La Astrología
No es difícil conocer la naturaleza del hombre y especialmente el mundo sublunar, pero el cielo o mundo superior sí que es difícil de observar y sólo accesible a los verdaderamente sabios, a los que se dedican a una ciencia misteriosa y casi oculta, la Astrología, a la que A!ciato dedicó cuatro emblemas. El 101, Scyphus Nestoris (la copa de Néstor), tiene como protagonista a un personaje anciano considerado como el prototipo de la prudencia, de ahí que se lo considerase un ejemplar consejero. Fue hijo de una de las Nióbides, y Apolo, para reparar el horror de la masacre de sus tíos y tías, le concedió el privilegio de vivir el número de años que hubieran vivido todos aquéllos.
Emblema CI SCYPHVS NESTORIS |
Emblema CI LA COPA DE NESTOR |
Nestoreum geminis cratera hunc accipe fundis. Quod
gravis argenti massa profundit opus. Claviculi ex auro, stant
circum quatuor ansae, unamquamque super fulva columba sedet. Solus
eum potuit longaevus tollere Nestor. Maconidae doccas quid sibi Musa veiit? Est caelum, scyphus ipse: colorque argenteus illi, aurea sunt caeli sidera claviculi. Pleiadas esse putant, quas dixerit ille columbas. Umbilici gemini magna minorque fera est. Haec Nestor longo sapiens intelligit usu: bella gerunt fortes, callidus astra tenet. |
Mira esta crátera de Néstor de dos fondos. obra en
la que se invirtió gran cantidad de pesada plata. Clavillos de oro
rodean las cuatro asas, y sobre cada una se alza una paloma dotada.
Sólo Néstor, ya viejo, pudo levantarla. —Dime que quiere decir la Musa meónida[35]. —La copa misma es el cielo, con su color plateado; los clavitos son los áureos astros. Se piensa que son las Pléyades las que a dijo palomas. Los ombligos gemelos son la fiera grande y la pequeña[36]. Todo esto lo comprende el sabio Néstor tras larga práctica: los fuertes hacen la guerra, el prudente se apodera de los astros. |
Por su gran longevidad jugó un papel importante en la guerra de Troya, ya que después de la partida de Helena, Menelao le pidió consejo y le acompañó por toda Grecia para reunir a los héroes; su intervención fue decisiva para mantener la concordia entre los griegos, especialmente a raíz de la querella entre Aquiles y Agamenón. Cuando Tenedos fue saqueada le correspondió en el botín la hija de Arsinoo, Hecameda, que le acercó «una bella copa guarnecida de áureos clavos que el anciano se llevara de su palacio y tenía cuatro asas —cada una entre dos palomas de oro— y dos sustentáculos»[179]. Alciato consideró esta copa como una imagen del cielo, en el que los clavos aludían a las estrellas, las palomas a las Pléyades, y los dos cordones a las Osa mayor y menor. Con ello se nos quiere dar a entender que la Astrología sólo la alcanza el verdaderamente sabio, lo que Daza Pinciano expresa así:
«Néstor entiende aquestas tan perfettas
Moralidades del cielo, y advierte
Las cosas de las sciencias más secretas
Qual hace en su destreza el hombre fuerte»[180].
Ello es posible porque Néstor es muy anciano y tiene por tanto mucha experiencia, la necesaria para alcanzar la doctrina astrológica.
