CASOS DE MUESTRA

Miopía

 

Miss A., de veintiséis años, es maestra de escuela. Es miope y ha llevado gafas desde que tenía diez años (desde entonces ha tenido que ir cambiando las gafas con frecuencia por otras más potentes).

Como la mayor parte de los miopes, es muy nerviosa, siempre está preocupada por algo, es muy dada a la introspección y le gusta mucho soñar despierta. Estos factores mentales y emocionales son la causa de su condición, que se ve además agravada por una dieta del tipo habitual: demasiado rica en fécula, azúcar y proteínas, y deficiente en alimentos naturales, como frutas y ensaladas. Por otra parte, los músculos de la parte posterior del cuerpo se han contraído como consecuencia de la tensión continua a que es sometido su sistema nervioso, por llevar gafas constantemente durante dieciséis años.

Por tanto, para recuperar la visión normal lo primero que ha de hacer es adoptar una dieta sensata dentro de las líneas trazadas en este libro, y tras habérsele dicho que el principal factor que habrá de superar en el curso del tratamiento es a sí misma, debe comenzar a tomarse las cosas con más calma y a mantenerse lo más relajada posible.

Sólo lleva sus gafas para el trabajo, y se ha acostumbrado a estar en su casa sin ellas; le costó uno o dos días, pero se habituó.

Todas las mañanas al levantarse realiza los ejercicios para relajar el cuello —sólo le llevan cinco minutos—, y siempre que se lava a lo largo del día salpica sus ojos con agua fría.

Durante la hora del almuerzo encuentra tiempo para hacer veinte minutos de palmeado y diez de oscilación, y todas las tardes después del trabajo vuelve a repetir los mismos ejercicios durante igual período de tiempo.

Cultiva la memoria y la imaginación mirando a palabras y letras —sin las gafas, claro está— e imaginándolas lo más claramente posible con los ojos cerrados.

Para empezar lee quince minutos diarios sin las gafas, pero pronto pasará a una hora y más tarde a dos horas (como ayuda parpadea y descansa los ojos cada pocas líneas).

Cuando lee mantiene el libro cada vez más lejos para obligar a los ojos a aumentar el foco, y se detiene de vez en cuando para estimular la fijación central imaginando las letras de una palabra más claras que el resto de la palabra. Luego cierra los ojos y mantiene en la mente la imagen de la letra, permitiendo que el resto de la palabra se haga borroso; luego abre otra vez los ojos y repite varias veces la operación (procedimiento que ayuda mucho a la vista).

Realiza los ejercicios para los músculos oculares en el tren todas las mañanas mientras acude a su trabajo, y siempre que puede deja que los rayos del sol caigan sobre sus ojos cerrados durante diez minutos.

Ha descubierto que su visión está mejorando con tanta rapidez que se aventura a salir sin gafas, y para superar el hábito de soñar despierta —que produce tensión en los ojos— mira sin esforzarse al tráfico que pasa.

De este modo sus ojos son estimulados para la visión, y mientras sigue con el tratamiento se da cuenta de que las gafas son demasiado potentes para su trabajo y prescinde totalmente de ellas.

En un principio le resulta un poco difícil realizar las tareas escolares sin ellas, pero puede seguir adelante muy bien utilizando unas mucho más flojas en caso de emergencia.

Mira el futuro con confianza y espera la recuperación gradual de su vista hasta llegar a tener la normal.

 

Hipermetropía

 

Alfred B., de catorce años, tiene hipermetropía como resultado de complicaciones surgidas cuando de niño fue tratado de una escarlatina según el modo médico ortodoxo. Ha llevado gafas durante seis años.

Nada más iniciar el tratamiento, sus padres le pusieron una dieta de curación natural. Le animan para que haga los ejercicios de relajación de cuello todas las mañanas y noches, y salpica frecuentemente sus ojos con agua fría.

Sigue llevando las gafas para las tareas escolares y ha sido fácil inducirle a que las abandone el resto del día —siempre detestó llevarlas—; cuando hace sol permite que sus rayos caigan sobre sus ojos cerrados durante diez minutos cada vez.

Todas las mañanas y noches hace quince minutos de palmeo, y sigue con los ejercicios del cuello. Todas las noches lee un libro lo más cerca que puede sin tensión, deteniéndose cada varias líneas para descansar y parpadeando durante todo el tiempo con frecuencia y regularidad, pero sin esfuerzo.

De este modo se ha dado cuenta de que es capaz de leer cada vez durante períodos más largos, y con el tiempo logra poner el libro a la distancia normal de lectura para sus ojos: unos 38 cm.

En sólo dos meses ha abandonado totalmente las gafas y puede hacer fácilmente sin ellas las tareas escolares, pero aún tiene que dejar que sus ojos descansen con frecuencia para evitar su fatiga o tensión.

