por el momento. Cerró los ojos y pasó
sus brazos alrededor del cuello de él para sentirlo más
cerca.
Después del dulce
beso, ella se apartó un poco y apoyó su frente en la de
él.
-¿Cómo supiste que
me había desmayado?
-Natalie, la que
limpia, salió para pedir ayuda y me encontró a
mí…
-¿Natalie?
-Sí, porque a pesar
de que Gillian la trate mal y os obligue a tratarla mal, ella se
preocupó porque si hubiera sido otra no le hubiera importado lo más
mínimo lo que te pasara… Estuvo bastante rato aquí y parecía
preocupada.
-No entiendo por qué
se tiene que preocupar…
-Porque ella es así,
es amable con todo el mundo, es su naturaleza y le pareció sensato
avisar a alguien, deberías agradecérselo al menos. Aunque si lo vas
a hacer, será después de que recuperes un poco de fuerza, no me
gustaría tener que volver a traerte aquí.
-De acuerdo pero…
¿cómo vamos a solucionar lo nuestro? Si Gillian se entera, me
mata.
-Encontraremos una
forma, ya lo verás…
-Tengo miedo de que
descubra esto.
-Pues enfréntala, si
lo haces, sabes que no estarás sola… me tienes a mí- dijo Devon
cogiéndole la mano a ella.
Beverly sonrió
levemente y apoyó su cabeza en el hombro del
chico.
Después de que
recuperara un poco de fuerzas, Beverly salió de la enfermería y
buscó a Natalie. La encontró en una de las aulas de baile limpiando
el espejo. Entró en el aula,
sorprendiéndola.
-¡Beverly!- dijo
Natalie, sorprendida- vaya, veo que ya estás
mejor…
-Sí…
-Bien- dijo Natalie
volviendo al espejo y vio a través de él que Beverly no se movía
por lo que decidió preguntarle- ¿pasa algo? ¿Falta algo en tu
habitación?
-No, no falta
nada.
-Entonces no lo
limpié todo…
-La habitación está
perfecta, como siempre. No puede quedar más
brillante…
Natalie se giró y la
miró.
-Entonces te molestó
que me acercara a ti después de que salieras de vomitar,
¿cierto?
-Reconozco que me
molestó pero quizás de no ser por ti… ahora mismo estaría de camino
a un hospital… quiero agradecerte que salieras en busca de ayuda
cuando me desmayé.
-Ah… no tienes por
qué agradecérmelo… me sentí en la obligación de
ayudarte.
-Si yo hubiese sido
tú y después de todo lo que te he dicho cuando estaba con Gillian,
no hubiese hecho nada al respecto.
-No entiendo por
qué.
-Porque debes
odiarnos, a Gillian, a Sarah, a mí…
-No te odio,
Beverly, sé que Gillian quiere lavarte el cerebro y qué mejor forma
que insultándome a mí o cambiando tu
aspecto…
-Ella nos ha dicho
que le tienes envidia.
-Cierto, se la tenía
porque me parecía una chica muy guapa, ya que es todo lo contrario
a mí pero no he ido más allá de ello y mi envidia no era de la
mala.
-¿Entonces por qué
te odia tanto?
-Quizás porque un
día yo llegué a lo más alto sin apenas esfuerzo y a ella le está
costando bastante llegar a donde yo llegué… no lo sé. Yo no llegué
a la cima por ser bella ni mucho menos, me lo gané bailando que es
lo que más me gustaba.
-Pero no eres fea,
en mi opinión… es más yo tenía el pelo como
tú.
-Lo sé- dijo Natalie
sonriendo levemente- aunque no entiendo por qué le hiciste caso a
Gillian y te dejaste teñir el pelo y cortártelo, lo tenías precioso
antes.
-Básicamente me
obligó, al igual que me obligó a quitarme las gafas y ponerme
lentillas.
-Me gustaría darte
un consejo: sé quien tú quieres ser y no lo que los demás quieren
que seas. Nada debe cambiarte jamás.
Beverly sonrió
levemente.
-Gracias por el
consejo, intentaré aplicarlo. Si quieres, podríamos ser
amigas.
-De nada. Me
encantaría.
-Perfecto…
Tras decir esto,
ninguna de las dos volvió a hablar así que Beverly se dio la vuelta
para salir, pero antes se detuvo y le dijo a
Natalie.
-No le digas esto a
Gillian por ahora…
Natalie la miró por
un momento y sonrió.
-No te preocupes,
será nuestro secreto.
Dicho esto, Beverly
se marchó de allí con una nueva amiga que quizás la entendiera
mucho más de lo que lo hacía Gillian que prácticamente era
nada.
Capítulo 12
Cloe acudió a la
facultad donde estudiaba Filología. Aunque ya estaba un poco harta
de ir en autobús, quería tener un coche ya. Hacía meses que se
había sacado el carné de conducir pero aún no tenía coche
propio.
Llevaba muchos años
ahorrando para poder pagar un coche llegado el momento pero
haciendo cuentas no era suficiente. Sus padres la iban a ayudar y
probablemente tendría un coche pronto. No podía esperar, sobretodo
porque cuando lo estrenara, iría a la academia para darle una
vuelta a Natalie y también, si podía, para vengarse de ese Dylan
por casi atropellarla hacía unos días.
En el trayecto, vio
pasar el coche de sus sueños pero cuando vio quien lo conducía, le
dieron arcadas. Era Gillian.
Gillian conduciendo
el coche que probablemente Cloe tardaría mucho tiempo en tener y
eso le dio bastante rabia porque sabía que ese coche fue comprado
con dinero que le pertenecía a Natalie. Por mucho que el abogado
dijera que a Natalie no le tocó nada, ella sabía que una parte de
la herencia siempre va a los familiares directos como es la propia
hija del difunto.
Ahí había gato
encerrado y se propuso, cuando tuviese un poco de tiempo, ponerse a
investigar sobre ello.
Llegó a la facultad
donde se encontró con sus amigos y fue a la cafetería con ellos
hasta que empezara la primera clase.
Mientras, en la
academia, todos se levantaron temprano como siempre para comenzar
con las clases de ese día y se encontraron con la sorpresa de que
ya los papeles del musical estaban adjudicados. Habían puesto la
lista en el tablón de anuncios del hall.
Ribber y Dylan
fueron a desayunar cuando vieron a un grupo de personas aglomeradas
junto a un corcho.
-¿Qué pasa ahí?-
preguntó Dylan bostezando.
-No lo sé, vamos a
acercarnos a ver…
Los dos se acercaron
y los que se iban al comedor, felicitaban a
Dylan.
-¡Hey, felicidades,
tío!- exclamó un chico dándole un ligero golpe en el
hombro.
Dylan frunció el
ceño sin entender muy bien a qué venía eso por lo que se acercó
hasta el tablón. Ribber leyó el título de la
hoja.
-Eh Dylan, es la
lista de los personajes del musical.
El chico, movido por
un impulso, empujó a todos los que tenía delante para apartarlos y
buscó el nombre del protagonista. Allí estaba su
nombre.
-¡Yuhu! ¡Soy el
protagonista!- se acercó a su amigo- ¡Ribber, soy el protagonista
junto con Gillian!
Ribber sonrió aunque
la idea que Gillian también fuera la protagonista no le hacía mucha
gracia.
-¡Felicidades, tío!
La verdad es que te lo merecías, llevabas mucho tiempo ensayando
para ese papel.
-¡Es mi oportunidad!
Tengo que aprovecharlo al máximo.
-Quizás de aquí
saltes a la fama y sin acabar el curso- dijo Ribber dándole unas
palmaditas en el hombro a su amigo- espero que cuando estés en la
cima te acuerdes de tus amigos…
-Claro que me
acordaré, cuando recoja el Oscar al mejor actor te nombraré en mi
discurso.
-Eso espero… también
si puedes recomendarme, mucho mejor eh…
-Veré lo que puedo
hacer…
-Lo que podemos
hacer ahora es ir a desayunar y luego a clase… que a primera toca
baile contemporáneo…
Dylan asintió y
ambos se fueron al comedor a desayunar.
En el descanso de
media mañana, Beverly buscó a Natalie hasta que le encontró
limpiando en la habitación de Gillian, la cual había dejado todo
tirado por el suelo para que Natalie lo
recogiese.
Realmente, Gillian
trataba muy mal a Natalie y ella sin quejarse lo limpiaba todo como
si nada.
Beverly había
pensado mucho en las palabras de Devon y de Natalie. Ya era hora de
volver a ser ella misma por lo que esa mañana se había puesto las
gafas que hacía tanto tiempo que no se ponía. Gillian aún no la
había visto, puesto que ese día tenía cita con un médico
privado.
-Hola Natalie…- dijo
ella desde la puerta.
La joven que estaba
de espaldas a Beverly, se giró y sonrió.
-Hola Beverly, veo
que vuelves a usar tus gafas. -Sí, he estado
pensando mucho y creo que ya es hora de que vuelva a ser la misma
Beverly de antes y para eso, necesito tu
ayuda.
-¿Mi
ayuda?
-Sí, antes de venir
a verte, me acerqué al supermercado de la esquina y compré este
tinte, quiero volver a tener el pelo oscuro como lo tenía antes…
quería pedirte si me lo puedes dar tú. Yo sola no
puedo.
-Claro que te lo
doy, no hay problema.
-Me lo darás durante
el almuerzo, así no te quitaré tiempo para que limpies
todo.
-De acuerdo, dime
dónde y allí estaré.
-Pues en mi
habitación, la que comparto con Sarah.
-Muy bien, nos vemos
después entonces.
-Sí, hasta
luego…
-Chao.
Beverly salió de la
habitación y volvió a la zona de las aulas donde tendría su próxima
clase.
Gillian aparcó
delante del edificio donde estaba la consulta del ginecólogo. Se
bajó y salió del coche con las gafas de sol puestas. Entró en el
edificio y luego fue a la planta donde estaba la consulta. Al
llegar, entró y vio a dos mujeres en la salita de espera. Haciendo
caso omiso a las dos, se dirigió a lo que parecía ser la mesa de la
secretaria del ginecólogo.
Tras la mesa, se
encontraba una mujer, vestida con falda y chaqueta rojas y una
pulcra camisa blanca. Su cabello, de color cobrizo estaba recogido
en un moño suelto y sus ojos de color ámbar se ocultaban tras unas
gafas de monturas al aire. La mujer trabajaba con el ordenador
cuando la vio acercarse, apartó la vista de la pantalla y miró a
Gillian.
-Buenos días- dijo
la mujer- ¿tiene hora?
-Sí, llamé ayer, soy
Gillian Phillips.
La mujer miró en el
ordenador y asintió.
-Tiene cita, espere
en la salita que enseguida la llamaré.
Gillian asintió y se
sentó en uno de los sillones de la sala de espera. A los pocos
minutos el médico abrió la puerta y la mujer que estaba dentro
salió. Gillian sonrió al verle y este también la vio pero apartó la
mirada. Este le hizo una señal a la secretaria para que pasara a la
siguiente y entonces esta llamó a la mujer que estaba sentada al
lado de la joven.
La espera se le hizo
eterna, al final, las dos mujeres que tenía delante se fueron y le
tocaba su turno. Cuando la secretaria la llamó, ella se dirigió a
la puerta que estaba cerrada, entonces la
abrió.
-Veo que tienes una
nueva secretaria…- dijo Gillian cuando entró y cerró la
puerta.
El médico que estaba
con la silla girada hacia la pared, se giró lentamente encarándose
con ella. Era un hombre joven de rasgos sensuales y que a Gillian
le encantaba. El pelo de él era corto de un color rubio oscuro y
los ojos azul cobalto.
-¿Qué te trae por
aquí, Gillian?- preguntó él directamente juntando sus manos sobre
la mesa.
-Tengo que hablar
contigo sobre un tema, un tanto delicado,
Mike.
-¿Qué
tema?
-Verás, hace unas
semanas que no me baja el periodo… me he hecho un test de embarazo
y me ha dado positivo- miró al médico pero este no dijo nada así
que continuó- quiero abortarlo…
Mike permaneció
impasible ante la confesión de la chica y luego
dijo:
-Quieres abortar…
entiendo… ¿quién fue esta vez? ¿Ese chico con el que estabas
saliendo? ¿O quizás le pusiste los cuernos con
otro?
-¿A qué vienen esos
celos ahora? Hace tiempo que no nos acostamos, así que no es tuyo,
esto sólo me incumbe a mí y te estoy pidiendo que interrumpas este
embarazo.
-Esto no está bien,
Gillian, sabes muy bien cuáles son los riesgos que puede haber por
interrumpir un embarazo.
-Claro que lo
sé.
-Podrías quedarte
estéril.
-No me importa, no
quiero cuidar de un niño llorón que me llene de babas, yo lo que
quiero es ser muy famosa y tener un bebé me impediría conseguir mi
meta.
-Muy bien, es tu
decisión… acompáñame.
Gillian siguió a
Mike hasta la habitación donde había una camilla y una silla
especial que tenían los ginecólogos para inspeccionar a sus
pacientes. La joven se fue detrás de un biombo y se quitó la ropa
para luego ponerse una bata. Salió y se sentó en la camilla en lo
que él buscaba lo necesario para interrumpir el
embarazo.
