Capítulo 8
   Beverly estaba en el comedor tomándose unas patatas fritas cuando lo vio aparecer. Era tan guapo y considerado que su mente la llevó a soñar un futuro con él.
   El joven al verla, se acercó a ella sonriendo.
   -Hola, Beverly, ¿qué tal?
   -Hola, Devon- dijo ella sonriendo tímidamente- yo estoy bien ¿y tú?
   -Aquí como siempre, ¿qué tal llevas la clase de canto?
   -Bueno, no me quejo, aún no he mejorado mi voz pero poco a poco lo voy consiguiendo.
   La joven lo miró, su pelo corto castaño y los ojos color azul como el mar, la volvían loca. Él sonrió y le dijo:
   -Bueno, nos vemos en clásico.
   -Sí, hasta luego.
   Devon se fue de allí y entonces apareció Gillian y la miró con los brazos en jarra.
   -No me puedo creer que estuvieras hablando con Devon, creo recordar que te dije que no es para ti.
   -Sólo hablábamos.
   -No debes hacer ni eso… pero mírate, ¿otra vez picando entre horas? Te estás poniendo como una foca.
   Beverly bajó la mirada, avergonzada y Gillian aprovechó para quitarle las patatas.
   -Lo hago por tu bien, querida, anda ve a ponerte la ropa de clásico.
   -Ya voy.
   La joven se levantó y salió del comedor pero en vez de dirigirse a su habitación, fue al lavabo. Se miró en el espejo fijamente y se levantó la blusa para tomarse un poco de carne del vientre, se veía gordísima y eso no le gustaba.
   Con la mirada perdida se dirigió a uno de los baños, cerró la puerta y miró el retrete fijamente. Se arrodilló y se metió dos dedos en la boca lo que le provocó el vómito. Tras vomitarlo todo, salió y se lavó la cara para recuperarse, Volvió a mirarse en el espejo. Se odió por lo que acababa de hacer pero era eso o que su ropa no le sirviera.
   Tras eso, salió y fue a cambiarse a su habitación. No volvería a picar entre horas, se acabó. Se puso las mallas, se recogió el pelo y se fue corriendo al aula donde tendría baile clásico.

   Cloe llegó a la academia y se dirigió a la habitación de su amiga.
   -¡Hola, hola, amiga mía!- exclamó Cloe al entrar pero al ver a su amiga con las manos vendadas, se acercó a ella y se sentó a su lado- ¿qué te ha pasado?
   -Nada, son unas simples ampollas.
   -¿Simples? ¿Estás segura?
   -Sí, de verdad, no es nada, ya casi están curadas…
   -Pero, ¿cómo te lo hiciste?
   -Limpiando el suelo.
   -¿Cómo que limpiando el suelo? Que yo sepa se limpia con fregona.
   -Yo lo limpié con mis manos, Yvette me obligó.
   -¿Qué?- preguntó Cloe estupefacta, luego frunció el ceño y dijo- esto ya se pasa de castaño oscuro, ¡te está explotando!
   -Pero no puedo hacer nada… vivo bajo su mandato.
   -¿Y porque estés bajo su mandato, tiene que hacerlo así? Maldita sea, Natalie, es hora de que espabiles de una vez, ¡plántale cara!
   -No puedo hacer eso, Cloe, me echaría de aquí, es lo poco que me queda de mi padre…
   Cloe suspiró y miró a su amiga:
   -Pues algo tendrás que hacer.
   -No voy a hacer nada.
   -Mira que eres cabezota, ¿qué te dijo la enfermera?
   -Es doctora… y me dijo que se me curaría pronto, hoy tengo que ir a ver como están.
   -Pues te acompaño.
   Natalie asintió y las dos se fueron a la enfermería. Al llegar, encontraron a la doctora redactando unos informes. Al ver a Natalie, le mandó a sentarse en la camilla. La joven lo hizo y la doctora le quitó las vendas lentamente.
   -Parecen que están mejor, te aplicaré una crema y no hará falta vendártelas.
   La doctora le puso una crema y luego Cloe y Natalie se fueron de allí.

   Llegó el fin de semana y con este, el día en que Natalie iría a la casa de Ribber a cenar. Por suerte, Yvette se había ido a otra de esas grabaciones que tenía ella. Miró su armario y sólo encontró un vaquero más o menos nuevo y un suéter celeste de escote en forma de corazón, se peinó con una coleta a un lado como siempre y se sentó en las escaleras a esperar a que el chico bajara para marcharse.
   Al rato, Ribber apareció vestido con un vaquero oscuro y una camisa blanca algo arrugada. Cuando ella lo vio, se levantó y lo miró, se sintió un poco avergonzada puesto que él llevaba ropa de marca y ella unas prendas de ropa simples.
   Él al verla, se detuvo y sonrió, se la veía sencilla a la vez que hermosa, luego frunció el ceño, ¿pero qué estaba pensando?
   -¿Lista?- le preguntó él cambiando de expresión y sonriéndole.
   -Creo que sí, no sé si llevo la ropa adecuada para la cena.
   -Estás perfecta… anda, acompáñame.
   El chico salió y se dirigió a los aparcamientos, la joven lo siguió y se metieron en el coche de él. Finalmente se dirigieron a la casa de Ribber donde ya estaban los padres con la mesa preparada.
   Ribber aparcó el coche delante de la puerta del garaje y salió pero ella se quedó dentro. Él se acercó a la puerta del copiloto y la abrió pero Natalie no se movió.
   -Ribber, no puedo salir… no me atrevo…
   -¿Por qué no? Mis padres no te harán nada, además, estarás conmigo.
   -Pero… ¿y si hago algo mal? No sé cómo he de actuar ante tus padres.
   -Simplemente sé tú misma, no tienes que hacer ningún papel, vamos.
   Natalie se bajó del coche, cerraron las puertas y se dirigieron a la casa. Él abrió la puerta y pasaron al salón donde estaban los padres de Ribber, los cuales saludaron cortésmente a Natalie. Luego pasaron todos a la mesa, incluido la hermana del chico.
   Esta se sentó frente a Natalie mirándola con el ceño fruncido. La madre de Ribber trajo una bandeja con la comida y todos se sirvieron. La cena comenzó en un absoluto e incómodo silencio hasta que la madre del chico rompió el silencio.
   -Bueno, Natalie, ¿te está gustando la cena?
   -Oh, sí, está deliciosa.
   -Me alegro que te guste…
   Natalie sonrió levemente, agradecida pero aún sentía la dura mirada de la hermana de Ribber sobre ella. ¿Qué le pasaba a esa joven para que la mirara de esa forma tan dura? La joven miró a la hermana de Ribber e intentó sonreír levemente pero la otra apartó la mirada con cierto odio.
   -Hija- dijo la madre de él dirigiéndose a la hermana de este- ¿no dices nada? Desde que ha comenzado la cena no has dicho ni una palabra.
   La joven enarcó una ceja mirando a su madre.
   -¿Qué quieres que diga? ¿Quieres que le haga la pelota a la invitada de Ribber? No mamá, yo no trato con fracasadas.
   Natalie bajó la mirada sin decir nada y el padre de Ribber reprendió a la hija:
   -Gemma, no te permito que hables así.
   -Es la verdad, papá, no es más que una fracasada, que ni siquiera era capaz de pararse a firmar un autógrafo cuando alguien se lo pedía.
   -Gemma, ya basta- dijo Ribber mirándola acusadoramente.
   Natalie se levantó y trató de sonreír.
   -Señores, han sido muy amables y la cena estaba deliciosa, muchísimas gracias- luego miró a Ribber y le dijo- te espero fuera…
   Tras decir esto la joven salió del comedor y luego de la casa. Ribber se levantó y miró a su hermana.
   -Eres de lo que no hay, en serio…- y el joven siguió a Natalie.
   Cuando salió, se encontró a la joven sentada en el jardín abrazada a sus rodillas, medio oculta por un matorral lleno de rosas. Ribber se acercó y se agachó frente a ella sin decir nada, por lo que ella lo miró y comenzó a hablar.
   -Quiero irme, Ribber, no quiero quedarme aquí.
   -Tú no vas a irte, es más, no hagas caso de lo que dice mi hermana, está un poco chiflada.
   -Ribber, no digas eso de tu hermana, tiene razón, soy una fracasada.
   -Natalie, no eres una fracasada, entiéndelo, ya te dije una vez que los sueños se podrían cumplir si tú misma pones de tu parte. Volvamos dentro…
   -No, es mejor que me lleves de nuevo a la academia, venir aquí ha sido un error.
   -¿Crees que ha sido un error venir hoy a mi casa para que mi padre pueda examinarte esa rodilla?
   -Sé que quieres ayudarme pero no puedo…
   -Muy bien, ¿es eso lo que quieres? Pensé que eras más valiente, Natalie, te has enfrentado a la soledad y has vivido con Yvette durante todo este tiempo para tener un sitio donde vivir  dónde tener un plato de comida caliente. Eres muy valiente, si yo hubiese estado en tu lugar no lo habría soportado, has demostrado entereza contra los malos momentos, no permitas que una persona como mi hermana o tus miedos te impidan alcanzar tu sueño- Ribber se levantó y le tendió la mano- está en tu poder volver a ser feliz, sólo tendrías que acompañarme dentro y tener un poco de paciencia.
   Natalie lo miró a los ojos, ya que a pesar de la oscuridad, las pequeñas luces que había repartidas por el jardín le daban un toque mágico a esa mirada tan hermosa y tan limpia. La joven inspiró hondo y le dio la mano al chico para que la ayudara a levantar, lo que hizo que el chico sonriera, complacido. Se había salido con la suya, la había hecho meditar sobre su futuro.
   -¿Qué hago si tu hermana vuelve a atacar?- preguntó mientras se dirigían a la casa.
   -Tienes dos opciones, o pasar de ella como suelo hacer yo la mayoría de las veces o puedes contestarle de una forma sutil para que sepa que no le tienes miedo.
   Ella sonrió levemente y ambos entraron en la casa para luego volver al comedor. Volvieron a sentarse en sus asientos y Natalie miró a los padres del chico y dijo:
   -Perdonen por mi actuación de antes pero necesitaba tomar un poco de aire…
   -Tranquila- dijo el padre mostrándose afable- perdona a mi hija, su comportamiento últimamente no es el adecuado.
   -Oh, no se preocupe, señor, su hija quizás esté dolida por algo que haya pasado tiempo atrás y no pretendo justificarla, espero que no la castigue.
   -Ya sabía yo que acabarías haciendo la buenita delante de todos como hacías cuando eras famosa.
   -Siempre he sido así.
   -¿De verdad? ¿Entonces por qué no me firmaste el autógrafo que te pedí cuando te vi por la calle?
   -¿Autógrafo?
   -Sí, hace tres años, te vi en un paso de peatones, ibas con un chico, tu novio y con tus guardaespaldas. Intenté acercarme a ti pero no me dejaron, te llamé y no me hiciste caso, simplemente cruzaste la calle y no me firmaste el autógrafo.
   Natalie la miró fijamente. No la recordaba.
   -Créeme que si te hubiera visto, no te hubiera negado el autógrafo, jamás haría algo semejante porque gracias a personas como tú, estuve donde estuve y fui feliz porque sabía que vosotros me apoyaríais siempre, aunque resultó no ser así del todo- dijo Natalie bajando la mirada algo entristecida.
   Gemma la miró y pudo ver la inmensa pena de la que había sido su ídolo en la cara. Quizás había sido muy dura con ella al decirle fracasada. Ribber la miró fijamente.
   -¿De… de verdad que no me viste?
   -Te lo juro por lo más sagrado ahora mismo que no te vi. Nunca haría algo así.
   -¿Tus fans se olvidaron de ti?
   -Completamente, ¿de qué les servía tener a un ídolo que ya no podía bailar por culpa de una lesión en una rodilla? Muchas personas seguro que piensan lo mismo que tú, que soy una fracasada puesto que mi carrera fracasó aquel día…
   -Vaya…
   -Pero preferiría olvidarlo, ya no tiene sentido pensar en cosas del pasado, lo único que quiero es que tu padre me revise la rodilla y ya está.
   -¿Cabría la posibilidad de que volvieras a bailar?
   -Es posible, aunque lo dudo mucho, una lesión como la mía no se cura completamente.
   -Gemma- dijo Ribber- ha bailado dos veces como si nada, así que es muy probable que pueda volver a bailar, lo que pasa es que Natalie tiene un miedo insoportable.
   -Es normal- saltó el padre de los dos hermanos- mi diagnóstico es vital para avivar sus esperanzas, aunque si lo que dice Ribber es cierto, probablemente, podrían ser buenas noticias.
   -Ojalá fuese así, señor- dijo Natalie.
   -Veo que aún conservas un grado de esperanza.
   -Es tan mínimo que creí que no tenía ninguno, en parte porque me sentía muy sola, con la única compañía de una amiga que a pesar de todo y casi sin conocerme me dio vitalidad para seguir caminando aunque en mi vida ya no hubiese baile, también gracias a su hijo he encontrado ese rayito de esperanza, aunque también es probable que ese pequeño rayo acabe destruyéndose si de verdad mi lesión no está curada.
   -Eso lo comprobaremos con un poco de tiempo y un poco de paciencia, ¿crees que podrás?
   -Lo intentaré…
   -Me parece excelente. Hay que intentar ser positivo en esta vida.
   Natalie sonrió levemente, entonces, la madre de Ribber sirvió el postre. Una deliciosa tarta de manzana, con un toque de canela que le daba un sabor especial.
   Esa tarta era la favorita tanto de Ribber como de Gemma porque era un suculento plato que dejaba al paladar con ganas de más por lo que ambos repitieron.
   En cambio, Natalie, que a pesar de que el postre estaba delicioso, sólo se tomó un plato puesto que no quería abusar de la hospitalidad de esa gente tan amable.
   Una vez terminada la cena, todos se levantaron y Ribber, el padre de este y Natalie, se dirigieron al despacho donde su futuro podría cambiar drásticamente.

 

Capítulo 9
   Una vez dentro del despacho, todos se sentaron alrededor de un enorme escritorio de madera oscura, la misma madera de la que se componían los escasos muebles de la habitación. Una gran librería llena de libros de todo tipo, un pequeño mueble bar. Bajo sus pies había una enorme alfombra de color rojo oscuro con algún que otro dibujo en azul y también había dos sillones dispuestos al lado de la puerta junto con una pequeña mesilla.
   -Bueno, Natalie, comenzaremos desde el principio, cuéntame cómo fue la caída- dijo el padre de Ribber.
   La joven miró al chico y este asintió para que ella hablara.
   -Pues… yo estaba en la final del concurso de baile y me tocaba salir a mí por lo que comencé a bailar, noté que los zapatos resbalaban un poco pero no le di mucha importancia, entonces, justo después de hacer un salto caí al suelo.
   -Cuando caíste, ¿qué fue lo primero que chocó contra el suelo?
   La joven hizo memoria durante unos segundos y luego contestó:
   -Creo que fue la pierna pero no estoy segura.
   -¿Te hiciste algo más a parte del golpe en la rodilla?
   -Me doblé el tobillo.
   -Bien, déjame mirar esa rodilla- dijo el médico levantándose para acercarse a ella.
   Natalie se subió la pata del pantalón un poco por encima de la rodilla y el padre de Ribber se agachó para examinarla. La palpó con cierta delicadeza y la miró.
   -¿Te duele si hago esto?- preguntó presionando un poco.
   -No.
   -Interesante… ¿y si aprieto un poco más fuerte?- preguntó presionando más.
   -No… ¿eso es malo?
   -No, no es malo aunque me gustaría hacerte unas radiografías y si es posible, conseguir tu informe para ver qué dice acerca de tu rodilla, eso, si tú quieres continuar con esto.
   Natalie no supo muy bien qué contestar. Por una parte, deseaba continuar y por otra, corría el riesgo de que Yvette lo descubriera y la echara del único hogar que ha conocido. Aún a pesar de eso, tomó una decisión.
   -Quiero seguir.
   -¿Estás segura?- preguntó Ribber- una vez que comencemos con esto no habrá marcha atrás.
   -Segurísima.
   -Muy bien, Ribber te avisará para hacerte las radiografías.
   -De acuerdo.
   -Bueno- dijo Ribber levantándose- es hora de volver a la academia.
   -Sí- dijo Natalie y también se levantó.
   La joven se despidió del padre del chico y también de la madre. Quería despedirse de Gemma por no estaba en el salón.
   -¿Puedes indicarme dónde está la habitación de tu hermana? Me gustaría despedirme de ella también.
   Ribber la miró, algo sorprendido pero aún así, le dijo:
   -Acompáñame.
   Entonces los dos subieron al piso superior y se dirigieron a la habitación de la chica donde Natalie tocó la puerta y esperó a que contestaran de dentro.
   -¿Quién es?
   -Soy Natalie, ¿puedo pasar?
   -Pasa.
   La joven abrió la puerta y entró en una habitación de paredes rosadas, casi todas llenas de posters de artistas muy famosos. Una enorme cama con un edredón blanco y llena de cojines del mismo color ocupaba gran parte de la habitación y justo enfrente había un escritorio junto a un armario de madera pintado de blanco. Frente a la entrada había un tocador pintado igual que el armario y se situaba al lado de una ventana, decorada con unas cortinas blancas de estampado floral rosa.
   Natalie entró y se sentó en el borde de la cama.
   -Espero que no te haya sentado mal lo del comedor- dijo Natalie.
   -Tú no deberías disculparte, yo te traté mal.
   -Era normal, estabas resentida.
   -Ya pero no debí llamarte fracasada.
   -No pasa nada, de verdad, estoy más que acostumbrada, aunque si quieres hay una forma de solucionar esto, sé que ya no serviría de nada pero puedo firmarte un autógrafo ahora, si quieres claro. Ya no soy famosa pero así compenso lo de aquel día.
   Natalie sonrió levemente y Gemma también sonrió. Cogió una libreta de su escritorio y un bolígrafo para tendérselo a Natalie, la cual firmó en la primera hoja que encontró libre, con una pequeña dedicatoria y luego le devolvió la libreta a su dueña. Esta leyó la dedicatoria y miró a Natalie.
   -Gracias.
   -De nada, te lo debía… ahora debo marcharme.
   -¿Volverás algún día?
   -Seguramente.
   -Me alegrará volver a verte.
   -Adiós, Gemma.
   -Adiós, Natalie.
   Tras despedirse, la joven salió de la habitación y bajó, donde Ribber la esperaba cerca de la puerta de salida.
   Los dos salieron de la casa y se subieron en el coche. Él lo puso en marcha y se fueron de allí. En el trayecto, Natalie se quedó profundamente dormida, totalmente encogida en el asiento. Ribber la miró y sonrió levemente. Parecía tan frágil y delicada…
   Cuando llegaron a la academia, Ribber paró el coche e intentó despertar a la joven.
   -Natalie, ya hemos llegado… despierta.
   -Umm, no…- susurró ella.
   -Debes entrar en la academia.
   La joven no dijo nada, sino que siguió durmiendo. Ribber suspiró y se bajó del coche, se dirigió al lado del copiloto y abrió la puerta. La cogió en brazos y la llevó dentro. Ella se abrazó fuertemente a él. Susurraba cosas en sueños aunque eran casi ininteligibles.
   La llevó a su habitación y la depositó en la cama, entonces la cubrió con una manta.
   -Papá…- susurró Natalie acurrucándose bajo la manta.
   Ribber le acarició tiernamente la mejilla y luego le dio un beso en la frente con la mayor delicadeza posible. Tras dárselo, la observó y sin saber muy bien por qué deseó besar los labios de la joven. Le parecían unos labios perfectos para besar, tenían el tamaño adecuado, incluso el inferior era un poco más lleno que el superior y sabía que se ajustarían perfectamente a los suyos.
   ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué quería besarla en ese momento cuando parecía tan vulnerable y tan delicada? No lo entendía. No podía aprovecharse de ella en ese momento, ni en ese ni en ningún otro momento, por ahora.
   Salió de la estancia y se fue a su habitación, donde se quitó la camisa y se acostó en su cama, pensativo. Con la mente llena de pensamientos confusos, se quedó profundamente dormido.

