Notas

[1] El tronco cerebral, por ejemplo, ubicado justo encima de la médula espinal, alberga el barómetro neuronal que registra nuestra relación con el entorno y aumenta o disminuye el arousal y la atención dependiendo del grado de vigilancia que necesitemos. Los lectores interesados en conocer los fundamentos básicos de cada aspecto de la atención pueden ver el artículo de Michael Posner y Steven Petersen titulado «The Attention System of the Human Brain», Annual Review of Neuroscience, 13, 1990, págs. 25-42. <<

[2] Entre esos sistemas cabe destacar, por ejemplo, el biológico, el ecológico, el económico, el social, el físico y el químico, tanto en sus versiones newtonianas como cuánticas. <<

[3] M.I. Posner y M.K. Rothbart, «Research on Attention Networks as a Model for the Integration of Psychological Science», Annual Review of Psychology 58, 2007, págs. 1-27, en 6. <<

[4] Anne Treisman, «How the Deployment of Attention Determines What We See», Visual Search and Attention 14, 2006: 4-8. <<

[5] Véase Nielsen Wire, 15 de diciembre de 2011. http://bit.ly/sTBRR8. <<

[6] Mark Bauerlein, «Why Geny-Y Johnny Can’t Read Nonverbal Cues», Wall Street Journal, 28 de agosto de 2009. <<

[7] El criterio para diagnosticar la «adicción» no específica un número determinado de horas de juego (o, salvando las distancias, de tragos de alcohol), sino que se centra, por el contrario, en los problemas generados por el hábito en otras dimensiones de la vida como la escuela, la familia o la sociedad. Una ludopatía perniciosa puede provocar el mismo tipo de estragos personales que los producidos por las drogas o el alcohol. Daphne Bavelier et al., «Brains on Video Games», Nature Reviews Neuroscience, diciembre de 2011, Vol. 12, págs. 763-768. <<

[8] Wade Roush, «Social Machines», Technology Review, agosto de 2005. <<

[9] Herbert Simon, «Designing Organizations for an Information-Rich World», en Donald M. Lamberton (ed.), The Economics of Communication and Information. Cheltenha (Reino Unido): Edward Elgar, 1997. Citado en Thomas H. Davenport y John C. Back, The Attention Economy. Boston, MA: Harvard University Press, 2001, pág. 11. <<

[10] William James, Principles of Psychology, 1890; citado en Jonathan Schooler et al., «Meta-Awareness, Perceptual Decoupling and the Wandering Mind», Trends in Cognitive Science, 15, número 7, julio de 2011, págs. 319-26. <<

[11] Ronald E. Smith et al., «Measurement and Correlates of Sport-Specific Cognitive and Somatic Trait Anxiety: The Sport Anxiety Scale», Anxiety, Stress & Coping: An International Journal, 2, número 4, 1990, págs. 263-280. <<

[12] Tratar de centrarse en una sola cosa ignorando el resto supone, para el cerebro, una especie de conflicto. La estructura cerebral mediadora en ese conflicto es la corteza cingulada anterior (CCA), que es la que identifica ese tipo de problemas y recluta, para resolverlos, a otras regiones cerebrales. Para centrarse en un foco atencional, la CCA apela al control cognitivo proporcionado por el área prefrontal, que desactiva los circuitos distractivos y amplifica aquellos que nos permiten lograr un pleno foco atencional. <<

[13] Cada uno de estos elementos esenciales refleja aspectos de la atención que abordamos en nuestra exploración. Richard J. Davidson y Sharon Begley, The Emotional Life of Your Brain, Nueva York: Hudson Street Press, 2012. <<

[14] Heleen A. Slagter et al., «Theta Phase Synchrony and Conscious Target Perception: Impact of Intensive Mental Training», Journal of Cognitive Neuroscience, 21, número 8, 2009, págs. 1536-1549. <<

[15] La corteza prefrontal es la que mantiene la atención, mientras que una región cercana, la corteza parietal, se ocupa de apuntar a un objetivo concreto. Cuando nuestra concentración se desdibuja, esas regiones se desactivan y nuestro foco atencional se desplaza a la deriva, quedando a merced de todo aquello que llame nuestra atención. <<

[16] Estos estudios han puesto de relieve que el cerebro de las personas aquejadas de trastorno de déficit de atención e hiperactividad [TDAH] muestra una actividad mucho menor en la región prefrontal y una menor sincronización de fase: A.M. Kelly et al., «Recent Advances in Structural and Functional Brain Imaging Studies of Attention-deficit/Hyperactivity Disorder», Behavioral and Brain Functions, 4, 2008, p. 8. <<

[17] Respuestas: 1) cierre de fase; 2) sensorial y emocional, y 3) la capacidad de concentrarse e ignorar las distracciones. <<

[18] Jonathan Smallwood et al., «Counting the Cost of an Absent Mind: Mind Wandering as an Underrecognized Influence in an Educational Performance», Psychonomic Bulletin and Review, 14, número 12, 2007, págs. 230-236. <<

[19] Nicholas Carr, The Shallows. Nueva York: Norton, 2011. <<

[20] Martin Heidegger, Discourse on Thinking. Nueva York: Harper & Row, 1966, p. 56. Heidegger ha sido citado por Carr, en The Shallows, en su advertencia sobre «lo que internet está haciendo a nuestros cerebros», nada bueno, en su opinión. <<

[21] George A. Miller, «The Magical Number Seven, Plus or Minus Two: Some Limits on our Capacity for Processing Information», Psychological Review, 63, 1956, págs. 81-97. <<

[22] Steven J. Luck y Edward K. Vogel, «The Capacity for Visual Working Memory for Features and Conjunctions», Nature, 390, 1997, págs. 279-281. <<

[23] Clara Moskowitz, «Mind’s Limit Found: 4 Things at Once», LiveScience, 27 de abril, 2008, http://bit.ly/II7Ine. <<

[24] David Garlan et al., «Toward Distraction-Free Pervasive Computing», Pervasive Computing, IEEE, 1, número 2, 2002, págs. 22-31. <<

[25] Clay Shirky, Here Comes Everybody. Nueva York: Penguin Books, 2009. <<

[26] Estos lazos débiles pueden ser considerados, en la política de las organizaciones, como una fortaleza oculta. En las organizaciones matriciales, la gente, en lugar de trabajar ateniéndose a una cadena de mando, tiene que influir en alguien sobre quien no tiene el menor control. Los lazos débiles, en cuanto relaciones a las que podemos recurrir en busca de ayuda o consejo, constituyen un capital social muy interesante. A falta de cualquier vínculo natural con el otro grupo en el que debamos influir, nuestras oportunidades son muy limitadas. <<

[27] Véase la entrevista de Thomas Malone en Edge.org, http://bit.ly/UpcFIT. <<

[28] Howard Gardner, William Damon y Mihalyi Csikszentmihalyi, Good Work: When Excellence and Ethics Meet, Nueva York: Basic Books, 2001, y Mihalyi Csikszentmihalyi, Good Business. Nueva York: Viking, 2003. <<

[29] Mihalyi Csikszentmihalyi y Reed Larson, Being Adolescent: Conflict and Growth in the Teenage Years. Nueva York: Basic Books, 1984. <<

[30] Mientras nos hallamos «en la zona», puede producirse una moderada activación de la red por defecto. Michael Esterman et al., «In the Zone or Zoning Out? Tracking Behavioral and Neural Fluctuations During Sustained Attention», Cerebral Cortex, http://bit.ly/15QnHyi, 31 de agosto de 2012. <<

[31] Henri Poincairé, citado en Arthur Koestler, The Act of Creation. Londres: Hutchinson, 1964, págs. 115-116. <<

[32] Algunos científicos cognitivos denominan mentes «separadas» a estos sistemas. En mi libro Inteligencia social, me he referido a los sistemas descendente y ascendente como «camino bajo» y «camino alto», respectivamente. Daniel Kahneman, en su libro Thinking Fast and Slow (Nueva York: Farrar, Straus and Giroux, 2012), utiliza las expresiones «sistema 1» y «sistema 2», a las que denomina «ficciones expositivas» y que, para mí, resultan tan difíciles de mantener como la «Cosa Uno» y la «Cosa Dos» de El gato en el sombrero. Dicho esto, cuanto más profundizamos en el cableado neuronal, menos satisfactorias resultan las expresiones «bajo» o «alto» aunque, a pesar de ello, seguiremos utilizándolas. <<

[33] Kahneman, Thinking Fast and Slow, p. 31. <<

[34] La médula espinal humana es uno de los muchos ejemplos que la evolución nos proporciona de diseño aceptable aunque no perfecto. Basado en sistemas más antiguos, ese simple apilamiento óseo en una sola columna funciona adecuadamente (aunque un trípode flexible de tres columnas hubiese resultado mucho más robusto). Cualquier persona aquejada de hernia discal o artritis cervical puede dar testimonio de estas imperfecciones. <<

[35] Lolo Jones y Sean Gregory, «Lolo’s No Choke», Time, 30 de julio de 2012, págs. 32-38. <<

[36] Sian Beilock et al., «When Paying Attention Becomes Counter-Productive», Journal of Experimental Psychology, 18, número 1, 2002, págs. 6-16. <<

[37] Todo esfuerzo para relajarnos está probablemente condenado al fracaso, especialmente en aquellos momentos en que más preocupados estamos por nuestro trabajo. Véase Daniel Wegner, «Ironic Effects of Trying to Relax Under Stress», Behaviour Research and Therapy Journal, 35, número 1, 1997, págs. 11-21. <<

[38] Daniel Wegner, «How to Think, Say or Do Precisely the Worst Thing for Any Occasion», Science, 3 de julio de 2009, págs. 48-50. <<

