El Che y el movimiento antiimperialista - La carta de despedida - En las guerrillas de África - regreso a cuba - Preparando la misión en los Andes - Regís Debray - El último combate - La lección del Che

- Después de la Crisis de Octubre, el peligro de una agresión norteamericana se aleja. La Revolución prosigue su consolidación. El Che Guevara empieza a recorrer el mundo. Parece que él se interesaba mucho por lo internacional, por el movimiento antiimperialista, ¿no?

Era bastante partidario de las cosas del Tercer Mundo. Se preocupó de los asuntos internacionales, la Conferencia de Bandung,[125] Movimiento de los No Alineados... En los primeros seis o siete años —él se marcha en 1965—, había recorrido el mundo, sostuvo reuniones con Zhu Enlai,[126] con Nehru,[127] con Nasser,[128] con Sukarno,[129] porque él tenía mucha vocación internacionalista y mucho interés por todos esos problemas. Recuerdo que el Che habló con bastante gente, hizo relaciones con Zhu Enlai, se reunió con Mao, hizo amistad con los chinos. No tuvo conflictos con los soviéticos; pero es obvio que él era más partidario de China.

Incluso visitó Yugoslavia... A pesar de la autogestión y todas esas cosas, que a mí, realmente, no me agradaban mucho. Porque una cooperativa tenía hoteles y tenía de todo, y ya yo había visto algunas aquí que, a veces, en vez de dedicarse a la agricultura, se dedicaban al comercio y al turismo.

- Él, en diciembre de 1964, estuvo en Naciones Unidas, luego en Argelia, y estuvo viajando por África también en los primeros meses de 1965.

Sí; pero ya después, eso fue una estrategia, en la fase final, cuando ya se había tomado la decisión de que él fuera a Bolivia. Él estaba bien, con un entusiasmo tremendo, y tenía ese plan de contribuir a la revolución en Argentina. Iba creando condiciones porque entonces todos nos querían destruir a nosotros y la respuesta nuestra era revolucionar. Esa fue la gran verdad. Siempre nos atuvimos a ese principio.

- Usted me dijo una vez: "Ellos internacionalizaron el bloqueo, nosotros internacionalizamos la guerrilla."

Claro, la idea de la lucha revolucionaria armada... Con la excepción de Trujillo, contra quien un grupo de dominicanos fue hacia allá, en julio de 1959, en el primer movimiento de apoyo al derrocamiento de la dictadura, con respecto a los demás países la norma nuestra era —y es— el respeto, acogernos al derecho internacional y respetarlo, a pesar de que ninguno de ellos podía tener mucha simpatía hacia nosotros. Pero tenían distintos matices, algunos con más independencia con respecto a Estados Unidos, otros menos. Claro que los más incondicionales rompieron de inmediato, otros resistieron; Brasil resistió, Uruguay resistió, Chile resistió. Venezuela, en cambio, no resistió nada, porque estaba allí Rómulo Betancourt[130] que había sido de izquierda un tiempo pero era entonces un saco de rencor. Así que un grupo de países mantuvieron las relaciones con Cuba.

- Los Estados Unidos les reprocharon a ustedes ayudar en todas partes la subversión.

Las exigencias de los norteamericanos a nosotros han sido de distintos tipos, han ido variando, a cada rato añadían una nueva. Primero, teníamos que renunciar al socialismo; luego, había que romper los vínculos con la URSS, el comercio y todo. Siempre han estado con una demanda, después de condenarnos, y de aislarnos; después de Girón, después de la Crisis de Octubre; cada vez surgían nuevos problemas. Después fueron las luchas revolucionarias en América Latina: había que cesar todo apoyo a esas luchas —le estoy citando algunas de las demandas—; más tarde Angola, que fue atacada por Suráfrica, en 1975, todo el mundo conoce lo que pasó: había que retirarse de Angola, si nos retirábamos de Angola se resolvían los problemas, nos decían, y así por el estilo.

Después hubo más problemas, porque había surgido, en 1974, la revolución allá en Etiopía, y por la situación que se crea nos vimos en la necesidad de cooperar en 1977 con los etíopes y cooperar con el resto del mundo y con otras causas. Pero también éramos un país aislado y, mientras más los Estados Unidos nos aislaban, más nos relacionábamos con el resto del mundo.

- Pero a ustedes se les siguió acusando de "exportar la revolución".

