Antología “Bite”[1]
Me apoyé contra mi rastrillo, tratando de parecer
despreocupada. En realidad, estaba lejos de estar relajada. Vivo
bastante alejada de la carretera, y tienen que querer estar en mi
casa para encontrar el camino. No hay un signo fuera en la ruta de
la localidad que señalé mi calzada o que diga "Casa Stackhouse". Mi
hogar no es visible desde el camino, porque la calzada serpentea
por el bosque y algunos árboles para llegar al claro donde la casa
fue edificada hace cientos sesenta años.
Los visitantes no son muy frecuentes, y no recuerdo alguna
vez haber visto una limusina antes. Nadie salió del alargado coche
negro durante un par de minutos. Comencé a preguntarme si tal vez
debí haberme escondido, igual que Bubba. Tenía las luces exteriores
prendidas, desde luego, ya que no podía ver en la oscuridad como
Bubba, pero las ventanas de la limusina estaban pesadamente
veladas. Estuve verdaderamente tentada de golpear el brillante
parachoques con mi rastrillo para averiguar que pasaría. Por
suerte, la puerta se abrió mientras yo pensaba todavía en
ello.
Un enorme señor salió de la parte trasera de la limusina. Él
mediría seis pies de alto, y estaba hecho a base de
circunferencias. La circunferencia más grande era su vientre. La
cabeza redonda encima era casi calva, pero una franja de pelo negro
circundaba directamente por arriba sus oídos. Sus pequeños ojos
eran redondos, también, y negros como el pelo y su traje. Su camisa
era de un brillante blanco, pero su corbata era negra sin diseño.
Él se parecía al director de una casa de pompas fúnebres de mala
muerte.
-No hay demasiadas personas que trabajen en su jardín durante
la medianoche, -comentó él, con una voz sorprendentemente
melodiosa.
La verdadera razón-que me gustaba rastrillar cuando tenía
alguien con quien hablar, y contaba esta noche con la compañía de
Bubba, quien no podía salir a la luz del sol-fue mejor dejarla de
lado. Sólo asentí con la cabeza. No podía rebatir su
declaración.
-¿Sería usted la mujer conocida como Sookie Stackhouse?
-preguntó el ancho señor. Él lo dijo como si a menudo se dirigiera
a criaturas que no eran hombres o mujeres, sino algo enteramente
diferente.
-Sí, señor, soy yo, -dije cortésmente. Mi abuela, Dios la
tenga en su gloria, me había educado bien. Pero ella no había
criado a una tonta; no estaba a punto de invitarlo dentro. Me
pregunté por qué el conductor no salía.
-Entonces tengo un legado para usted.
Legado significaba que alguien había
muerto. Yo no tenía alguien más excepto mi hermano Jason, y él
estaba sentado en el Bar Merlotte´s con su
novia Crystal. Al menos ahí era donde él estaba cuando había dejado
mi trabajo de camarera un par de horas antes.
Las pequeñas criaturas de la noche comenzaban a hacer sus
sonidos otra vez, habiendo decidido que las criaturas grandes de la
noche no iban a atacar.
-¿Una herencia de qué? -Dije.
Lo que me hace diferente de otra gente es que soy telepática.
Los vampiros, cuyas mentes son agujeros simplemente silenciosos en
un mundo ruidoso por la cacofonía de cerebros humanos, son
compañeros relajantes para mí, así que yo había estado disfrutando
de la charla de Bubba. Ahora necesitaba hacer uso de mi regalo.
Esta no era un visita casual. Abrí mi mente a mi invitado. Mientras
el circular y ancho señor, hacía una mueca ante mi pregunta
gramaticalmente incorrecta, yo intentaba mirar dentro de su cabeza.
En vez de una corriente de ideas e imágenes (la emisión habitual
humana), sus pensamientos me llegaron en estallidos estáticos. Él
era una criatura sobrenatural de alguna clase.
-De quién, -me corregí, y él me sonrió. Sus dientes eran muy
afilados.
-¿Recuerda a su prima Hadley?
Nada podría haberme sorprendido más que esta pregunta. Apoyé
el rastrillo contra el árbol de mimosa y sacudí la bolsa de basura
plástica que ya habíamos llenado. Coloqué la cinta plástica
alrededor para cerrarla antes de volver hablar. Sólo podía desear
que mi voz no se ahogara cuando le contesté.
-Sí, claro. -Aunque sonara ronca, mis palabras fueron
claras.
Hadley Delahoussaye, mi única prima, desapareció en el
sub-mundo de las drogas y de prostitución hacía años. Yo tenía su
retrato de la escuela secundaria en mi álbum de fotos. Era el
último retrato que fue tomado de ella, porque ese mismo año ella
huyó a Nueva Orleans para vivir mediante su ingenio y su cuerpo. Mi
tía Linda, su madre, había muerto de cáncer durante el segundo año
después de que Hadley partió.
-¿Hadley está todavía viva? -Dije, apenas capaz de pronunciar
las palabras.
-¡Ay, no!, -dijo el gran hombre, distraídamente puliendo sus
gafas negras con un pañuelo limpio blanco. Sus zapatos negros
brillaban como espejos. -Su prima Hadley está muerta, me temo. -Él
pareció saborear el decirlo. Era un hombre-ó lo que fuera-que
disfrutaba del sonido de su propia voz.
Debajo de la entera desconfianza y confusión que sentía sobre
este raro episodio, era consciente de una aguda punzada de pena.
Hadley había sido divertida cuando era una niña, y estuvimos juntas
mucho, naturalmente. Ya que fui un niña extraña, Hadley y mi
hermano Jason habían sido los únicos niños con los que
principalmente tuve que jugar. Cuando Hadley llegó a la pubertad,
el panorama cambió; pero conservaba algunos buenos recuerdos de mi
prima.
-¿Qué le pasó? -Traté de mantener mi voz estable, pero sé que
no lo era.
-Ella estuvo implicada en un Incidente
Desafortunado,-dijo él.
Ese era el eufemismo para una matanza vampiro. Cuando esto
aparecía en informes del periódico, significaba por lo general que
algún vampiro había sido incapaz de contener su deseo de sangre y
había atacado a un humano.
-¿Un vampiro la mató? -Estuve horrorizada.