   A la mañana siguiente, Natalie abrió los ojos y se encontró en su habitación, tapada con una manta y con la ropa del día anterior puesta. Extrañada miró a su alrededor pero no había nadie, así que se levantó y se cambió para ponerse a limpiar la academia.
   Bostezando, cogió el carrito y se fue a las habitaciones para limpiarlas. Las limpió una a una, recogiendo basuras de todos los recovecos posibles.
   Ahora le tocaba la habitación donde Ribber se quedaba y cuando entró, lo vio dormido en su cama. Silenciosamente, entró en la habitación y recogió un poco de basura, lo miró y se percató de que se había quitado la camisa para dormir. Colorada, la joven apartó la mirada y siguió recogiendo como si no hubiese visto nada pero aún así, su mirada se posaba en él a cada momento.
   Él se revolvió en la cama y abrió los ojos. Natalie que en ese momento lo miraba, retrocedió un poco, algo sorprendida, no se esperaba que se despertara así de repente. Ribber la miró y se sentó en la cama, algo estupefacto de verla allí.
   -Na… Natalie- dijo él.
   -Perdona, te he despertado, no era mi intención.
   -Oh, no te preocupes- dijo mirando el despertador- es hora de que me levante, debo terminar la canción que estoy componiendo.
   -Ah… yo entonces voy a seguir limpiando- dijo ella girándose.
   -Esto…- comenzó a decir él mirándola.
   Natalie se detuvo y lo miró.
   -¿Sí?
   -Bueno, había pensado que después podríamos vernos para empezar a enseñarte pasos nuevos, ya oíste a mi padre anoche. Probablemente puedas volver a bailar.
   -No estaría bien, además ¿y si nos ve alguien?
   -Procuraremos hacerlo a una hora en la que la gente ande ocupada no sé.
   Natalie lo pensó durante un momento, el riesgo es grande aunque si iba a… La joven sonrió levemente y le dijo al chico:
   -Espérame después de la cena en el hall, conozco un lugar perfecto para que me enseñes y que no nos pillen.
   -¿De verdad?
   -Sí, yo voy a seguir limpiando, nos vemos luego.
   -Chao.
   La joven salió de allí y Ribber se cambió de ropa para luego coger su guitarra y sus partituras. Comenzó a tocar para ver qué tal estaba quedando. Iba bastante bien y pronto la acabaría, la inspiración que sentía en ese momento era vital aprovecharla.

   Cloe se levantó temprano esa mañana ya que quería saber cómo le había ido a su amiga en la cena del día anterior. Se vistió y salió de su casa.
   Ya casi llegando a la academia, justo cuando fue a cruzar, un coche frenó bruscamente puesto que casi la atropella. El coche se detuvo y el conductor se bajó abriendo la puerta bruscamente.
   -¿Eres idiota o qué? ¿No miras cuando vas a cruzar?- preguntó alterado y cuando vio de quien se trataba, se enfureció aún más-, tenías que ser tú…
   Ella, al ver quién era el conductor, lo miró con el ceño fruncido.
   -Yo cruzaba por el paso de peatones, por lo que tengo preferencia en caso de que no haya semáforo y no lo hay, no sé si te enseñaron eso en la autoescuela cabeza de chorlito.
   -A mí no me llames cabeza de chorlito, además, seguro que no miraste antes de cruzar, que es lo que suelen hacer los buenos peatones.
   -Sí miré… además la culpa es tuya, eras tú el que conducía el coche.
   El joven frunció el ceño y se dio la vuelta para volver al coche pasando completamente de ella.
   -Bah, con las tías no se puede hablar.
   Cloe que lo oyó, lo siguió enfadada y cuando estuvo cerca de él, lo giró y con un dedo acusador le dijo:
   -Perdona pero a mí no me dejas así y con los que no se puede hablar es con los tíos tan prepotentes como tú.
   Dylan cogió a la joven y la arrinconó contra el coche para decirle sin dejar de mirarla fijamente.
   -Yo no soy prepotente, me parece que la prepotente aquí eres tú y si yo quiero que te quedes con la palabra en la boca lo haré.
   -¿Y si no qué? ¿Piensas pegarme o me seguirás insultando?
   -Yo no soy de esos.
   -Pues un tío que acorrala a una chica así, la gente podría pensar que sí eres uno de esos.
   Dylan se apartó un poco y se miraron fijamente. No se había dado cuenta antes pero la joven era guapísima y seguro que se dejaría hacer de todo. Sonriendo para sí, le dijo:
   -Lo siento, quizás me excedí un poco.
   Cloe lo miró con cierto recelo. ¿A qué venía ese cambio tan repentino?
   -Pues que te quede claro para la próxima.
   Ella se fue a girar pero él la sujetó por la muñeca.
   -Venga, no te enfades, perdóname, además, ni siquiera sé cómo te llamas.
   -Me parece que no estás muy bien de la cabeza, ¿a qué viene tanta amabilidad?
   -Solo quiero saber tu nombre.
   -A ti no te importa…
   -Venga, me presentaré yo primero, soy Dylan Sprout- dijo él tendiéndole la mano a la joven.
   Ella frunció el ceño y le dio la mano, recelosa, mientras ella le decía su nombre:
   -Yo soy Cloe Somers.
   -¿Puedo saber a qué vienes a la academia? Te he visto un par de veces pero no estás matriculada.
   -Voy a ver a una amiga.
   -¿De verdad? ¿Y puedo saber quién es esa amiga?
   -Una amiga, no creo que te importe.
   -Claro que me importa, así sabré quien es la amiga de esta joven tan… especial.
   Cloe puso los brazos en jarras y frunció el ceño.
   -¿Pretendes ligar conmigo? Pues no vas a conseguir nada, yo no salgo con niños de papá con un deportivo.
   -No pretendía ligar contigo, sólo estaba siendo amable.
   -Ya claro… mira, ya sabes mi nombre, ahora me gustaría ver a mi amiga.
   -Espero volver a verte algún día de estos- dijo él.
   -Ya lo veremos…
   Dicho esto, la joven se giró y se dirigió a la academia con paso firme. Dylan la vio entrar en la academia por lo que se subió en el coche y buscó un aparcamiento donde dejarlo.
   Tardo casi media hora en encontrar uno pero cuando lo aparcó, se bajó, lo cerró, no sin antes coger la bolsa de ropa limpia que se traía de su casa y entró en la academia.
   Se dirigió a su habitación, encontrando a su amigo con la guitarra y tocando una nueva melodía. Lo saludó, se cambió y se acostó en su cama con el guión del musical en las manos.
   -Suena bien… vas mejorando poco a poco, amigo. Hacía tiempo que no tenías tanta inspiración y creo que sé a quién debemos agradecérselo…
   -No digas gilipolleces, simplemente la inspiración ha llegado y ya está, no intentes buscar donde no hay que te conozco…
   Dylan se encogió de hombros y abrió el guión:
   -Muy bien… ya me contarás cuando te des cuenta de que te gusta…
   Sin decir más nada, comenzó a leer el guión en lo que su amigo seguía con la melodía nueva que estaba componiendo.

 

Capítulo 10
   Cloe buscó a su amiga por la academia y cuando la encontró, la saludó:
   -¿Qué hay?
   -Vaya, Cloe, ¿tan temprano por aquí? Me sorprende…
   La joven frunció el ceño.
   -Venga, Natalie, no te hagas la graciosa, me levanté temprano para enterarme de cómo te fue anoche.
   -La cena fue bien.
   Cloe hizo un gesto como esperando algo más pero no llegó.
   -¿Y? ¿Sólo fue bien? No sé, conociste a la familia de ese chico y su padre es médico según me has contado.
   -Bueno, después de la cena, el padre me revisó la rodilla y me dijo que probablemente pueda volver a bailar, me va a hacer unas radiografías y otras pruebas para asegurarse.
   -Eso suena genial, pronto vas a volver a bailar, ¿no te entusiasma la idea?
   -Claro que me entusiasma, es más, hoy Ribber va a empezar a enseñarme pasos nuevos pero tengo un poco de miedo.
   -Así que has quedado con ese chico- dijo Cloe sonriendo- te gusta ¿eh?
   Natalie abrió los ojos claramente sorprendida ante las palabras de su amiga.
   -A mí no me gusta, es un buen chico y me ha ayudado, nada más.
   -Ya claro, claro… no tardarás mucho en enamorarte, eres una chica muy pasional.
   -Sí pero aún así, ese chico es un amigo, nada más.
   Cloe levantó las manos en señal de rendición.
   -Está bien, dimito, ya me contarás dentro de un tiempo no muy lejano.
   -Que no…
   -De acuerdo… ¿sabes que han estado a punto de atropellarme?
   Natalie se acercó a su amiga, preocupada, su amiga lo dijo tan despreocupadamente que le sorprendía.
   -¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? ¿Cómo es posible que lo digas así como si nada?
   -Estoy bien, por suerte sólo fue un susto.
   -¿Y viste quién fue?
   -Sí, un chico de la academia.
   -¿De la academia?
   -Eso me dijo, se llama Dylan Sprout o algo así… tampoco le puse mucha atención.
   -Vaya, que coincidencia, Dylan Sprout es amigo de Ribber.
   -¿En serio? Pues espero que ese Ribber no sea tan pelmazo como su amigo. ¿Te puedes creer que pretendió ligar conmigo? Pero la lleva clara, yo no pienso caer en sus redes, me pareció un tipo muy… no sé, con la bragueta siempre abierta…
   -Créeme, la tiene muy abierta, fijo se la pasa ligando con toda la que puede.
   -Pues conmigo la tiene clara.
   Natalie sonrió abiertamente. No sabía por qué pero entre esos dos iban a saltar muchas chispas, aunque también meditó las palabras que le dijo su amiga sobre Ribber. ¿Podría realmente llegar a enamorarse de él? No, eso es imposible, ella no podría volver a enamorarse y menos después de lo de Drake.
   Cloe se dio cuenta de la triste mirada de su amiga y enseguida supo el por qué.
   -Oh no, Natalie, no puede ser que estés pensando en ese idiota de Drake…
   Natalie la miró.
   -¿Tanto se nota?
   -Sí mucho, eres como un libro abierto pero no pienses en él, no se lo merece, te dejó tirada como todos los que te seguían cuando eras una bailarina reconocida. Estaba contigo por tu fama…
   -Pero yo lo quería…
   -Lo sé, muchas noches te veía llorando en el hospital y créeme que no me gustaba para nada, odio ver a la gente tan destrozada como lo estabas tú y mucho más cuando es por un pelele como ese Drake.
   -Me abandonó, cuando más lo necesitaba me dejó…
   -Por eso no merece tus lágrimas ni tu tristeza, tú vales mucho y si él no supo ver lo bueno que hay en ti, él se lo pierde… tú eres mucho más que una famosa, eres un persona con sentimientos así que prométeme que no volverás a pensar en ese pelele.
   -Lo intentaré pero es muy difícil…
   -Nada es difícil si realmente te propones algo… no es bueno que vivas del pasado, te lo he dicho un millón de veces, necesitas volver a ser tú y no la que eres ahora, puedo darme cuenta perfectamente que no eres tú. No eres feliz y eso afecta a tu vida diaria…
   -Ya sé que afecta a mi vida diaria, Cloe, y créeme que me gustaría cambiar eso pero no he encontrado motivos suficientes para ello. Mi vida ha ido en picado desde que me caí y me cuesta salir a flote.
   -Eso es algo que está clarísimo y quiero ayudarte pero no sé cómo, eso me frustra bastante aunque no lo creas.
   -Ya sabes que con que me aguantes es más que suficiente.
   -Sí pero siento que no es del todo lo que puedo hacer…
   -Es mucho más de lo que esperaba y te aprecio por eso- dijo Natalie dándole un abrazo a su amiga.
   Ambas sonrieron y entonces, Cloe, después de unos minutos dijo:
   -Entonces quedaste con ese chico para bailar… interesante… de aquí surgirá la pasión, estoy segurísima.
   Natalie le dio un golpecito en el hombro a Cloe.
   -¡No digas eso! Somos dos amigos y él me enseñará pasos nuevos, estoy un poco atrasada en cuestión de pasos y otras cosas…
   -Ya, seguro…
   -Venga, olvida eso ahora y ayúdame… los alumnos llegarán pronto, por lo visto mañana es el último casting para el musical y todos vienen temprano para ponerse a estudiar el guión…
   -¿Un musical?
   -Sí, un musical… están todos como locos con los ensayos, se pasan la mayor parte del tiempo en las aulas, bailando o cantando…
   -Pues venga, no me gustaría que por mí, la bruja mayor te eche una bronca.
   Cloe ayudó a su amiga a terminar de limpiar la academia y justo cuando acabaron, llegaron los alumnos en tropel para dejar las cosas en sus cuartos y ponerse a ensayar para el día siguiente.

   Llegó la noche y con él la cena, donde todos comieron copiosamente para volver a ensayar para el musical.
   Después de la cena, Natalie se dirigió al hall de la academia donde la esperaba Ribber con un radiocasete y un forro con discos dentro. Ella se acercó y le dijo:
   -Veo que vienes preparado…
   -Es que no sabía si el sitio al que piensas llevarme hay alguna radio así que decidí traer la mía y los discos con los temas que se suelen bailar aquí durante las clases.
   -La verdad es que no tenía radio así que es perfecto que se te ocurriera…
   -Bueno, ¿y dónde está ese sitio al que piensas llevarme?
   -Sígueme y lo sabrás…
   La joven se acercó a las escaleras y comenzó a subirlas. Pasaron la primera planta y siguieron subiendo hasta encontrar una puerta cerrada frente a ellos. Natalie cogió una llave de su bolsillo y abrió la puerta.
   Entró pero Ribber se quedó fuera, intentando recordar si él había subido allí alguna vez pero no lo recordaba. Natalie se asomó tras encender las luces y le dijo:
   -¿Qué? ¿No piensas entrar?
   El chico entró, decidido y se encontró ante sí una gran habitación donde una de las paredes era un enorme espejo que iba desde el suelo hasta el techo, también había barras de baile clásico en otra de las paredes.
   -¿Cómo es posible que haya un aula de baile aquí arriba y no vengamos aquí a dar clase? Muchas veces nos hemos visto fatal para poder coger una de las aulas de baile que siempre se utilizan.
   -Bueno, es que esta no es un aula cualquiera. Esta habitación era donde yo ensayaba cuando aún bailaba. Aquí era donde podía concentrarme en mis bailes y que nadie me molestara, muy pocos conocen la existencia de esta habitación, muchos creen que las escaleras van a dar a una azotea pero no es así… Esta habitación guarda muchos recuerdos, al igual que ese baúl- dijo señalando el viejo baúl que había en una esquina de la habitación- aunque prefiero no hablar de ello, mejor comencemos con la clase de baile…
   -Sí, dime dónde puedo encontrar un enchufe y comenzamos- Natalie le indicó el enchufe y el chico colocó la radio. Metió un disco dentro y le dio al play- bien, la coreografía de este baile es muy sencilla, simplemente es cuestión de sentir la música para que puedas fluirte con ella. Intenta seguirme, ¿de acuerdo? Supongo que habrás calentado un poco ¿no?
   Natalie se sonrojó un poco y sonrió.
   -La verdad es que no…
   -Bueno, no pasa nada, haremos un calentamiento rápido y sencillo, tampoco hay que forzar mucho al cuerpo, como es el primer día, haremos algo sencillo y con el tiempo lo complicaremos un poco más, ¿te parece?
   -De acuerdo.
   Después de un rápido calentamiento, Ribber volvió a poner la música.
   -Ahora quiero que bailes esta canción, improvisa… intenta sentir la música.
   Natalie asintió y cerró los ojos para poder sentir mejor la música, entonces comenzó a moverse con pasos un poco torpes. Se sentía ridícula pero aún así no dejó de bailar hasta que sus movimientos se tornaron más gráciles y adecuados a la música que sonaba en ese momento.
   Ribber se limitaba a mirarla, sentía que si le decía algo que estaba mal en ese momento, podría provocar que ella dejara de bailar y lo que menos quería era eso ya que se movía de forma muy natural y sintiendo la música de verdad, no como otras chicas que se movían de forma mecánica. Había algo en ella, en su forma de bailar… parecía mágica. De repente, vio que la joven se detuvo.
   Esta cerró los ojos con fuerza y apretó los puños hasta que los nudillos se le quedaron blancos. Ribber al verla así, paró la música y se acercó.
   -¿Pasa algo?
   -El salto… era el momento exacto para dar un salto pero no pude…
   -No tenías por qué dar un salto.
   -Lo sé… pero sentí que debía saltar en ese momento.
   -Tienes miedo a saltar…
   -Mucho.
   -No te preocupes, si quieres lo dejamos aquí por hoy.
   -Sí, será lo mejor.
   -Bien, vete a tomarte un vaso de leche y te acuestas a dormir, no pienses en lo que ha pasado ahora ¿entendido?
   Natalie asintió y recogieron todo para marcharse cada uno a su habitación a dormir hasta el día siguiente. La joven se dirigió a la cocina y tomó un vaso de leche para poder dormir. Se dirigió a su habitación y se puso el pijama. Cogió su MP4 y se acostó en la cama, tratando de relajarse, debía superar su miedo al salto. Con todos esos pensamientos, la joven se quedó profundamente dormida.

