La tempestad
En el mar también hay tormentas. Se levanta un viento terrible y las olas crecen muchísimo.
Un día el cielo se nubló de repente. Cuando menos se lo esperaban, el mar empezó a moverse como si estuviera bailando un vals.
El fantasma Cataplasma y Zuca «El Arañas» abrieron sus paraguas.
Pero como si nada, a los cinco minutos estaban muertos de miedo porque «Bicho de Mar», que era el barco, se estaba llenando de agua.

—¡Ay, mamaíta, mamaíta! —gritaban los tres al compás de cada ola—. ¡Aaaaaaaay! ¡Aaaaaaaay!
Después de un rato larguísimo de vaivén, el mar se quedó quieto.

La playa estaba llena de palmeras, pero no había gente por ningún sitio.
Después de media hora de andar por la playa, vieron un cartel muy grande clavado en la arena. Se echaron a correr para ver qué ponía. Al llegar al cartel leyeron:
«Está usted en América.»
—¡América! ¡Hemos llegado a América! —gritó el fantasma Cataplasma.
El fantasma Cataplasma se puso muy contento.
—¡A lo mejor nos encontramos con el rey Calixto! —dijo mirando a Zuca “El Arañas”.