Segundo diario
6 de Abril.
Es algo maravilloso empezar una nueva vida y un nuevo Diario. Es primavera. Estoy en casa de nuevo, con mi familia. Los abuelos vendrán para otra reunión con la hija pródiga. Tim y Alex son los de siempre y nada podía ser mejor. No recuerdo quién escribió aquello de «Dios está en su cielo y en el mundo todo marcha bien», pero es exactamente lo que yo siento.
Quien haya necesitado desesperadamente volver a su hogar sabe la impresión tremenda que se siente al acostarse en su propia casa. Mi almohada. Mi colchón. Mi viejo espejo de mango de plata. Todo parece tan permanente, tan añejo y nuevo a la vez. Pero me pregunto si volveré a sentirme algún día nueva, otra vez. ¿No pasaré el resto de mi vida sintiéndome como una enferma errante?
Cuando ejerza de psicóloga trataré de convencer a los muchachos de que meterse en drogas es, sencillamente, caer en una pocilga. Claro que es fantástico hacer un «viaje», nunca seré capaz de negarlo. Es excitante, y multicolor y peligroso, pero no vale lo que cuesta. Sencillamente, no lo vale. Cada día tendré miedo de despertarme para verme convertida en lo que no quiero ser. Tendré que combatirlo cada día de mi vida, y espero que Dios me ayude. Espero no haber destruido la existencia de los míos volviendo a casa. Espero que Tim y Alex no estarían mejor sin mi presencia.
7 de Abril.
Hoy, Tim y yo hemos dado un largo paseo por el parque. Le hablé honradamente sobre las drogas, después de todo, tiene trece años y conoce muchachos del liceo que fuman «hierba». Por supuesto, no le conté detalles particulares sobre mi pasado, pero discutimos de cosas importantes en la vida, tales como la religión, Dios, nuestros padres, el futuro, la guerra y todas esas cosas de que hablan los muchachos cuando están drogados. Fue distinto comentándolas con Tim; fue hermoso. Tim tiene un concepto de la vida claro, decente y honorable. Me alegra que sea mi hermano. Estoy orgullosa de que sea mi hermano. Me satisface que me vean a su lado. Estoy segura de que para él resulta embarazoso, pues todo el mundo sabe que fui una ruina y me escapé de casa. ¡Cómo he enredado mi vida! Tim y yo nos entendemos, y dice que puede servir de puente entre papá y mamá y yo misma. Es muy tolerante y trata de ver las cosas desde el punto de vista de los padres. Verdaderamente, es una persona muy especial. Me pregunto hasta qué punto no seré yo responsable de su madurez. Sé que debe de haber reflexionado mucho mientras yo anduve perdida por ahí y mamá y papá enloquecían de preocupación, miedo y angustia. ¡Ah, diablos, qué idiota he sido!
8 de Abril.
Hoy llegaron los abuelos. Fuimos a recibirlos al aeropuerto y lloré a mares. Han envejecido mucho y sé que, en gran parte, por culpa mía. El abuelo tiene el pelo totalmente gris, y el rostro de la abuela está surcado de profundas arrugas que no estaban la última vez que la vi. ¡Cuántos estragos he causado en un mes! Ya en el coche, camino de casa, el abuelo me rascó la espalda como solía hacerlo siendo yo niña, y me murmuró al oído que debía olvidarme de mí misma. Es un hombre estupendo y trataré de seguir su consejo, aun sabiendo que no será fácil. Debo intentar que, de nuevo, estén orgullosos de mí.
Más tarde.
No podía dormir y me levanté de la cama para dar una vuelta en torno a la casa. La gata de Alex acababa de parir un montón de gatitos y me senté en el portal para observarlos. ¡Fue una revelación! ¡Sin drogas! Sin nada más que unos gatitos cuya piel es el compendio de todas las suavidades del mundo. Tan suave que cerrando los ojos ni siquiera estaba segura de tocarla. Tomé el más pequeño en mis manos, el gatito llamado Felicidad, y lo acerqué a mi oreja; noté el calor de su menudo cuerpo y escuché su increíble ronroneo. Luego trató de arrullarme la oreja y lo que sentí fue tan grande que pensé que iba a abrirme de par en par. Fue mejor que un «viaje», mil veces, un millón, un trillón de veces mejor. Éstas son cosas auténticas. La suavidad no era ninguna alucinación; los rumores de la noche, los coches silbando veloces, los grillos… Y allí estaba yo, de verdad, lo escuchaba y lo oía, lo veía y lo sentía y así quiero sentir siempre la vida. Y así será.
9 de Abril.
Hoy retorné al liceo e inmediatamente fui convocada al despacho del director. Me dijo que tenía informes sobre mi comportamiento, que yo era un ejemplo lamentable de muchacha norteamericana. Añadió, seguidamente, que soy egoísta, indisciplinada, inmadura y que no me toleraría ninguna de estas actitudes. Luego me facturó a clase como se arroja un desperdicio al cubo de la basura. ¡Qué bruto!
Si alguna vez dudé entre estudiar psicología, orientación de jóvenes u otra cosa, debo decir ahora que ya no dudo. Los muchachos necesitan comprensión, ser escuchados, ser atendidos como individuos. ¡Me necesitan! La generación siguiente me necesita. Y ese pobre hombre, estúpido e idiota, que probablemente ha echado a centenares de muchachos del liceo, me ha retado; puede que todavía ahuyente a otros muchachos, pero no a mi. Esta noche estudié cuatro horas y voy a echar mis estúpidos sesos hasta aprenderlo todo. Aunque me lleve siete, ocho horas cada noche. Hasta la próxima.
10 de Abril.
Ahora que tengo un objetivo me siento mucho más sólida. De hecho, cada día me encuentro más fuerte. Tal vez incluso podría resistir las drogas, en vez de contenerme como hice antes.
11 de Abril.
Querido Diario:
No quiero escribir esto, pues en realidad lo único que deseo es borrarlo de mi mente para siempre, pero estoy tan aterrorizada que, acaso diciéndotelo, no lo vea tan terrible. Oh, Diario, ayúdame, por favor. Estoy asustada. Tan asustada, que mis manos están pegajosas y tiemblo de pies a cabeza.
Supongo que he tenido una visión retrospectiva, pues estaba en mi cama, planeando el cumpleaños de mamá, pensando en lo que podría hacer para darle una sorpresa, cuando mi mente se enturbió, se enmarañé por completo. No puedo explicarlo, pero parecía como si se enrollara hacia atrás, por inercia propia, sin que yo pudiera hacer nada para detenerla. La habitación se llenó de humo y me creí en una cámara de vapor. Estábamos todos de pie, leyendo los anuncios de la ceremonia y apostando sobre los actos sexuales inconcebibles. Y empecé a reír. Y me sentí en la gloria. Era la persona más encopetada del mundo y miraba a todos por encima del hombro; el universo era un extraño conjunto de ángulos y sombras.
Luego, súbitamente, se convirtió todo en una especie de filme underground, lento y perezoso, y la luz verdaderamente irreal. Muchachas desnudas bailaban alrededor, haciendo el amor con las estatuas. Recuerdo que una muchacha pasaba la lengua por el cuerpo de una estatua, y ésta vivificó llevándose la muchacha hacia lo más alto de la hierba azul. No podía ver exactamente lo que hacían, pero era evidente que se la estaba metiendo. Sentí el sexo tan intensamente que quise abrirme paso para correr detrás de ellos. Después cambió la escena y me vi en la calle, mendigando, gritándole a los turistas: «Poderosos entre todos los poderosos, ojalá esta noche tengáis un momento de erotismo con vuestro perro».
Luego me sentí como sosegada, de pie, entre las luces cambiantes y movedizas, bajo los fanales. Todo daba vueltas a mi alrededor. Yo era una estrella a la deriva, un cometa surcando el firmamento, brillando en el cielo. Cuando finalmente me recobré, estaba tendida, desnuda, sobre el suelo.
Todavía no puedo creerlo. ¿Qué me pasa? Estaba en la cama, pensando en el aniversario de mi madre, escuchando música cuando: ¡bam!
Tal vez no fuera una visión retrospectiva. Acaso esté esquizofrénica. Esto suele darse con frecuencia en los adolescentes que pierden contacto con la realidad. ¿No es así? Sea lo que sea, estoy perdida. Ni siquiera puedo controlar mi mente. Las palabras que escribí cuando estaba fuera de la realidad son simplemente líneas, caminos con mucha escoria intercalada de símbolos. ¿Qué voy a hacer? Necesito hablar con alguien. Realmente, desesperadamente, verdaderamente lo necesito. Oh, Dios, ayúdame, por favor. Tengo tanto miedo, tanto frío, tanta soledad. Sólo te poseo a ti, Diario mío. Tú y yo, ¡vaya pareja!
Más tarde.
He resuelto algunos problemas de matemáticas e incluso he leído algunas páginas. Por lo menos, aún puedo leer. He aprendido unas líneas de memoria y, ahora, mi cerebro parece funcionar bien. También hice ejercicio y creo tener el control de mi cuerpo. Pero desearía hablar con alguien, alguien que sepa lo que pasa y lo que pasará. Pero no tengo nadie a quien hablarle así, de modo que deberé olvidarlo. Olvidar, olvidar, olvidar y no mirar atrás. Miraré hacia adelante, hacia la fiesta de cumpleaños de mamá. Tal vez pueda conseguir que Tim y Alex la lleven al cine, a la sesión matinal, y cuando llegue a casa se encuentre preparada una magnífica cena. Me haré a la idea de que todo ha sido una pesadilla y lo olvidaré. Por favor, Dios mío, deja que lo olvide y no permitas que ocurra otra vez. Te lo ruego, te lo ruego, te lo ruego…
12 de Abril.
Hoy he estado tan ocupada que ni una sola vez he pensado en ello. Creo que para mañana me peinaré al gusto de mamá. Esto la haría dichosa.
13 de Abril.
Ha sido un aniversario maravilloso. Tim y Alex llevaron a mamá a una sesión de cine de la tarde y la película le gustó más que a ellos. Papá tuvo que trabajar hasta muy tarde en su despacho, y me alegré, pues si él hubiese estado en la cocina me habría sentido cohibida, no hubiese dado pie con bola, pero todo salió admirablemente. La cocina tenía un aspecto como el de ésas que salen en la revista Better Homes and Garden’s, sólo que mejor, pues olía bien. Los espárragos eran magníficos y tiernos y los pasteles exactamente como los habría hecho la abuela. La verdad es que me habría gustado que hubiese estado con nosotros, se habría sentido orgullosa de mí. Tomamos un cóctel de fruta fresca, ensalada de lechuga con tiras de tocino fino, que tal vez estaba demasiado marchita, pero todo el mundo fingió no darse cuenta. Papá bromeó conmigo y aseguró que no le extrañaría que un día me convirtiera en la buena esposa de algún buen joven. Espero que no haya visto las lágrimas que había en mis ojos, pues lo anhelo tanto, ¡tanto!
Como postre comimos helado de pera con melocotones helados, y esto sí que fue maravilloso, particularmente por ser la primera comida completa enteramente preparada por mí. Alex le había hecho a mamá un platito de cerámica en forma de mano, la mano de mamá. Es realmente encantador pues, con ayuda de su maestra en los boy scouts, lo hizo ella sin que mamá lo supiera. Antes yo tenía un poco de celos de Alex, y supongo que me comporté con hostilidad hacia ella aunque la quisiera. Pero ahora las cosas son distintas. Verdaderamente, siento crecer en mí algo nuevo, maravilloso y fascinante. ¿No será lo que llaman amor extra hacia cada criatura que nace?
¡Oh, cómo desearía que algún día alguien quisiera casarse conmigo!
14 de Abril.
Esta mañana me levanté temprano para bañarme sin prisas, antes de que Tim y Alex empezasen a golpear la puerta del cuarto de baño. Fue magnífico. Me encanta ir despacio y disfrutar de la vida. Después de depilarme las piernas y axilas contemplé mi cuerpo críticamente por primera vez en mi vida. Es un cuerpo agradable, pero de pechos pequeños. ¿No mejoraría haciendo ejercicio? Pero entonces tendría miedo de parecer una vaca lechera. Estoy contenta de ser una muchacha, incluso me gusta tener la regla. Creo que nunca quise ser un muchacho; muchas muchachas desearían serlo, pero yo no. Es difícil creer que llegué a tal punto de perdición que ni siquiera supe lo que era. Oh, cómo desearía borrar este podrido pasado. Sé que el abuelo tiene razón. Debo perdonar y olvidar, pero no puedo. Sencillamente, no puedo. Cuando estoy pensando las cosas más agradables aparece el feo y negro pasado, irrumpiendo en mi mente como una pesadilla. Y mi jornada queda hecha polvo.
(¿)
¿Sabes qué, Diario? Tu genial amiga ha salido bien en un examen de inglés. Lo sé porque ha sido fácil y creo haberlo hecho tan perfecto como en matemáticas. Puede que se me hayan escapado dos o tres cosas, pero estoy segura de que no han habido más. ¿No es estimulante?
19 de Abril.
¡Ya empezamos otra vez! Me encontré con Jan en el centro y me invitó a una fiesta para esta noche. Ninguno de los muchachos cree que vaya a quedarme al margen, piensan que la mayoría de los que han estado metidos son, sencillamente, más cautelosos y discretos. Cuando le contesté a Jan: «No, gracias», se limitó a sonreír. Y me produjo un miedo mortal. No dijo ni una palabra, sólo me sonrió, como diciéndome: «Sabemos que volverás». Y yo espero que no. Verdaderamente, espero que no.
21 de Abril.
George se limité a saludarme con un «hola» muy frío. Es totalmente evidente que está en la buena vía y no quiere ningún trato con drogadictas. Todos los muchachos del liceo saben quién es quién, y yo deseo codearme con los que van por el buen camino, aunque ignoro cómo lo conseguiré con la reputación que me han colgado. No podría decírselo ni a mamá ni a papá, pero, verdaderamente, me encantaría salir con muchachos. No me refiero a la pandilla de la marihuana, sino con muchachos bien. Me gustaría que un muchacho me abrazara en el cine. Pero ¿cómo salir con muchachos serios? Todo el mundo sabe que sexo y droga van juntos y, por lo que a mí se refiere, considero a esa pandilla como unos leprosos, y así lo creen los muchachos serios. Lo triste es que todavía me consideran una de aquéllos, y me imagino que siempre será así. Es extraño que haya hecho tanta vida sexual y me sienta como si no lo hubiese hecho en absoluto. Sin embargo, quiero que alguien sea bueno conmigo, me acompañe a casa, me bese dándome las buenas noches. ¡Qué risa! Perdóname, Diario. ¡Hago tantos esfuerzos por ver las cosas desde un ángulo positivo! Pero no puedo. No puedo. Eres el único a quien abro mi alma. Quiero salir, y estallar, y reventarlo todo de nuevo. Pero en el interior me siento vieja, y dura, y probablemente responsable de que haya hoy tantos escolares drogándose y haciendo que se droguen otros a su alrededor. ¿Me lo perdonará Dios alguna vez? ¿Querrá perdonármelo?
