CAPITULO OCHO

No muy lejos del punto donde se hallaban bailando Victoria y Antonio, se encontraba un molesto Vladimir, soportando la empalagosa presencia de Magda, que descaradamente se le insinuaba sin importarle la presencia del grupo con el que se encontraba reunido; con el mal gusto de insistir en reclamarle su intervención en la contratación de la empresa urbanizadora para su proyecto de Villas Santa Lucía.

-¡¡Dios!! ¿De dónde salió esa belleza? ¿Quién la conoce? ¿Trabaja para la compañía?- Una tras otra, las preguntas del redomado casanova de la compañía, Arturo De La Vega, Director General de las Empresas Santa Lucía.

-¡Para hombre, para! ¿Dónde está la belleza de la que hablas?- Ahora era Mario Escalante, no menos mujeriego, Abogado e íntimo amigo de Don Emilio.

Al unisonó, incluido Vladimir, todos los del grupo dirigieron su vista a la pareja danzante en medio de la pista, que ajenos a miradas y comentarios, bailaban separados una pieza muy movida y sensual, que los mantenía mutuamente hipnonitazados.

Mientras los caballeros seguían intrigados y anonadados por la desconocida belleza frente a ellos, Vladimir no dejaba de sentir cierta familiaridad en ella.

No, definitivamente no era ninguna amiguita de su pasado o presente actual, pensaba Vladimir, pero sí sería la próxima, en un futuro muy inmediato.

Victoria se estaba pasando la noche fenomenal, hacía rato que no coincidía con Rebe y es que desde que se levantara a bailar por primera vez, no había parado; una sucesión de caballeros entusiastas le pedían una y otra vez acompañarlos en la pista de baile; tanta actividad no le había dado tiempo para indagar si Vladimir ya se encontraba en la fiesta, menos aun cenar algo, solo bebía cuanta copa le acercaban sus parejas de baile, para no desfallecer por deshidratación.

A las once de la noche Victoria consiguió escabullirse de sus insistentes perseguidores para tomarse un respiro, en esta época del año hacia bastante calor así que escogió sentarse en un rincón oculto por la obscuridad, muy cerca de la puerta de salida al jardín central.

-¿Cansada?-.

¡Esa voz…! Solo un hombre en el mundo poseía esa voz de barítono que tan bien conocía. Tal vez era su imaginación que le jugaba una broma. Probaría responder para ver a donde la llevaba su fantasía.

-Solo un poco-.

-¿Te conozco?-.

-¡Nooo! No- Victoria no pudo evitar una nota de pánico al responder.

-¿Pero tú a mi si?-.

-Si-.

-¿Quieres bailar conmigo o prefieres acompañarme en un paseo por el jardín?- Vladimir se había acuclillado junto a Victoria, para observar de cerca su rostro angelical.

Que tipo tan egocéntrico, Victoria no sabía porque estaba enamorada, no, obsesionada con él.

-¿Y qué tal si prefiero estar sola?-.

Ni en sueños Victoria pensó en hablarle así a su inalcanzable Vladimir. Pero hoy era una noche especial, ella era otra y se atrevía a eso y más, después de todo, estaba viviendo su fantasía.

-¿Eso es lo que quieres?-. Un destello de asombro cruzando su varonil rostro.

¡¡Dios!! ¡Qué guapo era este hombre! Así, viéndolo tan cerquita, podía apreciar más sus bellas facciones, su sexi aspecto, su fuerte figura y hasta el aroma dulce y picoso de su loción.

Vladimir vestía un entallado smoking negro, seguro hecho a su medida, con camisa blanca y corbata de moño; su cabello castaño bien cortado y peinado hacia atrás y su fuerte mentón y rostro sombreado por una incipiente barba y bigote obscuros como sus preciosos ojos, más obscuros aun, acompañados de gruesas y rizadas pestañas. Tenía un divino lunar arriba de su pómulo izquierdo, cargadito hacia afuera ¡Mmmmmmm! Que ganas de pasar la punta de su lengua por él. Así en esa posición, el pantalón de Vladimir amenazaba con ajarse en los fuertes muslos y trasero y las mangas de su saco, parecían hacer lo suyo también.

Victoria volvió de su detallado escrutinio cuando apareció una sonrisa de suficiencia en los suculentos y carnosos labios de Vladimir.

-No- Por supuesto que Victoria aprovecharía, seguro, la única ocasión que tendría de disfrutar de semejante manjar ¿Acaso ese no era el plan? –Esa canción es mí preferida “Si me dejas ahora…”-.

-Entonces, vayamos a bailar-.