[39] Christian Merz et al., «Stress Impairs Retrieval of Socially Relevant Information», Behavioral Neuroscience, 124, número 2, 2010, págs. 288-293. <<

[40] «Unshrinkable», Harper’s Magazine, diciembre de 2009, págs. 26-27. <<

[41] Yuko Hakamata et al., «Attention Bias Modification Treatment», Biological Psychiatry, 68, número 11, 2010, págs. 982-990. <<

[42] Cuando los psicólogos mantuvieron algunas sesiones con individuos aquejados de ansiedad social a los que animaban a mirar los rostros amistosos y neutrales de una multitud, en lugar de fijarse en los rostros enojados, dos tercios de ellos lograron reducir su ansiedad. Norman B. Schmidt et al., «Attention Training for Generalized Social Anxiety Disorder», Journal of Abnormal Psychiatry, 118, número 1, 2009, págs. 5-14. <<

[43] Roy Y.J. Chua y Zou y Xi Zou (Canny), «The Devil Wears Prada? Effects of Exposure to Luxury Goods on Cognition and Decision Making» (2 de noviembre de 2009). Harvard Business School Organizational Behavior Unit Working Paper nº 10-034. 2 de noviembre de 2009, accesible en: http://ssrn.com/abstract=1498525 o http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1498525. <<

[44] Gavan J. Fitzsimmons et al., «Non-Conscious Influences on Consumer Choice», Marketing Letters, 13, número 3, 2002, págs. 269-279. <<

[45] Patrik Vuilleumier y Yang-Ming Huang, «Emotional Attention: Uncovering the Mechanisms of Affective Biases in Perception», Current Directions in Psychological Science, 18, número 3, 2009, págs. 148-152. <<

[46] Arne Ohman et al., «Emotion Drives Attention: Detecting the Snake in the Grass», Journal of Experimental Psychology: General, 130, número 3, 2001, págs. 466-478. <<

[47] Elizabeth Blagrove y Derrick Watson, «Visual Marking and Facial Affect: Can an Emotional Face Be Ignored?». Emotion, 10, número 2, 2010, págs. 147-68. <<

[48] A.J. Schackman et al., «Reduced Capacity to Sustain Positive Emotion in Major Depression Reflects Diminished Maintenance of Fronto-Striatal Brain Activation», Proceedings of the National Academy of Sciences, 106, 2009, págs. 22445-50. <<

[49] Ellen Langer, Mindfulness, Reading, MA: Addison-Wesley, 1989. <<

[50] Eric Klinger, «Daydreaming and Fantasizing: Thought Flow and Motivation», en K.D. Markman et al., (eds.), Handbook of Imagination and Mental Stimulation. Nueva York: Psychology Press, págs. 225-240. <<

[51] Kalina Christoff, «Undirected Thought: Neural Determinants and Correlates», Brain Research, 1428, págs. 51-59. <<

[52] Ibíd., p. 57. <<

[53] Kalina Christoff et al., «Experience Sampling during fMRI Reveals Default Network and Executive System Contributions to Mind Wandering», Proceedings of the National Academy of Sciences, 26 de mayo de 2009, 106, número 21, págs. 8719-8724. Las regiones ejecutivas clave son la corteza cingulada anterior y la corteza dorsolateral prefrontal y, en su modalidad por defecto, la corteza medial prefrontal y los circuitos asociados. <<

[54] J. Wiley y A.F. Jarosz, «Working Memory Capacity, Attentional Focus, and Problem Solving», Current Directions in Psychological Science, en prensa, 2012. <<

[55] Jonathan Schooler et al., «Meta-awareness, Perceptual Decoupling and the Wandering Mind», Trends in Cognitive Science, 15, número 7, julio de 201, págs. 319-326. <<

[56] Citado en Steven Johnson, Where Good Ideas Come From, Nueva York: Riverhead Books, 2010. <<

[57] Holly White y Priti Singh, «Creative Style and Achievement in Adults with ADHD», Personality and Individual Differences, 50, número 5, págs. 673-677. <<

[58] Kirsten Weir, «Pay Attention to Me», Monitor on Psychology, marzo de 2012, págs. 70-72. <<

[59] Shelley Carson et al., «Decreased Latent Inhibition is Associated with Increased Creative Achievement in High-Functioning Individuals», Journal of Personality and Social Psychology, 85, número 3, septiembre de 2003, págs. 499-506. <<

[60] Siyuan Liu et al., «Neural Correlates of Lyrical Improvisation: An fMRI Study of Freestyle Rap», Scientific Reports, 2, número 834, noviembre de 2012. <<

[61] La cita de Einstein ha sido recogida por Robert L. Oldershaw en un comentario publicado, en la revista Nature, el 21 de mayo de 2012. <<

[62] Jaime Lutz, «Peter Schweitzer, Code Breaker, Photographer; Loved Music; at 80», The Boston Globe, 17 de noviembre de 2011, p. B14. <<

[63] Se han producido más de 12 000 entradas diarias de parte de los 238 trabajadores del conocimiento. Teresa Amabile y Seven Kramer, «The Power of Small Wins», Harvard Business Review, mayo de 2011, págs. 72-80. <<

[64] Esa fue la pregunta formulada a miles de personas, en momentos aleatorios del día, por una aplicación del iPhone cuyo resultado puso de relieve que, cerca del 50% de las veces, se habían desviado de la actividad en curso. Los psicólogos de Harvard Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, desarrolladores de la aplicación, analizaron los informes relativos a 2250 mujeres y hombres estadounidenses para determinar la frecuencia con que sus mentes estaban en otra parte y cuál era su estado de ánimo. Véase Mathew Killingsworth y Daniel Gilbert, «A Wandering Mind is an Unhappy Mind», Science, 12 de noviembre de 2010, p. 932. <<

[65] Aunque muchos neurólogos la considerarían adecuada, la visión de que la corteza prefrontal medial es el asiento del «yo» es una simplificación. Se considera que una versión más compleja del «yo» es un fenómeno emergente basado en la actividad de múltiples circuitos neurológicos, entre los que se encuentra la corteza medial prefrontal. J. Smallwood y J.W. Schooler, «The Restless Mind», Psychological Bulletin, 132, 2006, págs. 946-958. <<

[66] Norman A.S. Farb et al., «Attending to the Present: Mindfulness Meditation Reveals Distinct Neural Modes of Self-Reference», Social Cognitive and Affective Neuroscience, 2, 2007, págs. 313-322. <<

[67] Al menos, eso es lo que los seres humanos proyectamos sobre los animales. <<

[68] E.D. Reichle et al., «Eye Movements during Mindless Reading», Psychological Science, 21, julio de 2010, págs. 1300-1310. <<

[69] J. Smallwood et al., «Going AWOL in the Brain — Mind Wandering Reduces Cortical Analysis of the Task Environment», Journal of Cognitive Neuroscience, 20, número 3, págs. 458-469; J.W.Y. Kam et al., «Slow Fluctuations in Attentional Control of Sensory Cortex», Journal of Cognitive Neuroscience, 23, 2011, págs. 460-470. <<

[70] Cedric Galera, «Mind Wandering and Driving: Responsibility Case-control Study», British Medical Journal, publicado en línea el 13 de diciembre de 2012. Identificador digital [doi]: 10.1136/bmj.e8105. <<

[71] Lo que significa que las actividades de los diferentes circuitos cerebrales no siempre se oponen. <<

[72] K.D. Gerlach et al., «Solving Future Problems: Default Network and Executive Activity Associated with Goal-Directed Mental Simulations», Neuroimage, 55, 2011, págs. 1816-1824. <<

[73] En cambio, cuanto menos nos percatamos de las distracciones mentales, mayor es la actividad de las áreas neuronales subyacentes y mayor su poder disruptivo sobre la tarea en curso. Al menos dos de las áreas cerebrales prefrontales implicadas en la divagación pueden llevarnos también a darnos cuenta de que nos hemos distraído. Los dos circuitos en cuestión son la corteza dorsolateral prefrontal y el cingulado anterior dorsal. <<

[74] Christoff et al., 2009, op. cit. «Experience Sampling During fMRI Reveals Default Network and Executive System Contributions to Mind Wandering». Este estudio está basado en el uso de una ventana abierta durante 10 segundos para poner a prueba la mente errática; 10 segundos es mucho tiempo para cualquier actividad mental. De ese modo, la conclusión de que intervienen tanto los circuitos ejecutivos como los mediales está abierta a objeciones. Esta conclusión, no obstante, según los autores, se deriva de la inferencia inversa basada en la creencia de que cuando, durante la ejecución de una tarea, se activa una determinada región cerebral, existe un fundamento neuronal para esa tarea. Pero quizás esto no resulte aplicable a las habilidades cognitivas superiores, porque la misma región puede verse activada por muchos y muy diferentes procesos mentales. Este descubrimiento cuestiona la creencia de que las modalidades ejecutiva y por defecto operan siempre de manera antagónica (es decir que, cuando una se moviliza, la otra se desactiva). Eso quizás sea cierto por lo que respecta a operaciones mentales muy concretas, como concentrarnos intensamente en la tarea que tenemos entre manos, pero, por lo que atañe a la mayor parte de nuestra vida mental, puede resultar muy útil combinar un foco atencional intenso con una apertura a la imaginación. Ciertamente nos ayuda a pasar el tiempo cuando tenemos que conducir mucho tiempo. Véase también M.D. Fox et al., «The Human Brain is Intrinsically Organized into Dynamic, Anticorrelated Functional Networks», Proceedings of the National Academy of Sciences, 102, 25 de julio de 2005, págs. 9673-9678. <<

[75] Catherine Fassbender, «A Lack of Default Network Suppression is Linked to Increased Distractibility in ADHD», Brain Research, 1273, 2009, págs. 114-128. <<

