Notas

Introducción

[1] «Yo» es la traducción de self; nos ha parecido más apropiado que la habitual «sí mismo» o el término original inglés (N. del E.).

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Capítulo 10

[1] C. G. Jung, «Symbols of the Mother and Rebirth», Collected Works, vol. 5, p. 259, (Nueva York: Pantheon, 1959); C. G. Jung, Two Essays on Analytical Psychology, C. W. vol. 7, pp. 38, 75.

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[2] C. G. Jung, «Concerning Rebirth», Collected Works, vol. 9, 1, p. 131.

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[3] Otto Rank, The Double (Chapell Hill: University of North Carolina Press, 1971); Beyond Psychology. (Nueva York: Dover, 1941).

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Capítulo 12

[1] C. G. Jung, Symbols of Transformation: An Analysis of the Prelude to a Case of Schizophrenia, 2° ed., traducción al inglés de R. F. C. Hull, Bollingen Series XX, vol. 5, (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1956), p. 71.

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[2] C. G. Jung, Analytical Psychology: Its Theory and Practice (Nueva York: Vintage, 1968), p. 23; (las cursivas son mías).

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[3] Wilhelm Reich, The Function of the Orgasm, traducido al inglés por Theodore P. Wolfe (Nueva York: Meridian, 1970). [Publicado en castellano con el título La función del orgasmo, Buenos Aires: Editorial Paidós].

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[4] Wilhelm Reich, Ether, God and Devil, traducido al inglés por Mary Boyd Higgins y Therese Pol (Nueva York: Farrar, Straus & Giroux, 1970), p. 91.

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[5] C. G. Jung, The Estructure and Dynamics of the Psyche, 2ª ed., traducido al inglés por R. F. C. Hull, Bollingen Series XX, vol. 8 (Princeton, N. J.: Princeton University Press: 1969), p. 215.

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[6] C. G. Jung, The Archetypes and the Collective Unconscious, traducido al inglés por R. F. C. Hull, editado por Sir Herbert Read, Michael Fordham y Gerhard Adler, Bollingen Series XX, vol. 9 (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1980), p. 284.

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[7] Wilhelm Reich, The Mass Psychology of Fascism, trad., Vincent R. Carfagno (Nueva York: Farrar, Straus & Giroux, 1970), p. 11. [Publicado en castellano con el título Fascismo y Psicología de masas, Ciudad de México: Editorial Siglo XXI].

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[8] Véase el relato de Hans Chistian Andersen «La sombra», en Eighty Fairytales (Nueva York: Pantheon Press, 1982), p. 193. Vé ase también Otto Rank, The Double: A Psychoanalytic Study, traducido y editado por Harry Tucker, Jr. (Nueva York: Meridian, 1971), pp. 10-11.

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[9] Reich, The Mass Psychology of Fascism, p. 11.

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[10] C. G. Jung, Two Essays on Analytical Psychology, 21 ed., traducido al inglés por R. F. C. Hull, Bollingen Series XX, vol. 7, (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1972), p. 192.

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[11] Reich, The Mass Psychology of Fascism, p. 11.

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Capítulo 19

[1] Lewis Mumford, My Works and Days: A personal Chronicle (New York: Harcourt Brace Jovanovich, 1979), p. 14.

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[2] Paul Brodeur, Outrageous Misconduct: The Asbestos Industry on Trial (Nueva York; Pantheon, 1985), p. 14.

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Capítulo 22

[1] Alan McGlashan, The Savage and Beautiful Country (Londres: Chatto & Windus, Ltd., 1967).

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[2] C. G. Jung, Psychologycal Reflections, ed. por Jolande Jacobi, (Princeton: N. J.: Princeton University Press, 1970).

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[3] Ibid.

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Capítulo 24

[1] C. G. Jung, Aion, Collected Works, trad. R. F. C. Hull, Bollingen Series XX, vol. 9, II (Princeton N. J.: Princeton University Press, 1980), pp. 82 y siguientes.

