No basta abrir la ventana
para ver los campos y el río.
No es bastante no ser ciego
para ver los árboles y flores.
También es necesario no tener filosofía.
Con filosofía no hay árboles: hay sólo ideas.
Hay sólo cada uno de nosotros, como un sótano.
Hay sólo una ventana cerrada, y todo el mundo afuera;
y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriera,
que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.
* * *
Hablas de civilización y de no deber ser,
o de no deber ser así.
Dices que todos sufren o la mayor parte,
con las cosas humanas puestas de esta forma;
dices que si fueran diferentes sufrirían menos.
Dices que si fuera como tú quieres sería mejor.
Escucho sin oírte.
¿Para qué querría oírte?
Oyéndote, terminaría sin saber nada.
Si las cosas fueran diferentes, serían diferentes: eso es todo.
Si las cosas fueran como tú quieres, serían sólo como tú quieres.
¡Ay de ti y de todos que pasan la vida
queriendo inventar la máquina de hacer felicidad!
* * *
Entre lo que veo de un campo y lo que veo de otro campo
pasa un momento una figura de hombre.
Sus pasos van con «él» en la misma realidad,
pero yo reparo en él y en ellos, y son dos cosas:
El «hombre» va andando con sus ideas, falso y extranjero,
y los pasos van con el sistema antiguo que hace andar las piernas.
Lo miro de lejos sin opinión ninguna.
Qué perfecto que es en él lo que él es: su cuerpo,
su verdadera realidad que no tiene deseos ni esperanzas
sino músculos y la forma cierta e impersonal de usarlos.
* * *
Niño desconocido y sucio jugando en mi puerta,
no te pregunto si me traes un recado de los símbolos.
Me haces gracia por nunca haberte visto antes
y, naturalmente, si pudieras estar limpio serías otro niño,
y no vendrías aquí.
¡Juega en el polvo, juega!
Aprecio tu presencia sólo con los ojos.
Vale más la pena ver una cosa siempre por primera vez que conocerla,
porque conocer es como no haber visto nunca por primera vez,
y no haber visto nunca por primera vez es sólo haber oído contar.
El modo en que este niño está sucio es diferente del modo en que otros están sucios.
¡Juega! Al coger una piedra que te cabe en la mano
sabes que te cabe en la mano.
¿Qué filosofía es la que llega a mayor certeza?
Ninguna, y ninguna puede venir a jugar nunca a mi puerta.
* * *
Verdad, mentira, certeza, incerteza…
Aquel ciego del camino conoce también estas palabras.
Estoy sentado en un alto escalón y tengo las apretadas manos
sobre lo más alto de las rodillas cruzadas.
Bien: verdad, mentira, certeza, incerteza ¿qué son?
El ciego para en el camino,
solté las manos de encima de las rodillas.
Verdad, mentira, certeza, incerteza, ¿son las mismas?
Algo mudó en una parte de la realidad: mis rodillas y mis manos.
¿Cuál es la ciencia que tiene conocimiento para esto?
El ciego continúa su camino y yo no hago más gestos.
Ya no es la misma hora, ni la misma gente, ni nada igual.
Ser real es esto.
* * *
Una carcajada de muchacha suena con el aire del camino.
Rió de lo que dijo quien no veo.
Me acuerdo ya que oí.
Pero si me hablasen ahora de una carcajada de muchacha del camino.
diré: no, los montes, las tierras al sol, el sol, la casa aquí,
y yo, que sólo oigo el ruido callado de la sangre que hay en mi vida a los dos lados de la cabeza.
* * *
Noche de San Juan más allá del muro de mi patio.
De este lado, yo sin noche de San Juan.
Porque hay San Juan donde lo festejan.
Para mí hay una sombra de luz de hogueras en la noche,
un ruido de carcajadas, los golpes de los saltos.
Y un grito casual de quien no sabe que existo.
* * *
Ayer el predicador de sus verdades
habló de nuevo conmigo.