[76] La prueba de la conciencia abierta se denomina «parpadeo atencional». Véase H.A. Slagter et al., «Mental Training Affects Distribution of Limited Brain Resources», PLoS Biology, 5, 2007, e138. <<

[77] William Falk, recogido en The Week, 10 de agosto de 2012, p. 3. <<

[78] Stephen Kaplan, «Meditation, Restoration, and the Management of Mental Fatigue», Environment and Behavior, 33, número 4, julio de 2001, págs. 480-505. http://eab.sagepub.com/content/33/4/480. <<

[79] Marc Berman, Jon Jonides y Stephen Kaplan, «The Cognitive Benefits of Interacting with Nature», Psychological Science, 19, número 12, 2008, págs. 1207-1212. <<

[80] Ibíd. <<

[81] Gary Felsten, «Where to Take a Study Break on the College Campus: An Attention Restoration Theory Perspective», Journal of Environmental Psychology, 29, número 1, marzo de 2009, págs. 160-167. <<

[82] La técnica denominada «focusing» nos ayuda a conectar con esta inmensa red de sabiduría corporal que discurre por vías ajenas inconscientes a través de la percepción de los sutiles cambios internos que se producen en las sensaciones. Véase Eugene Gendlin, Focusing, Nueva York: Bantam, 1981. <<

[83] John Allman, «The von Economo Neurons in the Frontoinsular and Anterior Cingulate Cortex», Annals of the New York Academy of Sciences, 1225, 2011, págs. 59-71. <<

[84] Lev Grossman y Harry McCracken, «The Inventor of the Future», TIME, 17 de octubre de 2011, p. 44. <<

[85] Arthur D. Craig, «How Do You Feel? Interoception: The Sense of the Physiological Condition of the Body», Nature Reviews Neuroscience, 3, 2002, págs. 655-666. <<

[86] Arthur D. Craig, «How Do You Feel? — Now? The Anterior Insula and Human Awareness», Nature Reviews Neuroscience, vol. 10, número 1, enero de 2009, págs. 59-70. <<

[87] G. Bird et al., «Empathic Brain Responses in Insula are Modulated by Levels of Alexithymia but Not Autism», Brain, 133, 2010, págs. 1515-1525. <<

[88] Este circuito incluye, entre otras, la corteza insular somatosensorial derecha y la amígdala. Antonio Damasio, The Feeling of What Happens, Nueva York: Harcourt, 1999. <<

[89] Farb et al., «Attending to the Present». <<

[90] Véase Fabio Sala, «Executive Blindspots: Discrepancies Between Self-Other Ratings», Journal of Consulting Psychology: Research and Practice, 54, número 4, 2003, págs. 222-229. <<

[91] Bill George y Doug Baker, True North Groups. San Francisco: Berrett-Koehler Publishers, 2011, p. 28. <<

[92] Nalini Ambady et al., «Surgeon’s Tone of Voice: A Clue to Malpractice History», Surgery, 132, número 1, 2002, págs. 5-9. <<

[93] Michael J. Newcombe y Neal M. Ashkanasy, «The Role of Affective Congruence in Perceptions of Leaders: An Experimental Study», Leadership Quarterly, 13, número 5, 2002, págs. 601-604. <<

[94] Daniel Kahneman, Thinking Fast and Slow, p. 216. <<

[95] John U. Ogbu, Minority Education and Caste: The American System in Cross-Cultural Perspective. Nueva York: Academic Press, 1978. <<

[96] M.K. Rothbart et al., «Self-regulation and Emotion in Infancy», en Nancy Eisenberg y R.A. Fabes (eds). Emotion and Its Regulation in Early Development: New Directions for Child Development, número 55, San Francisco: Jossey-Bass, 1992, págs. 7-23. <<

[97] Son muchas las disciplinas científicas que consideran que el autocontrol es esencial para el bienestar. Los especialistas en genética de la conducta estudian en qué medida esa habilidad se debe a nuestra dotación genética o a la familia en que hemos crecido. Los psicólogos evolutivos, por su parte, se ocupan de determinar el modo en que, en la medida en que maduran, los niños van desarrollando aquello que les permite mejorar progresivamente la demora de la gratificación, gestionar sus impulsos, autorregularse emocionalmente, planificar y ser más conscientes de sí mismos. Los profesionales de la salud advierten de la existencia de un vínculo entre el autocontrol y la longevidad. Los sociólogos se centran en el bajo autocontrol como predictor de la delincuencia y la dificultad para conseguir trabajo. Los psiquiatras tienen en cuenta diagnósticos infantiles como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad en la infancia y, en la vida posterior, los trastornos psiquiátricos, así como también fumar, incurrir en conductas sexualmente inseguras y el hecho de conducir bebido. Por último, los economistas especulan con la posibilidad de que el autocontrol contribuya tanto al bienestar económico como a la reducción de la delincuencia. <<

[98] Posner y Rothbart, «Research on Attention Networks as a Model for the Integration of Psychological Science». La red en que se asienta el sistema de alerta combina el tálamo con la corteza parietal y frontal y se ve modulada por la acetilcolina. La orientación, por su parte, incluye estructuras procedentes de la región parietal superior, la unión parietal temporal, los campos oculares frontales y el colículo superior y está modulada por la norepinefrina. La atención ejecutiva, por último, implica al cingulado anterior, la zona ventrolateral de la región prefrontal y el área de los ganglios basales y se ve modulada por la dopamina. <<

[99] Aunque la atención selectiva parezca tener cierto componente hereditario, tiene poco o nada que ver con la alerta, es decir, con la predisposición a lo que pueda ocurrir a continuación. Véase J. Fan et al., «Assessing the Heritability of Attentional Networks», BMC Neuroscience, 2, 2001, p. 14. <<

[100] Lawrence J. Schweinhart et al., Lifetime effects: The High/Scope Perry Preschool Study Through Age 40. Ypsilanti, MI: High/Scope Press, 2005. <<

[101] J.J. Heckman, «Skill Formation and the Economics of Investing in Disadvantaged Children», Science, 312, 2006, págs. 1900-1902. <<

[102] Terrie E. Moffitt et al., «A Gradient of Childhood Self-Control Predicts Health, Wealth and Public Safety», Proceedings of the National Academy of Sciences, 108, número 7, 15 de febrero de 2011, págs. 2693-98, http://bit.ly/15t4Vj2. <<

[103] Fueron valorados por personas tan distintas como profesores, padres, observadores entrenados y ellos mismos, a las edades de 3, 5, 7, 9 y 11 años. <<

[104] June Tangney et al., «High Self-control Predicts Good Adjustment, Less Pathology, Better Grades, and Interpersonal Success», Journal of Personality, 72, número 2, 2004, págs. 271-323. <<

[105] Tom Hertz, «Understanding Mobility in America», Center for American Progress, 2006. <<

[106] Quiero expresar mi agradecimiento a Sam Anderson, a cuyo artículo «In Defense of Distraction» debo esta idea. New York, 17 de mayo de 2009. http://nym.ag/CiVTS. <<

[107] Jeanne Nakamura, «Optimal Experience and the Uses of Talent», en Mihalyi e Isabella Csikzentmihalyi (eds.), Optimal Experience. Nueva York: Cambridge University Press, 1988. <<

[108] Richard Davidson y Sharon Begley, The Emotional Life of Your Brain. <<

[109] Adele Diamond et al., «Preschool Program Improves Cognitive Control», Science, 318, 2007, págs. 1387-1388. <<

[110] Angela Duckworth y Martin E.P. Seligman, «Self-Discipline Outdoes IQ in Predicting Academic Performance of Adolescents», Psychological Science, 16, número 12, 2005, págs. 939-944. <<

[111] B.J. Casey et al., «Behavioral and Neural Correlates of Delay of Gratification 40 Years Later», Proceedings of the National Academy of Sciences108, número 36, 6 de septiembre de 2011), págs. 14998-15003, http://bit.ly/17jFUR2. <<

[112] Jeanne McCaffery et al., «Less Activation in the Left Dorsolateral Prefrontal Cortex in the Reanalysis of the Response to a Meal in Obese than in Lean Women and its Association with Successful Weight Loss», The American Journal of Clinical Nutrition, octubre de 2009, vol. 90, número 4, págs. 928-934. <<

[113] Walter Mischel, citado en Jonah Lehrer, «Don’t!», New Yorker, 18 de mayo de 2009. <<

[114] El relato aparece recogido en Buddhaghosa, The Path to Purification (Bhikku Nanomoli, traductor). Boulder, CO: Shambhala Publications, 1979. I, p. 55. <<

[115] Justine Cassell et al., «Speech-gesture Mismatches: Evidence for One Underlying Representation of Linguistic and Nonlinguistic Information», Pragmatics and Cognition, 7, número 1, 1999, págs. 1-34. <<

[116] Las expresiones faciales durante los conflictos maritales, que han sido codificadas utilizando el SPAFF (Specific Affect Coding System), predicen con exactitud el número de meses en que, en los siguientes cuatro años, se producirá la separación marital. En especial, las expresiones faciales fugaces de desprecio parecen tener un elevado valor predictivo. John Gottman et al., «Facial Expressions during Marital Conflict», Journal of Family Conflict, 1, número 1, 2001, págs. 37-57. <<

[117] F. Ramseyer y W. Tschacher, «Nonverbal Synchrony in Psychotherapy: Relationship Quality and Outcome are Reflected by Coordinated Body-Movement», Journal of Consulting and Clinical Psychology, 79, 2011, págs. 284-295. <<

[118] Justine Cassell et al., «BEAT: the Behavior Expression Animation Toolkit», Proceedings of SIGGRAPH’01, 12-17 de agosto de 2001, Los Ángeles, págs. 477-486. <<