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Capítulo 26

[1] Aunque frecuentemente haya sido objeto de todo tipo de interpretaciones incorrectas y exageradas, la concepción de la naturaleza dual del pecado quizás constituya una de las contribuciones más interesantes de la doctrina cristiana. En este sentido, subraya la naturaleza intrínsecamente pecadora del ser humano, según la cual todo verdadero cristiano debe considerarse a sí mismo como un pecador. Desde este punto de vista, el hecho de que muchos «cristianos» nominales no se consideren pecadores no supone, en ningún caso, una deficiencia doctrinal sino, por el contrario, constituye un fracaso del individuo que es incapaz de vivenciarlo de este modo. (Más adelante insistiremos sobre el tema del mal en el cristianismo). Por otra parte, la doctrina cristiana enfatiza también que todos nuestros pecados están perdonados si nos arrepentimos de ellos. Si comprendiéramos plenamente la magnitud de nuestra maldad y no confiáramos, al mismo tiempo, en la naturaleza compasiva y misericordiosa del Dios cristiano, la desesperación nos abrumaría. Así pues, la Iglesia, cuando se muestra más racional, insiste también en el hecho de que reparar de continuo en todos y cada uno de nuestros pecados más triviales (una actitud conocida con el nombre de «exceso de celo») puede constituir un pecado en sí mismo. Puesto que Dios siempre perdona nuestros pecados, el hecho de que nosotros no nos los perdonemos implica una forma pervertida de orgullo que se asienta, de algún modo, en la creencia de que somos superiores a Dios.

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[2] Gerald Vann, The Pain of Christ and the Sorrow of God, (Springfield, Ill.: Temple Gate Publishers. Copyright by Aquin Press, 1947), pp. 54-55.

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[3] En su último libro, titulado Scape from Evil (McMillan, 1965), Ernest Becker destacó el papel fundamental que desempeña el fenómeno del chivo expiatorio en la génesis de la maldad del ser humano. Según Becker, la única causa del fenómeno del chivo expiatorio descansa en el temor a la muerte. En mi opinión, sin embargo, esa causa hay que buscarla, más bien, en el miedo a la autocrítica. Desde este punto de vista, el miedo a la muerte es equiparable al miedo a la autocrítica ya que ésta exige una transformación profunda de nuestra personalidad. En la medida en que critico una parte de mí mismo me encuentro en la obligación moral de cambiarla. No obstante, el proceso de cambio es tan doloroso que bien podríamos compararlo con una especie de muerte de nuestras pautas de conducta obsoletas. Así pues, la maldad se aferra patológicamente al status quo de la vieja personalidad narcisista que se considera a sí misma perfecta. Hay que añadir también que, desde el punto de vista de nuestros yoes más queridos, el cambio más pequeño es equiparable a la aniquilación total. En este sentido, para una persona «malvada», el temor a la autocrítica es perfectamente equiparable con el miedo a la extinción total.

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[4] Buber, God and Evil, p. 111. Si tenemos en cuenta que uno de las causas fundamentales del mal descansa en la mentira, el seno de la Iglesia constituye uno de los lugares en donde más personas malvadas podemos encontrar. ¿Qué mejor modo, si no, de ocultar nuestra maldad ante nosotros mismos y ante los demás que el de asumir el papel de sacerdote o cualquier otro cargo representativo de la jerarquía eclesiástica? Supongo que en India, por ejemplo, las personas malvadas manifiestan la misma tendencia a convertirse en «buenos» hindúes o en «buenos» musulmanes. Con todo esto no estoy afirmando, sin embargo, que las filas de los creyentes se nutran exclusivamente de personas malvadas ni tampoco que las motivaciones religiosas sean completamente falsas sino que tan sólo pretendo llamar la atención sobre el hecho de que las personas malvadas se sienten atraídas hacia el moralismo por el disfraz y el anonimato que éste puede proporcionarles.