Habló del sufrimiento de las clases que trabajan
(no de las personas que sufren, que es, al fin, quien sufre).
Habló de la injusticia de que unos tengan dinero
y otros tengan hambre, que no sé si es hambre de comer
o si es sólo hambre del postre ajeno.
Habló de todo lo que pudiera hacerle molestarse.
¡Qué feliz debe ser quien puede pensar en la infelicidad de los demás!
¡Qué estúpido si no sabe que la infelicidad de los demás es de ellos
y no se cura por fuera,
porque sufrir no es tener falta de pintura
o que el ataúd no tenga aros de hierro!
Que haya injusticia es como que haya muerte.
Yo nunca daría un paso para alterar
aquello que llaman la injusticia del mundo.
Mil pasos que diera para eso
serían sólo mil pasos.
Acepto la injusticia como acepto que una piedra no sea redondeada,
y que un alcornoque no haya nacido pino o roble.
Corté la naranja en dos, y las dos partes no podían quedar iguales.
¿Para cuál fui injusto, yo, que voy a comerlas ambas?
Tú, místico, ves una significación en cada cosa.
Para ti todo tiene un sentido velado.
Hay algo oculto en cada cosa que ves.
Lo que ves lo ves siempre para ver otra cosa.
Yo, gracias a tener ojos sólo para ver,
veo ausencia de significación en cada cosa;
lo veo y me amo porque ser una cosa es no significar nada.
Ser una cosa es no ser susceptible de interpretación.
* * *
Pastor del monte, tan lejos de mí con tus ovejas,
¿qué felicidad es esa que pareces tener: la tuya o la mía?
La paz que siento cuando te veo, ¿me pertenece o te pertenece?
No; ni a ti ni a mí, pastor.
Pertenece sólo a la paz y a la felicidad.
Ni tú la tienes, porque no sabes que la tienes.
Ni yo la tengo, porque sé que la tengo.
Ella es ella solamente, y cae sobre nosotros como el sol,
que te da en la espalda y te calienta, y piensas en otra cosa indiferentemente,
y me da en la cara y me ciega, y sólo pienso en el sol.
* * *
Me dices: tú eres algo más
que una piedra o una planta.
Me dices: sientes, piensas y sabes
que piensas y sientes.
Entonces ¿las piedras escriben versos?
Entonces ¿las plantas tienen ideas sobre el mundo?
Sí: hay diferencia.
Pero no es la diferencia que encuentras;
porque el tener conciencia no me obliga a tener teorías sobre las cosas:
sólo me obliga a ser consciente.
¿Si soy más que una piedra o una planta? No sé.
Soy diferente. No sé lo que es más o menos.
¿Tener conciencia es más que tener color?
Puede ser y puede no ser.
Sé que es diferente, sólo.
Nadie puede probar que es más que sólo diferente.
Sé que la piedra es la real y que la planta existe.
Sé esto porque existen.
Lo sé porque mis sentidos me lo muestran.
Sé que soy real también.
Lo sé porque mis sentidos me lo muestran,
aunque con menos claridad con que me muestran la piedra y la planta.
No sé nada más.
Sí, escribo versos y la piedra no escribe versos.
Sí, hago ideas sobre el mundo y las plantas ningunas.
Pero es que las piedras no son poetas; son piedras;
y las plantas son plantas solamente, no pensadores.
Tanto puedo decir que soy por esto superior a ellas
como que soy inferior.
Pero no digo eso; digo de la piedra: «es una piedra»;
digo de la planta: «es una planta»;
digo de mí: «soy yo».
Y no digo nada más. ¿Qué más hay que decir?
* * *
La espantosa realidad de las cosas
es mi descubrimiento de cada día.
Cada cosa es lo que es,
y es difícil explicar a alguien cuánto eso me alegra.
Y cuanto eso me basta.
Basta existir para serse completo.
He escrito bastantes poemas.
He de escribir muchos más, naturalmente.