Será mejor que tome un baño antes de que mis padres oigan estos estúpidos, insensatos sollozos que no puedo controlar.
A ti, gracias por escucharme.
24 de Abril.
Los muchachos han empezado a importunarme. Hoy, en dos ocasiones, Jan me abordó en el salón y me llamó «María, la Pura» y «Mosquita muerta». Pero hizo un acto. Esta vez me afectó de verdad y comienzo a sentirme tan decaída que voy a pedirle a mamá y a papá que me trasladen a otro liceo. El problema es adónde ir para que nadie se entere de quién soy. ¿Y cómo decírselo todo a mis padres para que me cambien? No lo sé, realmente no sé qué voy a hacer. Incluso he empezado a rezar todas las noches, como solía hacerlo de pequeña, pero ahora no me limito a pronunciar palabras. Suplico, imploro… Buenas noches, Diario.
27 de Abril.
Es terrible no tener una amiga. ¡Estoy tan sola! Creo que es peor hacia el fin de semana que a principios, pero, no sé, todos los días son bastante malos.
28 de Abril.
Hoy me han devuelto algunos de mis ejercicios escolares y no tengo ninguna puntuación inferior a 5. He empezado un fichero estadístico sobre juventud y droga. Algún día hablaré de ello, cuando no tenga que pasar cada minuto estudiando.
1 de Mayo.
El abuelo ha tenido un ataque de corazón. Ocurrió durante la noche y mis padres toman esta tarde el avión para ir a verle. Cuando salgamos del liceo habrán partido ya. ¡Qué buenos son! Lo que más les preocupaba era tener que dejarme. Estoy segura de que saben lo sola y frustrada que me encuentro, y que, en el fondo, sufren tanto por mí como yo por el abuelo. Antes pensaba que la única que sentía las cosas era yo, pero realmente no soy sino una parte infinitamente pequeña de la humanidad que sufre. Es bueno que la gente sangre por dentro, de lo contrario, nuestro planeta estaría empapado de sangre.
¡Qué sola se quedará la abuela si muere el abuelo! No puedo imaginármela sin él. Sería como partir una persona en dos. Viejo y dulce abuelo solía llamarme su «General de Cinco Estrellas». Pienso escribirle antes de ir al liceo y firmaré mi carta: «El General de Cinco Estrellas» del abuelo. Nadie sabrá de qué hablo, pero él sí. Hasta ahora.
(¿).
Acaba de llamar papá para saber si estamos bien y decirnos que el abuelo está peor. Su estado es comatoso y todos estamos muy conmovidos, particularmente Alex. Cuando la acosté le di un beso, como suele dárselo mamá, y entonces me pidió si podría dormir en mi cama, conmigo, para no asustarse de noche ¿Qué decirle a quien, como nosotras, está tan afligida por dentro?
Luego me fui al cuarto de Tim y le di las buenas noches con un beso. También está muy impresionado, y creo que andamos todos muy deprimidos, incluso papá.
4 de Mayo.
Tim, Alex y yo nos levantamos a la misma hora, arreglamos nuestras habitaciones, preparamos los desayunos y fregamos la vajilla juntos. Somos realmente eficientes, aunque no lo creas.
Debo irme al liceo, pero escribiré más esta noche, si no ocurre algo gordo o trágico.
Las 21.50
Llamó papá, pero las cosas siguen igual. El abuelo está algo peor, pero resistiendo. No puede decir todavía cómo saldrá de ésta. No obstante parece que su estado es crítico. Alex se me agarró al cuello y lloró; yo también tengo ganas de hacerlo. La casa, sin papá ni mamá, se ve enorme, solitaria y callada.
5 de Mayo.
El abuelo murió durante la noche. Pasado mañana, el doctor -----, de la universidad, nos llevará a Alex y a mi al aeropuerto, para asistir al funeral. Parece increíble que no vaya a ver más al abuelo. ¿Qué le habrá pasado? Espero que no tenga que verlo así, frío y muerto. No puedo concebir que el cuerpo del abuelo sea devorado por los gusanos. No puedo soportar la idea. Quizás el líquido que usan para embalsamar permita a un cuerpo convertirse en polvo. Ojalá sea así.
8 de Mayo.
No podía creer que aquello dentro del ataúd era el abuelo. Un simple esqueleto agotado y cubierto de pellejo. He visto ranas, pájaros, lagartos y pollos muertos, pero esto ha sido terrible. Parecía irreal. Casi como un mal «viaje». Estoy contenta de no haberme atascado en ninguno, aunque si hubiera fallado el primero tal vez no habría habido otro. En este sentido, ojalá hubiese salido mal. La abuela estaba tranquila y cariñosa. Pasó una mano por encima de mis hombros y otra por los de Alex. Valerosa y animosa abuela, ni siquiera lloró durante el largo, larguísimo funeral. Se quedó allí, sentada, con la cabeza gacha. Era algo insólito, casi irreal, pues tuve la sensación de que el abuelo estaba a su lado. Más tarde lo comenté con Tim y él tuvo la misma impresión.
Lo peor fue cuando bajaron el cuerpo del abuelo a la fosa. Realmente fue lo peor de este mundo. Alejandria y yo llorábamos, aunque nadie más llorase en la familia. Traté de ser tan fuerte y de controlarme como ellos, pero no pude. Mamá, papá y la abuela se secaban los ojos de vez en cuando, Tim sorbía constantemente sus lágrimas, y Alex, claro, es una niña, pero yo di el espectáculo, como siempre.
9 de Mayo.
Esta noche la abuela se viene con nosotros y se quedará en casa hasta el final del curso escolar. Después regresaré aquí con ella para ayudarla a organizar su traslado a nuestra casa, ya que vivirá allí mientras no encuentre un pequeño apartamento que no le quede muy lejos.
No recuerdo haber estado nunca tan cansada como ahora. No concibo cómo puede la abuela sostenerse cuando yo apenas consigo moverme. Todos tenemos un aspecto como si hubiésemos sufrido una enfermedad interminable. Incluso la pequeña Alex ya a rastras. ¿Cuánto tiempo tardaremos en adaptarnos a vivir sin nuestro abuelo? ¿Volveremos a ser los de antes? ¿Cómo se las arreglará nuestra querida abuela? Cuando esté instalada en su nuevo apartamento viviré con ella a menudo, la llevaré al cine, daremos largos paseos, y cosas así…
12 de Mayo.
Esta mañana, al mirar por la ventana, vi puntas de hierba verde brotando de la tierra, y empecé a llorar de nuevo sin poder controlarme. Realmente, no comprendo la resurrección. No puedo imaginarme el cuerpo del abuelo pudriéndose, desmigándose, descomponiéndose y regresando a nosotros. Tampoco concibo que un pequeño bulbo de gladiolo, marchito y reseco, pueda florecer de nuevo. Supongo que Dios es capaz de reagrupar de nuevo átomos y moléculas de los cuerpos si un bulbo de gladiolo, que ni siquiera tiene cerebro, puede hacerlo. Esto me hace sentir mucho mejor y no sé cómo pude pensar que comprendería la muerte cuando ni siquiera consigo entender lo que es la televisión o la electricidad, ni el sistema estereofónico. La verdad es que comprendo tan pocas cosas que ni siquiera sé cómo he podido existir.
Una vez leí en algún sitio que el hombre utiliza menos de la décima parte de su capacidad mental. Imagínate el noventa por ciento restante pensando acertadamente y utilizando cada particular de ese pensamiento. Sería, sencillamente, glorioso. Imagínate qué planeta perfecto y maravilloso sería el nuestro si los cerebros fuesen noventa veces más eficientes que ahora.
14 de Mayo.
Anoche tuve una pesadilla; vi el cuerpo del abuelo cubierto de gusanos y alimañas y pensé en lo que me ocurriría si yo muriera. Los gusanos no hacen distinción bajo tierra. Nada les importaría que yo sea joven, lozana, de carnes firmes y tersas. Por suerte, mamá me oyó gemir, vino a mi cuarto y me ayudó a volver en mí. Luego bajamos y me tomé un vaso de leche caliente, pero yo estaba tiritando y no podía decirle lo que había pasado. Estoy segura de que mamá ha creído que se trataba de algo relacionado con los días que estuve fuera, durante mi fuga; pero no le pude decir lo que era porque es más horrible.
Después de tomar la leche seguía tiritando y entonces nos calzamos y salimos a dar una vuelta. Incluso con la bata sobre nuestra ropa de dormir, se notaba el frío. Hablamos de un sinfín de cosas, de la posibilidad de que yo llegue a ser una asistenta social o algo semejante, pues a mamá le gustaría mucho que yo ayudase a otros. Verdaderamente es muy comprensiva. Todo el mundo debería tener la suerte que yo tengo.
15 de Mayo.
Me he esforzado por concentrarme en los estudios. Ignoraba que la muerte pueda arrebatarle tanto a una persona. Me siento totalmente vacía y cualquier cosa me exige gran esfuerzo.
16 de Mayo.
Papá me ha llevado hoy a una concentración contra la guerra, que ha tenido lugar en la universidad. Está muy preocupado e impresionado por los estudiantes y me habló como si yo fuera un adulto. Lo disfruté de verdad. A papá no le preocupan tanto los estudiantes militantes con los cuales dice que habría que ser muy severo —como los muchachos que puedan ser influenciados por ideas erróneas. También a mí me preocupan. Y también lo estoy por mí misma.
Más tarde fuimos a ver al doctor -----, que también se ocupa seriamente de la nueva generación. Habló mucho de los jóvenes y de a donde van, luego sacó a relucir algunas estadísticas que me asombraron de verdad. Como hablaba muy rápido, la mitad de las cosas que dijo no las recuerdo, pero mencionó que cada vez eran más los estudiantes que se suicidaban y que también iban en aumento los que lo intentaban. Las enfermedades venéreas han aumentado entre muchachos y muchachas de mi edad, y cada vez son más numerosos los casos de muchachas preñadas, incluso con la píldora. Dijo, además, que el crimen y las enfermedades mentales han aumentado vertiginosamente entre los muchachos. Esto que estaba contando era más grave que lo anterior.
Al salir no supe si sentirme mejor por lo que yo había hecho, pues si son tantos los que cayeron en lo mismo, o en algo peor, entonces es que todos nos estamos volviendo locos. Pero, hablándote sinceramente, te diré que no creo que la culpa sea de los muchachos que hacen estas porquerías, al menos no totalmente. Los adultos no parecen comportarse mejor. Es más, no conozco ninguna persona digna de ser presidente, a excepción de papá, quien nunca saldría elegido teniendo una hija como yo.
19 de Mayo.
Hoy me han hecho otra faena. Alguien metió una colilla de «hierba» en mi bolso y me pegué el gran susto. Dejé la clase siguiente, tomé un taxi y corrí al despacho de papá. No comprendo por qué no pueden dejarme en paz. ¿Por qué me importunan así? ¿Les pone nerviosos mi existencia? Creo que sí. Verdaderamente creo que tratan de borrarme de la faz de la tierra o mandarme al manicomio. Es como si hubiese delatado una red de espionaje gigantesca y no se me permitiera vivir más. Papá dijo que debo ser fuerte y comportarme como un adulto. Me habló durante un buen rato y le agradezco todo su interés, pero sé que no comprende mejor que yo los motivos que tienen ellos para atosigarme. Además, ignora lo de Richie, lo de Lane y el resto. Dijo que toda la familia me respalda, pero ¿para qué me sirve si tengo en contra el resto del mundo? Es como la muerte del abuelo; todos lo han sentido terriblemente, pero nadie pudo remediarlo, ni siquiera yo.
20 de Mayo.
He logrado meterme de nuevo en el engranaje del estudio, y esto ayuda. Por lo menos distrae mi mente de lo que tú ya sabes.
21 de Mayo.
La abuela está enferma, pero mamá cree que es agotamiento. Ojalá, pues tiene mal aspecto. Ah, olvidaba decirte que papá me ha conseguido una autorización para servirme de la biblioteca de la universidad y hoy he ido por primera vez. Es muy divertido. Me sentí sofisticada y muchos muchachos creen que soy universitaria. ¿No es gracioso?
22 de Mayo.
Hoy he conocido a un muchacho en la biblioteca. Se llama Joel Reems y es novato. Estudiamos juntos y luego me acompañó al despacho de papá.
Papá estaba ocupado y nos sentamos en la escalera de la entrada principal del edificio para esperarlo. Decidí no fingir con Joel, decirle la verdad sobre mi y dejar que me tomara o me dejara como soy (bueno, casi la verdad). Le informé que tenía dieciséis años y privilegios de biblioteca gracias a papá.
Es un muchacho realmente agradable, se limitó a reír y dijo que ya estaba bien, puesto que tampoco era su intención pedirme que me case con él este semestre. Cuando salió papá, se sentó un rato con nosotros y los tres hablamos como si nos hubiésemos conocido de siempre. ¡Algo formidable! Antes de irse, Joel me preguntó cuándo volvería a estudiar y le contesté que paso mis horas de asueto estudiando, cosa que le agradó.
23 de Mayo.
Ah, papá querido, supongo que debería estar rabiosa contra él, pero no lo estoy. Fue a indagar en la ficha escolar de Joel y me contó lo que contiene. Realmente, me cayó como una coz que papá ande fisgoneando en los archivos para conseguir información que me concierne. De todos modos, Joel es estudiante adelantado, pues, con dieciocho años escasos, ya está en la universidad. Su padre murió y su madre trabaja en una fábrica; Joel trabaja siete horas diarias como portero en el liceo, de medianoche a las siete de la mañana. Su primera clase comienza a las 9, los lunes, miércoles y viernes. ¡Qué horario!