[119] Cada una de las tres modalidades de empatía posee sus propios bloques de construcción y curso de desarrollo. La empatía, en todas sus facetas, depende de un gran número de estructuras cerebrales. Los lectores interesados en un estudio más detallado al respecto pueden ver Jean Decety, «The Neurodevelopment of Empathy», Developmental Neuroscience, 32, 2010, págs. 257-267. <<

[120] Para más detalles sobre cada uno de estos circuitos, véase Ezequiel Giechgerrcht y Jean Decety, «The Costs of Empathy Among Health Professionals», en Jean Decety (ed). Empathy: From Bench to Bedside. Cambridge, MA: MIT Press, 2012. <<

[121] Alan Mulally, director general de Ford, citado en Adam Bryant, The Corner Office, Nueva York: Times Books, 2011, p. 14. <<

[122] John Seabrook, «Suffering Souls», The New Yorker, 10 de noviembre de 2008. <<

[123] La «crueldad empática» se da cuando el cerebro de una persona refleja la angustia de otra y experimenta placer con su sufrimiento. D. de Quervain et al., «The Neural Basis of Altruistic Punishment», Science, 305, 2004, págs. 1254-1258. <<

[124] Cleckley, citado en Seabrook, «Suffering Souls». <<

[125] Los lectores interesados en la disociación entre el procesamiento cognitivo y emocional que se produce en el caso de los sociópatas pueden ver, por ejemplo, Kent Kiehl et al., «Limbic Abnormalities in Affective Processing by Criminal Psychopaths as Revealed by Functional Magnetic Resonance Imaging», Biological Psychiatry, 50, 2001, págs. 677-684; Niels Bribaumer et al., «Deficient Fear Conditioning in Psychopathy», Archives of General Psychiatry, 62, 2005, págs. 799-805. <<

[126] Joseph Newman et al., «Delay of Gratification in Psychopathic and Nonpsychopathic Offenders», Journal of Abnormal Psychology, 101, número 4, 1992, págs. 630-636. <<

[127] Véase, por ejemplo, Loren Dyck, «Resonance and Dissonance in Professional Helping Relationships at the Dyadic Level», tesis doctoral, Department of Organizational Behavior, Case Western Reserve University, mayo de 2010. <<

[128] La red neuronal de la empatía emocional incluye la amígdala, el hipotálamo, el hipocampo y la corteza orbitofrontal. Véase Decety, 2010, op. cit., para más detalles neuronales sobre esta y otras modalidades de la empatía. <<

[129] Greg J. Stephens et al., «Speaker-Listener Neural Coupling Underlies Successful Communication», Proceedings of the National Academy of Sciences, 107, número 32, 2010, págs. 14425-14430. <<

[130] Los circuitos del cerebro social no solo interpretan las emociones, intenciones y acciones de otras personas, sino que también activan simultáneamente, en nuestro cerebro, las mismas regiones cerebrales, proporcionándonos así una sensación interna de lo que les ocurre a los demás. Además de las neuronas espejo, también son claves circuitos tales como la región ventromedial de la corteza prefrontal. Véase Jean Decety, «To What Extent is the Experience of Empathy Mediated by Shared Neural Circuits?». Emotion Review, 2, número 3, 2010, págs. 204-207. En los estudios efectuados a personas que debían ver vídeos de gente sufriendo, Decety no constata diferencia en la respuesta entre ambos géneros. Pero sí que existe, no obstante, una gran diferencia en la respuesta social, porque las mujeres se autoevalúan como más empáticas que los hombres. <<

[131] P.L. Jackson et al., «To What Extent Do We Share the Pain of Others? Insight from the Neural Bases of Pain Empathy», Pain, 125, 2006, págs. 5-9. <<

[132] Singer constata que la ínsula registra el dolor, el sufrimiento y el afecto negativo, mientras que otro circuito, ubicado en la corteza orbitofrontal, responde a las sensaciones placenteras como, por ejemplo, las caricias. Tania Singer et al., «A Common Role of Insula in Feelings, Empathy and Uncertainty», Trends in Cognitive Sciences, 13, número 8, 2009, págs. 334-340. C. Lamm, C. y T. Singer, «The Role of Anterior Insular Cortex in Social Emotions», Brain Structure & Function, 241, números 5-6, 2010, págs. 579-951. <<

[133] C.J. Limb et al., «Neural Substrates of Spontaneous Musical Performance: An fMRI Study of Jazz Improvisation», PLoS ONE, 3, número 2, 2008. <<

[134] Jean Decety y Claus Lamm, «The Role of the Right Temporoparietal Junction in Social Interaction: How Low-Level Computational Processes Contribute to Meta-Cognition», Neuroscientist, 13, número 6, 2007, págs. 580-593. <<

[135] Jean Decety, presentación que se llevó a cabo en el Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, Cambridge (MA), el día 6 de mayo de 2011. <<

[136] Sharee Light y Carolyn Zahn-Waxler, «The Nature and Forms of Empathy in the First Years of Life», en Jean Decety (ed). Empathy: From Bench to Bedside. <<

[137] Véase, por ejemplo, Nicholas Carr, The Shallows. <<

[138] C. Daniel Batson et al., «An Additional Antecedent to Empathic Concern: Valuing the Welfare of the Person in Need», Journal of Personality and Social Psychology, 93, número 1, 2007, págs. 65-74. Asimismo, Grit Hein et al., «Neural Responses to Ingroup and Outgroup Members’ Suffering Predict Individual Differences in Costly Helping», Neuron, 68, número 1, 2010, págs. 149-160. <<

[139] Quienes habían sido testigos de personas que habían hecho trampas en juegos o visto a miembros de grupos diferentes al suyo sufriendo no mostraban la respuesta empática habitual en la corteza insular anterior y en la corteza cingulada anterior, sino que presentaban, en su lugar, un aumento de la activación del núcleo accumbens, un área asociada al procesamiento de la recompensa. Tania Singer et al., «Empathic Neural Responses are Modulated by the Perceived Fairness of Others», Nature, 439, 2006, págs. 466-469. <<

[140] Chiara Sambo et al., «Knowing You Care: Effects of Perceived Empathy and Attachment Style on Pain Perception», Pain, 151, número 3, 2010, págs. 687-693. <<

[141] John Couhelan et al., «“Let Me See if I Have this Right…” Words That Build Empathy», Annals of Internal Medicine, 135, número 3, 2001, págs. 221-227. <<

[142] Véase, por ejemplo, W. Levinson et al., «Physician-Patient Communication: The Relationship with Malpractice Claims Among Primary Care Physicians and Surgeons», Journal of the American Medical Association, 277, 1997, págs. 553-569. <<

[143] Jean Decety et al., «Physicians Down-Regulate their Pain-Empathy Response: An ERP Study», Neuroimage, 50, número 4, 2010, págs. 1676-1682. <<

[144] William Osler, citado en Decety (ed.), Empathy: From Bench to Bedside, p. 230. <<

[145] Jodi Halpern, «Clinical Empathy in Medical Care», ibíd. <<

[146] M. Hojat et al., «The Devil is in the Third Year: A Longitudinal Study of Erosion of Empathy in Medical School», Academic Medicine, 84, número 9, 2009, págs. 1182-1891. <<

[147] Helen Riess et al., «Empathy Training for Resident Physicians: A Randomized Controlled Trial of a Neuroscience-Informed Curriculum», Journal of General Internal Medicine, 27, número 10, 2012, págs. 1280-1286. <<

[148] Helen Riess, «Empathy in Medicine: A Neurobiological Perspective», JAMA 304, número 14, 2010, págs. 1604-1605. <<

[149] Citado en Ferdinand Mount, «The Long Road to Windsor», The Wall Street Journal, 14 de noviembre de 2011, p. A15. <<

[150] Kim Dalton et al., «Gaze Fixation and the Neural Circuitry of Face Processing in Autism», NatureNeuroscience, 8, 2005, págs. 519-526. Richard Davidson ha esbozado la hipótesis de que la incapacidad de quienes sufren de autismo para entender lo que resulta apropiado en cada situación puede depender de un problema que se remonta a la adquisición de la intuición social. <<

[151] Este efecto todavía es objeto de debate porque, si bien algunos estudios muestran dicho efecto, otros no lo hacen. <<

[152] Véase, por ejemplo, Michael W. Kraus et al., «Social Class Rank, Threat Vigilance and Hostile Reactivity», Personality and Social Psychology Bulletin, 37, número 10, 2011, págs. 1376-1388. <<

[153] Michael Kraus y Dacher Keltner, «Signs of Socioeconomic Status», Psychological Science, 20, número 1, págs. 99-106. <<

[154] Gerben A. van Kleef et al., «Power, Distress, and Compassion», Psychological Science 19, número 12, 2012, págs. 1315-1322. <<

[155] Michael Kraus, Stephane Cote y Dacher Keltner, «Social Class, Contextualism, and Empathic Accuracy», Psychological Science, 21, número 11, págs. 1716-1723. <<

[156] Ryan Rowe et al., «Automated Social Hierarchy Detection through Email Network Analysis», Proceedings of the 9th WebKDD and 1st SNA-KDD 2007 workshop on Web mining and social network analysis, 2007, págs. 109-117. <<

[157] Levin, K. et al., (2009). «Playing it Forward: Path Dependency, Progressive Incrementalism, and the “Super Wicked” Problem of Global Climate Change», IOP Conference Series: Earth and Environmental Science 50, número 6, 2009. <<

[158] Russell Ackoff, «The Art and Science of Mess Management», Interfaces, febrero, 1981, págs. 20-26. <<