Para la época aquella, en los años 1960, ya nadie en América Latina tenía relaciones diplomáticas con nosotros; nada más quedó México. Ahí está bien claro, nosotros en aquel momento nos atuvimos a las normas internacionales, no es que nosotros violáramos normas. Sí queríamos la Revolución, la deseábamos, por doctrina, por creencia; pero nosotros respetábamos el derecho internacional. Yo sostengo, además, que la revolución no puede ser exportada, porque nadie puede exportar las condiciones que hacen posible una revolución. Siempre hemos partido de ese criterio y seguimos pensando así.

Mire, después del triunfo de la Revolución, yo estuve, en mayo de 1959, en Buenos Aires, en una reunión de la OEA [Organización de Estados Americanos], y allá planteé una especie de Plan Marshall para América Latina —como el famoso plan de ayuda a la reconstrucción de Europa—, y lo estimé en 20 mil millones de dólares. Bueno, no tenía la experiencia de ahora ni mucho menos. Pero sí tenía ideas; experiencia internacional no tenía mucha, excepto todo lo que había leído a lo largo de mi vida y meditaciones que había hecho. Mi experiencia de América Latina tampoco era mucha, pero lo planteé allí. ¿Sabe cuánto debía América Latina en aquella época?

- No.

Cinco mil millones de dólares.

- Comparada con la deuda que tiene hoy —850 mil millones de dólares— no es gran cosa.

América Latina tenía entonces la mitad de la población actual, eran menos de 250 millones; hoy son más de 500 millones de habitantes. Y la deuda externa —no hablo de deuda interna, que es deuda también del pueblo con los que tienen mucho dinero—, la deuda externa es deuda del país que tiene que pagar al extranjero con intereses, esto no comprende fuga de capitales, intercambio desigual, obligación de todas las monedas de escapar hacia una moneda fuerte, los privilegios de Bretton Woods,[131] los derechos que tiene quien imprime el dólar en el mundo... Que va el refugio no es el oro, porque el presidente Nixon, en agosto de 1971, suspendió unilateralmente la conversión del dólar en oro y no quedó más que el dólar, que es la única divisa que existe en este hemisferio, todas las demás varían mucho y ninguna es segura. Entonces todo el dinero de todos los países latinoamericanos, tanto bien habido como mal habido, tiende a fugarse, y se fuga hacia Estados Unidos.

- Ese plan que propuso usted en la OEA fue rechazado, me imagino.

Con aquel pían se hubieran evitado muchas tragedias en este continente. Y como dos años después, ya se lo mencioné, Kennedy retomó la idea y planteó una suerte de Plan Marshall para América Latina, la Alianza para el Progreso: reforma agraria, reforma fiscal, construcción de viviendas...

- Lo cual no le impidió seguir hostigando a Cuba.

Sí, en aquel entonces ellos nos liberaron a nosotros de compromisos. Pienso que había condiciones objetivas, y pienso que lo que hizo el Che fue absolutamente correcto, no hubo ni la menor discrepancia. En ese momento ya se habla de la política intervencionista de Estados Unidos, y el presidente John Kennedy, realmente, un tipo que tenía talento, tuvo la desgracia de que hereda esa expedición de Playa Girón contra nosotros, y la asume. Es valiente en la derrota, porque asumió toda la responsabilidad y dijo aquella frase: "La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana."

Kennedy se entusiasmó mucho con los "boinas verdes", las tropas especiales, y las envió a Vietnam. Él había sido combatiente en la Segunda Guerra Mundial, un hombre valiente, pero se mete en la guerra en Vietnam, se introduce, empieza a enviar a las fuerzas a Vietnam. Por ahí empezó. Y los vietnamitas, que ya habían ganado, en 1954, una guerra contra Francia, a su vez —según nos han contado ellos—, viendo la victoria de la Revolución Cubana en Playa Girón, se sintieron inspirados, siempre han dicho que lo nuestro ejerció influencia, y ellos tuvieron confianza en que podrían luchar. Ellos siempre mantuvieron su organización.

- También Vietnam los inspiró a ustedes. El Che decía: "Hay que crear dos, tres, muchos Vietnam."[132]

Yo le doy toda la razón, y afirmo que doce años después de su muerte, en 1979, ya se había acabado la guerra de Vietnam, y triunfa el movimiento sandinista en Nicaragua, con un tipo de lucha como la que hicimos nosotros y la que hizo el Che. Y también se desarrolla el movimiento salvadoreño con temible fuerza, fue de los que más experiencia adquirieron.