Se espera ahora que el retorno a la visión normal sea cosa sólo de semanas.

 

Astigmatismo

 

Mr. C. es un funcionario de treinta años de edad; tiene astigmatismo y lleva gafas desde hace diez años. Su problema se debe al empuje desigual de los músculos que rodean el globo ocular, lo que es resultado en primer lugar de falsos hábitos dietéticos, situación que se agrava por el trabajo constante bajo luz artificial: los músculos empachados y contraídos son colocados de ese modo bajo una tensión continua. Ninguna de las causas de su condición fueron alteradas en modo alguno por las gafas que lleva; de hecho, descubrió que su vista estaba empeorando y que tenía que cambiar de gafas con frecuencia.

En su caso, los dos factores principales son una dieta limpiadora y ejercicios de los músculos oculares. De acuerdo con ello, revisa su dieta en las líneas trazadas en este libro y palmea durante diez minutos tres veces al día; hace ejercicios de los músculos oculares después de cada palmeo. Ejercita el cuello por la mañana y por la noche, y salpica frecuentemente sus ojos con agua fría. No lleva nunca las gafas cuando está en su casa.

De este modo su visión mejora en poco tiempo, y poco después descubre que puede trabajar sin gafas varias horas al día a pesar de la luz artificial.

Mantiene el tratamiento y finalmente tiene la satisfacción de comprender que su vista es normal de nuevo.

 

Presbicia

 

Mr. D., de cincuenta y cuatro años, es préstiba (vista cansada). Es vendedor y nunca lleva gafas, pero comprende que su condición interfiere en su trabajo.

Su problema está causado directamente por hábitos inapropiados de alimentación; se encuentra habituado a una dieta basada en gran parte en proteínas y fécula y a beber café y fumar.

Se le proporciona una dieta racional y natural y se le estimula a que haga mucho ejercicio y cuide en general de su salud.

Hace quince minutos de palmeo dos veces al día, y luego realiza ejercicios de los músculos oculares; después lee un periódico colocándolo lo más cerca que puede sin que se produzca tensión, moviéndolo cada poco de modo que lo impreso resalte más claramente y parpadeando ocasionalmente. Aumenta el tiempo que pasa leyendo conforme sus ojos mejoran, lo que sucede con bastante rapidez mientras sigue con el tratamiento.

Realiza ejercicios de cuello por la mañana y por la noche para ayudar a su curación, y salpica los ojos con agua fría varias veces al día. Su progreso es continuo, y a las tres semanas de haber empezado el tratamiento su vista casi ha vuelto a ser normal. En unas cuantas semanas más su curación se habrá completado.

 

Estrabismo (bizqueo)

 

Molly E., de siete años, tiene estrabismo interno (bizqueo) en su ojo izquierdo como consecuencia de que algunos de los músculos del cuerpo se han atrofiado parcialmente como resultado de una inhibición nerviosa después de ser tratada de parálisis infantil del modo supresivo que es usual en la medicina.

Al instante se le proporcionó una dieta de frutas y ensaladas y se le realizó manipulación espinal. Esto, junto con el cubrimiento constante del ojo correcto para que sólo pudiera utilizar el débil, hace pronto maravillas.

Palmea durante veinte minutos dos veces al día, realiza los ejercicios de los músculos oculares y es estimulada a que lea todo lo que pueda con el ojo izquierdo (con frecuentes descansos).

También hace ejercicios especiales con el ojo malo, teniendo tapado el otro. Estos consisten en hacerle mirar un lápiz sostenido ante el ojo y moverlo, principalmente hacia la derecha, de modo que el ojo gire hacia fuera lo más posible. Este ejercicio lo realiza un minuto o dos tres veces al día, moviendo el lápiz hacia adelante y hacia atrás todo el tiempo, mientras la paciente sigue el movimiento lo mejor que puede, especialmente en la dirección que se aleja del bizqueo.

Como resultado de todo ello, en dos meses el ojo afectado ha ido volviendo gradualmente a la normalidad y su salud general es mejor de lo que lo fue en años.

 

Cataratas

 

Mrs. F., de cincuenta y seis años, sufre de cataratas en ambos ojos.

Su problema está sólo en las primeras etapas, pero se le ha dicho que su condición es incurable y que lo único que puede hacer es esperar a que sus cataratas estén «maduras», en cuyo momento podrán ser eliminadas mediante una operación realizada en un hospital.

Oyó hablar del método de curación natural y decidió intentarlo, pues no tenía muchos deseos de sufrir una operación si ésta podía evitarse.