   Ribber llegó a su habitación y dejó la radio encima de su escritorio, su amigo, actuaba con el guión en las manos y se movía por toda la habitación.
   -No entiendo por qué sigues ensayando cuando ya te sabes el papel de memoria.
   -Nunca está de más ensayar un poco antes de dormir.
   -Si sigues ensayando se te va a olvidar todo.
   -No, no se me olvidará. Un momento… ¿tú no estabas con Natalie enseñándole los nuevos pasos de baile?
   -Sí pero ya he acabado.
   -¿Tan rápido? Ah, pillín, no se dejó…
   Ribber enarcó una ceja.
   -Vamos a ver una cosa, chavalín, ¿tú sólo tienes pensamiento para una cosa en toda tu vida?
   -¿Y para qué más? Así soy feliz…
   -Ya hablaremos cuando te fijes en una chica y sólo pienses en ella…
   -¿Algo que te está pasando a ti por casualidad?
   -¿Qué? Vamos Dylan, ya te he dicho que sólo pretendo ayudarla, nada más.
   -¿Me vas a decir que piensas desaprovechar una oportunidad como esa? Tío, la tienes en bandeja de plata. ¿Qué más inocente puede haber en Natalie Taylor? ¡Aprovecha!
   Ribber suspiró exasperado.
   -De verdad, Dylan, que no puedo creer que seas tan monotemático.
   -Prefiero pensar en eso a pensar en otras cosas que puede deprimirme…
   -¿Cómo que quizás la competencia mañana puede ser muy fuerte?
   -Vete a la mierda un rato.
   -Muéstrame el camino…
   -Muy gracioso, no pero en serio, ¿de verdad que no te gusta aunque sea un poco esa chica?
   -Es guapa no te digo que no pero no sé si me fijaría en ella.
   -Ten por seguro que yo sí, amigo mío.
   Ribber se tiró en la cama sin dejar de mirar a su amigo, con el ceño fruncido.
   -Tú la quieres para una noche y ya está. No le arrebates su inocencia si luego la vas a dejar tirada.
   -¿Inocencia? ¿Estás queriendo decir que podría ser virgen?
   -Es una posibilidad… pero mira las cosas que me haces decir- dijo el chico lanzándole la almohada a su amigo en plena cara- no iba a decir eso, lo que quería decir es que una chica muy inocente y muy confiada, cree que todos somos igual de buenos que ella y no todos somos así…
   -Te preocupas mucho por ella y eso sólo puede significar una cosa…
   -Dylan- dijo en tono de advertencia su amigo.
   -Vale, vale, ya no digo más nada pero que sepas que las cosas son así y no voy a cambiar de opinión, la chica te gusta y además es virgen.
   -Eso no lo puedes saber con certeza.
   -Conozco bastante a las tías como para decirte si una es virgen o no…
   -Mira piensa lo que quieras, yo sé que no me gusta y no me importa si es virgen o no… ahora quiero dormir, mañana será un día un tanto ajetreado y tú también deberías dormir.
   -De acuerdo…
   Dicho esto, ambos se cambiaron y se acostaron a dormir.

 

 

Capítulo 11
   Gillian ya estaba lista para el casting, estaba segura de que el papel principal estaba ya asegurado. Sólo faltaba en del chico. Ribber no se había presentado y eso la enfadaba bastante. Había dos chicos disputándose el papel protagonista masculino y uno de ellos era el amigo de Ribber.
   Si resultaba elegido, podía aprovecharse de él para volver a acercarse a Ribber y volver a conquistarlo.
   Cuando esperaban en la fila, se acercó a Dylan sonriendo.
   -Hola Dylan…- dijo ella en un tono seductor.
   El chico la miró, sorprendido.
   -Ho… hola, Gillian.
   -Me he enterado que podrían darte el papel protagonista.
   -Bueno… la competencia es muy fuerte.
   -Estoy seguro de que lo llevarás tú, eres muy bueno.
   Dylan sonrió complacido.
   -¿De verdad?
   -Claro- dijo ella pasándole la mano por el pelo a él- umm, me encanta tu pelo. Bueno, me voy que ahora mismo entro al casting, mucha mierda…
   -Lo mismo digo- dijo él.
   La joven se alejó, no sin antes mandarle un beso volado al joven. Este sonrió ampliamente y se preparó para entrar al casting.

   Natalie estaba limpiando los baños y llevaba su MP4 puesto. Comenzó a sonar su canción favorita. Sonriendo, con los ojos cerrados, comenzó a bailar.
   Ribber pasaba por allí y la vio por lo que se asomó y se apoyó en el marco de la puerta. La joven se giró y cuando se detuvo, lo vio. Él sonrió mientras aplaudía, lo que hizo que ella se sonrojara.
   -Muy bien, Natalie, unos movimientos muy fluidos.
   -Eran unos movimientos muy torpes, ni siquiera sabía lo que bailaba.
   -Pero sentiste la música que era lo que quería, antes de comenzar con coreografías, debes aprender a sentir la música y ahora la acabas de sentir.
   -Yo… estaba haciendo la tonta.
   -Pero dime una cosa, ¿estabas a gusto?
   -Sí, era mi canción favorita.
   -Pues para bailar debes hacer que la canción que bailes sea como tu favorita y disfrutarla aunque sea la peor canción del mundo.
   -Entiendo.
   -Hoy cuando vayamos a ensayar de nuevo, deberás hacer como ahora, si quieres graba un disco con las canciones que te gustan, quizás te ayuden.
   -De acuerdo, aunque las canciones no son muy, como decirlo… vale, son cutres.
   -No importa, yo también tengo unos gustos un poco extraños.
   -Debes estar aburrido. Todos están en el casting.
   -Bueno, he tenido tiempo de acabar una canción que estaba componiendo, ¿quieres oírla?
   -Vale, me tomaré un rato de descanso.
   -Pues vamos.
   Los dos salieron del baño y se dirigieron a la habitación de Ribber. Él se sentó en su cama y cogió la guitarra. La invitó a sentarse y ella se puso al lado de él.
   Entonces, él comenzó a tocar una dulce melodía e incluso tenía letra. Ella lo miró fijamente pero de repente, él se detuvo.
   -¿Sucede algo?- preguntó ella.
   Él sonrió y le tendió un papel que contenía la letra de la canción.
   -¿La cantas conmigo?
   -¿Yo? Pero si canto fatal…
   -Te oí una vez y no lo haces tan mal, anda…
   Natalie cogió el papel aún dudosa y él volvió a empezar a tocar la melodía. Los dos comenzaron a cantar al unísono. Era una canción realmente preciosa que hablaba sobre el primer amor.
   Cuando acabaron de cantarla, ella lo miró y sonrió levemente.
   -Es preciosa.
   -Bueno, podría decirse que es mejor que las anteriores que he hecho.
   -Me gusta mucho, de verdad.
   -Me alegro que te guste.
   -Tengo que volver al baño para terminar de limpiar.
   -Nos vemos luego entonces.
   -De acuerdo.
   Natalie se levantó y salió de la habitación para volver a los baños. Al llegar, oyó a alguien vomitando en uno de los retretes. Sigilosamente, se acercó y la puerta se abrió, saliendo de él, Beverly, la cual estaba mortalmente pálida.
   Tambaleándose, se acercó al lavamanos para refrescarse la cara. Natalie se acercó y le preguntó:
   -¿Estás bien?
   Beverly levantó la mirada súbitamente y la vio a través del espejo.
   -¿Qué quieres?
   -Te sentí vomitar y me preocupé.
   -No tienes que preocuparte por mí, sé cuidarme sola.
   -Pues estabas vomitando.
   -¿Y a ti que te importa? Vete a la mierda y déjame en paz.
   Beverly se dirigió a la puerta tambaleándose. Su vista se nubló por completo y todo dio vueltas a su alrededor, entonces, sin poder aguantar más, la joven se desmayó. Natalie corrió a su lado.
   -¡Beverly! ¡Beverly, abre los ojos! ¡Vamos!- Natalie la zarandeó un poco y al ver que no reaccionaba, se levantó y salió fuera para pedir ayuda, entonces se encontró con un chico que había allí cerca- por favor, ayúdame, una chica se ha desmayado en el baño.
   El chico, alarmado, entró en el baño y vio a la joven tendida en el suelo.
   -Beverly…- dijo el chico cogiéndola entre sus brazos- ¿qué has hecho, Beverly?
   -Llevémosla a la enfermería…- dijo Natalie.
   El chico asintió y levantándose con Beverly en brazos la llevó a la enfermería. La doctora la atendió y la dejó tendida en la camilla con una vía intravenosa en el brazo por donde pasaba el suero y salió de allí para rellenar el informe de la chica. El joven no se separó de la chica en ningún momento. Al cabo de un rato, Beverly abrió los ojos lentamente.
   Cuando logró enfocar la mirada, vio a alguien a su lado.
   -¿Devon?- preguntó con voz ronca- ¿Qué me ha pasado?
   -Te desmayaste, estás muy mal, la doctora dijo que estabas desnutrida.
   -La comida no me sienta bien últimamente.
   -¿De verdad? Mira, te he visto comer hasta atiborrarte y luego vas corriendo al baño donde lo vomitas todo, te provocas los vómitos.
   -¿Cómo lo sabes?
   -Lo sé y eso es lo que importa. No eres la misma, ya no te conozco. Gillian ha sido tu perdición, quiere que seas como ella…
   -Gillian quiere lo mejor para mí.
   -Y lo mejor para ti es vomitar para quedarte en los huesos e incluso alejarte de mí, no sabes lo que es verte todos los días y no poder acercarme por miedo a que Gillian se enfadara contigo. Sé que no le caigo bien y que me insulta pero no me importa porque a quien yo quiero gustarle no es a ella sino a ti…- dijo el chico sin dejar de mirarla.
   Beverly apartó la mirada, Devon se le acababa de declarar.
   -Y me gustas…- dijo ella- pero Gillian dice…
   -Me da igual lo que diga Gillian, si te gusto y tú me gustas a mí, ¿por qué razón no podemos estar juntos?
   -Gillian no quiere.
   -Al cuerno con ella, el amor es cosa de dos, tres son multitud, a ella no le interesa nada, simplemente se cree el ombligo del mundo pero no lo es… Gillian es la que te ha cambiado, tanto tu forma de ser como tu aspecto. Mira tu pelo… te lo cortaste y te lo teñiste cuando realmente tu pelo oscuro era hermoso y esa mirada que tenías con las gafas, eras perfecta, ahora no eres tú, eres otra Beverly… la Beverly que yo conocía no era así.
   -¿De verdad te gustaba con gafas?
   -Mucho más que ahora, con las gafas me parecías una chica muy misteriosa que ocultaba muchos secretos que deseaba descubrir pero ahora no veo esa mirada, lo que veo son unos ojos con unas profundas ojeras. Te provocas el vómito para estar más delgada y para mí eres perfecta tal y como eres, no tienes que cambiar nada, lo que te ha pasado hoy es un aviso, probablemente la segunda vez no salgas tan bien parada, ¿realmente quieres causar daño a todas las personas que te quieren?
   Ella bajó la mirada y negó con la cabeza. El chico la tomó del mentón y la obligó a mirarlo. Los ojos de Beverly mostraban una absoluta tristeza porque sabía que si se entregaba al amor, perdería la amistad y el favor de Gillian y si seguía a esta, podría perder a Devon para siempre.
   -No puedo elegir, Devon, yo te quiero pero también me importa Gillian, es una de las pocas amigas que tengo.
   -Mira, Beverly, a estas alturas ya debió de enterarse de que estás aquí ¿y ha venido a verte? No, prefiere seguir en un casting del que probablemente ya sea la protagonista porque ni siquiera da la oportunidad a otras jóvenes para ser las estrella, sólo quiere ser ella la más importante. Probablemente no sepas esto pero muchas veces, cuando hay un casting, el papel siempre se lo dan a ella y todo porque no hace más que amenazar a las que se presentan para el papel protagonista, ¿o acaso no te has dado cuenta que la única que se presenta para el papel protagonista es ella sola?
   -Sí pero…
   -Pero nada, Beverly, ella no es la reina de aquí.
   -Es la hija de la dueña de la academia.
   -¿Y por ser la hija de la dueña, tiene que tener ella todo el protagonismo? No, ella debe ser como las demás… Las personas que se crecen de ese modo, al final acaban en el fango…
   -Ella quiere ser una estrella…
   -Mira, no quiero hablar de ella, en este momento me apetece hacer otra cosa mucho mejor.
   Ella lo miró sin comprender muy bien.
   -¿Qué… cosa?
   -Esto…
   Y sin esperar respuesta alguna, el joven posó sus labios en los de ella. La joven abrió los ojos desmesuradamente y notó como todas sus terminaciones nerviosas se ponían en alerta. Devon le instó a que abriera sus labios y ella se dejó llevar por el momento. Cerró los ojos y pasó sus brazos alrededor del cuello de él para sentirlo más cerca.
   Después del dulce beso, ella se apartó un poco y apoyó su frente en la de él.
   -¿Cómo supiste que me había desmayado?
   -Natalie, la que limpia, salió para pedir ayuda y me encontró a mí…
   -¿Natalie?
   -Sí, porque a pesar de que Gillian la trate mal y os obligue a tratarla mal, ella se preocupó porque si hubiera sido otra no le hubiera importado lo más mínimo lo que te pasara… Estuvo bastante rato aquí y parecía preocupada.
   -No entiendo por qué se tiene que preocupar…
   -Porque ella es así, es amable con todo el mundo, es su naturaleza y le pareció sensato avisar a alguien, deberías agradecérselo al menos. Aunque si lo vas a hacer, será después de que recuperes un poco de fuerza, no me gustaría tener que volver a traerte aquí.
   -De acuerdo pero… ¿cómo vamos a solucionar lo nuestro? Si Gillian se entera, me mata.
   -Encontraremos una forma, ya lo verás…
   -Tengo miedo de que descubra esto.
   -Pues enfréntala, si lo haces, sabes que no estarás sola… me tienes a mí- dijo Devon cogiéndole la mano a ella.
   Beverly sonrió levemente y apoyó su cabeza en el hombro del chico.

   Después de que recuperara un poco de fuerzas, Beverly salió de la enfermería y buscó a Natalie. La encontró en una de las aulas de baile limpiando el espejo. Entró en el aula, sorprendiéndola.
   -¡Beverly!- dijo Natalie, sorprendida- vaya, veo que ya estás mejor…
   -Sí…
   -Bien- dijo Natalie volviendo al espejo y vio a través de él que Beverly no se movía por lo que decidió preguntarle- ¿pasa algo? ¿Falta algo en tu habitación?
   -No, no falta nada.
   -Entonces no lo limpié todo…
   -La habitación está perfecta, como siempre. No puede quedar más brillante…
   Natalie se giró y la miró.
   -Entonces te molestó que me acercara a ti después de que salieras de vomitar, ¿cierto?
   -Reconozco que me molestó pero quizás de no ser por ti… ahora mismo estaría de camino a un hospital… quiero agradecerte que salieras en busca de ayuda cuando me desmayé.
   -Ah… no tienes por qué agradecérmelo… me sentí en la obligación de ayudarte.
   -Si yo hubiese sido tú y después de todo lo que te he dicho cuando estaba con Gillian, no hubiese hecho nada al respecto.
   -No entiendo por qué.
   -Porque debes odiarnos, a Gillian, a Sarah, a mí…
   -No te odio, Beverly, sé que Gillian quiere lavarte el cerebro y qué mejor forma que insultándome a mí o cambiando tu aspecto…
   -Ella nos ha dicho que le tienes envidia.
   -Cierto, se la tenía porque me parecía una chica muy guapa, ya que es todo lo contrario a mí pero no he ido más allá de ello y mi envidia no era de la mala.
   -¿Entonces por qué te odia tanto?
   -Quizás porque un día yo llegué a lo más alto sin apenas esfuerzo y a ella le está costando bastante llegar a donde yo llegué… no lo sé. Yo no llegué a la cima por ser bella ni mucho menos, me lo gané bailando que es lo que más me gustaba.
   -Pero no eres fea, en mi opinión… es más yo tenía el pelo como tú.
   -Lo sé- dijo Natalie sonriendo levemente- aunque no entiendo por qué le hiciste caso a Gillian y te dejaste teñir el pelo y cortártelo, lo tenías precioso antes.
   -Básicamente me obligó, al igual que me obligó a quitarme las gafas y ponerme lentillas.
   -Me gustaría darte un consejo: sé quien tú quieres ser y no lo que los demás quieren que seas. Nada debe cambiarte jamás.
   Beverly sonrió levemente.
   -Gracias por el consejo, intentaré aplicarlo. Si quieres, podríamos ser amigas.
   -De nada. Me encantaría.
   -Perfecto…
   Tras decir esto, ninguna de las dos volvió a hablar así que Beverly se dio la vuelta para salir, pero antes se detuvo y le dijo a Natalie.
   -No le digas esto a Gillian por ahora…
   Natalie la miró por un momento y sonrió.
   -No te preocupes, será nuestro secreto.
   Dicho esto, Beverly se marchó de allí con una nueva amiga que quizás la entendiera mucho más de lo que lo hacía Gillian que prácticamente era nada.

 

Capítulo 12
   Cloe acudió a la facultad donde estudiaba Filología. Aunque ya estaba un poco harta de ir en autobús, quería tener un coche ya. Hacía meses que se había sacado el carné de conducir pero aún no tenía coche propio.
   Llevaba muchos años ahorrando para poder pagar un coche llegado el momento pero haciendo cuentas no era suficiente. Sus padres la iban a ayudar y probablemente tendría un coche pronto. No podía esperar, sobretodo porque cuando lo estrenara, iría a la academia para darle una vuelta a Natalie y también, si podía, para vengarse de ese Dylan por casi atropellarla hacía unos días.
   En el trayecto, vio pasar el coche de sus sueños pero cuando vio quien lo conducía, le dieron arcadas. Era Gillian.
   Gillian conduciendo el coche que probablemente Cloe tardaría mucho tiempo en tener y eso le dio bastante rabia porque sabía que ese coche fue comprado con dinero que le pertenecía a Natalie. Por mucho que el abogado dijera que a Natalie no le tocó nada, ella sabía que una parte de la herencia siempre va a los familiares directos como es la propia hija del difunto.
   Ahí había gato encerrado y se propuso, cuando tuviese un poco de tiempo, ponerse a investigar sobre ello.
   Llegó a la facultad donde se encontró con sus amigos y fue a la cafetería con ellos hasta que empezara la primera clase.

   Mientras, en la academia, todos se levantaron temprano como siempre para comenzar con las clases de ese día y se encontraron con la sorpresa de que ya los papeles del musical estaban adjudicados. Habían puesto la lista en el tablón de anuncios del hall.
   Ribber y Dylan fueron a desayunar cuando vieron a un grupo de personas aglomeradas junto a un corcho.
   -¿Qué pasa ahí?- preguntó Dylan bostezando.
   -No lo sé, vamos a acercarnos a ver…
   Los dos se acercaron y los que se iban al comedor, felicitaban a Dylan.
   -¡Hey, felicidades, tío!- exclamó un chico dándole un ligero golpe en el hombro.
   Dylan frunció el ceño sin entender muy bien a qué venía eso por lo que se acercó hasta el tablón. Ribber leyó el título de la hoja.
   -Eh Dylan, es la lista de los personajes del musical.
   El chico, movido por un impulso, empujó a todos los que tenía delante para apartarlos y buscó el nombre del protagonista. Allí estaba su nombre.
   -¡Yuhu! ¡Soy el protagonista!- se acercó a su amigo- ¡Ribber, soy el protagonista junto con Gillian!
   Ribber sonrió aunque la idea que Gillian también fuera la protagonista no le hacía mucha gracia.
   -¡Felicidades, tío! La verdad es que te lo merecías, llevabas mucho tiempo ensayando para ese papel.
   -¡Es mi oportunidad! Tengo que aprovecharlo al máximo.
   -Quizás de aquí saltes a la fama y sin acabar el curso- dijo Ribber dándole unas palmaditas en el hombro a su amigo- espero que cuando estés en la cima te acuerdes de tus amigos…
   -Claro que me acordaré, cuando recoja el Oscar al mejor actor te nombraré en mi discurso.
   -Eso espero… también si puedes recomendarme, mucho mejor eh…
   -Veré lo que puedo hacer…
   -Lo que podemos hacer ahora es ir a desayunar y luego a clase… que a primera toca baile contemporáneo…
   Dylan asintió y ambos se fueron al comedor a desayunar.