- Ustedes ayudaron bastante a los salvadoreños, ¿verdad?

Ofrecimos una modesta cooperación. Los vietnamitas, a raíz de su victoria en 1975 sobre Estados Unidos, nos entregaron las armas norteamericanas que habían recuperado después de la caída de Saigón. Y nosotros las transportamos por barco pasando por el sur de África y se las entregamos a los salvadoreños del FMLN [Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional].

- ¿Ustedes estimaban que las condiciones estaban dadas en América Latina para que pudiese repetirse otra experiencia revolucionaria como la de Cuba?

Mire, hay factores de orden subjetivo que pueden cambiar la historia. A veces hay condiciones objetivas para los cambios revolucionarios y no se dan las condiciones subjetivas. Fueron los factores subjetivos los que impidieron que realmente, en aquella época, no se extendiera la revolución. El método de la lucha armada estaba probado. Ya le digo, Nicaragua triunfa doce años después de la muerte del Che en Bolivia. Es decir que las condiciones objetivas en el resto de América Latina eran superiores a las de Cuba. En Cuba había muchas menos condiciones objetivas, pero eran suficientes para hacer una, dos o tres revoluciones. En el resto de América Latina las condiciones objetivas eran muchas más.

Yo debo decir que, a aquella gente, en Nicaragua, en El Salvador, en Guatemala, nosotros habíamos contribuido a unirla. A los sandinistas, que estaban divididos; a los salvadoreños, que eran como cinco organizaciones; a los guatemaltecos... La misión nuestra fue unir, y logramos unirlos, realmente. Nosotros hemos sido solidarios y hemos dado alguna modesta cooperación a los revolucionarios de Centroamérica. Pero ser solidario y dar alguna forma de cooperación a un movimiento revolucionario no significa exportar la revolución.

- Pero ustedes ayudan al Che a llevar la revolución a Bolivia.

Sí, cooperamos con el Che, compartíamos sus puntos de vista. Che tenía razón en aquel momento. En aquel momento se habría podido extender la lucha, lo creo con franqueza. En aquella época todavía no había llegado el momento en que surge, en 1968, Torrijos en Panamá, y se producen otros fenómenos, el triunfo de Allende en Chile en 1970, y empiezan a restablecerse las relaciones con Cuba.

En Colombia ya venía la guerrilla, desde 1948, desde antes de nosotros. Pero ésa es otra historia más complicada, porque ahí durante una cantidad de tiempo determinada, la guerrilla ha sido un poco como el Movimiento 26 de Julio nos veía a nosotros. No quiero hacer críticas de eso, no me agrada hacer críticas, no quiero enfrascarme en esos temas; esos temas siempre son muy delicados. Pero nosotros hemos meditado mucho sobre toda esta historia.

- ¿Che le cuenta a usted, le dice cuál es su proyecto con respecto a Bolivia y Argentina? ¿Usted comparte con él eso?

El estaba impaciente. Pero lo que él quería hacer era difícil. Entonces, por nuestra propia experiencia, yo le digo al Che que se podían crear mejores condiciones. Le planteamos que hacía falta tiempo, que no se impacientara. Nosotros queríamos que otros cuadros, menos conocidos, realizaran los pasos iniciales, creando las mejores condiciones para lo que él quería hacer. El sabía lo que es la vida guerrillera, él sabía que uno necesita una resistencia física, una edad determinada. Y aunque él se sobreponía a las limitaciones y tenía una voluntad de acero, sabía que si esperaba más tiempo no estaría en mejores condiciones físicas.

Llegó el momento en que él ya está preocupándose. El había mandado, casi desde los primeros años de la Revolución, a un periodista, Jorge Ricardo Masetti —había estado con nosotros en la Sierra,[133] después fue fundador de la agencia Prensa Latina, eran muy amigos—, a organizar un grupo guerrillero en el norte de Argentina. Y Masetti murió en aquella misión.[134] El Che era una persona, además, que cuando mandaba a un hombre a una misión y ocurría alguna tragedia, eso le afectaba mucho. Le dolía todos los días cada vez que se acordaba de los compañeros que murieron, lo afectó mucho, por ejemplo, la muerte del compañero Eliseo Reyes, el "Capitán San Luis", en Bolivia, y él lo escribe en su diario; "Hemos perdido al mejor hombre de la guerrilla, y, naturalmente, uno de sus pilares."