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Capítulo 27

[1] Liliane Frey-Rohn, «Evil from the Psychologycal Point of View», en Evil (Evanston, 111: Northwestern University Press, 1967), p. 167.

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[2] Ibid. p. 160.

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[3] Carl Jung, Memories, Dreams and Reflections (Nueva York: Pantheon Books, 1961), p. 153. [Hay traducción castellana: Recuerdos, Sueños y Pensamientos, Barcelona: Seix y Barral].

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[4] Rollo May, «Reflections and Commentary», en Clement Reeves, The Psychology of Rollo May: A Study in Existential Theory and Psychotherapy (San Francisco: Josey-Bass, 1977), p. 304.

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[5] M Scott Peck, People of the Lie: The Hope for Healing Human Evil (Nueva York: Simon & Schuster, 1983), pp. 67, 78, 183. (Puede consultarse una crítica al libro de Peck en mi artículo, «The Psychology of Evil», publicado en The San Francisco Jung Institute Library Journal 9, n° 1 [1990], pp. 5-26).

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[6] Sigmund Freud, Totem y tabú, (Madrid: Alianza Editorial, 1972).

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[7] Ibid.

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[8] C. G. Jung, «Psychologycal Types», en The Collected Works of C. G. Jung, vol. 6, (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1971), p. 109.

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[9] Rollo May, Man’s Search for Himself (Nueva York: W. W. Norton, 1953), pp. 72-73.

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[10] Jung, Memories, Dreams and Reflections, p. 347.

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[11] Rollo May, Love and Will, (Nueva York: W. W. Norton, 1969), p. 121.

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[12] Marie Louise von Franz, «Daimons and the Inner Companions», Parabola 6, n° 4 (1981); p. 36.

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[13] May, Love and Will, pp. 136-137.

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[14] Ibid., p. 129.

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[15] Ibid., p. 137.

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[16] Jung, Memories, Dreams and Reflections, p. 387.

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[17] May, «Reflections and Comentary», p. 305.

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[18] James Hillman, Healing Fiction (Nueva York: Station Hill Press, 1983); p. 68.

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[19] Marie-Louise von Franz, «Daimons and the Inner Companions», p. 39.

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Capítulo 28

[1] Wilhelm Reich, Tha Mass Psychology of Fascism, 1933 (Nueva York: Farrar, Straus, 1970), pp. 334 y siguientes.

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[2] Ibid., p. 339.

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[3] Erich Neumann, Depth Psychology and a New Ethic, (Londres: Hodder & Stoughton, 1969), p. 40.

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[4] Carl G. Jung, «After the Catastrophe», Collected Works, vol. 10 (Princeton, N. J.: Bollingen, 1970), p. 203.

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[5] Ibid.

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[6] Neumann, Depth Psycholgy, p. 50.

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[7] Jung. «After the Catastrophe», p. 216.

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Capítulo 29

[1] M. Scott Peck, People of the Lie: The Hope for Healing Human Evil (Nueva York: Simon & Schuster, 1983); p. 69.

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[2] M. Esther Handing, The «I» and the «Not-I»: An Study in the Development of Conciousness (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1965); p. 91.

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[3] Citado en Tarrytown Letter, abril de 1983, p. 16.

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[4] Citado en Robert G. C. Waite, The Psychopathyc God: Adolf Hitler (Nueva York: Basic Books, 1977), p. XVII.

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[5] Ibid.

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[6] Véase Erik Erikson, Gandhi’s Truth: On the Origins of Militant Non-violence, (Nueva York: W. W. Norton, 1969). Es interesante constatar la existencia de un fenómeno similar en la vida de Leon Tolstoy quien, a pesar de tratar de convertir a todo el mundo hacia el amor y la paz cristianos perfectos durante los últimos diez años de su vida, mostró, no obstante, un despotismo cruel hacia su esposa y su ama de llaves.

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[7] Erikson, Gandhi, p. 251.