[159] Jeremy Ginsberg et al., «Detecting Influenza Epidemics Using Search Engine Query Data», Nature, 457, 2009: págs. 1012-1014. <<

[160] Eso fue lo que me dijo Thomas Davenport, de la Facultad de Empresariales de Harvard. <<

[161] Pero introducir a las personas en la ecuación de la información puede acabar complicando las cosas, debido a los posibles celos y luchas intestinas sobre quién controla los datos, así como a la política organizativa, que puede dificultar el intercambio de información, acaparando los datos o, sencillamente, ignorándolos. <<

[162] El libro de Thomas Davenport, todavía en proceso de escritura y provisionalmente titulado Keeping up with the Quants, ha sido citado en Steve Lohr, «Sure, Big Data is Great. But So Is Intuition», New York Times, 30 de diciembre de 2012, sección de negocios, p. 3. <<

[163] Como afirma Lohr: «Sure, Big Data is Great». <<

[164] Por supuesto, el «sistema» al que, en tal caso, se accedió, solo era un fragmento limitado de sistemas interconectados mucho mayores como, por ejemplo, la información sobre el sistema de difusión de la información, que está en el meollo del cambio producido por el paso del formato impreso al digital. <<

[165] John D. Sterman, Business Dynamics: Systems Thinking and Modeling for a Complex World, Nueva York: McGraw-Hill, 2000. <<

[166] Véase mi libro Inteligencia ecológica (Barcelona: Kairós, 2009) para mayores detalles sobre las cadenas de suministros, las emisiones y el verdadero coste ambiental de los objetos que manufacturamos. Véase, asimismo, el vídeo de 20 minutos de duración de Annie Leonard The Story of Stuff, http://www.storyofstuff.org. <<

[167] Originalmente propuesto por el grupo del psicólogo de Yale Frank Keil, la ilusión se ha extendido desde los sistemas estrictamente mecánicos o naturales hasta los sistemas políticos, económicos y sociales. Véase, por ejemplo, Adam L. Alter et al., «Missing the Trees for the Forest: A Construal Level Account of the Illusion of Explanatory Depth», Journal of Personality and Social Psychology, 99, número 3, 2010, págs. 436-451. Esa ilusión también podría estar presente en este libro, ya que describe con pinceladas gruesas una amplia gama de sistemas neuronales, sociales, emocionales y cognitivos. Ese es un riesgo inherente al periodismo científico y la razón también que explica que este libro incluya tantas notas, destinadas a quienes quieran seguir esos hilos de comprensión. Enhorabuena al lector por haber leído esta nota. <<

[168] Véase, por ejemplo, Elke Weber, «Experience-Based and Description-Based Perceptions of Longterm Risk: Why Global Warming does not Scare Us (Yet).», Climatic Change, 77, 2006, págs. 103-120. <<

[169] Nassim Nicholas Taleb, The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable, Nueva York: Random House, 2010. <<

[170] Johan Rockstrom et al., «A Safe Operating Space for Humanity», Nature, 461, 2009, p. 282. <<

[171] Will Steffen et al., «The Anthopocene: Are Humans now Overwhelming the Great Forces of Nature?». Ambio: A Journal of the Human Environment. 36, número 8, 2007. <<

[172] Basado en las cifras proporcionadas por el Banco Mundial y recogidas por Fred Pearce en «Over the Top», New Scientist, 16 de junio de 2012, págs. 38-43. Véase asimismo «China Plans Asia’s Biggest Coal-Fired Power Plant», en http://bit.ly/1czadZz. <<

[173] Cuando una multinacional de bienes de consumo utilizó el análisis del ciclo vital para analizar su huella de CO2, resultó que el factor más decisivo en ese sentido era, según ellos, que los clientes calentaban el agua a la hora de utilizar detergentes para agua caliente (delegando así la responsabilidad en manos de los consumidores… quizás el lector se pregunte cuál era el segundo de los 10 factores enumerados). <<

[174] El sociólogo alemán Niklas Luhmann sostiene que cada gran sistema se organiza en torno a un único principio. En la economía, es el dinero; en la política, el poder y en el entorno social, el amor. Y las decisiones más elegantes en estas áreas se gestionan de manera binaria: dinero/no dinero, poder/no poder, amor/desamor. Quizás no sea ninguna coincidencia que nuestro cerebro también aplique, en cada momento de percepción, una primitiva regla de decisión binaria. En el microinstante en que empezamos a percibir algo, los centros emocionales le añaden nuestra experiencia y lo etiquetan como «me gusta» o «no me gusta». El libro, originalmente escrito en alemán, de Niklas Luhmann sobre teoría de sistemas sociológicos todavía no se ha traducido al inglés, pero ya ha sido muy influyente en el ámbito de Europa occidental. Aunque solo he leído referencias de segunda mano, Georg Vielmutter, cuya disertación estaba parcialmente basada en las teorías de Luhmann, me resumió los puntos clave. <<

[175] Actualmente están diseñándose versiones en línea de un software de análisis del ciclo vital que puedan hacer esto. <<

[176] Jack D. Shepard et al., «Chronically Elevated Corticosterone in the Amygdala Increases Corticotropin Releasing Factor mRNA in the Dorsolateral Bed Nucleus of Stria Terminalis Following Duress», Behavioral Brain Research, 17, número 1, 2006, págs. 193-196. <<

[177] Esa era la premisa de mi libro Ecological Intelligence: The Hidden Impacts of What We Buy. Nueva York: Random House, 2009. <<

[178] Los datos proporcionados por el departamento de Energía de los Estados Unidos muestran que el proceso de calentamiento del agua da cuenta de entre el 18 y el 20% de la energía doméstica utilizada a nivel nacional. En Nueva Inglaterra, por ejemplo, calentar el agua tiene un coste que oscila, dependiendo del tipo de combustible utilizado, entre los 500 y más de 800 dólares al año por familia de cuatro miembros. Los datos de la Residential Energy Consumption Survey también muestran que solo el 12% de los hogares estadounidenses cuentan con una funda aislante para el calentador de agua instalada en su depósito, a pesar del hecho de que esa funda, que cuesta alrededor de 20 dólares, puede ahorrar hasta 70 dólares anuales en consumo de energía y de que su duración media es la misma que la del calentador de agua (unos 13 años). El simple hecho de instalar fundas para los calentadores del agua y ajustar la temperatura a 48 grados centígrados supondría un ahorro en el consumo energético en los hogares de los Estados Unidos de cerca de un 2%, así como importantes beneficios para el clima, la biodiversidad, la salud humana y, obviamente, también la economía. <<

[179] Los niños de la escuela donan fundas a las unidades familiares de toda la comunidad y establecen con ellas un trato que consiste en que los hogares que reciban las fundas donarán, durante los primeros nueve meses, lo que hayan ahorrado y, pasado ese tiempo, se quedarán con los beneficios, lo que supondrá, en total, una suma aproximada de 15 000 dólares. La escuela se quedará 5000 dólares para llevar a cabo las reformas que necesite e invertirá los restantes 10 000 en comprar fundas para calentadores que donará a otras dos escuelas que, llegado el momento, se sumarán al mismo proceso. <<

[180] Los detalles varían en función de cada una de las emisiones contaminantes. Por eso los beneficios, en algunos casos, llegan al cabo de meses mientras que, en otros casos, tardan años. Existen, por ejemplo, dos clases de emisiones de partículas que afectan profundamente a nuestros pulmones. Las respectivas tasas de reducción varían, pero Handprinter incluye en un solo índice las consecuencias totales, desde el punto de vista de la pérdida de la salud y de la biodiversidad, de todos los tipos de polución. <<

[181] Will Wright ha sido citado en Chris Baker, «The Creator», Wired, agosto de 2012, p. 68. <<

[182] Celia Pearce, «Sims, Battlebots, Cellular Automata, God and Go», Game Studies, julio de 2002, p. 1. <<

[183] La contaminación atmosférica es responsable, en China, de 1,2 millones de muertes prematuras, mientras que el total, en todo el planeta, asciende a 3,2 millones. Véase «Global Burden of Disease Study 2010», The Lancet, 13 de diciembre de 2013. <<

[184] Mi libro Ecoliterate, escrito en colaboración con Lisa Bennett y Zenobia Barlow, del Center for Ecoliteracy [Centro para la Ecoalfabetización], aboga por utilizar las emociones de los estudiantes en el entorno escolar, aunque no incluya el tipo de currículo aquí descrito. <<

[185] Paul Hawken, «Reflection», Garrison Institute Newsletter, primavera de 2012, p. 9. <<

[186] El principal divulgador de la regla de las 10 000 horas es el casi perpetuo best seller Fueras de serie: Por qué unas personas tienen éxito y otras no, de Malcolm Gladwell. Yo también he desempeñado un cierto papel en su popularidad ya que, en el año 1994, escribí, para el New York Times, un artículo sobre el origen de esta investigación, el trabajo de Anders Ericsson, científico cognitivo de la Universidad del Estado de Florida. La investigación llevada a cabo por Ericsson puso de relieve, por ejemplo, que los violinistas de primer orden de los mejores conservatorios habían practicado con sus instrumentos durante 10 000 horas, mientras que los que solo habían practicado 7500 horas tendían a ser, literalmente hablando, de segunda fila. Daniel Goleman, «Peak Performance: Why Records Fall», The New York Times, 11 de octubre de 1994, C1. <<

[187] En el año 1994, entrevisté a Anders Ericsson para un artículo que apareció publicado en el New York Times. <<