Cada poema me lo dice,
y todos mis poemas son diferentes
porque cada cosa que hay es una manera de decirlo.
A veces me pongo a mirar una piedra.
No me pongo a pensar si siente.
No me pierdo llamándola hermana mía.
Pero me gusta porque es una piedra,
me gusta porque no siente nada,
me gusta porque no tiene parentesco ninguno conmigo.
Otras veces oigo pasar el viento
y creo que soló para oír pasar el viento vale la pena haber nacido.
No sé lo que los demás pensarán leyendo esto;
pero creo que debe estar bien porque lo pienso sin esfuerzo,
y sin idea de otras personas que me oigan pensar;
porque lo pienso sin pensamientos,
porque lo digo como mis palabras lo dicen.
Me llamaron una vez poeta materialista,
y me admiré, porque no juzgaba
que pudiera llamárseme cualquier cosa.
Yo ni siquiera soy poeta: veo.
Si lo que escribo tiene valor, no soy yo quien lo tengo:
el valor está ahí, en mis versos.
Todo esto es absolutamente independiente de mi voluntad.
* * *
Cuando vuelva a venir la Primavera
tal vez ya no me encuentre en el mundo.
Me gustaba ahora poder juzgar que la Primavera es persona,
para poder suponer que lloraría
al ver que pierde a su único amigo.
Pero la Primavera ni siquiera es una cosa:
es una manera de decir.
Ni incluso las flores vuelven, o las hojas verdes.
Hay nuevas flores, nuevas hojas verdes.
Hay otros días suaves.
Nada vuelve, nada se repite, porque todo es real.
* * *
Si muero joven,
sin poder publicar libro ninguno,
sin ver la cara que tienen mis versos en letra impresa,
pido que, si quisieran tacharse por mi causa,
que no se tachen.
Si así ocurrió, está bien así.
Aunque mis versos no se impriman nunca,
tendrán su belleza si fueran bellos.
Pero no pueden ser bellos y quedar por imprimir,
porque las raíces pueden estar bajo la tierra
pero las flores florecen al aire libre y a la vista.
Tiene que ser así por fuerza. Nada lo puede impedir.
Si muero muy joven, oíd esto:
Nunca fui mas que un niño que jugaba.
Fui pagano como el sol y como el agua,
de una religión universal que solamente los hombres no poseen.
Fui feliz porque no pedí cosa ninguna,
ni procuré encontrar nada,
ni creí que hubiera más explicación
que el que la palabra explicación no tenga ningún significado.
No deseé más que estar bajo el sol o la lluvia,
al sol cuando había sol
y bajo la lluvia cuando estaba lloviendo
(y nunca al contrario),
sentir calor y frío y viento,
y no ir más lejos.
Una vez amé, juzgué que me amarían,
pero no fui amado.
No fui amado por la única gran razón:
porque no tenía que ser.
Me consolé volviendo al sol y a la lluvia,
y sentándome otra vez a la puerta de casa.
Los campos, al fin, no son tan verdes para los que son amados
como para los que no lo son.
Sentir es estar distraído.
* * *
Cuando venga la Primavera,
si ya estuviera muerto,
las flores florecerán de la misma manera
y los árboles no serán menos verdes que en la Primavera pasada.
La realidad no necesita de mí.
Siento una alegría enorme
al pensar que mi muerte no tiene importancia ninguna.
Si supiera que mañana moría
y la Primavera fuera pasado mañana,
moriría contento porque ella era pasado mañana,
Si es ese su tiempo, ¿cuándo habría de venir sino en su tiempo?
Me gusta que todo sea real y que todo esté cierto;
y me gusta porque así sería, incluso aunque no me gustase.
Por eso si muero ahora muero contento,
porque todo es real y todo está bien.
Pueden rezar latín sobre mi féretro si quieren.
Si quieren pueden danzar y cantar a su alrededor.
No tengo preferencias para cuando ya no pueda tener preferencias.
Lo que sea, cuando sea, es lo que será lo que es.