Emblema CII QVAE SUPRA NOS, NIHIL AD NOS |
Emblema CII LAS COSAS QUE NOS SUPERAN NO SON PARA NOSOTROS |
Caucasia aeternum pendens in rupe Prometheus diripitur sacri praepetis ungue iecur. Et nollet fecisse hominem: figulosaque perosus accensam rapto damnat ab igne facem. Roduntur variis prudentum pectora curis, qui caeli affectant scire, deumque vices. | Prometeo, colgado eternamente en la roca del Cáucaso, ve su hígado desgarrado por las uñas del ave sagrada. Y preferiría no haber hecho al hombre y, abominando de haberlo modelado, se apena de haber encendido la antorcha con el fuego robado. Son roídos por diversas preocupaciones los pechos de los sabios que quieren saber los designios del cielo y de los dioses. |
Si Néstor fue la imagen del astrólogo, era preciso presentar la imagen de otro que no respetó las órdenes de los dioses y fue castigado. Este fue Prometeo, al que se dedica el emblema 102, Quae supra nos, nihil ad nos (que con cuidado se alcanza la ciencia). Prometeo fue hijo del titán Japeto y «primo» de Júpiter, al que engañó por su amor a los hombres. Fue llevado por la diosa Palas al cielo donde vio cómo el fuego animaba a los espíritus celestes; robó semillas de fuego en «la rueda del sol.» y las trajo a la tierra, y luego de modelar los primeros hombres de arcilla, les infundió este fuego para animarlos. Júpiter castigó al bienhechor de la humanidad encadenándolo en el Cáucaso y enviando un águila que le devoraba el hígado, que se renovaba constantemente[181]. Así lo expresaba Daza:
«Atado está Prometeo en alta roca
Del Cáucaso, y el hígado comiendo
Un águila le está, que entre la boca
Quanto más come más le está creciendo»[182].
Diego López destacó dos sentidos de la moralidad de este emblema: «el uno es darnos a entender el gran cuydado con que se alcancan las ciencias, y para esto nos pone aquí a Prometheo, a quien un águila comía el coraçón en el monte Cáucaso, y es la causa, porque como era grande Astrólogo estuvo mucho tiempo en la cumbre deste monte para conocer la naturaleza y qualidad de una estrella llamada anguila. El otro sentido es significar quanto atormenta la mala conciencia a los malos que van contra los preceptos de Dios, como Prometheo»[183].
Emblema CIII IN ASTROLOGOS |
Emblema CIII SOBRE LOS ASTRÓLOGOS |
Icare, per superos qui raptus et aera, donec in mare praecipitem cera liquata daret, nunc te cera eadem, fervensque resuscitat ignis. Exemplo ut doceas dogmata certa tuo. Astrologus caveat quicquam praedicere, praeceps nam cadet impostor dum super astra volat. | Icaro, que subiste por los aires y a las regiones celestes hasta que la cera al derretirse te hizo caer al mar, ahora esa misma cera y el luego ardiente te resucitan para que enseñes las verdades con tu historia. Que el astrólogo tenga cuidado de lo que predice, pues el impostor cae de cabeza mientras vuela por encima de los astros. |
En el emblema 103, In astrologos (sobre los astrólogos), se va a plantear el problema central de si la Astrología como tal ciencia era válida, tema que' estuvo candente desde la Baja Antigüedad. Una autoridad como San Agustín fue desfavorable al respecto y tal veredicto duró hasta el siglo XIII, cuando la Iglesia empezó a revisar su posición y escritores como San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino buscaron un compromiso entre cristianismo y astrología, dejando a salvo la libertad del espíritu. Al respecto ha escrito Otis Green: «Para el siglo XIV no quedaba un teólogo católico que se atreviese a poner en duda la doctrina peripatética de que los procesos de crecimiento y de cambio en el mundo terreno dependen de la existencia de las esferas estelares. Al abrir sus brazos a la astronomía aristotélica, los teólogos cristianos se sintieron impulsados inevitablemente a acoger también favorablemente la astrología... Así, la Iglesia aceptó la astrología como una ciencia, al mismo tiempo que salvaba las apariencias rechazando las teorías fatalistas sobre el alma humana v todos los intentos de establecer un arte arbitrario de adivinación»[184]. Fue imposible refutar estas teorías mientras estuvieron vigentes la cosmología de Aristóteles y la astronomía de Tolomeo; solamente Kepler, en el siglo XVII, puso en tela de juicio la validez de la astrología. El Renacimiento, atendiendo al tema de la dignidad del hombre, vio a éste a imagen y semejanza de Dios, pues una tradición naturalista había insistido en la analogía entre el microcosmos humano y el universo, así que ocupaba un puesto central en la creación. Además, el humanismo trajo una sobrevaloración de la magia como ciencia capaz de interpretar los «secretos de la naturaleza» y las fábulas de los dioses paganos, y de esta posición participa Alciato en gran manera. Así, por una serie dé asociaciones, en las que se pasaba fácilmente de las causas físicas a las de orden simbólico, se vio que los planetas, los signos zodiacales, las constelaciones, las musas, etc., influían en e! gobierno de los hombres, que quedaban aprisionados en una red de múltiples correspondencias.