-Ah, no exactamente. Su prima Hadley era el vampiro. Ella fue
estacada.
Eran tantas y tan alarmantes malas noticias que no podía
asimilarlo. Alcé una mano para indicarle que no debería hablar
durante un minuto, mientras absorbía lo que él había dicho, poco a
poco.
-¿Cómo se llama usted, por favor? -Pregunté.
-Sr. Cataliades,-él dijo. Me repetí esto a mí misma varias
veces ya que era un nombre que nunca había escuchado. Énfasis en el
tal, me dije. Y e
larga.
-¿De dónde viene?
-Muchos años, mi casa ha sido Nueva Orleans.
Nueva Orleans estaba al otro extremo de Luisiana de mi
pequeña ciudad, Bon Temps. Luisiana del Norte es muy diferente de
Luisiana del Sur de varias maneras fundamentales; esto se parece al
Bible Belt [2] sin la energía de Nueva
Orleans, es la hermana más vieja que se quedó en casa y cuidó de la
granja mientras la hermana más jóven salió a divertirse. Pero esto
también comparte otras cosas con la parte del Sur del estado; los
caminos malos, la política corrupta, y mucha gente, ambos blancos y
negros, quiénes viven directamente en el nivel de
pobreza.
-¿Quién lo trajo? -Pregunté intencionadamente, mirando el
frente del coche.
-Waldo,-llamó el Sr. Cataliades, -la señora quiere
verte.
Lamente haber expresado mi interés después de que Waldo salió
por el lado del conductor de la limusina y le eché un vistazo.
Waldo era un vampiro, como ya había establecido en mi propia mente
identificando el típico patrón de cerebro vampiro, lo que para mí
se parece a un negativo de fotográfica, así lo “veo” con mi
cerebro. La mayor parte de los vampiros son apuestos o sumamente
talentosos de una u otra manera. Naturalmente, cuando un vampiro
trae sobre [3]a un humano, el vampiro
probablemente escoge a un humano que le atrajo a él o ella por su
belleza o alguna habilidad necesaria. No sabía quién demonios
habría traído sobre a Waldo, pero supuse
que sería alguien desquiciado. Waldo tenía el pelo largo, de un
tenue blanco que era casi del mismo color que su piel. Mediría tal
vez cinco pies con ocho, pero parecía más alto porque era muy
delgado. Los ojos de Waldo se veían rojos bajo la luz del poste
eléctrico que yo había encendido. La cara del vampiro era de un
blanco cadavérico con un débil dejo verdoso, y su piel estaba
arrugada. Jamás había conocido a un vampiro que no hubiera sido
traído en la flor de la vida.
-Waldo,-dije, saludando con la cabeza. Me sentí afortunada de
haber tenido un largo entrenamiento en el cuidado de mantener mi
cara agradable. -¿Puedo ofrecerle algo? Creo que tengo algo de
sangre embotellada. ¿Y usted, Sr. Cataliades? ¿Una cerveza? ¿Algún
refresco?
El robusto hombre se estremeció, y trató de encubrirlo con
una media inclinación llena de gracia.
-Demasiado caliente para café o alcohol para mí, pero quizás
tomaremos el refrigerio más tarde. -Tendríamos alrededor de sesenta
y dos grados Fahrenheit, pero noté que el Sr. Cataliades sudaba en
efecto.
-¿Podemos entrar? -él preguntó.
-Lo siento, -dije, sin ningún tono de disculpa en mi voz.
-Creo que no.
Esperaba que Bubba hubiera tenido el buen sentido de lanzarse
a la carrera a través del pequeño valle entre nuestras propiedades
para traer a mi vecino más cercano, mi antiguo amante Bill Compton,
conocido por los residentes de Bon Temps como el Vampiro
Bill.
-Entonces trataremos nuestro negocio aquí fuera en su jardín,
-dijo el Sr. Cataliades con frialdad. Él y Waldo rodearon el cuerpo
de la limusina. Me sentí incómoda cuando no estuvo entre nosotros
más, pero ellos mantuvieron su distancia.
-Señorita Stackhouse, usted es la única heredera de su
prima.
Entendí lo que él dijo, pero estaba
anonadada.
-¿No mi hermano Jason? -Jason y Hadley, ambos tres años
mayores que yo, habían sido grandes amigos.
-No. En este documento, Hadley dice que ella llamó una vez a
Jason Stackhouse para que la ayudara cuando ella andaba muy baja de
fondos. Él ignoro su petición, así que ella decidió
ignorarlo.
-¿Cuándo fue estacada Hadley?
Me estaba concentrando duramente en no conseguir ninguna
imagen visual. Ya que ella era mayor que yo por tres años, Hadley
apenas habría tenido unos veintinueve cuando murió. Físicamente
ella había sido todo lo contrario a mi de varias maneras. Yo era
robusta y rubia, ella era delgada y morena. Yo era fuerte, ella era
frágil. Ella había tenido grandes ojos negros, con espesas
pestañas, los míos eran azules; y ahora, este hombre extraño me
decía, que ella había cerrado aquellos ojos para
siempre
-Hace un mes. -El Sr. Cataliades tuvo que pensar en ello.
-Ella murió hace aproximadamente un mes.
-¿Y hasta ahora me avisa?
-Las circunstancias lo impidieron.
Medité esto.
-¿Ella murió en Nueva Orleans?
-Sí. Ella era una sirvienta de la reina, -dijo, como si él me
dijera que ella había conseguido un puesto de socia en una gran
firma de abogados, o había logrado comprar su propio
negocio.
-La reina de Luisiana, -dije con cautela.
-Sabía que lo entendería,-dijo él, mirándome radiante. -“Esta
es una mujer que conoce a sus vampiros,” me dije a mí mismo cuando
la conocí.
-Ella conoce a este vampiro, -dijo Bill, apareciendo a mi
lado de esa manera desconcertante que él tenía.
Un destello de disgusto cruzo la cara del Sr. Cataliades como
un rápido relámpago a través del cielo.
-¿Y usted sería? -él preguntó con fría
cortesía.
-Yo sería Bill Compton, residente de esta localidad y amigo
de la señorita Stackhouse, -dijo Bill siniestramente. -Soy también
un empleado de la reina, como usted.