* * *
Si, después de morir, quisieran escribir mi biografía,
nada más sencillo.
Hay sólo dos fechas: la de mi nacimiento y la de mi muerte.
Entre una y otra cosa son todos los días míos.
Soy fácil de definir.
Vi como un loco.
Amé las cosas sin sentimentalidad ninguna.
Nunca tuve un deseo que no pudiera realizar, porque nunca me cegué.
Incluso oír nunca fue para mí sino un acompañamiento de ver;
comprendí que las cosas son reales y todas tan diferentes las unas de las otras;
lo comprendí con los ojos, nunca con el pensamiento.
Comprenderlo con el pensamiento sería parecernos todas iguales.
Un día me dio el sueño como a cualquier niño.
Cerré los ojos y dormí.
Además de esto, fui el único poeta de la Naturaleza.
* * *
Cuando no te tenía
amaba la Naturaleza como un monje apacible a Cristo…
Ahora amo la Naturaleza
como un monje apacible a la Virgen María,
religiosamente, a mi modo, como antes,
pero de otra forma más conmovida y próxima…
Veo mejor los ríos cuando voy contigo
por los campos hasta la ribera de los ríos;
sentado a tu lado observando las nubes
las observo mejor.
Tú no me quitaste la Naturaleza…
Tú cambiaste la Naturaleza…
Trajiste la Naturaleza a mis pies;
por tu existir la veo mejor, pero la misma;
por amarme tú la amo del mismo modo, pero más;
por escogerme tú para tenerte y amarte,
mis ojos la contemplaron más morosamente
sobre todas las cosas.
No me arrepiento de lo que en otro tiempo fui porque aún lo soy.
* * *
Camina alta en el cielo la luna de la Primavera.
Pienso en ti y dentro de mí estoy completo.
Corre por los vagos campos hasta mí una ligera brisa.
Pienso en ti, murmuro tu nombre; y no soy yo: soy feliz.
Mañana vendrás, andarás conmigo cogiendo flores por el campo,
y yo andaré contigo por el campo para verte coger flores.
Ya te veo mañana cogiendo flores conmigo por los campos,
pues, cuando vengas mañana y andes conmigo por el campo cogiendo flores,
será eso una alegría y una verdad para mí.
* * *
Es de noche. La noche es muy oscura. En una casa a una gran distancia
brilla la luz de una ventana.
La veo y me siento humano de los pies a la cabeza.
Es curioso que toda la vida del individuo que allí vive, y que no sé quién es,
me atrae sólo por esa luz vista a lo lejos.
Sin duda su vida es real y él tiene rostro, gestos, familia y profesión.
Pero ahora sólo me importa la luz de su ventana.
A pesar de que la luz esté allí por haberla él encendido,
la luz es la realidad inmediata para mí.
Yo nunca voy más allá de la realidad inmediata.
Más allá de la realidad inmediata no hay nada.
Si yo, desde donde estoy, sólo veo aquella luz,
en relación a la distancia en que estoy hay sólo aquella luz.
El hombre y su familia son reales del lado de allá de la ventana.
Yo estoy del lado de acá, a gran distancia.
Se apagó la luz.
¿Qué me importa que el hombre continúe existiendo?
* * *
Nunca sé cómo puede parecer triste un poniente.
Sólo si es porque un poniente no es una madrugada.
Pero si es un poniente, ¿cómo había de ser una madrugada?
* * *
* * *
Cuando la hierba crezca sobre mi sepultura,
sea esa la señal para que me olviden totalmente.
La Naturaleza nunca recuerda y por eso es bella.
Y si tuvieran la necesidad enfermiza de «interpretar» la hierba verde sobre mi sepultura,
digan que continúo verdeciendo y siendo natural.
* * *
Cuando hace frío en el tiempo del frío es para mí como si hiciera bueno,
porque para mi ser adecuado a la existencia de las cosas
lo natural es lo agradable sólo por ser natural.
