CAPÍTULO XV
Intercambié una mirada con Cayden para descubrir que él estaba tan perplejo como yo tras el anuncio del profesor. Habíamos avanzado bastante en nuestros conocimientos de astronomía desde que nos convertimos en druidas, puesto que los maestros habían insistido especialmente en que esa materia era fundamental para comprender el cosmos y aprovechar su energía al máximo, pero jamás había escuchado nada referente a las alineaciones planetarias.
–¿En qué consiste exactamente una conjunción planetaria? –se interesó Cayden.
–Eso se explica mejor ilustrándolo –respondió el profesor, acercándose con decisión al encerado.
Cogió una tiza y empezó a dibujar un esquema del sistema solar. Por lo que pude observar, la conjunción total se producía cuando la posición de los planetas era tal que formaban una línea recta con respecto al Sol. En el dibujo, el profesor situó también a la Luna alineada tras la Tierra, en lo que deduje que era un eclipse total, ¡una luna de sangre!
–Las conjunciones planetarias parciales son fenómenos frecuentes que suceden varias veces en el año, pero las alineaciones completas son más atípicas, especialmente como en este caso en el que todos los astros quedan del mismo lado del Sol. Pueden trascurrir cientos de años entre una y otra conjunción, pero como os decía, las alineaciones totales no suelen ser perfectas porque la línea formada por los núcleos de los planetas respecto al Sol no suele quedar en el mismo plano, sino que suele existir una diferencia angular entre cada planeta respecto al Sol, dependiendo de las curvaturas de sus órbitas. Sin embargo en esta ocasión el fenómeno va a reproducir una alineación total de los astros, incluidos la Luna y Plutón. Tu padre me pidió hace un año que investigara el cosmos para intentar localizar y datar el fenómeno que Calsius esperaba y desde entonces he estado trabajando en ese tema, intentando relacionarlo con los acontecimientos previstos por los astrónomos, pero no encontré la relación hasta hace sólo unas semanas. Calsius mencionaba en su profecía que nuestra galaxia se alinearía para abrir paso a la Oscuridad. En compensación por abrirles el camino que fue cerrado hace siglos por los druidas, los seres oscuros brindarían al último druida poderes únicos que le harían invencible. Cuando verifiqué las coordenadas planetarias comprendí que este fenómeno realmente se iba a producir y que por tratarse de una alineación completa podría estar relacionado con la profecía de Calsius, que lo describía como una senda de retorno de los oscuros a nuestro planeta. Sin embargo desde el punto de vista científico no tiene otra repercusión que ser un fenómeno curioso y único –nos explicó.
–¿Eso significa que la conjunción total no tendrá consecuencias negativas para el planeta? –pregunté.
–Así es, no hay nada que indique que las tenga. La alineación a priori no alterará las condiciones del sistema solar, simplemente es un hecho fortuito que se produce cada cientos de años. La Tierra está protegida por su campo magnético que desvía las radiaciones solares y por su campo gravitatorio que nos mantiene en la órbita de traslación e impide que vaguemos a la deriva en el espacio y no hay ningún factor en la alineación que aparentemente pueda ocasionar daños en nuestros campos de fuerza, de modo que el planeta está a salvo –añadió el profesor.
–Entonces si no nos encontramos ante una catástrofe cósmica, ¿por qué cree que este fenómeno al que se refería Calsius en su profecía? –pregunté.
–Por su significado esotérico, Rebecca. La cultura celta daba un significado mágico a todo aquello que ocurría en el cosmos y de ahí que se interesaran mucho por la astronomía. Como bien sabéis todos los ritos y tradiciones que celebraban vuestros ancestros estaban marcados por acontecimientos cosmológicos bien precisos, como los solsticios y equinoccios, que eran calculados desde hace siglos con suma exactitud. Monumentos como Stonenhenge son la prueba de ello. Así mismo los eclipses eran acontecimientos muy temidos en esa época porque ocultaban temporalmente a los astros que se consideraban divinidades: el Sol y la Luna. La creencia popular era que estos fenómenos eran provocados por los brujos y demonios, que aprovechaban las horas de oscuridad para sembrar el mal en el planeta. Los celtas también relacionaban los eclipses con la magia negra y los poderes oscuros y cuando tenían lugar, los druidas celebraban rituales de protección contra los malos espíritus. Tu padre también me explicó que se creía que los eclipses eran portales que usaban los espíritus para entrar y salir de nuestro mundo y de ahí la relación que encuentro con la profecía de Calsius. Sospecho que el Clan de la Oscuridad espera que el mal entre en nuestro planeta a través de este portal cósmico para rencarnarse en el último druida y hacerle invencible –explicó el profesor.