La reina había contratado a Bill así la base de datos de
computadora de vampiros, sobre la que él trabajaba, sería de su
propiedad. De alguna manera, pensé que el Sr. Cataliades realizaba
servicios más personales. Parecía que él conocía todos los
esqueletos del armario, y Waldo parecía ser quién los había puesto
allí.
Bubba estaba justo detrás de Bill, y cuando salió de la
sombra de Bill, por primera vez vi al vampiro Waldo mostrar una
emoción. Él estaba intimidado.
-¡Ah, caramba! Es Elv…-el Sr. Cataliades habló sin
tino.
-Sí,-dijo Bill. Les lanzó a los dos forasteros un vistazo
significativo. -Éste es Bubba. El pasado lo
trastorna muchísimo. -Él esperó hasta que los dos hubieran asentido
con la cabeza en señal de entendimiento. Entonces se dirigió a mí.
Sus ojos marrones oscuros lucieron negros en las profundas sombras
que creaban las luces superiores. Su piel tenía el pálido
resplandor que decía vampiro.-Sookie, ¿qué
ha pasado?
Le di una versión condensada del mensaje de el Sr.
Cataliades. Desde que Bill y yo rompimos, debido a que él me fue
infiel, habíamos estado tratando de establecer otro tipo de
relación que funcionara. Él demostraba ser un amigo confiable, y yo
estaba agradecida por su presencia.
-¿Ordenó la reina la muerte de Hadley? -Bill preguntó a mis
visitantes.
El Sr. Cataliades dio una buena impresión de
sobresalto.
-¡Ah, no! -él exclamó. -Su Alteza nunca causaría la muerte de
alguien que le era tan querida.
Bien, aquí llego otro choque.
-Ah, ¿qué tipo de querida… que tan querida era mi prima para
la reina? -Pregunté. Quise estar segura que interpretaba la
implicación correctamente.
El Sr. Cataliades me dirigió una mirada
conocedora.
-Ella quería a Hadley cariñosamente,-dijo
él.
Vale, lo entendí.
Cada territorio vampiro tenía a un rey o reina, y con aquel
título llegaba el poder. Pero la reina de Luisiana tenía una
posición sobresaliente, ya que ella estaba asentada en Nueva
Orleans, que es la ciudad más popular en los Estados Unidos si eran
uno de los no-muertos. Y como el turismo vampiro es una fuente
importante de los ingresos de la ciudad, hasta la gente de Nueva
Orleans escucha lo que la reina quiere y desea, de un modo no
oficial.
-¿Si Hadley era una gran favorita de la reina, quien sería
tan tonto como para estacarla? -Pregunté.
-Los Camaradas del Sol,-dijo Waldo, y yo me sobresalté. El
vampiro había estado silencioso tanto tiempo, que había asumido que
él no iba a hablar alguna vez. La voz del vampiro era tan
espeluznante y peculiar como su aspecto.-¿Conoce bien la
ciudad?
Negué con mi cabeza. Sólo he estado en el Big Easy [4] una vez, en un viaje de estudios
escolar.
-¿Ha escuchado, quizás, de los cementerios qué llaman las
Ciudades de los Muertos?
Asentí. Bill dijo; -Sí-, y Bubba murmuró,
-Ah-ahá.
Varios cementerios en Nueva Orleans tenían criptas en la
superficie porque el nivel del agua en Luisiana del Sur era
demasiado alto para permitir entierros ordinarios subterráneos. Las
criptas parecen pequeñas casas blancas, y están decoradas y
esculpidas en algunos casos, así que a estos viejos panteones se
les llaman las Ciudades de los Muertos. Los cementerios históricos
son fascinantes y a veces peligrosos. En la Ciudad de los Muertos
viven depredadores de temerse, y los turistas son advertidos de
visitarlos en grandes grupos guiados, y marcharse al final de
día.
-Hadley y yo habíamos ido al St.
Louis Número Uno
esa noche, directamente después de que nos levantamos, a conducir
un ritual. -La cara de Waldo lucía bastante inexpresiva. El sólo
pensamiento que este hombre fue el compañero elegido de mi prima,
incluso aunque fuera para una excursión de una noche, era
sencillamente asombroso. -Ellos saltaron de las tumbas alrededor de
nosotros. Los fanáticos del Camaraderismo iban armados con
artículos santos, estacas, y ajo-la parafernalia habitual. Fueron
lo bastante estúpidos como para llevar cruces de
oro.
El Camaraderismo rechazaba creer que no todos los vampiros
podían ser retenidos por artículos santos, a pesar de todas las
pruebas. Los artículos santos funcionaban sobre los vampiros más
viejos, aquellos que había sido convencidos de ser creyentes
devotos. Los nuevos vampiros sólo sufrían con las cruces si eran de
plata. La plata quemaría a cualquier vampiro. Ah, una cruz de
madera podría tener efecto sobre un vampiro-si le atravesará su
corazón.
-Luchamos valientemente, Hadley y yo, pero al final, eran
demasiados para nosotros, y mataron a Hadley. Me escapé con algunas
heridas severas de cuchillo. -Su acartonada cara blanca pareció más
arrepentida que trágica.
Traté de no pensar en la Tía Linda y lo que ella habría
tenido que decir acerca de su hija que se volvió una vampira. La
tía Linda habría estado aún más impresionada por las circunstancias
de la muerte de Hadley: asesinada, en un cementerio famoso por el
tufillo de atmósfera Gótica, en la compañía de esta grotesca
criatura. Desde luego, todos estos ornamentos exóticos no habrían
devastado a la Tía Linda tanto como el duro hecho del asesinato de
Hadley.
Yo era más imparcial. Había dado por perdida a Hadley hacía
mucho. Nunca pensé que la volvería a ver otra vez, así podría tener
un pequeño espacio emocional de repuesto para pensar en otras
cosas. Todavía me preguntaba, dolorosamente, por qué Hadley no
había venido a casa para vernos. Podría haber tenido miedo, siendo
una vampira jóven, que su deseo de sangre se exaltara en un momento
inoportuno y descubrirse ansiosa de chupar sobre alguien
inadecuado. Podría haber estado impresionada por el cambio de su
propia naturaleza; Bill me había dicho repetidas veces que los
vampiros no eran más humanos, que ellos eran emocionales sobre
cosas diferentes a los humanos. Sus apetitos y su necesidad de
ocultarse habían moldeado irrevocablemente a los vampiros más
antiguos.