Papá me advirtió que no debo interferir en sus estudios y le dije que no lo haría. Sin embargo, si quiere acompañarme cada tarde —sábado incluido— de la biblioteca al despacho de papá no veo en qué pueda perjudicarle, ¿no?
Tarde.
Joel me acompañó al despacho de papá, y fue casi como una salida juntos. Nuestras palabras se entremezclaban y reímos y charlamos al unísono; fue algo caótico y encantador. Joel dijo que no le queda mucho tiempo para las muchachas y que no comprende cómo puedo saber yo tantas cosas de él. Le contesté que las mujeres somos más perspicaces, eso es todo. Y mañosas.
25 de Mayo.
Esta tarde Joel me acompañó al despacho de papá otra vez, y a papá se le ocurrió invitarlo mañana a cenar. Mamá no tiene inconveniente y sé que está impaciente por conocerlo, pues papá me hace muchas bromas sobre él.
26 de Mayo.
Al salir del liceo corrí a casa y ayudé a mamá a hacer una limpieza como si tuviéramos que recibir al Rey de Reyes. Me aseguré de que teníamos todos los ingredientes necesarios para preparar los pastelillos de mi especialidad: rollos de naranja. Estoy impaciente, impaciente, ¡impaciente!
Más tarde.
Acaba de irse Joel y la velada ha sido fantástica.
No sé por qué lo digo, pues pasó la mayor parte del tiempo hablando con papá. Supongo que se debe al hecho de haber perdido el suyo a la edad de siete años pero, la verdad, se entienden de maravilla. Incluso Tim parecía fascinado viéndoles conversar, particularmente cuando se referían a las posibilidades de estudio para Joel. Creo que Tim empieza a pensar ya en la universidad. ¡Tan pronto!
Mis pastelillos me salieron perfectos, incluso la abuela admitió que no podría hacerlos mejor, y Joel se comió siete. ¡Siete! Y dijo que si hubieran sobrado se los habría llevado a casa para el desayuno. Por supuesto, de haber sobrado ni lo habría mencionado. Es muy reservado. Pienso pedirle a mamá que me deje preparar una hornada y que Joel los recoja en el despacho de papá.
29 de Mayo.
Oh, Diario, ¿sabes qué?, papá nos ha dado una noticia maravillosa a la hora de cenar, y lo dijo como si tal cosa. Se propone conseguir una beca para Joel. Está casi seguro de lograrlo, pero habrá que esperar un tiempo y no quiere que yo se lo diga mientras no esté todo resuelto. Espero poder callarme mientras tanto. No soy discreta.
P. S.: En el liceo las cosas parecen ir bien. Nadie me habla, pero tampoco nadie me molesta. No se puede tener todo.
1 de Junio.
La casa de mis abuelos ha sido vendida y han decidido que los nuevos moradores embalen las cosas para almacenarías en algún depósito. Cuando la abuela se enteró lloró amargamente, estaba muy afectada. Es la primera vez que la he visto llorar de verdad. Muerto el abuelo, la casa que habitaron constituía toda su vida, y por eso debe parecerle ahora tan definitivo el perderla.
Más tarde.
¿Le gusto realmente a Joel? ¿Me considera bonita, simpática o atractiva? ¿Significo algo serio para él? Espero gustarle, pues él me gusta mucho. Es más: creo que le amo de verdad…
Señora de Joel Reems.
SRA. DE JOEL REEMS.
Sr. y Sra. Joel Reems.
Dr. y Sra. Joel Reems.
¡Qué bien suena!
2 de Junio.
Acaba de llamar la señora Larsen para decir que Jan le había prometido hacer de niñera, pero que, a última hora, lo canceló, cosa muy propia de Jan. Oh, bueno, supongo que allí podré estudiar como lo hago aquí. Voy a recoger mis cosas. Hasta luego.
Por la tarde.
Querido Diario:
Voy a rastras, estoy cansada, triste, agotada, asqueada.
Jan se presentó a la media hora de haberse ido la señora Larsen y dijo que haría de niñera porque necesitaba la «pasta». Pero no pude dejarla sola porque estaba drogada y el bebé de la señora Larsen sólo tiene cuatro meses. No se iba, y finalmente tuve que llamar a sus padres para que vinieran a buscarla. Les dije que su hija estaba indispuesta, pero cuando llegaron se hallaba en plena euforia. Había puesto el tocadiscos a todo volumen y despertó al bebé, aunque éste ya estaba mojado y llorando. Ni siquiera me atreví a cambiarlo pues temía la reacción de Jan. Estaba tan excitada que sus padres tuvieron que embutirla en el coche, llorando los dos y pidiéndome que no la denunciara al director del liceo.
Espero haber obrado bien. Probablemente no debí llamar a sus padres, pero tampoco podía dejarla salir y mucho menos confiarle el bebé. No tengo la menor idea de lo que pasará mañana en el liceo cuando Jan se me presente. ¡Bam! Nadie se pondrá de mi parte. Además, los drogadictos no comprenden que pueda lastimarse un bebé. No comprenden nada.
3 de Junio.
Mamá y papá dicen que anoche hice exactamente lo que tenía que hacer y sólo lamentaron no haber estado cerca para ayudarme. ¿Qué podían hacer, aparte de llamar a los padres de Jan? Con ellos allí habría sido peor. ¡Quién sabe! Ahora debo irme.
P. M.: Jan se cruzó conmigo en el salón y vi en su rostro una expresión de hostilidad y acritud que nunca había notado antes. «Ya me las pagarás, jodida señorita Purificación», dijo casi a gritos y delante de todos. Traté de explicarme, pero se alejó, dándome la espalda como si no existiera.
Más tarde me fui a la biblioteca. Joel notó que algo iba mal y tuve que decirle que estaba resfriada y me sentía miserablemente (lo de miserable era parcialmente cierto). Dijo que debería tomarme una aspirina y descansar. La vida, para la gente recta, es bien simple.
(¿)
No sé qué les habrá contado Jan a los muchachos, pero debe de haber difundido unos rumores muy feos para que todos se mofen de mí, lo cual es peor que estar sola o verse ignorada. Ojalá pudiera hablar de esto con Joel, pero estoy tan acobardada que ni siquiera voy a ir a la biblioteca. Me llevaré unos libros a casa y estudiaré en mi habitación. Mi cuarto será todo mi universo.
Acaba de llamarme Joel desde la biblioteca porque está preocupado por mí. Habló con la secretaria de papá, quien no sabía nada. Me alegra que haya llamado, pero le dije que estaba enferma y que no iría a la biblioteca durante la semana. Oh, estoy enferma, enferma de todas esas cabezas repletas de marihuana y de ácido, de todos esos drogadictas que me acosan. Joel me preguntó, no obstante, si no tenía inconveniente en que llamara todas las noches; yo no le respondí que me quedaría junto al teléfono esperándolo. Pero tú si lo sabes, ¿verdad?
7 de Junio.
La abuela se puso muy mala en el curso de la noche. Creo que ya no le importa vivir si no está el abuelo. No salió de su cuarto para tomar el desayuno; se lo llevé a la cama en una bandeja, pero se limitó a picotear la comida. Esta noche debo quedarme con ella en vez de ir a la biblioteca, como había decidido finalmente. Joel comprenderá. Hasta luego.
8 de Junio.
Estoy tan acorralada que no sé qué hacer. Jan me abordó al salir y murmuró: «Deberías decirle a tu hermanita que no acepte caramelos de forasteros, ni siquiera de amigos, especialmente de tus amigos». Pero Jan no haría esto. No puede hacer esto. Piense lo que piense de mí, no se vengaría en Alex, ¿verdad? ¿Sería capaz? Ah, si pudiera hacerla entrar en razón, pero no sé cómo.
¡Cómo desearía hablar de esto con mamá, papá, Joel o Tim!, pero cada vez que hago algo sólo sirve para empeorarlo. Tendré que introducir el tema en alguna conversación de sobremesa, decir algo sobre los muchachos vengativos que ponen ácido en los caramelos, en el chicle, etc., para hacer proselitismo. Tal vez si les digo que el maestro nos habló de un muchacho que murió en Detroit tengan cuidado. Deben tener cuidado.
9 de Junio.
Salía de la ‘tienda camino de casa cuando una furgoneta llena de muchachos me empujó mientras ellos gritaban cosas así: «Anda, ¿no es la facilona María la Pura?»; «No, es la señorita Chivata»; «¿Señorita Chivata dices?, señorita súper Chivata; señorita doble, triple Chivata… ¿qué pasaría si metiéramos un montón de droga en el coche de su viejo? ¿No sería fantástico que pescaran a su papá, el profesor?».
Luego me insultaron con los peores epítetos, gritaron y se rieron como histéricos de mí, dejándome emocionalmente aplastada, golpeada, achicharrada. A lo mejor sólo me amenazaron, tratan de volverme loca, pero ¡quién sabe! El verano pasado leí que unos drogadictas metieron un gato en una lavadora y la pusieron en marcha por ver qué pasaba. Tal vez les gustaría saber exactamente cómo reaccionaría papá. Son una pandilla de asquerosos bastardos y no me fío nada de ellos. Pero no creo que vayan tan lejos. Quizá fingiendo que no les hago caso desistan de sus propósitos, en caso de tenerlos.
10 de Junio.
Por primera vez tengo la absoluta certidumbre de que, incluso encerrada en una habitación llena de ácido, coca y todos los estupefacientes del mundo, los repudiaría asqueada, porque ahora veo lo que ha hecho la droga con muchachos que fueron mis amigos. Seguro que si no fuera por la droga no se ensañarían conmigo tan despiadadamente como lo hacen, ¿verdad?
Hoy, alguien puso una ascua ardiendo en mi armario de la clase, y cuando el director me llamó, incluso él sabía que yo no había cometido aquella estupidez. Mi nueva chaqueta tiene un gran agujero y algunos papeles sueltos se han quemado, llenándolo todo de humo. Me pidió que delatara al posible autor, y aunque yo sospecho que ha sido Jan no me atrevería a denunciarla, y tampoco quiero señalar a todos los que se drogan en el liceo. Sería una traición; además, probablemente me matarían. Estoy verdaderamente asustada.
11 de Junio.
Me alegro de que pronto acaben las clases. El año que viene acaso pueda ir a estudiar a Seattle y vivir con tía Jeannie y tío Arthur. ¡Cómo me habría gustado que la abuela no vendiera la casa!, pero, con lo enferma que está tampoco habría podido vivir con ella.
P. S.: Fui a la biblioteca de la universidad y Joel y yo nos sentamos un rato sobre el césped, pero las cosas ya no son igual que antes. Cada día se deteriora todo un poco más. Ojalá Joel fuese el hijo de mi padre y yo no hubiese nacido.
12 de Junio.
Esta noche se celebra el baile del liceo, pero, naturalmente, yo no iré. Incluso George, que antes me invitaba a salir, me trata ahora con desdén y pasa junto a mí sin mirarme siquiera. Aparentemente, los rumores van en aumento. No puedo combatirlos ya que no sé lo que me atribuyen.
(¿).
Creo que la vieja pandilla de la marihuana trata de volverme completamente loca, y casi lo consigue. Hoy, mamá y yo estábamos en el mercado y nos encontramos con Marcie y su madre. Se detuvieron para hablar y, mientras tanto, Marcie se dirigió a mí diciéndome, con una hermosa sonrisa en su semblante: «Esta noche tenemos una fiesta y es tu última oportunidad».
Contesté: «No, gracias» con toda la serenidad de que fui capaz, pero creí ahogarme. Su madre estaba a dos pasos de distancia. Luego, sonriendo dulcemente, añadió: «Será mejor que vengas porque, de todos modos, te pescaremos». ¿Puedes creerlo, Diario mío? Una muchacha de quince años, de familia bien educada y respetable, amenazando a otra muchacha públicamente, en pleno mercado, concretamente en el puesto de legumbres. Creí perder el juicio; pensé que allí mismo saltaría mi cerebro y se desparramaría por el suelo.
Camino de casa, mamá comentó lo callada que yo había estado. Luego me preguntó por qué no frecuentaba, de vez en cuando, a la simpática Marcie Green. ¡Si, sí! Quizá me esté volviendo loca. Tal vez no esté ocurriendo ninguna de las cosas que cuento.
16 de Junio.
Anoche, mientras dormía, murió la abuela. Traté de persuadirme de que había ido a reunirse con el abuelo, pero estoy tan deprimida que en lo único que puedo pensar es en los malditos gusanos devorando su cuerpo.
Las órbitas sin ojos, infestadas de alimañas retorciéndose. Ya ni siquiera puedo comer. En casa, ocupados en el funeral, andan como locos. ¡Pobre mamá!, ha perdido a sus padres en dos meses. ¿Cómo puede soportarlo?
Yo creo que si ahora perdiera a mis padres me moriría. He tratado de ayudarla y de facilitarle las cosas, pero estoy tan extenuada que dar un paso me exige un gran esfuerzo.
17 de Junio.
Joel supo que murió la abuela y me llamó para darme el pésame. Realmente me levantó el ánimo, y se ofreció a venir después del funeral. ¡Me alegra tanto que venga! Voy a necesitarlo.
19 de Junio.
Creo que lo que me ha sostenido hoy fue saber que, tras el funeral, Joel estaría aquí. Cada vez que sentía ganas de llorar lo imaginaba sentado en nuestra salita, esperándome, y esto me hacía un gran bien. Ojalá mamá tuviera algo en qué pensar, pues estaba muy afectada. Nunca la he visto tan abatida. Papá hizo lo que pudo, pero no creo que consiguiera ayudarla.
Al llegar a casa, Joel y yo nos sentamos en el patio de atrás y conversamos un buen rato. Su padre murió cuando él tenía siete años, y desde entonces ha reflexionado mucho sobre la vida y sobre la muerte. Sus sentimientos e ideas son tan maduros que me cuesta trabajo no creer que tiene cien años. Además, es una persona muy espiritual, no religiosa, sino espiritual, y siente profundamente las cosas. Creo que la mayoría de los muchachos de nuestra generación tienen esta característica. Incluso bajo los efectos de la droga, muchos jóvenes creen ver a Dios o comulgar con algo celestial. De todos modos, al marcharse Joel me besó tiernamente en los labios por primera vez. Es tan bueno y tan agradable que espero de verdad que un día seamos el uno para el otro.