El profesor tenía una pista a seguir, pero no estaba segura de que nos fuera de mucha utilidad. Miré a Cayden y también leí en sus ojos cierto escepticismo.
–¿Cuándo tendrá lugar la conjunción planetaria? –preguntó, mientras se acariciaba insistentemente el mentón.
–En dos semanas. La franja horaria en la que se producirá la alineación comenzará a media noche en el país y durará aproximadamente dos horas –afirmó.
–Hay algo que no acaba de encajar, profesor, y es que según su versión, el maestro tendría ya en su poder todo lo que necesita para que se cumpla la profecía, pero yo sospecho que eso no es así. Lo que quiero decir es que mi hermano está a su disposición, sometido por Darío, de modo que Calsius tiene a su druida y también tiene la fecha para la conjunción, sin embargo de bastarle con eso no continuaría persiguiéndonos, sino que centrarían sus esfuerzos en preparar el acontecimiento y en despistarnos para que no intentáramos desbaratar sus planes. Sin embargo en contra de lo que parece razonable, Darío persiste en capturar a Rebecca y eso me hace pensar que la sigue necesitando para algo importante –explicó Cayden–. Darío sigue intentado atraparla una y otra vez y esto me ha hecho llegar a la conclusión de que ella es la clave de todo–.
–¿Insinúas que la clave está en Rebecca? –se sorprendió el profesor.
–¡Me gustó ese libro!–bromeé nerviosa, intentando mantener la calma a pesar del comentario de Cayden.
–No estaba bromeando, Becca, sabes igual que yo que Darío te necesita, sigue empeñado en dominar tu mente y por eso creo que eres la pieza clave para el éxito de su plan porque para lo que sea que esté tramando él necesita tu don –concluyó él.
–Pues de ser así no tenemos que preocuparnos, puesto que no domino mi aptitud, si es que puede llegar a dominarse… Los escasos episodios de comunicación espiritual que he experimentado hasta ahora han sido fortuitos, ni siquiera he podido establecerlos por voluntad propia –confesé.
–Eso es porque aún no sabes cómo hacerlo, Becca, pero es evidente que eres una antena preparada para recoger ese tipo de señales espirituales, prueba de ello es que tu padre habló contigo en una ocasión y Ethan sigue intentando colarse en tu mente para comunicarse contigo desde donde esté –insistió Cayden.
–Es cierto, pero sólo recibo las señales en muy contadas ocasiones y siempre ha ocurrido mientras dormía, de modo que no controlo mi mente lo suficiente para que los encuentros sean eficaces –les expliqué.
–Quizás eso ocurra porque cuando estás consciente bloqueas las señales deliberadamente –sugirió el profesor.
Cayden y yo le miramos a la vez, intrigados.
–¿Qué quiere decir?–preguntó, adelantándose a mí.
–Que muchas veces nuestra propia mente teme ir más allá de lo que llega a comprender y ese miedo que siente puede ser el motivo por el que Rebecca no avanza en el dominio de su aptitud, puesto que la paraliza y la hace sentirse incapaz de explotarla. Sin embargo cuando duermes tu mente se relaja y levanta inconscientemente el bloqueo y tu percepción queda abierta a las señales espirituales de tu alrededor, por eso hasta ahora son los espíritus los que te han contactado a ti y no a la inversa –argumentó el profesor.
–Ésa es una reflexión muy propia de un psicoterapeuta, profesor Jones. Le aseguro que no tengo miedo a comunicarme con los espíritus, simplemente tiene que haber otra justificación para que no logre dominar esa aptitud –dije, un poco molesta porque pensara de ese modo.