Pero Hadley nunca había tenido que funcionar conforme a
aquellas leyes; ella había sido hecha vampira después de la Gran
Revelación, cuando los vampiros descubrieron su presencia al
mundo.
Siendo una adolescente Hadley, cuando me fue menos simpática,
jamás habría sido pillada viva o muerta con alguien como Waldo.
Hadley era popular en la escuela secundaria, y ella ciertamente fue
lo suficiente humana como para ser presa de todos los estereotipos
juveniles. Ella había sido grosera con chicos que no eran
populares, o sencillamente los ignoraba. Su vida giraba
completamente alrededor de su ropa, su maquillaje y su linda
persona.
Ella había sido una animadora del equipo de fútbol, hasta que
comenzó a adoptar la imagen Gótica.
-Usted dijo que ambos estaban en el cementerio para realizar
un ritual. ¿Qué ritual? -Pregunté a Waldo, sólo para ganar algún
tiempo para pensar. -Seguramente Hadley no era una bruja también.
-Ya antes había encontrado a una bruja que se transformaba en lobo,
pero nunca un vampiro que realizara maleficios.
-Hay tradiciones entre los vampiros de Nueva Orleans, -dijo
el Sr. Cataliades con cuidado. -Una de estas tradiciones es que la
sangre de los muertos puede despertar a los muertos, al menos
temporalmente. Para objetivos conversacionales, usted
entiende.
El Sr. Cataliades seguramente no estaba por desperdiciar
palabras. Tuve que pensar en cada oración que salió de su
boca.
-¿Hadley quiso dirigirse a una persona muerta? -Pregunté, una
vez que hube digerido su última bomba.
-Sí,-dijo Waldo, contribuyendo otra vez. -Ella quiso
dirigirse a Marie Laveau.
-¿La reina del vudú? ¿Por qué? -Una no podía vivir en
Luisiana y no conocer la leyenda de Marie Laveau, una mujer cuyo
poder mágico había fascinado por igual a las personas blancas y
negras, en un tiempo en que las mujeres negras no tenían ningún
poder en absoluto.
-Hadley pensó que ella le estaba relacionada. -Waldo pareció
mofarse.
Bien, ahora ya conocía su tendencia.
-¡Ejem! Marie Laveau era Afroamericana, y mi familia es
blanca,-indiqué.
-Sería por el lado de su padre,-dijo Waldo
tranquilamente.
El marido de Tía Linda, Carey Delahoussaye, vino de Nueva
Orleans, y él tenía descendencia francesa. Su familia había estado
allá durante varias generaciones. Él se había jactado de ello hasta
que mi entera familia se sintió asqueada por su orgullo. Me
pregunté si el Tío Carey se habría percatado que su línea de sangre
criolla estuvo enriquecida por un pequeño ADN Afroamericano en
algún momento del pasado. Yo mantenía un recuerdo vago de niña del
Tío Carey, pero supongo que ese pedazo de información habría sido
su más grande secreto.
Hadley, por otra parte, habría pensado que ser descendiente
de la celébre Marie Laveau era realmente genial. Me descubrí
otorgándole a Waldo un poco más crédito. De donde Hadley consiguió
tal información, no me lo podía imaginar. Desde luego, tampoco
podía imaginarla como una amante de mujeres, pero claramente está
había sido su opción. Mi prima Hadley, la animadora, se había
convertido en una vampira lesbiana apegada al vudú. ¿Quién sabe que
más?
Me sentí atiborrada por la información que no había tenido
tiempo para absorber, pero estaba ansiosa de oír la historia
completa. Gesticulé al demacrado vampiro para que
continuara.
-Pusimos tres X sobre la tumba, -dijo Waldo. - Como hace la
gente. Los devotos del vudú creen que esto asegura que se concederá
su deseo. Y luego Hadley se cortó, y dejó gotear sangre sobre la
piedra, y pronuncio las palabras mágicas.
-Abracadabra patas de cabra, -dije automáticamente, y Waldo
me miró airadamente.
-No debería burlarse,-dijo él.
Salvo notables excepciones, los vampiros no son conocidos por
su sentido del humor, y Waldo era definitivamente del tipo serio.
Sus ojos enrojecidos me miraron coléricamente.
-¿En serio esto es una tradición, Bill? -Pregunté. Sin
importarme si los dos hombres de Nueva Orleans se percataban que no
confiaba en ellos.
-Sí,-Bill dijo. -Yo mismo no lo he intentado alguna vez,
porque pienso que los muertos deberían ser dejados en paz. Pero lo
he visto hacerse.
-¿Funciona? -Estaba asustada.
-Sí. A veces.
-¿Funcionó para Hadley? -Pregunté a Waldo.
El vampiro me miró torvamente.
-No, -él siseó. -Su intención no era suficientemente
pura.
-¿Y estos fanáticos, sencillamente se ocultaban entre las
tumbas, esperando saltar sobre usted?
-Sí,-Waldo dijo. -Ya se lo dije.
-¿Y, con su audición y olfato de vampiro, no supo que había
gente en el cementerio rodeándolo? -A mi izquierda, Bubba se
removió nervioso. Incluso un vampiro tan débil como Bubba,
reclutado a toda prisa, podía ver el sentido de mi
pregunta.
-Quizás yo supiera que había personas, -dijo Waldo
arrogantemente, -pero aquellos cementerios por la noche están
abarrotados con criminales y putas. No distinguí qué gente hacía
los ruidos.
-Waldo y Hadley ambos eran favoritos
de la reina, -El Sr. Cataliades dijo
admonitoriamente.
Su tono sugirió que cualquier favorito de la reina era
intachable. Pero no fue lo que sus palabras decían. Lo contemplé
pensativamente. Al mismo tiempo, sentí el cambio de Bill a mi lado.
No fuimos compañeros del alma, supongo, ya que nuestra relación no
funcionó, pero en momentos curiosos parecíamos pensar similar, y
este era uno de aquellos momentos. Lamentaba no poder leer la mente
de Bill por una vez-aunque el gran atractivo de Bill como amante
hubiera sido que no podía. Los telépatas no tenemos buenos momentos
cuando se trata de amores. De hecho, el Sr. Cataliades era el único
sobre la escena quién tenía un cerebro que podría explorar, y él
tampoco era humano.