Cuando ya tuvo todo
lo necesario se acercó a ella y esta se tendió en la camilla. Le
iba a hacer un aborto por aspiración que consiste en sustraer el
embrión a través de un mecanismo de succión por una jeringa o
simplemente por una bomba eléctrica de
succión.
-Esto no está bien,
Gillian… podrías sufrir una hemorragia, o sufrir un trauma en el
cuello del útero… o incluso una perforación del mismo
útero.
-Me da igual, yo no
quiero tener este bebé, ¿es que no lo entiendes? No lo
quiero…
-Muy bien, pues
comencemos…
Mike comenzó con el
aborto y Gillian miraba hacia otro lado con una fría expresión.
Jamás entendería lo que era querer a otra persona porque sólo se
quería a ella misma y a nadie más. Todos los que estaban a su
alrededor eran sus enemigos y claramente no le importaba porque lo
único que quería ella era la fama.
Algo que envidió
mucho de Natalie que lo tenía todo al alcance de su mano cuando era
famosa y ahora era su turno de conseguir todo lo que desease, lo
que menos quería en ese momento era cargar con un bebé que le
hiciera la vida imposible aparte de todo lo que conlleva un
embarazo como es engordar, hinchazón de los pechos, etc. No, no
pasaría por eso mientras tuviese la opción de abortar tal y como
estaba haciendo en ese momento.
Cuando Mike terminó,
ella se incorporó un poco y lo miró. Tenía una expresión seria en
su semblante.
-¿Pasa algo?-
preguntó ella pero él no contestó así que Gillian se levantó y se
acercó a él por detrás y lo abrazó- vamos, Mike, no te pongas así,
sabes muy bien que eres especial para mí…
-Ya claro, especial
para que te ayude a abortar a bebés que no
deseas.
-No sólo por eso y
lo sabes… me encanta como eres en la cama, es más, estoy deseando
volver a acostarme contigo- dijo ella pasando un dedo por la
espalda de él de forma muy seductora.
-Tienes que
descansar… un aborto es muy delicado…
-Lo sé- dijo con
tono exasperado- pero cuando me recupere… quizás…- dijo ella
poniéndose delante de él y pasando sus brazos alrededor del cuello
de él y mirándole de forma que lo hechizaba, tal y como haría un
flautista para hechizar a una serpiente- te apetezca que nos
veamos…
Él no tenía
escapatoria, estaba loco por esa joven y a pesar de la fama que
tiene ella de acostarse con todos, la necesitaba y la deseaba con
todo su ser. Pero aún así, sabía que después de acostarse, el que
lo pasaría mal sería él y aún así no pudo negarse a la petición de
ella.
-Cuando te
recuperes… mientras nada…
Ella sonrió y lo
besó en los labios.
-Mientras podemos
hacer otras cosas- dijo ella tocando el bulto que había en los
pantalones de él y sin esperar respuesta alguna, ella se puso manos
a la obra ya que sabía que esa habitación está insonorizada por lo
que la secretaria no oiría absolutamente nada y seguiría trabajando
en su ordenador como si nada.
A la hora del
almuerzo, Natalie fue a la habitación de Beverly y la encontró con
una blusa vieja puesta para no mancharse. Todo lo necesario para
teñirla estaba sobre el escritorio de esta por lo que Natalie se
puso los guantes y comenzó a aplicarle el tinte a la
joven.
Cuando acabó de
teñirla, se pusieron a hablar en el tiempo que transcurría para que
el tinte se asentara en los cabellos de la
joven.
-Me alegra mucho
tener una amiga en la academia- dijo Natalie- tengo otra amiga, la
conocí en el hospital después de lo de mi rodilla y desde entonces
sólo la tenía a ella pero ahora te tengo a ti y eso me
satisface.
-¿Te sientes muy
sola?
-En muchas ocasiones
sí…
-Debes de pasarlo
mal.
-Me he acostumbrado…
después de todo, tenía que adaptarme a mi nueva vida como sirvienta
de la academia.
-Entiendo… ¿y no
deseas volver a bailar?
-Cada uno de los
días de mi vida deseo poder volver a bailar- dijo Natalie sonriendo
levemente- es el único sueño que me acompaña, no pido ni joyas, ni
fama, ni nada por el estilo… simplemente lo único que deseo es
volver a bailar.
-En cambio Gillian
desea todo lo contrario… anhela la fama y que todos la
admiren.
-Debo reconocer que
es una gran actriz, me creí todas sus mentiras hace tres años,
nunca sospeché nada, nunca supe de su odio hasta que me caí y me
lesioné la rodilla- la joven sonrió con tristeza- llegué a pensar
que era mi amiga a parte de mi hermanastra.
Beverly podía notar
la voz teñida de tristeza de Natalie, la habían engañado de tal
forma que no se dio cuenta de las verdaderas intenciones de Gillian
para con ella.
-Entonces… como te
sentiste engañada por ella, quisiste ayudarme a mí cuando…
vomitaba.
-Quería ayudarte
porque me pareces una chica estupenda y que no merece lo que te
hace Gillian, nunca deberías cambiar nada porque alguien que se
cree superior lo diga, debes ser tú misma y así es como gustas a
todos.
Beverly se sonrojó
al pensar en Devon y sonrió tímidamente. Miró el reloj y
dijo:
-Es hora de que me
lave el pelo a ver cómo me quedó el tinte.
-Sí, tienes
razón.
Entonces, Beverly se
fue al baño a lavarse la cabeza. Cuando volvió, lo hizo con una
toalla enrollada en el pelo.
-¿Estás lista para
ver mi nuevo color?- preguntó Beverly agarrándose la toalla para
quitársela.
-Preparada-
respondió Natalie sonriendo.
Entonces, Beverly se
quitó la toalla dejando caer la melena aún corta de color más
oscuro del que tenía anteriormente. Beverly se miró en el espejo y
luego miró a Natalie.
-¿Y
bien?
-Precioso, te queda
muy bien el color.
-Entonces creo que
esto hará enfadar a Gillian…
-Probablemente.
Las dos comenzaron a
reírse al imaginar lo que diría Gillian cuando viera a Beverly con
el pelo oscuro y sus gafas puestas.
Capítulo 13
Gillian llegó a la
academia y se dirigió a su habitación. Cuando se recostó en la
cama, ya que le dolía un poco el abdomen, llamó a Sarah y a
Beverly.
Al momento apareció
Sarah y se sentó en la cama junto a su
amiga.
-¿Te encuentras mal?
¿Qué te dijo el médico?
-Nada, estoy bien,
¿dónde está Beverly?
-No lo sé, sólo la
he visto en clase…
-Seguro que anda en
el comedor, llenándose de porquería.
Tocaron en la puerta
y esta se abrió dando paso a Beverly, la cual llevaba sus gafas
puestas y el pelo ya no tenía su antiguo color
claro.
-Hola, Gillian- dijo
ella sonriendo.
-Pero… pero… ¿qué
has hecho? ¿Qué le ha pasado a tu pelo? ¿Y dónde están tus
lentillas? Te dije que no te pusieras esas
gafas.
-Como ves, vuelvo a
ser yo.
-¿Qué significa todo
esto, Beverly?
-Que estoy harta de
que intentes cambiarme, quiero ser yo misma de nuevo y para eso
debo devolver mi antiguo color a mi pelo y volver a usar mis
gafas.
-Con todo lo que he
hecho por ti.
-¿De verdad?
¿Llamarme foca es hacer algo por mí? ¿Hiciste algo para evitar que
me provocara los vómitos? ¿Hiciste algo para no alejarme del chico
al que quiero? Me parece que no. Lo único que has hecho ha sido
hacerme desdichada e infeliz. Ni siquiera fuiste a verme a la
enfermería- Beverly dio vueltas por la habitación mientras Gillian
y Sarah la miraban, atónitas- no quiero seguir siendo un muñeca a
la que moldees a tu antojo ¿y sabes una cosa? Estoy con Devon y no
me lo vas a impedir.
Gillian cruzó los
brazos con enfado sin dejar de mirarla.
-Por lo que veo te
han lavado el cerebro, seguro que fue
Devon.
-No Gillian, Devon
me abrió los ojos, me usabas porque eres feliz haciendo mal a los
demás y como no cambies de actitud te quedarás
sola…
-Nunca estaré sola,
Sarah no me abandonará nunca.
-Porque ya le has
lavado el cerebro y si no tienes nada más que decirme, me voy, he
quedado con Devon, espero que las cosas te vayan como
planeas.
Tras decir esto,
Beverly salió de la habitación dejando a Gillian enfadada y a Sarah
sorprendida ante la osadía de esta.
-Se cree que tiene
derecho a marcharse así como así y haberme hablado como lo ha
hecho, pues está muy equivocada. Esto no se va a quedar así ni
mucho menos… ya lo verás, Sarah, pienso vengarme de esa
desagradecida y será a lo grande…
Natalie estaba en el
aula donde ensayaba con Ribber. Habían quedado para seguir
ensayando pero ella fue un rato antes. Hacía varios días que había
empezado con los ensayos y se sentía nueva. Volvía a ser la Natalie
de antes del accidente.
Y se sentía tan a
gusto con Ribber… al pensar en él, sonrió como una niña aunque de
repente frunció el ceño, ¿por qué había sonreído al pensar en él?
Todo eso era muy confuso. Algo raro le estaba sucediendo pero no
sabía el qué exactamente.
Pensando en eso, no
se dio cuenta de que había entrado el chico y se había puesto
detrás de ella, la cual estaba frente al espejo. Sin decir nada,
puso la música por lo que Natalie levantó la mirada,
sobresaltada.
Él sonrió levemente
y le dijo:
-Supongo que ya
habrás calentado ¿no?- ella no contestó pero se había ruborizado
mucho- venga, empieza a bailar.
Natalie se mordió el
labio inferior sin dejar de mirar al espejo pero entonces comenzó a
bailar. En realidad no sabía muy bien qué movimientos hacer.
Ribber, al verla dudar, se puso a su lado y comenzó a moverse. Ella
lo imitó y casi llegando al final de la canción, ella tropezó y
estuvo a punto de caer pero él la sujetó, cogiéndola de la
cintura.
La joven apoyó la
cabeza en el torso de él a la altura del corazón y pudo notar los
acelerados latidos de su corazón a causa del baile. Volvió la vista
hacia él, totalmente nerviosa.
-¿Estás bien?- le
preguntó él.
-Sí…- trató de
sonreír ella pero rápidamente desapareció al mirarse a los ojos
fijamente.
De repente le habían
entrado unas ganas locas de besarlo. Esto la asustó porque hacía
mucho tiempo que no sentía algo parecido y le dio miedo, ya que no
quería volver a sentir algo así.
-¿De verdad? Estás
temblando.
-Sí, ha sido por la
impresión del tropiezo.
-Pues descansemos un
poco, así te comento una cosa.
Él se apartó de ella
y se sentó en el suelo pegado a la pared. Natalie se quedó
petrificada en el sitio, luego sacudió la cabeza de los sombríos
pensamientos que estaba teniendo y se puso al lado de él con el
corazón totalmente desbocado. No se atrevió a mirarlo por lo que
fijó su mirada en el suelo.
-Una canción muy
bonita la que bailamos ahora- dijo ella para romper el intenso
silencio que se había cernido entre ellos.
-Sí, es una de mis
canciones favoritas.
-¿Te gustan este
tipo de canciones?
-Sí, soy bastante
rarito- dijo él sonriendo- bueno, a lo que iba, mi padre me llamó
hace un rato.
-¿Tu padre?-
preguntó ella con cierto temor.
-Me dijo que fueras
mañana por su clínica para hacerte las
radiografías.
-Pero la clínica de
tu padre es privada y yo no tengo dinero para
pagarle.
-No te preocupes por
eso, mi padre lo sabe y no tendrás que pagar
nada.
-Desde que pueda, le
pagaré todo a tu padre…
-Natalie, de verdad,
no te preocupes, a mi padre no le importa hacerlo gratis, eres mi
amiga y no te cobrará nada.
La joven se mordió
el labio inferior mientras se abrazaba las
rodillas.
-Tengo miedo…-
susurró ella.
Ribber posó su mano
en el brazo de Natalie y sonrió levemente.
-¿Quieres que vaya
contigo?
Ella levantó la
mirada y lo miró a los ojos, el contacto le hizo ponerse
tensa.
-¿De verdad me
acompañarías?
-Claro que
sí.
-Pero perderías
clases…
-Por un día que
falte no pasará nada.
-Tenemos otro
problema, Ribber, ¿qué pasa si Yvette descubre que no estoy en la
academia? Sería la excusa perfecta para poder echarme de
aquí.
-Eso sí que es un
problema… podemos ir a la hora del almuerzo y así te invito a
comer, la comida de la clínica de mi padre es estupenda, así no
creo que se dé cuenta de nada…
Natalie apartó la
mirada un poco, hacía mucho tiempo que nadie la invitaba a comer a
algún sitio aunque sólo fuera la cafetería de una clínica. Ribber
al verla así, la tomó del mentón y la obligó a
mirarlo.
-¿Sucede algo?- ella
negó con la cabeza pero sin mirarlo- ¿de verdad? Desde que he
llegado te has comportado de una manera un tanto
extraña.
Ella se ruborizó
pero aún así contestó.