Hoy, lo peor ha sido ver cómo bajaban el blando y frágil cuerpo de la abuela a la sombría e interminable fosa. Parecía como si el hoyo se la tragara, y cuando empezaron a arrojar tierra sobre el féretro creí que iba a ponerme a chillar. Pero Joel dijo que no había que pensar en ello, porque la muerte no significa esto exactamente. Acaso tenga razón. No debo pensar en ello, sencillamente.
20 de Junio.
Puesto que el curso ha terminado, hay muchas actividades sociales y trato de no sufrir por el hecho de que se me excluya. Supongo que ha de ser indecente querer salir ahora, cuando acaba de morir la abuela. Pero debo ser sincera contigo, Diario mío, y estoy cansada de verme excluida y de fingir que no me afecta. Estoy tan cansada que, alguna vez, tengo ganas de fugarme de nuevo y no volver nunca más.
22 de Junio.
Anoche, la policía pescó un grupo de muchachos y muchachas en una fiesta y hoy me echan la culpa a mí. Jan se me acercó en el drugstore para decirme que esta vez voy a pagar caro el chivatazo. Traté de decirle que no sabía nada pero, como de costumbre, no quiso escucharme.
No sé lo que voy a hacer si comienzan de nuevo a importunarme. No creo que esta vez pudiera soportarlo, aunque Joel y mi familia me respalden. Es demasiado.
23 de Junio.
Todo va mal y yo no puedo con mi alma. Realmente, no puedo. Hoy iba por la calle, junto al parque, cuando un muchacho que ni siquiera conozco me agarró del brazo y me amenazó, retorciéndomelo e insultándome con las cosas más viles. Pasaban muchos muchachos por allí y quise gritar, pero no pude. ¿Quién me habría ayudado? Los muchachos decentes ni siquiera saben que existo. Luego me empujó detrás de unos matorrales y me besó. Fue algo humillante y repugnante. Introdujo su lengua en mi boca, retorciéndola hasta producirme náuseas y hacerme llorar. Dijo que lo que yo necesitaba era un buen revolcón y que si hablaba de aquello con alguien iría a mi encuentro para arreglar cuentas.
Estaba tan aterrada que me fui corriendo al despacho del abogado ----- y le pedí que me llevara a casa. Mamá creyó que estaba enferma y me acostaron en la cama. Estoy enferma. No dejo de vomitar y no puedo concentrarme. ¿Qué voy a hacer, dime, qué voy a hacer? No debo decírselo a mamá pues, tras la muerte de los abuelos ya sólo faltaría esto. Oh, ¿qué puedo hacer?
24 de Junio.
Esta mañana, durante el desayuno, le dije a mi familia que los drogadictas me acosaban de nuevo. Papá se ofreció para ir a hablar con algunos de los padres de esos muchachos, pero le supliqué que no lo hiciera para no agravar más las cosas. Le dije, incluso, que cerrara bien su coche, porque alguien me había amenazado con meterle droga. Por supuesto, tuve que advertir a Tim y a Alex otra vez, pero esto no resuelve nada Me siento como en estado de sitio y los demás no parecen tomarlo en serio. Papá opina que los muchachos se limitan a molestarme, pero que no me harán daño. No pude contarle lo que pasó ayer y tendré que dejarlo con la idea de que todo va sobre ruedas.
Más tarde.
Mi dulce mamá me llevó esta tarde a la Universidad para que yo viese a Joel. Dijo que tenía que recoger algo en el despacho de papá, pero yo sé que en realidad pensó en mi. Es verdaderamente buena mi madre.
Tras una breve conversación con Joel, sin saber por qué, le pedí que me acompañara, y con el corazón en un puño le conté parte de la verdad. No tenía la intención de decírselo, pero ahora me alegro de haberlo hecho. Su reacción fue la que siempre supuse que tendría. Dijo que yo significaba mucho para él y que confiaba en que sabría comportarme porque soy una persona básicamente buena y sólida. Tal vez lo dijera porque ahora se va de vacaciones a su casa tras el cierre de la universidad, pero me dio como recuerdo el reloj de oro que le confiara su padre, y yo le entregué a cambio el anillo de mi abuela. Fue algo tremendo. Y ahora me siento la cosa más gris de todo lo gris que existe en el mundo.
25 de Junio.
Hoy, nuestro sector parecía un manicomio con tanta gente preparando la fiesta anual de final de curso. Ninguno de los elementos de la pandilla de la marihuana me prestó la menor atención, y esto me alegra. Acaso tengan otro proyecto. Es raro que un gran liceo como el nuestro pueda estar dividido en dos mundos por completo diferentes, que parecen ignorarse mutuamente. —¿No habrá muchos otros mundos? ¿Será el liceo como una galaxia menor, con un pequeño planeta para cada grupo minoritario, otro para los muchachos pobres, una para los ricos, otro para los drogadictas, o tal vez para los drogadictas privilegiados, y otro para los de origen modesto? ¿No será que ninguno de nosotros somos totalmente conscientes de los demás planetas hasta intentar pasar de uno al otro? ¿Será éste el pecado? O quizá el problema real sea tratar de regresar al globo de origen. Todos los muchachos que han experimentado con drogas no tienen este problema, ¿o lo tendrán todos? Deberé averiguarlo en el futuro; por lo menos, habrá que proponérselo. Chris tuvo más suerte; su familia se trasladó a una ciudad donde nadie la conoce.
P. S.: He visto a tres de los muchachos más decentes y me han preguntado si voy a la fiesta del liceo. ¿No habrá empezado el deshielo?
¡Ojalá, ojalá!
27 de Junio.
No me he despertado hasta las once y media y me siento tan maravillosamente bien que podría estallar. Los pájaros pían tras mi ventana. Es verano, querido amigo, y estoy viva. Estoy bien, y feliz, y en mi cama. ¡Hurra! Creo que voy a tomar cursos en la escuela de verano de la universidad. Será divertido, ¿no?
1 de Julio.
Primer día del mes de julio. Desearía que Joel estuviera aquí para ver juntos el encanto que tienen todas las cosas. Me escribe cartas llenas de añoranza. Su madre parece buena y dulce, pero no debe de ser precisamente una intelectual, y él quisiera poder hablar con gente como mi madre y mi padre, cuya conversación resulta más animada. He tenido que prometerle que me voy a divertir y a disfrutar por los dos. Mi maestro ha interpretado para mí un concierto increíblemente difícil, pero lo aprenderé. Quiero que Joel esté orgulloso de mis aptitudes musicales, y también de todas las demás.
P. S.: Tim y yo dimos ayer un largo paseo por el parque, donde encontramos a Marcie. Ni ella ni Jan, a quien vimos en el drugstore, nos prestaron la menor atención. ¡Magnífico! Como acabó el curso, supongo que me dejarán en paz. Por fin seré libre. ¿No es maravilloso? Me siento tan feliz que podría morirme.
3 de Julio.
Hoy ha sido otro día hermoso, aunque papá recibió las fotos de la tumba de la abuela con la lápida que finalmente fue colocada sobre la misma. Una hermosa lápida, pero no dejo de pensar en lo corrompido que estará su cuerpo a estas horas y el estado de descomposición en que se hallará el del abuelo. Voy a ver si un día consulto en la biblioteca algún libro sobre embalsamamiento, para saber exactamente qué ocurre. ¿Pensarán en esas cosas papá, mamá y Tim, o sólo se me ocurren a mí? ¿Tendré una mente morbosa a causa de mis pasadas experiencias? No debe de ser así, pues Joel dice haberse preguntado lo mismo cuando murió su padre, y sólo tenía siete años.
7 de Julio.
La señora Larsen se fracturó una pierna en un accidente de automóvil, y todos los días voy a limpiarle la casa, a preparar la comida para el señor Larsen y a cuidar al bebé hasta que llega su abuela, buena práctica para el futuro. La pequeña Lu Ann es preciosa y voy a quererla mucho. Ahora debo irme para mi nuevo empleo. Espero que el señor Larsen no coma siempre en el hospital, pues quiero practicar como cocinera.
Hasta pronto.
(¿)
Mi querido Diario: Cuánto agradezco que mamá haya podido traerte encerrado en tu caja. Me turbé tremendamente cuando la enfermera me hizo abrir el cofre donde yo te guardaba con lápices y plumas de repuesto.
Supongo que lo hicieron, sencillamente, para cerciorarse de que no contenía drogas. Ni siquiera me noto a mí misma. Debo de ser otra persona. Todavía no puedo creer que me haya ocurrido todo esto. La ventana tiene enrejado de alambre duro y supongo que es preferible a la reja de hierro, pero esto no impide que yo me sienta en una especie de cárcel—hospital.
He intentado atar cabos pero no lo consigo. Las enfermeras y los médicos aseguran una y otra vez que me pondré mejor, pero aún estoy desquiciada. No puedo cerrar los ojos porque los gusanos siguen arrastrándose por mi cuerpo. Me devoran. Penetran en mi nariz y roen mi boca… ¡oh, Dios mío!, debo meterte otra vez en el cofre porque las alimañas salen de mis ensangrentadas manos y saltan sobre tus páginas. Te encerraré con llave. Estarás más seguro.
(¿)
Hoy me encuentro mejor. Me cambiaron los vendajes de las manos y no es extraño que me duelan tanto. Las yemas de los dedos han sido desgarradas; dos uñas fueron arrancadas de raíz y las restantes hasta la mitad. Escribir es doloroso, pero si no escribo perderé la razón. Quisiera escribir a Joel, ¿qué decirle? Además, nadie podría leer estos garabatos, pues tengo ambas manos vendadas y abultan como si llevara guantes de boxeo. Sigo asediada por los gusanos, pero empiezo a poder convivir con ellos, o a lo mejor estoy muerta de verdad y realizan experimentos con mi alma.
(¿)
Estos asquerosos bichos han empezado por devorar mis órganos genitales. Casi se han comido toda mi vagina y mis pechos y ahora están afanados con mi boca y mi garganta. Quisiera que médicos y enfermeras dejaran morir mi alma, pero siguen haciendo experimentos con ella, tratan de unir cuerpo y espíritu.
(¿)
Hoy me desperté sintiéndome racional y sólida. La conmoción cerebral debe de haber pasado ya. La enfermera dice que llevo diez días aquí y al releer lo que he escrito creo haber estado muerta.
(¿)
Hoy me han aplicado rayos UVA en las manos para estimular la cicatrización. Todavía no me han dado un espejo, pero noto que mi rostro debe de estar igualmente desgarrado, como mis rodillas, pies y codos. Casi todo mi cuerpo está magullado, tumefacto y encogido. No sé si mis manos volverán a tener aspecto de manos alguna vez. Las yemas de los dedos parecen salchichas hervidas viéndolas bajo la lámpara de rayos UVA. Para aliviar el dolor, me han dado un vaporizador que contiene calmante. Ya no las tengo vendadas, pero casi preferiría que lo estuvieran, pues debo vigilar que no se llenen de gusanos.
(¿)
Hoy entró una mosca en mi cuarto y no pude reprimir los chillidos. Tuve un miedo feroz que depositara más larvas en mi rostro, manos y cuerpo. Se necesitaron dos enfermeras para matarla. No debo dejar que las moscas lleguen a mí. Quizá será mejor que no me duerma.
(¿)
Acabo de levantarme de la cama para acercarme a un espejo. Tengo varillas en cuatro dedos de los pies porque deben de estar fracturados. Apenas me reconozco ante el espejo. Tengo la cara hinchada y tumefacta, negra y morada, llena de rasguños. Mi pelo ha sido arrancado a puñados y veo zonas del cráneo totalmente calvas. Acaso no he sido yo la que he visto ante el espejo.
(¿)
Al levantarme me fracturé de nuevo dos de los cuatro dedos y ahora tengo los pies escayolados. Mis padres vienen a verme todos los días, pero la visita es breve. No hay mucho de qué hablar mientras mi cerebro no funcione de nuevo.
(¿)
Me encuentro mareada, pero la enfermera dice que es el resultado de la contusión cerebral que he sufrido. Los gusanos se han ido casi todos. Supongo que los mata el líquido del vaporizador.
Averigüé cómo me dieron el ácido. Dice papá que alguien lo puso en el chocolate recubierto de cacahuete, y debe de ser verdad, porque recuerdo haberlo comido después de lavar al bebé. En ese momento pensé que el señor Larsen me lo había dejado allí para darme una sorpresa, pero ahora que reflexiono me llamó la atención que el señor Larsen hubiese estado en casa y se hubiese marchado sin decir nada.
Esta parte queda en tinieblas. Hasta me parece extraño que pueda recordar algo, pero supongo que pese a todo el daño que ha sufrido mi cuerpo, el cerebro sigue funcionando. Dice el doctor que ello es normal, pues se necesitan muchos golpes para destruir totalmente un cerebro. Debe de ser verdad, porque, aun pensando, me siento como si hubiese recibido muchos.
De todos modos, recuerdo que el chocolate con cacahuete me trajo a la memoria el abuelo, pues siempre comía esa golosina. Y recuerdo, además, que empecé a sentirme mareada y enferma. Al darme cuenta de que alguien me había drogado traté de llamar a mamá para pedirle que viniera a buscarme a mí y al bebé. Es todo muy confuso, pues al tratar de evocar lo pasado tropiezo con luces multicolores y movedizas. Sin embargo, recuerdo haber empezado a marcar el número de teléfono de mi casa y que del uno al otro tardaba una eternidad. Creo que la línea debió de estar ocupada, y no recuerdo exactamente lo que pasó, excepto que yo gritaba y el abuelo estaba allí para ayudarme, pero su cuerpo chorreaba gusanos multicolores y brillantes que caían al suelo a su espalda. Trató de recogerme, pero sólo le quedaba esqueleto de manos y brazos. El resto de su cuerpo había sido arrasado por la gusanera voraz, movediza y afanosa, que pululaba por doquier, devorándole sin tregua. En las órbitas vacías de sus ojos se movían legiones de alimañas blancas y fofas, animales trepadores fosforescentes y entremezclados arrancaban tiras de su carne. Gusanos y parásitos comenzaron a rastrear y a trepar hacia el cuarto del bebé, y traté de matarlos a golpes con mis manos, pero se multiplicaban con una rapidez que yo no tenía al atacarlos. Entonces empezaron a trepar por mis manos, brazos, cara y cuerpo. Los tenía en la nariz, boca, garganta; asfixiándome, ahogándome. Gusanos, larvas, gorgojos, desintegrando mi carne, pegándose a ella, consumiéndome.