Uno de los que estuvo allí, en Bolivia y en el norte de Argentina, en 1962, es nuestro actual Ministro del Interior, Abelardo Colomé Ibarra, “Furry”[135] que tenía entonces 22 años. Ya había muerto aquel periodista Masetti. El Che estaba pensando en su plan, desde luego, plenamente autorizado por nosotros, estábamos en absoluto acuerdo.

Cuando el Che ya está impaciente y llega el momento en que quiere marcharse, yo le digo: "No están preparadas las condiciones." Yo no quería que él fuera a Bolivia a organizar un grupo pequeñito, sino que esperara a que estuviera organizada la fuerza. Habíamos vivido en nuestro caso toda la epopeya de la etapa inicial. Yo decía: "El Che es un jefe estratégico, debe ir para Bolivia cuando ya esté desarrollada una fuerza." Él estaba impaciente; pero allí no estaban preparadas las condiciones. Tuve que convencerlo: "No están creadas las condiciones." Porque él era un cuadro estratégico, con una experiencia fabulosa.

Nosotros estábamos ayudando en el Congo a la gente de Lumumba.[136] Ya habíamos ayudado a los argelinos en su guerra de 1961 contra Marruecos,[137] habíamos hecho distintas cosas —usted las conoce—, y él estaba impaciente. También la misión de África la apreciaba mucho, y entonces yo le propongo eso, le sugiero ir a África mientras se crean las condiciones en Bolivia. Para desarrollar más la experiencia, preparar y entrenar cuadros. Era una tarea muy importante la que había que hacer, apoyar el movimiento guerrillero en el Este del Congo contra Moisés Tshombé,[138] Mobutu[139] y aquellos mercenarios.

- ¿El movimiento que dirigía Laurent-Désire Kabila en esa época?

No, en ese momento era Gastón Soumialot el hombre que estaba de jefe, vino y le ofrecimos ayuda. Se la ofrecimos también a través de Tanzania, con conocimiento de Julius Nyerere, presidente entonces de ese país, y de ahí el Che y los hombres que fueron con él cruzaron el lago tanganyika. Allí sí enviamos, en abril 1965, un buen refuerzo con el Che, fueron alrededor de 150 hombres bien armados y con una experiencia grande. Fueron a ayudar a aquel movimiento, aunque en ese movimiento revolucionario africano estaba todo por hacer: la experiencia, la preparación, la instrucción... Fue una tarea dura. Estuvieron varios meses.

- En su diario de África,[140] el Che es muy crítico con los jefes de aquella guerrilla.

El era muy crítico, de aquellos jefes o de cualquiera. Era muy exigente. Tenía esas características, el hábito de ser muy crítico y autocrítico. Era duro en las críticas de los demás y con él mismo.

- ¿Era duro consigo mismo?

Sí, era muy exigente con él, ya le conté lo de México y el Popocatépetl, Incluso, a veces, por cualquier bobería en que él se hubiera desconcertado un segundo, se hacía crítica, no hacía más que hacerse críticas, una autocrítica. Pero muy honesto y muy respetuoso.

Se topó obstáculos muy grandes en África cuando llega allí en abril de 1965. Es maravillosa la historia. En un momento dado intervenían mercenarios blancos, surafricanos, rhodesianos, belgas y hasta cubanos contrarevolucionarios que trabajaban para la CIA, eran pilotos. Las fuerzas africanas no estaban suficientemente preparadas. El Che quería enseñarles a combatir. Explicarles que podía haber una variante u otra... Porque cuando adquieren una experiencia, una cultura de guerra, aquellos congoleños son soldados temibles. Les faltaba esa cultura, y cuando la adquirían se volvían extraordinarios soldados. Soldados temibles. También tenían eso los etíopes; y los namibios igual, soldados temibles, y los otros, los angolanos... Cuando adquirían la cultura de guerra, eran soldados extraordinarios.

Esa cultura de la guerra no había sido adquirida todavía por los combatientes que estaban allí en el Este del Congo... Se lo dijimos. Mandábamos compañeros de nosotros sistemáticamente a ver cómo estaba la situación, y dispuestos a apoyarlos. Si hubiera habido que enviar más tropas, voluntarios había aquí de sobra; pero realmente aquello no tenía perspectivas, no había condiciones para el desarrollo de esa lucha en ese momento, y le pedimos al Che que se replegase. Él se quedó alrededor de siete meses en el Congo. Y de ahí va a Tanzania, está un tiempo allí, en Dar-es-Salaam.