   En el descanso de media mañana, Beverly buscó a Natalie hasta que le encontró limpiando en la habitación de Gillian, la cual había dejado todo tirado por el suelo para que Natalie lo recogiese.
   Realmente, Gillian trataba muy mal a Natalie y ella sin quejarse lo limpiaba todo como si nada.
   Beverly había pensado mucho en las palabras de Devon y de Natalie. Ya era hora de volver a ser ella misma por lo que esa mañana se había puesto las gafas que hacía tanto tiempo que no se ponía. Gillian aún no la había visto, puesto que ese día tenía cita con un médico privado.
   -Hola Natalie…- dijo ella desde la puerta.
   La joven que estaba de espaldas a Beverly, se giró y sonrió.
   -Hola Beverly, veo que vuelves a usar tus gafas.   -Sí, he estado pensando mucho y creo que ya es hora de que vuelva a ser la misma Beverly de antes y para eso, necesito tu ayuda.
   -¿Mi ayuda?
   -Sí, antes de venir a verte, me acerqué al supermercado de la esquina y compré este tinte, quiero volver a tener el pelo oscuro como lo tenía antes… quería pedirte si me lo puedes dar tú. Yo sola no puedo.
   -Claro que te lo doy, no hay problema.
   -Me lo darás durante el almuerzo, así no te quitaré tiempo para que limpies todo.
   -De acuerdo, dime dónde y allí estaré.
   -Pues en mi habitación, la que comparto con Sarah.
   -Muy bien, nos vemos después entonces.
   -Sí, hasta luego…
   -Chao.
   Beverly salió de la habitación y volvió a la zona de las aulas donde tendría su próxima clase.
   Gillian aparcó delante del edificio donde estaba la consulta del ginecólogo. Se bajó y salió del coche con las gafas de sol puestas. Entró en el edificio y luego fue a la planta donde estaba la consulta. Al llegar, entró y vio a dos mujeres en la salita de espera. Haciendo caso omiso a las dos, se dirigió a lo que parecía ser la mesa de la secretaria del ginecólogo.
   Tras la mesa, se encontraba una mujer, vestida con falda y chaqueta rojas y una pulcra camisa blanca. Su cabello, de color cobrizo estaba recogido en un moño suelto y sus ojos de color ámbar se ocultaban tras unas gafas de monturas al aire. La mujer trabajaba con el ordenador cuando la vio acercarse, apartó la vista de la pantalla y miró a Gillian.
   -Buenos días- dijo la mujer- ¿tiene hora?
   -Sí, llamé ayer, soy Gillian Phillips.
   La mujer miró en el ordenador y asintió.
   -Tiene cita, espere en la salita que enseguida la llamaré.
   Gillian asintió y se sentó en uno de los sillones de la sala de espera. A los pocos minutos el médico abrió la puerta y la mujer que estaba dentro salió. Gillian sonrió al verle y este también la vio pero apartó la mirada. Este le hizo una señal a la secretaria para que pasara a la siguiente y entonces esta llamó a la mujer que estaba sentada al lado de la joven.
   La espera se le hizo eterna, al final, las dos mujeres que tenía delante se fueron y le tocaba su turno. Cuando la secretaria la llamó, ella se dirigió a la puerta que estaba cerrada, entonces la abrió.
   -Veo que tienes una nueva secretaria…- dijo Gillian cuando entró y cerró la puerta.
   El médico que estaba con la silla girada hacia la pared, se giró lentamente encarándose con ella. Era un hombre joven de rasgos sensuales y que a Gillian le encantaba. El pelo de él era corto de un color rubio oscuro y los ojos azul cobalto.
   -¿Qué te trae por aquí, Gillian?- preguntó él directamente juntando sus manos sobre la mesa.
   -Tengo que hablar contigo sobre un tema, un tanto delicado, Mike.
   -¿Qué tema?
   -Verás, hace unas semanas que no me baja el periodo… me he hecho un test de embarazo y me ha dado positivo- miró al médico pero este no dijo nada así que continuó- quiero abortarlo…
   Mike permaneció impasible ante la confesión de la chica y luego dijo:
   -Quieres abortar… entiendo… ¿quién fue esta vez? ¿Ese chico con el que estabas saliendo? ¿O quizás le pusiste los cuernos con otro?
   -¿A qué vienen esos celos ahora? Hace tiempo que no nos acostamos, así que no es tuyo, esto sólo me incumbe a mí y te estoy pidiendo que interrumpas este embarazo.
   -Esto no está bien, Gillian, sabes muy bien cuáles son los riesgos que puede haber por interrumpir un embarazo.
   -Claro que lo sé.
   -Podrías quedarte estéril.
   -No me importa, no quiero cuidar de un niño llorón que me llene de babas, yo lo que quiero es ser muy famosa y tener un bebé me impediría conseguir mi meta.
   -Muy bien, es tu decisión… acompáñame.
   Gillian siguió a Mike hasta la habitación donde había una camilla y una silla especial que tenían los ginecólogos para inspeccionar a sus pacientes. La joven se fue detrás de un biombo y se quitó la ropa para luego ponerse una bata. Salió y se sentó en la camilla en lo que él buscaba lo necesario para interrumpir el embarazo.
   Cuando ya tuvo todo lo necesario se acercó a ella y esta se tendió en la camilla. Le iba a hacer un aborto por aspiración que consiste en sustraer el embrión a través de un mecanismo de succión por una jeringa o simplemente por una bomba eléctrica de succión.
   -Esto no está bien, Gillian… podrías sufrir una hemorragia, o sufrir un trauma en el cuello del útero… o incluso una perforación del mismo útero.
   -Me da igual, yo no quiero tener este bebé, ¿es que no lo entiendes? No lo quiero…
   -Muy bien, pues comencemos…
   Mike comenzó con el aborto y Gillian miraba hacia otro lado con una fría expresión. Jamás entendería lo que era querer a otra persona porque sólo se quería a ella misma y a nadie más. Todos los que estaban a su alrededor eran sus enemigos y claramente no le importaba porque lo único que quería ella era la fama.
   Algo que envidió mucho de Natalie que lo tenía todo al alcance de su mano cuando era famosa y ahora era su turno de conseguir todo lo que desease, lo que menos quería en ese momento era cargar con un bebé que le hiciera la vida imposible aparte de todo lo que conlleva un embarazo como es engordar, hinchazón de los pechos, etc. No, no pasaría por eso mientras tuviese la opción de abortar tal y como estaba haciendo en ese momento.
   Cuando Mike terminó, ella se incorporó un poco y lo miró. Tenía una expresión seria en su semblante.
   -¿Pasa algo?- preguntó ella pero él no contestó así que Gillian se levantó y se acercó a él por detrás y lo abrazó- vamos, Mike, no te pongas así, sabes muy bien que eres especial para mí…
   -Ya claro, especial para que te ayude a abortar a bebés que no deseas.
   -No sólo por eso y lo sabes… me encanta como eres en la cama, es más, estoy deseando volver a acostarme contigo- dijo ella pasando un dedo por la espalda de él de forma muy seductora.
   -Tienes que descansar… un aborto es muy delicado…
   -Lo sé- dijo con tono exasperado- pero cuando me recupere… quizás…- dijo ella poniéndose delante de él y pasando sus brazos alrededor del cuello de él y mirándole de forma que lo hechizaba, tal y como haría un flautista para hechizar a una serpiente- te apetezca que nos veamos…
   Él no tenía escapatoria, estaba loco por esa joven y a pesar de la fama que tiene ella de acostarse con todos, la necesitaba y la deseaba con todo su ser. Pero aún así, sabía que después de acostarse, el que lo pasaría mal sería él y aún así no pudo negarse a la petición de ella.
   -Cuando te recuperes… mientras nada…
   Ella sonrió y lo besó en los labios.
   -Mientras podemos hacer otras cosas- dijo ella tocando el bulto que había en los pantalones de él y sin esperar respuesta alguna, ella se puso manos a la obra ya que sabía que esa habitación está insonorizada por lo que la secretaria no oiría absolutamente nada y seguiría trabajando en su ordenador como si nada.

   A la hora del almuerzo, Natalie fue a la habitación de Beverly y la encontró con una blusa vieja puesta para no mancharse. Todo lo necesario para teñirla estaba sobre el escritorio de esta por lo que Natalie se puso los guantes y comenzó a aplicarle el tinte a la joven.
   Cuando acabó de teñirla, se pusieron a hablar en el tiempo que transcurría para que el tinte se asentara en los cabellos de la joven.
   -Me alegra mucho tener una amiga en la academia- dijo Natalie- tengo otra amiga, la conocí en el hospital después de lo de mi rodilla y desde entonces sólo la tenía a ella pero ahora te tengo a ti y eso me satisface.
   -¿Te sientes muy sola?
   -En muchas ocasiones sí…
   -Debes de pasarlo mal.
   -Me he acostumbrado… después de todo, tenía que adaptarme a mi nueva vida como sirvienta de la academia.
   -Entiendo… ¿y no deseas volver a bailar?
   -Cada uno de los días de mi vida deseo poder volver a bailar- dijo Natalie sonriendo levemente- es el único sueño que me acompaña, no pido ni joyas, ni fama, ni nada por el estilo… simplemente lo único que deseo es volver a bailar.
   -En cambio Gillian desea todo lo contrario… anhela la fama y que todos la admiren.
   -Debo reconocer que es una gran actriz, me creí todas sus mentiras hace tres años, nunca sospeché nada, nunca supe de su odio hasta que me caí y me lesioné la rodilla- la joven sonrió con tristeza- llegué a pensar que era mi amiga a parte de mi hermanastra.
   Beverly podía notar la voz teñida de tristeza de Natalie, la habían engañado de tal forma que no se dio cuenta de las verdaderas intenciones de Gillian para con ella.
   -Entonces… como te sentiste engañada por ella, quisiste ayudarme a mí cuando… vomitaba.
   -Quería ayudarte porque me pareces una chica estupenda y que no merece lo que te hace Gillian, nunca deberías cambiar nada porque alguien que se cree superior lo diga, debes ser tú misma y así es como gustas a todos.
   Beverly se sonrojó al pensar en Devon y sonrió tímidamente. Miró el reloj y dijo:
   -Es hora de que me lave el pelo a ver cómo me quedó el tinte.
   -Sí, tienes razón.
   Entonces, Beverly se fue al baño a lavarse la cabeza. Cuando volvió, lo hizo con una toalla enrollada en el pelo.
   -¿Estás lista para ver mi nuevo color?- preguntó Beverly agarrándose la toalla para quitársela.
   -Preparada- respondió Natalie sonriendo.
   Entonces, Beverly se quitó la toalla dejando caer la melena aún corta de color más oscuro del que tenía anteriormente. Beverly se miró en el espejo y luego miró a Natalie.
   -¿Y bien?
   -Precioso, te queda muy bien el color.
   -Entonces creo que esto hará enfadar a Gillian…
   -Probablemente.
   Las dos comenzaron a reírse al imaginar lo que diría Gillian cuando viera a Beverly con el pelo oscuro y sus gafas puestas.

 

Capítulo 13
   Gillian llegó a la academia y se dirigió a su habitación. Cuando se recostó en la cama, ya que le dolía un poco el abdomen, llamó a Sarah y a Beverly.
   Al momento apareció Sarah y se sentó en la cama junto a su amiga.
   -¿Te encuentras mal? ¿Qué te dijo el médico?
   -Nada, estoy bien, ¿dónde está Beverly?
   -No lo sé, sólo la he visto en clase…
   -Seguro que anda en el comedor, llenándose de porquería.
   Tocaron en la puerta y esta se abrió dando paso a Beverly, la cual llevaba sus gafas puestas y el pelo ya no tenía su antiguo color claro.
   -Hola, Gillian- dijo ella sonriendo.
   -Pero… pero… ¿qué has hecho? ¿Qué le ha pasado a tu pelo? ¿Y dónde están tus lentillas? Te dije que no te pusieras esas gafas.
   -Como ves, vuelvo a ser yo.
   -¿Qué significa todo esto, Beverly?
   -Que estoy harta de que intentes cambiarme, quiero ser yo misma de nuevo y para eso debo devolver mi antiguo color a mi pelo y volver a usar mis gafas.
   -Con todo lo que he hecho por ti.
   -¿De verdad? ¿Llamarme foca es hacer algo por mí? ¿Hiciste algo para evitar que me provocara los vómitos? ¿Hiciste algo para no alejarme del chico al que quiero? Me parece que no. Lo único que has hecho ha sido hacerme desdichada e infeliz. Ni siquiera fuiste a verme a la enfermería- Beverly dio vueltas por la habitación mientras Gillian y Sarah la miraban, atónitas- no quiero seguir siendo un muñeca a la que moldees a tu antojo ¿y sabes una cosa? Estoy con Devon y no me lo vas a impedir.
   Gillian cruzó los brazos con enfado sin dejar de mirarla.
   -Por lo que veo te han lavado el cerebro, seguro que fue Devon.
   -No Gillian, Devon me abrió los ojos, me usabas porque eres feliz haciendo mal a los demás y como no cambies de actitud te quedarás sola…
   -Nunca estaré sola, Sarah no me abandonará nunca.
   -Porque ya le has lavado el cerebro y si no tienes nada más que decirme, me voy, he quedado con Devon, espero que las cosas te vayan como planeas.
   Tras decir esto, Beverly salió de la habitación dejando a Gillian enfadada y a Sarah sorprendida ante la osadía de esta.
   -Se cree que tiene derecho a marcharse así como así y haberme hablado como lo ha hecho, pues está muy equivocada. Esto no se va a quedar así ni mucho menos… ya lo verás, Sarah, pienso vengarme de esa desagradecida y será a lo grande…

   Natalie estaba en el aula donde ensayaba con Ribber. Habían quedado para seguir ensayando pero ella fue un rato antes. Hacía varios días que había empezado con los ensayos y se sentía nueva. Volvía a ser la Natalie de antes del accidente.
   Y se sentía tan a gusto con Ribber… al pensar en él, sonrió como una niña aunque de repente frunció el ceño, ¿por qué había sonreído al pensar en él? Todo eso era muy confuso. Algo raro le estaba sucediendo pero no sabía el qué exactamente.
   Pensando en eso, no se dio cuenta de que había entrado el chico y se había puesto detrás de ella, la cual estaba frente al espejo. Sin decir nada, puso la música por lo que Natalie levantó la mirada, sobresaltada.
   Él sonrió levemente y le dijo:
   -Supongo que ya habrás calentado ¿no?- ella no contestó pero se había ruborizado mucho- venga, empieza a bailar.
   Natalie se mordió el labio inferior sin dejar de mirar al espejo pero entonces comenzó a bailar. En realidad no sabía muy bien qué movimientos hacer. Ribber, al verla dudar, se puso a su lado y comenzó a moverse. Ella lo imitó y casi llegando al final de la canción, ella tropezó y estuvo a punto de caer pero él la sujetó, cogiéndola de la cintura.
   La joven apoyó la cabeza en el torso de él a la altura del corazón y pudo notar los acelerados latidos de su corazón a causa del baile. Volvió la vista hacia él, totalmente nerviosa.
   -¿Estás bien?- le preguntó él.
   -Sí…- trató de sonreír ella pero rápidamente desapareció al mirarse a los ojos fijamente.
   De repente le habían entrado unas ganas locas de besarlo. Esto la asustó porque hacía mucho tiempo que no sentía algo parecido y le dio miedo, ya que no quería volver a sentir algo así.
   -¿De verdad? Estás temblando.
   -Sí, ha sido por la impresión del tropiezo.
   -Pues descansemos un poco, así te comento una cosa.
   Él se apartó de ella y se sentó en el suelo pegado a la pared. Natalie se quedó petrificada en el sitio, luego sacudió la cabeza de los sombríos pensamientos que estaba teniendo y se puso al lado de él con el corazón totalmente desbocado. No se atrevió a mirarlo por lo que fijó su mirada en el suelo.
   -Una canción muy bonita la que bailamos ahora- dijo ella para romper el intenso silencio que se había cernido entre ellos.
   -Sí, es una de mis canciones favoritas.
   -¿Te gustan este tipo de canciones?
   -Sí, soy bastante rarito- dijo él sonriendo- bueno, a lo que iba, mi padre me llamó hace un rato.
   -¿Tu padre?- preguntó ella con cierto temor.
   -Me dijo que fueras mañana por su clínica para hacerte las radiografías.
   -Pero la clínica de tu padre es privada y yo no tengo dinero para pagarle.
   -No te preocupes por eso, mi padre lo sabe y no tendrás que pagar nada.
   -Desde que pueda, le pagaré todo a tu padre…
   -Natalie, de verdad, no te preocupes, a mi padre no le importa hacerlo gratis, eres mi amiga y no te cobrará nada.
   La joven se mordió el labio inferior mientras se abrazaba las rodillas.
   -Tengo miedo…- susurró ella.
   Ribber posó su mano en el brazo de Natalie y sonrió levemente.
   -¿Quieres que vaya contigo?
   Ella levantó la mirada y lo miró a los ojos, el contacto le hizo ponerse tensa.
   -¿De verdad me acompañarías?
   -Claro que sí.
   -Pero perderías clases…
   -Por un día que falte no pasará nada.
   -Tenemos otro problema, Ribber, ¿qué pasa si Yvette descubre que no estoy en la academia? Sería la excusa perfecta para poder echarme de aquí.
   -Eso sí que es un problema… podemos ir a la hora del almuerzo y así te invito a comer, la comida de la clínica de mi padre es estupenda, así no creo que se dé cuenta de nada…
   Natalie apartó la mirada un poco, hacía mucho tiempo que nadie la invitaba a comer a algún sitio aunque sólo fuera la cafetería de una clínica. Ribber al verla así, la tomó del mentón y la obligó a mirarlo.
   -¿Sucede algo?- ella negó con la cabeza pero sin mirarlo- ¿de verdad? Desde que he llegado te has comportado de una manera un tanto extraña.
   Ella se ruborizó pero aún así contestó.
   -Bueno, es que temo que todo esto sea un sueño y que en cualquier momento me despierte y vuelva a ser la Natalie que limpia la porquería de otros en la Academia de Música, Baile e Interpretación Taylor.
   -Te puedo asegurar que esto es muy real y ya verás que lo que tanto ansías, lo tendrás porque apuesto lo que sea a que la lesión de tu rodilla está totalmente curada.
   Natalie sonrió levemente.
   -Ojalá…
   -Ya lo verás…
   La joven sintió el impulso de besarlo pero descartó la idea y se levantó rápidamente.
   -¿Seguimos ensayando o te piensas quedar ahí sentado el resto de la noche?
   Ribber sonrió y se levantó para volver a poner la música y que ella siguiera bailando, aunque claro, con la ayuda de este, ya que había algunos movimientos un tanto difíciles para ella, puesto que había perdido la práctica.
   Tras un buen rato de ensayo, ambos se fueron a sus habitaciones a descansar.
   Natalie sabía que esa noche dormiría poco porque aparte del miedo de lo que podría salir en las radiografías, tenía miedo a que Yvette la descubriera. Como no dejaba de dar vueltas en la cama, se levantó y se fue a la ventana donde se sentó en el alféizar a mirar las estrellas. Cogió su MP4 y se puso a escuchar música a ver si así conseguía relajarse un poco para poder dormir al menos unas horas.
   Sin apenas darse cuenta, tras un par de canciones, se quedó profundamente dormida junto a la ventana