Pensé en preguntarle a él que cosa era, pero esto parecía ser
algo hortero. En cambio, pedí a Bubba si él podía acercar algunas
sillas plegables del jardín así podríamos sentarnos todos, y
mientras arreglaban esto, entré en la casa y calenté algo de
TrueBlood para los tres vampiros y coloque
algo de hielo en un Mountain Dew para el
Sr. Cataliades, que se declaró encantado por la
oferta.
Mientras estaba en la casa, parada delante del microondas
contemplándolo como si fuera una especie de oráculo, pensé
solamente en cerrar la puerta y dejarlos hacer lo que quisieran.
Tenía un siniestro presentimiento del modo que la noche iba, y me
sentí tentada a dejarla seguir su curso sin mí. Pero Hadley había
sido mi prima. Por impulso, bajé su retrato de la pared para
mirarla más de cerca.
Todos los cuadros que mi abuela colgó todavía estaban en su
lugar; a pesar de su muerte, seguía pensando en la casa como suya.
El primer retrato era de Hadley a la edad de seis años, faltándole
un diente. Ella sostenía un gran dibujo de un dragón. Lo colgué de
nuevo al lado de la fotografía de Hadley a los diez, flaca y con
trenzas, sus brazos alrededor de Jason y yo. Al lado de él estaba
la foto tomada por el reportero del diario local, cuando Hadley
había sido coronada Señorita Adolescente
Bon Temps. A los quince, ella había
estado radiantemente feliz en su vestido alquilado blanco drapeado,
con una brillante corona sobre su cabeza, flores en sus brazos. La
última foto había sido tomada durante el ultimo año de Hadley en la
escuela. Para entonces, Hadley había comenzado a drogarse, y vestía
a lo Gótico: maquillaje recargado de ojos, pelo negro, labios
carmesíes. El tío Carey había abandonado a la Tía Linda algunos
años antes de esta encarnación, de vuelta con su altiva familia de
Nueva Orleans; y cuando Hadley se marchó, también, la Tía Linda
había comenzado a sentirse mal. Unos meses después de que Hadley se
escapó, conseguimos finalmente llevar a la hermana de mi padre a un
doctor, y él le había detectado cáncer.
En los años siguientes, me pregunté a menudo si Hadley habría
averiguado alguna vez que su madre estaba enferma. Existía
diferencia para mí entre; si ella lo supo, pero no pudo venir a
casa. Si ella nunca lo supo, y por eso no vino a casa. Ahora que
sabía por lo que había atravesado hasta convertirse en una muerta
viviente, tenía una nueva opción. Tal vez Hadley lo sabía, pero no
le importó.
Me pregunté quién le habría dicho a Hadley que ella podría
ser descendiente de Marie Laveau. Debió ser alguien que hizo
suficiente investigación como para parecer convincente, alguien que
había estudiado a Hadley lo bastante para conocer cuánto
disfrutaría del gusto exótico de estar relacionada con una mujer
tan celébre.
Llevé las bebidas fuera sobre una bandeja, y nos sentamos en
un círculo sobre mi viejo mobiliario de jardín. Esto era una
reunión bizarra: el extraño Sr. Cataliades, una telépata, y tres
vampiros-aunque uno de ellos estuviera tan podrido como un vampiro
puede estarlo y todavía llamarse así mismo
no-muerto.
Cuando estuve sentada, el Sr. Cataliades me pasó un montón de
papeles, y los miré detenidamente. La luz exterior estaba bastante
bien para rastrillar, pero no era realmente buena para la lectura.
Los ojos de Bill eran veinte veces más fuertes que los míos, así
que le pasé los papeles.
-Tu prima te dejó un poco de dinero y lo que contiene su
apartamento,-dijo Bill. -Eres su ejecutora,
también.
Me encogí de hombros.
-Bien,-dije. Sabía que Hadley no podía haber tenido mucho.
Los vampiros son muy buenos reuniendo plata, pero Hadley había sido
una vampira durante muy pocos años.
El Sr. Cataliades elevó sus casi invisibles
cejas.
-No luce emocionada.
-Estoy algo más interesada en conocer la manera que Hadley
encontró su muerte.
Waldo pareció ofendido.
-Le he descrito las circunstancias. ¿Quiere una descripción
detallada de la lucha? Fue desagradable, se lo
aseguro.
Lo vi durante unos momentos.
-¿Qué fue lo que le pasó? -Pregunté.
Esto era muy grosero, preguntarle a alguien lo que le fue
hecho para lucir tan feo, pero el sentido común me dijo que había
más por conocer. Yo tenía una obligación para con mi prima, una
obligación que no desaparecía por cualquier herencia que ella me
hubiera dejado. Tal vez esto era por lo qué Hadley me heredó algo
en su testamento. Ella sabía que yo haría preguntas, y Dios quiere
a mi hermano, él no lo haría.
La rabia brilló a través de los rasgos de Waldo, y luego fue
como si se hubiera limpiado su cara con una especie de borrador
emocional. La acartonada piel blanca estaba relajada en líneas
tranquilas y sus ojos calmados.
-Cuando era humano, fui un albino,-dijo Waldo rígidamente, y
sentí reflejarse el horror de alguien que ha sido imperdonablemente
curiosa sobre una invalidez. Justo cuando estaba a punto de pedir
perdón, el Sr. Cataliades intervino otra vez.
-Y, por supuesto, -dijo el robusto hombre suavemente, -él
también fue castigado por la reina.
Esta vez, Waldo no contuvo su mirada
colérica.
-Sí, -él dijo finalmente. -La reina me sumergió en un tanque
durante unos años.
-¿Un tanque de qué? -Yo andaba pez.
-Solución salina,-dijo Bill, muy calmadamente. -He oído de
este castigo. Por eso él está arrugado, como puedes
ver.
Waldo pretendió no oír a Bill al lado suyo, pero Bubba abrió
su boca.
-Cierto que estás arrugado, hombre, pero no te apures. Te
hace más distinguido.
Bubba era la clase de vampiro amable y bien
intencionado.
