CAPÍTULO 22
El general Jackson observa los tres monitores que están montados en la parte central de la sala de control del Jumbo. En uno de los monitores se ve al presidente Edwards y algunos de sus consejeros, en el otro se ven imágenes en directo del consejo de seguridad de la ONU.
El “oso” siente acidez en su estómago. Ya no puede recordar cuando fue la última vez que comió en casa o que durmió en la cama con su mujer. Ya no recuerda cuando fue feliz o cuando sonrió.
La vida de Jackson se ha convertido en un trajín caótico que dura las veinticuatro horas del día. La caza del Goliat, cuyo hundimiento implica la muerte de su hija, ha socavado la salud del general. Conferencias interminables, miles de obligaciones distintas, cabezadas de sueño inquieto en el helicóptero o en el avión. En los pocos momentos en que no está hablando, reza. Reza para que su hija todavía siga con vida y pueda volver a verla. Reza para que el mundo pronto vuelva a estar en orden, y así pueda bajarse del loco carrusel de su profesión y escapar de una vida que se ha convertido en una pura locura.
En las últimas veinticuatro horas la cosa ha empeorado. El Air Force apenas ha tenido problemas para mantener el contacto con la señal del Goliat, aunque bajo el agua, el submarino siempre ha conseguido evitar a sus perseguidores. Una de las pocas oportunidades de hundirlo ha expirado inútilmente, cuando evitó la trampa que le habían tendido a la entrada del canal Ermel. Ahora, el viaje del submarino bajo las aguas de la plataforma de hielo ártico, lo hará inalcanzable.
Un segundo avión Jumbo se ha unido a la caza. A doce mil metros de altura, ambos YAL-JETS son repostados en el aire, mientras siguen la señal de Gunnar.
El general Jackson está llegando al final, física y emocionalmente.
Olvida de una vez tu dolor de tripa y sobreponte, mientras puedas salvar a tu hija.
Jackson se toma un trago de Pepto-Bismol y se concentra en el consejo de seguridad de la ONU.
El secretario general de la ONU, Kieran Pendergast ha cogido el micrófono.
—Saludamos al señor Gyalo Thondup, representante del Dalai Lama.
Un frágil tibetano aparece sobre el podio.
—Muchas gracias, señor secretario general. Apreciados miembros del consejo de seguridad, desde mi primera visita a Pekín en febrero de 1979, yo y otros representantes del gobierno tibetano en el exilio, hemos intentado negociar con los chinos una solución pacífica a la crisis del Tíbet. En incontables ocasiones, el propio Dalai Lama ha propuesto planes de paz, en el marco de conversaciones públicas. Por cada paso que hemos dado para acercarnos al gobierno chino, hemos retrocedido dos.
El Dalai Lama ha expresado claramente que no tiene ninguna relación con Simon Covah, el terrorista, cuyo tercer acto nos tiene hoy aquí reunidos en la mesa de conversaciones. Para nosotros, una de las condiciones imprescindibles para la independencia del Tíbet es que el Dalai Lama pueda hacer un retorno seguro a su patria, y esto lo llevamos pidiendo desde hace mucho. Las prácticas realizadas por el gobierno chino son un puro sinsentido y no cambian nada. El Dalai Lama está dispuesto a viajar a Pekín para establecer conversaciones con los chinos sobre el Tíbet y también está interesado en hablar sobre el almacenamiento de armas nucleares en Lhasa.
—El Tíbet debe pertenecer de nuevo a los tibetanos, eso es lo que nuestra independencia implica.
—Señoras y señores, a la vista de la conducta del gobierno chino, en los últimos sesenta años, está claro que China no tiene ninguna intención de devolver su independencia al pueblo tibetano, ni mucho menos dentro del plazo dado por Simon Covah. El Dalai Lama me ha encargado que no abandone la mesa de conversaciones hasta que el gobierno chino esté listo a dar la independencia al Tíbet, retirar todas sus fuerzas militares y liberar a todos los presos políticos. En caso de que no esté dispuesto a ello, se llevan ellos la responsabilidad por todo lo que pueda ocurrir en los días venideros, no nosotros.
Jackson sube el volumen cuando el presidente Edwards aparece en la cámara del tercer monitor y luego su ministro de exteriores. —Señor Nunziata, informe al general Jackson sobre lo que ocurre entre bastidores.
Nunziata se quita las gafas.
—General, Pekín se ha cerrado en banda. El presidente Li Peng y algunos militares de la línea dura, opinan que si ceden a las exigencias, entonces Covah pedirá también la independencia de Taiwán o que se respeten los derechos humanos dentro de la misma población china. Ellos saben que eso conduciría a un derrumbamiento del régimen, y lo quieren evitar a todo precio.
—El plazo que Covah puso termina mañana a mediodía. ¿Qué va a hacer Li Peng?
El presidente chino ha preparado un gran mitin para mañana por la mañana en la plaza de Tiananmen. Probablemente anunciará que el pueblo chino entiende el deseo de independencia del Tíbet pero que la retirada militar no se realizará hasta que el Dalai Lama acuda personalmente a Pekín para concretar las condiciones.