   Al día siguiente, justo al mediodía, Ribber esperaba a Natalie en los aparcamientos tal y como habían acordado esa mañana cuando se encontraron en el desayuno.
   Tras esperar un rato, Natalie salió de la academia sin dejar de mirar a sus espaldas por si alguien la veía. Una vez estuvo al lado del chico, se subió en el coche al igual que él y pusieron rumbo a la clínica del padre de Ribber.
   El trayecto transcurrió en absoluto silencio por lo que el chico pudo fijarse en que ella llevaba la misma ropa del día de la cena en su casa. ¿Es que acaso no tiene más ropa que ponerse? ¿Tan mal la trataba Yvette como para no permitirle comprarse al menos algo de ropa nueva? Era muy cruel y la joven era demasiado buena para que la trataran así. No era justo.
   Cuando iba a preguntarle algo relacionado con la ropa, se dio cuenta de que ya estaban en la clínica de su padre. Aparcó y ambos se bajaron para luego entrar en la clínica donde los esperaba el padre del chico junto a la recepción.
   -Hola Natalie- dijo el padre del chico- Ribber, ¿no deberías estar en la academia?
   -Me pidió que la acompañara, tiene un poco de miedo.
   -Que no se preocupe, todo saldrá bien, acompáñame- dijo mirando a Natalie.
   Ella miró a Ribber y este asintió.
   -Te esperaré aquí afuera.
   La joven miró al médico y este entró dentro. Ella lo siguió y se fueron hacia la planta donde se realizan las radiografías. Entraron en una de las habitaciones y el padre de Ribber comenzó a preparar las cosas.
   -Natalie, ¿te puedo hacer una pregunta?
   -Claro, señor, lo que sea.
   -¿Por casualidad tu padre se llevó tu informe cuando te dieron el alta después del accidente?
   -Que yo recuerde no- dijo ella haciendo memoria.
   -Qué raro, tu informe no se encuentra por ningún lado.
   -Pues no sé…
   -Seguiré buscando a ver, bueno, vamos a sacarte esas radiografías.
   El médico salió y ella se puso donde le indicó. Sacó las radiografías y luego salieron fuera donde Ribber los esperaba con su reproductor de última generación.
   Al verlos, se lo quitó y recibió a la chica con una sonrisa.
   -¿Todo bien?- preguntó él.
   -Perfectamente- dijo el padre de Ribber- nos veremos pronto- dijo dirigiéndose a Natalie.
   Ella sonrió y asintió. Tras despedirse, Ribber y ella se fueron a la cafetería donde comieron el menú del día.
   -Ribber…- comenzó ella.
   -¿Sí?
   -¿Te puedo hacer una pregunta?
   -Claro.
   -Bueno, imagina que conoces a una chica y con el paso de los días te das cuenta de que te atrae locamente ¿se lo dirías?
   Ribber meditó sobre ello un momento y luego contestó.
   -Depende porque si esa chica me hace un poco de caso, se lo diría, en cambio si no me hace mucho caso, no le diría nada aunque quién sabe… ¿por qué lo preguntas?
   La joven dudó un poco y luego dijo:
   -Digo, por hablar de algo. Tú estuviste con Gillian, ¿por qué lo dejasteis?
   -La dejé porque durante las vacaciones no me llamó y cuando volvimos dijo que me había echado de menos. Lo más probable era que me estuviese poniendo los cuernos con otro.
   -¿Lo dejaste tú? Seguro que se enfadó mucho.
   -Dímelo a mí, me tiró el collar que le di con mi inicial.
   -Si yo hubiese sido ella, estaría fijo llamándote… te echaría de menos- dijo y de repente se puso colorada al darse cuenta de lo que acababa de decir pero aún así siguió- y tampoco tiraría ese collar tan bonito.
   Ribber sonrió y ella apartó la mirada mordiéndose el labio inferior.
   -¿Te gusta el collar?
   -Sí lo vi cuando Gillian me obligó a buscarlo porque lo había perdido.
   El chico se llevó las manos al cuello y se quitó el collar para dárselo a ella.
   -Ten, te lo regalo.
   Ella se alarmó y negó con la cabeza.
   -No puedo aceptarlo.
   -Claro que sí, te lo regalo.
   -Pero…
   -Venga, Natalie, somos amigos… acéptalo.
   -Pero ¿y si lo ve Gillian? Esa sabe que este collar es tuyo, no sé, podría enfadarse o algo.
   -Que se enfade todo lo que quiera, ya no soy nada suyo así que no le importa a quién le doy mi collar y en este momento quiero dártelo a ti.
   La joven bajó la mirada mordiéndose el labio inferior y después lo miró.
   -Pensarán cosas raras al ver a la chacha con tu collar, podrían acusarme de ladrona.
   -Puedo desmentirlo perfectamente y ¿qué van a pensar?
   A ella se le subieron los colores a los pómulos y respondió avergonzada.
   -Pues pensarán que te acuestas conmigo.
   -Natalie, ¿tanto te importa lo que piensen los demás?
   -Mucho, oigo como muchos dicen cosas de mí porque saben quién fui y no oigo más que malas palabras por parte de estos.
   -Que piensen y digan lo que quieran, lo que debería importarte es la opinión de los que te queremos.
   -Está bien- dijo ella al fin.
   Él se levantó y le colocó el collar cuando ella se agarró el pelo para que se lo abrochara. Una vez abrochado, él volvió a sentarse y la contempló con el collar puesto. Sonrió.
   -No es por nada pero te queda bien.
   Ella tocó el colgante, algo colorada y sonrió levemente.
   -Gracias.
   -De nada, bueno nos tomamos el postre y nos vamos a la academia- dijo Ribber mirando su reloj.
   Natalie asintió y entonces él pidió el postre. Se lo comieron y finalmente después de pagar se fueron a la academia. Al llegar allí, la joven se fue a su habitación y se miró en el espejo. El collar relucía en su cuello. Lo tocó con la yema de los dedos.
   Se cambió y salió de la habitación para ponerse a limpiar.

 

Capítulo 14
   Cuando ya había acabado de limpiar, cenó y se dirigió al aula donde ensayaba con Ribber. Se puso frente al espejo y se miró el colgante aún sorprendida por el regalo de él. Si Gillian se daba cuenta podría estar en serios problemas. Decidió que procuraría llevarlo oculto cuando limpiara.
   Tras esperar un rato, el chico apareció y se pusieron a bailar. Cuando terminaron, el chico se fue y ella se quedó cerrando la puerta. Bajó y anduvo por los pasillos pero de repente se topó con Gillian. Natalie, sorprendida, retrocedió.
   -¿Se puede saber dónde estabas?- preguntó Gillian de brazos cruzados- te estaba buscando…
   -¿A mí? ¿Para qué?- preguntó Natalie cautelosa.
   -Te buscaba para decirte que mañana debes ir a buscarme un vestido de un diseñador muy famoso.
   -Pero mañana no puedo, tengo que limpiar el despacho de tu madre.
   -¿Te crees que me importa? Mañana irás por ese vestido y ya está.
   Sin esperar respuesta, la joven se fue dejando a Natalie sola en medio del pasillo. ¿Cómo haría para hacer las dos cosas? Ni siquiera le había dado la dirección del lugar al que debía ir a recoger el vestido.
   -Gillian- dijo Natalie siguiéndola- ¿dónde debo ir a recoger el vestido?
   La joven sonrió con malicia y se giró.
   -Vaya, Natalie, qué rápido olvidas los sitios donde comprabas antes. ¿Ya no recuerdas la boutique de Paolo?
   -¿Qué?- preguntó Natalie palideciendo- no, Gillian, no puedes hacerme esto, no puedo ir allí.
   -Ya te dije que no me importaba, mañana quiero mi nuevo vestido en mi habitación y ya está.
   Dicho esto, Gillian se alejó y dejó a Natalie sola en medio del pasillo. Volvió a su habitación y buscó su móvil. Un móvil que apenas usaba y que ya casi ni servía porque se le caía continuamente. Lo encendió y miró el saldo. Apenas tenía para enviar un mensaje así que le envió uno a Cloe. Al rato de enviarlo, esta última la llamó:
   -Cloe…
   -¿Qué pasa, Natalie?
   -Tengo dos problemas…
   -¿Qué problemas?
   -Mañana tengo que ir a buscar un vestido para Gillian pero tengo que limpiar el despacho de Yvette.
   -Maldita Gillian, esa lo que quiere es que Yvette se enfade contigo.
   -Ya lo sé y no tengo ni idea de lo que puedo hacer.
   -Deberás ir a buscar el dichoso vestidito porque si no se lo dirá a la bruja madre y se enfadará igualmente.
   -Ahí está el otro problema… es en la boutique de Paolo y hace muchos años que no voy allí… exactamente desde el accidente.
   -¿Y? ¿Qué hay de malo en eso?
   -Que me da vergüenza, estoy segura de que sabe que trabajo de chacha y que vaya a buscar el vestido con las pintas que tengo lo evidenciará.
   -Pues mantén tu orgullo, Natalie, no has cometido ningún delito.
   -Ya pero no sé si podré.
   -Podrás, venga anímate, mañana iré a verte, te lo prometo.
   -De acuerdo, hablamos mañana.
   Tras despedirse, Natalie se cambio y se acostó a dormir. Se tocó el colgante y sonrió levemente. ¿Habría al fin esperanzas para ella ser feliz? Quizás ya era el momento de que ella pudiese ser feliz de nuevo.
   Con esos esperanzadores pensamientos se quedó dormida.

   A la mañana siguiente, la joven se levantó y se peinó haciéndose la coleta a un lado cayendo por su hombro. Salió de la habitación y fue a desayunar. Por el pasillo, se encontró con Gillian la cual le recordó que no se olvidara del vestido. La chica asintió y entró en la cocina donde desayunó un tazón de leche con unas tostadas.
   Tras acabar, salió de la academia para ir al centro a buscar el dichoso vestido. Cuando llegó ante las puertas de la boutique, se mordió el labio inferior y tras inspirar hondo, abrió la puerta. Miró a su alrededor, admirando todos y cada uno de los modelos de Paolo.
   Se acercó a unos pantalones con una blusa de tiras cruzada a la espalda y tocó la suave tela cuando oyó una voz tras ellas.
   -No se pueden tocar los modelos.
   Natalie enseguida reconoció la afeminaba voz de Paolo. Lentamente se giró y quedó frente a frente a un hombre alto y delgado, con el pelo largo oscuro recogido en una coleta, sus ojos eran marrones claros.
   La joven sonrió levemente.
   -Hola, Paolo…
   Paolo la miró, sorprendido, al reconocer su voz. Se tapó la boca para ahogar un grito.
   -No me lo puedo creer, Natalie Taylor, ¿eres tú?
   -Me temo que sí soy yo.
   -Dios mío, sabía que tu situación no era buena pero no pensé que fuera para tanto- dijo Paolo haciendo ademanes afeminados con las manos- cariño, estás hecha un desastre.
   -Qué le vamos a hacer, no puedo cambiar mi destino.
   -Anda, ven conmigo, hacía mucho tiempo que no te veía…
   Paolo la condujo a una salita que había detrás del mostrador y se sentaron en unos sillones de cuero negro.
   -Todo está igual a como recordaba- dijo Natalie nostálgica.
   -En cambio, tú has cambiado mucho, estás mucho más delgada.
   -Apenas tengo tiempo para descansar, Paolo. Trabajo limpiando en la academia de baile de mi padre a todas horas.
   -Pero eso no es bueno para tu rodilla.
   -Mi rodilla lo ha soportado desde la muerte de mi padre así que deberá seguir aguantando.
   -No me puedo creer que tu padre no te dejara nada en su testamento. Prácticamente te dejó en la calle.
   -Por favor, Paolo, no quiero hablar sobre eso ahora. He venido a buscar un vestido para Gillian.
   -Ah, el vestido de esa bruja. Cariño, no sabes el odio que le tengo, cada vez que viene esa pija de caderas anchas y boca de besugo, envejezco diez años y eso no es nada bueno para mí cutis.
   Estas palabras arrancaron una sonrisa a la joven.
   -Es desesperante- dijo Natalie.
   -Desesperante es quedarse corto, querida, de todas formas, cuando te vi hace un momento, me di cuenta de que mirabas los pantalones de último diseño y la blusa cruzada.
   -Sí, son unas prendas estupendas.
   -¿Y por qué no te las llevas?
   La joven abrió los ojos desmesuradamente por la sorpresa.
   -¿Qué? No, no puedo, Paolo.
   -Tómalo como un regalo.
   -No puedo pagarte y si me lo regalas, perderás dinero. Dame el vestido y me voy, tengo que limpiar el despacho de Yvette.
   -Ah la madre de la brujilla.
   -Sí, esa misma.
   Paolo salió con ella fuera de la salita.
   -Debes usar una talla menos de la que llevabas ¿no? ¿O quizás dos? Me tienes preocupado, querida, estás más delgada que de costumbre, en cualquier momento te toco y te rompes.
   -Por favor, Paolo, no me regales esa ropa, ¿a quién se lo enseñaría? No salgo de la academia apenas.
   -¿Ni siquiera para enseñársela a algún chico de la academia?
   Natalie se sonrojó y desvió la mirada. El diseñador sonrió.
   -Querida mía, hay un chico, ¿a que sí?
   -Es sólo un amigo y sólo lo veo en la academia. Se interesó en el problema de mi rodilla ya que su padre es médico pero nada más.
   Paolo tomó las manos de la chica y la miró fijamente.
   -Cariño, no me digas que tienes miedo de lo que puedas sentir hacia ese chico.
   Natalie se sorprendió de que él la conociera tan bien y que ella diera por hecho de que le gustaba Ribber.
   -¿Cómo no voy a tenerlo, Paolo? Cuando más necesité a Drake, fue cuando me dejó, dime ¿cómo no voy a temer lo que siento?
   -Todos no son como ese chulito de playa que apenas tenía musculatura, Natie. Bueno, da igual- dijo al ver la cara de ella- te llevas la ropa y ya.
   Paolo buscó la ropa y la talla que creía él que la chica tenía y la metió en una bolsa sin oír las protestas de la chica. Luego entró al almacén y sacó el vestido de Gillian. Le entregó las dos cosas.
   -Paolo…
   -Venga, Natie, cariño, llévate esto y ya me lo pagarás si es lo que quieres. No tengo prisa.
   Natalie asintió agradecida y le dio un abrazo.
   -Gracias, Paolo.
   -Ay madre santa, que me haces llorar. Contigo rejuvenezco veinte años, mira así contrarresto el mal que me hace la pérfida de Gillian.
   Natalie se apartó y tras despedirse, se fue de la tienda rumbo a la academia. Paolo miró la puerta y pensó que debería haber alguna forma de ayudarla porque vio que la mirada de ella era muy triste y si él podía hacer algo, estaba claro que lo haría.
   Cuando la chica llegó a la academia, dejó el vestido en la habitación de Gillian y llevó la ropa que le dio Paolo a su cuarto. Salió corriendo hacia el despacho de Yvette pero en el camino se topó con esta.
   -Ya sabía yo que estarías de gandula.
   La joven miró a la mujer.
   -No estaba de gandula, tuve que ir a buscar un vestido para Gillian.
   -Primero tienes que limpiar y luego te encargas de los recaditos.
   Yvette la tomó del brazo con fuerza y la arrastró hasta el despacho.
   -Me haces daño, Yvette.
   La mujer no la oyó y cuando llegaron al despacho la tiró al sueño con brusquedad. Natalie se frotó el brazo dolorido y la miró.
   -Quiero que todo brille y que mi reflejo se vea en el suelo, ¿entendido?
   La chica asintió pero luego dijo:
   -Debo ir a buscar las cosas para limpiar.
   -Rápido, en menos de un minuto te quiero aquí limpiando.
   Natalie salió corriendo y al poco apareció con todo lo necesario para limpiar. Yvette la observó con los brazos cruzados, sonriendo satisfecha. Justo donde siempre había querido verla, limpiando la porquería que dejaban otros.
   Cuando la chica terminó, Yvette entró y observó todo con atención. Todo estaba bien limpio. Se acercó a su escritorio y tomó el vaso de agua que había allí. Miró a Natalie sonriendo y le dio la vuelta al vaso dejando caer el contenido en el suelo.
   -Creo que no está todo limpio, Natalie.
   La joven miró al suelo y luego a ella, con la rabia bullendo dentro de ella.
   -No voy a limpiarlo- dijo la joven resuelta.
   Yvette la miró incrédula.
   -Perdona, creo que no te oí bien ¿qué has dicho?
   -Que no voy a limpiar eso.
   Yvette se acercó a la joven y tiró de la coleta de la chica la cual hizo un gesto de dolor.
   -Sólo consigues hacerme enfadar y sabes que eso supone un castigo ¿no?
   -Déjame, Yvette… no tires de mi pelo, por favor.
   Yvette la arrastró hasta la mesa y cogió unas tijeras. Natalie abrió los ojos desmesuradamente.
   -¿Qué pasaría si con estas tijeras cortara tu asquerosa melena? Esa que tanto le gustaba a tu padre.
   Natalie la miró asustada.
   -No, por favor, no lo hagas.
   -Toda mala conducta merece un castigo.
   Acercó peligrosamente las tijeras a la melena de la joven mientras esta rehuía.
   -Yvette, no me cortes el pelo- dijo la chica con los ojos anegados de lágrimas.
   Pero esta no le hizo caso y le cortó gran parte de la melena. Natalie gritó cuando vio caer los mechones de pelo al suelo. Yvette la soltó y ella se arrodilló, llorando.
   -Recoge todo esto y sal de aquí- dijo la mujer altiva.
   La chica recogió los mechones y salió de allí hacia su habitación donde se tiró en la cama llorando de rabia.
   -¡Maldita! ¡Maldita!- gritó Natalie golpeando a la almohada.