A todas éstas el Che se ha despedido, y, como es lógico, se ha marchado —se puede decir— clandestinamente de Cuba. Entonces empezaron las calumnias, empezó a decirse que el Che había "desaparecido".

La prensa internacional decía que había una ruptura entre ustedes, desacuerdos políticos graves, se decía que aquí lo habían encarcelado y hasta que lo habían matado...

Nosotros soportamos silenciosamente aquella sarta de rumores y de de intrigas. Pero él, al marcharse, a finales de marzo de 1965, me ha escrito una carta de despedida.

- ¿Usted no había hecho pública esa carta?

No. Yo tenía la carta en mi poder, y la hago pública el 3 de octubre de 1965, en el acto en que se anuncia la constitución del Comité Central del nuevo Partido Comunista de Cuba, y había que explicar la razón de la ausencia del Che de ese Comité Central. Y entretanto esa intriga andando, el enemigo sembrando la cizaña y la duda, que si Che Guevara había sido "purgado", que si había tenido discrepancias...

- Había toda una campaña de rumores.

Él me hace aquella carta espontáneamente, creo que hasta con mucha franqueza: "Me arrepiento de no haber creído suficientemente en ti..."[141] y habla entonces de la Crisis de Octubre y otras cosas. Yo creo que él no creía en nadie, porque era crítico de los políticos, él había sufrido...

Hasta un día había escrito unos versos... Me los había escrito a mí. Siempre fue muy afectuoso, siempre fue respetuoso, siempre acató mis decisiones. Yo no le imponía, yo discutía, no suelo estar dando órdenes...: "Oiga, eso..." Muy rara vez tuve que decirle: "Tú no vas a esto", prohibirle algo.

De África, él se va a Checoslovaquia, a Praga, en marzo de 1966; una situación complicada, está allí, de hecho, clandestino. Como ha escrito la carta de despedida, él tiene un pundonor tremendo, a él no le pasaba por la mente, después de haberse despedido, volver aquí. Pero los cuadros para lo de Bolivia ya estaban escogidos... Entonces es cuando yo le hago una carta en la que le razono, apelo a su deber y a la racionalidad.

- ¿Para que regrese a Cuba?

Sí, esa carta creo que está publicada, la familia ha publicado esa carta. Le hago una carta y le hablo así, serio, lo persuado de que regrese, le digo que es lo más conveniente para lo que él quería hacer: "Desde allá es imposible hacer esto. Tienes que venir." No le digo "tienes" como orden de venir, lo persuado, le digo que su deber es regresar, pasar por encima de todo, y terminar la preparación de lo de Bolivia. Y él regresa clandestinamente. Bueno, nadie lo conoció en ninguna parte. Tampoco durante el viaje. Volvió aquí en julio de 1966.

- ¿Estaba disfrazado?

Mire, una vez estaba tan disfrazado que yo invité a unas cuantas gentes, les dije que quería que conocieran a un amigo interesantísimo, invito a Raúl y a los demás, estuvimos almorzando y ninguno lo reconoció. Fíjese usted si estaba de verdad disfrazado.

- ¿Raúl estaba frente a él y no lo reconoció?

Sí, estaban Raúl y otros, y ninguno se dio cuenta. Indiscutiblemente, fueron muy capaces nuestra gente para disfrazarlo, transformarlo.[142] Él va a un lugar de Pinar del Río, en una zona montañosa, donde hay una casa allí, la hacienda de San Andrés. Y ahí es donde se organiza, está meses entrenándose con la quincena de hombres que iban a acompañarlo. Él escogió a la gente que quería.

- ¿Para llevársela a la guerrilla de Bolivia?

Algunos eran guerrilleros veteranos que habían estado con nosotros en la Sierra, otros habían estado con él en el Congo.[143] Él conversó con cada uno de ellos. Yo le puse algunas objeciones con algunos, le dije: "Mira, no hagas esto." Iba a separar a dos combatientes, dos hermanos que habían estado muy unidos, y le digo: "No separes a estos hermanos, déjalos", eran buenos.[144] Sobre otro, yo conocía mucho sus características, muy buen soldado, pero a veces era un poco indisciplinado.