Se le explicó que la causa de las cataratas es la obstrucción del cristalino como consecuencia de la acumulación de productos de desecho en la lente —residuos de un metabolismo imperfecto—; es una señal de que el cuerpo está lleno de venenos acumulados por los canales usuales: dieta equivocada y mala eliminación.

Se le suministró en seguida una dieta natural muy estricta, se le hizo tratamiento espinal y se le dijo que utilizara una lavativa diaria para limpiar los intestinos.

Por lo que respecta a los ojos, hace media hora de palmeo dos veces por día, seguido de ejercicios de los músculos oculares; los ejercicios de cuello los hace por la mañana y por la noche. Se salpica los ojos frecuentemente con agua fría y toma baños de sol siempre que es posible durante diez minutos. También hace diez minutos diarios de oscilaciones, y se da cuenta de que esto le ayuda mucho.

Al cabo de un mes su vista comienza a mejorar, al igual que su salud general, y puede hacer más tratamiento ocular del que era posible en un principio.

Lee algo todos los días, y practica también la memoria, la imaginación y la fijación central; está muy complacida al observar que recupera vista con regularidad.

Conforme continúa el tratamiento, su progreso es tan marcado que puede ver muy bien con ambos ojos; además su salud es mejor de lo que había sido durante años.

Al cabo de seis meses comprende que el tratamiento natural no sólo le ha restaurado la vista, sino que le ha dado salud y una nueva vida, y no considera milagroso evitar la mesa de operaciones.

 

Nota especial.— Los casos mencionados son ejemplos de tipos usuales de defectos visuales que se encuentran comúnmente en la vida diaria, pero no debe pensarse que sólo éstos pueden curarse con el tratamiento natural. Muchos otros tipos de deficiencias visuales es posible remediarlos efectivamente con estos métodos, siempre que al caso no se le hay a permitido progresar demasiado, y se han conseguido curaciones de daltonismo, hemeralopías, nistagmas. ambliopías, etc., al igual que de los tipos ya mencionados.

 

En los capítulos siguientes se trata con detalle las causas y tratamientos de las enfermedades oculares más predominantes; pero antes de pasar a ello, hay algunas otras condiciones oculares que necesitan referencias:

 

Desprendimiento de retina.— Es una condición que puede presentarse por un golpe o accidente, o como resultado de una miopía extrema y el uso constante de gafas muy potentes. Por lo que se refiere al tratamiento, puede ser útil el palmeado durante largos períodos, pero, por desgracia, en la mayor parte de los casos no sirven en gran medida los métodos descritos en este libro.

 

Manchas flotantes ante los ojos.— Suelen deberse a desarreglos funcionales físicos, como por ejemplo desórdenes en hígado o riñones, y por tanto es necesario un tratamiento dietético que sirva de rectificación; pero también hay algunos en la porción vítrea del ojo. En realidad carecen de significación patológica, pero suelen interferir en la visión y producir molestias. Una dieta limpiadora suele resultar beneficiosa, pero en la mayor parte de los casos no es posible hacer nada para liberarse de tal condición, por lo que se aconseja al paciente que se olvide de ella todo lo que pueda. No obstante, el autor ha sido informado de que la ingestión de sílice en la forma de sales de tejidos bioquímicos suele ser útil para liberarse de las manchas flotantes producidas por la presencia de restos de células en el vítreo.

 

Orzuelos.— Se deben a una mala condición del sistema, y por tanto, para su desaparición es necesario un tratamiento constitucional. Resulta beneficioso el baño con agua caliente y sales de higuera (sulfato de magnesio), utilizando una cuchara de postre de sales por cada taza grande (cuarto de litro) de agua caliente. Hay que tener cuidado y mantener los ojos cerrados mientras se realiza el baño. (También resulta beneficioso en estos casos el uso de extracto de eufrasia.

 

Nota sobre las sales de tejido bioquímico en el tratamiento de enfermedades oculares y otros defectos.— El autor ha investigado posteriormente el valor de las sales de tejidos bioquímicos en el tratamiento de las enfermedades oculares y otros defectos oculares, y considera su deber informar a los lectores de que, en ciertos casos, se han logrado muchas cosas en conjunción con las diversas medidas descritas en el presente libro. Estas sales pueden conseguirse en los establecimientos del ramo, pero requieren una supervisión especializada en su administración. El autor lamenta que sea imposible dar un plan general para que puedan ser utilizadas por los lectores de este libro que podrían beneficiarse de su utilización. Sí es posible, sin embargo, una generalización: y es que el fósforo potásico suele ser útil para reforzar los músculos y nervios oculares débiles, en conjunción con el sistema de tratamiento ocular presentado en este libro.