[188] Anders Ericsson et al., «The Role of Deliberate Practice in the Acquisition of Expert Performance», Psychological Review, 47, 1993, págs. 273-305. La práctica inteligente siempre incluye algún tipo de feedback que nos permita advertir los errores y corregirlos. Por eso, precisamente, los bailarines utilizan espejos. El feedback debería proceder, en el mejor de los casos, de un ojo experto, razón que explica que los grandes campeones cuenten con un entrenador personal. Jamás alcanzaremos, si nuestra práctica carece de este tipo de feedback, los puestos más elevados. Consideremos, por ejemplo, el caso de Itzhak Perlman que, a los 13 años, ingresó en la Julliard School (el hiperselecto centro dedicado a la enseñanza de las artes escénicas) como niño prodigio y estudió ocho años bajo la supervisión de Dorothy DeLay, su profesora de violín. Eso significó que, cuando abandonó el conservatorio, Perlman habría llevado a cabo no menos de 12 000 horas de práctica inteligente. ¿Pero basta acaso, con alcanzar ese nivel de práctica, para poder seguir avanzando solo? Los entrenadores permanentes son, entre los artistas profesionales, una constante. Los cantantes, por ejemplo, suelen tener sus propios educadores de voz y los atletas de elite tienen también sus entrenadores. Nadie alcanza la primera fila mundial sin la ayuda de un maestro y entrenador. Aun el mismo Perlman sigue teniendo un entrenador, su esposa Toby, violinista también, a quien conoció en Julliard. Durante más de 40 años, Perlman ha valorado muy positivamente las duras críticas que le proporcionaba el «oído extra» de su esposa. <<

[189] Y no olvidemos que, cuando una rutina se automatiza, tratar de pensar en nuestro rendimiento puede ser un obstáculo, porque los circuitos descendentes interfieren con el funcionamiento de los ascendentes. <<

[190] «Development of Elite Performance and Deliberate Practice», en J.L. Starkes y K. Anders Ericcson (eds.), Expert Performance in Sports: Advances in Research on Sport Expertise. Champagn, Ill.: Human Kinetics, 2003. <<

[191] Aunque ha estudiado y enseñado en la Universidad de Cambridge, Thupten Jinpa me confiesa que su acento procede, de hecho, de su época de juventud, cuando aprendió inglés escuchando los programas internacionales de la BBC para la India. <<

[192] Entrevisté a Herbert Simon para el New York Times. Véase Daniel Goleman, «Peak Performance: Why Records Fall». <<

[193] Wendy Hassenkamp et al., «Mind Wandering and Attention during Focused Attention», NeuroImage, 59, número 1, 2012, págs. 750-760. <<

[194] Cuando se hallan en estado de reposo, los meditadores experimentados ven incrementada la conectividad entre las regiones media y parietal, implicadas en la desconexión de la atención. Todo ello nos indica que las áreas que controlan dicha desconexión y subyacen a las distracciones relacionadas con el yo tienen más acceso a la región de la corteza prefrontal media, sugiriendo un efecto neuroplástico en la medida en que la práctica fortalece dicha conectividad. Wendy Hasenkamp y Lawrence Barsalou, «Effects of Meditation Experience on Functional Connectivity of Distributed Brain Networks», Frontiers in Human Neuroscience, 6, número 38, 2012, págs. 1-14. <<

[195] Las reacciones de Larry David ante la multitud congregada en el Yankee Stadium han sido recogidas en «The Neurotic Zen of Larry David», Rolling Stone, 4 de agosto de 2011, p. 81. <<

[196] Taylor Schmitz et al., «Opposing Influence of Affective State Valence on visual Cortical Decoding», Journal of Neuroscience, 29, número 22, 2009, págs. 7199-7207. <<

[197] Barbara Fredrickson, Love 2.0, Nueva York: Hudson Street Press, 2013. <<

[198] Davidson y Begley, The Emotional Life of Your Brain. <<

[199] Anthony Jack et al., «Visioning in the Brain: an fMRI Study of Inspirational Coaching and Mentoring», en proceso de publicación (2013). <<

[200] M. Losada y E. Heaphy, «The Role of Positivity and Connectivity in the Performance of Business Teams: A Nonlinear Dynamics Model», American Behavioral Scientist, 47, número 6, 2004, págs. 740-765. <<

[201] B.L. Fredrickson y M. Losada, «Positive Affect and the Complex Dynamics of Human Flourishing», American Psychologist, 60, número 7, 2005, págs. 678-686. <<

[202] La historia de Daniel Cates ha sido relatada por Jay Kaspian Kang en «The Gambler», The New York Times Magazine, 27 de marzo de 2011, págs. 48-51. <<

[203] El póquer, obviamente, no depende solo de la habilidad, porque una serie de malas bazas puede complicar las cosas hasta al mejor de los jugadores. Sin embargo, una ligera ventaja en habilidad, cuando se llevan a cabo miles de partidas, tiene sus ventajas. Uno de los peligros que acechan a los jugadores de póquer en línea es, comprensiblemente, su temeridad en la asunción de riesgos, una actitud esencial que puede llevarles a perder miles de dólares en un abrir y cerrar de ojos. <<

[204] Marc Smith fue citado en el Boston Globe, sábado, 28 de julio de 2012, p. A6. <<

[205] Daphne Bavelier et al., «Brains on Video Games», Nature Reviews/Neuroscience, 12, diciembre de 2011, vol. 12, págs. 763-768. <<

[206] Douglas Gentile, citado en ibíd. <<

[207] Ibíd. <<

[208] Un aumento de la agresividad fue el descubrimiento, llevado a cabo por el meta-análisis más completo de los datos, basado en 136 estudios separados, de un total de 30 296 jugadores o controles. Craig A. Anderson, «An Update on the Effects of Playing Violent Video Games», Journal of Adolescence, 27, 2004, págs. 113-122. Véase también John L. Sherry, «Violent Video Games and Aggression: Why Can’t We Find Effects?», en Raymond Preiss et al., (eds). Mass Media Effects Research: Advances Through Meta-Analysis. Mahwah NJL Lawrence Erlbaum Associates, 2007, págs. 245-262. <<

[209] Véase M.R. Rueda et al., «Training, Maturation, and Genetic Influences on the Development of Executive Attention», Proceedings of the National Academy of Sciences USA, 102, número 41, 2005, págs. 1029-40. <<

[210] Existe otro correlato cerebral del TDA, que es la baja actividad de la zona prefrontal que gestiona la atención, el control ejecutivo y el autocontrol. M.K. Rothbart y M.I. Posner, «Temperament, Attention, and Developmental Psychopathology», en D. Cicchetti y D.J. Cohen (eds.), Handbook of Developmental Psychopathology, Nueva York: Wiley: 2006, págs. 167-88. <<

[211] O. Tucha et al., «Training of Attention Functions in Children with Attention Deficit Hyperactivity Disorder», Attention Deficit and Hyperactivity Disorders, 20 de mayo de 2011. <<

[212] Merzenich, en Bavelier et al., «Brains on Video Games». <<

[213] Gus Tai, citado en Jessica C. Kraft, «Digital Overload? There’s an App for That», The New York Times, domingo, 22 de julio de 2012, Education Supplement, p. 12. <<

[214] La voz que escuchaban era la mía, en el CD I que acompaña al libro Building Emotional Intelligence (Sounds True Publishing: Boulder, CO, 2008), sobre un guión, escrito por Linda Lantieri, basado en su trabajo con niños de las escuelas públicas de Nueva York, entre otras. <<

[215] Linda Lantieri et al., «Building Inner Resilience in Students and Teachers», en Gretchen Reevy y Erica Frydenberg (eds.), Personality, Stress and Coping: Implications for Education. Charlotte, NC: Information Age Publishing, 2011, págs. 267-292. <<

[216] Eso fue lo que me dijo Richard Davidson refiriéndose a una investigación, todavía en curso, que se lleva a cabo en el Center for Investigating Healthy Minds. <<

[217] Joseph A. Durlak et al., «The Impact of Enhancing Students’ Social/Emotional Learning: A Meta-Analysis of School-Based Universal Interventions», Child Development, 82, número 1, 2011, págs. 405-432. <<

[218] Nathaniel R. Riggs et al., «The Mediational Role of Neurocognition in the Behavioral Outcomes of a Social-Emotional Prevention Program in Elementary School Students: Effects of the PATHS Curriculum», Prevention Science, 7, número 1, marzo de 2006, págs. 91-102. <<

[219] Para algunos jóvenes, la fuerza de voluntad llegará naturalmente con la práctica, ya sea estudiando para el examen de la próxima semana o ahorrando para comprar un iPod. <<

[220] Philip David Zelazo y Stephanie M. Carlson, «Hot and Cool Executive Function in Childhood and Adolescence: Development and Plasticity», Child Development Perspectives, 6, número 4, 2012, págs. 354-360. <<

[221] M. Rosario Rueda et al., «Training, Maturation, and Genetic Influences on the Development of Executive Attention». <<

[222] A menos, claro está, que el impulso a llevar la contraria le haya llevado a leer esta nota final. <<

[223] Comunicación de Mark Greenberg a través de correo electrónico. <<

[224] Todavía son muy pocas las investigaciones realizadas directamente tratando de determinar los efectos de la práctica de mindfulness sobre las habilidades de la atención de los niños, aunque algunos estudios se hallen, al respecto, en fase de preparación. Por ejemplo, en un estudio efectuado a preescolares que recibieron mindfulness más «entrenamiento en la bondad», el grupo de Richard Davidson constató la presencia de mejoras en la atención y en la bondad misma. http://bit.ly/qp8hpV. <<

[225] Smallwood et al., «Counting the Cost of an Absent Mind». <<

[226] Stephen W. Porges, The Polyvagal Theory, Nueva York: Norton, 2011. <<

[227] La primera vez que escuché estos datos fue en una conferencia impartida por Barbara Frederickson con motivo de la inauguración del Center for Healthy Minds de la Universidad de Wisconsin, que se celebró el 16 de mayo de 2010. Barbara recoge estos resultados en su libro Love 2.0., Nueva York: Hudson Street Press, 2013. <<