Le advertí en algunos casos. Todos fueron a Bolivia, excelentes; entre ellos Eliseo Reyes, el "Capitán San Luis", de quien él escribe cuando muere: "Tú figura pequeña de capitán valiente..."; de Neruda saca aquella frase —él leía mucho a Pablo Neruda —un verso muy bonito, está en su diario de Bolivia. Él lo quería entrañablemente. El Che era ese hombre también.

Él escogió a todos, y lo discutimos, yo le hice algunas sugerencias, y él defendió a aquel que tenía grandes cualidades, pero que yo conocía y tenía temor a alguna indisciplina, y eso era muy importante. Yo hablé mucho con él hasta cuando se fue, en octubre de 1966. ¡Con qué entusiasmo se fue!

- Se ha discutido mucho sobre la región de Bolivia, Ñancahuazu, en la que el Che instala la guerrilla. ¿Usted qué piensa?

Cuando él fue para Bolivia, eso no tenía otra alternativa, porque en la situación aquella, con los hombres que llevaba de su plena confianza, su experiencia... Bueno, él conocía aquello. Debray había ido, había prestado algunos servicios como periodista, reunió mapas. Yo le di tareas.

- ¿Usted manda a Regis Debray a Bolivia?

Yo lo mando a recoger información y mapas del territorio aquel. Che no está todavía allí. Cuando llega, en noviembre de 1966, empieza a organizar a la gente.

Al final —eso es lo que pienso, y yo lo conocía muy bien— estaba haciendo un excelente movimiento y ya tenía cuadros bolivianos, como Inti Peredo y otros. El conocía bien a los bolivianos, su carácter, y me lo dijo. Se instalaron en una zona donde había base campesina. En el campamento de él, mientras él hace una excursión entrenando a la gente, que se prolongó, ya surgen allí problemas. Y, cosa increíble, por tercera vez, ya le hablé de las dos primeras, el Che no llevaba los medicamentos.

- ¿En Bolivia, él no tenía medicamentos para su asma?

Se queda sin medicamentos, es la tercera vez. Él sale a hacer una excursión, una larga excursión que se prolongó mucho, estuvo casi cuarenta días. En el campamento surgen problemas.

- ¿Cómo explica usted la muerte del Che?

El Che, cuando regresa de esa excursión, se encuentra ya problemas allí, se produce una bronca entre el dirigente del Partido comunista boliviano, Mario Monje, que tenía gente allí, y uno de los dirigentes de la otra línea anti Monje, llamado Moisés Guevara. Monje pide mandos, y el Che era muy recto, rígido... Yo pienso que el Che debió hacer un esfuerzo mayor de unidad, es una opinión que doy. Su carácter lo lleva... Él era muy franco y entabla una discusión con Monje, muchos de cuyos cuadros habían ayudado a la organización, porque Inti y los demás eran del grupo ése.

Ya había algunos problemas, y algo que no se ha mencionado y que hizo mucho daño al movimiento revolucionario en América Latina... No se ha mencionado y apenas se menciona: la división entre chinos y soviéticos, entre partidarios de los chinos y partidarios de los soviéticos. Eso dividió a toda la izquierda y a todas las fuerzas revolucionarias en el momento histórico en que existían las condiciones objetivas y era perfectamente posible el tipo de lucha armada que el Che fue a hacer allí.

¡Los esfuerzos que tuvimos que hacer cuando sabemos que se produce esa ruptura! En diciembre de 1966 Mario Monje viene aquí. Viene luego el segundo jefe del Partido, Jorge Kolle. Yo los invité y les expliqué lo que había pasado. A Juan Lechín, un líder obrero, lo invitamos también, estuve como tres días con él.

- ¿Usted invita a Lechín aquí en La Habana?

Sí, porque están muy preocupados con la ruptura. Yo pienso que realmente no había ninguna razón para exigir aquel mando, simplemente hubiera hecho falta un poco, digamos, de mano izquierda. Porque, en realidad, si Monje lo pide, el Che le podía dar el título de general en jefe, de lo que quisiera... Había un problema ahí de ambición, era un poco ridícula la cosa. No tenía las condiciones para dirigir aquello.

- ¿El Che pecó por rigidez?

