El orígen del círculo de la motivación

Hace algunos años, durante un momento en el que me sentía bajo de ánimos, me ayudó mucho la imagen mental de un círculo. Lo llamé «círculo de la motivación», y como se trataba de una metáfora muy poco científica y bastante casera, la guardé para mí.

Sin embargo, poco después mi hijo Pau experimentó también un bajón anímico y yo no sabía cómo explicarle que era necesario superar la frustrante apatía que lo dominaba. Entonces se me ocurrió contarle mi experiencia y mostrarle mi dibujo. Desde aquel momento, siempre que hablamos por teléfono nos informamos del tramo del círculo en el que estamos. Por ejemplo, la última vez que hablamos, me contó que había conseguido subir la pendiente del círculo y entrar en el tramo suroeste de la motivación. Tiene varios proyectos en marcha y, aunque son muy distintos a los míos, sí hemos reflexionado juntos sobre cómo podemos mantener intacto nuestro entusiasmo y lograr los objetivos que nos hemos propuesto.

Se trata de una figura tan sencilla como el concepto que representa, y el entusiasmo de mi hijo me movió a emplear la misma fórmula con mis pacientes cuando necesito que se motiven antes de una operación, cuando están deprimidos o cuando tienen que bajar de peso, practicar deporte o dejar de fumar. También he compartido la fórmula del círculo con amigos que me pidieron consejo tras una separación, la muerte de un familiar o un problema académico o laboral.

El círculo, como pueden ver, tiene cuatro tramos: el sureste o la frustración, el suroeste o la motivación —tramo que constituye la esencia de este libro—, el noroeste o la satisfacción y el noreste o la pasividad.