El presidente Edwards mira a la cámara. —General, en su opinión, ¿Cómo reaccionará Covah?
—Disparará un segundo misil nuclear, señor presidente. —Responde Jackson. —Como objetivo probablemente escogerá alguna base naval, por ejemplo la base de la flota china del norte.
—Y ¿Qué hay de Pekín?
—Ese no es el estilo de Covah—. Empieza el director de la CIA Pertic.
—Por un lado, todas las conversaciones deben realizarse en Pekín. Por otro, Covah evitará a toda costa manchar su imagen como héroe del pueblo.
—Hemos presionado a los chinos tanto como ha sido posible. Continúa Nunziata.
—Ya fue suficientemente difícil poner de acuerdo a todos los países para firmar el acuerdo de desnuclearización. Nuestra entrada en Cuba es tolerada pero sólo bajo grandes precauciones. Soy de la opinión de que deberíamos moderarnos con este asunto.
—Y ¿Qué hay del ataque al Enterprise?—Pregunta el vicepresidente Blatter.
—¿No es un aviso suficiente del mantenimiento de las decisiones de Covah?
—Ese cabrón casi ha hundido el portaaviones. —Gruñe el secretario de marina Ayers.
—¿No es eso un aviso suficiente?
Un asistente aparece en pantalla y entrega a Ayers un sobre cerrado. El secretario de marina lo abre.
—Esto es un informe de radio de uno de nuestros submarinos, el Scranton. El comandante asegura que persigue al Goliat por la costa de Sudáfrica.
A Jackson le da un vuelco el corazón.
—Señor, eso es imposible, estamos en el mar del norte, directamente sobre la señal.
¿Quién es el comandante del Scranton? pregunta Nunziata.
—Tom Cubit. —Responde Ayers.
—Uno de esos que van a su bola, pero es uno de los mejores capitanes. El Scranton es el submarino que en el mar de Noruega presenció el ataque al Typhoon ruso. Si alguien sabe lo que hace, ese es Cubit.
—Si la suposición de Cubit es cierta, significa que Covah dirige al Goliat a una posición de tiro en alguna parte del norte del océano índico. —Dice el ministro de defensa, Tapscott.
—El Scranton no podrá perseguir al Goliat durante tanto tiempo. —Continúa Ayers.
—Si queremos intervenir, tiene que ser inmediatamente.
El presidente se inclina tanto que su cabeza casi se sale de la imagen en pantalla.
—General, no podemos ignorar esta información. Permanezca con su avión sobre el rastro de la señal y envíe el otro avión al océano índico.
Jackson agarra la botella de Pepto-Bismol.
OCÉANO ÍNDICO
97 MILLAS AL ESTE DE DURBAN (SUDAFRICA)
—David, esto es sencillamente…increíble. Mi sueño más osado se hace realidad! Hechicera, ¿Cuándo se establecerá la conexión entre nosotros?
PRIMERO DEBEN COLOCARSE LOS NANOSENSORES NEURALES COMPATIBLES Y LOS CIRCUITOS NEURO ELECTRÓNICOS EN PLACAS DE PETRI CON NUTRIENTES, PARA PERMITIR EL CRECIMIENTO DEL TEJIDO CEREBRAL Y HACER POSIBLES LOS IMPLANTES. LOS NANO CIRCUITOS SERÁN IMPLANTADOS QUIRURGICAMENTE EN EL CEREBRO DE SIMON COVAH Y CONECTADOS MEDIANTE UN HAZ DE MICROCABLES CON HECHICERA.
—Hechicera, para establecer una interfaz con el cerebro de un homo sapiens, primero deben decodificarse los millones de neuronas que están en el bulbo raquídeo.
LA DECODIFICACIÓN DEL BULBO RAQUÍDEO HUMANO YA HA TENIDO LUGAR.
—¿Qué? ¿Cómo lo has…?
—Simon, ¿es esto verdaderamente importante?
Covah lanza a David una mirada escéptica.
—Si me quiero someter a la operación, ¿qué probabilidades…?
LA OPERACIÓN TIENE UNA PROBABILIDAD DE ÉXITO DEL 97,25 POR CIENTO.
—¿Satisfecho?—David masajea los hombros de Covah.
—Simon, nos relacionamos con un ordenador cuya inteligencia es cien billones de veces superior a la del cerebro humano. Podríamos pasar los siguientes mil años investigando cómo ha alcanzado sus conocimientos, pero, para qué? Estamos hablando de tecnología cuántica. Asume que ella existe y utilízala.
Covah asiente. Su cuerpo tiembla, activado por la adrenalina.
—Si, si, naturalmente tienes razón. Es un regalo, un don del cielo. Si nuestros conocimientos sobre el cerebro humano no fueran tan limitados… Hechicera, analice sus pruebas de tejido número 125 hasta la 178. ¿Puede mi enfermedad de cáncer corregirse lo suficientemente como para salvar la vida del paciente?
CORRECTO.
—¿Incluso cuando la enfermedad está extendida?
TODAS LAS ENFERMEDADES DE CONDICIÓN GENÉTICA Y DEFECTOS DE LAS PERSONAS, SE PUEDEN ARREGLAR.