Acepto las dificultades de la vida porque son el destino,
como acepto el frío excesivo en lo alto del Invierno
apaciblemente, sin quejarme, como quien meramente acepta
y encuentra una alegría en el hecho de aceptar,
en el hecho sublimemente científico y difícil de aceptar lo natural inevitable.
¿Qué son para mí las enfermedades que tengo y los males que me ocurren
sino el Invierno de mi persona y de mi vida?
El Invierno irregular, cuyas leyes de aparecimiento desconozco,
pero que existe para mí en virtud de la misma fatalidad sublime,
de la misma inevitable exterioridad a mí,
como el calor de la tierra en lo alto del Verano
y el frío de la tierra en la cima del Invierno.
Acepto por personalidad.
Nací sujeto como los demás a yerros y a defectos,
pero nunca al yerro de querer comprender demasiado,
nunca al yerro de querer comprender sólo con la inteligencia,
nunca al defecto de exigir del Mundo
que fuera cualquier cosa que no fuera el Mundo.
* * *
Esté lo que esté en el centro del Mundo,
me dio el mundo exterior como ejemplo de Realidad,
y cuando digo «esto es real», aún de un sentimiento,
lo veo sin querer en un espacio cualquiera exterior,
lo veo con una visión cualquiera fuera y ajeno a mí.
Ser real quiere decir no estar dentro de mí.
De mi persona de dentro no tengo noción de realidad.
Sé que el mundo existe, pero no sé si existo.
Estoy más seguro de la existencia de mi casa blanca
que de la existencia interior del dueño de la casa blanca.
Creo más en mi cuerpo que en mi alma,
porque mi cuerpo se presenta en medio de la realidad.
Y puede ser visto por otros,
puede tocar a otros,
puede sentarse y estar de pie;
pero mi alma sólo puede ser definida en términos de fuera.
Existe para mí —en los momentos en que juzgo que efectivamente existe—
por un préstamo de la realidad exterior del Mundo.
Si el alma es más real
que el mundo exterior, como tú, filósofo, dices,
¿para qué el mundo exterior me fue dado como modelo de la realidad?
Si es más cierto que yo sienta
que el existir las cosas que siento,
¿para qué siento
y para qué surge esa cosa independiente de mí
sin necesitar de mí para existir,
siempre unido yo a mí mismo, siempre personal e intransferible?
¿Para qué me muevo con los demás
en un mundo en que nos entendemos y donde coincidimos
si acaso ese mundo es el error y yo el que está en lo cierto?
Si el Mundo es un error, es un error de todo el mundo.
Y cada uno de nosotros es el error de cada uno de nosotros solamente.
Cosa por cosa, el Mundo es más certero.
¿Pero por qué me interrogo sino porque estoy enfermo?
En los días certeros, en los días exteriores de mi vida,
en mis días de perfecta lucidez natural,
siento sin sentir que siento,
veo sin saber que veo,
y nunca el Universo es tan real como entonces,
nunca el Universo está (no es cerca o lejos de mí,
sino) tan sublimemente no-mío.
Cuando digo «es evidente» ¿quiero acaso decir «soy yo el que lo veo»?
Cuando digo «es verdad», ¿quiero acaso decir «es mi opinión»?
Cuando digo «allí está» ¿quiero acaso decir «no está allí»?
Y si esto es así en la vida, ¿por qué será diferente en la filosofía?
Vivimos antes de filosofar, existimos antes de saberlo.
Y el primer hecho merece al menos la primacía y el culto.
Sí, antes de ser interior somos exterior.
Por eso somos exterior esencialmente.
Dices, filósofo enfermo, filósofo al fin, que esto es materialismo.
Pero ¿cómo puede esto ser materialismo, si materialismo es una filosofía,
y, si es una filosofía sería, siendo al menos mía, una filosofía mía,
y esto ni siquiera es mío, ni siquiera soy yo?
* * *
* * *
La guerra que aflije con sus escuadrones al Mundo
es el tipo perfecto de error de la filosofía.