La fábula de Icaro sirvió a Alciato para atacar a los astrólogos y a los que quieren averiguar cosas secretas. Icaro fue hijo de Dédalo y de una esclava de Mirtos, éste se irritó con él porque enseñó a Ariadna cómo Teseo podría entrar en el laberinto para matar al Minotauro, y Minos entonces encarceló en el laberinto a Dédalo y a su hijo. Deseando huir «inventó un ardid espantoso y fue hazer unas alas de cera para salir bolando con ellas, y otras para Icaro su hijo, que estava con él, y hechas dixo al hijo que le siguiese por donde el fuesse, porque si bolava más alto, con el calor del Sol se le avían de derretir las alas, y se despeñaría, y si bolava más baxo se ablandarían con la humedad del mar, y que de una manera u otra corría muy gran peligro por tanto que procurase seguirle siempre derecho. Salen entrambos bolando, pero luego el temerario mancebo, olvidándose del buen consejo de su padre, començó a bolar tan alto que calentándosele las alas con el calor del Sol se despeñó y cayó en el n]ar, donde quedó ahogado»[185]. El emblema es una amonestación contra la imprudencia: «Muéstranos Alciato que devemos ser más cautos y prudentes con las experiencias y peligros de otros».
El tema tuvo una plasmación plástica en la Casa de Pilatos, en el techo, ya antes comentado, y que fue realizado por Francisco Pacheco (1604). Su sentido ha sido visto correctamente por Lleó Cañal[186].
Emblema CIV QVI ALTA CONTEMPLANTVR, CADERE |
Emblema CIV LOS QUE CONTEMPLAN LAS COSAS ALTAS, CAEN |
Dum turdos visco, pedica dum fallit alaudas, et iacta altivolam figit arundo gruem, dipsada non prudens auceps pede perculit: ultrix illa mali, emissum virus ab ore iacit. Sic abit, extento qui sidera respicit arcu, securus fati quod tacet ante pedes. | Mientras engaña a los tordos con la liga y a las alondras con el lazo y atraviesa a la grulla en vuelo arrojándole una flecha, no se da cuenta de que una dipsea[37] está al acecho, y la pisa. Ella, en venganza, le inocula su veneno con la boca. Así le ocurre al que mira al cielo con el arco tendido, sin percatarse del destino, que se agazapa a sus pies. |
Por último, se cierra la serie astrológica con el emblema 104, Qui alta contemplatur cadere (los que contemplan las cosas altas caen), también dirigido contra los astrólogos. Alciato recurre al símil del cazador, que Daza Pinciano traduce así:
«Mientras los tordos con liga engaña
Y las alondras con sotil pihuela,
Y mientras tira y piensa con la caña
Herir la grulla que por alto buela,
Pisó a la sierpe que con la sed daña,
De lo que el cazador no se recela,
Mas muere como aquel que en lo alto mira
Y del cercano mal no se retira»[187].
En cuanto a la moralidad del emblema es una amonestación contra los astrólogos que «escudriñan y penetran las cosas celestiales, no saben ni alcançan las cosas que están muy cerca, y no sabiendo las cosas presentes, se glorian y alaban que saben las futuras» (D. López).