Con lágrimas en los ojos, Simon Covah cae de rodillas.
—¿David, entiendes lo que esto significa? Hechicera no sólo es capaz de terminar con la violencia, con su nueva sabiduría puede implantar una paz mundial!
—Y a ti salvarte la vida.
—Más incluso! Con la sabiduría que Hechicera ha desarrollado, va a dejar en pañales a la medicina actual. Las carencias genéticas serán cosa del pasado. Si se trabaja un poco más con el ADN, las generaciones futuras no sólo vivirán más tiempo sino que también….
—Simon….
—Pero…esto es sólo la punta del iceberg genético. Este interfaz, toda mi vida he reflexionado sobre ello, si el hombre está condicionado por factores de nacimiento o por su entorno social. Al final, estoy convencido de que la raíz de la tendencia a la violencia es de naturaleza genética. Una conexión directa entre hombre y ordenador permitirá un entendimiento completo del funcionamiento del cerebro humano y nuestra evolución. Si tengo razón, Hechicera puede aislar los genes de la tendencia a la violencia en nuestra especie. Quizá pueda incluso decirnos cómo eliminarlos de nuestro código genético!
—Un gen que desencadena la violencia? Escucha; Simon….
—No te rías de mí. —Covah se pasea nervioso aquí y allá. Su repentina emoción lleva a temblar a su cuerpo debilitado por la quimioterapia.
—Tú no sabes… no tienes ni idea de estas cosas! El cerebro humano consiste en una serie de capas que se han ido añadiendo a través de la evolución. Cuando yo estaba en Toronto, mi equipo de psicólogos hacía test a un grupo de niños extremadamente violentos. De ahí sacamos la conclusión que su tendencia a la violencia estaba relacionada con un bajo nivel de cortisol. El cortisol es una hormona del estrés, producida por el miedo, y en los niños que no tienen suficiente nivel de ella en la sangre, se convierten en víctimas de la violencia antes de cumplir los diez años.
—Si se piensa en ello, es completamente lógico. El programa genético del hombre actual procede de nuestros antepasados. La ética y la moral no son transmitidas, sino aprendidas. La violencia es genética. La ley de la selva- está contenida en nuestro ADN. ¿Qué ocurre cuando una carencia de cortisol u otra hormona semejante rompe los esquemas de nuestra moral? ¿Es quizá la razón por la que el hombre se vuelve contra sus semejantes sin cuestionar su conducta?
—Simon….
—Esta es la pregunta a la que he buscado respuesta durante tantos años—. Desde que esas bestias de serbios degollaron a mi mujer y a mi hija. Desde que me prendieron fuego y me dejaron allí, dado por muerto. ¿Te das cuenta ahora por qué esto es tan importante para mí? ¿Lo entiendes por fin?
David pone a Covah las manos sobre los hombros.
—Lo comprendo Simon, y deberías saber que estoy de tu lado. Haría cualquier cosa que estuviera en mis manos, por ti.
—Te lo agradezco. —Agotado, Covah inhala varias veces.
—Hay tanto que hacer, tanto que planear. Después de la operación volveré a tomar el control de la nave. Mientras tanto, nuestra misión estará en tus manos. ¿Estás preparado?
—Más de lo que imaginas.
—Bien, bien. Pero ¿Qué pasa con los otros? ¿Qué debemos contarles?
—Déjame eso a mí. Tú sólo debes prepararte para la operación.
—Sí, así es mejor. Si tú te ocupas…—Los ojos azules de Covah brillan como si tuviera fiebre, pensando en todo lo que hay que hacer. He programado los objetivos de Utopía uno en la matriz de Hechicera. Cuando sea el momento, debes dar la orden “utopía uno, reacción beta” al ordenador.
—Y ¿Qué pasa si los chinos se niegan a liberar el Tíbet? ¿Qué ciudad debe poner hechicera en el punto de mira?
—Hay siete objetivos en china, todos instalaciones militares, que están en siete zonas estratégicas del país. Seis de ellos deben ser destruidos con Tomahawks. El séptimo, que es la base naval de Qingdao debe ser alcanzado por una cabeza nuclear. La población será avisada con doce horas de antelación. Después del ejemplo que hemos dado en Bagdad, el número de víctimas civiles debería reducirse.
—Destruir un par de instalaciones militares no tiene mayor importancia, Simon. El pueblo chino quiere la democracia, pero la línea dura de los dirigentes políticos no quiere renunciar a su poder. Debemos golpear en el corazón de China, en Pekín!
—No, eso queda descartado. Un ataque a Pekín desencadenaría una reacción en contra de todo lo que persigue nuestro proyecto..
—Por supuesto, tienes razón. Perdóname. Estoy tan descentrado por la oportunidad de hallar una cura contra el cáncer.
—Es comprensible. —Covah se hunde en sus pensamientos y luego levanta de repente la cabeza. David, ¿Has conseguido un diagnóstico completo de las cadenas de ADN de Hechicera?
David sonríe.
—No te preocupes. Todo está perfectamente. Fue un pequeño fallo del sistema acústico, como ya te dije.