–Los primeros celtas eran una sociedad fundamentalmente matriarcal, puesto que veneraban a la Madre Tierra, a lo femenino. Asociaban a las mujeres con la vida y el renacimiento, del mismo modo que la Tierra era el símbolo de la fertilidad y la abundancia. En esta cultura no se discriminaba por lo tanto a las mujeres como en otras culturas posteriores, sino que se las consideraba iguales, tan fuertes y poderosas como los hombres y si cabe aún más mágicas, puesto que su conexión espiritual con la diosa Tierra está mucho más potenciada que en el hombre. Rebecca, como druidesa y mujer eres sin duda el miembro más espiritual de la Tríada, si es posible conectar los umbrales del mundo real y el de los espíritus, tú eres la más indicada para conseguirlo –añadió el profesor.
–Creo que el profesor tiene razón. En muy poco tiempo has vivido un montón de cambios y aunque los has asimilado increíblemente bien, comprendo que tu mente se encuentre al límite e intente aferrarse a algo sólido y real, evitando todo aquello que la desborda, pero en el fondo sabes que puedes hacerlo, de hecho lo has conseguido en tus sueños…–dijo Cayden.
–¿Queréis decir que está en mi mano dominar esa actitud y que simplemente no lo he hecho porque mi mente inconscientemente la ha bloqueado? –les pregunté un poco ofendida.
–Sí, algo así –admitió Cayden, mirándome con precaución.
–Os aseguro que si estuviera en mi mano hacerlo, ya lo habría conseguido. Me he esforzado en muchas ocasiones intentando contactar con los espíritus, incluso mi maestro y los ancianos del clan me han ayudado con su energía a concentrar mi mente para lograr la conexión, pero todo ha sido en balde. Cayden, quiero que entiendas que dominar mi don también es algo muy importante para mí y sabes que suelo tomarme las cosas muy en serio, pero empiezo a pensar que no soy capaz de hacerlo –dije frustrada.
–Becca, tranquila, no te estoy reprochando nada. Sólo te falta confianza y creo que también es culpa mía no haberte sabido acompañar en esto. Aparentemente tanto Darío como el maestro saben cómo explotar tu aptitud, mientras que nosotros todavía estamos perdidos. Pero no has de desanimarte, aún tenemos tiempo y yo te ayudaré a hacerlo –añadió Cayden.
–Está bien, puede que tenga que esforzarme más para conseguirlo, pero ¿para qué me necesitarán exactamente?–insistí.
–Si yo me pusiera en lugar del maestro, lo que me sería muy útil llegados a este punto sería conseguir las tablillas de la maldición. En su caso aprovecharía tu aptitud para recrearlas y después os eliminaría a ambos con la maldición, de modo que Darío sería el último druida en el momento de la conjunción y podría recibir el poder oscuro –sugirió el profesor.
–Esa opción no me resulta muy creíble, profesor. Yo diría que Calsius ha de estar buscando algo más importante. Creo que espera que Becca pueda hacerle de puente de conexión con los espíritus oscuros, de ahí que la busque con tanta insistencia –dijo Cayden.
–De ser el caso, las consecuencias son más serias de lo que había imaginado en un principio porque yo no contaba con que la Oscuridad tuviera ahora en sus filas a uno de los druidas y eso cambia mucho las cosas. Ahora Darío posee un cuerpo digno de la Tríada y me temo que si la conjunción le permite fusionarse con la Oscuridad, la profecía se cumplirá. Además no me cabe la menor duda de que vosotros también corréis un tremendo peligro, quizás lo más sensato sería que no intervinierais en el asunto –explicó.
–¿Está sugiriendo que nos mantengamos al margen hasta que pase la conjunción para evitar que el maestro se salga con la suya? –pregunté perpleja.
–Sí, creo que sería lo más prudente por vuestra parte –admitió el profesor–. Y lo siento, pero creo que no puedo seros de mucha más utilidad, de modo que ha llegado el momento de que olvide todo esto. ¡Os deseo mucha suerte!–.