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[8] George Orwell, Collected Essays (Londres: Heinemann, 1966); p. 456.

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[9] Erikson, Gandhi, p. 234.

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[10] Erich Neumann, Depth Psychology and a New Ethic (London: Hodder & Stoughton, 1969), p. 111.

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[11] Erikson, Gandhi, p. 433.

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[12] Citado por Peck, Lie, p. 11.

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Capítulo 33

[1] Paul W. Pruyser, «What Splits in Splitting?», Bulletin of the Menninger Clinic, 39. (1975); pp. 1-46.

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[2] Melanie Klein, «Notes on Some Schizoid Mechanisms», International Journal of Psychoanalysis, 27; (1946); pp. 99-100 y también Otto F. Kernberg, «The Syndrome», en Borderline Conditions and Pathological Narcissism, (Nueva York; Jason Aronson, 1973), pp. 3-47.

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[3] Henry V. Dicks, Licensed Mass Murder: A Socio-Psychological Study of Some SS Killers; (Nueva York: Basic Books, 1972).

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[4] Véase, por ejemplo, Erik H. Erikson, Identity: Youth and Crisis (Nueva York: W. W. Norton, 1968); Heinz Kohut, The Restoration of the Self (Nueva York: International University Press, 1977). [Hay traducción castellana con el título La restauración del sí-mismo, publicada por Editorial Paidós, Ciudad de México, 19 901]. Henry Guntrip, Psychoanalytic Theory, Therapy and the Self (Nueva York: Basic Books, 1971); y Robert Jay Lifton, The Broken Connection: On Death and the Continuity of Life, (Nueva York: Basic Books, 1983 [1979]).

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[5] William James, The Varieties of Religious Experience: A Study in Human Nature, (Nueva York: Collier, 1961 [1902]), p. 144. [Hay traducción catalana, con el título Les Varietats de L’experiéncia Religiosa, Clássics del Pensament Modern. Edicions 62 / Diputació de Barcelona, Barcelona: 1985].

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[6] Los dos principales estudios de Rank sobre este fenómeno son The Double: A Psychoanalytic Study, (Chape Hill: University of North Carolina Press, 1971 [19 251]); y «The Double as Inmortal Self», en Beyond Psychology, (Nueva York: Dover, 1958 [1941]), pp. 62-101.

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[7] Rank, Double, pp. 3-9; Rank, Beyond Psychology, pp. 67-69. Sobre el «El estudiante de Praga», véase Siegfried Kracauer, From Caligari to Hitler: A Psychological History of the German Film, (Princeton. N. J.: Princeton University Press, 1947), pp. 28-30. El primer estímulo de los estudios de Rank sobre el tema del doble procede de su visión de la película El Estudiante de Praga en una reposición efectuada a mediados de 1925. A partir de ese momento, siguió interesado en este tema durante toda su vida. Rank también advirtió las similitudes existentes entre el guión del autor, Hans Heinz Ewers, y el cuento de E. T. A. Hoffmann, «Story of the Lost Reflection». (Véase E. T. A. Hoffmann, «Story of the Lost Reflection», en J. M. Cohen, ed., Eight Tales of Hoffmann, Londres, 1952).

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[8] Rank, Beyond Psychology, p. 98.

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[9] En sus primeros trabajos, Rank parece seguir a Freud al relacionar el mito con el concepto de «narcisismo», es decir, con la libido dirigida hacia el propio ego. Sin embargo, da la impresión de que Rank no estuviera muy entusiasmado con ese punto de vista y de ahí que subrayara de continuo el tema de la muerte y de la inmortalidad subyacentes al narcisismo. En su formulación última, Rank llegó a la conclusión de que el tema de la muerte era un elemento fundamental en el mito de Narciso y se refirió en tono levemente despectivo «a ciertos psicólogos contemporáneos [… que] afirmaban haber hallado en este mito un símbolo del principio del amor hacía uno mismos». (Véase Rank, Beyond Psychology, pp. 97-101). En esa época Rank ya había roto con Freud y establecido firmemente su propio punto de vista.