   Cloe llegó a la academia y se dirigió a la habitación de su amiga para esperarla allí. Cuando fue a abrir la puerta oyó gritar a su amiga por lo que entró rápidamente y vio que Natalie estaba tirada en la cama golpeando la almohada.
   -¡Maldita! ¡Maldita! ¡Maldita!
   Cloe se acercó a la cama.
   -¿Natalie?
   Esta elevó la mirada, luego se levantó y se abrazó a Cloe, llorando.
   -¡Es una maldita! ¡No puedo más, Cloe, no puedo!
   -¿Qué pasa, Natalie? ¿Por qué lloras así?
   La joven se apartó y Cloe vio el sajón de pelo. Miró a la chica estupefacta.
   -¡Dios mío, Natalie! ¿Quién te ha cortado el pelo así?
   -Yvette… ya no puedo más, Cloe, de verdad que no puedo más.
   -Será zorra…- Cloe se giró para salir de la habitación- se va a enterar de lo que es bueno.
   Natalie la agarró del brazo.
   -No, para, Cloe, no vayas al despacho de Yvette.
   -¿Cómo que no? ¡Mira lo que te ha hecho, Natalie! ¡Te ha cortado el pelo!
   -¿Te crees que no lo sé? Lo único que hará si vas es reírse tanto de ti como de mí.
   -¿Y piensas dejar que se ría?
   Natalie la miró y se limpió las lágrimas con rabia. Ya estaba harta de sufrir los malos tratos de Yvette y de Gillian. Eso tenía que acabar y había llegado el día perfecto.
   -No, no me voy a rebajar ante ella jamás, ¿hay alguna peluquería cerca?
   -Sí, a un par de manzanas de aquí.
   La joven se giró y se acercó al ropero. Sacó un pequeño baúl y lo abrió. Dentro había algo de dinero que había conseguido ahorrar y lo sacó todo. Cloe la miró y vio decisión en los movimientos de su amiga.
   -Ha nacido una nueva Natalie, Cloe… una Natalie que no se dejará pisotear más, me he cansado de ser el maldito felpudo de ellas y eso se acabó- cogió una chaqueta con capucha y se la puso- acompáñame a la peluquería esa entonces.
   Cloe sonrió, al fin su amiga se había dado cuenta de lo crueles que estaban siendo con ella. Las dos salieron de la academia y se fueron a la peluquería.

 

Capítulo 15
   Era el primer día de ensayo del musical y todos los seleccionados acudieron al teatro donde empezarían a ensayar. Entonces comenzaron a ensayar las primeras escenas y la primera canción. En uno de los descansos, Dylan se acercó a Gillian la cual estaba retocándose los labios con un espejito frente a ella.
   -Hola, Gillian…
   La chica apartó la mirada del espejo y lo miró de arriba abajo.
   -Hola…
   -Supongo que no me reconoces pero soy un amigo de Ribber.
   Gillian que había vuelto a mirarse en el espejo y oyó el nombre de su ex novio, sonrió para sí y levantó la mirada de nuevo hacia el chico. Se le había ocurrido un plan súbitamente.
   -¿Amigo de Ribber? ¿Cómo es posible que él no me contara que tenía un amigo tan guapo como tú?
   Dylan sonrió y se sentó junto a ella.
   -Bueno, Ribber me tiene un poco de envidia porque soy más guapo que él, seguro que por eso no te habló de mí.
   Gillian se cogió un mechón de pelo y lo enroscó entre sus dedos de forma seductora. Él la miró con ojos libidinosos y sonrió.
   La chica sonrió antes las palabras del chico y dejó que la camelara con sus palabras pero sus planes eran otro mucho mejores y él entraba en ellos.

   Natalie estaba en la peluquería y había cerrado los ojos cuando la peluquera le cortaba el pelo, no quería verse hasta que hubiese terminado el trabajo.
   Después de terminar de cortar, la peluquera le dio un poco con el secador para que ella se viera el pelo al natural. Esta le hizo una señal a Cloe para avisarla de que Natalie ya estaba lista.
   La joven se acercó y sonrió al ver el nuevo look de su amiga. Le puso una mano en el hombro y le dijo:
   -Ya puedes abrir los ojos, Natalie.
   La chica se mordió el labio inferior y lentamente abrió los ojos. Cuando los abrió completamente, se miró fijamente en el espejo y se sorprendió de su cambio. Ahora tenía el pelo cortado a la altura de los hombros con un flequillo recto. Realmente no parecía ella. A través del espejo miró a su amiga la cual sonreía.
   -No parezco yo…
   -Eso es porque con este corte eres la nueva Natalie.
   -Sí y esta Natalie no se dejará avasallar por nada ni por nadie…
   -Claro que sí, ya era hora de que espabilaras un poco.
   Las dos se acercaron a la caja donde Natalie pagó por el corte de pelo y luego salieron de la peluquería.
   -No entiendo cómo he podido dejarme pisotear de esa forma… sabía que ellas eran crueles conmigo pero no sé qué me pasaba que no podía reaccionar.
   -Quizás porque tenías miedo de que te echara pero ya tienes diecinueve años a punto de cumplir los veinte, puedes hacer tu vida, si te echa, tendrás siempre un techo donde vivir, ni lo dudes un segundo…
   Natalie meditó las palabras de la chica pero también tenía otros pensamientos en mente. Sobretodo pensaba en el día del accidente, recordaba cada uno de los momentos vividos.
   -Cloe…
   La chica que había seguido hablando, se detuvo y la miró.
   -¿Qué?
   -Estaba pensando aquí sobre el día del accidente y recuerdo que Gillian me dio los zapatos antes de salir al escenario. Cuando me los puse noté cómo resbalaban pero no le di mucha importancia. ¿Por qué no se la di? No tenía que haberme puesto esos zapatos…
   -Con todo eso, ¿qué estás queriendo decir?
   Natalie se detuvo en medio de la calle haciendo detener a su amiga y ambas se miraron a los ojos. Una con la duda y la otra con la sorpresa reflejada en su rostro.
   -Que Gillian hizo algo con mis zapatos para que yo cayera… me tenía envidia y no lo supe ver a tiempo, ¿cómo he podido ser tan idiota?
   Cloe posó su mano en el hombro de la chica.
   -Eras demasiado buena, por eso no te diste cuenta de nada.
   -Bueno, ahora lo que debo hacer es concentrarme en las pruebas del padre de Ribber y si me dice que mi rodilla está perfectamente, te juro que Natalie Taylor volverá a los escenarios de donde nunca tuvo que irse.
   -Así me gusta. Por cierto, ¿tú no sabes de algún sitio donde necesiten un ayudante o algo? Es que necesito dinero para poder comprarme el coche porque si espero por mis padres me hago vieja, así les ayudo con los gastos y demás.
   Natalie la miró pensativa y de repente se le ocurrió una idea.
   -Creo que podrías servir para trabajar en la boutique de Paolo.
   Cloe frunció el ceño.
   -¿Trabajar en una tienda de ropa?
   -Sí, Paolo es muy bueno y seguro que buscará el trabajo adecuado para ti, vamos acompáñame.
   Las dos fueron a la boutique de Paolo, el cual se sorprendió bastante con el cambio de Natalie. Ella le comentó que su amiga buscaba trabajo y este miró a Cloe fijamente.
   -Así que buscas trabajo.
   -Sí- dijo Cloe mirándolo a él.
   -¿Y qué sabes de moda?
   -Si quiere que le sea sincera, no tengo ni pajolera idea de moda.
   Paolo soltó una carcajada bastante afeminada y se acercó a las chicas.
   -Bueno, al menos eres sincera, cariño. Muchas jóvenes vienen aquí a buscar trabajo fingiendo saber mucho de moda y luego me doy cuenta de que no saben nada.
   -Mi amiga Cloe a veces es demasiado sincera pero es buena persona. Desde el accidente es la única amiga que he tenido y la valoro mucho.
   -Parece que Natalie te tiene en muy alta estima. Si realmente fuiste un apoyo para ella, probablemente seas muy competente en lo referente al trabajo. ¿Estudias?
   -Sí, mis clases son por la mañana.
   -Perfecto, trabajarías en el turno de tarde.
   -¿Eso quiere decir que la contratas?- preguntó Natalie.
   -Por supuesto, ¿cómo no voy a contratarla? Se ve que es una chica que aprende rápido. Pronto aprenderá las cosas relacionadas con la moda.
   -Muchas gracias, Paolo- dijo Natalie.
   -De nada, cariño.
   -Ahora debo volver a la academia. Debo limpiar un poco.
   -Pues no trabajes mucho y a ti- dijo mirando a Cloe- te veo el lunes a las cuatro ¿entendido?
   -Sí, aquí estaré.
   Tras despedirse, las dos chicas salieron de la tienda y se fueron a la academia. Allí, Natalie se cambió de ropa y le enseñó la ropa que le había dado Paolo esa misma mañana.
   Tras llegar la noche, la chica cenó en la cocina y se dirigió luego al aula donde ella y Ribber ensayaban. Ella llegó primero y se puso a calentar hasta que él llegara. Al rato llegó el chico, el cual al verla, se sorprendió bastante.
   -¿Natalie?
   La joven estaba de espaldas a él y se giró para mirarlo. Ribber estaba con una mano sujeta al pomo de la puerta y la miraba bastante sorprendido.
   -Hola, Ribber- dijo la Natalie sonriendo levemente- puedes entrar…
   El chico salió de su ensimismamiento y entró para cerrar la puerta tras de sí.
   -Vaya, qué cambio, no me esperaba encontrarte con un nuevo corte de pelo.
   -¿Me queda bien?- preguntó ella con timidez.
   Ribber volvió a mirarla y pensó que estaba realmente preciosa.
   -Te queda muy bien pero cómo fue que te dio por cortarte la melena que tenías.
   Natalie se puso tensa al recordar el por qué del corte pero luego sonrió y dijo:
   -Quería cambiar un poco… ¿has sabido algo de las radiografías?- preguntó ella cambiando de tema rápidamente.
   -Bueno, hace un rato llamé a mi padre a ver y me dijo que ya las radiografías estaban en su despacho y que las había examinado.
   -¿Y? ¿Cómo está mi rodilla?
   -Pues la verdad que mi padre me dijo que tu rodilla estaba perfectamente y creo que se sorprendió bastante porque dijo algo como que es como si nunca te hubieses hecho ninguna lesión.
   Natalie frunció el ceño.
   -No lo entiendo.
   -Verás, cuando alguien se hace una lesión como te la hiciste tú, te recuperas pero siempre quedan secuelas porque no se cura del todo y la cuestión es que me dijo que la tuya estaba perfectamente.
   -Espera…- dijo la joven asimilando las palabras que le estaba diciendo el chico- ¿estás queriendo decir que quizás nunca he tenido una lesión y que mi rodilla no estaba dañada?
   -Exactamente.
   Natalie negó con la cabeza. No podía ser. Ella oyó perfectamente cuando el médico le dijo que no podría volver a bailar. Le había dicho que su rodilla estaba casi destrozada, que no había posibilidad alguna de volver a bailar.
   Sentía que se iba a caer de la sorpresa por lo que se apoyó en la pared. Él corrió a su lado y la sujetó con fuerza.
   -No puede ser…- murmuró ella.
   -¿Te encuentras bien, Natalie?
   -Es imposible.
   A su mente, entonces volvieron las imágenes de su caída. Ella se había golpeado en la rodilla, él médico le había dicho que se había lesionado…
   Ribber, preocupado, la sentó en el suelo y él se sentó a su lado. Estaba muy pálida y parecía a punto de llorar.
   -Natalie, ¿quieres que te traiga un poco de agua? Contéstame.
   La chica lo miró como si saliera de un sueño.
   -Me engañaron, Ribber… si es como dice tu padre, me engañaron…
   -Él estaba muy sorprendido cuando me lo comentó, Natalie.
   -¿Cómo es posible que no me diera cuenta de nada? Cuando salí del hospital apenas me dolía la rodilla pero yo pensaba que era por los fármacos que me mandaron.
   -Si realmente te engañaron habrá que buscar al culpable de todo esto. Si mi padre tuviese tu informe…
   -¿Aún no lo han encontrado?
   -No Natalie, tu informe no aparece por ningún lado y si todo encaja, entonces ese informe lo escondieron para ocultar que tú estabas bien y que no tenían ninguna lesión.
   -No puede ser, Ribber, tu padre debe de haberse equivocado, no es posible que alguien me desee tanto mal para hacerme algo así…
   -Tus radiografías las llevaron directamente al despacho de mi padre, no hay ningún error. Piensa un poco, Natalie, según tú le has dicho, no te duele y has bailado conmigo como si nada, tu rodilla siempre ha estado bien…
   -Yvette y Gillian… ellas son las únicas que me odian… fueron ellas… claro, Gillian me dio los zapatos con algo que resbalaba y estoy segura de que Yvette hizo algo para que el médico dijera que tenía una lesión… Ribber, fueron ellas. Ellas convirtieron mi vida en un infierno y qué mejor forma de empezar que provocándome una lesión que me impediría bailar…- Natalie se levantó y comenzó a dar vueltas por la habitación- Yvette se burló de mí en el hospital… ahora lo entiendo todo. Dios, qué ciega he estado…
   -Tranquilízate, Natalie, estás muy nerviosa- dijo el chico levantándose y acercándose a ella.
   -Esto no va a quedar así, Ribber, he estado tres años sin bailar por culpa de esas dos mujeres, tres años… ¿sabes lo que es eso?- las lágrimas corrían por sus mejillas- Tres años sin hacer lo que tanto me gusta…
   Ribber la abrazó mientras ella sollozaba.
   -No llores, ahora podrás volver a bailar porque estás bien, no tienes por qué llorar más…
   La joven se limpió las lágrimas y lo miró fijamente. Él la miró y sus ojos se encontraron. Un instinto se apoderó de él al mirar hacia aquellos jugosos labios, deseando besarlos como si le fuese la vida en ello.
   Sin poderse contener, se acercó a ella y rozó sus labios en un cálido y delicioso beso. Ella abrió los ojos más de lo normal, sorprendida ante esa muestra de pasión por parte de él. Dejándose llevar, cerró los ojos y cruzó los brazos alrededor del cuello de él.
   Los restos de las lágrimas que anidaron en sus mejillas, le dejaron un sabor un tanto salado en los labios y se mezcló con el dulce sabor de los labios de ambos.
   Natalie se sujetó a su cuello porque se sentía en un mar de emociones en el que podría ahogarse y Ribber era su salvavidas, la que la mantenía a flote en ese momento. El chico la obligó a retroceder hasta que la espalda de ella quedó pegada a la pared mientras sus manos tomaban el rostro de la chica entre sus manos para que no se separara de sus labios.
   A la mente de la chica, volvieron las imágenes de cuando ella salía con Drake, de cuando la besaba y no pudo evitar compararlos. Los de su antiguo novio eran besos fríos que casi no le hacían sentir nada pero en cambio los de Ribber le estaban despertando sentimientos encontrados y eso la estaba confundiendo.
   Entonces, las manos de ella pasaron del cuello al torso de él para intentar alejarlo pero estas se negaban a responder deseando un poco más de ese delicioso beso la estaba haciendo sentir tan bien, tan deseada, tan… querida. Maldiciéndose por dentro, logró apartarlo un poco y abrió los ojos para mirarlo a él. Para mirar aquellos ojos tan verdes como la hierba y al tenerlo tan cerca se percató de las pequeñas motas de color marrón que le daban un hermoso toque sensual a los ojos de él.
   Ambos se miraron por unos segundos más con las respiraciones agitadas hasta que él se apartó y le dio la espalda, totalmente arrepentido.
   -Lo siento…- murmuró.
   Ella lo miró e inconscientemente se llevó los dedos a sus labios ahora hinchados por el increíble beso que se acababan de dar.
   -¿Qué?- preguntó ella al procesar las palabras de él.
   Ribber se giró y la miró fijamente.
   -No debí cogerte desprevenida, me aproveché… te vi tan mal y no pude evitarlo… ¡soy un estúpido!
   Ella no podía articular palabra, no sabía qué decirle. ¿Qué el beso le gustó? ¿Qué lo comparó con su ex y él le había hecho sentir cosas muy distintas? No, no podía decirle eso. Lo haría sentir peor de lo que ya estaba así que sólo pudo decir una cosa.
   -Es mejor… que acabemos el ensayo de hoy…
   Él apartó la mirada y sin decir nada más salió de allí hasta su habitación donde se tumbó mirando al techo maldiciéndose por lo que acababa de suceder en aquella pequeña aula.
   Natalie lo vio marchar y a pesar de querer detenerlo, no lo hizo por lo que se limitó a apagar las luces y cerrar la puerta con llave para luego ir a su habitación donde se sentó junto a la ventana y miró al cielo estrellado.

 

Capítulo 16
   Cloe acudió a la boutique de Paolo para su primer día de trabajo. Al llegar, la recibió el diseñador que le explicó lo que debía hacer en caso de que viniera una clienta. Cuando terminaron, la puerta se abrió y apareció Gillian quitándose unas enormes gafas de sol y las metía en su bolso de marca que colgaba de su brazo.
   -Oh Dios, la bruja boca de besugo ha vuelto- dijo Paolo por lo bajini a Cloe.
   La chica sonrió y luego dejó que el diseñador se acercara a Gillian.
   -Paolo he venido a hablarte del vestido.
   -¿Le pasa algo? Cuando se lo llevaron estaba perfectamente.
   -Lo sé, es espléndido, me encanta- dijo dándole el bolso al diseñador y se dirigió a unas prendas de ropa que había colocadas en unos maniquíes- ¿reconociste a la persona que vino a buscarlo?- preguntó con una sonrisa maliciosa en los labios.
   Paolo miró a Cloe y sin que Gillian se diese cuenta, le guiñó un ojo a lo que ella respondió con una sonrisa.
   -Claro que la reconocí, querida.
   -¿Y qué te parece el aspecto de la idiota de Natalie?
   -De verdad que estaba muy mal.
   Gillian soltó una carcajada y sonrió burlona.
   -¡Lo sé y me encanta! Es lo que se merece, siempre haciéndose la mosquita muerta para ganar las competiciones de baile.
   Cloe cerró las manos formando dos puños y se giró para que Gillian no viera la cara de rabia de la joven.
   -Sinceramente no pensé verla así.
   -Bueno, lo que importa es que no va a volver a bailar y nadie me quitará el puesto que me merezco. Ahora olvidemos eso y vayamos a probarme el otro vestido.
   -Claro, pasa por aquí- dijo Paolo entrando en la salita tras el mostrador, Gillian lo siguió y cuando esta entró, el diseñador se asomó y le dijo a Cloe- dentro de un momento te llamaré para que me ayudes con los alfileres y te lo pido, clávale alguno, por favor.
   -Créeme, nada deseo más en este momento- dijo la chica sonriendo.
   -Tú y yo nos llevaremos la mar de bien, querida- dijo Paolo sonriendo- ahora espérame aquí a que yo te llame.
   Entonces Paolo volvió dentro dejando a Cloe sonriendo maliciosamente.