[228] Judson Brewer et al., «Meditation Experience is Associated with Differences in Default Mode Network Activity and Connectivity», Proceedings of the National Academy of Sciences, 108, número 50, 2011, págs. 20254-20259. La modalidad por defecto reduce su actividad cuando nos entregamos a una tarea que exige cierta concentración y el hecho de que sea menos activa durante la meditación es algo que cabría esperar. El descubrimiento de que los meditadores experimentados son mejores, en este tipo de tarea mental, de lo que en principio indicaban los controles menos rigurosos sugiere un efecto debido al entrenamiento. <<

[229] Para otro ejemplo de un abordaje no orgánico de consecuencias inesperadas, consideremos, por ejemplo, la revolución verde que ha experimentado el campo de la agricultura. La introducción, durante la década de los sesenta, de fertilizantes químicos baratos, en lugares como la India, ha acabado rebatiendo como erróneas las predicciones de que el mundo no tardaría en quedarse sin alimentos. Pero esa solución tecnológica para la prevención del hambre ha tenido un punto débil imprevisto, la «muerte» de ríos, lagos y grandes extensiones marinas en las que se concentran los fertilizantes. Así pues, el desarrollo de los vegetales potenciado por el nitrógeno ha acabado teniendo un impacto negativo sobre las aguas del planeta. <<

[230] Richard J. Davidson et al., «Alterations in Brain and Immune Function Produced by Mindfulness Meditation», Psychosomatic Medicine, 65, 2003, págs. 564-570. <<

[231] El mindfulness (que no requiere tanto de un aprendizaje de horas y horas cada día como de sesiones breves y regulares) evita los peligros inherentes a los juegos, que pueden privar a los jóvenes de mucho tiempo que podrían pasar hablando con otras personas, jugando u holgazaneando. Esos son los laboratorios de aprendizaje vital en los que se desarrollan los circuitos emocionales. <<

[232] Daniel Siegel, The Mindful Brain. Nueva York: Norton, 2007. <<

[233] Pero el mindfulness no constituye un remedio universal para todos los problemas. Las personas que están desconectadas de sus propios sentimientos —o que son incapaces de registrar tanto su dolor como el dolor ajeno— también pueden beneficiarse de aprender a prestar un tipo diferente de atención. Concentrarnos deliberadamente en nuestro propio malestar y en el dolor ajeno puede llevarnos a profundizar en nuestras emociones y mantener en nuestra conciencia ese tipo de sentimientos. La combinación entre un enfoque como la terapia Gestalt y el mindfulness a nuestras sensaciones puede fortalecer el circuito que vibra con la ínsula. <<

[234] Véase http://www.siyli.org. <<

[235] He parafraseado esas preguntas basándome en Gill Crossland-Thackray, «Mindfulness at Work: What Are the Benefits?». Guardian Careers, 21 de diciembre de 2012. http://bit.ly/WzdVhk. <<

[236] Esta modalidad mental basada en el yo opera, hablando en términos generales, a lo largo de todo el día (y también de toda la noche, ya que la investigación realizada sobre el sueño ha puesto de relieve que, si despertamos a alguien en cualquier momento de la noche y le preguntamos en qué está pensando, siempre encontrará un pensamiento reciente del que informar). <<

[237] Norman Farb et al., «Attending to the Present: Mindfulness Meditation Reveals Distinct Neural Modes of Self-reference», Social Cognitive Affective Neuroscience, 2007, número 4, págs. 313-322. Véase también Aviva Berkovich-Ohana et al., «Mindfulness-Induced Changes in Gamma Band Activity», Clinical Neurophsyiology, 123, número 4, abril de 2012, págs. 700-710. <<

[238] Dicho con el lenguaje técnico de Farb et al., «Attending to the Present»: «En los participantes entrenados, el EF [foco experiencial] tuvo como resultado una reducción más marcada y generalizada de la actividad de la mPFC [corteza prefrontal medial], un aumento de la implicación de la red lateral derecha, que incluye la PFC [corteza prefrontal] lateral y áreas viscerosomáticas como la ínsula, la corteza somatosensorial secundaria y el lóbulo parietal inferior. Los análisis de conectividad funcional mostraron, además, un poderoso acoplamiento entre la ínsula derecha y la mPFC en los neófitos que no aparecía en el grupo de practicantes de mindfulness». <<

[239] Feidel Zeidan et al., «Mindfulness Meditation Improves Cognition: Evidence of Brief Mental Training», Consciousness and Cognition, número 2, junio de 2010, págs. 597-605. <<

[240] David M. Levy et al., «Initial Results from a Study of the Effects of Meditation on Multitasking Performance», Proceedings of CHI ’11 Extended Abstracts on Human Factors in Computing Systems, 2011, págs. 2011-2016. <<

[241] Véase Tim Ryan, A Mindful Nation, Carlsbad (California): Hay House, 2012 y Jeffrey Sachs, The Price of Civilization, Nueva York: Random House, 2011. <<

[242] Adam Bryant entrevistó a Steve Balmer en «Meetings, Version 2.0, at Microsoft», el 16 de mayo de 2009. <<

[243] Davenport y Back, The Attention Economy. <<

[244] Véase, por ejemplo, la cumbre celebrada sobre el tema del futuro de la narración de historias en: http://futureofstorytelling.org. <<

[245] Véase Howard Gardner y Emma Laskin, Leading Minds: an Anatomy of Leadership. Nueva York: Basic Books, 1995. <<

[246] En The Attention Economy, Davenport y Beck aportan datos, procedentes de una pequeña empresa, que muestran una elevada correlación entre el foco de atención de los líderes y el de los empleados. Esa correlación también se da, aunque de un modo menos poderoso, en el caso de las multinacionales. <<

[247] William Ocasio, de la escuela empresarial Kellogg, que subraya la importancia de contemplar las organizaciones en términos del flujo atencional, define la estrategia comercial como una serie de pautas organizadoras de la atención en un foco concreto de tiempo y esfuerzo de la compañía sobre un conjunto concreto de cuestiones, problemas, oportunidades y amenazas. William Ocasio, «Towards an Attention-Based View of the Firm», Strategic Management Journal, 18, S1, 1997, p. 188. <<

[248] Steve Jobs es citado por Walter Isaacson en «The Real Leadership Lessons of Steve Jobs», Harvard Business Review, abril de 2012, 93-102. Poco antes de fallecer de cáncer de hígado, Jobs recibió la visita de Larry Page, cofundador de Google, que estaba a punto de tomar las riendas como director general de la empresa. El consejo que Jobs le dio fue que, en lugar de tratar de estar en todas partes, se centrase solamente en unos pocos productos. <<

[249] Michael Porter, «What is Strategy?», Harvard Business Review, noviembre-diciembre de 1996, págs. 61-78. <<

[250] Ian Marlow, «Lunch with RIM CEO Thorsten Heins: Times for a Bite, and Little Else», The Globe and Mail, 24 de agosto de 2012. <<

[251] James Surowiecki, «BlackBerry Season», The New Yorker, 13 y 20 de febrero de 2012, p. 36. <<

[252] Apple sacó al mercado el primer iPod en el año 2001 y el Zune fue lanzado en 2006. Microsoft puso fin al Zune en 2012, incluyendo el software en su Xbox. <<

[253] Clay Shirky, «Napster, Udacity, and the Academy», 12 de noviembre de 2012, www.shirky.com/weblog/. <<

[254] Charles O’Reilly III y Michael Tushman, «The Ambidextrous Organization», The Harvard Business Review, abril de 2004, págs. 74-81. <<

[255] James March, «Exploitation and Exploration in organizational Learning», Organizational Science, 2, número 1, 1991, págs. 71-87. <<

[256] Daniella Laureiro-Martinez et al., «An Ambidextrous Mind», artículo en curso, Center for Researh in Organization and Management, Milán (Italia), febrero de 2012. Las estrategias de explotación están asociadas a la actividad de las redes dopamínicas del cerebro y a las áreas prefrontales ventromediales, mientras que la exploración está vinculada a las áreas que se ocupan del control de la atención y de la función ejecutiva. <<

[257] Rainer Greifeneder et al., «When Do People Rely on Affective and Cognitive Feelings? A Review». Personality and Social Psychology Review, 15, número 2, págs. 107-141. <<

[258] Gird Gigerenzer et al., Simple Heuristics That Make Us Smart, Nueva York: Oxford University Press, 1999. <<

[259] David A. Waldman, «Leadership and Neuroscience: Can We Revolutionize the Way that Inspirational Leaders are Identified and Developed?». Academy of Management Perspectives, 25, número 1, 2011, págs. 60-74. <<

[260] Entre las regiones cerebrales básicas para la inteligencia emocional, que también desempeñan un papel fundamental en los diferentes tipos de atención, se hallan el giro cingulado anterior, la unión temporoparietal, la corteza orbitofrontal y la región ventromedial. La región cerebral compartida por la inteligencia emocional y la atención es el giro cingulado anterior. Véase, por ejemplo, Posner y Rothbart, 2007, «Research on Attention Networks as a Model for the Integration of Psychological Science», y Bar-On et al., «Exploring the Neurological Substrate of Emotional and Social Intelligence», Brain, 126, 2003, págs. 1790-1800. La historia, sin duda, se hará más compleja y los vínculos entre atención e inteligencia emocional aún más poderosos, a medida que se lleven a cabo investigaciones que establezcan indicadores y métodos neurocientíficos para la determinación de la IE. <<

[261] Steve Balmer, director general de Microsoft, en Adam Bryant, «Meetings, Version 2.0». <<