 

Nota especial sobre hemeralopía.— La investigación ha revelado que la hemeralopía es el resultado ante todo de una dieta insuficiente en vitamina A. Esta vitamina se encuentra sobre todo en los aceites de hígado de bacalao y de otros peces, así como en los otros alimentos mencionados anteriormente. Por tanto, es aconsejable que los aquejados de hemeralopía tornen a diario aceite de hígado de bacalao como medida terapéutica, y que incluyan en sus dietas a diario, siempre que puedan, los otros alimentos a los que ya nos referimos.

 

X. CAUSAS DE LAS ENFERMEDADES OCULARES

 

Muchas personas no se dan cuenta de que las enfermedades oculares y la visión defectuosa entran en dos categorías totalmente diferentes. Y sin embargo es así. Las enfermedades oculares se producen como resultado de cambios patológicos en las diversas estructuras oculares, como consecuencia de las perturbaciones de función tanto en el ojo como en otras partes del cuerpo. La visión defectuosa es el resultado no de tales cambios patológicos, sino de una incapacidad del ojo como totalidad de acomodarse al acto instintivo fisiológico de ver. La vista corta, la vista larga, etc., son defectos de visión; las cataratas, glaucoma, iritis, etc., son enfermedades del ojo.

Lógicamente, muchas de las enfermedades del ojo interfieren en los procesos de visión, y algunas llegan a impedirla totalmente; pero, por así decirlo, son efectos secundarios. No deben ser clasificadas con las condiciones por las que el ojo no puede enfocar correctamente los objetos cercanos a los lejanos, y que dan lugar a lo que llamamos verdadera visión defectuosa.

Una persona con la visión ordinaria y normal puede desarrollar la visión defectuosa, pues la causa raíz del defecto es la tensión mental; pero para el desarrollo de las enfermedades oculares debe existir algo definitivamente equivocado en el organismo físico. No debemos olvidar nunca que los ojos son partes del cuerpo, y que como tales deben compartir cualquier perturbación de función que afecte a todo el organismo; si vamos a referirnos a las causas raíces de las enfermedades oculares, éste es el hecho más importante de todos. ¡No hemos de mirar a los ojos como los causantes de las enfermedades oculares, sino al cuerpo, en cuanto que totalidad de la que forman parte!

El tratamiento ortodoxo se basa ante todo en la falsa suposición de que como una enfermedad afecta a los ojos, su causa tiene que estar en algo que sólo tiene relación con los ojos, como irritación local, tensión ocular prolongada, etc. Cierto que esos factores tienen su parte en la producción de las enfermedades oculares, pero son sólo de segunda importancia. En cuanto al origen de las enfermedades oculares, es infinitamente más importante la condición corporal general del individuo aquejado y su historial médico anterior.

Puede considerarse como un axioma el hecho de que ninguna persona que esté realmente en buena salud puede desarrollar enfermedades de los ojos, como conjuntivitis, cataratas, etc. Una vitalidad disminuida y una corriente sanguínea envenenada, debida a una alimentación equivocada y a un modo de vida erróneo, son siempre el origen del problema. La ciencia médica suele ignorar estos factores subyacentes; por eso el tratamiento constitucional, y sólo él, puede desembarazarse de las enfermedades de una manera sana y satisfactoria, dejando al paciente en mejor estado de salud que el que tenía gracias a la limpieza de su sistema que habrá recibido como consecuencia del tratamiento.

Cuando el paciente de una enfermedad ocular pueda comprender que debe atender al estado de todo su cuerpo para encontrar la causa de la enfermedad, estará ya a medio camino de la curación. Sólo la ignorancia de la verdad vital le impide entender su problema y ser capaz de asirlo con éxito. El tratamiento médico de las enfermedades oculares es supresivo e innatural, y surge de la incapacidad fundamental de entender las causas primarias concernidas en el desarrollo de la condición bajo tratamiento.

La más importante de todas las enfermedades oculares es la catarata, y su tratamiento médico, la operación, es tan supresivo y dañino como otra operación realizada sobre cualquier parte del cuerpo. Sólo trata los efectos del problema, no las causas. La condición constitucional del aquejado, que es la primera clave del problema, es ignorada totalmente por ese tratamiento; en realidad, el factor constitucional es agravado.

Nada puede demostrar con más claridad la afirmación de los partidarios de la cura natural de que el cuerpo es una unidad —y que en la enfermedad debe ser tratado como tal— que el éxito gratificante conseguido en el tratamiento natural de las enfermedades oculares; dicho tratamiento se dirige casi exclusivamente a la limpieza del cuerpo como totalidad, aunque, lógicamente, también se presta un poco de atención al tratamiento local del ojo.

Tras esta introducción a la causa y tratamiento de las enfermedades oculares, veamos y tratemos una a una las enfermedades mismas. (Sólo hablaremos aquí de las más importantes.) La primera, por orden alfabético, es la catarata.