Traté de imaginar estar en un tanque de agua salada durante
años y años. Entonces traté de no imaginarlo. Sólo podía
preguntarme lo que Waldo habría hecho para merecer semejante
castigo.
-¿Y usted era un favorito? -Pregunté.
Waldo asintió, con cierta dignidad.
-Tengo ese honor.
Esperé que yo nunca recibiera tal honor.
-¿Y Hadley lo era, también?
La cara de Waldo permaneció apacible, aunque un músculo
palpito en su mandíbula.
-Durante un tiempo.
El Sr. Cataliades dijo;
-La reina estaba cautivada con el entusiasmo de Hadley y sus
maneras infantiles. Hadley era sólo una de una serie de favoritas.
Eventualmente, el favor de la reina habría recaído sobre alguien
más, y Hadley habría tenido que forjarse otro lugar en el séquito
de la reina.
Waldo pareció bastante contento con esto y
asintió.
-Ese es el patrón.
No podía captar por qué se suponía que esto me debería
interesar, y Bill hizo un pequeño movimiento que al instante
acalló. Lo pillé con la esquina de mi ojo, y comprendí que Bill no
quería que yo hablara. ¡Qué va! de todas maneras no tenía pensado
hacerlo.
El Sr. Cataliades dijo;
-Desde luego, su prima era un poco diferente de sus
precursores. ¿No lo crees, Waldo?
-No,-Waldo dijo. -En su momento, habría sido exactamente
igual que antes. -Él pareció morder su labio para impedirse seguir
hablando; no fue un movimiento inteligente para un vampiro. Una
gota roja de sangre se formó, lentamente. -La reina se habría
cansado de ella. Lo sé. Era la juventud de la muchacha, esto y el
hecho que ella era uno de los nuevos vampiros que nunca conoció las
sombras. Diga esto a nuestra reina, Cataliades, cuando vuelva a
Nueva Orleans. Si no hubiera mantenido el cristal de aislamiento,
el viaje entero, yo podría haber discutido de esto con usted
mientras conducía. No tenía que tratarme como si yo fuera un
leproso.
El Sr. Cataliades se encogió de hombros.
-No quise tu compañía, -dijo él. -Ahora, nunca podremos saber
cuanto habría reinado Hadley como la favorita, ¿no es cierto,
Waldo?
Estábamos sobre algo aquí, y éramos guiados y pinchados en
aquella dirección por el compañero de Waldo, el Sr. Cataliades. Me
pregunté por qué. Por el momento, seguiría su
ejemplo.
-Hadley era de verdad bonita, -dije. -Tal vez la reina le
habría dado una posición permanente.
-Las muchachas bonitas son lo que sobran en el mercado,-dijo
Waldo. -Humanos estúpidos. No saben lo que nuestra reina puede
hacerles.
-Si ella quiere, -Bill murmuró. -Si ésta Hadley tenía
destreza para deleitar a la reina, si tenía el encanto de Sookie,
entonces ella podría haber estado feliz y ser favorecida muchos
años.
-Y adivino que estarías encabronado, Waldo,-dije
prosaicamente.- Así que dime, ¿había realmente fanáticos allí en el
cementerio? ¿O solamente un fanático blanco, flaco, arrugado,
celoso y desesperado?
Entonces, de repente, todos estuvimos de pie, todos excepto
el Sr. Cataliades, que metía la mano en su
maletín.
Delante de mis propios ojos, Waldo se convirtió en algo
incluso menos humano. Sus colmillos salieron y sus ojos brillaron
rojos. Él se encogió, su cuerpo se dobló sobre sí. Al lado de mí,
Bill y Bubba se cambiaron, también. No quise verlos cuando ellos se
enojaban. El mirar a mis amigos cambiar así es aún peor que ver a
mis enemigos hacerlo. El modo de combate es horrible y
aterrorizante.
-Usted no puede acusar a un sirviente de la reina, -Waldo
dijo, y él realmente siseó.
Entonces el Sr. Cataliades demostró ser capaz de algunas
sorpresas, como si yo hubiera dudado de ello. Moviéndose rápida y
ligeramente, se levantó de su silla plegable y lanzó un lazo de
plata alrededor de la cabeza del vampiro, lo suficiente grande en
circunferencia para rodear los hombros de Waldo. Con una gracia que
me sorprendió, lo ciñó en el momento crítico, fijando los brazos de
Waldo a sus lados.
Pensé que Waldo se volvería loco, pero el vampiro me
sorprendió quedándose quieto.
-Morirá por esto,-dijo Waldo al hombre rechoncho, y el Sr.
Cataliades le sonrió.
-Creo que no,-dijo él. -Tome, señorita
Stackhouse.
Él lanzó algo en mi dirección, y más rápido de lo que yo
podría mirar, la mano de Bill se estiro para interceptarlo.
Contemplamos lo que Bill sostenía en su mano. Era pulido y afilado;
una estaca de madera dura.
-¿Qué significa esto? -Pregunté a el Sr. Cataliades, quién se
acercaba a la limusina negra.
-Mi estimada señorita Stackhouse, la reina quiso que usted
tuviera el placer.
Waldo, que había estado mirándonos con desafío considerable a
cada uno en el claro, pareció desinflarse cuando oyó lo que el Sr.
Cataliades tuvo que decir.
-Ella lo sabe,-el vampiro albino dijo, y el único modo que
puedo describir su voz es como: si se le
hubiera roto el corazón. Me estremecí.
Él amaba a su reina, realmente la amaba.
-Sí,-el hombre grande dijo, casi gentilmente. -Ella envió a
Valentine y Charity al cementerio inmediatamente después, cuando tú
trajiste esas noticias. Ellos no encontraron ningún rastro del
ataque humano contra lo que fue dejado de Hadley. Sólo tu olor,
Waldo.
-Ella me envió aquí con usted,-dijo Waldo, casi
susurrando.
-Nuestra reina quiso que los parientes de Hadley tuvieran el
derecho de ejecución,-dijo el Sr. Cataliades.
Me aproximé a Waldo, hasta que estuve lo más cerca que pude.