La guerra, como todo humano, quiere alterar.
Pero la guerra, quiere alterar más que nada y alterar mucho
y alterar deprisa.
Pero la guerra infringe la muerte.
Y la muerte es el desprecio del Universo por nosotros.
Teniendo como consecuencia la muerte, la guerra prueba que es falsa.
Siendo falsa, prueba que es falso todo el querer-alterar.
Dejemos al universo exterior y a los otros hombres donde la Naturaleza los puso.
Todo es orgullo e inconsecuencia.
Todo es querer moverse, hacer cosas, dejar rastro.
Para el corazón y el comandante de los escuadrones
regresa a bocados el universo exterior.
La química directa de la Naturaleza
no deja lugar vacío para el pensamiento.
La humanidad es una rebelión de esclavos.
La humanidad es un gobierno usurpado por el pueblo.
Existe porque usurpó, pero yerra porque usurpar es no tener derecho.
¡Dejad existir el mundo exterior y la humanidad natural!
¡Paz a todas las cosas pre-humanas, incluso en el hombre
paz a la esencia enteramente exterior del Universo!
* * *
¡Ah! ¡quieren una luz mejor que
la del Sol!
¡Quieren prados más verdes que éstos!
¡Quieren flores más bellas que éstas
que yo veo!
A mí este Sol, estos prados, estas flores
me contentan.
Pero si acaso me descontentasen,
lo que quiero es un sol más sol
que el Sol,
lo que quiero es prados más prados
que estos prados,
lo que quiero es flores más flores
que estas flores.
¡Todo más ideal que lo que es del mismo modo y de misma manera!
* * *
Gozo los campos sin notarlos.
Me preguntas por qué los gozo.
Porque los gozo, respondo.
Gozar de una flor es estar al pie de ella inconscientemente
y tener una noción de su perfume en nuestras ideas más apagadas.
Cuando noto, no gozo: veo.
Cierro los ojos y mi cuerpo, entre la yerba,
pertenece enteramente al exterior de quien cierra los ojos.
A la dureza fresca de la tierra olorosa e irregular;
y algo de los ruidos indistintos de las cosas que existan,
y sólo una sombra encarnada de luz me carga levemente en las órbitas,
y sólo un resto de vida oye.
* * *
Vive, dices, en el presente;
vive sólo en el presente.
Pero yo no quiero el presente, quiero la realidad;
quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide.
¿Qué es el presente?
Es una cosa relativa al pasado y al futuro.
Es una cosa que existe en virtud de que otras cosas existan.
Quiero sólo la realidad, las cosas sin presente.
No quiero incluir el tiempo en mi esquema.
No quiero pensar en las cosas como presentes; quiero pensar en ellas como cosas.
No quiero separarlas de sí mismas, tratándolas como presentes.
Ni como reales las debía de tratar.
No las debía de tratar como nada.
Debería verlas, sólo verlas;
verlas hasta no poder pensar en ellas,
verlas sin tiempo, ni espacio,
ver pudiendo dispensar todo menos lo que se ve.
Es ésta la ciencia de ver, que no es ninguna.
* * *
Hoy por la mañana salí muy temprano
por haber despertado aún más temprano
y no tener nada que quisiera hacer…
No sabía qué camino tomar
pero el viento soplaba fuerte, barría hacia un lado,
y seguí el camino hacia donde el viento me soplaba por la espalda.
Así ha sido siempre mi vida y
así quiero que pueda ser siempre.
Voy donde el viento me lleva y no me
siento pensar.
* * *
El amor es una compañía.
Ya no sé andar solo por los caminos
porque ya no puedo andar solo.
Un pensamiento visible me hace andar más deprisa
y ver menos, y al mismo tiempo gustarme mucho el ir viéndolo todo.
Incluso su ausencia es algo que está conmigo.
Y me gusta tanto que no sé cómo desearla.
Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los altos árboles.
Pero, si la veo, tiemblo, no sé qué se hace de lo que siento en su ausencia.
