CAPITULO SESENTA Y OCHO
Cuando Victoria salió de darse un baño, se encontró a padre e hijo retozando como dos niños en la cama ¡Hay! ¡Que ganas de comerse a los dos a besos! ¡Que ganas de decir cuanto los quiero!
El tercer día transcurrió en perfecta armonía; el recorrido al último sitio del programa cumplió con las expectativas del plan; hubo tiempo de sobra para visitar los lugares de recreo y esparcimiento que ofrecía la ciudad, a niños de la edad de Emilito.
A pesar de todo, Victoria desesperaba por que acabara el viaje, era demasiado duro para ella convivir tantas horas con Vladimir en calidad de amigos y de remate, descubrirlo coqueteando y haciendo citas clandestinas; aparentemente, si aceptaba su propuesta cambiaria su situación, pero de sobra sabia que solo seria para alargar su agonía; porque mas temprano que tarde terminaría abandonando su cama, para volver a su vida de mujeriego empedernido.
Esta noche se completaba su segundo mes de plazo contratado para asesorar la compañía de Vladimir, lo que quería decir, que todavía le faltaban diez meses mas de tortura diaria junto a su amor imposible; tal vez la cura para su alma atormentada fuera que realmente aceptara la propuesta de matrimonio de André; él la amaba a ella y a su hijo sinceramente y se lo demostraba cada vez que encontraba la oportunidad; Victoria en cambio no lo amaba ni lo amaría nunca, pero si lo admiraba, respetaba y físicamente le agradaba; estos factores le parecían motivos mas sólidos para casarse, que su eterno amor no correspondido por Vladimir y la atracción sexual pasajera de él hacia ella.
-Que te parece si cuando se duerma Emilio, me acompañas al espectáculo que monta el hotel todos los fines de mes en el salón al aire libre; además que te divertirás mucho, me puedes dar tu opinión al respecto-.
-Tu sabes que los espectáculos no es mi área, además ¿Quien cuidara a Emilito?- Para Victoria, cualquier oportunidad para rechazarlo era bienvenida.
-Por Emilio no debes preocuparte, temprano me tome la libertad de hacer venir a Clara para que lo cuide y en cuanto a si estas o no capacitada para opinar acerca de un espectáculo, eso me toca a mi decidirlo-.
-De cuerdo, entonces el niño y yo nos retiraremos de una vez, para tener suficiente tiempo de bañarlo y leerle un rato antes de que se duerma- A Victoria se le hacia de inmediato un hueco en el estomago de solo saber que estaría a solas con Vladimir en un ambiente intimo, como si fueran una pareja.
A las diez en punto Vladimir estaba en la puerta de la suite de Victoria para llevarla al espectáculo; se veía divino con su smoking blanco; ella por su parte se esmero en su arreglo, no podía evitar tratar de agradar a su acompañante.
-Buenas noches Victoria ¡Estas bellísima!- Vladimir estaba fascinado con su visión; normalmente Victoria estaba esplendida con lo que vistiera, pero en esta ocasión, parecía una princesa de cuento de hadas moderno; portaba un vestido verde jade con un provocativo escote en el pecho, pero el que tenia en la espalda era el que quitaba verdaderamente el aliento; la suave tela se ajustaba a la curvas de las caderas y bajaba elegante sobre sus pies calzados con enormes tacones dorados, haciendo juego con su bolso y sus ojos de gata; el negro cabello recogido en lo alto de la cabeza, con risos sueltos enmarcando el hermoso rosto maquillado con sutil elegancia.
-Gracias, tu estas muy guapo también- ¡Que guapo ni que nada! ¡Estas para comerte! ¡Estas divino! ¡Bello! ¡Hermoso!...
Ambos seguían en la puerta; ni uno entraba, ni la otra salía; el pasado se había apoderaba de la situación y los tenia eclipsados en un momento mágico. De repente una vocecita infantil los volvió al presente y la magia se rompió, dejando a ambos con un suave sabor de boca.
-¿Papito, edes tú?-.
-¿Sigue despierto?- Sorpresa y diversión aparecieron en el rostro del cómplice numero uno de su hijo.
-Yo no pude conseguir que se durmiera, espero que Clara lo logre pronto, si no la volverá loca- El rostro de Victoria reflejaba sincera preocupación.
-¿Me permites verlo un momento?-.
-Claro, no necesitas preguntar-.
-Hola campeón-.
Victoria gozaba de las ocasiones que coincidida con el padre y el hijo; en este momento los dos barones se abrazaban como si no hubieran pasado todo el día juntos, era totalmente genuina la simpatía y el amor que se profesaban; si alguna duda le quedaba, este corto viaje le había servido para constatar que Vladimir estaba demostrando ser un magnifico padre.
-¡Papito! ¿Vienes a dodmid con nosotdos de nuevo?-.
-No pequeño, vengo a desearte buenas noches y a llevarme a mamá a divertirse un rato. Quiero que te duermas ya, porque mañana viajaremos de regreso a casa; pero te prometo que llegando haya te espera una enorme sorpresa- Vladimir le daba su ración de cosquillas a su hijo, que gozaba tanto como él.
-¡Dime que es!- Con ambas manitas, Emilito sujetaba la cara de su padre.
-Si te lo digo no será sorpresa. Hijo, necesito que me prometas que te dormirás de inmediato y yo te prometo que amanecerá muy pronto para que puedas descubrir tu mismo que es-.
-Está bien papito, ahoda mismo me duedmo- Y como si fuera cosa de magia, Emilio cerro sus ojitos y ya estaba dormido.
Victoria no dejaba de sorprenderse. Seria tan fácil criar a su hijo con Vladimir en casa… ¡Pero no! Ese era el lado bueno y el malo, el obscuro, estaba siempre asechando; amenazando con convertir sus vidas en un infierno.