El abuelo me llamaba, pero yo no podía abandonar el bebé ni quería irme con él porque me daba miedo y náuseas. Estaba tan roído que apenas le reconocí. Señalaba un féretro junto al suyo y yo traté de escapar, pero miles de objetos y personas muertas me empujaban hacia el ataúd y trataban de encerrarme en él. Yo gritaba, chillaba, tratando con uñas y dientes de salir de la caja, pero no me soltaban. Por el estado en que me hallo supongo que al tratar de echar los gusanos agarrados a mi cuerpo me arranqué trozos de carne y mechones de pelo. Ignoro cómo me abrí la cabeza. Tal vez quise sacar de mi cráneo el tremendo cataclismo desencadenado por la droga. En verdad, no me acuerdo, ¡hace tanto, tanto tiempo!, y, además, escribir esto me ha cansado terriblemente. Nunca me he sentido tan cansada.
(¿)
Mis padres creen que alguien me drogó. Están seguros. Me creen a mí. Tengo idea de quién fue, pero no habrá manera de averiguarlo. Ahora debo limitarme a descansar, a ponerme bien, como mis padres sugieren. No pensaré en lo ocurrido. Afortunadamente no hice daño al bebé. ¡Gracias, Dios mío!
(¿)
Dentro de unos días me trasladan a otro hospital. Tenía la esperanza de poder irme a casa, pues mis manos están curándose y la mayor parte de las magulladuras empiezan a desaparecer. Ha dicho el doctor que habrá que esperar un año a que mis manos estén bien del todo, con las dos uñas crecidas, pero que dentro de unas semanas ya podrán mirarse.
Mi rostro está casi normal y en las zonas de calvicie comienza a crecer el pelo como borra. Mamá trajo unas tijeras y con ayuda de la enfermera me ha dejado la cabellera verdaderamente corta. No es un corte de pelo como lo haría un profesional, pero mamá dice que dentro de una semana o dos, cuando me den de alta, podré ir a la peluquería para que me lo arreglen. De todas maneras, tampoco quiero que me vea nadie con la facha que tengo ahora.
Todavía tengo pesadillas infestadas de gusanos, pero trato de dominarme y ya no los menciono. ¿Para qué? Sé que no son verdaderos y todo el mundo lo sabe, pero alguna vez parecen tan reales que noto el calor y la viscosidad blandengue de sus cuerpos. Y cuando mi nariz o alguna de mis numerosas costras me pican, he de hacer grandes esfuerzos para no pedir auxilio.
(¿)
Mamá me ha traído un paquete de cartas de Joel. Ella le escribió diciéndole que yo estaba muy enferma en el hospital y desde entonces ha escrito todos los días. Una noche llamó incluso por teléfono y mamá, para no entrar en detalles, le dijo que había tenido una especie de… de presión nerviosa ¡Es una manera de explicarlo!
22 de Julio.
Cuando vino a verme mamá noté que había llorado, y traté de ser fuerte y mostrar un semblante feliz. Hice bien, pues me trasladan a un manicomio, casa de locos, pabellón de chalados, donde, podré distraerme con otros idiotas y lunáticos. Tengo tanto miedo que apenas puedo respirar. Papá trató de explicármelo en un tono muy profesional, mas era evidente que este asunto le ha desquiciado. Pero no tanto como a mí. A nadie podría afectarme tanto.
Dijo que cuando mi caso paso ante un juez de menores, Jan y Marcie declararon que durante varias semanas yo había tratado de venderles hierba y ácido y que en el liceo era bien conocida como adicta y camello. Las circunstancias me fueron totalmente adversas. Tengo antecedentes de drogata. Papá me ha dicho que cuando la vecina de la señora Larsen me oyó gritar fue a buscar al jardinero y ambos subieron a ver lo que pasaba, y creyendo que me había vuelto loca me encerraron en un armario empotrado. Luego corrieron a ver cómo estaba el bebé, el cual se había despertado también con mis gritos, y llamaron a la policía. En el intervalo, mientras fueron y volvieron, yo me había lastimado seriamente, tratando de arrancar con las uñas la cal de las paredes para salir del encierro, golpeando mi cabeza contra la puerta hasta fracturarme el cráneo y producir la contusión cerebral.
Ahora me mandan al «cuarto de las ratas», que seguramente es lo que merezco. Papá dice que probablemente no esté mucho tiempo y que iniciará en seguida las gestiones para sacarme de allí y ponerme en manos de un buen psiquiatra.
Mis padres se empeñan en llamar «centro juvenil» al lugar donde me envían pero no engañan a nadie, ni siquiera a sí mismos. Me mandan a un asilo de dementes y no lo comprendo. ¿Cómo es posible? Otras personas han tenido un «mal viaje» en droga y no los envían al manicomio. Dicen que mis gusanos no existen y sin embargo me trasladan a un sitio peor que los féretros y los gusanos juntos. No comprendo lo que hacen conmigo. Creo que me he desgajado de la superficie terrestre y voy cayendo, cayendo para no detenerme nunca. Oh, por favor, por favor, que no me lleven a este sitio; que no me echen con los locos. Les tengo miedo. Dejadme volver a casa, por favor, a mi cuarto, a dormir en mi cama. Te lo suplico, Dios mío.
23 de Julio.
El vigilante responsable de mi custodia me condujo al Hospital Mental, donde fui inscrita, catalogada, interrogada y todo lo demás, excepto tomarme las huellas digitales. Luego me llevaron al despacho del psiquiatra, el cual me habló durante mucho tiempo, pero yo no tenía nada que contarle. Ni siquiera me sentía capaz de pensar. Todo lo que rondaba por mi mente era la idea de que estaba asustada, absolutamente aterrada.
Después me bajaron a una sala vieja, apestosa, fea y oscura, de paredes despostilladas, con una puerta cerrada que, una vez dentro, de nuevo se cerró tras de mí. Mi corazón daba tales brincos que por un instante creí que iba a estallar y salpicar todo el recinto. Oía sus latidos y apenas lograba dar un paso.
Seguimos por un sombrío e interminable pasillo y de paso eché un vistazo a algunas de las personas que hay aquí. Ahora sé que no es éste mi sitio. No puedo expresar lo que se siente en un mundo de locos, todo un universo repleto de dementes, por fuera y por dentro. Éste no es mi sitio, pero aquí estoy. ¡Qué locura!, ¿verdad? Ya ves, querido amigo, mi único amigo, no hay adónde ir porque todo el mundo está loco.
24 de Julio.
La noche ha sido interminable. Aquí podría ocurrir cualquier cosa y nadie llegaría a saberlo.
25 de Julio.
Esta mañana me despertaron a las seis y media para el desayuno. No pude probar bocado, tiritaba aún y tenía los ojos legañosos. Me condujeron a una oscura sala de gran puerta metálica que tiene una ventana con barrotes de hierro. Metieron la llave en un candado enorme y cruzamos al otro lado. Se oyó de nuevo el chirriar de la llave para cerrar. Los enfermeros de turno hablaban mucho, pero no podía oírles. Tengo los oídos obstruidos, probablemente a causa del miedo. Después me llevaron al centro juvenil, situado a dos edilicios de distancia. Nos cruzamos con dos hombres babosos que recogían hojarasca acompañados de un enfermero.
En el «Centro Juvenil» había cincuenta, sesenta o tal vez setenta muchachos y muchachas, moviéndose por ahí, preparándose para ir a clase o a lo que fuera. Todos parecían normales menos una muchacha enorme que debe de tener mi edad, aunque es varios centímetros más alta y, por lo menos, con veinte kilos más. Estaba sentada con las piernas abiertas, como una estúpida, bajo una máquina de juego en la sala diurna, en la cual se encontraba además un adolescente que movía la cabeza incesantemente y farfullaba como un idiota.
Sonó un timbre y salieron todos menos los dos idiotas. A mí me dejaron con ellos en la sala. Por fin entró una dama muy gorda —la enfermera del liceo— para decirme que si deseaba tener el privilegio de asistir a las clases debería ver al doctor Miller y comprometerme por escrito a vivir conforme al reglamento y disposiciones del centro juvenil. Dije que estaba dispuesta a firmar el compromiso, pero no encontramos al doctor Miller y tuve que pasar el resto de la mañana en la sala diurna, contemplando a los dos idiotas, el uno durmiendo y el otro brincando. Me pregunté qué impresión les causaría yo a ellos, con mi rostro no curado del todo y mi pelo como rastrojo.
En el curso de la interminable mañana sonaron timbres y entró y salió mucha gente. Sobre una mesita redonda había un montón de revistas, pero ni siquiera pude leerlas. Mi cerebro corría veloz y sin tino.
A las once y media, Mary, la enfermera, me mostró el comedor. Por doquier se movían muchachos y muchachas, y ninguno parecía lo suficientemente loco para ser internado aquí, pero debían de estarlo todos. La comida consistió en macarrones y queso con un poco de embutido y judías verdes en conserva. Como postre una especie de pudding tan inconsistente que parecía argamasa líquida. Intentar comerlo era perder el tiempo. No podía ni tragar mi saliva.
Muchos de los muchachos y muchachas se reían y bromeaban, y es evidente que confían tanto en sus maestros, practicantes y asistentes sociales que los llaman por su nombre de pila; a todos menos a los médicos, supongo. Ninguno parece tan asustado como yo. ¿Lo estaban cuando llegaron? ¿Lo están todavía y fingen no estarlo? No concibo que puedan vivir en este lugar. La verdad es que el centro juvenil no es tan malo como el pabellón. Casi parece una pequeña escuela, pero el hospital es insoportable; las salas apestosas, la frialdad de la gente, las puertas cerradas con candado… Es una pesadilla aterradora, un mal «viaje», un cataclismo; es lo más terrible que pueda imaginarse.
Por fin llegó el doctor Miller y pude hablar con él. Me dijo que el hospital no podía hacer nada por mí, que los maestros no podían hacer nada por mí, que el programa con el cual habían conseguido muy buenos resultados tampoco podía hacer nada por mí, a menos que yo quisiera ayuda. Me explicó que antes de poder superar mi problema debía admitir que tenía un problema, pero ¿cómo admitirlo si no lo tengo? Ahora sé que podría resistir las drogas si yo las hubiese buscado, pero ¿cómo lograré convencer a nadie —excepto a mis padres, a Tim y, espero, a Joel— de que la última vez no tomé nada a sabiendas? Parece increíble que tanto la primera vez como la última, que me ha llevado al manicomio, tomara la droga sin saberlo. Nadie creería que se pueda ser tan tonta. Apenas lo creo yo, incluso sabiendo que es verdad. De todas maneras, ¿cómo puedo admitir algo cuando estoy tan asustada que ni siquiera soy capaz de hablar?. Me limité a sentarme frente al doctor Miller, a mover la cabeza para no tener que abrir la boca siquiera. De todos modos, aunque la hubiera abierto no habría salido nada.
A las dos y media salieron los muchachos del liceo y algunos se fueron a jugar a la pelota mientras otros se quedaron aquí para el tratamiento. Los muchachos están divididos en dos grupos. Los del grupo número uno tratan de obedecer, observar todas las reglas y poder salir. Se acogen a todos los privilegios que se les ofrecen. El grupo número dos está más atascado. No respetan las reglas y pierden los estribos, blasfeman, roban, o tienen relaciones sexuales o cosas por el estilo, por lo cual se les ha de prohibir todo. Ojalá no haya droga en el recinto. Sé que lograría resistir la tentación, pero no creo que pudiera soportar más problemas sin volverme loca de verdad. Los médicos sabrán lo que hacen, pero me siento tan sola, tan perdida y tan asustada que temo estar perdiendo la razón.
A las cuatro y media tuvimos que regresar al pabellón, donde fuimos de nuevo encerrados como animales en el zoológico. En mi sección hay seis muchachas más y cinco muchachos, es una suerte, pues no habría podido volver sola. Sin embargo, he notado que todos se encogieron un poco —como me pasa a mi— cuando cerraron las puertas a nuestra espalda.
Cuando nos dirigíamos hacia los pabellones, una mujer ya mayor dijo que hasta nuestra llegada todo estaba tranquilo y apacible, y la más joven de nosotras se volvió para gritarle: «¡Anda y que te jodan!». Me quedé tan asombrada que miré el techo creyendo que nos caería encima, pero nadie más prestó la menor atención a lo que dijo la muchacha.
26 de Julio.
La chiquilla de quien te hablé ayer está en un cuarto junto al mío. Tiene trece años y parece estar constantemente al borde de las lágrimas. Cuando le pregunté si hacía mucho tiempo que estaba aquí, me contestó: «Desde siempre, sencillamente, desde siempre».
A la hora de cenar fuimos juntas al refectorio y se sentó a mi lado, en una de las largas mesas, pero no comimos. El resto de la velada se nos dejó deambular en torno al pabellón, sin tener adónde ir y nada qué hacer. Necesito desesperadamente contarles a papá y mamá cómo es todo esto, pero no lo haré. Sólo conseguiría preocuparles más.
Una de las mujeres más viejas que tenemos en el pabellón es una alcohólica lasciva que me da mucho miedo, pero todavía me preocupa más Babbie. Esa asquerosa mujer nos hace proposiciones. Al pasar esta noche por su lado hizo ciertos gestos y le pregunté a Babbie si no podríamos hacer algo para que nos dejase tranquilas. Babbie se limitó a encogerse de hombros y dijo que podíamos denunciarla al guardián, pero que era mejor ignorarla.
Después ocurrió algo realmente extraño y aterrador. Estábamos sentadas en una de las habitaciones de asueto, mirándonos los unos a los otros. Parecíamos monos contemplando a otros monos, y cuando le pregunté a Babbie si no podríamos hablar en mi cuarto ella contestó que en nuestras habitaciones teníamos prohibido practicar el amor, pero que mañana ya nos arreglaríamos para hacerlo en el almacén. No supe qué decir. Ella pensó que yo trataba de seducirla y me quedé tan atónita que no pude decir ni pío. Más tarde traté de explicárselo, pero ella se limitó a hablar de sus cosas como si yo no estuviera allí. Dijo que tenía trece años y se drogaba desde los once. Sus padres se habían divorciado cuando tenía diez y se la confiaron a su padre, un contratista que volvió a casarse. Todo debía ir bien al principio, pero después tuvo celos de los hijos de su madrastra y se sintió como una intrusa, como extranjera. Empezó a salir de casa cada vez más y como excusa le decía a su madrastra que tenía dificultades en el liceo y debía trabajar en la biblioteca, etc. Las excusas habituales, cuando en realidad faltaba a clases casi siempre. No obstante, como seguía presentando buenas notas en casa, sus padres no se preocupaban demasiado. Finalmente llamaron del liceo porque faltaba demasiado. Ella le dijo a su padre que el liceo era tan grande y estaba tan abarrotado de alumnos que ni siquiera sabían quién iba y quién no iba. No sé cómo pudo creerla su padre, pero lo hizo. Probablemente era lo más fácil para él.
