La abuela

 

LA Marquesa salió de la habitación y movió su cabeza, intentando negar lo evidente. Se dirigió a la habitación de su hijo pequeño, al que siempre había adorado.

Tras la muerte de su hermano, Fernando, el mayor, se había vuelto más serio de lo que siempre había sido, y no había tenido la misma relación. De hecho, aún estuvieron hasta que Carlos tuvo 14 años en Berlín, pero luego se fueron a diferentes países. Y luego, perdieron a su bebé, a Martina, con solo 3 años… lo que hizo que Fernando fuera más adusto que nunca.

Su esposa, Elena, sufrió mucho, pero se refugió en su perros y su pintura, y bueno, no tenían mucha relación desde que finalmente se instalaron en España.

¿Cómo se tomaría esto? Él adoraba a su hermano pequeño, con el que se llevaba 6 años… lo quería muchísimo.

Entró en la habitación de Henry. Todavía se conservaban sus libros allí, sus fotos, su ropa... ella no había dejado que nadie lo tocase. Cuando falleció su esposo, le costó deshacerse de sus efectos personales, pero con su hijo, simplemente, no pudo.

Y ahora… él había vuelto en forma de dos preciosos nietos. Esta tristeza y alegría le hacía sentir sus 82 años completamente.

Se sentó en la silla de estudio de su hijo, donde tantas tardes había estado leyendo, pues era un gran aficionado a la lectura, como Marta había comentado que era su hermano.

Acarició el escritorio con su nervuda mano y dijo al espíritu de su hijo. “has vuelto y ahora te cuidaré de verdad”

Tomando una decisión definitiva, y con la resolución que siempre le caracterizaba, bajó a encontrarse con su nieta y darle el abrazo que ninguna abuela le había dado hasta ahora.

 

 

Se hacía la hora de comer, y bueno, desde que Marta había sabido que estaba embarazada, todavía tenía más hambre… pero no se atrevía a pedir nada.

Jeff hizo una escapada a la cocina de la casa, la conocía de maravilla pues de los 17 a los 21 estuvo viviendo allí mientras se formaba en la escuela de oficiales. Y todo el servicio le tenía gran aprecio.

Solo encontró un poco de queso y olivas, en realidad es lo que ella le había pedido… Jeff sonrió, era un estado muy interesante. Pero ahora, qué iban a hacer, ¿cuál era el siguiente paso?

En el pasillo se encontró con la marquesa. Ella le miró seriamente y le dijo.

- Jeff, espero que cuides bien de mi nieta o te las verás conmigo

 

Jeff casi se cuadró. Esa familia le imponía mucho respeto. Tanto su padrino, el general Fernández, como su madre, la Marquesa, imponían una autoridad a la que nadie se resistía.

- Por supuesto, Eleonora, la amo demasiado para no cuidarla para siempre

- Si, de eso tenemos que hablar. Supongo que os casaréis pronto, Insistió la marquesa

- Si, pronto… evadió Jeff la respuesta

Entraron en el salón y le acercó el queso y las olivas y un té frío que le había preparado la cocinera. Todo el servicio estaba muy excitado pues se habían enterado por Amelia y estaban deseando conocer a la nieta perdida y presentarle sus respetos.

Comenzaron a hablar. Por fin la Marquesa podía hablar de su hijo pues Marta estaba deseando saber todo lo posible de su padre…. Ella hablaba con cariño, llorando a veces, riendo otras… y pasando una tarde maravillosa.

Se hicieron las siete de la tarde y Marta se dio cuenta que tenía que volver a tomar el avión que salía a las 9…

Aunque su abuela insistió en que se tenía que quedar, estaba el tema de la denuncia y del trabajo, además Jeff mañana tenía que reincorporarse al trabajo.

Entonces decidieron que intentarían tomar unos días de vacaciones y reunirse en casa del general, para conocerse, conocer a su hermano y decírselo al general. La abuela viajaría a España junto con Charlie en dos días.

La marquesa no le dijo nada, pero la herencia de su hijo era muy cuantiosa y seguramente ni Marta ni sus futuros hijos tendría que trabajar si no lo deseaban, pero primero, tenía que arreglar los papeles legales.

Ella no necesitaba ninguna prueba de paternidad. Todo cuadraba. Aun así se decidieron a encargarla, sin poner por supuesto Marta ninguna traba, sobre todo por el general. El sí pondría trabas. Y así ella podría cambiar su testamento. Gracias a Dios habían aparecido antes de ella fallecer.

Gracias a que casualmente Marta se había comprometido con el joven Jeff… todo había sido una maravillosa secuencia de circunstancias, que le habían devuelto una parte de su hijo en forma de dos preciosos nietos, ¡y bisnietos!

Marta le había dicho que estaba embarazada y la abuela había mirado seriamente a Jeff para que tomara carta en el asunto, a lo que él asintió calladamente.

Después de tantos años de dolor, la vida volvía a florecer y ella no se lo iba a perder en absoluto.

Se fueron tras grandes abrazos y promesas de verse de nuevo.

Charlie y Jeff volvieron a abrazarse con afecto verdadero. Y con ganas de volverse a ver.

Jeff tendría que hablar seriamente con Al, aunque comprendía por qué no le había dicho nada.

Tomaron el avión y Marta se quedó dormida en el hombro de Jeff. Tenía una mano apoyada sobre su vientre y se la veía feliz, aun soñando.  El morado en la cara le recordó a Jeff que las últimas horas habían sido duras para ella, y sin embargo, era una superviviente. Como él. Era hora de arreglar las cosas.