-Bueno, es que temo
que todo esto sea un sueño y que en cualquier momento me despierte
y vuelva a ser la Natalie que limpia la porquería de otros en la
Academia de Música, Baile e Interpretación
Taylor.
-Te puedo asegurar
que esto es muy real y ya verás que lo que tanto ansías, lo tendrás
porque apuesto lo que sea a que la lesión de tu rodilla está
totalmente curada.
Natalie sonrió
levemente.
-Ojalá…
-Ya lo
verás…
La joven sintió el
impulso de besarlo pero descartó la idea y se levantó
rápidamente.
-¿Seguimos ensayando
o te piensas quedar ahí sentado el resto de la
noche?
Ribber sonrió y se
levantó para volver a poner la música y que ella siguiera bailando,
aunque claro, con la ayuda de este, ya que había algunos
movimientos un tanto difíciles para ella, puesto que había perdido
la práctica.
Tras un buen rato de
ensayo, ambos se fueron a sus habitaciones a
descansar.
Natalie sabía que
esa noche dormiría poco porque aparte del miedo de lo que podría
salir en las radiografías, tenía miedo a que Yvette la descubriera.
Como no dejaba de dar vueltas en la cama, se levantó y se fue a la
ventana donde se sentó en el alféizar a mirar las estrellas. Cogió
su MP4 y se puso a escuchar música a ver si así conseguía relajarse
un poco para poder dormir al menos unas
horas.
Sin apenas darse
cuenta, tras un par de canciones, se quedó profundamente dormida
junto a la ventana
Al día siguiente,
justo al mediodía, Ribber esperaba a Natalie en los aparcamientos
tal y como habían acordado esa mañana cuando se encontraron en el
desayuno.
Tras esperar un
rato, Natalie salió de la academia sin dejar de mirar a sus
espaldas por si alguien la veía. Una vez estuvo al lado del chico,
se subió en el coche al igual que él y pusieron rumbo a la clínica
del padre de Ribber.
El trayecto
transcurrió en absoluto silencio por lo que el chico pudo fijarse
en que ella llevaba la misma ropa del día de la cena en su casa.
¿Es que acaso no tiene más ropa que ponerse? ¿Tan mal la trataba
Yvette como para no permitirle comprarse al menos algo de ropa
nueva? Era muy cruel y la joven era demasiado buena para que la
trataran así. No era justo.
Cuando iba a
preguntarle algo relacionado con la ropa, se dio cuenta de que ya
estaban en la clínica de su padre. Aparcó y ambos se bajaron para
luego entrar en la clínica donde los esperaba el padre del chico
junto a la recepción.
-Hola Natalie- dijo
el padre del chico- Ribber, ¿no deberías estar en la
academia?
-Me pidió que la
acompañara, tiene un poco de miedo.
-Que no se preocupe,
todo saldrá bien, acompáñame- dijo mirando a
Natalie.
Ella miró a Ribber y
este asintió.
-Te esperaré aquí
afuera.
La joven miró al
médico y este entró dentro. Ella lo siguió y se fueron hacia la
planta donde se realizan las radiografías. Entraron en una de las
habitaciones y el padre de Ribber comenzó a preparar las
cosas.
-Natalie, ¿te puedo
hacer una pregunta?
-Claro, señor, lo
que sea.
-¿Por casualidad tu
padre se llevó tu informe cuando te dieron el alta después del
accidente?
-Que yo recuerde no-
dijo ella haciendo memoria.
-Qué raro, tu
informe no se encuentra por ningún lado.
-Pues no
sé…
-Seguiré buscando a
ver, bueno, vamos a sacarte esas
radiografías.
El médico salió y
ella se puso donde le indicó. Sacó las radiografías y luego
salieron fuera donde Ribber los esperaba con su reproductor de
última generación.
Al verlos, se lo
quitó y recibió a la chica con una sonrisa.
-¿Todo bien?-
preguntó él.
-Perfectamente- dijo
el padre de Ribber- nos veremos pronto- dijo dirigiéndose a
Natalie.
Ella sonrió y
asintió. Tras despedirse, Ribber y ella se fueron a la cafetería
donde comieron el menú del día.
-Ribber…- comenzó
ella.
-¿Sí?
-¿Te puedo hacer una
pregunta?
-Claro.
-Bueno, imagina que
conoces a una chica y con el paso de los días te das cuenta de que
te atrae locamente ¿se lo dirías?
Ribber meditó sobre
ello un momento y luego contestó.
-Depende porque si
esa chica me hace un poco de caso, se lo diría, en cambio si no me
hace mucho caso, no le diría nada aunque quién sabe… ¿por qué lo
preguntas?
La joven dudó un
poco y luego dijo:
-Digo, por hablar de
algo. Tú estuviste con Gillian, ¿por qué lo
dejasteis?
-La dejé porque
durante las vacaciones no me llamó y cuando volvimos dijo que me
había echado de menos. Lo más probable era que me estuviese
poniendo los cuernos con otro.
-¿Lo dejaste tú?
Seguro que se enfadó mucho.
-Dímelo a mí, me
tiró el collar que le di con mi inicial.
-Si yo hubiese sido
ella, estaría fijo llamándote… te echaría de menos- dijo y de
repente se puso colorada al darse cuenta de lo que acababa de decir
pero aún así siguió- y tampoco tiraría ese collar tan
bonito.
Ribber sonrió y ella
apartó la mirada mordiéndose el labio
inferior.
-¿Te gusta el
collar?
-Sí lo vi cuando
Gillian me obligó a buscarlo porque lo había
perdido.
El chico se llevó
las manos al cuello y se quitó el collar para dárselo a
ella.
-Ten, te lo
regalo.
Ella se alarmó y
negó con la cabeza.
-No puedo
aceptarlo.
-Claro que sí, te lo
regalo.
-Pero…
-Venga, Natalie,
somos amigos… acéptalo.
-Pero ¿y si lo ve
Gillian? Esa sabe que este collar es tuyo, no sé, podría enfadarse
o algo.
-Que se enfade todo
lo que quiera, ya no soy nada suyo así que no le importa a quién le
doy mi collar y en este momento quiero dártelo a
ti.
La joven bajó la
mirada mordiéndose el labio inferior y después lo
miró.
-Pensarán cosas
raras al ver a la chacha con tu collar, podrían acusarme de
ladrona.
-Puedo desmentirlo
perfectamente y ¿qué van a pensar?
A ella se le
subieron los colores a los pómulos y respondió
avergonzada.
-Pues pensarán que
te acuestas conmigo.
-Natalie, ¿tanto te
importa lo que piensen los demás?
-Mucho, oigo como
muchos dicen cosas de mí porque saben quién fui y no oigo más que
malas palabras por parte de estos.
-Que piensen y digan
lo que quieran, lo que debería importarte es la opinión de los que
te queremos.
-Está bien- dijo
ella al fin.
Él se levantó y le
colocó el collar cuando ella se agarró el pelo para que se lo
abrochara. Una vez abrochado, él volvió a sentarse y la contempló
con el collar puesto. Sonrió.
-No es por nada pero
te queda bien.
Ella tocó el
colgante, algo colorada y sonrió levemente.
-Gracias.
-De nada, bueno nos
tomamos el postre y nos vamos a la academia- dijo Ribber mirando su
reloj.
Natalie asintió y
entonces él pidió el postre. Se lo comieron y finalmente después de
pagar se fueron a la academia. Al llegar allí, la joven se fue a su
habitación y se miró en el espejo. El collar relucía en su cuello.
Lo tocó con la yema de los dedos.
Se cambió y salió de
la habitación para ponerse a limpiar.
Capítulo 14
Cuando ya había
acabado de limpiar, cenó y se dirigió al aula donde ensayaba con
Ribber. Se puso frente al espejo y se miró el colgante aún
sorprendida por el regalo de él. Si Gillian se daba cuenta podría
estar en serios problemas. Decidió que procuraría llevarlo oculto
cuando limpiara.
Tras esperar un
rato, el chico apareció y se pusieron a bailar. Cuando terminaron,
el chico se fue y ella se quedó cerrando la puerta. Bajó y anduvo
por los pasillos pero de repente se topó con Gillian. Natalie,
sorprendida, retrocedió.
-¿Se puede saber
dónde estabas?- preguntó Gillian de brazos cruzados- te estaba
buscando…
-¿A mí? ¿Para qué?-
preguntó Natalie cautelosa.
-Te buscaba para
decirte que mañana debes ir a buscarme un vestido de un diseñador
muy famoso.
-Pero mañana no
puedo, tengo que limpiar el despacho de tu
madre.
-¿Te crees que me
importa? Mañana irás por ese vestido y ya
está.
Sin esperar
respuesta, la joven se fue dejando a Natalie sola en medio del
pasillo. ¿Cómo haría para hacer las dos cosas? Ni siquiera le había
dado la dirección del lugar al que debía ir a recoger el
vestido.
-Gillian- dijo
Natalie siguiéndola- ¿dónde debo ir a recoger el
vestido?
La joven sonrió con
malicia y se giró.
-Vaya, Natalie, qué
rápido olvidas los sitios donde comprabas antes. ¿Ya no recuerdas
la boutique de Paolo?
-¿Qué?- preguntó
Natalie palideciendo- no, Gillian, no puedes hacerme esto, no puedo
ir allí.
-Ya te dije que no
me importaba, mañana quiero mi nuevo vestido en mi habitación y ya
está.
Dicho esto, Gillian
se alejó y dejó a Natalie sola en medio del pasillo. Volvió a su
habitación y buscó su móvil. Un móvil que apenas usaba y que ya
casi ni servía porque se le caía continuamente. Lo encendió y miró
el saldo. Apenas tenía para enviar un mensaje así que le envió uno
a Cloe. Al rato de enviarlo, esta última la
llamó:
-Cloe…
-¿Qué pasa,
Natalie?
-Tengo dos
problemas…
-¿Qué
problemas?
-Mañana tengo que ir
a buscar un vestido para Gillian pero tengo que limpiar el despacho
de Yvette.
-Maldita Gillian,
esa lo que quiere es que Yvette se enfade
contigo.
-Ya lo sé y no tengo
ni idea de lo que puedo hacer.
-Deberás ir a buscar
el dichoso vestidito porque si no se lo dirá a la bruja madre y se
enfadará igualmente.
-Ahí está el otro
problema… es en la boutique de Paolo y hace muchos años que no voy
allí… exactamente desde el accidente.
-¿Y? ¿Qué hay de
malo en eso?
-Que me da
vergüenza, estoy segura de que sabe que trabajo de chacha y que
vaya a buscar el vestido con las pintas que tengo lo
evidenciará.
-Pues mantén tu
orgullo, Natalie, no has cometido ningún
delito.
-Ya pero no sé si
podré.
-Podrás, venga
anímate, mañana iré a verte, te lo prometo.
-De acuerdo,
hablamos mañana.
Tras despedirse,
Natalie se cambio y se acostó a dormir. Se tocó el colgante y
sonrió levemente. ¿Habría al fin esperanzas para ella ser feliz?
Quizás ya era el momento de que ella pudiese ser feliz de
nuevo.
Con esos
esperanzadores pensamientos se quedó
dormida.
A la mañana
siguiente, la joven se levantó y se peinó haciéndose la coleta a un
lado cayendo por su hombro. Salió de la habitación y fue a
desayunar. Por el pasillo, se encontró con Gillian la cual le
recordó que no se olvidara del vestido. La chica asintió y entró en
la cocina donde desayunó un tazón de leche con unas
tostadas.
Tras acabar, salió
de la academia para ir al centro a buscar el dichoso vestido.
Cuando llegó ante las puertas de la boutique, se mordió el labio
inferior y tras inspirar hondo, abrió la puerta. Miró a su
alrededor, admirando todos y cada uno de los modelos de
Paolo.
Se acercó a unos
pantalones con una blusa de tiras cruzada a la espalda y tocó la
suave tela cuando oyó una voz tras ellas.
-No se pueden tocar
los modelos.
Natalie enseguida
reconoció la afeminaba voz de Paolo. Lentamente se giró y quedó
frente a frente a un hombre alto y delgado, con el pelo largo
oscuro recogido en una coleta, sus ojos eran marrones
claros.
La joven sonrió
levemente.
-Hola,
Paolo…
Paolo la miró,
sorprendido, al reconocer su voz. Se tapó la boca para ahogar un
grito.
-No me lo puedo
creer, Natalie Taylor, ¿eres tú?
-Me temo que sí soy
yo.
-Dios mío, sabía que
tu situación no era buena pero no pensé que fuera para tanto- dijo
Paolo haciendo ademanes afeminados con las manos- cariño, estás
hecha un desastre.
-Qué le vamos a
hacer, no puedo cambiar mi destino.
-Anda, ven conmigo,
hacía mucho tiempo que no te veía…
Paolo la condujo a
una salita que había detrás del mostrador y se sentaron en unos
sillones de cuero negro.
-Todo está igual a
como recordaba- dijo Natalie nostálgica.
-En cambio, tú has
cambiado mucho, estás mucho más delgada.
-Apenas tengo tiempo
para descansar, Paolo. Trabajo limpiando en la academia de baile de
mi padre a todas horas.
-Pero eso no es
bueno para tu rodilla.