En realidad lo que pasaba con Babbie es que había sido iniciada a la droga por un viejo de unos treinta y dos años al que conoció en una sesión matinal de cine. No me contó los detalles, pero supongo que la inició a la droga y a la vida en general. A los pocos meses el individuo se esfumó y ella descubrió lo fácil que era conocer a otros hombres. En realidad, la niña de doce años era ya una NP (niña prostituta). Me contó todo esto con tanta calma que yo sentí como si me arrancaran el corazón a pedazos, pero aunque yo hubiese llorado —lo cual no hice— no creo que lo hubiera notado. Estaba en babia.
Llevaba un año drogándose cuando sus padres, ¡unos linces!, empezaron a sospechar, pero ni siquiera entonces tomaron las cosas en serio. Se limitaron a hacerle multitud de preguntas y a sermonearía, en vista de lo cual robó al primer hombre que encontró en el cine y tomó un autobús para ir a Los Ángeles. Una amiga le había dicho que una NP no encuentra nunca obstáculos y, según Babbie, su amiga tenía razón. A los dos días de estar en L. A., errando por la calle, conoció a una amiga, una mujer magníficamente vestida que se la llevó a su piso del Bulevar -----. Al llegar allí se encontró con otras muchachas de su edad, sentadas en el salón y rodeadas de bandejas de dulces llenas de píldoras. A la media hora estaba totalmente drogada.
Más tarde, ya más sobria, le dijo la mujer que podía vivir allí e ir al liceo. Lo único que debía hacer era trabajar dos horas diarias para ella, casi siempre por la tarde. A la mañana siguiente se inscribió en el liceo como sobrina de aquella señora y empezó a vivir como una NP de postín. Mientras Babbie estuvo allí, otras cuatro sobrinas vivían con la mujer. El chofer las llevaba al liceo y las iba a buscar, y del dinero que ganaban no vieron nunca ni cinco. Según dijo Babbie, la mayor parte del tiempo se quedaban sentadas en el salón sin hablar y sin salir jamás.
Parecía tan inverosímil que traté de hacerle preguntas, pero ella siguió hablando tan distante y tan triste, que pienso que decía la verdad. Además, después de lo que yo he pasado me lo creería todo. ¿No es triste haber llegado a un punto en que todo es tan increíble que te lo creerías todo? Es triste, querido amigo. Realmente, desesperadamente, creo que es triste.
Al cabo de unas semanas Babbie se escapó de allí y llegó a San Francisco haciendo autostop. Pero en San Francisco, cuatro individuos la golpearon y la violaron. Cuando intentó que le prestaran un poco de dinero para telefonear a su casa nadie le dio un céntimo. Afirmó que se habría ido a rastras hasta su hogar aunque allí la hubiesen encerrado en un armario atada de pies y manos, pero al preguntarle yo por qué no acudió a la policía o a un hospital se puso a gritar y a escupir por el suelo.
Posteriormente logró reunirse con sus padres, pero cuando éstos llegaron a San Francisco ya se había liado con un tipo que tenía instalado su propio laboratorio para elaborar ácido. Ambos se vieron complicados en un feo asunto de droga y ella aterrizó aquí, como yo.
Ah, Diario mío, qué contenta estoy de tenerte, pues en esta jaula de bestias no hay absolutamente nada que hacer y todos están locos. Sin ti no podría existir. Al fondo de la sala una mujer gime y lloriquea haciendo unos sonidos infernales. Ni siquiera tapándome los oídos con mis manos rotas y enfermas bajo la almohada consigo atenuar los gemidos. ¿Será posible que pueda volver a dormir sin necesidad de retener la lengua entre mis dientes para no castañetear y sin que el terror invada mi cerebro al pensar en este antro? ¡No debe de ser real! Debo de hallarme todavía bajo los efectos de un «mal viaje». Creo que mañana traen autocares llenos de escolares para arrojarnos cacahuetes a través de las rejas.
27 de Julio.
Querido Diario:
Debo de haber perdido el juicio, o por lo menos escapa a mi control, pues he querido rezar. He querido suplicar a Dios que me ayude, pero sólo he podido articular unas palabras, oscuras e inútiles palabras que cayeron al suelo y se fueron rodando debajo de la cama. Intenté acordarme de una plegaria sin conseguirlo, sólo palabras sueltas, inservibles, artificiales, pesadas palabras sin sentido ni poder. Son como los arrebatos de la idiota plañidera que actualmente forma parte de mi familia de internamiento. Monsergas verbales, inoperantes, sin ton ni son; banales, carentes de poder y de gloria. A veces pienso que la única salida de este antro es la muerte.
29 de Julio.
Hoy se me ha concedido el privilegio de ir a la escuela, y aquí la escuela es, verdaderamente, un privilegio. Nada podría ser más tenebroso y desolador que permanecer aquí sentada sin tener nada que hacer durante millones de horas.
Mientras dormía debo de haber llorado, porque esta mañana mi almohada estaba húmeda. Desperté totalmente extenuada. Los muchachos de secundaria tienen dos maestros, y nosotras también. Parecen amables, y la mayoría de los muchachos dan la impresión de controlarse bastante bien. Será por miedo a que les envíen de nuevo al Limbo, un universo de soledad y de hastío.
Imagino que la gente se adapta a todo, incluso al confinamiento en una institución como ésta. Cuando esta noche cerraron con llave la pesada puerta, ya no me sentí tan horriblemente deprimida, o acaso esté agotada de tanto llorar.
Babbie y yo nos sentamos a charlar un rato y la peiné, pero ya no hay alegría ni espontaneidad en nuestra vida. Voy a rastras y sólo vegeto, como ella. Los otros muchachos de nuestro pabellón hablan, bromean, miran la tele o se encierran en los baños para fumar, pero Babbie y yo apenas procuramos sobrevivir.
Aquí todos fuman. Las salas están ahumadas y por doquier se forman círculos grises de humo, pues no tiene dónde meterse. Parece tan acorralado y tan a la deriva como los pacientes.
Todos los enfermeros llevan racimos de pesadas llaves colgando de sus batas. El ruido incesante que producen por el recinto es un recordatorio deprimente.
30 de Julio.
Esta noche Babbie bajó a la sala de asueto a mirar la tele y yo me siento celosa. ¿Voy a perder los estribos porque una niña le dé cariño a una vieja que compartirá con ella su paquete de cigarrillos? No puede ser. No puedo caer en esto.
31 de Julio.
Hoy, al salir de la escuela, hemos ido a la sala de terapia de grupo para recibir el tratamiento que nos aplicamos. Escuchar a los muchachos ha sido muy interesante. Me moría de ganas de preguntarles cómo se sintieron al llegar aquí por primera vez, pero no dije ni pío. Rossie se mostró muy afectada porque tenía la sensación de que los demás la ignoraban, pero todos le dijeron que tenía mal carácter, que la gente la rehuía precisamente por su afán de acaparar amistades, por su tendencia a pegarse a la gente, etc. Al principio ella se indignó y soltó algún taco, pero antes de acabar la sesión ya se había comprendido mejor, por lo menos así parecía.
Luego se discutieron otros casos, por ejemplo, los que «se nutren de sus propios problemas», y esto resultó muy interesante. Quizás el tiempo que pase aquí me convierta en una persona más capaz.
Después del tratamiento, el presidente del grupo, Carter —cada seis meses se elige presidente del grupo por votación— se sentó a hablar conmigo. Me pidió que expresara libremente mis temores y obsesiones a fin de poderlas analizar. Añadió que guardándolas dentro de uno se agrandan y se deforman. Dijo también que cuando llegó aquí estaba tan asustado que perdió la voz durante tres días; era físicamente incapaz de articular palabra. Fue enviado a este centro porque en ningún otro lugar conseguían manejarlo. Había estado en reformatorios y otras instituciones análogas tantas veces, que había perdido la cuenta, pero la idea de ser internado en un asilo mental le sacaba de sus casillas. Me informó que podríamos salir del Grupo Dos si hacíamos progresos y demostrábamos capacidad de control. En dos ocasiones había formado parte del Grupo Uno, pero lo expulsaron por su mal genio. Dijo también que el Grupo Uno preparaba una excursión dentro de dos semanas, una salida en autocar a unas cuevas de montaña. ¡Cómo me gustaría ir! Debo salir de aquí. Es preciso que salga de aquí.
1 de Agosto.
Hoy he recibido la visita de mis padres. Todavía creen en mí y papá ha ido a ver a Jan; tiene la impresión de que muy pronto conseguirá, por lo menos, que ella se retracte de su declaración, en la que me acusó de intentar venderle droga.
Estoy satisfecha del grupo de tratamiento. A lo mejor todavía saco algo de este lugar, en vez de que me destruya.
2 de Agosto.
Hoy he tenido consulta con el doctor Miller y me parece que también me cree. Da la impresión de estar encantado de mi deseo de dedicarme a un trabajo social en el futuro, pues esta clase de actividad es muy necesaria.
Me sugirió que preguntase a algunos de los muchachos sobre sus antecedentes. Esta tarea podría ayudarme a penetrar mejor en el interior de la gente, pero me advirtió que no me dejase impresionar por algunas de las cosas que descubriría. Todavía cree que en este mundo hay cosas que pueden asombrarme. Es bueno que ignore la totalidad de mis antecedentes, aunque, ¿los ignora?
Al principio me creí demasiado tímida para abordar directamente a los muchachos y pedirles que me hablaran de ellos, dándolas dentro de uno se agrandan y se deforman. Dijo también que cuando llegó aquí estaba tan asustado que perdió la voz durante tres días; era físicamente incapaz de articular palabra. Fue enviado a este centro porque en ningún otro lugar conseguían manejarlo. Había estado en reformatorios y otras instituciones análogas tantas veces, que había perdido la cuenta, pero la idea de ser internado en un asilo mental le sacaba de sus casillas. Me informó que podríamos salir del Grupo Dos si hacíamos progresos y demostrábamos capacidad de control. En dos ocasiones había formado parte del Grupo Uno, pero lo expulsaron por su mal genio. Dijo también que el Grupo Uno preparaba una excursión dentro de dos semanas, una salida en autocar a unas cuevas de montaña. ¡Cómo me gustaría ir! Debo salir de aquí. Es preciso que salga de aquí.
1 de Agosto.
Hoy he recibido la visita de mis padres. Todavía creen en mí y papá ha ido a ver a Jan; tiene la impresión de que muy pronto conseguirá, por lo menos, que ella se retracte de su declaración, en la que me acusó de intentar venderle droga.
Estoy satisfecha del grupo de tratamiento. A lo mejor todavía saco algo de este lugar, en vez de que me destruya.
2 de Agosto.
Hoy he tenido consulta con el doctor Miller y me parece que también me cree. Da la impresión de estar encantado de mi deseo de dedicarme a un trabajo social en el futuro, pues esta clase de actividad es muy necesaria. Me sugirió que preguntase a algunos de los muchachos sobre sus antecedentes. Esta tarea podría ayudarme a penetrar mejor en el interior de la gente, pero me advirtió que no me dejase impresionar por algunas de las cosas que descubriría. Todavía cree que en este mundo hay cosas que pueden asombrarme. Es bueno que ignore la totalidad de mis antecedentes, aunque, ¿los ignora?
Al principio me creí demasiado tímida para abordar directamente a los muchachos y pedirles que me hablaran de ellos, pero el doctor contestó que si yo les explicaba el motivo de mis preguntas todos me ayudarían. Todavía no estoy muy segura de que yo quiera, realmente, fisgonear en las vidas ajenas, porque tampoco estoy segura de que yo les hablara de la mía. Quizá si, omitiendo lo peor.
Esta noche miré un rato la tele, pero sólo hay seis jóvenes en el pabellón y treinta señoras mayores, y como los programas se eligen por votación, son ellas las que ganan, naturalmente. Será mejor dedicarme a leer o a escribir. Trato de hacer leer a Babbie, y si le insisto tal vez mañana saque un libro de la biblioteca del centro juvenil. Le ayudaría; la sacaría de sus cavilaciones si logra concentrarse en la lectura. Su asistente social hace gestiones para enviarla a un centro de tutela, pero con sus antecedentes no será fácil y al parecer, sus padres no la quieren más en casa. ¿No es triste?
3 de Agosto.
Hoy hemos tenido un día hermoso, cálido y perezoso. Tendidos sobre el césped conseguí animar a Tom -----, del grupo masculino de mi pabellón, para que me contara por qué está aquí. Tom es un muchacho guapo, agradable, muy musculoso. Tiene quince años y es una de esas personas con las cuales uno se siente automáticamente en confianza. Me dijo que procede de una familia unida, sólida, acomodada y que en su último curso de secundaria fue elegido, por votación, el muchacho más apreciado del liceo. Si en mi liceo se hubiese aplicado este procedimiento a mí me habrían elegido como la mayor estúpida.
En fin, la primavera pasada Tom y tres de sus compañeros oyeron hablar de esa droga que se inhala y, creyendo que sería muy estimulante, compraron un par de tubos y la probaron. Dijo que todos sintieron la descarga y que fue algo formidable. Su mirada, al contarme esto, me indicó que seguía considerándolo formidable. Armaron un tremendo escándalo gritando y rodando por el suelo, y el padre de uno de ellos les ordenó que se calmaran Ni siquiera sospechó por qué se encontraban en tal estado. Pensó, sencillamente, que estaban peleándose, como de costumbre. Una semana más tarde, los mismos muchachos probaron el whisky de papá, pero no les gustó tanto y vieron que era más difícil conseguir whisky que marihuana o droga en comprimidos. Dijo lo que ya he comentado aquí, que los padres nunca echan a faltar sus comprimidos para adelgazar, sus tranquilizantes, sus medicinas contra resfriados, sus píldoras estimulantes, sus píldoras para dormir o cualquiera de esas cosas que pueden dar una «sacudida» a los muchachos cuando no tienen a mano algo más fuerte. Así comenzó, pero al cabo de seis meses necesitó tanto dinero que tuvo que buscarse un trabajo. Solicitó un empleo en sitio más indicado: un drugstore. El gerente tardó bastante tiempo en darse cuenta de lo que ocurría con los comprimidos de reserva. Cuando lo descubrió, echó a Tommy a la calle para ahorrarle un disgusto a la familia. No se dijo una palabra a nadie, pero Tommy y el gerente del drugstore sabían muy bien lo que pasaba. Sin embargo, a Tommy no le preocupó mucho verse despedido porque ya se había entregado a las drogas fuertes y todo le importaba un pito. Un amigo le presentó a Smack y empezó a revender droga entre los escolares, a fin de mantenerse. Y acabó en este centro. A mi juicio todavía está «tocado», pues incluso ahora, sólo habla de drogas que le pone en estado de euforia. Noté que Julie, sentada junto a nosotros, tuvo casi la misma reacción. Es como ver bostezar a alguien; se contagia y sientes necesidad de bostezar. Estoy contenta de no haber notado nada, pero no debí haberle interrogado; fue realmente deprimente constatar que tanto él como Julie sólo esperan salir de aquí cuanto antes para volver a la droga.