   Ribber no fue ese día a clase, apenas había dormido y estaba bastante cansado. Cerraba los ojos y recordaba el beso que había compartido con Natalie.
   Como no tenía sueño, cogió su guitarra y comenzó a tocar aquella melodía de la canción que había cantado con la chica.
   La joven que pasaba por allí, oyó la melodía y cerró los ojos. Posó su mano en el pomo de la puerta por un instante pero no se atrevió a verlo así que se apoyó en esta. Su corazón latía frenéticamente porque a su mente había vuelto aquel delicado beso que le había encendido por dentro. No podía dejarse llevar por sus sentimientos, no quería volver a sufrir como sufrió con Drake.
   Suspirando, Natalie se alejó de la puerta cerrada con una mano cerrando su colgante.
   Los últimos acordes sonaron en su guitarra y él suspiró recostándose de nuevo en la cama. Nunca se había sentido así y no sabía qué hacer. Siempre había sido un picaflor y no se había sentido tan atraído por una chica pero es que Natalie era tan dulce e inocente… a la vez que bella y seductora sin siquiera proponérselo.
   -Oh, Ribber, te estás comportando como un tonto enamorado…- se reprendió a sí mismo- es imposible que te guste tanto para que andes por ahí como un zombi… te estás volviendo un majara.
   Se quedó mirando fijamente al techo y de repente, su mente comenzó a trabajar en una nueva melodía por lo que se sentó con la guitarra en sus brazos y comenzó a jugar con los acordes para luego apuntarlas en un papel.
   Mientras, Natalie había acudido a limpiar la habitación de Gillian. Recogiendo las cosas, encontró unos folletos. Estos promocionaban un concurso de baile que se celebraría en un mes. El plazo aún estaba abierto, aunque había un pequeño problema. El concurso era en pareja.
   Seguramente, Gillian tenía pensado presentarse con Ribber pero como lo dejaron, tiró los folletos en un arrebato de enfado. Natalie sonrió y guardó el folleto en su bolsillo, aunque podría suponer una negativa, se lo propondría a Ribber sobre todo para hacer rabiar a su hermanastra.
   Limpió la habitación y luego salió de allí. Cuando llegaba a la altura de la puerta de la habitación de Ribber, lo vio salir y no tuvo tiempo de darse la vuelta porque sus ojos se encontraron fundiéndose el uno en la mirada del otro.
   -Vaya, Natalie, no te oí llegar…- dijo él intentando sonreír.
   -La verdad es que venía de la habitación de Gillian…- dijo ella nerviosa- ¿te encuentras bien?
   -¿Eh?
   -Bueno, no has ido a clase.
   Ribber se rascó la nuca.
   -La verdad es que estaba un poco cansado y decidí quedarme en la cama a dormir un poco más.
   -Entiendo…- dijo ella desviando la mirada y su mano fue a parar a su bolsillo donde estaba el folleto del concurso de baile, lo sacó y se lo mostró al chico- encontré esto en la habitación de Gillian.
   Ribber lo cogió y lo miró detenidamente.
   -Por lo que veo es en pareja.
   -Sí, te iba a pedir si querías apuntarte conmigo, ya es hora de que vuelva a los escenarios a bailar.
   -¿Estás segura de que quieres volver ya a los escenarios? Puedes esperar un poco.
   -No, tiene que ser ya, aunque claro, si tú no quieres tampoco te voy a obligar.
   Él la miró y la vio ruborizada. Eso le encantaba aunque no lo reconociera públicamente. Bailar sería una forma de estar cerca de ella bastante tiempo.
   -Está bien, yo me encargo de apuntarnos- dijo él.
   Natalie sonrió levemente y luego bajó la mirada.
   -Gracias. Bien, debo marcharme a seguir limpiando.
   -De acuerdo…
   La joven se alejó de él lo más rápido que pudo y él se le quedó mirando. Volvió dentro, se cambió y salió hacia el lugar de inscripción para el concurso. Cuando llegó, una chica lo atendió afablemente.
   -Buenos días- dijo la chica con el cabello negro recogida en un moño suelto y sus ojos pardos se camuflaban tras unas gafas.
   -Hola, vengo a inscribirme para el concurso, también vengo en representación de mi pareja de baile que no ha podido venir.
   -Bien,  dime los nombres para apuntaros en la lista y en qué categoría de baile vais a participar.
   -Ribber Turner y Natalie Taylor.
   La joven comenzó a escribir los nombres y cuando llegó al de Natalie se detuvo y lo miró.
   -¿Natalie qué?
   -Taylor.
   -¿Esas no es la de la lesión? ¿La que desapareció de los escenarios hace tres años?
   Ribber sonrió y miró a la chica a los ojos.
   -Veo que la recuerdas, pues sí, la misma.
   -Imposible, ella ya no puede volver a bailar, yo misma lo leí en el periódico y en las revistas hace tres años.
   -Se ha recuperado…- fue la respuesta de Ribber.
   -Impresionante- dijo la chica mientras escribía el nombre de Natalie- ¿en qué categoría?
   -Baile moderno, algo tipo hip hop o reggaetón…
   -De acuerdo, ahora deberás esperar y darme un número para llamarte y decirte el día exacto en que concursan los de baile moderno.
   El chico asintió y le dio el número de su móvil, luego se fue y volvió a la academia. Al entrar, se topó con Gillian que lo detuvo.
   -Ribber, ¿dónde has estado?- preguntó ella mirándolo inquisitivo- no te he visto en clase.
   -He tenido que hacer unas gestiones…- dijo el chico e intentó alejarse de ella pero Gillian lo agarró del brazo.
   -Espera… no quiero que nos llevemos mal, Ribber… me gustaría que nos lleváramos bien.
   Ribber enarcó una ceja y sonrió burlón.
   -¿Tú y yo? ¿Llevarnos bien? Eso sería como pedir a un manzano que te dé una pera. Es imposible.
   Gillian se acercó más a él y sonrió seductoramente.
   -Vamos, Ribber… no puedo vivir sin ti, te necesito- Ribber la esquivó y siguió caminando pero ella lo siguió y se abrazó a él, obligándolo a detenerse- no dejo de pensar en ti, eres como una droga.
   El chico apartó las manos de ella y se giró para mirarla.
   -Gillian, métetelo en la cabeza, no vamos a volver juntos, no quiero verte más… ¿es que no lo pillas?
   La joven se enfadó y lo empujó.
   -Es que no podías haberme dejado, ¡no tenías que haberlo hecho! ¿Es que no ves que me gustas?
   -¿La egocéntrica Gillian quiere a alguien más aparte de a ella misma?- preguntó el chico irónico- ¿de verdad tienes tanto hueco en el corazón para querer a alguien más que no seas tú? No me lo creo, Gillian, tú no puedes querer a otra persona a la vez que a ti misma porque te crees el ombligo del mundo y no lo eres, así que metete eso en la cabeza. Ahora, si no te importa, me gustaría volver a mi habitación.
   Tras decir esto, el joven se alejó de ella y se dirigió a su cuarto.
   Gillian sintió deseos de llorar, las palabras de Ribber le habían dolido mucho. La había humillado cuando se había dado cuenta de que sentía algo más que atracción hacia él.
   Se giró y vio a varias personas mirándola, sorprendidos, por lo que gritó:
   -¿Es que no tenéis nada más que hacer? ¡Marchaos!
   Los que allí estaban siguieron su camino y ella corrió hacia su habitación donde se encerró. Con rabia, cogió el edredón que cubría su cama y tiró de él hasta que quedó en el suelo. Las cosas que había sobre su tocador acabaron en el suelo. Lo tiró todo sin importarle que algunas de ellas fueran de cristal y los trozos de cristal se esparcieron por el suelo. Se arrodilló con lágrimas en los ojos.
   Lágrimas de rabia y dolor.
   Allí permaneció durante un buen rato y cuando recuperó la compostura, llamó a Natalie para que recogiera todo el estropicio que había hecho.
   Podía consolarse en el hecho de hacer trabajar a su hermanastra hasta agotarla.

   Ribber se dirigió a su habitación y la abrió pensando en lo egocéntrica que era Gillian. Cuando miró al interior de la habitación, vio a Dylan en su cama con una chica. Las sábanas apenas cubrían las partes íntimas de cada uno.
   El chico enarcó una ceja y cogió una botella de agua que había sobre su escritorio y le tiró el contenido a Dylan que se despertó sobresaltado. Miró a su amigo sorprendido.
   -Tío, ¿es que estás loco? ¿Quieres matarme de un infarto?
   -Bueno, un infarto no pero creo que tú y yo teníamos una apuesta…
   -Espera- dijo Dylan levantando las manos- ¿también te referías a esto con la apuesta?
   Ribber se cruzó de brazos, sonriendo.
   -¿Tú qué crees?
   -No, eso no es justo, no especificaste…
   -Se siente, haber preguntado…
   El chico se giró para coger la guitarra y Dylan se levantó.
   -Espera, espera, dame una tregua, hace tiempo que no me acostaba con una chica, joder mírala…
   Ribber se giró y lo miró, luego cerró los ojos.
   -Tío, tápate, que ella quiera verte desnudo, no significa que yo sí.
   Dylan cogió sus pantalones y se los puso.
   -Vamos, Ribber, apiádate de mí. Mírala, colega, es impresionante.
   Su amigo miró a la joven que estaba tendida en la cama, la cual dormía plácidamente. Este negó con la cabeza.
   -Nada, no hay nada que hacer, tendré que mirar en Internet qué películas se estrenan esta semana…
   -Joder, Ribber, somos colegas.
   -Y que sea en 3D con las gafitas y todo- dijo Ribber sonriendo- y creo recordar que iba a pedir palomitas de las grandes… ah y despiértala, creo que dentro de un rato tenéis ensayo del musical.
   Dicho esto, Ribber abrió su armario, cogió una camiseta y se la cambió. Luego tomó su guitarra y salió de la habitación dejando a Dylan lamentándose por su mala pata. Ahora tendría que pagarle una entrada de cine con palomitas incluidas a su amigo por perder una apuesta que no debía haber hecho.
   Pero es que aquella chica era toda una diosa y no se pudo resistir. Perdería unos cuantos euros sí pero había disfrutado con aquella joven lo indecible.
   Sonriendo, volvió a la cama y despertó a aquella hermosa joven para volver a hacer el amor y ambos irían muy sonrientes al ensayo del musical que tenían en apenas diez minutos.

   Al día siguiente por la mañana, todos se encontraron en los tablones de anuncios un enorme cartel en el que se anunciaba que habría una fiesta de disfraces al que podían acudir todos los de la academia, obligatoriamente, disfrazados.
   Esta iniciativa gustó bastante y se comentó durante todo el día, planeando ya los disfraces que se pondría cada uno. Algunos irían de piratas, otras de diosas griegas, sacando todos, una gran variedad de disfraces.
   Cloe, cuando llegó a la academia a visitar a su amiga como hacía cada vez que podía, vio el cartel y se le ocurrió la idea de meterse ambas en la fiesta y disfrutar un poco que ya les hacía falta. Pero cuando se lo comentó a Natalie esta se negó rotundamente.
   -Pero ¿por qué no?
   -¿No leíste el cartel? Es sólo para los de la academia y con eso se refiere a los alumnos matriculados. Que yo sepa ni tú ni yo estamos matriculadas.
   -Pero no se van a enterar, estamos disfrazadas, nadie vigilará la entrada porque saben que nadie de fuera entrará a la fiesta. Y si es como me comentaste anoche que piensas presentarte a un concurso de baile, qué mejor forma de ensayar que bailando en la fiesta de disfraces de la academia… piénsalo, nadie sabrá que eres tú si llevas un buen disfraz. Tenemos a un gran diseñador de nuestra parte y nos podría hacer unos disfraces que no nos reconocería ni la propia Gillian. Venga, ¿qué me dices?
   Natalie meditó esto durante un rato. Si bailaba y nadie sabía quién era podría sorprender luego a todos en el concurso. Incluso podría acercarse a Ribber y él ni siquiera sabría quién era.
   Al pensar en esto, sonrió y luego miró a Cloe.
   -¿Cuándo vamos a ver a Paolo para que nos haga unos disfraces?

 

Capítulo 17
   Cloe y Natalie fueron a la boutique de Paolo, tras acabar de limpiar la academia. Cloe le iba a comprar ropa nueva a su amiga, ya era hora de que vista como una persona decente y también para hablar con el diseñador sobre los disfraces.
   Cuando entraron en la boutique, Paolo salió a recibirlas con una sonrisa. Miró a Cloe y enseguida vio en los ojos de ella algo de lo que pensaba.
   -No digáis nada. A que venís por lo de la fiesta de disfraces de la academia. Gillian me acaba de llamar. Creo que vosotras venís por algo parecido ¿me equivoco?
   -Nos has pillado, Paolo- dijo Cloe- queremos dos disfraces para meternos en la fiesta.
   -Y si podemos saber cuál será el disfraz que quiere Gillian, mejor- dijo Natalie- para así elegir uno mejor.
   Paolo sonrió.
   -Lo diré con la condición de que no lo digáis por ahí.
   -Prometido- dijo Natalie.
   El diseñador miró a su alrededor y luego dijo por lo bajo:
   -Quiere ir de Catwoman.
   Cloe no pudo reprimir la risa y se rió escandalosamente.
   -Con esas caderas es imposible- dijo Cloe sin dejar de reír.
   -Bueno, pero aún así debéis guardar el secreto- dijo Paolo y miró a Natalie- si vas a ir a la fiesta se me está ocurriendo un disfraz en el que transmitirás mucho misterio.
   -Estoy en tus manos, llevaré el disfraz que veas que me va a quedar bien, eso sí, que nadie sepa que soy yo- dijo la joven y no pudo evitar pensar en Ribber.
   Se mordió el labio inferior y sus dos amigos la miraron.
   -¿Pensando en alguien en especial?- preguntó Cloe.
   Natalie salió de su ensimismamiento y los miró.
   -¿Eh? No, no… es solo que…- se quedó pensativa durante unos momentos y luego sonrió- se me ha ocurrido una idea… voy a bailar en la fiesta.
   -¿Bailar? Pero… para eso debes ponerte de acuerdo con el Dj- dijo Cloe.
   -Bueno, para eso te tengo a ti, tú me vas a ayudar, nadie sabrá quién eres con tu disfraz así que puedes hablar con el Dj, el retorno de Natalie Taylor está muy cerca.
   Los tres sonriendo y comenzaron a comentar sobre disfraces y tipos de tejidos, etc., luego, Cloe le compró algunas prendas nuevas a su amiga, prometiendo esta devolverle el dinero en cuanto pudiese.
   La joven llegó cargada de bolsas a la academia y las metió en su habitación bien resguardadas hasta que fuera el momento oportuno de sacarlas.

   Ya casi de noche, Natalie acudió al aula donde ensayaba con Ribber. Aún no le había dicho la categoría de baile en la que participaban porque el día anterior, él se tuvo que ir a su casa. Mientras esperaba, comenzó a calentar un poco y luego puso la música.
   Se trataba de una canción lenta y sin pensarlo se puso a bailar mirando sus propios movimientos en el espejo.
   Ahora que podía bailar, no le daba miedo nada y así olvidaba la mayoría de sus problemas. Entre ellos se encontraba el de sus sentimientos hacia Ribber. Cerró los ojos y comenzó a girar y a girar. De repente alguien la sujetó de la cintura deteniéndola.
   Notó la respiración de quién la agarró en su cuello y el vello se le erizó. Abrió los ojos y miró hacia el espejo que lo tenía de frente. Justo detrás de ella estaba Ribber, el cual la miraba fijamente.
   -Me encanta cómo bailas- dijo él.
   Natalie se sonrojó y se mordió el labio inferior.
   -No digas eso, he perdido demasiada práctica- dijo y se apartó- hace tres años que no practico, me siento como un pato mareado.
   -No eres un pato mareado, Natalie.
   -Ya has visto cómo he bailado ahora… daba vueltas como una idiota.
   -Lo que me parece a mí es que sigues teniendo miedo. Lo estabas haciendo muy bien, quién sabe, quizás dentro de poco ya no tendré que darte clases- dijo él sonriendo levemente.
   -Sí, quizás y todo…- dijo la joven no muy de acuerdo con estas palabras.
   -¿Empezamos?
   -Espera… aún no me has dicho la categoría en la que participamos en el concurso, porque nos apuntaste ¿verdad?
   -Claro que nos apunté… bailamos en la categoría de baile moderno.
   -¿Moderno?
   -Sí, hip hop, reggaetón, etc.
   La joven asintió pensativa.
   -Algo así como el baile de la primera vez que me viste bailar ¿no?
   El chico sonrió.
   -Exacto.
   Natalie lo miró por un momento y sonrió levemente.
   -Bueno, creo que hay algo de ese día que no me has devuelto… me dijiste que si iba a ver a tu padre me lo devolvías…
   -¿Te refieres a la pulsera? Como no me la pediste antes no te la he devuelto…
   -Me gustaría que me la dieses, tiene un significado muy especial para mí. Me la regaló mi padre antes de que saliera a la venta… fue la primera pulsera que se hizo- dijo la joven recordando con cierta nostalgia.
   El chico la miró fijamente. Se la veía bellísima de cualquier forma.
   -Bueno, cuando acabemos la clase de hoy, me acompañas y te la devuelvo.
   -Gracias- dijo Natalie sonriendo levemente.
   Tras esto, ambos miraron la canción que podrían hacer en el concurso y comenzaron a idear los pasos de baile para hacerla acorde con el ritmo. Pasada una hora, ambos se dirigieron a la habitación del chico para que este le entregara la pulsera a ella.
   Una vez allí, él abrió la puerta y la invitó a entrar. Ambos entonces, se toparon con un Dylan eufórico que se acercó a Ribber y le dijo:
   -¡Felicítame tío!
   -¿Felicitarte? ¿Por qué?
   -¡Voy a ser el Dj de la fiesta de disfraces!
   -¿Y por eso tanta alegría?
   -Claro… todas las pibas se pegarán a mí para pedirme canciones, el sueño de mi vida, verme rodeado de chicas guapas- Natalie arqueó las cejas y fue entonces cuando Dylan reparó en ella y sonrió para presentarse. Se acercó como un galán y le cogió la mano-tú debes de ser Natalie Taylor ¿no? Es un grandísimo placer conocerte- dijo el chico con un tono bastante seductor y le dio un beso en la mano.
   La chica no puedo evitar sonreír.
   -Lo mismo digo, eh…
   -Dylan Sprout para servirte.
   -Eh, Dylan…- dijo la chica.
   Mientras, Ribber buscaba la pulsera en la mesa de noche. Cuando la encontró se la devolvió a su dueña.
   -Aquí tienes la pulsera, siento no habértela devuelto antes.
   -No pasa nada… bueno, debo marcharme, hasta mañana.
   -Hasta mañana- dijo el chico sonriendo.
   -Adiós, Dylan.
   -Espero verte pronto, preciosa- le dijo él.
   La joven sonrió y tras echar una última mirada a Ribber salió de la habitación. Una vez la puerta se cerró, Dylan miró a su amigo que aún miraba la puerta por la que acababa de salir la chica.
   Dylan le pasó una mano por delante de la cara y Ribber parpadeó rápidamente para luego mirar a su amigo que estaba sonriendo.
   -¿Qué?- preguntó Ribber tirándose en su cama.
   -Estás loco por ella, como diría mi padre: “estás pillado hasta las trancas, chavalín”- dijo Dylan poniendo el tono de su padre en la última frase.
   -¿Tanto se nota?- preguntó Ribber suspirando.
   -Pues bastante, amigo mío. Ya sabía yo que esto iba a pasar algún día. Me vas a abandonar por ella…- dijo Dylan con fingido dolor.
   -No me seas melodramático, hombre…- dijo Ribber sonriendo- la amistad está por encima de todo…
   Dylan sonrió y luego se acostó en su cama. Al poco rato, ambos se quedaron dormidos.