–Gracias profesor, la información que ha compartido con nosotros ha sido sumamente valiosa –le dije, estrechando su mano como despedida.
El profesor sonrió con timidez, mientras Cayden ponía sus dedos índice y corazón sobre su frente y murmuraba el hechizo para que olvidara todos y cada uno de los recuerdos que guardaba en su mente sobre nosotros.
Tras abandonar el New College, llevé al grupo hasta una pequeña taberna situada entre las callejuelas del centro de la ciudad, que como suponía a esas horas de la noche no estaba demasiado concurrida, de modo que pudimos instalarnos a nuestras anchas uniendo unas cuantas mesas al fondo del local. Estábamos hambrientos tras una jornada intensa sin probar bocado y cuando el tabernero nos recitó con desgana la escueta lista de platos del menú, no tardamos demasiado en decidirnos. Pedimos varias raciones de pescado frito con patatas y pastel de carne con verduras casero, la especialidad del lugar. Nos sirvieron inmediatamente unas jarras de té frío con frutas y unas rebanadas de pan con mantequilla, que consiguieron que matáramos el gusanillo hasta que llegaron nuestros platos.
Había unas cuantas mesas ocupadas por estudiantes que daban buena cuenta de sus pintas de cerveza mientras veían en la pantalla del local un partido de fútbol que les mantenía entretenidos, de modo que nadie nos prestaba demasiada atención. Mientras devorábamos la cena, pusimos al día a nuestros amigos de la conversación con el profesor. Todos nos escucharon con atención, casi sin interrumpir durante la exposición y pronto advertí que las noticias les resultaban tan desconcertantes como nos habían parecido a nosotros, sentimiento que minó enseguida el ánimo del grupo.
–¿De modo que el maestro quiere destruirnos?, ¡pues qué novedad! Pensaba que ese profesor tendría algo más interesante que ofrecernos, como por ejemplo explicarnos el modo de liberar a Ethan –se quejó Brienne, que se enrollaba una y otra vez uno de sus rizos alrededor de sus dedos en un gesto nervioso.
–Al menos ahora sabemos cuál es el objetivo de los oscuros –dijo Cayden, mirándonos con aplomo a pesar de la gravedad de la situación.
–Es cierto, ahora sabemos por qué Darío ha tratado de capturar a Rebecca una y otra vez,… y puesto que ese fenómeno cósmico que esperan tendrá lugar en dos semanas, me imagino que harán todo lo posible por atraparla antes de que se les acabe el tiempo. Tendríamos que esconderla cuanto antes y mantenerla oculta hasta que pasara el peligro –propuso Lance, visiblemente preocupado.
–Estoy de acuerdo. Buscaremos un buen lugar para ocultarla y nos ocuparemos de mantenerla bien alejada de Darío –sugirió Cayden, mientras cogía mi mano entre las suyas y la acariciaba con nerviosismo.
–¿Esconderme? ¡No!, ¡ésa no es la solución! Es cierto que Darío trabaja contrarreloj para tener todo preparado para el momento de la alineación planetaria, pero no os engañéis, a nosotros también se nos acaba el tiempo. En primer lugar tienen a Ethan y mientras sea así necesitamos tener localizado a Darío y en segundo lugar, aunque evitemos que él me atrape y por lo tanto que me utilicen para conectar con los espíritus oscuros, la conjunción tendrá lugar de todos modos y con ritual o sin él ¿quién sabe qué consecuencias acarreará? –pregunté, alarmada.
–Si no consiguen comunicarse con los espíritus, no podrán acabar con nosotros y por lo tanto no habrá un último druida para recibir los poderes del inframundo. ¡Fin de la historia! –dijo Cayden.
–Pero no tenemos la certeza de que sea el fin que esperamos y de todos modos no podemos arriesgarnos a poner en peligro de ese modo a Ethan, ¿y si el mal le posee de todos modos y acaba con él? –dije.
–Rebecca tiene razón –intervino Brienne–. ¡Quién sabe lo que le ocurrirá a Ethan si les dejamos llevar a cabo ese ritual! –dijo, preocupada.