Odio este lugar. El sucio cuarto de baño apesta a orina; las pequeñas jaulas donde encierran a la gente que se desmanda… Una vieja dama incendiaria está casi siempre en una de las jaulas y no puedo soportarlo. La gente es lo peor que hay aquí.
4 de Agosto.
Hoy fuimos a nadar. Al regresar me senté en el autocar junto a Margie Ann y me dijo que no quiere salir de aquí; que todos los muchachos le esperarían para obligarla a drogarse de nuevo y ella sabe que no podría negarse. Luego, mirándome fijamente, propuso «¿Por qué no “despegamos” tú y yo, las dos solas? Yo sé cómo conseguir una “mezcla” en un minuto».
5 de Agosto.
Hoy he recibido de nuevo la visita de mis padres y me han traído una carta de Joel, en diez folios. Mamá quiso que la leyera inmediatamente, pero prefería dejarlo para más tarde y leerla a solas. Es algo tan especial para mí que no quiero compartirlo con nadie, sólo contigo, Diario mío. Además, creo que estoy algo asustada, pues papá le ha contado toda la verdad a Joel, al menos todo lo que él conoce. Esperaré y abriré la carta más tarde.
Papá me informó además de que por fin logró que Jan firmase, ante notario, que yo no introducía droga en el liceo. Ahora, ella y papá tratan de que Marcie se retracte igualmente de su previa declaración. Si lo consiguen, papá está seguro de sacarme de aquí muy pronto.
Tengo miedo de hacerme ilusiones, pero no puedo evitarlo. La sola idea de que todavía hay esperanza en este sitio, el más desesperanzado de todos, me hace llorar.
Más tarde.
La carta de Joel es formidable. Tenía temor de leerla, pero ahora estoy contenta de haberlo hecho. Es la persona más cariñosa del mundo, la más comprensiva, tolerante y encantadora. Se me hace una eternidad esperar el otoño, en que estaremos juntos de nuevo. Sé que no volveré a tener problemas de droga, pero soy tan débil, tan inmadura tan infantil, tan poco práctica, tan insegura, que me costará un mundo conseguir que Joel esté orgulloso de mí. ¡Cuánto deseo que estuviera ahora a mi lado! ¡Cómo me gustaría ser tan fuerte como el resto de mi familia! ¡Lo deseo tanto, tanto, tanto!
8 de Agosto.
¡Oh, día esplendoroso, fabulosos, estupendo, fantástico día! Día con pájaros, y cantos, y sol y flores. No puedo expresar mi dicha. Salgo de aquí. Me voy a CASA. Hoy se firma el papeleo y mañana vienen a recogerme mamá y papá. Mañana está a años luz de distancia. Quisiera gritar mi dicha, pero me encerrarían de nuevo a cal y canto. La verdad es que soy injusta hablando de este sitio. Con todo lo espantoso que es, peor sería la «detención escolar». Dice Kay que si la hubieran mandado a DE (detención escolar) habría aprendido todas las perversidades. Aquí se aferra a lo que ya conoce. Debe ser así para todos nosotros.
Me parece increíble volver a casa. Alguien me está protegiendo desde el cielo. Probablemente es mi viejo y querido abuelo.
Más tarde.
No lograba conciliar el sueño y me puse a pensar en Babbie. Me siento culpable de irme dejándola aquí. Tal vez cuando me encuentre bien del todo y la pesadilla de mi vida se vaya borrando, podamos venir a buscarla. Pero esto es una reflexión pueril. Las cosas no ocurren así en la vida, y es una lástima. Ya no puedo pensar más en esto.
9 de Agosto.
Por fin y para siempre estoy en casa. Tim y Alex se alegraron tanto de verme que se me caía la cara de vergüenza por todo lo que les he hecho en estos meses. Luego, cuando llegó la gata Felicidad a lamerme cara y manos, pensé que mi madre iba a estallar en llanto y casi me alegré de que los abuelos no vivieran para presenciarlo.
Papá debió de darse cuenta de mi estado de ánimo, pues ha sido sumamente cariñoso conmigo. Querido, querido papá, él siempre se da cuenta de todo. Y después de una breve conversación propuso que me fuera a dormir un poco, lo que acepté de mil amores, pues deseaba ardientemente estar sola en mi cuarto, con mis encantadoras cortinas, el papel de mis paredes, mi propia cama y sentirme en mi hogar rodeada de mi admirable y estupenda familia. ¡Cuánto les agradezco que no me odien!, porque, en muchos aspectos, yo me odio.
10 de Agosto.
Son las dos de la madrugada. Acabo de vivir la sensación más dulce de mi vida. He tratado de rezar de nuevo. En realidad, quería darle gracias a Dios por sacarme de allí y traerme de vuelta a casa, pero luego me puse a pensar en Jan y en Marcie y, por primera vez, quise que Dios las ayudara también. Deseé sinceramente que se repongan y no tengan que acabar en un hospital mental. Te lo ruego, Dios mío, haz que se curen del todo. Ayúdalas, te lo suplico, y ayúdame a mí también.
12 de Agosto.
A papá se le presenta la ocasión de ir dos semanas al Este para terminar un curso. ¿No es maravilloso? No lo será para el profesor -----, naturalmente, pues ha tenido una crisis cardiaca, pero deseo que se mejore. De todas maneras, papá lo sustituye de urgencia y vamos a instalarnos todos en su lujosa casa. ¿No es fantástico?
l4 de Agosto.
En el albergue donde pasamos la noche les queda una sola habitación con dos camas, de modo que Alex y yo disponemos de una, papá y mamá de otra, y Tim tendrá que dormir sobre el suelo, pues ni siquiera les quedan catres. A él no le molesta, ya que así cree acampar al aire libre. Tenemos que echar suertes a cara o cruz para ver quién entra primero en el baño. Yo he sido la última, pero no importa, así he podido escribirte.
Todo sería absolutamente perfecto si Joel estuviera aquí. Es lo único bueno que le falta a nuestras vidas aunque, con uno más, ¡qué barullo!, todos en un cuarto, y con un solo baño sin estar casados siquiera. Si lo estuviésemos, acaso sería todavía más embarazoso, pero no pensemos en esto. En mi vida no volverá a haber sexo mientras no haya aceptado un hombre «en la dicha y en la desgracia, hasta que la muerte nos separe», e incluso separados por la muerte creo que seguiríamos juntos. No puedo concebir que un Dios justo pueda separar a una pareja que se ama, incluso una vez en el cielo. La abuela y el abuelo, papá y mamá no serían felices sin estar juntos. Estoy segura de que la abuela murió porque no pudo soportar la separación. No tenía nada grave, pero era incapaz de seguir viviendo sin el abuelo.
No estoy muy segura de que mamá haya besado nunca a otro hombre distinto a papá, o quizá me equivoqué, pues en alguna ocasión él le hace bromas sobre un tal Humphrey, aunque sé que con ese Humphrey no tuvo relación sexual. En tiempos de papá y mamá los muchachos y muchachas no debían abusar de esas cosas. Ojalá fuese igual hoy. Sería más fácil mantenerse virgen, casarse y averiguar después lo que es la vida. ¿Cómo será para mí? Podría ser formidable porque, prácticamente, soy virgen; sólo drogada he tenido relación sexual y estoy segura de que sin drogas me volvería loca de miedo. Cuando me case con alguien verdaderamente amado espero poder olvidar todo lo pasado. ¡Hermosa reflexión!, ¿no crees?: acostarse con el ser amado.
Debo irme. Ha llegado mi turno para bañarme. Hasta otra.
17 de Agosto.
Ya estamos instalados. Papá empieza hoy a dar clases y esta tarde vamos a dar un vistazo a la ciudad. Llegamos de noche, pero el barrio es increíble: todo es reluciente, verde y fragante. ¡Qué feliz me siento aquí! Todos estamos cansados. Dos días y una noche en coche nos ha puesto en vilo, y aunque a veces era agradable y divertido ver el paisaje, estamos contentos de haber llegado. Papá dice que al volver a casa no tendremos tanta prisa, y hasta podría ser que nos detuviésemos en Chicago a ver a Joel. Sería fantástico.
20 de Agosto.
¿Me imaginas en un té universitario? Pues he ido y, pásmate: me ha gustado, aunque fuese un poco estirado. Estoy envejeciendo.
Hasta pronto.
22 de Agosto.
Mi aspecto no es precisamente una maravilla. Al parecer, ayer toqué alguna planta venenosa y hoy se me nota. Esta clase de arbustos es rara por aquí, pero tenía que ser yo quien la encontrara. Estoy toda roja e hinchada y me pica todo el cuerpo. De tan hinchados, los ojos se me han cerrado casi por completo. ¡Qué facha tengo! Vino el doctor y me puso una inyección, pero no parece muy animado. ¡Qué lata!
24 de Agosto.
No sabía que la viruela loca fuese tan contagiosa, pero ahora Alex la ha cogido de mi ropa o de lo que sea. No está tan mal como yo, pero el picor le causa mucha desazón. Vinieron de la universidad a preguntarme si había tropezado con algún matorral nocivo, con objeto de destruirlo, pero no tengo la menor idea.
27 de Agosto.
¡Hurra! Vamos a Nueva York para el fin de semana. Mamá, Tim, Alex y yo tomamos el tren mañana y no volveremos hasta el lunes. ¿No es fantástico? Todas esas tiendas y otras cosas… Estoy impaciente. Mi viruela loca me ha dado sólo unos puntos rosados que estoy segura podré tapar con maquillaje. Tomamos el tren a las siete y cuarto de la mañana, y papá dice que puedo comprarme muchas novedades para el liceo. ¡Hurra, hurra!
29 de Agosto.
Manhattan es increíblemente cálido y asfixiante. Mientras uno está en los grandes almacenes todavía se aguanta, pero una vez en la calle tienes la sensación de andar sobre un horno. El calor emana de las aceras en nubes enormes, y no comprendo cómo puede soportarlo la gente que vive aquí. >Joel dice que en Chicago es igual, pero me cuesta creerlo. De todos modos, la mayor parte de la mañana la pasamos haciendo compras en Bloomingdale, y por la tarde, para huir del calor, fuimos a ver una película en Radio City.
Cometimos el mayor error tomando el metro. Estaba tan abarrotado de gente que parecíamos col agria prensada en un frasco, y olíamos igual. Una vieja gorda se agarró a la argolla del techo junto a mí y su vestido sin mangas dejó al descubierto un increíble nido en la axila. Ha sido el paisaje más apestoso que he visto. Espero que Tim no lo haya notado, porque de lo contrario habrá tomado asco a las mujeres para el resto de su vida.
Mañana visitamos el Museo de Arte Moderno y un par de cosas más. No creo que nos quedemos hasta la noche del domingo porque mamá está tan incómoda como nosotros.
2 de Septiembre.
Finalmente no vamos a pasar por Chicago. En la universidad hacen cambios de personal docente y papá tiene que regresar. Había ofrecido detenernos brevemente en Chicago para no decepcionarme, pero yo no puedo aceptar el esfuerzo; además, dentro de unas semanas veré a Joel, y todavía no somos novios ni nada. ¡Qué más quisiera yo!
4 de Septiembre.
Conducir todo un día y casi una noche de un tirón le deja a uno para el arrastre. Papá no puede con su alma, y Alex no hace sino retorcerse. Me gustaría poder ayudar con el volante, pero papá se opone terminantemente a que conduzca sin el permiso correspondiente. Voy a sacármelo en cuanto pueda.
Si encontramos otra cartelera por la carretera voy a perder el juicio.
6 de Septiembre.
Por fin llegamos a casa. El pobre papá tiene que ir a su tarea en la universidad y sé que está hecho polvo. Si a mi edad me encuentro tan cansada no comprendo cómo él puede dar un paso. Mamá trajina por la casa, jovial como un pajarillo, pero supongo que es por el hecho de estar en su hogar, hogar, HOGAR: ¡Qué palabra más hermosa, maravillosa, divina y adorable!
También yo empiezo a sentirme muy bien. Hace apenas unas horas ninguno de nosotros creía poder vivir unos minutos más, pero ahora hemos recobrado aliento. Alex ha volado a casa de Tricia a recoger la gata y los gatitos, y Tim ya está haciendo chapuzas en su «asqueroso cuarto», como lo llama Alex. Yo hago lo que más me gusta: disfrutar a mi antojo de mi adorable habitación, con mis libros y los cachivaches de mi pertenencia. Me cuesta elegir entre tocar el piano, quedarme enroscada sobre un libro o hacer una adorable siesta. Creo que optaré por la siesta.
7 de Septiembre.
Hoy he conocido a Fawn ----- en los almacenes y me ha invitado para que vaya esta noche a bañarme en su piscina. ¿No es maravilloso? Quizás este año pueda volver con los muchachos normales y entonces los drogadictos no se atrevan a molestarme. ¿No sería perfecto? En cualquier caso, Fawn y sus hermanas forman un ballet acuático, y como no soy muy buena nadadora, ella ha prometido enseñarme. Confío en que no me ahogue ni dé con la cabeza en el fondo de la piscina.
10 de Septiembre.