-Mi rodilla lo ha
soportado desde la muerte de mi padre así que deberá seguir
aguantando.
-No me puedo creer
que tu padre no te dejara nada en su testamento. Prácticamente te
dejó en la calle.
-Por favor, Paolo,
no quiero hablar sobre eso ahora. He venido a buscar un vestido
para Gillian.
-Ah, el vestido de
esa bruja. Cariño, no sabes el odio que le tengo, cada vez que
viene esa pija de caderas anchas y boca de besugo, envejezco diez
años y eso no es nada bueno para mí cutis.
Estas palabras
arrancaron una sonrisa a la joven.
-Es desesperante-
dijo Natalie.
-Desesperante es
quedarse corto, querida, de todas formas, cuando te vi hace un
momento, me di cuenta de que mirabas los pantalones de último
diseño y la blusa cruzada.
-Sí, son unas
prendas estupendas.
-¿Y por qué no te
las llevas?
La joven abrió los
ojos desmesuradamente por la sorpresa.
-¿Qué? No, no puedo,
Paolo.
-Tómalo como un
regalo.
-No puedo pagarte y
si me lo regalas, perderás dinero. Dame el vestido y me voy, tengo
que limpiar el despacho de Yvette.
-Ah la madre de la
brujilla.
-Sí, esa
misma.
Paolo salió con ella
fuera de la salita.
-Debes usar una
talla menos de la que llevabas ¿no? ¿O quizás dos? Me tienes
preocupado, querida, estás más delgada que de costumbre, en
cualquier momento te toco y te rompes.
-Por favor, Paolo,
no me regales esa ropa, ¿a quién se lo enseñaría? No salgo de la
academia apenas.
-¿Ni siquiera para
enseñársela a algún chico de la academia?
Natalie se sonrojó y
desvió la mirada. El diseñador sonrió.
-Querida mía, hay un
chico, ¿a que sí?
-Es sólo un amigo y
sólo lo veo en la academia. Se interesó en el problema de mi
rodilla ya que su padre es médico pero nada
más.
Paolo tomó las manos
de la chica y la miró fijamente.
-Cariño, no me digas
que tienes miedo de lo que puedas sentir hacia ese
chico.
Natalie se
sorprendió de que él la conociera tan bien y que ella diera por
hecho de que le gustaba Ribber.
-¿Cómo no voy a
tenerlo, Paolo? Cuando más necesité a Drake, fue cuando me dejó,
dime ¿cómo no voy a temer lo que siento?
-Todos no son como
ese chulito de playa que apenas tenía musculatura, Natie. Bueno, da
igual- dijo al ver la cara de ella- te llevas la ropa y
ya.
Paolo buscó la ropa
y la talla que creía él que la chica tenía y la metió en una bolsa
sin oír las protestas
de la chica. Luego entró al almacén y sacó el vestido de Gillian.
Le entregó las dos cosas.
-Paolo…
-Venga, Natie,
cariño, llévate esto y ya me lo pagarás si es lo que quieres. No
tengo prisa.
Natalie asintió
agradecida y le dio un abrazo.
-Gracias,
Paolo.
-Ay madre santa, que
me haces llorar. Contigo rejuvenezco veinte años, mira así
contrarresto el mal que me hace la pérfida de
Gillian.
Natalie se apartó y
tras despedirse, se fue de la tienda rumbo a la academia. Paolo
miró la puerta y pensó que debería haber alguna forma de ayudarla
porque vio que la mirada de ella era muy triste y si él podía hacer
algo, estaba claro que lo haría.
Cuando la chica
llegó a la academia, dejó el vestido en la habitación de Gillian y
llevó la ropa que le dio Paolo a su cuarto. Salió corriendo hacia
el despacho de Yvette pero en el camino se topó con
esta.
-Ya sabía yo que
estarías de gandula.
La joven miró a la
mujer.
-No estaba de
gandula, tuve que ir a buscar un vestido para
Gillian.
-Primero tienes que
limpiar y luego te encargas de los
recaditos.
Yvette la tomó del
brazo con fuerza y la arrastró hasta el
despacho.
-Me haces daño,
Yvette.
La mujer no la oyó y
cuando llegaron al despacho la tiró al sueño con brusquedad.
Natalie se frotó el brazo dolorido y la
miró.
-Quiero que todo
brille y que mi reflejo se vea en el suelo,
¿entendido?
La chica asintió
pero luego dijo:
-Debo ir a buscar
las cosas para limpiar.
-Rápido, en menos de
un minuto te quiero aquí limpiando.
Natalie salió
corriendo y al poco apareció con todo lo necesario para limpiar.
Yvette la observó con los brazos cruzados, sonriendo satisfecha.
Justo donde siempre había querido verla, limpiando la porquería que
dejaban otros.
Cuando la chica
terminó, Yvette entró y observó todo con atención. Todo estaba bien
limpio. Se acercó a su escritorio y tomó el vaso de agua que había
allí. Miró a Natalie sonriendo y le dio la vuelta al vaso dejando
caer el contenido en el suelo.
-Creo que no está
todo limpio, Natalie.
La joven miró al
suelo y luego a ella, con la rabia bullendo dentro de
ella.
-No voy a limpiarlo-
dijo la joven resuelta.
Yvette la miró
incrédula.
-Perdona, creo que
no te oí bien ¿qué has dicho?
-Que no voy a
limpiar eso.
Yvette se acercó a
la joven y tiró de la coleta de la chica la cual hizo un gesto de
dolor.
-Sólo consigues
hacerme enfadar y sabes que eso supone un castigo
¿no?
-Déjame, Yvette… no
tires de mi pelo, por favor.
Yvette la arrastró
hasta la mesa y cogió unas tijeras. Natalie abrió los ojos
desmesuradamente.
-¿Qué pasaría si con
estas tijeras cortara tu asquerosa melena? Esa que tanto le gustaba
a tu padre.
Natalie la miró
asustada.
-No, por favor, no
lo hagas.
-Toda mala conducta
merece un castigo.
Acercó
peligrosamente las tijeras a la melena de la joven mientras esta
rehuía.
-Yvette, no me
cortes el pelo- dijo la chica con los ojos anegados de
lágrimas.
Pero esta no le hizo
caso y le cortó gran parte de la melena. Natalie gritó cuando vio
caer los mechones de pelo al suelo. Yvette la soltó y ella se
arrodilló, llorando.
-Recoge todo esto y
sal de aquí- dijo la mujer altiva.
La chica recogió los
mechones y salió de allí hacia su habitación donde se tiró en la
cama llorando de rabia.
-¡Maldita!
¡Maldita!- gritó Natalie golpeando a la
almohada.
Cloe llegó a la
academia y se dirigió a la habitación de su amiga para esperarla
allí. Cuando fue a abrir la puerta oyó gritar a su amiga por lo que
entró rápidamente y vio que Natalie estaba tirada en la cama
golpeando la almohada.
-¡Maldita! ¡Maldita!
¡Maldita!
Cloe se acercó a la
cama.
-¿Natalie?
Esta elevó la
mirada, luego se levantó y se abrazó a Cloe,
llorando.
-¡Es una maldita!
¡No puedo más, Cloe, no puedo!
-¿Qué pasa, Natalie?
¿Por qué lloras así?
La joven se apartó y
Cloe vio el sajón de pelo. Miró a la chica
estupefacta.
-¡Dios mío, Natalie!
¿Quién te ha cortado el pelo así?
-Yvette… ya no puedo
más, Cloe, de verdad que no puedo más.
-Será zorra…- Cloe
se giró para salir de la habitación- se va a enterar de lo que es
bueno.
Natalie la agarró
del brazo.
-No, para, Cloe, no
vayas al despacho de Yvette.
-¿Cómo que no? ¡Mira
lo que te ha hecho, Natalie! ¡Te ha cortado el
pelo!
-¿Te crees que no lo
sé? Lo único que hará si vas es reírse tanto de ti como de
mí.
-¿Y piensas dejar
que se ría?
Natalie la miró y se
limpió las lágrimas con rabia. Ya estaba harta de sufrir los malos
tratos de Yvette y de Gillian. Eso tenía que acabar y había llegado
el día perfecto.
-No, no me voy a
rebajar ante ella jamás, ¿hay alguna peluquería
cerca?
-Sí, a un par de
manzanas de aquí.
La joven se giró y
se acercó al ropero. Sacó un pequeño baúl y lo abrió. Dentro había
algo de dinero que había conseguido ahorrar y lo sacó todo. Cloe la
miró y vio decisión en los movimientos de su
amiga.
-Ha nacido una nueva
Natalie, Cloe… una Natalie que no se dejará pisotear más, me he
cansado de ser el maldito felpudo de ellas y eso se acabó- cogió
una chaqueta con capucha y se la puso- acompáñame a la peluquería
esa entonces.
Cloe sonrió, al fin
su amiga se había dado cuenta de lo crueles que estaban siendo con
ella. Las dos salieron de la academia y se fueron a la
peluquería.
Capítulo 15
Era el primer día de
ensayo del musical y todos los seleccionados acudieron al teatro
donde empezarían a ensayar. Entonces comenzaron a ensayar las
primeras escenas y la primera canción. En uno de los descansos,
Dylan se acercó a Gillian la cual estaba retocándose los labios con
un espejito frente a ella.
-Hola,
Gillian…
La chica apartó la
mirada del espejo y lo miró de arriba
abajo.
-Hola…
-Supongo que no me
reconoces pero soy un amigo de Ribber.
Gillian que había
vuelto a mirarse en el espejo y oyó el nombre de su ex novio,
sonrió para sí y levantó la mirada de nuevo hacia el chico. Se le
había ocurrido un plan súbitamente.
-¿Amigo de Ribber?
¿Cómo es posible que él no me contara que tenía un amigo tan guapo
como tú?
Dylan sonrió y se
sentó junto a ella.
-Bueno, Ribber me
tiene un poco de envidia porque soy más guapo que él, seguro que
por eso no te habló de mí.
Gillian se cogió un
mechón de pelo y lo enroscó entre sus dedos de forma seductora. Él
la miró con ojos libidinosos y sonrió.
La chica sonrió
antes las palabras del chico y dejó que la camelara con sus
palabras pero sus planes eran otro mucho mejores y él entraba en
ellos.
Natalie estaba en la
peluquería y había cerrado los ojos cuando la peluquera le cortaba
el pelo, no quería verse hasta que hubiese terminado el
trabajo.
Después de terminar
de cortar, la peluquera le dio un poco con el secador para que ella
se viera el pelo al natural. Esta le hizo una señal a Cloe para
avisarla de que Natalie ya estaba lista.
La joven se acercó y
sonrió al ver el nuevo look de su amiga. Le puso una mano en el
hombro y le dijo:
-Ya puedes abrir los
ojos, Natalie.
La chica se mordió
el labio inferior y lentamente abrió los ojos. Cuando los abrió
completamente, se miró fijamente en el espejo y se sorprendió de su
cambio. Ahora tenía el pelo cortado a la altura de los hombros con
un flequillo recto. Realmente no parecía ella. A través del espejo
miró a su amiga la cual sonreía.
-No parezco
yo…
-Eso es porque con
este corte eres la nueva Natalie.
-Sí y esta Natalie
no se dejará avasallar por nada ni por
nadie…
-Claro que sí, ya
era hora de que espabilaras un poco.
Las dos se acercaron
a la caja donde Natalie pagó por el corte de pelo y luego salieron
de la peluquería.
-No entiendo cómo he
podido dejarme pisotear de esa forma… sabía que ellas eran crueles
conmigo pero no sé qué me pasaba que no podía
reaccionar.
-Quizás porque
tenías miedo de que te echara pero ya tienes diecinueve años a
punto de cumplir los veinte, puedes hacer tu vida, si te echa,
tendrás siempre un techo donde vivir, ni lo dudes un
segundo…
Natalie meditó las
palabras de la chica pero también tenía otros pensamientos en
mente. Sobretodo pensaba en el día del accidente, recordaba cada
uno de los momentos vividos.
-Cloe…
La chica que había
seguido hablando, se detuvo y la miró.
-¿Qué?
-Estaba pensando
aquí sobre el día del accidente y recuerdo que Gillian me dio los
zapatos antes de salir al escenario. Cuando me los puse noté cómo
resbalaban pero no le di mucha importancia. ¿Por qué no se la di?
No tenía que haberme puesto esos zapatos…
-Con todo eso, ¿qué
estás queriendo decir?
Natalie se detuvo en
medio de la calle haciendo detener a su amiga y ambas se miraron a
los ojos. Una con la duda y la otra con la sorpresa reflejada en su
rostro.
-Que Gillian hizo
algo con mis zapatos para que yo cayera… me tenía envidia y no lo
supe ver a tiempo, ¿cómo he podido ser tan
idiota?
Cloe posó su mano en
el hombro de la chica.
-Eras demasiado
buena, por eso no te diste cuenta de nada.
-Bueno, ahora lo que
debo hacer es concentrarme en las pruebas del padre de Ribber y si
me dice que mi rodilla está perfectamente, te juro que Natalie
Taylor volverá a los escenarios de donde nunca tuvo que
irse.
-Así me gusta. Por
cierto, ¿tú no sabes de algún sitio donde necesiten un ayudante o
algo? Es que necesito dinero para poder comprarme el coche porque
si espero por mis padres me hago vieja, así les ayudo con los
gastos y demás.