Lo del Che era superhonradez, era superhonradez, y el término diplomacia, no engaño, el término astucia, le repugnaba. Pero, óigame bien, si en nuestra propia Revolución ¿cuántas veces hemos descubierto nosotros ambiciones en los hombres? ¿Quién podía sustituir? ¿Quién tenía talento? Majaderías... Más de una vez nosotros tuvimos que entregar mandos y hacer concesiones. Hace falta un cierto tacto en determinadas condiciones en que si tú vas recto, recto... En aquel momento esa ruptura entre Monje y el Che hacía daño.

- ¿Perjudicaba?

Perjudicaba mucho. Nosotros no se sabe los esfuerzos que hicimos de unión.

- Para conciliar.

Usted no se imagina aquí, incluso, algunas cosas que toleramos, errores grandes. ¡Errores grandes! Cometidos a veces por uno o por otro. Hicimos siempre, por encima de todo, una crítica al hecho, pero con el espíritu de unidad.

Claro que Monje actuó mal, y después, ya le digo, vino el segundo del PCB, Jorge Kolle, y lo convencí de que no podía dejar abandonada a aquella gente. Llamé a Lechín, conversé con él, lo convencí de que apoyara al movimiento guerrillero. Pero ya, cuando apenas el Che llega de su recorrido, después de esa excursión que se extendió, porque él sometía a prueba a los hombres, los entrenaba a partir de la propia experiencia que habíamos tenido en las montañas, entonces es cuando se encuentra aquellos problemas allí, y casi inmediatamente hay una fuerza que está entrando y cae en una emboscada del ejército.

En un momento, sufren una traición.[145] Y ya el ejército sabe que hay una fuerza guerrillera allí. Entonces es cuando, digamos, prematuramente, se desarrollan los combates, y lo que no queríamos se produce; queríamos que, antes del primer combate, tuviera organizado un frente, y había fuerzas con qué organizado.

Sin embargo, esos factores políticos vinieron a influir. En su diario está todo explicado. Se produce lo siguiente: se separa el grupo. Él trata todo el tiempo de buscar el contacto con "Joaquín" y el grupo de "Joaquín"; ahí estaba Tania.[146] Invierte todo ese tiempo y se producen una serie de combates. Es cosa curiosa, el Che llevó meses buscándolo, ¡meses! Él creía que era una mentira la noticia de la destrucción de aquel grupo.

Pero, en un momento dado, se convence de que ciertamente el aniquilamiento del grupo de "Joaquín" se había producido bastante tiempo atrás. Él va con Inti Peredo y los demás hacia una zona donde Inti tenía contactos e influencia; pero recibe las noticias aquéllas. Eso lo afecta mucho y creo que, en ese momento, reacciona con cierta temeridad. Él va, además, con algunos compañeros que no están en buenas condiciones, no pueden casi moverse, eso retrasa, pero va avanzando con el médico; ya tiene cuadros bolivianos.

Todavía ese grupo, si llega a aquella zona, prospera; pero él mismo cuenta en el diario que llega a una tienda, y escribe: "Vamos precedidos por radio 'Bemba', todo el mundo nos está esperando"; pero sigue. Llega por el mediodía a una aldea, está vacía. Aldea vacía es señal de cosas extrañas, de la presencia de una fuerza, y él a esa hora continúa su marcha, en pleno día. Va a la vanguardia Inti. En ese momento, una tropa, una compañía allí que está viendo todo, mata a un miembro boliviano de la guerrilla, mata a algunos otros; los rechazan, y el Che lo que tenía era enfermos y unos pocos compañeros, y es cuando cae allí en una zona sumamente difícil, la quebrada de El Yuro, donde combate y resiste hasta el momento en que una bala le liquida el fusil, le traba el arma.

El Che no era hombre que pudiera caer prisionero; pero una bala le obstruye su fusil, y, ya muy cerca, lo hieren. Está herido y sin fusil, así es como lo llevan a un pueblito cercano, La Higuera. Al día siguiente, el 9 de octubre de 1967, al mediodía, lo ejecutan a sangre fría. El Che sí que no habría temblado jamás, porque, al contrario, cuando tenía una situación de peligro era cuando él más se crecía.

- ¿Usted piensa que él se hubiese inmolado?

Bueno, yo antes de caer prisionero me hubiera inmolado. Tal vez él lo hubiera hecho también; pero es que él no tiene alternativa, él está combatiendo, que es lo que tiene que hacer. El Che era el hombre que luchaba hasta la última bala, y que no tenía ningún temor a la muerte.

