Cuando casi son las nueve de la noche

 

 

 

… de un lunes cualquiera, Rafael recibe una llamada inesperada en su teléfono móvil.

— ¿Rafael?

— ¿Sí?

—Soy Rubén. ¿Cómo estás? —se escucha al otro lado de la línea.

— ¿Rubén? ¿El Rubén de…?

—Sí, el mismo. Verás, necesito hablar contigo.

—Conmigo ¿para qué, Darling? Los enemigos de mis amigos son mis enemigos. Como dice la canción. ¿O no era así? Los amigos de mis amigos son… — Canta, mientras trata de recordar la letra de la canción a la que se refiere.

—Rafael, por favor. Necesito tu ayuda. —Insiste. —Bueno, más que yo, Alex. Ella es quien te necesita.

— ¿Qué le ha pasado a mi niña? —Responde alterado.

—Nada, nada. —Insiste Rubén resoplando al recordar lo difícil que se le ha hecho siempre conectar con el amigo de su ex. — Verás, se trata de Congrats.

— ¿Qué pasa con Congrats?

— ¿Cómo le está funcionando? ¿Lo sabes? — Se interesa—. ¿Funciona bien?

—Por supuesto. —Responde Rafael haciéndose el digno—. ¿Por qué no iba a funcionar bien? —Pregunta con ironía—. Es cierto, Don perfecto no nos creía capaces de tirar el negocio adelante.

—Rafael, por favor. Estoy hablando en serio. Creo que sé cómo ayudaros. Pero Alex no lo aceptaría en la vida si viene de mí.

— Y yo tampoco. —Continúa—. No necesitamos tu caridad. Estamos muy enfadados contigo. Los enemigos de mis amigos…

— Sí, sí. Lo sé. Soy tu enemigo. Así que cuélgame y mándame a tomar por el culo por intentar ayudaros. —Responde con resignación.

— A tomar por el culo no, que a lo mejor hasta te gusta— alega el amigo de Alex, en un tono guasón.

Rubén se ríe con su comentario y añade:

— ¿Entonces, qué? ¿Vas a escuchar mi propuesta o no?

—Venga. Dispara. Pero muy buena idea tiene que ser para que acepte. Y sobre todo nunca, es decir, never never, Alexandra se puede enterar. ¿OK? 

— Me parece bien.

Entonces Rubén le cuenta su plan para desarrollar una plataforma online donde volcar los servicios, no solo a modo de información, sino también de contratación de packs a medida, ofreciendo un tarificador según el tipo de evento, el número de invitados, las actividades, el presupuesto disponible, etcétera, etcétera. Y antes de que Rafael pueda aludir a la falta de capital para la inversión, Rubén ofrece la plataforma totalmente gratis para Congrats, ya que pretende ser un duplicado exacto de la versión para la agencia de viajes, así como la mano de obra y las licencias, que corren también a su cargo.

— Pero esto me suena un poco a desviación de recursos ¿tú no te estarás jugando el tipo demasiado  con los trapicheos de la gestión?

—Ese es mi problema. Tú, cuanto menos sepas, mejor. Y ni una palabra de todo esto a Alexandra. Tiene que ser iniciativa tuya. Invéntate lo que quieras.

—Ok, ya veré cómo lo hago, porque yo miento fatal. Me pongo rojo y me sale sarpullidos en la lengua, y balbuceo, y me entran picores, y…

—Lo dejo en tus manos. Estamos en contacto. Chao.

Y antes de que Rafael pueda seguir hablando, se escuchan los tonos del teléfono sonar, que indican que ya no hay nadie al otro lado del auricular.

 

Mientras tanto, en el piso que hay justo enfrente de su piso, se encuentra Sandra dando vueltas con la cucharita en su taza de café. El sonido que hace es agudo y molesto, por lo que Sara se ve impulsada a agarrar la mano de su amiga y obligarla así a parar. 

—Si quieres jugamos a las adivinanzas o al frío, frío, calor, calor, o directamente me cuentas qué ha pasado y por qué estás tan nerviosa.

—No estoy nerviosa.

— ¿Es por Samuel?

—Caliente, caliente.

— ¡Vaya! La opción «juego» ha sido la escogida, ¿no?

—Frío, frío. —Responde con una tímida sonrisa en sus labios.

—Pues cuéntame ¿novedades?

—Lo he vuelto a ver.

— ¿Cuándo? ¿Has ido a verle? —Pregunta  Sarita, levantándose del sillón y sentándose en el sofá junto a su amiga.

—No, que va. Ha sido casualidad. Me lo he encontrado por la calle. Ha sido pura casualidad. —Explica—. De hecho, ni siquiera ha sido un encuentro. Nos hemos chocado torpemente y he acabado por el suelo.

—Y lo de ir a la pelu ¿ha sido antes o después de «chocarte con él accidentalmente»? —Pregunta Sarita con la ironía que la caracteriza.