–Tranquila, los detendremos y rescataremos a Ethan –dijo Gary, rodeando a su hermana con su brazo afectuosamente y atrayéndola hacia su pecho.
–Para poder detenerlos al menos tendremos que averiguar dónde diablos van a celebrar ese ritual y las posibilidades son tremendas –intervino Lance.
–Si atrapamos a Ethan y le mantenemos prisionero hasta que pase la alineación, echaremos por tierra los planes de Calsius. Además podremos interrogarle para averiguar dónde planean realizar el ritual y preparar una emboscada para derrotar a sus hombres y cargarnos definitivamente a ese viejo –dijo David pulverizando un pedazo de pan en su mano.
–Ése es un buen plan, pero no creo que Darío se deje atrapar con facilidad, por si lo has olvidado ya se nos ha escapado dos veces –añadió Gary.
–Se nos ha escapado porque no nos hemos empleado a fondo –respondió David–. Si queremos atraparlo tenemos que olvidarnos de que se trata de Ethan. Hasta el momento hemos sido demasiado delicados y ese Darío se ha aprovechado de ello –respondió enérgico y pensé que no le faltaba razón.
–¡Aun así estamos hablando de Ethan! –protestó Brienne.
–¡Tranquila, Brie! –intervino Keira–. Todos sabemos que él sigue estando ahí, pero comprende que ese cabrón que le ha poseído no nos lo está poniendo nada fácil, o vamos a por él como dice David o no sé cómo vamos a recuperar a nuestro amigo–.
–Yo podría hacer de señuelo. Seguro que Darío intentará venir de nuevo a por mí y si estamos preparados, tal y como dice David, quizás en esta ocasión podamos atraparlo –sugerí.
–¡Ni hablar! –siseó Cayden, inclinándose hacia mí y apretando mi mano con fuerza–. Eso es justo lo que intentamos la última vez y estuve a punto de perderte, ¡no pasaré de nuevo por eso! –dijo con intensidad.
–Entonces salió mal porque le subestimamos, pero ahora le conocemos mejor y estoy segura de que podríamos llevarle a nuestro terreno –insistí, intentando convencerle con la mirada.
–¡No, Rebecca! Voy a recuperar a Ethan, pero no lo haré arriesgándote a ti –dijo con contundencia–. Buscaremos un lugar donde ocultarte e intentaremos seguir la pista de Darío, pero tú te mantendrás al margen–.
–No pienso quedarme de brazos cruzados mientras vosotros le buscáis –protesté.
–No estarás de brazos cruzados, tenemos mucho por hacer y muy poco tiempo. Hay que averiguar todo lo posible acerca de la conjunción, porque tenemos que evitar que se lleve a cabo ese ritual, y por supuesto hay que tratar de descubrir cómo expulsar a Darío de la mente de mi hermano y sabemos que sólo tú puedes averiguarlo, de modo que necesito que te concentres en esta parte, ¿de acuerdo? –me pidió y su mirada era pura persuasión.
Asentí, sabiendo que tenía razón y sentí a través de sus manos cómo se relajaba su musculatura al comprender que me avenía a razones.
–Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el lobo –dijo Lance–. ¡Movámonos!, no conviene que permanezcamos demasiado tiempo en un sitio público–.
Cuando salí de los aseos de la taberna, me encontré con que los chicos y Brienne se habían adelantado para recuperar nuestros vehículos de un parking público cercano. Lance y Keira conversaban en voz queda, medio tonteando, junto a la puerta del local y Cayden estaba sentado en un banco de madera en la terraza y miraba al cielo, pensativo. Me acerqué y me senté en su regazo, abrazándome a su cuello. Estaba refrescando, pero al menos ahora no llovía y en cuanto Cayden me abrazó, olvidé el frío. En cualquier otra situación me habría bastado estar tan cerca de él para sentirme bien, pero esta noche, pese a su proximidad, estaba inquieta y con los nervios a flor de piel. Ni siquiera sus caricias conseguían tranquilizarme.