Natalie la miró
pensativa y de repente se le ocurrió una
idea.
-Creo que podrías
servir para trabajar en la boutique de
Paolo.
Cloe frunció el
ceño.
-¿Trabajar en una
tienda de ropa?
-Sí, Paolo es muy
bueno y seguro que buscará el trabajo adecuado para ti, vamos
acompáñame.
Las dos fueron a la
boutique de Paolo, el cual se sorprendió bastante con el cambio de
Natalie. Ella le comentó que su amiga buscaba trabajo y este miró a
Cloe fijamente.
-Así que buscas
trabajo.
-Sí- dijo Cloe
mirándolo a él.
-¿Y qué sabes de
moda?
-Si quiere que le
sea sincera, no tengo ni pajolera idea de
moda.
Paolo soltó una
carcajada bastante afeminada y se acercó a las
chicas.
-Bueno, al menos
eres sincera, cariño. Muchas jóvenes vienen aquí a buscar trabajo
fingiendo saber mucho de moda y luego me doy cuenta de que no saben
nada.
-Mi amiga Cloe a
veces es demasiado sincera pero es buena persona. Desde el
accidente es la única amiga que he tenido y la valoro
mucho.
-Parece que Natalie
te tiene en muy alta estima. Si realmente fuiste un apoyo para
ella, probablemente seas muy competente en lo referente al trabajo.
¿Estudias?
-Sí, mis clases son
por la mañana.
-Perfecto,
trabajarías en el turno de tarde.
-¿Eso quiere decir
que la contratas?- preguntó Natalie.
-Por supuesto, ¿cómo
no voy a contratarla? Se ve que es una chica que aprende rápido.
Pronto aprenderá las cosas relacionadas con la
moda.
-Muchas gracias,
Paolo- dijo Natalie.
-De nada,
cariño.
-Ahora debo volver a
la academia. Debo limpiar un poco.
-Pues no trabajes
mucho y a ti- dijo mirando a Cloe- te veo el lunes a las cuatro
¿entendido?
-Sí, aquí
estaré.
Tras despedirse, las
dos chicas salieron de la tienda y se fueron a la academia. Allí,
Natalie se cambió de ropa y le enseñó la ropa que le había dado
Paolo esa misma mañana.
Tras llegar la
noche, la chica cenó en la cocina y se dirigió luego al aula donde
ella y Ribber ensayaban. Ella llegó primero y se puso a calentar
hasta que él llegara. Al rato llegó el chico, el cual al verla, se
sorprendió bastante.
-¿Natalie?
La joven estaba de
espaldas a él y se giró para mirarlo. Ribber estaba con una mano
sujeta al pomo de la puerta y la miraba bastante
sorprendido.
-Hola, Ribber- dijo
la Natalie sonriendo levemente- puedes
entrar…
El chico salió de su
ensimismamiento y entró para cerrar la puerta tras de
sí.
-Vaya, qué cambio,
no me esperaba encontrarte con un nuevo corte de
pelo.
-¿Me queda bien?-
preguntó ella con timidez.
Ribber volvió a
mirarla y pensó que estaba realmente
preciosa.
-Te queda muy bien
pero cómo fue que te dio por cortarte la melena que
tenías.
Natalie se puso
tensa al recordar el por qué del corte pero luego sonrió y
dijo:
-Quería cambiar un
poco… ¿has sabido algo de las radiografías?- preguntó ella
cambiando de tema rápidamente.
-Bueno, hace un rato
llamé a mi padre a ver y me dijo que ya las radiografías estaban en
su despacho y que las había examinado.
-¿Y? ¿Cómo está mi
rodilla?
-Pues la verdad que
mi padre me dijo que tu rodilla estaba perfectamente y creo que se
sorprendió bastante porque dijo algo como que es como si nunca te
hubieses hecho ninguna lesión.
Natalie frunció el
ceño.
-No lo
entiendo.
-Verás, cuando
alguien se hace una lesión como te la hiciste tú, te recuperas pero
siempre quedan secuelas porque no se cura del todo y la cuestión es
que me dijo que la tuya estaba
perfectamente.
-Espera…- dijo la
joven asimilando las palabras que le estaba diciendo el chico-
¿estás queriendo decir que quizás nunca he tenido una lesión y que
mi rodilla no estaba dañada?
-Exactamente.
Natalie negó con la
cabeza. No podía ser. Ella oyó perfectamente cuando el médico le
dijo que no podría volver a bailar. Le había dicho que su rodilla
estaba casi destrozada, que no había posibilidad alguna de volver a
bailar.
Sentía que se iba a
caer de la sorpresa por lo que se apoyó en la pared. Él corrió a su
lado y la sujetó con fuerza.
-No puede ser…-
murmuró ella.
-¿Te encuentras
bien, Natalie?
-Es
imposible.
A su mente, entonces
volvieron las imágenes de su caída. Ella se había golpeado en la
rodilla, él médico le había dicho que se había
lesionado…
Ribber, preocupado,
la sentó en el suelo y él se sentó a su lado. Estaba muy pálida y
parecía a punto de llorar.
-Natalie, ¿quieres
que te traiga un poco de agua? Contéstame.
La chica lo miró
como si saliera de un sueño.
-Me engañaron,
Ribber… si es como dice tu padre, me
engañaron…
-Él estaba muy
sorprendido cuando me lo comentó, Natalie.
-¿Cómo es posible
que no me diera cuenta de nada? Cuando salí del hospital apenas me
dolía la rodilla pero yo pensaba que era por los fármacos que me
mandaron.
-Si realmente te
engañaron habrá que buscar al culpable de todo esto. Si mi padre
tuviese tu informe…
-¿Aún no lo han
encontrado?
-No Natalie, tu
informe no aparece por ningún lado y si todo encaja, entonces ese
informe lo escondieron para ocultar que tú estabas bien y que no
tenían ninguna lesión.
-No puede ser,
Ribber, tu padre debe de haberse equivocado, no es posible que
alguien me desee tanto mal para hacerme algo
así…
-Tus radiografías
las llevaron directamente al despacho de mi padre, no hay ningún
error. Piensa un poco, Natalie, según tú le has dicho, no te duele
y has bailado conmigo como si nada, tu rodilla siempre ha estado
bien…
-Yvette y Gillian…
ellas son las únicas que me odian… fueron ellas… claro, Gillian me
dio los zapatos con algo que resbalaba y estoy segura de que Yvette
hizo algo para que el médico dijera que tenía una lesión… Ribber,
fueron ellas. Ellas convirtieron mi vida en un infierno y qué mejor
forma de empezar que provocándome una lesión que me impediría
bailar…- Natalie se levantó y comenzó a dar vueltas por la
habitación- Yvette se burló de mí en el hospital… ahora lo entiendo
todo. Dios, qué ciega he estado…
-Tranquilízate,
Natalie, estás muy nerviosa- dijo el chico levantándose y
acercándose a ella.
-Esto no va a quedar
así, Ribber, he estado tres años sin bailar por culpa de esas dos
mujeres, tres años… ¿sabes lo que es eso?- las lágrimas corrían por
sus mejillas- Tres años sin hacer lo que tanto me
gusta…
Ribber la abrazó
mientras ella sollozaba.
-No llores, ahora
podrás volver a bailar porque estás bien, no tienes por qué llorar
más…
La joven se limpió
las lágrimas y lo miró fijamente. Él la miró y sus ojos se
encontraron. Un instinto se apoderó de él al mirar hacia aquellos
jugosos labios, deseando besarlos como si le fuese la vida en
ello.
Sin poderse
contener, se acercó a ella y rozó sus labios en un cálido y
delicioso beso. Ella abrió los ojos más de lo normal, sorprendida
ante esa muestra de pasión por parte de él. Dejándose llevar, cerró
los ojos y cruzó los brazos alrededor del cuello de
él.
Los restos de las
lágrimas que anidaron en sus mejillas, le dejaron un sabor un tanto
salado en los labios y se mezcló con el dulce sabor de los labios
de ambos.
Natalie se sujetó a
su cuello porque se sentía en un mar de emociones en el que podría
ahogarse y Ribber era su salvavidas, la que la mantenía a flote en
ese momento. El chico la obligó a retroceder hasta que la espalda
de ella quedó pegada a la pared mientras sus manos tomaban el
rostro de la chica entre sus manos para que no se separara de sus
labios.
A la mente de la
chica, volvieron las imágenes de cuando ella salía con Drake, de
cuando la besaba y no pudo evitar compararlos. Los de su antiguo
novio eran besos fríos que casi no le hacían sentir nada pero en
cambio los de Ribber le estaban despertando sentimientos
encontrados y eso la estaba confundiendo.
Entonces, las manos
de ella pasaron del cuello al torso de él para intentar alejarlo
pero estas se negaban a responder deseando un poco más de ese
delicioso beso la estaba haciendo sentir tan bien, tan deseada,
tan… querida. Maldiciéndose por dentro, logró apartarlo un poco y
abrió los ojos para mirarlo a él. Para mirar aquellos ojos tan
verdes como la hierba y al tenerlo tan cerca se percató de las
pequeñas motas de color marrón que le daban un hermoso toque
sensual a los ojos de él.
Ambos se miraron por
unos segundos más con las respiraciones agitadas hasta que él se
apartó y le dio la espalda, totalmente
arrepentido.
-Lo siento…-
murmuró.
Ella lo miró e
inconscientemente se llevó los dedos a sus labios ahora hinchados
por el increíble beso que se acababan de
dar.
-¿Qué?- preguntó
ella al procesar las palabras de él.
Ribber se giró y la
miró fijamente.
-No debí cogerte
desprevenida, me aproveché… te vi tan mal y no pude evitarlo… ¡soy
un estúpido!
Ella no podía
articular palabra, no sabía qué decirle. ¿Qué el beso le gustó?
¿Qué lo comparó con su ex y él le había hecho sentir cosas muy
distintas? No, no podía decirle eso. Lo haría sentir peor de lo que
ya estaba así que sólo pudo decir una cosa.
-Es mejor… que
acabemos el ensayo de hoy…
Él apartó la mirada
y sin decir nada más salió de allí hasta su habitación donde se
tumbó mirando al techo maldiciéndose por lo que acababa de suceder
en aquella pequeña aula.
Natalie lo vio
marchar y a pesar de querer detenerlo, no lo hizo por lo que se
limitó a apagar las luces y cerrar la puerta con llave para luego
ir a su habitación donde se sentó junto a la ventana y miró al
cielo estrellado.
Capítulo 16
Cloe acudió a la
boutique de Paolo para su primer día de trabajo. Al llegar, la
recibió el diseñador que le explicó lo que debía hacer en caso de
que viniera una clienta. Cuando terminaron, la puerta se abrió y
apareció Gillian quitándose unas enormes gafas de sol y las metía
en su bolso de marca que colgaba de su
brazo.
-Oh Dios, la bruja
boca de besugo ha vuelto- dijo Paolo por lo bajini a
Cloe.
La chica sonrió y
luego dejó que el diseñador se acercara a
Gillian.
-Paolo he venido a
hablarte del vestido.
-¿Le pasa algo?
Cuando se lo llevaron estaba perfectamente.
-Lo sé, es
espléndido, me encanta- dijo dándole el bolso al diseñador y se
dirigió a unas prendas de ropa que había colocadas en unos
maniquíes- ¿reconociste a la persona que vino a buscarlo?- preguntó
con una sonrisa maliciosa en los labios.
Paolo miró a Cloe y
sin que Gillian se diese cuenta, le guiñó un ojo a lo que ella
respondió con una sonrisa.
-Claro que la
reconocí, querida.
-¿Y qué te parece el
aspecto de la idiota de Natalie?
-De verdad que
estaba muy mal.
Gillian soltó una
carcajada y sonrió burlona.
-¡Lo sé y me
encanta! Es lo que se merece, siempre haciéndose la mosquita muerta
para ganar las competiciones de baile.
Cloe cerró las manos
formando dos puños y se giró para que Gillian no viera la cara de
rabia de la joven.
-Sinceramente no
pensé verla así.
-Bueno, lo que
importa es que no va a volver a bailar y nadie me quitará el puesto
que me merezco. Ahora olvidemos eso y vayamos a probarme el otro
vestido.
-Claro, pasa por
aquí- dijo Paolo entrando en la salita tras el mostrador, Gillian
lo siguió y cuando esta entró, el diseñador se asomó y le dijo a
Cloe- dentro de un momento te llamaré para que me ayudes con los
alfileres y te lo pido, clávale alguno, por
favor.
-Créeme, nada deseo
más en este momento- dijo la chica
sonriendo.
-Tú y yo nos
llevaremos la mar de bien, querida- dijo Paolo sonriendo- ahora
espérame aquí a que yo te llame.
Entonces Paolo
volvió dentro dejando a Cloe sonriendo
maliciosamente.
Ribber no fue ese
día a clase, apenas había dormido y estaba bastante cansado.
Cerraba los ojos y recordaba el beso que había compartido con
Natalie.
Como no tenía sueño,
cogió su guitarra y comenzó a tocar aquella melodía de la canción
que había cantado con la chica.
