Capítulo 5: Alexander

 

Me despierta la alarma del reloj. Sigo muy herida, pero no tengo tiempo ahora para recuperarme por completo.

Me preparo y voy al encuentro con José y su manada. Ellos hace años que controlan la zona del Retiro. Allí hay una fisura que lleva al mundo espiritual muy poderosa, y hay un pacto para que esa zona sea controlada por licántropos debido a su facilidad para atravesar la fisura si es necesario.

Siempre han sufrido ataques de todos los frentes, aunque por lo poco que sé, ya que son muy reservados, desde hace años únicamente los cazadores de licántropos han sido su preocupación. Sin contar los espíritus que intentan venir a este mundo a través de la fisura, que son muchos.

Yo solo he tenido que enfrentarme a uno, y menos mal que José estaba conmigo, porque mis habilidades no sirven para dañarles. Esa vez me sentí totalmente indefensa ante un enemigo.

Como no vivo lejos, decido ir andando, un poco de aire me vendrá bien para aclarar todo lo que ha pasado, aún tengo en la mente como la Plebis se retorcía en el suelo con todas sus extremidades rotas, y aún así no dejaba de intentar atacarles. Estaba claro que tenía sangre de licántropo en ella, y eso no era una buena señal.

El Retiro… aquí fue donde me encontré con Alexander por primera vez en persona. Esa mañana que marcó mi vida, en todos los sentidos. Recuerdo que mientras caí inconsciente después de ver todas esas líneas de poder lo único que tenía en mi mente era una imagen del Retiro, así que al despertarme no dude en ir allí.

Cuando llegué, aparte de la gente normal que paseaba, me encontré con él, de pie, esperándome.

"Hola Marta." - me dijo cuando me acerqué a él.

"¿Quién eres? ¿Qué me está pasando?" - le dije muy nerviosa, para mí encontrarlo allí fue un alivio, no sabía si me estaba volviendo loca, pero al menos él existía, eso me tranquilizaba un poco.

"Me llamo Alexander. Supongo que tienes muchas preguntas, así que intentaré explicártelo todo. Paseemos" - mientras lo decía, me cogió de la mano y empezamos a andar.

Era un chico alto, con una complexión fuerte, rubio con los ojos azules muy claros y aparentaba unos 30 años. La verdad es que me pareció muy atractivo cuando lo vi. Así que me resultó sencillo dejarme llevar por él.

"Eres una magus. Tanto tú como yo somos medio humanos." - empezó a explicarme, "sé que te costará aceptar todo esto que te voy a contar, solo te pido que abras tu mente y deja que acabe de explicarte que te sucede, después tú decidirás qué hacer." - me contaba con una serenidad que me tranquilizaba.

"Está bien, continua." - le dije, aparentando ser una chica dura.

"Llevo dos años siguiéndote, esperando que tu parte sobrenatural saliese. Y eso ha sucedido hoy." - mientras decía esto, estaba girando mi muñeca para mostrarme las marcas.

"Cada una de esas marcas te da el control de un elemento." - cuando me dijo eso, él se remangó la camisa y dejó a la vista una de sus muñecas. En ella había unas marcas parecidas a las mías, pero en el centro no tenía un rombo, lo que él tenía dibujado era un círculo, aunque en vez de ser una línea simple, el círculo estaba formado por una ondas.

"Las marcas que compartimos todos los magus son para controlar las 4 elementos. En tu muñeca izquierda tu cuadrado indica el control de la tierra, y el triángulo es el control del fuego. En tu muñeca derecha, tu triángulo indica el control del aire y tu cuadrado te da el poder de controlar el agua." - al decirme eso, me miré las muñecas, la verdad es que me estaba pareciendo muy extraño todo eso pero por alguna razón que entendí después, le creí.

"Nosotros somos magus diferentes. Tu centro es un rombo el mío es un círculo. Tú puedes controlar la materia, tanto la inorgánica, con tu parte izquierda, como la orgánica, mientras que yo controlo la mente y los sueños, por eso tengo un círculo grabado." - cuando me dijo eso, recuerdo que le miré la muñeca que tenía aún tapada y noté un brillo en ella. Él se dio cuenta de esto al momento y se paró.

"Estoy controlando tu mente para tranquilizarte y que no pienses que todo esto que te cuento es una locura, por eso está brillando ese círculo. Cuando usamos algún poder, las marcas que canalices se iluminarán." - me dijo mirándome a los ojos, "a lo largo de los años he aprendido que la mejor forma de explicar esto a un excitus, es con un poco de ayuda" - me tranquilizaba, “perdona, excitus es como denominamos a los que acaban de marcarse.” - me explicó.

"¿Y qué me pasará ahora?" - le dije asustada.

"Eso solo lo puedes decidir tú. Si decides seguir adelante, yo me convertiré en tu maestro, pero dejarás tu vida actual. Los magus somos inmortales, no envejecemos, yo tengo más de 300 años, y no sentimos dolor natural, aunque te aseguro que hay cosas que nos hieren y ese dolor si lo sentirás. Tampoco dormimos, aunque eso a veces se vuelve un poco pesado." - cuando me dijo esto empecé a temblar, no me lo acababa de creer del todo, ni siquiera con ayuda de la magia.

"Es algo que debes elegir tú. Yo estaré aquí, pero en una semana tus marcas desaparecerán si no realizas el ritual. Después de eso, ya no habrá marcha atrás, elijas lo que elijas, solo tendrás una oportunidad" - me dijo mientras soltaba mi mano.

"Ten cuidado con tus emociones, alterarte puede disparar tus poderes de forma descontrolada, y eso te causará problemas. Hasta pronto, espero" - se despidió.

En ese momento había sido demasiada información de golpe. Mientras volví a casa no había dejado de pensar en todo lo que me había contado.

Recuerdo que cuando llegué a casa, lo primero que hice fue meterme en la ducha. Necesitaba comprobar si todo eso que me había contado era cierto o no, y no se me ocurrió otro modo que controlar el agua de la ducha.

Cuando me metí estaba muy nerviosa, pensando que lo único que iba a hacer era mojarme, pero dentro de mí, una parte pensaba que era cierto todo eso, todo lo que Alexander me había contado.

Me concentré mientras el agua caía sobre mí, deseé que se apartara, pero no sucedió nada. Lo intenté durante unos minutos con el mismo resultado.

“Que idiota soy, como va a ser eso verdad.” - dije en alto, dando un golpe de rabia a la pared.

En ese momento tenía en la mente la imagen del agua apartándose a los lados para no mojarme y estaba llena de rabia por haberme creído las historias de una persona que me acababa de encontrar.

De repente, el cuadrado de mi muñeca derecha se empezó a iluminar y el agua se empezó a apartar al caer.

 

Me asuste tanto que salí de la ducha de un salto, al hacerlo, recuerdo que el cuadrado dejó de brillar y el agua volvió a caer de forma normal.

Durante dos días no hice otra cosa que ir probando todo lo que era capaz de hacer, no parar, controlando todos los elementos con cosas muy sencillas.

Recuerdo que cuando cree el fuego, mi brazo entero empezó a arder, y del susto me caí al suelo de culo, pero no sentí ni el fuego ni la caída.

Esa sensación fue la que me impulsó a dejar mi vida para convertirme en lo que soy ahora. Después de eso volví al Retiro a encontrarme con Alexander, y comenzar mi vida como magus.

Siempre que paseo por el parque, me acuerdo del día en que nos encontramos, y de él.