Desde que llegamos esa tarde a Oxford había sentido una presión fuerte en el pecho, una intranquilidad que comenzaba a hacerse asfixiante y pronto comprendí qué era lo que me estaba provocando esa sensación… La visita a la ciudad había traído consigo el recuerdo del momento más trágico de mi vida, la pérdida de mi padre.
–Cayden, necesito ir a ver a mi padre –le susurré, atrayendo de inmediato su atención.
Él me miró, confuso, y leí en su rostro que no me seguía. Acerqué mis labios a su oído y le hablé en susurros para que los demás no pudieran escucharnos.
–Quiero visitar su tumba –le aclaré.
–Cielo, tu padre ya no está en un cementerio, sino en un lugar mejor –me susurró, acariciando mi mejilla con el dorso de su mano.
Esto me trajo a la mente que ni siquiera le habíamos despedido como merecía un druida… Por puro desconocimiento no le habíamos acompañado con un ritual apropiado al otro mundo y se me encogió el corazón al pensarlo. Cayden me frotó los brazos enérgicamente, creyendo que tenía frío…
–¡Sé que su alma ya no está ahí!, pero necesito ir de todos modos. Tras su muerte solía ir a diario al cementerio y me sentaba durante horas junto a su tumba para hablar con él. Ya sé que suena absurdo, pero de algún modo allí me sentía más cerca de él –le expliqué, suspirando inevitablemente–. Quizás si le visito vuelva a sentirle cerca de nuevo y me ayude a conectar con su espíritu –admití.
–Becca, es arriesgado movernos tan a descubierto por la ciudad. Parece que de momento hemos conseguido despistar a Darío, pero eso no significa que estemos a salvo –dijo con dulzura, intentando que cambiara de opinión.
–Cayden, no puedo irme de la ciudad sin hacerle una visita. Por favor, sólo serán unos minutos –le supliqué.
Él cogió mi rostro entre sus manos y lo atrajo hacia sí, mirándome fijamente y leyendo en mí, como sabía hacer también. Entonces me dio un beso en los labios breve, pero enérgico y se puso en pie, levantándome con él.
–¡De acuerdo, sólo una visita rápida! –dijo, tirando de mi mano.
Sonreí y caminé a su lado. Era muy gratificante salirme de vez en cuando con la mía, especialmente porque Cayden era bastante difícil de persuadir, en particular cuando se trataba de ir en contra de mi seguridad. Sin embargo sabía que se desvivía por mí, era de la clase de hombres que harían cualquier cosa por la persona amada y, francamente, hoy en día se trataba de una especie en extinción, de modo que me sentía sumamente afortunada de tenerle. Ahora sabía con certeza que me amaba porque volvía a percibir claramente las señales evidentes de sus sentimientos hacia mí. Inconscientemente él compartía conmigo antes que con cualquier otra persona cada una de sus palabras, sus gestos, sus miradas,… y era curioso advertir que yo le correspondía, procediendo del mismo modo. Si ahora echaba la vista atrás, me sorprendía no haberme dado cuenta antes de que él me amaba y en especial de que no dejó de hacerlo en ningún momento, del mismo modo que yo no pude olvidarme de él… Tenerle de nuevo a mi lado me hacía sentir más fuerte y más segura de mí misma. En definitiva, estaba enamorada y ahora sabía por experiencia que no había energía más poderosa que el amor.
–¿Dónde vais?– preguntó Lance al comprobar que nos alejábamos.
–Vamos a visitar la tumba de mi padre, sólo será un momento –dije.
–¿Es seguro? –preguntó, intranquilo.
–Cayden viene conmigo y no nos quedaremos más que unos minutos –dije, quitándole importancia.
–Esperad, voy con vosotros –dijo entonces, apartándose de Keira, que le dedicó un mohín de fastidio.
–Será mejor que esperéis aquí a los demás. Podéis recogernos con los coches a la entrada del cementerio. Dadme un toque al móvil cuando estéis allí –dijo Cayden en un tono autoritario.
Lance pareció indeciso por unos instantes, pero las palabras de Cayden finalmente le hicieron desistir en su empeño de acompañarnos y Keira aprovechó ese momento para cogerle por el antebrazo y tirar de él hacia sí, captando por completo su atención.