La joven que pasaba
por allí, oyó la melodía y cerró los ojos. Posó su mano en el pomo
de la puerta por un instante pero no se atrevió a verlo así que se
apoyó en esta. Su corazón latía frenéticamente porque a su mente
había vuelto aquel delicado beso que le había encendido por dentro.
No podía dejarse llevar por sus sentimientos, no quería volver a
sufrir como sufrió con Drake.
Suspirando, Natalie
se alejó de la puerta cerrada con una mano cerrando su
colgante.
Los últimos acordes
sonaron en su guitarra y él suspiró recostándose de nuevo en la
cama. Nunca se había sentido así y no sabía qué hacer. Siempre
había sido un picaflor y no se había sentido tan atraído por una
chica pero es que Natalie era tan dulce e inocente… a la vez que
bella y seductora sin siquiera
proponérselo.
-Oh, Ribber, te
estás comportando como un tonto enamorado…- se reprendió a sí
mismo- es imposible que te guste tanto para que andes por ahí como
un zombi… te estás volviendo un majara.
Se quedó mirando
fijamente al techo y de repente, su mente comenzó a trabajar en una
nueva melodía por lo que se sentó con la guitarra en sus brazos y
comenzó a jugar con los acordes para luego apuntarlas en un
papel.
Mientras, Natalie
había acudido a limpiar la habitación de Gillian. Recogiendo las
cosas, encontró unos folletos. Estos promocionaban un concurso de
baile que se celebraría en un mes. El plazo aún estaba abierto,
aunque había un pequeño problema. El concurso era en
pareja.
Seguramente, Gillian
tenía pensado presentarse con Ribber pero como lo dejaron, tiró los
folletos en un arrebato de enfado. Natalie sonrió y guardó el
folleto en su bolsillo, aunque podría suponer una negativa, se lo
propondría a Ribber sobre todo para hacer rabiar a su
hermanastra.
Limpió la habitación
y luego salió de allí. Cuando llegaba a la altura de la puerta de
la habitación de Ribber, lo vio salir y no tuvo tiempo de darse la
vuelta porque sus ojos se encontraron fundiéndose el uno en la
mirada del otro.
-Vaya, Natalie, no
te oí llegar…- dijo él intentando sonreír.
-La verdad es que
venía de la habitación de Gillian…- dijo ella nerviosa- ¿te
encuentras bien?
-¿Eh?
-Bueno, no has ido a
clase.
Ribber se rascó la
nuca.
-La verdad es que
estaba un poco cansado y decidí quedarme en la cama a dormir un
poco más.
-Entiendo…- dijo
ella desviando la mirada y su mano fue a parar a su bolsillo donde
estaba el folleto del concurso de baile, lo sacó y se lo mostró al
chico- encontré esto en la habitación de
Gillian.
Ribber lo cogió y lo
miró detenidamente.
-Por lo que veo es
en pareja.
-Sí, te iba a pedir
si querías apuntarte conmigo, ya es hora de que vuelva a los
escenarios a bailar.
-¿Estás segura de
que quieres volver ya a los escenarios? Puedes esperar un
poco.
-No, tiene que ser
ya, aunque claro, si tú no quieres tampoco te voy a
obligar.
Él la miró y la vio
ruborizada. Eso le encantaba aunque no lo reconociera públicamente.
Bailar sería una forma de estar cerca de ella bastante
tiempo.
-Está bien, yo me
encargo de apuntarnos- dijo él.
Natalie sonrió
levemente y luego bajó la mirada.
-Gracias. Bien, debo
marcharme a seguir limpiando.
-De
acuerdo…
La joven se alejó de
él lo más rápido que pudo y él se le quedó mirando. Volvió dentro,
se cambió y salió hacia el lugar de inscripción para el concurso.
Cuando llegó, una chica lo atendió
afablemente.
-Buenos días- dijo
la chica con el cabello negro recogida en un moño suelto y sus ojos
pardos se camuflaban tras unas gafas.
-Hola, vengo a
inscribirme para el concurso, también vengo en representación de mi
pareja de baile que no ha podido venir.
-Bien, dime
los nombres para apuntaros en la lista y en qué categoría de baile
vais a participar.
-Ribber Turner y
Natalie Taylor.
La joven comenzó a
escribir los nombres y cuando llegó al de Natalie se detuvo y lo
miró.
-¿Natalie
qué?
-Taylor.
-¿Esas no es la de
la lesión? ¿La que desapareció de los escenarios hace tres
años?
Ribber sonrió y miró
a la chica a los ojos.
-Veo que la
recuerdas, pues sí, la misma.
-Imposible, ella ya
no puede volver a bailar, yo misma lo leí en el periódico y en las
revistas hace tres años.
-Se ha recuperado…-
fue la respuesta de Ribber.
-Impresionante- dijo
la chica mientras escribía el nombre de Natalie- ¿en qué
categoría?
-Baile moderno, algo
tipo hip hop o reggaetón…
-De acuerdo, ahora
deberás esperar y darme un número para llamarte y decirte el día
exacto en que concursan los de baile
moderno.
El chico asintió y
le dio el número de su móvil, luego se fue y volvió a la academia.
Al entrar, se topó con Gillian que lo
detuvo.
-Ribber, ¿dónde has
estado?- preguntó ella mirándolo inquisitivo- no te he visto en
clase.
-He tenido que hacer
unas gestiones…- dijo el chico e intentó alejarse de ella pero
Gillian lo agarró del brazo.
-Espera… no quiero
que nos llevemos mal, Ribber… me gustaría que nos lleváramos
bien.
Ribber enarcó una
ceja y sonrió burlón.
-¿Tú y yo?
¿Llevarnos bien? Eso sería como pedir a un manzano que te dé una
pera. Es imposible.
Gillian se acercó
más a él y sonrió seductoramente.
-Vamos, Ribber… no
puedo vivir sin ti, te necesito- Ribber la esquivó y siguió
caminando pero ella lo siguió y se abrazó a él, obligándolo a
detenerse- no dejo de pensar en ti, eres como una
droga.
El chico apartó las
manos de ella y se giró para mirarla.
-Gillian, métetelo
en la cabeza, no vamos a volver juntos, no quiero verte más… ¿es
que no lo pillas?
La joven se enfadó y
lo empujó.
-Es que no podías
haberme dejado, ¡no tenías que haberlo hecho! ¿Es que no ves que me
gustas?
-¿La egocéntrica
Gillian quiere a alguien más aparte de a ella misma?- preguntó el
chico irónico- ¿de verdad tienes tanto hueco en el corazón para
querer a alguien más que no seas tú? No me lo creo, Gillian, tú no
puedes querer a otra persona a la vez que a ti misma porque te
crees el ombligo del mundo y no lo eres, así que metete eso en la
cabeza. Ahora, si no te importa, me gustaría volver a mi
habitación.
Tras decir esto, el
joven se alejó de ella y se dirigió a su
cuarto.
Gillian sintió
deseos de llorar, las palabras de Ribber le habían dolido mucho. La
había humillado cuando se había dado cuenta de que sentía algo más
que atracción hacia él.
Se giró y vio a
varias personas mirándola, sorprendidos, por lo que
gritó:
-¿Es que no tenéis
nada más que hacer? ¡Marchaos!
Los que allí estaban
siguieron su camino y ella corrió hacia su habitación donde se
encerró. Con rabia, cogió el edredón que cubría su cama y tiró de
él hasta que quedó en el suelo. Las cosas que había sobre su
tocador acabaron en el suelo. Lo tiró todo sin importarle que
algunas de ellas fueran de cristal y los trozos de cristal se
esparcieron por el suelo. Se arrodilló con lágrimas en los
ojos.
Lágrimas de rabia y
dolor.
Allí permaneció
durante un buen rato y cuando recuperó la compostura, llamó a
Natalie para que recogiera todo el estropicio que había
hecho.
Podía consolarse en
el hecho de hacer trabajar a su hermanastra hasta
agotarla.
Ribber se dirigió a
su habitación y la abrió pensando en lo egocéntrica que era
Gillian. Cuando miró al interior de la habitación, vio a Dylan en
su cama con una chica. Las sábanas apenas cubrían las partes
íntimas de cada uno.
El chico enarcó una
ceja y cogió una botella de agua que había sobre su escritorio y le
tiró el contenido a Dylan que se despertó sobresaltado. Miró a su
amigo sorprendido.
-Tío, ¿es que estás
loco? ¿Quieres matarme de un infarto?
-Bueno, un infarto
no pero creo que tú y yo teníamos una
apuesta…
-Espera- dijo Dylan
levantando las manos- ¿también te referías a esto con la
apuesta?
Ribber se cruzó de
brazos, sonriendo.
-¿Tú qué
crees?
-No, eso no es
justo, no especificaste…
-Se siente, haber
preguntado…
El chico se giró
para coger la guitarra y Dylan se levantó.
-Espera, espera,
dame una tregua, hace tiempo que no me acostaba con una chica,
joder mírala…
Ribber se giró y lo
miró, luego cerró los ojos.
-Tío, tápate, que
ella quiera verte desnudo, no significa que yo
sí.
Dylan cogió sus
pantalones y se los puso.
-Vamos, Ribber,
apiádate de mí. Mírala, colega, es
impresionante.
Su amigo miró a la
joven que estaba tendida en la cama, la cual dormía plácidamente.
Este negó con la cabeza.
-Nada, no hay nada
que hacer, tendré que mirar en Internet qué películas se estrenan
esta semana…
-Joder, Ribber,
somos colegas.
-Y que sea en 3D con
las gafitas y todo- dijo Ribber sonriendo- y creo recordar que iba
a pedir palomitas de las grandes… ah y despiértala, creo que dentro
de un rato tenéis ensayo del musical.
Dicho esto, Ribber
abrió su armario, cogió una camiseta y se la cambió. Luego tomó su
guitarra y salió de la habitación dejando a Dylan lamentándose por
su mala pata. Ahora tendría que pagarle una entrada de cine con
palomitas incluidas a su amigo por perder una apuesta que no debía
haber hecho.
Pero es que aquella
chica era toda una diosa y no se pudo resistir. Perdería unos
cuantos euros sí pero había disfrutado con aquella joven lo
indecible.
Sonriendo, volvió a
la cama y despertó a aquella hermosa joven para volver a hacer el
amor y ambos irían muy sonrientes al ensayo del musical que tenían
en apenas diez minutos.
Al día siguiente por
la mañana, todos se encontraron en los tablones de anuncios un
enorme cartel en el que se anunciaba que habría una fiesta de
disfraces al que podían acudir todos los de la academia,
obligatoriamente, disfrazados.
Esta iniciativa
gustó bastante y se comentó durante todo el día, planeando ya los
disfraces que se pondría cada uno. Algunos irían de piratas, otras
de diosas griegas, sacando todos, una gran variedad de
disfraces.
Cloe, cuando llegó a
la academia a visitar a su amiga como hacía cada vez que podía, vio
el cartel y se le ocurrió la idea de meterse ambas en la fiesta y
disfrutar un poco que ya les hacía falta. Pero cuando se lo comentó
a Natalie esta se negó rotundamente.
-Pero ¿por qué
no?
-¿No leíste el
cartel? Es sólo para los de la academia y con eso se refiere a los
alumnos matriculados. Que yo sepa ni tú ni yo estamos
matriculadas.
-Pero no se van a
enterar, estamos disfrazadas, nadie vigilará la entrada porque
saben que nadie de fuera entrará a la fiesta. Y si es como me
comentaste anoche que piensas presentarte a un concurso de baile,
qué mejor forma de ensayar que bailando en la fiesta de disfraces
de la academia… piénsalo, nadie sabrá que eres tú si llevas un buen
disfraz. Tenemos a un gran diseñador de nuestra parte y nos podría
hacer unos disfraces que no nos reconocería ni la propia Gillian.
Venga, ¿qué me dices?
Natalie meditó esto
durante un rato. Si bailaba y nadie sabía quién era podría
sorprender luego a todos en el concurso. Incluso podría acercarse a
Ribber y él ni siquiera sabría quién era.
Al pensar en esto,
sonrió y luego miró a Cloe.
-¿Cuándo vamos a ver
a Paolo para que nos haga unos disfraces?
Capítulo 17
Cloe y Natalie
fueron a la boutique de Paolo, tras acabar de limpiar la academia.
Cloe le iba a comprar ropa nueva a su amiga, ya era hora de que
vista como una persona decente y también para hablar con el
diseñador sobre los disfraces.
Cuando entraron en
la boutique, Paolo salió a recibirlas con una sonrisa. Miró a Cloe
y enseguida vio en los ojos de ella algo de lo que
pensaba.
-No digáis nada. A
que venís por lo de la fiesta de disfraces de la academia. Gillian
me acaba de llamar. Creo que vosotras venís por algo parecido ¿me
equivoco?
-Nos has pillado,
Paolo- dijo Cloe- queremos dos disfraces para meternos en la
fiesta.
-Y si podemos saber
cuál será el disfraz que quiere Gillian, mejor- dijo Natalie- para
así elegir uno mejor.
Paolo
sonrió.
-Lo diré con la
condición de que no lo digáis por ahí.
-Prometido- dijo
Natalie.
El diseñador miró a
su alrededor y luego dijo por lo bajo:
-Quiere ir de
Catwoman.
Cloe no pudo
reprimir la risa y se rió escandalosamente.