-Vamos justo a tiempo; en media hora inicia el espectáculo- Vladimir galante, llevaba apoyada su mano en la espalda baja de Victoria.
-Cuéntame de que trata… - Victoria necesitaba distracción, cualquier cosa que la ayudara a olvidar la enorme y tibia mano abarcando su espalda.
De repente el timbre de un teléfono móvil interrumpió la conversación.
-Contesta Victoria, es tu teléfono-.
-¡Oh! ¡Vaya! Creo que no me acostumbro a él todavía; espero que no sea la señora Clara. Diga... ¡Hola! ¡Eres tú!... Todo muy bien, gracias ¿Y tu como has estado?... Me da gusto escuchar eso. Mañana regresaremos a casa, te marco en cuanto estemos instalados… A mi también me dio gusto escucharte… Uno para ti también- Victoria sintió como se rigidizaba la mano de Vladimir en su espalda; era evidente que había adivinado con quien hablaba.
La llamada recibida bloqueo la amena conversación y llegaron en silencio a la mejor mesa asignada frente al escenario.
El espectáculo abrió con la actuación de un mago genial, con actos de magia dignos de Las Vegas. En el curso del segundo acto les sirvieron una cena exquisita y abundante buen vino. A pesar de la magnifica variedad, Vladimir se mantuvo ceñudo e inapetente, mas interesado en la bebida que en ninguna otra cosa.
La siguiente actuación correspondió a una hermosa cantante de música pop, que evidentemente dedico toda su actuación al propietario del lugar y posiblemente su contratante y amigo o algo mas...Victoria tenia la sensación de haberla visto antes, pero no recordaba donde.
El tercer espectáculo fue la presentación de una famosa orquesta acompañada de un grupo de magníficos bailarines. A medias de la exhibición sonó de nuevo un teléfono móvil, solo que esta vez fue el de Vladimir, el cual respondió brevemente.
-Victoria, por favor discúlpame un momento, debo atender un imprevisto urgente, no tardare-.
A Victoria no le dio tiempo ni de responder, Vladimir apresurado ya se encontraba en camino cuando ella giro la cabeza. En soledad siguió bebiendo de su copa y gozando del espectáculo, cuando se percato que ya habían pasado quince minutos del prometido breve instante. En el entretiempo Victoria decidió pasar al tocador; en el camino observo el enorme y elegante salón con asombro, había mesas por doquier y algunos apartados que seguramente eran para parejas de amantes ansiosos, que no podían esperar a estar en la intimidad para acariciarse; justo eso fue lo que alcanzo a ver en uno de ellos, solo que los protagonistas de sus deducciones eran conocidos por ella, Vladimir y la sexi y despampanante cantante de un momento atrás, que a propósito, era la misma chica de Playa Secreta. La pareja se encontraba ensimismada besándose apasionadamente, mientras las dos pares de manos se acariciaban atrevidamente por debajo de la ropa.
Como si hubiera sentido la mirada sorprendida y dolida de Victoria, Vladimir se aparto y la descubrió observando la escena; ésta, olvidándose a donde iba, corrió pasillo arriba para refugiarse en su suite.
Antes de conseguir entrar en su habitación, Vladimir la alcanzo y la sujeto de un brazo, alejándola de la puerta.
-¿A dónde crees que vas? La función no ha terminado- Vladimir estaba agitado, desaliñado y muy ebrio.
-Para mi si, tú puedes regresar con tu amiguita, se ve que la estaban pasando muy bien- Victoria no tenia intenciones de ser moderada y prudente, solo sabia que estaba sufriendo lo indecible y que quería desquitarse de alguna manera.
-No también como lo pasaras tú mañana que llegues a Ciudad Marfil cariño- Vladimir lentamente había arrastrado a Victoria a la salida de su suite y la tenia aprisionada entre su cuerpo y la puerta.
-¡Si! Tienes razón ¡Me muero porque llegue la hora de estar con André en sus brazos y sentir sus besos y sus caricias…!- Victoria hablaba con los ojos cerrados, imaginando a Vladimir como protagonista de su propia escena de amor.
-¡No te pases Victoria! ¡Que estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano por no fastidiarte el romance!- Vladimir tenia las manos apoyadas a los lados de Victoria y su rostro iracundo a centímetros del suyo.
-Si, se nota que te esfuerzas… - Victoria se sentía fuera de si, los celos la estaban matando… -Aunque te debería de agradecer que no traigas a tu amante a tu habitación, así no tendré que ser testigo del escandaloso despliegue de pasión de tu amiguita y tuyo- La mirada de Victoria era altanera, volvía a ser la misma peleonera del pasado que se enfrentaba abiertamente a su formidable oponente.
Justo en el momento que Vladimir sujetaba las manos de Victoria, que luchaban por moverlo hacia atrás, pasaron un grupo de personas que se deleitaron viendo el “Pleito de enamorados”. Como pudo, Vladimir, abrió la puerta de su habitación y empujo a la chica a su interior.
A sabiendas que a corta distancia se encontraban su hijo y Clara, Victoria se abstuvo de gritar, pero no así de golpear el pecho de acero que seguía manteniéndola presa.
-Si prefieres, tú puedes sustituir a Marlene; si te soy sincero, me gusta más tu desempeño en la cama…-
Victoria reaccionando violentamente, estampo furiosa una bofetada certera e intensa en plena mejilla burlonamente sonriente.
-No soy ninguna ramera ¡Maldito cretino! ¡Te odioooo…!- Dándose media vuelta, Victoria avanzo rumbo a la puerta de comunicación, en busca de la paz.