La plata había debilitado al vampiro, aunque tuve el presentimiento
que él no habría luchado aun si la cadena no hubiera estado hecha
del metal que los vampiros no pueden tolerar. Algo de fuego había
abandonado a Waldo, aunque su labio superior se contrajo para
mostrarme sus colmillos cuando puse la punta de la estaca sobre su
corazón. Pensé en Hadley, y me pregunté, si ella estuviera en mis
zapatos, ¿podría hacer esto?
-¿Puede conducir la limusina, Sr. Cataliades?
-Pregunté.
-Sí, señora, puedo.
-¿Podría conducir de vuelta a Nueva Orleans?
-Ese fue siempre mi plan.
Hice presión con la madera, hasta que puedo decir que esto le
hizo daño. Sus ojos estaban cerrados. Ya había estacado a un
vampiro antes, pero debía salvar mi vida y la de Bill. Waldo era
una cosa lamentable. No había nada romántico o dramático acerca de
este vampiro. Él era simplemente vicioso. Estaba segura que él
podría hacer un daño tremendo cuando la situación lo requería; y
estaba segura que él había matado a mi prima
Hadley.
Bill dijo;
-Lo haré por tí, Sookie. -Su voz era sedosa y fría, como
siempre, y su mano en mi brazo era fresca.
-Puedo ayudar,-ofreció Bubba. -Usted lo haría por mí,
señorita Sookie.
-Su prima era una zorra y una puta,-dijo Waldo, de improviso.
Observé sus ojos rojizos.
-Esperaba que lo fuera, -dije. -Supongo que sencillamente no
puedo matarte. -Mi mano, la que sostenía la estaca, cayó inerte a
mi costado.
-Usted tiene que matarme,-dijo Waldo, con la arrogancia que
otorga la certeza. -La reina me ha enviado aquí para ser
matado.
-Pues tendré que enviarte de regreso con la reina, -dije. -No
puedo hacerlo.
-Dígale a su putero que lo haga él, esta más que
dispuesto.
Bill se miraba más vampírico a cada segundo, y arrebató la
estaca de mis dedos.
-Él esta usándote para suicidarse, Bill,
-dije.
Bill pareció perplejo, y Bubba también. La cara redonda del
Sr. Cataliades era ilegible.
-Trata de cabrearnos, o azuzarnos lo suficiente para matarlo,
porque él no puede matarse, -dije. -Está seguro que la reina le
hará algo mucho, mucho peor a él que yo. Y tiene
razón.
-La reina trataba de darle el regalo de la venganza, -dijo el
Sr. Cataliades.- ¿No lo aceptará? Ella puede disgustarse con usted
si lo envía de regreso.
-Ese realmente es su problema, -dije.-¿No es
cierto?
-Creo que eso podría ser muchísimo más tu problema, -dijo
Bill apagadamente.
-Bien, esto sencillamente apesta, -dije. -Usted… -hice una
pausa, y me dije a mi misma no ser una tonta. -Fue muy amable de
traer a Waldo hasta aquí, Sr. Cataliades, y fue muy inteligente por
empujarme en dirección a la verdad. -Suspiré y consideré. -Aprecio
que me trajera los papeles legales, que revisaré en un momento más
tranquilo. -Pensé que había cubierto todo. -Ahora, si fuera tan
amable de abrir el maletero, pediré a Bill y Bubba ponerlo allí.
-Indiqué con mi cabeza hacia el vampiro atado con plata, que estaba
de pie en silencio a un metro de distancia.
En aquel momento, cuando todos pensábamos en algo más, Waldo
se abalanzó contra mí, las mandíbulas ampliamente abiertas como una
serpiente, colmillos totalmente fuera. Me eché hacia atrás, pero yo
sabía que no sería suficiente. Aquellos colmillos me rasgarían por
completo mi garganta y yo me desangraría aquí fuera en mi propio
jardín. Pero Bubba y Bill no estaban amarrados con plata, y con una
velocidad que era aterradora en sí misma, agarraron al antiguo
vampiro y lo enviaron al suelo. Más rápido que cualquier humano
podría guiñar un ojo, el brazo de Bill se elevó y cayó, y los ojos
rojizos de Waldo contemplaron la estaca en su pecho con profunda
satisfacción. En el segundo siguiente, aquellos ojos se hundieron y
su cuerpo largo y delgado comenzó el proceso inmediato de
desintegración. Nunca es necesario sepultar a un vampiro cuando
muere realmente.
Durante un largo momento, nos quedamos congelados ante el
cuadro viviente; el Sr. Cataliades estaba de pie, yo estaba sobre
la tierra después de aterrizar en mi culo, y Bubba y Bill estaban
sobre sus rodillas al lado de la cosa que había sido
Waldo.
Entonces la puerta de limusina se abrió, y antes de que el
Sr. Cataliades pudiera acercarse para echarle una mano, la reina de
Luisiana se apeó del vehículo.
Ella era hermosa, desde luego, pero no era una princesa de
cuento de hadas ni nada por el estilo. No sé lo que esperé, pero
ella no era eso. Mientras Bill y Bubba se ponían de pie y luego se
inclinaban profundamente, le eché una buena ojeada. Ella llevaba
puesto un traje muy caro azul de medianoche y tacones altos. Su
pelo era de un rico marrón rojizo. Desde luego ella estaba blanca
como la leche, pero sus ojos eran grandes, rasgados, y casi del
mismo marrón que su pelo. Sus uñas estaban pintadas de rojo, y de
alguna manera eso pareció muy extraño. Ella no llevaba puesta nada
de joyería.
Ahora ya sabía por qué el Sr. Cataliades había mantenido el
cristal de aislamiento durante el viaje al Norte. Y estaba segura
que la reina tenía modos de enmascarar su presencia de los sentidos
de Waldo, así como su vista.
-¡Hola!,-dije inciertamente. -Soy…
-Sé quién eres, -dijo ella. Ella tenía un acento débil; pensé
que podría ser francés. -Bill. Bubba.
Ooooh, bueno. Tanto por la conversación cortés. Resoplé,
exhalé y cerré mi boca. Ninguna razón para hablar hasta que ella
explicara su presencia. Bill y Bubba se enderezaron. Bubba sonreía.
Bill no.