-Con esas caderas es
imposible- dijo Cloe sin dejar de reír.
-Bueno, pero aún así
debéis guardar el secreto- dijo Paolo y miró a Natalie- si vas a ir
a la fiesta se me está ocurriendo un disfraz en el que transmitirás
mucho misterio.
-Estoy en tus manos,
llevaré el disfraz que veas que me va a quedar bien, eso sí, que
nadie sepa que soy yo- dijo la joven y no pudo evitar pensar en
Ribber.
Se mordió el labio
inferior y sus dos amigos la miraron.
-¿Pensando en
alguien en especial?- preguntó Cloe.
Natalie salió de su
ensimismamiento y los miró.
-¿Eh? No, no… es
solo que…- se quedó pensativa durante unos momentos y luego sonrió-
se me ha ocurrido una idea… voy a bailar en la
fiesta.
-¿Bailar? Pero… para
eso debes ponerte de acuerdo con el Dj- dijo
Cloe.
-Bueno, para eso te
tengo a ti, tú me vas a ayudar, nadie sabrá quién eres con tu
disfraz así que puedes hablar con el Dj, el retorno de Natalie
Taylor está muy cerca.
Los tres sonriendo y
comenzaron a comentar sobre disfraces y tipos de tejidos, etc.,
luego, Cloe le compró algunas prendas nuevas a su amiga,
prometiendo esta devolverle el dinero en cuanto
pudiese.
La joven llegó
cargada de bolsas a la academia y las metió en su habitación bien
resguardadas hasta que fuera el momento oportuno de
sacarlas.
Ya casi de noche,
Natalie acudió al aula donde ensayaba con Ribber. Aún no le había
dicho la categoría de baile en la que participaban porque el día
anterior, él se tuvo que ir a su casa. Mientras esperaba, comenzó a
calentar un poco y luego puso la música.
Se trataba de una
canción lenta y sin pensarlo se puso a bailar mirando sus propios
movimientos en el espejo.
Ahora que podía
bailar, no le daba miedo nada y así olvidaba la mayoría de sus
problemas. Entre ellos se encontraba el de sus sentimientos hacia
Ribber. Cerró los ojos y comenzó a girar y a girar. De repente
alguien la sujetó de la cintura
deteniéndola.
Notó la respiración
de quién la agarró en su cuello y el vello se le erizó. Abrió los
ojos y miró hacia el espejo que lo tenía de frente. Justo detrás de
ella estaba Ribber, el cual la miraba
fijamente.
-Me encanta cómo
bailas- dijo él.
Natalie se sonrojó y
se mordió el labio inferior.
-No digas eso, he
perdido demasiada práctica- dijo y se apartó- hace tres años que no
practico, me siento como un pato mareado.
-No eres un pato
mareado, Natalie.
-Ya has visto cómo
he bailado ahora… daba vueltas como una
idiota.
-Lo que me parece a
mí es que sigues teniendo miedo. Lo estabas haciendo muy bien,
quién sabe, quizás dentro de poco ya no tendré que darte clases-
dijo él sonriendo levemente.
-Sí, quizás y todo…-
dijo la joven no muy de acuerdo con estas
palabras.
-¿Empezamos?
-Espera… aún no me
has dicho la categoría en la que participamos en el concurso,
porque nos apuntaste ¿verdad?
-Claro que nos
apunté… bailamos en la categoría de baile
moderno.
-¿Moderno?
-Sí, hip hop,
reggaetón, etc.
La joven asintió
pensativa.
-Algo así como el
baile de la primera vez que me viste bailar
¿no?
El chico
sonrió.
-Exacto.
Natalie lo miró por
un momento y sonrió levemente.
-Bueno, creo que hay
algo de ese día que no me has devuelto… me dijiste que si iba a ver
a tu padre me lo devolvías…
-¿Te refieres a la
pulsera? Como no me la pediste antes no te la he
devuelto…
-Me gustaría que me
la dieses, tiene un significado muy especial para mí. Me la regaló
mi padre antes de que saliera a la venta… fue la primera pulsera
que se hizo- dijo la joven recordando con cierta
nostalgia.
El chico la miró
fijamente. Se la veía bellísima de cualquier
forma.
-Bueno, cuando
acabemos la clase de hoy, me acompañas y te la
devuelvo.
-Gracias- dijo
Natalie sonriendo levemente.
Tras esto, ambos
miraron la canción que podrían hacer en el concurso y comenzaron a
idear los pasos de baile para hacerla acorde con el ritmo. Pasada
una hora, ambos se dirigieron a la habitación del chico para que
este le entregara la pulsera a ella.
Una vez allí, él
abrió la puerta y la invitó a entrar. Ambos entonces, se toparon
con un Dylan eufórico que se acercó a Ribber y le
dijo:
-¡Felicítame
tío!
-¿Felicitarte? ¿Por
qué?
-¡Voy a ser el Dj de
la fiesta de disfraces!
-¿Y por eso tanta
alegría?
-Claro… todas las
pibas se pegarán a mí para pedirme canciones, el sueño de mi vida,
verme rodeado de chicas guapas- Natalie arqueó las cejas y fue
entonces cuando Dylan reparó en ella y sonrió para presentarse. Se
acercó como un galán y le cogió la mano-tú debes de ser Natalie
Taylor ¿no? Es un grandísimo placer conocerte- dijo el chico con un
tono bastante seductor y le dio un beso en la
mano.
La chica no puedo
evitar sonreír.
-Lo mismo digo,
eh…
-Dylan Sprout para
servirte.
-Eh, Dylan…- dijo la
chica.
Mientras, Ribber
buscaba la pulsera en la mesa de noche. Cuando la encontró se la
devolvió a su dueña.
-Aquí tienes la
pulsera, siento no habértela devuelto
antes.
-No pasa nada…
bueno, debo marcharme, hasta mañana.
-Hasta mañana- dijo
el chico sonriendo.
-Adiós,
Dylan.
-Espero verte
pronto, preciosa- le dijo él.
La joven sonrió y
tras echar una última mirada a Ribber salió de la habitación. Una
vez la puerta se cerró, Dylan miró a su amigo que aún miraba la
puerta por la que acababa de salir la
chica.
Dylan le pasó una
mano por delante de la cara y Ribber parpadeó rápidamente para
luego mirar a su amigo que estaba
sonriendo.
-¿Qué?- preguntó
Ribber tirándose en su cama.
-Estás loco por
ella, como diría mi padre: “estás pillado hasta las trancas,
chavalín”- dijo Dylan poniendo el tono de su padre en la última
frase.
-¿Tanto se nota?-
preguntó Ribber suspirando.
-Pues bastante,
amigo mío. Ya sabía yo que esto iba a pasar algún día. Me vas a
abandonar por ella…- dijo Dylan con fingido
dolor.
-No me seas
melodramático, hombre…- dijo Ribber sonriendo- la amistad está por
encima de todo…
Dylan sonrió y luego
se acostó en su cama. Al poco rato, ambos se quedaron
dormidos.
A la mañana
siguiente, Cloe fue a visitar a Natalie puesto que esta le había
enviado un mensaje el día anterior sobre algo relacionado con la
fiesta de disfraces.
Cuando llegó, entró
en la habitación de su amiga y se sentó en cama mientras Natalie se
cambiaba.
-Bueno, ¿qué es eso
que me tienes que comentar?
Natalie se puso la
camiseta y se viró hacia su amiga mientras se pasaba los dedos por
la melena.
-Ya sé quién es el
Dj de la fiesta.
-¿En serio? Mi niña,
que rápido…
-Bueno, es que lo vi
muy efusivo y entonces me enteré del por
qué.
-¿Y quién
es?
Natalie sonrió y
dijo:
-Dylan
Sprout.
Cloe miró a su amiga
y repitió el nombre por lo bajo como si hubiese oído ese nombre
antes y entonces lo recordó. Era el tipo del casi atropello.
Sorprendida miró a Natalie.
-No, Natalie, dime
que no es él, dime que es una broma, porque es una broma
¿verdad?
-Ojalá pudiera
decirte lo contrario pero es él, me enteré anoche cuando fui con
Ribber a su habitación.
-¿Qué?- preguntó
Cloe mirando a Natalie fijamente a los ojos- ¿Fuiste a la
habitación de ese chico?
-Sí… ¿por
qué?
-No te habrá hecho
nada ¿no?
Natalie frunció el
ceño.
-¿Y qué me va a
hacer? Sólo me dio mi pulsera que aún no me la había
devuelto.
-Dios, Natalie, me
vas a matar de un infarto… no me des esos
sustos…
La joven se
rió.
-No seas boba, Cloe,
si surge, surgió…
Ambas permanecieron
en silencio unos minutos hasta que Cloe
dijo:
-Un momento,
recapitulemos… ¿me estás diciendo que si hubiese surgido algo no te
hubiera importado?
-Claro que no, ¿por
qué me iba a importar?
-Eso quiere decir
que ese chico te gusta…
-No, no me gusta-
dijo Natalie poniéndose seria de repente.
Cloe no entendía
nada.
-Natalie, o me lo
explicas o estoy lenta de entendederas hoy… no te gusta y aún así
si hubiese surgido algo lo hubieses hecho.
-¿Es que acaso tiene
que gustarme?
-Bueno, estos días
no haces más que estar en las nubes, exactamente desde que te
cortaste el pelo… ¿es que sucedió algo?- Natalie apartó la mirada
pero no contestó- vamos, Natalie, somos amigas, sabes que me puedes
contar todo lo que sea…
Tras un momento de
silencio en el que la joven no se atrevió a mirar a su amiga,
levantó la mirada y le dijo:
-Me besó- Cloe la
miró sorprendida- sí, me besó y el problema radica en que me gustó
ese beso… fue tan delicado… me sentía en las nubes… pero no puedo
sentir nada por él, ¿y si me hace daño como me hizo
Drake?
-No todos van a
hacerte daño, Natalie. Dices que el beso te gustó ¿no? Si te gustó
es porque sientes algo hacia ese chico. No vas a vivir siempre
pensando que todos te van a hacer daño. A este no se le ve tan
capullo… fíjate que no soporta a Gillian… eso es un punto a favor
así que tan malo no puede ser.
-Estuvo saliendo con
ella.
-Pero la dejó. Te
dio su collar- dijo señalando el collar que la joven llevaba
puesto- eso no lo hacen muchos chicos.
-Me lo dio porque le
dije que me gustaba, no por otra cosa.
-Podía haberse
negado a dártelo y aún así te lo dio. Valora todo eso y te darás
cuenta que ese chico no podría hacerte daño. Sinceramente espero no
equivocarme. Joder, que te está ayudando con el
baile.
-Sí…
-Lo del baile es por
él ¿no?
-¿Qué?
-El baile de la
fiesta de disfraces, lo haces para él.
-No, lo hago para
poder bailar ante todos sin que sepan que soy
yo…
Cloe se levantó y
apoyó una mano en el hombro de su amiga.
-Natalie, búscate
una excusa mejor porque esa no cuela… lo que quieres es bailar para
él pero sin que sepa que eres tú… fíjate, lo quieres conquistar. Si
no te gustara, no harías esto… ni me harías pasar un mal trago con
ese chulo playa de Dylan…- dijo la joven.
-Sin tu ayuda no
podré hacerlo.
-¿Y cómo piensas
hacerlo? Como ese tipo sepa quién soy, no nos querrá
ayudar.
-El problema va a
ser que va a estar rodeado de chicas ese día, al menos eso
dice.
Cloe hizo una
mueca.
-Será creído este
tío…
-Bueno, imaginemos
que es así, sería casi imposible que te hiciera caso de entre
tantas… por lo tanto lo único que se me ocurre para que nos ayude
es que él sepa lo que vamos a hacer.
-¡¿Qué?!
Definitivamente te has vuelto loca. ¿Vas a confiarle a ese donjuán
de pacotilla algo tan importante como lo que vas a hacer en la
fiesta?
-A lo mejor es de
confianza, Cloe, él es nuestra esperanza.
-Querrás decir tu
esperanza, la que bailas eres tú no yo.
-Pero tú estás
conmigo en esto, estás ayudando a Paolo con el disfraz y
todo.
-Y una cosita…
¿Cuándo piensas ensayar?
-Ni siquiera sé de
lo que es el disfraz… Paolo no me lo ha dicho
aún.
-Bueno… quizás yo
pueda decirte algo…
-Ya… venga,
suéltalo, ¿qué quieres?
Cloe juntó las manos
a modo de súplica y le dijo:
-No me hagas decirle
a Dylan lo de tu canción.
-Vamos, Cloe, no me
puedes pedir eso, te necesito.
La joven puso cara
triste.
-De acuerdo te
ayudaré y te diré el disfraz.
Natalie sonrió
complacida, entonces Cloe le comentó cual era el disfraz y la joven
ya comenzó a hacerse una idea de la canción que podría bailar en la
fiesta.
Capítulo 18
Natalie iba por el
pasillo seguida de Cloe. Hacía algunos días que ambas habían tenido
la conversación sobre pedir ayuda a Dylan. En esos días, la joven
tuvo tiempo para pensar en lo que estaba haciendo y todo estaba
decidido, ya no había vuelta atrás a pesar de que Cloe había
intentado convencerla de lo contrario.