No sé por qué tengo que ser tan insegura y asustadiza. Hace muy poco que conozco a Fawn y ya casi me siento celosa de sus amigos. Creo que son tan gentiles como mordaces y que en realidad no me quieren con ellos, lo cual es bastante estúpido, puesto que continuamente me invitan a salir. Sospecho que no soy más que una inestable. Sólo espero que ninguno de ellos haga caso de todos esos rumores que circulan sobre mí. En realidad ignoro con quién han hablado Jan y Marcie y todos esos drogadictas, pero confío en que lo hayan extendido por todo el liceo. ¡Oh!, espero que no me lastimen de nuevo. Me pregunto si todas las muchachas son tan tímidas como yo. Si sospecho que un muchacho quiere invitarme, me siento morir, y si lo intenta, entonces desearía desaparecer.
Al igual que la noche pasada. Estábamos todos nadando, cuando de pronto irrumpió un grupo de muchachos, y el padre de Fawn, que es realmente encantador, les invitó a entrar para que tomaran un poco de ponche. De este modo iniciamos una pequeña juerga, para entretenemos; entonces regamos todo el patio con la manguera y bailamos sobre el cemento mojado. Fue muy divertido, y sospecho que yo debía de estar algo mona, pues Frank me invitó a salir con él. Después quiso acompañarme a casa, pero yo me quedé para ayudar a Fawn a limpiar un poco. Sin embargo, sospecho que la verdad es que nunca más voy a interesar a los muchachos. Mamá dice que únicamente se debe a que de nuevo me siento asustada e insegura. Espero que ella esté en lo cierto. ¡Confío en que así sea!
11 de Septiembre.
Fawn me llamó esta mañana. El viernes quiere celebrar una fiesta e invitar a algunos muchachos. Esta tarde iré a ayudarla a planearlo todo, pero preferiría no meterme en esto. Wally la sacó anoche y hoy se va al cine con él. Me gustaría más que no fuera. No sé por qué me preocupa Fawn, puesto que tiene unos meses más que yo, pero opino que los muchachos están en el origen de la mayoría de los problemas. Por lo menos así ha sido en mi caso, lo cual posiblemente sea una enorme mentira. De todos modos, esta mañana leí un artículo sobre personalidad y responsabilidad, en el cual se decía que los muchachos que no están autorizados a tomar decisiones por si mismos nunca maduran, y que tampoco lo logran aquéllos que han de tomarlas sin estar aún preparados para ello. No creo encontrarme entre ninguna de las dos categorías, pero la idea es interesante. Hasta luego.
16 de Septiembre.
A ver si lo adivinas: la señora -----, mi vieja profesora de piano, me ha llamado pidiéndome que sea solista en el recital de sus alumnos más destacados.
Quiere, incluso, conseguir la pequeña sala de conciertos de la universidad, darle publicidad y poner mi foto en la portada del programa. Por supuesto, sabe lo ocurrido con mis manos, pero la velada no sería hasta el otoño. ¿No es emocionante? Ignoraba que fuese yo tan buena pianista. Honradamente lo ignoraba. Una de estas noches quiere hablar conmigo y con mis padres para discutir la idea en su conjunto, pero te digo, francamente, que aún me parece soñar. No puedo creerlo. Practico todos los días, es cierto, y a veces toco sólo por el gusto de tocar, si no tengo otra cosa que hacer, y ello debido principalmente a que no me gusta la tele, en especial lo que quieren ver Alex y Tim; además, no voy a estar siempre leyendo. En verdad no me daba cuenta de que tocaba tan bien. Los demás muchachos y muchachas quizá consideren que esto es una estupidez. Ahora no quiero estropear mis relaciones con ellos, particularmente cuando empiezan a ser tan formidables. Creo que será mejor esperar y hablar de ello con Fawn, aunque lo haré después de su fiesta. En este momento es lo único que le interesa.
P. S.: Recibí la carta más cariñosa de Joel; está impaciente por verme. Yo no le dije que a mi me pasa lo mismo, pero estoy segura de que lo sabe.
17 de Septiembre.
¿Sabes una cosa?, me ha venido la regla. Ahora deberé tenerlo en cuenta. ¿Se enojaría mi madre si comprara tampones en vez de compresas? Seguramente si, de manera que será preferible no correr el riesgo. Pero esto complica las cosas para la noche de mañana. ¡Oh, qué más da! Puedo llevar mis nuevos pantalones y mi nuevo suéter, pero realmente es una lata. ¡Bah!, pero ¿qué puedo hacer? Será mejor que me lo tome alegremente, ¿no? Buenas noches.
18 de Septiembre.
Esta mañana observé el cielo y me di cuenta de que el verano casi se ha ido, y esto me puso triste porque se diría que ni siquiera lo hemos visto. Oh, yo no quisiera que se acabara. No quiero envejecer. Tengo este necio temor, querido amigo: el temor de ser vieja sin haber sido nunca joven de verdad. ¿Podría ocurrir tan rápido, o es que he malgastado mi vida? ¿Crees que la vida puede pasar de largo sin que una la vea? Sólo de pensarse me pone la piel de gallina; siento escalofríos.
¡Ah, qué boba soy! Mañana es el aniversario de papá y lo había olvidado por completo. Tim y mamá hicieron un plan para celebrarlo en familia, pero yo estuve tan ocupada con Fawn y los demás que no quisieron molestarme con los detalles, lo que te demuestra, querido Diario, quién es el lastre de la casa. Pero, vaya, no resuelve nada mortificarme. Tendré que inventar algo super especial para papá y darles una sorpresa a todos. Hasta luego.
19 de Septiembre.
Mamá tenía razón: mis presentimientos sobre la fiesta de Fawn eran completamente ridículos. Fue estupendo, estupendo, estupendo. Los padres de Fawn son realmente agradables y todos los muchachos formidables. Jess ----- será presidente del Consejo de Estudiantes en el próximo curso, y Tess es la novia del presidente, y Judy, y todos los demás… Hace apenas un año recuerdo que los consideraba una banda de pelmazos aburridos, pero ahora espero que me den otra oportunidad y no me rechacen.
Sospecho que si yo fuese realmente una persona madura tendría que admitir que tarde o temprano alguien empezará a decir que fui recogida del arroyo, aunque de esto haga siglos; luego, los padres de algún muchacho decente le dirán a su hijo que no pierda el tiempo conmigo, pues podría destruir su reputación. Y cada uno de los muchachos decentes se preguntará cómo soy interiormente, y al enterarse de que fui internada en un hospital mental ya puedo imaginar lo que pensarán de mí en su fuero interno y lo que me dirán. Siendo más de novecientos los muchachos y muchachas del liceo, podría muy bien pasar de un bando al otro, y si me dejan puedo hacerlo. Y YO puedo. ¡Por favor, no lo impidan!
Quizá debería ser honesta sobre esta cuestión, contárselo todo a Fawn y a sus padres. ¿Crees que me comprenderían? A lo mejor sólo nos sentiríamos todos más turbados. Sé que, tarde o temprano, tendré que contarle a Fawn lo del hospital. Ya me ha hecho alguna pregunta sobre mis manos y considero indecente seguir engañándole. ¡Si por lo menos supiera qué debo hacer! Si conociera alguien con experiencia en estos menesteres no estaría aquí, devanándome los sesos, preocupándose a ti y a mí misma. Me dirían, sencillamente: «Deberías hacer esto; deberías hacer lo otro». Estoy segura de que mis padres todavía saben menos que yo de estos asuntos. Procuraron que se hiciera todo lo más discretamente posible y ni siquiera sus amigos más cercanos deben saber lo ocurrido. ¿Por qué será tan difícil la vida? ¿Por qué no podemos ser como somos y que nos acepten como tales? ¿Por qué no puedo ser yo, sencillamente, tal como soy ahora, sin necesidad de concentrarme, de mortificarme sobre mi pasado y sobre mi futuro? Me da rabia ignorar si mañana caerán o no sobre mí Jan, Lane, Marcie y los otros. A veces quisiera no haber nacido.
¿Qué pensaría de mí el escrupuloso Frank si conociera verdaderamente mis interioridades? A buen seguro echaría a correr como un conejo asustado o creería fácil conseguir de mi, inmediatamente, lo que se le antojara. Y sólo podría antojársele una cosa.
¡Ah, si al menos pudiera dormir! Es extraño cómo pasa el tiempo, tan velozmente que ni siquiera puedes ir a su ritmo; así ha sido en las dos o tres últimas semanas. Horas, minutos, días, semanas y meses se funden convirtiéndose en una mancha borrosa y fulgurante. Hoy es el aniversario de papá y mañana el mío. Hace un siglo, probablemente ya estaría casada y criando hijos en alguna granja remota. Afortunadamente, estas cosas ya no ocurren con tanta rapidez hoy en día. Pero, en todo caso, debo empezar a comportarme y a pensar más como un adulto.
Más tarde.
Después de comer me fui corriendo a comprar un pullover para papá. Estoy segura de que le gustará, pues en el escaparate del señor Taylor vio algo parecido y dijo que le seria muy útil para trabajar en el despacho, donde no le gusta llevar chaqueta. Ahora ya sólo me falta terminar el poema y por fin habré hecho algo bien. Me pregunto si la vida será tan explosiva y confusa para los demás. Espero que no, pues no quisiera ver a nadie metido en líos como éste.
No sé si esta noche celebrarán el aniversario de papá con el mío o si, por el contrario, tienen la intención de hacerlo por separado y otro día. Dos pasteles de, aniversario en una semana podrían enfermar a cualquiera.
¡Otro cumpleaños! Casi seré una vieja o, por lo menos, ya no seré quinceañera. Me parece que fue ayer cuando era niña.
20 de Septiembre.
Apenas había abierto los ojos cuando me llamó Frank invitándome a salir esta noche, pero le dije que estaría ocupada con mi familia todo el fin de semana. Pareció defraudado, pero creo que no lo puso en duda. De todas maneras, no tiene importancia; de la cocina hasta mi cuarto llega el olor a tocino frito y tengo un hambre feroz. Hasta luego.
P. S.: El cumpleaños de papá ha sido soberbio. Todo el mundo ha estado cariñoso y atento. Lo pasamos estupendamente, pero ya te contaré más tarde.
P. S. 1.: El pullover y mi poema le encantaron. Pienso que le gusta especialmente el poema, pues lo escribí particularmente para él. Cuando lo leyó en voz alta incluso se sonó la nariz.
Más tarde.
Toda la familia está conspirando y la casa se ha llenado de fragancias culinarias que te hacen la boca agua, como si guisaran algo para reyes y exóticas princesas. ¿Qué estarán fraguando? Ni mamá, ni Tim, ni Alex me dejan entrar en la sala. Me ordenaron subir a mi cuarto, bañarme, peinarme y no bajar hasta haberme convertido en la criatura más bella del mundo. No sé cómo creen que voy a conseguirlo, pero será divertido intentarlo.
Más tarde todavía.
A que no adivinas lo que pasó: Joel estuvo aquí. Yo sabía que se inscribiría con retraso a causa de su trabajo, pero… Bueno, todavía no me lo creo. ¡Ah, el tacaño! Ha estado cuatro días enteros por aquí y yo tuve que encontrármelo en la sala al llegar a casa esta tarde, con mis viejos pantalones y la camisa de papá, la más raída y sudada, con manchas de pintura blanca. Al verme con esa facha quiso dar media vuelta y regresar a Chicago, pero, gracias a Dios, subí a cambiarme de ropa, me puse mi vestido blanco y calcé nuevas sandalias. No podía creer que era la misma persona. Tim y papá se echaron a reír diciendo que habían tenido que atarlo a una silla para que no escapara cuando me vio entrar la primera vez.
Anoche fue divertido, muy divertido, y espero que todo aquello lo dijeran en broma. De todos modos, cuando Joel me besó en los labios en presencia de toda la familia y me apretó hasta hacer crujir mis huesos como leña seca, fue algo maravilloso pese a sentirme un poco turbada.
Lo habían planeado durante todo el verano. ¡Y yo que creí que mi aniversario iba consistir en las migajas del de papá…! No sólo fue especialmente concebido para mí, sino que resultó el mejor cumpleaños de mi vida. Joel me ofreció un anillo esmaltado de blanco con pequeñas flores alrededor que llevaré hasta que me muera. Ya lo tengo puesto y es verdaderamente precioso. Papá y mamá me regalaron una chaqueta de piel que estaba deseando tener desde hacía tiempo. Tim me ofreció un chal y Alex un dulce de cacahuete que se comieron Joel, papá, y Tim para desquitarse, pues el pastel del aniversario de papá me lo comí casi todo yo. ¡Graciosa Alex!; sabe hacer el dulce de cacahuete mejor que mamá y que yo misma. Ella lo sabe, pero no nos dará la receta. Debe de haber salido tan bueno porque la dulzura que ella posee se habrá derramado sobre los cacahuetes.
Sólo pude estar a solas con Joel unos diez minutos, sentados en la escalera de la entrada antes de que papá lo condujera a su residencia. Olvidé incluso preguntarle dónde era, ¡teníamos tantas cosas que contarnos! Estoy segura de que me quiere a su manera, tranquila, suave, gentil, duradera. Casi toda la noche nos dimos la mano, pero esto no significa gran cosa, pues Alex le retenía la otra y Tim trató de llevárselo para enseñarle lo que había coleccionado durante el verano.
Bueno, si mañana debo levantarme temprano y afrontar el liceo será mejor que duerma un poco. Además, quiero soñar el adorable día de hoy y el mañana más adorable aún, y los días sucesivos, todavía más adorables.
21 de Septiembre.
Me desperté antes de que tocara el despertador. Son las cinco y cinco solamente y dudo que haya otra persona despierta en todo el barrio, pero yo estoy tan desvelada que apenas lo soporto. Creo sinceramente que en mi interior estoy apabullada, asustada de ir al liceo, pero la razón me dice que todo saldrá bien porque tengo a Joel y a mis superdecentes amigos para ayudarme. Además, estoy más fuerte que antes. Lo sé.
Pensaba adquirir otro Diario cuando tú estés lleno; incluso creí que toda mi vida llevaría un Diario. Pero ahora me parece que no lo haré. Los Diarios son formidables cuando una es joven. Tú me has salvado de la locura cien, mil, millones de veces; mas creo, sin embargo, que cuando una envejece ha de ser capaz de discutir sus problemas e ideas con otra gente, en vez de hacerlo con una parte de sí misma. Y tú has sido esto para mí. ¿No te parece? Espero que si, pues eres mi amigo más querido y te agradeceré eternamente que hayas compartido mis lágrimas y penas del corazón; mis luchas y porfías; mis alegrías y felicidades. En cierto modo, todo ha ido bien, ¿no crees?
¡Hasta la vista!