La reina me examinó de la cabeza hasta la punta del pie, en
un modo que pensé era francamente grosero. Ya que ella era una
reina, sería una vampira vieja, y de las más antiguas, aquellos
quienes tenían el poder en la infraestructura vampiro, ósea; las
más aterradora. Habría pasado tanto desde que ella fue humana que
no podría quedar mucha remembranza de humanidad en
ella.
-No veo sobre qué es todo el alboroto,-dijo ella,
encogiéndose de hombros.
Mis labios se torcieron. Sencillamente no pude impedírmelo.
Mi sonrisa se extendió sobre mi cara, y traté de esconderla con mi
mano. La reina me miró curiosamente.
-Ella sonríe cuando está nerviosa,-dijo
Bill.
Lo hacía, pero esto no era el por qué sonreía
ahora.
-Ibas a enviarme a Waldo de vuelta, para que yo lo torturara
y matara,-me dijo la reina. Su cara era bastante inexpresiva. No
podía saber si ella lo aprobaba o desaprobaba, si pensaba que yo
era inteligente o que era una tonta.
-Sí,-dije. La respuesta más corta era definitivamente la
mejor.
-Él forzó tu mano.
-Ahá.
-Él estaba demasiado asustado de mí para arriesgarse a volver
a Nueva Orleans con mi amigo el Sr. Cataliades.
-Sí. -Me estaba puliendo con las respuestas de una
palabra.
-Me pregunto si tu tramaste esta cosa por
entero.
“Sí” no sería la respuesta correcta, aquí. Guarde
silencio.
-Lo averiguaré, -dijo ella, con absoluta seguridad. -Nos
veremos otra vez, Sookie Stackhouse. Estaba encariñada con tu
prima, pero hasta ella fue lo bastante tonta para ir sola a un
cementerio con su enemigo acérrimo. Ella contó demasiado con el
poder de mi nombre solo para protegerla.
-¿Waldo alguna vez le comentó si Marie Laveau realmente se
levantó? -Pregunté, demasiado abrumada por la curiosidad para dejar
pasar la pregunta sin contestar.
Ella regresaba al coche cuando hablé, y hizo una pausa con un
pie dentro de la limusina y un pie en el jardín. Alguien más habría
parecido torpe, pero no la reina de Luisiana.
-Interesante,-ella dijo. -No, realmente, no lo hizo. Cuando
vengas a Nueva Orleans, tú y Bill pueden repetir el
experimento.
Comencé a señalar que a diferencia de Hadley, yo no estaba
muerta, pero tuve el buen sentido de cerrar mi boca. Ella podría
ordenar hacerme un vampiro, y tuve miedo, mucho miedo que entonces
Bill y Bubba me habrían dominado y hecho así. Era demasiado
horrible para pensarlo, así que le sonreí a ella.
Después de que la reina entró en la limusina, el Sr.
Cataliades se inclinó hacía mi.
-Ha sido un placer, señorita Stackhouse. Si tiene cualquier
pregunta sobre el estado de su prima, llámeme al número de mi
tarjeta de visita. Esta prendida a los papeles.
-Gracias, -dije, no confiando en mí misma para decir algo
más. Además, las respuestas de una palabra nunca duelen. Waldo
estaba casi desintegrado. Pedacitos de él permanecerían en mi
jardín por un ratito. ¡Puaf!. “¿Dónde está Waldo? Por todas partes
en mi jardín”, podría decirle a quién quiera que
preguntara.
La noche claramente fue demasiado para mí. La limusina
ronroneó fuera de mi jardín. Bill puso su mano en mi mejilla, pero
no me recargué contra él. Estuve agradecida que viniera, y así se
lo dije.
-No deberías estar en peligro,-dijo él. Bill tenía el hábito
de usar una palabra que cambiaba el sentido de sus declaraciones,
convirtiéndolas en algo ambiguo e inquietante. Sus ojos oscuros
eran lagunas insondables. No creí que lo entendería alguna
vez.
-¿Hice bien, señorita Sookie? -Bubba
preguntó.
-Muy bien, Bubba, -dije. -Hiciste lo correcto sin que yo
tuviera necesidad de decírtelo.
-Usted sabía desde el principio que ella estaba en la
limusina, -dijo Bubba.- ¿Verdad, señorita Sookie?
Bill me vio, impresionado. No lo miré a sus
ojos.
-Sí, Bubba, -dije gentilmente. -Lo sabía. Antes de que Waldo
saliera, escuché con mi otro sentido, y encontré dos puntos en
blanco en la limusina. -Eso sólo podría significar dos vampiros.
Así que yo sabía que Cataliades tenía a un compañero consigo en la
limusina.
-Pero tú actuaste como si ella no estuviera allí. -Bill
parecía no poder comprender esto. Tal vez él creyó que no había
aprendido algo desde que lo conocí.-¿Supiste todo el tiempo que
Waldo haría un intento contra tí?
-Sospeché que él podría hacerlo. Él no quería atenerse a su
misericordia.
-Entonces. -Bill aferró mis brazos y me miró.-¿Tratabas de
asegurarte que él muriera desde el principio, o tratabas de
enviarlo de vuelta a la reina?
-Sí,-dije.
Una palabra como respuesta nunca hace daño.
[1] Es recomendable antes de comenzar a leer la presente
historia, haber leído los primeros cuatro libros de la serie
“Sookie Stackhouse” (ó Vampiros Sureños), de esta manera se podrá
entender el contexto general en el que se desarrolla el relato (N.
de la T.)
[2] Bible Belt; la traducción literal
sería “Cinturón Bíblico“, pero con esto Sookie se refiere a las
regiones del Sur y Medio Oeste de los Estados Unidos de
Norteamérica, que se caracterizan por apegarse de una manera
radical a la religión Protestante y hacer una interpretación
estricta de la Biblia (N. de la T.)
[3] Traer sobre; abreviación que
suele usar la escritora para referirse a la transición de humano a
vampiro. Significaría; “Traer sobre la muerte” (N. de la
T.)
[4] Big Easy; eufemismo para
denominar a New Orleans. Atribuido a la columnista de chismes Betty
Guillaud, del periódico “Times Pickayune” en los 70´s. Significa
que en New Orleans todo es más lento, apacible, fácil,
despreocupado. (N. de la T.)
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26/06/2008
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Mikhail Sharonov, 2006; msh-tools.com/ebook/