   A la mañana siguiente, Cloe fue a visitar a Natalie puesto que esta le había enviado un mensaje el día anterior sobre algo relacionado con la fiesta de disfraces.
   Cuando llegó, entró en la habitación de su amiga y se sentó en cama mientras Natalie se cambiaba.
   -Bueno, ¿qué es eso que me tienes que comentar?
   Natalie se puso la camiseta y se viró hacia su amiga mientras se pasaba los dedos por la melena.
   -Ya sé quién es el Dj de la fiesta.
   -¿En serio? Mi niña, que rápido…
   -Bueno, es que lo vi muy efusivo y entonces me enteré del por qué.
   -¿Y quién es?
   Natalie sonrió y dijo:
   -Dylan Sprout.
   Cloe miró a su amiga y repitió el nombre por lo bajo como si hubiese oído ese nombre antes y entonces lo recordó. Era el tipo del casi atropello. Sorprendida miró a Natalie.
   -No, Natalie, dime que no es él, dime que es una broma, porque es una broma ¿verdad?
   -Ojalá pudiera decirte lo contrario pero es él, me enteré anoche cuando fui con Ribber a su habitación.
   -¿Qué?- preguntó Cloe mirando a Natalie fijamente a los ojos- ¿Fuiste a la habitación de ese chico?
   -Sí… ¿por qué?
   -No te habrá hecho nada ¿no?
   Natalie frunció el ceño.
   -¿Y qué me va a hacer? Sólo me dio mi pulsera que aún no me la había devuelto.
   -Dios, Natalie, me vas a matar de un infarto… no me des esos sustos…
   La joven se rió.
   -No seas boba, Cloe, si surge, surgió…
   Ambas permanecieron en silencio unos minutos hasta que Cloe dijo:
   -Un momento, recapitulemos… ¿me estás diciendo que si hubiese surgido algo no te hubiera importado?
   -Claro que no, ¿por qué me iba a importar?
   -Eso quiere decir que ese chico te gusta…
   -No, no me gusta- dijo Natalie poniéndose seria de repente.
   Cloe no entendía nada.
   -Natalie, o me lo explicas o estoy lenta de entendederas hoy… no te gusta y aún así si hubiese surgido algo lo hubieses hecho.
   -¿Es que acaso tiene que gustarme?
   -Bueno, estos días no haces más que estar en las nubes, exactamente desde que te cortaste el pelo… ¿es que sucedió algo?- Natalie apartó la mirada pero no contestó- vamos, Natalie, somos amigas, sabes que me puedes contar todo lo que sea…
   Tras un momento de silencio en el que la joven no se atrevió a mirar a su amiga, levantó la mirada y le dijo:
   -Me besó- Cloe la miró sorprendida- sí, me besó y el problema radica en que me gustó ese beso… fue tan delicado… me sentía en las nubes… pero no puedo sentir nada por él, ¿y si me hace daño como me hizo Drake?
   -No todos van a hacerte daño, Natalie. Dices que el beso te gustó ¿no? Si te gustó es porque sientes algo hacia ese chico. No vas a vivir siempre pensando que todos te van a hacer daño. A este no se le ve tan capullo… fíjate que no soporta a Gillian… eso es un punto a favor así que tan malo no puede ser.
   -Estuvo saliendo con ella.
   -Pero la dejó. Te dio su collar- dijo señalando el collar que la joven llevaba puesto- eso no lo hacen muchos chicos.
   -Me lo dio porque le dije que me gustaba, no por otra cosa.
   -Podía haberse negado a dártelo y aún así te lo dio. Valora todo eso y te darás cuenta que ese chico no podría hacerte daño. Sinceramente espero no equivocarme. Joder, que te está ayudando con el baile.
   -Sí…
   -Lo del baile es por él ¿no?
   -¿Qué?
   -El baile de la fiesta de disfraces, lo haces para él.
   -No, lo hago para poder bailar ante todos sin que sepan que soy yo…
   Cloe se levantó y apoyó una mano en el hombro de su amiga.
   -Natalie, búscate una excusa mejor porque esa no cuela… lo que quieres es bailar para él pero sin que sepa que eres tú… fíjate, lo quieres conquistar. Si no te gustara, no harías esto… ni me harías pasar un mal trago con ese chulo playa de Dylan…- dijo la joven.
   -Sin tu ayuda no podré hacerlo.
   -¿Y cómo piensas hacerlo? Como ese tipo sepa quién soy, no nos querrá ayudar.
   -El problema va a ser que va a estar rodeado de chicas ese día, al menos eso dice.
   Cloe hizo una mueca.
   -Será creído este tío…
   -Bueno, imaginemos que es así, sería casi imposible que te hiciera caso de entre tantas… por lo tanto lo único que se me ocurre para que nos ayude es que él sepa lo que vamos a hacer.
   -¡¿Qué?! Definitivamente te has vuelto loca. ¿Vas a confiarle a ese donjuán de pacotilla algo tan importante como lo que vas a hacer en la fiesta?
   -A lo mejor es de confianza, Cloe, él es nuestra esperanza.
   -Querrás decir tu esperanza, la que bailas eres tú no yo.
   -Pero tú estás conmigo en esto, estás ayudando a Paolo con el disfraz y todo.
   -Y una cosita… ¿Cuándo piensas ensayar?
   -Ni siquiera sé de lo que es el disfraz… Paolo no me lo ha dicho aún.
   -Bueno… quizás yo pueda decirte algo…
   -Ya… venga, suéltalo, ¿qué quieres?
   Cloe juntó las manos a modo de súplica y le dijo:
   -No me hagas decirle a Dylan lo de tu canción.
   -Vamos, Cloe, no me puedes pedir eso, te necesito.
   La joven puso cara triste.
   -De acuerdo te ayudaré y te diré el disfraz.
   Natalie sonrió complacida, entonces Cloe le comentó cual era el disfraz y la joven ya comenzó a hacerse una idea de la canción que podría bailar en la fiesta.

 

Capítulo 18
   Natalie iba por el pasillo seguida de Cloe. Hacía algunos días que ambas habían tenido la conversación sobre pedir ayuda a Dylan. En esos días, la joven tuvo tiempo para pensar en lo que estaba haciendo y todo estaba decidido, ya no había vuelta atrás a pesar de que Cloe había intentado convencerla de lo contrario.
   -¿De verdad quieres hacer esto?- preguntó Cloe de nuevo.
   -Sí, es lo único que se me ocurre.
   -¿Lo has pensado bien?
   -Bastante lo he pensado. Buscaremos a Dylan y le diré lo que vamos a hacer.
   -Yo sigo pensando que es una locura.
   -Vale la pena luchar por una locura- dijo Natalie- ¿no crees?- preguntó deteniéndose ante la puerta de la habitación de Ribber y Dylan. Sonrió a su amiga y tocó.
   -¿Y si está Ribber dentro?
   -No está, ahora mismo está haciendo un examen.
   -¿Un examen? ¿Y el gandul este no lo hace?
   Natalie no tuvo tiempo de contestar porque la puerta se abrió haciendo aparecer a Dylan.
   El chico frunció el ceño.
   -¿Natalie?- miró a Cloe y su ceño se frunció aún más- ¡tú!
   Cloe le miró y luego cruzando los brazos, desvió la mirada.
   -¿Podemos hablar contigo?- preguntó Natalie.
   -Pe… pero…
   Cloe suspiró exasperada.
   -¿Podemos o no podemos?
   Dylan se apartó de la puerta y ambas entraron bajo la recelosa mirada de él.
   -¿Qué pasa?- preguntó el chico sentándose en su cama frente a ellas.
   -Queremos hablar contigo sobre un tema relacionado con la fiesta- comenzó Natalie sentándose en la cama de Ribber, la cual acarició con una mano inconscientemente.
   -¿Con la fiesta? ¿Te refieres a la de disfraces?
   -Sí, necesitamos tu ayuda.
   -¿Mi ayuda?
   -No sé si Ribber te ha comentado que mi rodilla está en perfecto estado y que vuelvo a bailar… bueno, pues lo que quería comentarte es que esa noche quiero bailar.
   -Espera un momento, ¿vuelves a bailar?
   -Sí, por eso necesito que me ayudes.
   -¿Y cómo puedo ayudarte?
   -En un momento de la fiesta, deberás poner la canción que está grabada en este disco- dijo cogiendo un disco que le entregaba Cloe para dárselo al chico- cuando lo pongas, yo saldré y bailaré.
   Dylan miró el disco y luego a la chica.
   -Un momento, ¿cómo piensas entrar? Debes entregar una entrada para poder entrar.
   -De eso no te preocupes, sólo deberemos estar sincronizados y para ello ya está Cloe…
   Ambos se miraron y fruncieron el ceño.
   -¿Qué va a hacer ella?
   -Ella te avisará para que pongas la música, muy sencillo. Aunque debo pedirte un favor muy grande.
   -¿Qué favor?
   -Nadie, absolutamente nadie debe saber lo que voy a hacer. Debes guardarme el secreto.
   -¿Ni siquiera se lo puedo contar a Ribber?
   -A nadie…
   -Está bien.
   Natalie, entonces, se levantó y se despidió del chico. Salió de la habitación y Cloe la fue a seguir pero Dylan la detuvo sujetándola por el brazo.
   -¿Por qué no me dijiste que eras amiga de Natalie? Ella no es una alumna de la academia.
   -¿Acaso yo te dije que mi amiga era alumna de la academia?
   -Bueno, supuse que sí, no pensé que vinieras a verla a ella.
   -Una pena que seas tan cortito de entendederas, además ¿tú no deberías estar en un examen como tu amigo Ribber?
   -Yo ya lo hice… Pero no estamos hablando de eso.
   -Tampoco quiero hablar de lo otro, así que déjame.
   -No, tendremos que ponernos de acuerdo para sincronizarnos- dijo él mirándola de arriba abajo.
   Cloe se apartó rápidamente y lo miró enfadada.
   -No caeré en tus jueguitos… me han dicho que eres un picaflor y yo no me llevo bien con ese tipo de chicos.
   Dylan sonrió con malicia y luego se cruzó de brazos.
   -Al menos debería saber de qué vas disfrazada ¿no?
   -No te preocupes, que me reconocerás…
   Dicho esto, la joven salió de la habitación y corrió todo el pasillo hasta llegar a la altura de Natalie, la cual al verla se detuvo.
   -¿Por qué tardaste tanto en salir?
   -Ese tipo pretende ligar conmigo, fíjate que me dijo: “tendremos que ponernos de acuerdo para sincronizarnos”- dijo la joven poniendo voz de chico- es que encima es cutre el tío… no se puede ser más cutre para ligar con una tía y llevársela al huerto.
   -Pues se comprende que aquí le funciona bien el ir un poco de cutre… diría que se ha acostado con más de la mitad de las chicas de la academia…
   -¿En serio? Pues vaya tías más… cortitas.
   -Créeme, no sabes cuánto.
   -Si por lo menos me dijeras que es guapo, me callo pero es que no es así.
   -Vamos, Cloe, no es una belleza de tío pero tampoco está tan mal.
   -Me parece extraño que digas eso cuando bebes los vientos por Ribber.
   Natalie miró alrededor por si alguien las oía y le tapó la boca a su amiga mientras le susurraba.
   -¿Es que estás loca? ¿Quieres que alguien nos escuche y vaya contando el chisme por la academia?
   Cloe apartó la mano de Natalie.
   -No estoy loca pero es la verdad ¿o me lo vas a negar cuando te conozco como la palma de mi mano?
   -Pero tampoco es para contarlo a los cuatro vientos, no me gustaría que llegara a oídos de Gillian.
   -O sea, eso quiere decir que sí te gusta- dijo Cloe sonriendo.
   -Yo no he dicho nada pero imagínate si se llega a enterar Gillian, me mata… ¿no sabes que ella está aún detrás de él?
   -Como si a mí me importara que ella esté detrás de él, Ribber ya no está con ella…
   -Da igual. De todas formas, no quiero hablar de este tema, lo que me interesa ahora es ensayar un poco y prepararme, apenas me quedan unos días para la fiesta.
   -Hablando de la fiesta, Dylan tiene razón, ¿cómo vamos a conseguir las entradas?
   -Gillian es la encargada de venderlas y tiene un buen fajo en la habitación, cuando vaya a limpiar mañana, cojo dos y ya está.
   -Pero ¿y si se las lleva y no te da tiempo a coger ninguna?
   -Tranquila, iré antes de que se vaya a la primera clase, las entradas se caerán al suelo por un descuido mío y entonces ¡zas!, cojo las entradas y no se dará ni cuenta.
   -Espero que el plan no falle porque si no, ya nos veo suplicando a Dylan para que nos consiga las entradas.
   -No seas ave de mal agüero- dijo Natalie cruzando los dedos- confiemos en que lo conseguiré.
   Cloe sonrió y asintió.
   -Debo irme- dijo de repente- tengo que ir a la boutique de Paolo, debo probarme el disfraz que me está haciendo.
   -Se me va a hacer raro verte con un disfraz- dijo Natalie sonriendo.
   -Anda que a mí.
   -Bueno, luego te llamo.
   Tras esto, la joven se fue de la academia hasta la boutique de Paolo. Cuando llegó, se encontró con Gillian, la cual iba a probarse su disfraz de Catwoman. Para su mala suerte, Paolo estaba con el disfraz de Natalie y no la podía atender por lo que ella tuvo que hacerlo.
   -Búscame el disfraz de Catwoman para probármelo- le exigió Gillian con un movimiento despectivo de su mano.
   -Enseguida- dijo Cloe con los dientes apretados y mostrando una falsa sonrisa.
   Corriendo entró en el almacén y buscó el disfraz de Catwoman para dárselo a Gillian, la cual lo cogió y se lo llevó al probador. Mientras se lo ponía, Cloe pudo oír los esfuerzos que hacía la joven para ponerse el disfraz lo que le sacó una sonrisa a la primera.
   Una vez consiguió ponérselo, Gillian salió del probador y miró a Cloe la cual tuvo que reprimir la risa al ver lo ridículo que le quedaba el disfraz a la otra.
   -¿Cómo me queda?- le preguntó Gillian mientras se observaba en el espejo.
   -Bueno… te queda bastante bien, realza tus formas…
   Gillian sonrió y asintió mientras se estiraba un poco más el disfraz ya de por sí demasiado tirante. Miró a Cloe y frunció el ceño.
   -¿Te he visto antes?- le preguntó- tu cara me resulta familiar.
   Cloe se puso tensa y desvió la cara para que no la viera bien.
   -Pues no, hace poco que empecé a trabajar aquí. Probablemente te confundas con otra persona.
   Gillian se quedó unos segundos pensativa y luego dijo:
   -Tienes razón, no creo que te conozca, no me suelo relacionar con la prole, perdona que lo diga así pero no puedes negar la verdad…
   Dicho esto, Gillian se metió de nuevo en el probador y Cloe cerró los puños mientras fruncía los labios callándose un par de palabras que se merecía en ese momento.
   Después de haberse probado el disfraz salió dejando el disfraz dentro por lo que Cloe tuvo que cogerlo para llevarlo de nuevo al almacén. Cuando salió, ya Gillian no estaba por lo que pudo soltar toda la rabia contenida.
   -¡Ahh! ¡Asquerosa tonta pija rubia de bote! ¡Boca de besugo! ¡Bruja! ¡Y me quedo corta porque si sigo no paro!

   Ribber estaba en su habitación con la guitarra ya que los demás estaban en el ensayo del musical por lo que él tendría un rato a solas para reflexionar y quizás para componer alguna canción nueva, si quería grabar una maqueta debería tener más canciones por si hiciesen falta.
   En ese momento se tiró en su cama y fijó la vista en el techo, pensando en Natalie. Últimamente no se la sacaba de la cabeza y eso lo estaba torturando. Se estaba volviendo loco y eso no era nada bueno.
   La imagen de aquella joven inocente le vino a la mente la primera vez que la vio en aquella aula bailando y sonrió para sí al recordar la cara de susto que se le había quedado, una cara de lo más hermosa.
   También recordó la reticencia de ella al principio, del miedo que le tenía porque él estaba en posesión de su pulsera y porque sabía quién era. Por suerte después de que su padre le mirara la rodilla, ella comenzó a cambiar poco a poco y ese cambió le gustó aún más.
   Pero entonces todo se truncó cuando se produjo aquel beso tan sincero para él. Ella parecía tener miedo de lo que estaba sucediendo en aquel momento y él no supo leer las señales en sus ojos cuando se acercó a ella.
   Con estos pensamientos, el joven se sentó y cogió su guitarra. Poco a poco fue formando una canción con una letra que representaba todo lo que significaba Natalie para él y el miedo a perderla porque se estaba enamorando perdidamente.
   Tras acabarla dejó la guitarra sobre la cama al igual que el papel y salió de la habitación para despejarse un poco y no pensar tanto en Natalie o si no se volvería completamente loco. Iría a dar una vuelta por la zona comercial que era donde más gente había y así podría perderse entre la masa.

   Natalie se dirigió a la habitación de Ribber para comentarle algo sobre los ensayos para el concurso de baile pero al tocar en la puerta, nadie contestó. Tras intentarlo un par de veces más y al ver que no contestaba nadie, se decidió a abrir la puerta.
   Estaba vacía.
   Decepcionada, se fue a girar para salir cuando vio sobre la cama de él la guitarra con una hoja al lado, al parecer escrita. Lentamente se acercó, con curiosidad y vio que se trataba de una canción nueva, seguramente la compuso antes de salir.
   Cogió el papel y leyó la letra.
   Su semblante cambió completamente al saber que esa canción estaba dedicada a ella, expresaba todo lo que él sintió cuando la conoció y cómo ha ido sintiéndose con el paso de los días.
   No podía ser, era imposible que sintiera todo eso sin que ella hubiese hecho nada.
   En tan pocas palabras había expresado más de lo que ella podía imaginar y todo eso era para ella. Todo, sin excepción alguna.
   -“Me estás volviendo loco, no hago más que pensar en ti…”- dijo ella releyendo la canción.
   Sin poder seguir leyendo y con los ojos ardiendo por las lágrimas contenidas, dejó la hoja sobre la cama y salió corriendo hasta el baño donde se sentó junto a la pared respirando con dificultad.
   No quería llorar, debía ser fuerte y no llorar. Sus sentimientos estaban en un mar de confusión y en cambio los de él parecían tan sinceros…
   Cerró los ojos para aguantar las lágrimas. En su mente revivió todos los momentos vividos con él hasta que de súbito aparecieron imágenes de Drake.
   -Aléjate de mi mente… aléjate de mi mente…- se decía a sí misma para dejar de pensar en el chico que tanto la había hecho sufrir abandonándola cuando más necesitaba su cariño.
   ¿Por qué no era capaz de odiarlo? ¿Por qué se martirizaba tanto pensando en él? Debería odiarlo por todo lo que había sufrido.
   Al tener los ojos cerrados no se dio cuenta de que alguien había entrado en el baño y se agachaba frente a ella.
   -¿Estás bien?
   Natalie abrió los ojos y ante sí vio a Beverly que la miraba fijamente.