- ¿Cómo se entera usted de la muerte del Che?

Aunque consciente de los peligros que él estaba corriendo desde hacía meses, y de las condiciones extremadamente difíciles que enfrentaba, su muerte me pareció algo increíble, un hecho, no sé, al que uno no puede acostumbrarse jamás. Pasa el tiempo y, a veces, uno sueña con el compañero que murió, y lo ve vivo, conversa con él y, de nuevo, la realidad nos despierta.

Hay personas que, para uno, no murieron; poseen una presencia tan fuerte, tan poderosa, tan intensa que no se consigue concebir su muerte, su desaparición. Principalmente por su continua presencia en los sentimientos y en los recuerdos. Nosotros, no sólo yo, sino el pueblo cubano, sufrimos de manera extraordinaria con la noticia de su muerte, aunque no fue inesperada.

Llegó un cable noticioso informando lo que había pasado cruzando un río, en la quebrada de El Yuro, el 8 de octubre de 1967. En la mayoría de los cables lo que se anunciaba era mentira, pero ese cable narraba algo que había ocurrido, porque aquella gente no tenía la imaginación para inventar una historia que era la única forma en que una guerrilla podía exterminarse. Para mí fue instantáneo; vi que era una noticia veraz.

El hábito de estar siempre interpretando cables, en que tú ves mentiras, mentiras y mentiras, sin ninguna imaginación, y de repente te das cuenta de que no podían inventar la historia de la única forma con que pudieron liquidar a ese grupo.

Ahora, lo interesante no es leer sólo lo que escribe el Che en su diario, sino lo que escribieron los jefes que combatieron contra él. Es impresionante la cantidad de combates y de éxitos que tuvo aquel puñado de hombres.

Nosotros sufrimos mucho —era lógico que sufriéramos— cuando llega la noticia de la muerte, comprobada... Fue por eso que, en el dolor de la muerte, aquel día pronuncié un discurso[147] en que pregunto: "¿Cómo queremos que sean nuestros hijos?", y digo: "Queremos que sean como el Che", y eso se convirtió en una consigna de nuestros pioneros: "Pioneros por el comunismo: Seremos como el Che."

Después llegó el diario; no se sabe lo que vale, para conocer todo lo ocurrido, su idea, su imagen, su entereza, su ejemplo. Un hombre de un pudor, de una dignidad y de una integridad enormes, es lo que es el Che y lo que el mundo admira. Un hombre inteligente, un visionario. El Che no cayó defendiendo otro interés u otra causa que la causa de los explotados y de los oprimidos de América Latina. No cayó defendiendo otra causa que la causa de los pobres y de los humildes de la Tierra. La causa de) Che triunfará, la causa del Che está triunfando.

- Su imagen está en todo el mundo.

El Che es un ejemplo, eso es lo que es. Una fuerza moral indestructible. Su causa, sus ideas, en esta hora de lucha contra la globalización neoliberal, están triunfando. Y luego, en junio de 1997, qué mérito el de los que encontraron su cadáver y el de otros cinco compañeros. Hay que agradecer, incluso, a los bolivianos, a las autoridades, cooperaron, se dedicaron, ayudaron.

- ¿Para encontrar sus restos?

Ese hombre, Jorge González, que hoy es rector de nuestra Facultad de Ciencias Médicas, ¡qué mérito!, cómo lo encontraron, eso es milagroso.

- ¿Cuál es la gran lección que deja el Che?

¿Qué queda? Yo pienso que lo más grande son realmente los valores morales, la conciencia. El Che simbolizaba los más altos valores humanos, y un ejemplo extraordinario. Creó una gran aureola y una gran mística. Yo lo admiraba mucho, y lo apreciaba. Siempre produce mucho afecto, esa admiración. Y le expliqué la historia de por qué yo me acercaba mucho más a él...

Son muchos los recuerdos que nos dejó, y por eso digo que es uno de los hombres más nobles, más extraordinarios y más desinteresados que he conocido, lo cual no tendría importancia si uno no cree que hombres como él existen por millones y millones y millones en las masas. Los hombres que se destacan de manera singular no podrían hacer nada si muchos millones, iguales que él, no tuvieran el embrión o no tuvieran la capacidad de adquirir esas cualidades. Por eso nuestra Revolución se interesó tanto por luchar contra el analfabetismo, y por desarrollar la educación. Para que todos sean como el Che...