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[10] Rank, Double, p. 76.

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[11] Ibid.

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[12] Rank, Beyond Psychology, p. 82.

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[13] Michael Franz Basch habla de la existencia de una interferencia con la «unión afectiva con un percepto sin que se produzca, no obstante, un bloqueo de la percepción consciente». Véase al respecto Michael Franz Basch, «The Perception of Reality and the Disavowal of Meaning», Annual of Psychoanalysis, vol. II, (Nueva York: International Universities Press, 1982), p. 147. En ese sentido, el rechazo guarda cierta semejanza con la insensibilidad psicológica, en cuanto que ésta altera la valencia o carga emocional del proceso de simbolización.

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[14] Ralph D. Allison, «When the Psychic Glue Dissolves». HYPNOS-NYTT (Diciembre de 1977).

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[15] Las dos primeras influencias son descritas por George R. Greaves en «Multiple Personality: 165 Years After Mary Reynolds», Journal of Nervous and Mental Disease, 168 (1977), pp. 577-596. Freud subraya la tercera en su obra The Ego and the Id, en la Standard Edition of the Works of Sigmund Freud, James Strachey, ed. (Londres: Hogarth Press, 1955 [19 231]), vol. XIX, pp. 30-31.

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[16] Margaretta K. Bowers et al., «Theory of Multiple Personality», International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 19 (1971); p. 60.

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[17] Véase Lifton, Broken Connection, pp. 407-9; y Charles H. King, «The Ego and the Integration of Violence in Homicidal Youth», American Journal of Orthopsychiatry, 45 (1975); p. 142.

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[18] En el contexto de las subculturas mencionadas, Robert W. Rieber utiliza el término «pseudopsicopatía» para referirse a lo que denomina un «comportamiento criminal selectivo». Véase también Robert W. Rieber, «The Psychopathy of Everyday Life» (manuscrito inédito).

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[19] James S. Grotstein habla del desarrollo de un «ser separado que vive dentro de cada uno de nosotros, una entidad que se ha separado de manera preconsciente y que tiene una existencia independiente, una motivación independiente, unos objetivos independientes, etcétera» y en el que puede originarse «el mal, el sadismo, la destructividad» e, incluso, «la posesión demoníaca». Siguiendo a Colin Wilson, Grotstein denomina «mente parásita» a aquellos aspectos y atributos del yo que han sido reprimidos y enajenados artificialmente en la más temprana infancia. (Véase James S. Groststein, «The Soul in Torment: An Older and Newer View of Psychopathology», Bulletin of the National Council of Catholic Psychologists, 25 [1979], pp. 36-52).

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Capítulo 36

[1] Longfellow, The Song of Hiawatha, VIII. Las aventuras que Longfellow atribuye a Hiawatha (personaje histórico que vivió en el siglo XVI y fue jefe de los iroqueses) pertenecen, en realidad, a Manabozho, héroe de la cultura de los algonquinos.

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[2] Leo Frobenius, Das Zeitalter des Sonnengottes, (Berlín, 1904), p. 85.

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[3] Henri Callaway, Nurse Tales and Traditions of the Zulus, (Londres, 1868), p. 331.

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[4] Ananda Coomaraswamy, «Akimcanna: Self-Naughting», en New Indian Antiquary, vol. 3, (Bombay, 1940), p. 6, nota 14, citando y discutiendo la Summa Theologica, de Santo Tomás de Aquino, 1, 63, 3.

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[5] El sarcófago y la canasta constituyen una imagen alternativa al vientre de la ballena. Compárese con el episodio de la cesta de mimbre de la vida de Moisés.

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[6] Sir James G. Frazer, The Golden Boudh (edición en un volumen, pp. 347-349. Utilizado por gentileza de The Macmillan Company. Copyright 1922 by The Macmillan Company).