Continuamos caminando por la callejuela que desembocaba en el puente Hertford mientras me sonreía, pensando en la curiosa relación que mi amigo estaba iniciando con esa chica.
–¿Qué te hace tanta gracia? –murmuró Cayden, mirándome intrigado.
–Creo que Lance está cayendo en las redes de Keira, ¡quién lo diría después de las veces que ha jurado que él no se enamoraría jamás! –bromeé.
Cayden sonrió y entrelazó sus dedos uno a uno con los míos, estrechando mi mano con fuerza.
–Nadie es inmune a la magia y no hay nada más mágico que el amor –murmuró con una sonrisa preciosa.
–Esa frase bien merece ser inmortalizada en un libro –señalé.
–Bien, pues úsala, tú eres la experta en ese campo –dijo, sonriendo.
Me quedé mirando su hermoso perfil recortado en la noche. Su nariz recta, sus hermosos ojos ribeteados por oscuras pestañas y su mentón fuerte y varonil. Él se sintió observado y se volvió a mirarme de nuevo, con curiosidad.
–¿Qué ocurre? –preguntó.
–¡Nada! –respondí avergonzada, bajando de inmediato la mirada al suelo.
Quería decirle muchas cosas, como que le necesitaba mucho, especialmente en momentos como éste en que me sentía perdida y él era mi brújula, mi norte. Tenía miedo de fallarles a todos, pero especialmente a él. Si no conseguía ayudar a Ethan no me lo perdonaría nunca, estaba esforzándome por conseguirlo y ésa era una de las razones por las que necesitaba visitar la tumba de mi padre. Quería buscar una conexión con él, por efímera que fuera, que me permitiera derribar el bloqueo de mi mente y acceder a mi yo espiritual.
Cayden me siguió observando de cuando en cuando disimuladamente mientras nos acercábamos al recinto del campo santo, situado en los terrenos colindantes a la Universidad. No había nadie a la vista, de modo que saltamos con agilidad la reja metálica que a estas horas de la noche estaba cerrada y a continuación recorrimos el sendero flanqueado por árboles que atravesaba el cementerio y que dejaba tumbas y mausoleos a ambos lados. Cayden no soltó mi mano en ningún momento, cosa que agradecí, y cuando divisé la tumba de mi padre y me detuve en seco a sólo unos metros de distancia, él se mantuvo en silencio a mi lado sin presionarme. Empecé a temblar inconscientemente y él me atrajo hacia sí, rodeando mi cintura en un abrazo y besando mi cabeza con dulzura para infundirme valor.
–¡Tranquila! –susurró junto a mi sien–. Yo estoy contigo–.
Tomé su mano de nuevo y avanzamos juntos hasta la losa de piedra. En tan sólo unos meses el musgo había empezado a cubrir toda su superficie y unas tempranas florecillas habían crecido entorno a la lápida de arenisca en la que figuraba en relieve el nombre de mi padre.
Recordé que habíamos grabado un fragmento de un poema que escribí para su funeral en la losa de piedra que cubría la tumba y me agaché para retirar las hojas y ramas que tapaban parte de las palabras para poder leerlas de nuevo.
“Adelántate a nosotras y señala bien el camino,
que un día seguiremos, guiadas por tu luz.
Tu amor nos dará esperanza y tu recuerdo consuelo,
latente en nuestro corazón, hasta nuestro rencuentro”
Cayden se acuclilló a mi lado y recorrió con la mirada las líneas.
–Incluso entonces sabías que él no se había ido definitivamente, ¿no es cierto? Su alma inmortal se halla en el lugar al que pertenecemos y al que sin duda nosotros también iremos cuando llegue nuestra hora, como bien dices en su epitafio. Él te esperará, pero no hay prisa, cielo, porque tú y yo aún tenemos mucho por vivir. Recorreremos juntos un largo y hermoso camino y seremos muy felices, como él habría deseado –susurró.
Suspiré y me recosté en su pecho, reconfortada por sus palabras, que como de costumbre eran mucho más efectivas que cualquier hechizo sanador.