Luego el cuchillo se hunde. El criado
le da dos pequeños empujones para
hacerlo atravesar el pellejo, tras lo
cual es como si la larga hoja se
fundiera al hundirse hasta el mango
a través de la grasa del cuello.
Al principio el verraco no se da
cuenta de nada, se queda tirado
unos segundos reflexionando un poco.
¡Sí! Ahora comprende que lo matan
y lanza gritos sofocados
hasta que no puede más.
KNUT HAMSUN