[262] Scott W. Spreier, Mary H. Fontaine y Ruth L. Malloy, «Leadership Run Amok: The Destructive Potential of Overachievers», Harvard Business Review, junio de 2006, págs. 72-82. <<

[263] McClelland ha sido citado en ibíd. <<

[264] George Kohlreiser et al., Care to Dare. San Francisco: Jossey-Bass, 2012. <<

[265] Las estimaciones realizadas cifran las responsabilidades legales de BP por el vertido de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon en cerca de 40 000 millones de dólares y cuatro ejecutivos de la empresa se enfrentan a una acusación de negligencia criminal. <<

[266] Elizabeth, Shogren, «BP: A Textbook Example of How Not to Handle PR», NPR, 21 de abril de 2011. <<

[267] Lyle Spencer y Signe Spencer, Competence at Work, Nueva York: Wiley, 1993. Signe Spencer es responsable global de práctica y evaluación de la capacidad de Hay Group. <<

[268] Otra de las razones por las que el debate sigue abierto es que los modelos de competencia suelen ser propiedad de organizaciones concretas, encargados por ellas para lograr una determinada ventaja competitiva, razón por la cual no son, hablando en términos generales, de dominio público y tampoco se ven habitualmente publicados en revistas especializadas, lo que explica que se trate de una muestra desdeñada por muchos psicólogos académicos. Otros psicólogos (especialistas, en su mayoría, del ámbito industrial y organizativo) siguen elaborando modelos de competencia ampliamente utilizados en muchas organizaciones. La explicación del alejamiento entre los ámbitos académico y profesional excede el marco del presente debate. <<

[269] Gerald Mount, «The Role of Emotional Intelligence in Developing International Business Capability: EI Provides Traction», en Vanessa Druskat et al., (ed.), Linking Emotional Intelligence and Performance at Work. Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum, 2005. Existen muy pocos estudios publicados sobre este tipo de modelos de competencia, lo que se explica, en parte, porque suelen ser propiedad de las empresas. <<

[270] Estudio basado en una muestra de 404 líderes, analizados por Yvonne Sell, de Hay Group, Londres, que incluía datos sobre competencias de la inteligencia emocional, estilos de liderazgo y clima de la organización. <<

[271] Es revelador que estos líderes confiasen abiertamente en un rango muy estrecho de estilos de liderazgo, en especial, el timonel y el autoritario. Los estilos de liderazgo despliegan las competencias subyacentes de la inteligencia emocional. Los estilos impulsan el clima y este da cuenta, según los datos proporcionados por Hay Group, de cerca del 30% del rendimiento de la empresa. <<

[272] Alastair Robertson y Cathy Wail, «The Leader Within», Outlook, 2, 1999, págs. 19-23. <<

[273] Eso es lo que me dijo Cary Cherniss, del Rutgers Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, que ha revisado muchos modelos de competencia. <<

[274] Este fue, al menos, el método utilizado por Vanessa Druskat y Steven Wolff, junto a su colega el doctor Joan Manuel Batista-Foguet, de la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas [ESADE] de Barcelona. Vanessa Druskat, V.U., Batista-Foguet, J.M. y Steven Wolff, «The Influence of Team Leader Competencies on the Emergence of Emotionally Competent Team Norms», presentado en la Annual Academy of Management Conference, San Antonio, TX, celebrada en agosto de 2011. <<

[275] El indicador señala que el estilo del líder explica entre el 50 y 70% de un determinado clima. Y el clima, a su vez, propicia el 30% de los resultados comerciales debidos a ese líder. Cuantas más fortalezas posea el líder en las competencias subyacentes de la inteligencia emocional, mayor será el abanico de estilos de su repertorio. (El problema es que menos del 10% de los líderes muestran tal eficacia. La mayoría solo tiene un estilo dominante y poseer tres o más no solo es muy alto, sino también muy raro). En cuanto a los líderes que alcanzaron una elevada puntuación en autoconciencia, los subordinados puntuaron el clima positivo un 92% de las veces lo que, en quienes habían puntuado más bajo, solo ocurrió en un 22% de las ocasiones. <<

[276] Jeffrey Sanchez-Burks y Quy Nguyen Huy, «Emotional Aperture and Strategic Hange: The Accurate Recognition of Collective Emotions», Organization Science, 20, número 1, 2009, págs. 22-34. <<

[277] T. Masuda et al., «Placing the Face in Context: Cultural Differences in the Perception of Facial Emotion», Journal of Personality and Social Psychology, 94, 2008, págs. 365-381. <<

[278] Partnership for Public Service, «Critical Skills and Mission Critical Occupations, Leadership, Innovation», Informe especial, 2011, http://bit.ly/egwZsd. <<

[279] Simon Baron-Cohen, The Essential Difference: Men, Women, and the Extreme Male Brain, Londres: Allen Lane, 2003. <<

[280] Véase Vanessa Urch Druskat y Steven B. Wolff, «Building the Emotional Intelligence of Groups», Harvard Business Review, marzo de 2001, págs. 80-90. <<

[281] Alvin Weinberg se inclinó hacia los reactores basados en torio, porque son inmunes a desastres como el de Fukushima, el gasto de combustible es la mitad del de los reactores de uranio y, a diferencia de estos, no puede ser posteriormente utilizado para la fabricación de armamento nuclear. En la actualidad, hay un movimiento para resucitar los reactores de torio y sustituir a los de uranio. Véase http://www.the-weinberg-foundation.org/. <<

[282] Ignoro si Alvin asumió alguna vez públicamente esa postura. Por lo que a mí respecta preferiría que algún día no nos viésemos obligados a depender de la energía nuclear, del carbón ni del petróleo. <<

[283] Alvin Weinberg, «Social Institutions and Nuclear Energy», Science, 7 de julio de 1972, p. 33. <<

[284] National Intelligence Council, «Global Trends 2025: A Transformed World», noviembre de 2008. <<

[285] Ambos podrían ser casos de estudio (aunque no lo son) entre los manejados por Ronald Heifetz y Marty Linksy, Leadership on the Line (Boston: Harvard Business Review Press, 2002). La teoría del liderazgo flexible de Heifetz insta a los líderes a adoptar posturas impopulares como estas cuando sirven al bien público y sugiere formas seguras de gestionar la inevitable resistencia con que topan. <<

[286] Jonathan Rose, The Well-Tempered City, que debe publicarse en 2014. <<

[287] Jim Collins esgrime una argumentación parecida en su clásico Good to Great (HarperBusiness, 2001). Lo que Collins denomina «líderes de nivel cinco» exige una visión de largo alcance y el establecimiento de un cambio sostenible. Ellos contemplan la prosperidad bajo la perspectiva de décadas y no como un mero beneficio trimestral, implican a todas las partes interesadas (y no solo a los accionistas) y despiertan la fidelidad y el orgullo de sus empleados. Esbozan una visión convincente que moviliza el compromiso y representan el equivalente organizativo de una voluntad y una concentración extraordinarias sin dejar, por ello, de ser humildes. Esos son los líderes, según Collins, de las empresas que, en lugar de limitarse a ser buenas, aspiran a ser grandes. <<

[288] Una encuesta realizada por Accenture a 750 directivos constató que más del 90% de ellos apoyan la sostenibilidad como uno de los objetivos de su empresa. http://bit.ly/1cz9LKM. <<

[289] Unilever no compra directamente a los agricultores, sino que se nutre de distribuidores que ampliará hasta incluir a aquellos que tengan redes basadas en granjas pequeñas. <<

[290] Aunque, en general, eso supondrá mayores ingresos, la cantidad exacta puede variar en función de la cosecha y la estación. <<

[291] Banco Mundial, «The Future of Small Farms: Synthesis Report», World Development Report 2008. http://bit.ly/18lSVfy. <<

[292] John Mackey, uno de los directores generales de Whole Foods Market, ha sido el portavoz principal de esta perspectiva, que él considera parte del «capitalismo consciente». Mackey, por ejemplo, recibe un salario que es tan solo 14 veces superior al salario más bajo de cualquier trabajador de Whole Foods y vende pescado cuidadosamente seleccionado para no agotar la biodiversidad marina, además de atenerse a una larga lista de otros principios. Véase John Mackey y Raj Sisodia, Conscious Capitalism, Boston: Harvard Business Review Press, 2013. Esta es una visión que expresa perfectamente el zeitgeist de nuestra época. Véase, por ejemplo, Rosabeth Moss Kanter, «How Great Companies Think Differently», Harvard Business Review, noviembre de 2011, págs. 66-78. <<

[293] Y, aunque esas cuchillas de cinco rupias no sean las más baratas del mercado indio, están al alcance de todo el mundo. Ellen Byron, «Gillette’s Latest Innovation in Razors: The 11-Cent Blade», Wall Street Journal, 1 de octubre de 2010. <<

[294] Según el difunto consultor Elliott Jacques, los niveles de trabajo están vinculados, hablando en términos generales, a diferentes horizontes temporales. Trabajos como policía o vendedor, en su opinión, alientan a pensar en un horizonte temporal que va de un día a tres meses, mientras que los capataces y los dueños de pequeños negocios tienden a pensar en horizontes temporales comprendidos entre los tres meses y un año. Los directores generales de pequeñas empresas y los responsables de división de las más grandes pueden pensar, como mucho, en un horizonte de 10 años, mientras que los directores generales de las empresas de ámbito global deben hacerlo en un horizonte de décadas. Véase Art Kleiner, «Elliott Jacques Levels with You», Strategy + Business, First Quarter, 2001. <<

[295] El libro más conocido de Peter Senge es The Fifth Discipline: The Art and Practice of the Learning Organization, Nueva York: Doubleday Business, 1990. <<