Todo yo soy cualquier fuerza que me abandona.
Toda la realidad mira hacia mí como un girasol con su cara en el medio.
* * *
El pastor amoroso perdió el cayado,
y las ovejas se descarriaron por la ladera
y, de tanto pensar, ni tocó la flauta que traje para tocar.
Nadie le apareció o le desapareció. Ya nunca encontró el cayado.
Otros, maldiciéndole, le recogieron las ovejas.
Nadie le había amado al fin.
Cuando se irguió de la ladera y de la verdad falsa, lo vio todo:
los grandes valles llenos de los mismos verdes de siempre,
las grandes montañas lejos, más reales que cualquier sentimiento,
toda la realidad, con el cielo y el aire y los campos que existen, están presentes.
(Y de nuevo el aire, que tanto tiempo le faltó, le entró fresco en los pulmones)
y sintió que de nuevo el aire le abría, pero con dolor, una libertad en el pecho.
* * *
Pasé toda la noche sin dormir, viendo, sin espacio, la figura de ella,
y viéndola siempre de maneras diferentes de como la encuentro.
Hago pensamientos con el recuerdo de lo que ella es cuando me habla,
y en cada pensamiento varía de acuerdo con su semejanza.
Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo de pensar en ella.
No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no pienso sino en ella.
Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi prefiero no encontrarla
para no tener que dejarla después.
No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que quiero. Quiero sólo
pensar en ella.
No pido nada a nadie, ni a ella; sólo pensar.
* * *
Primer anuncio de la tormenta de pasado mañana.
Las primeras nubes, blancas, paíran bajas en el cielo mortecino,
¿de la tormenta de pasado mañana?
Tengo la certeza, pero la certeza es mentira.
Tener certeza es no estar viendo.
Pasado mañana no existe.
Lo que existe es esto:
un cielo de azul, un poco empañado, unas nubes blancas en el horizonte,
con un retoque de sucio abajo como si viniese negro después.
Esto es lo que existe hoy,
y como hoy, de momento, es todo, esto es todo.
¿Quién sabe si yo estaré muerto pasado mañana?
Si yo estuviera muerto pasado mañana, la tormenta de pasado mañana
será otra tormenta diferente de la que sería si yo no hubiera muerto.
Sé muy bien que la tormenta no cae de mi vista,
pero si yo no estuviera en el mundo
el mundo sería diferente.
Existiré yo al menos
y la tormenta caerá en un mundo diferente y no será la misma tormenta.
* * *
Todos los días despierto ahora con alegría y pena.
Antes despertaba sin sensación ninguna; despertaba.
Tengo alegría y pena porque pierdo lo que sueño
y puedo estar en la realidad en que está lo que sueño.
No sé lo que he de hacer de mis sensaciones.
No sé lo que ser conmigo a solas.
Quiero que ella me diga algo para despertar de nuevo.
* * *
También sé hacer conjeturas.
Hay en cada cosa aquello que es lo que le anima.
En la planta está por fuera y es una ninfa pequeña.
En el animal es un ser interior lejano.
En el hombre es el alma que vive con él y es ya él.
En los dioses tienen el mismo tamaño
y el mismo espacio que el cuerpo
y es la misma cosa que el cuerpo.
Por eso se dice que los dioses nunca mueren.
Por eso los dioses no tienen cuerpo y alma
sino sólo cuerpo, y son perfectos.
El cuerpo es lo que les es alma
y tienen la conciencia en la propia carne divina.
* * *
La nieve puso un mantel callado sobre todo.
No se siente sino lo que pasa dentro de casa.
Me arrebujo en un cobertor y no pienso siquiera en pensar.
Siento un gozo de animal y vagamente pienso,
y me adormezco sin menos utilidad que todas las acciones del mundo.
* * *
Es tal vez el último día de mi vida.
Saludé al sol, levantando la mano derecha,
pero no le saludé diciéndole adiós;
le hice un gesto de que me gustaba verlo antes: nada más.