-¿De verdad quieres
hacer esto?- preguntó Cloe de nuevo.
-Sí, es lo único que
se me ocurre.
-¿Lo has pensado
bien?
-Bastante lo he
pensado. Buscaremos a Dylan y le diré lo que vamos a
hacer.
-Yo sigo pensando
que es una locura.
-Vale la pena luchar
por una locura- dijo Natalie- ¿no crees?- preguntó deteniéndose
ante la puerta de la habitación de Ribber y Dylan. Sonrió a su
amiga y tocó.
-¿Y si está Ribber
dentro?
-No está, ahora
mismo está haciendo un examen.
-¿Un examen? ¿Y el
gandul este no lo hace?
Natalie no tuvo
tiempo de contestar porque la puerta se abrió haciendo aparecer a
Dylan.
El chico frunció el
ceño.
-¿Natalie?- miró a
Cloe y su ceño se frunció aún más- ¡tú!
Cloe le miró y luego
cruzando los brazos, desvió la mirada.
-¿Podemos hablar
contigo?- preguntó Natalie.
-Pe…
pero…
Cloe suspiró
exasperada.
-¿Podemos o no
podemos?
Dylan se apartó de
la puerta y ambas entraron bajo la recelosa mirada de
él.
-¿Qué pasa?-
preguntó el chico sentándose en su cama frente a
ellas.
-Queremos hablar
contigo sobre un tema relacionado con la fiesta- comenzó Natalie
sentándose en la cama de Ribber, la cual acarició con una mano
inconscientemente.
-¿Con la fiesta? ¿Te
refieres a la de disfraces?
-Sí, necesitamos tu
ayuda.
-¿Mi
ayuda?
-No sé si Ribber te
ha comentado que mi rodilla está en perfecto estado y que vuelvo a
bailar… bueno, pues lo que quería comentarte es que esa noche
quiero bailar.
-Espera un momento,
¿vuelves a bailar?
-Sí, por eso
necesito que me ayudes.
-¿Y cómo puedo
ayudarte?
-En un momento de la
fiesta, deberás poner la canción que está grabada en este disco-
dijo cogiendo un disco que le entregaba Cloe para dárselo al chico-
cuando lo pongas, yo saldré y bailaré.
Dylan miró el disco
y luego a la chica.
-Un momento, ¿cómo
piensas entrar? Debes entregar una entrada para poder
entrar.
-De eso no te
preocupes, sólo deberemos estar sincronizados y para ello ya está
Cloe…
Ambos se miraron y
fruncieron el ceño.
-¿Qué va a hacer
ella?
-Ella te avisará
para que pongas la música, muy sencillo. Aunque debo pedirte un
favor muy grande.
-¿Qué
favor?
-Nadie,
absolutamente nadie debe saber lo que voy a hacer. Debes guardarme
el secreto.
-¿Ni siquiera se lo
puedo contar a Ribber?
-A
nadie…
-Está
bien.
Natalie, entonces,
se levantó y se despidió del chico. Salió de la habitación y Cloe
la fue a seguir pero Dylan la detuvo sujetándola por el
brazo.
-¿Por qué no me
dijiste que eras amiga de Natalie? Ella no es una alumna de la
academia.
-¿Acaso yo te dije
que mi amiga era alumna de la academia?
-Bueno, supuse que
sí, no pensé que vinieras a verla a ella.
-Una pena que seas
tan cortito de entendederas, además ¿tú no deberías estar en un
examen como tu amigo Ribber?
-Yo ya lo hice… Pero
no estamos hablando de eso.
-Tampoco quiero
hablar de lo otro, así que déjame.
-No, tendremos que
ponernos de acuerdo para sincronizarnos- dijo él mirándola de
arriba abajo.
Cloe se apartó
rápidamente y lo miró enfadada.
-No caeré en tus
jueguitos… me han dicho que eres un picaflor y yo no me llevo bien
con ese tipo de chicos.
Dylan sonrió con
malicia y luego se cruzó de brazos.
-Al menos debería
saber de qué vas disfrazada ¿no?
-No te preocupes,
que me reconocerás…
Dicho esto, la joven
salió de la habitación y corrió todo el pasillo hasta llegar a la
altura de Natalie, la cual al verla se
detuvo.
-¿Por qué tardaste
tanto en salir?
-Ese tipo pretende
ligar conmigo, fíjate que me dijo: “tendremos que ponernos de
acuerdo para sincronizarnos”- dijo la joven poniendo voz de chico-
es que encima es cutre el tío… no se puede ser más cutre para ligar
con una tía y llevársela al huerto.
-Pues se comprende
que aquí le funciona bien el ir un poco de cutre… diría que se ha
acostado con más de la mitad de las chicas de la
academia…
-¿En serio? Pues
vaya tías más… cortitas.
-Créeme, no sabes
cuánto.
-Si por lo menos me
dijeras que es guapo, me callo pero es que no es
así.
-Vamos, Cloe, no es
una belleza de tío pero tampoco está tan
mal.
-Me parece extraño
que digas eso cuando bebes los vientos por
Ribber.
Natalie miró
alrededor por si alguien las oía y le tapó la boca a su amiga
mientras le susurraba.
-¿Es que estás loca?
¿Quieres que alguien nos escuche y vaya contando el chisme por la
academia?
Cloe apartó la mano
de Natalie.
-No estoy loca pero
es la verdad ¿o me lo vas a negar cuando te conozco como la palma
de mi mano?
-Pero tampoco es
para contarlo a los cuatro vientos, no me gustaría que llegara a
oídos de Gillian.
-O sea, eso quiere
decir que sí te gusta- dijo Cloe sonriendo.
-Yo no he dicho nada
pero imagínate si se llega a enterar Gillian, me mata… ¿no sabes
que ella está aún detrás de él?
-Como si a mí me
importara que ella esté detrás de él, Ribber ya no está con
ella…
-Da igual. De todas
formas, no quiero hablar de este tema, lo que me interesa ahora es
ensayar un poco y prepararme, apenas me quedan unos días para la
fiesta.
-Hablando de la
fiesta, Dylan tiene razón, ¿cómo vamos a conseguir las
entradas?
-Gillian es la
encargada de venderlas y tiene un buen fajo en la habitación,
cuando vaya a limpiar mañana, cojo dos y ya
está.
-Pero ¿y si se las
lleva y no te da tiempo a coger ninguna?
-Tranquila, iré
antes de que se vaya a la primera clase, las entradas se caerán al
suelo por un descuido mío y entonces ¡zas!, cojo las entradas y no
se dará ni cuenta.
-Espero que el plan
no falle porque si no, ya nos veo suplicando a Dylan para que nos
consiga las entradas.
-No seas ave de mal
agüero- dijo Natalie cruzando los dedos- confiemos en que lo
conseguiré.
Cloe sonrió y
asintió.
-Debo irme- dijo de
repente- tengo que ir a la boutique de Paolo, debo probarme el
disfraz que me está haciendo.
-Se me va a hacer
raro verte con un disfraz- dijo Natalie
sonriendo.
-Anda que a
mí.
-Bueno, luego te
llamo.
Tras esto, la joven
se fue de la academia hasta la boutique de Paolo. Cuando llegó, se
encontró con Gillian, la cual iba a probarse su disfraz de
Catwoman. Para su mala suerte, Paolo estaba con el disfraz de
Natalie y no la podía atender por lo que ella tuvo que
hacerlo.
-Búscame el disfraz
de Catwoman para probármelo- le exigió Gillian con un movimiento
despectivo de su mano.
-Enseguida- dijo
Cloe con los dientes apretados y mostrando una falsa
sonrisa.
Corriendo entró en
el almacén y buscó el disfraz de Catwoman para dárselo a Gillian,
la cual lo cogió y se lo llevó al probador. Mientras se lo ponía,
Cloe pudo oír los esfuerzos que hacía la joven para ponerse el
disfraz lo que le sacó una sonrisa a la
primera.
Una vez consiguió
ponérselo, Gillian salió del probador y miró a Cloe la cual tuvo
que reprimir la risa al ver lo ridículo que le quedaba el disfraz a
la otra.
-¿Cómo me queda?- le
preguntó Gillian mientras se observaba en el
espejo.
-Bueno… te queda
bastante bien, realza tus formas…
Gillian sonrió y
asintió mientras se estiraba un poco más el disfraz ya de por sí
demasiado tirante. Miró a Cloe y frunció el
ceño.
-¿Te he visto
antes?- le preguntó- tu cara me resulta
familiar.
Cloe se puso tensa y
desvió la cara para que no la viera bien.
-Pues no, hace poco
que empecé a trabajar aquí. Probablemente te confundas con otra
persona.
Gillian se quedó
unos segundos pensativa y luego dijo:
-Tienes razón, no
creo que te conozca, no me suelo relacionar con la prole, perdona
que lo diga así pero no puedes negar la
verdad…
Dicho esto, Gillian
se metió de nuevo en el probador y Cloe cerró los puños mientras
fruncía los labios callándose un par de palabras que se merecía en
ese momento.
Después de haberse
probado el disfraz salió dejando el disfraz dentro por lo que Cloe
tuvo que cogerlo para llevarlo de nuevo al almacén. Cuando salió,
ya Gillian no estaba por lo que pudo soltar toda la rabia
contenida.
-¡Ahh! ¡Asquerosa
tonta pija rubia de bote! ¡Boca de besugo! ¡Bruja! ¡Y me quedo
corta porque si sigo no paro!
Ribber estaba en su
habitación con la guitarra ya que los demás estaban en el ensayo
del musical por lo que él tendría un rato a solas para reflexionar
y quizás para componer alguna canción nueva, si quería grabar una
maqueta debería tener más canciones por si hiciesen
falta.
En ese momento se
tiró en su cama y fijó la vista en el techo, pensando en Natalie.
Últimamente no se la sacaba de la cabeza y eso lo estaba
torturando. Se estaba volviendo loco y eso no era nada
bueno.
La imagen de aquella
joven inocente le vino a la mente la primera vez que la vio en
aquella aula bailando y sonrió para sí al recordar la cara de susto
que se le había quedado, una cara de lo más
hermosa.
También recordó la
reticencia de ella al principio, del miedo que le tenía porque él
estaba en posesión de su pulsera y porque sabía quién era. Por
suerte después de que su padre le mirara la rodilla, ella comenzó a
cambiar poco a poco y ese cambió le gustó aún
más.
Pero entonces todo
se truncó cuando se produjo aquel beso tan sincero para él. Ella
parecía tener miedo de lo que estaba sucediendo en aquel momento y
él no supo leer las señales en sus ojos cuando se acercó a
ella.
Con estos
pensamientos, el joven se sentó y cogió su guitarra. Poco a poco
fue formando una canción con una letra que representaba todo lo que
significaba Natalie para él y el miedo a perderla porque se estaba
enamorando perdidamente.
Tras acabarla dejó
la guitarra sobre la cama al igual que el papel y salió de la
habitación para despejarse un poco y no pensar tanto en Natalie o
si no se volvería completamente loco. Iría a dar una vuelta por la
zona comercial que era donde más gente había y así podría perderse
entre la masa.
Natalie se dirigió a
la habitación de Ribber para comentarle algo sobre los ensayos para
el concurso de baile pero al tocar en la puerta, nadie contestó.
Tras intentarlo un par de veces más y al ver que no contestaba
nadie, se decidió a abrir la puerta.
Estaba
vacía.
Decepcionada, se fue
a girar para salir cuando vio sobre la cama de él la guitarra con
una hoja al lado, al parecer escrita. Lentamente se acercó, con
curiosidad y vio que se trataba de una canción nueva, seguramente
la compuso antes de salir.
Cogió el papel y
leyó la letra.
Su semblante cambió
completamente al saber que esa canción estaba dedicada a ella,
expresaba todo lo que él sintió cuando la conoció y cómo ha ido
sintiéndose con el paso de los días.
No podía ser, era
imposible que sintiera todo eso sin que ella hubiese hecho
nada.
En tan pocas
palabras había expresado más de lo que ella podía imaginar y todo
eso era para ella. Todo, sin excepción
alguna.
-“Me estás volviendo
loco, no hago más que pensar en ti…”- dijo ella releyendo la
canción.
Sin poder seguir
leyendo y con los ojos ardiendo por las lágrimas contenidas, dejó
la hoja sobre la cama y salió corriendo hasta el baño donde se
sentó junto a la pared respirando con
dificultad.
No quería llorar,
debía ser fuerte y no llorar. Sus sentimientos estaban en un mar de
confusión y en cambio los de él parecían tan
sinceros…
Cerró los ojos para
aguantar las lágrimas. En su mente revivió todos los momentos
vividos con él hasta que de súbito aparecieron imágenes de
Drake.
-Aléjate de mi
mente… aléjate de mi mente…- se decía a sí misma para dejar de
pensar en el chico que tanto la había hecho sufrir abandonándola
cuando más necesitaba su cariño.
¿Por qué no era
capaz de odiarlo? ¿Por qué se martirizaba tanto pensando en él?
Debería odiarlo por todo lo que había
sufrido.
Al tener los ojos
cerrados no se dio cuenta de que alguien había entrado en el baño y
se agachaba frente a ella.
-¿Estás
bien?
Natalie abrió los
ojos y ante sí vio a Beverly que la miraba
fijamente.