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[7] Duarte Barbosa, A Description of the Coasts of East Africa and Malabar in the Beginning of the Sixteenth Century, (Londres: Hakluyt Society, 1866), p. 172, citado por Frazer, op. cit., pp. 2745. Reimpreso por gentileza de The Macmillan Company, eds. Se trata del mismo sacrificio que intentó evitar el rey Minos cuando ocultó el toro de Poseidón. Como demuestra Frazer, el regicidio ritual fue una tradición muy difundida en todo el mundo antiguo. «En el sur de India —escribe— el reinado y la vida del rey finalizaban cuando el planeta Júpiter completaba su giro alrededor del Sol. En Grecia, por su parte, el rey perdía su situación privilegiada cuando completaba un ciclo de ocho años… Es por ello que bien podemos suponer, sin temor a pecar de imprudentes, que el tributo de siete jóvenes y siete doncellas que cada ocho años los atenienses estaban obligados a enviar al rey Minos estaba relacionado con la re novación del poder real durante un nuevo ciclo de ocho años» (ibid). De este modo, el sacrificio requerido por el rey Minos parece implicar que la autoinmolación del rey tras un período de reinado de ocho años exigida por la tradición parece haber sido sustituida por el sacrificio de siete muchachos y siete doncellas atenienses. Quizás fue así como el rey Minos terminó convirtiéndose en el monstruo conocido posteriormente por el nombre de Minotauro, el rey autoaniquilado, el tirano Holdfast, el estado hiératico donde cada ser humano tiene un papel asignado, el imperio mercantilista en el que nadie es dueño de sí mismo. Estas prácticas sustitutorias parecen haber sido comunes en el mundo antiguo hasta el final del gran período de los antiguos estados hiératicos (segundo y tercer milenio a. C.).

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Capítulo 37

[1] Chuang Tzu, Chuang Tse, editado por G. F. Feng y J. English (Nueva York: Vintage Books, 1974), pp. 80-82.

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[2] Chuang Tzu, Chuang Tzu, traducido por H. Giles (Londres: Unwin Paperbacks, 1980), p. 164.

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[3] H. Smith, The Religions of Man, (Nueva York: Harper & Row, 1958), p. 212.

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[4] C. G. Jung, Two Essays on Analytical Psychology, (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1966), párr. 68.

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[5] A. Mindell, «Somatic Consciousness», Quadrant, 14 (1 / 1981), pp. 71-73.

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[6] J. Jacobi, The Way of Individuation, (Nueva York: Harcourt, Brace & World, 1967), p. 82.

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[7] Lao Tsu, Tao Te Ching, editado por G. F. Feng & J. English (Nueva York: Vintage Books, 1972), Cap. 41.

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[8] Chuang Tzu, Chuang Tzu, traducido por H. Giles (Londres: Unwin Paperbacks, 1980), pp. 263-264.

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Capítulo 40

[1] Sigmund Freud, The Future of an Illusion, trad., W. D. Rob son-Scott, International Psycho-Analytical Library, vol. 15, (Londres: The Hogarth Press, Ltd., 1949), p. 86.

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[2] Friedrich Nietzsche, The Case of Wagner, en Select Aforism in Works, vol. VIII, p. 59.

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[3] William James, p. 176.

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[4] Ibid., p. 488, nota. «En la búsqueda religiosa de las personas [dos veces nacidas] el mal no se evita sino que simplemente se suprime».

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[5] E. T. A. Hoffman (Amadeus), The Devil’s Elixir, traducción anónima, (Edimburgo, 1824).

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[6] Code Bezae ad Luc., 6. 4.

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[7] C. G. Jung, Mysterium Coniunctionis, Collected Works, traducido al inglés por R. F. C. Hull, Bollingen Series, XX, vol. 14, (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1963), p. 428.

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Capítulo 41

[1] C. G. Jung, Modern Man in Search of a Soul, (Londres: Harcourt Brace Jovanovich, 1955), pp. 271-272.

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