PRESENTACIÓN

SF y literatura

Aunque pueda parecer extraño, a menudo se ha discutido si la SF[1] era realmente una forma de literatura. Para impugnar la naturaleza literaria de la SF, se ha aludido con frecuencia a la falta de dimensión psicológica que denotan los personajes en la mayoría de las narraciones del género, a la estructura más ensayística que novelesca de muchas de sus obras, etc., etc.

Por lo que respecta a los comienzos de la SF, en los felices años veinte, y a las primeras etapas de su desarrollo, cuando el género solía centrarse de una forma parcial y unívoca en lo tecnológico, el punto de vista arriba expresado no carece de fundamento. Muchas narraciones (las llamadas gadget-stories: relatos-pasatiempo) eran simples pretextos para exponer una curiosa posibilidad científica, y estaban más cerca del artículo de divulgación que del literario.

Esto por lo que respecta a la SF más anecdótica. Pero incluso la más seria, la más inquieta, era de dudosa inclusión en la literatura, y algunos comentaristas opinaban, no sin razón, que muchas presuntas novelas eran en realidad ensayos novelados, donde los personajes y el argumento, apenas esbozados, eran simples aditamentos destinados a amenizar un texto básicamente ensayístico.

Pero la SF ha evolucionado. Tras lo que podríamos llamar el «sarampión tecnológico» de su etapa infantil por una parte, y la ensayística novelada por otra, la SF se ha convertido en verdadera literatura, sea cual sea la acepción que se dé a este ambiguo término. Estas consideraciones no implican un juicio de valor (un ensayo novelado puede ser mucho más válido que una novela propiamente dicha); me limito a constatar un proceso evolutivo.

El excelente autor británico J. G. Ballard (de quien pronto ofreceremos algún relato en estas selecciones) propugnó, ya en los años cincuenta, la necesidad del hecho que la SF se ocupara menos del espacio exterior para adentrarse en el espacio interior del hombre. Y la generación de escritores de SF británicos a la que Ballard pertenece dio impulso a una fecunda corriente (llamada New Thing: nueva cosa) que contribuyó notablemente a dotar al género de una dimensión específicamente literaria.

Los relatos incluidos en la presente selección pueden servir para ilustrar el proceso de literaturización de la SF, así como la inevitable ósmosis entre este género y otras formas de narrativa.

Junto a un relato «clásico» como El racista, donde los personajes son poco más que simples símbolos, pretextos para exponer una hipótesis, tenemos narraciones de honda subjetividad, casi poética, como Asignación lunática o esa inquietante parábola que es Un cuchillo sin filo.

Pausa para el café y El entrometido, por otra parte, ilustran las posibilidades de interrelación de la SF con otros tipos de narrativa: el tradicional cuento de humor británico en el primer caso, y el relato policíaco en el segundo.

Por no hablar de El gran mundo del deporte, donde los elementos ficticios son tan verosímiles, tan representativos de la sociedad actual, que casi no se puede considerar un relato de SF.

Y es que las clasificaciones son cómodas, incluso necesarias; pero no se puede pretender encasillar en compartimientos rígidos las obras del pensamiento, en continua transformación y evolución.

La SF, más que un género, es una perspectiva, una corriente que confluye con la gran corriente de la literatura contemporánea para aportar nuevos y fecundos planteamientos.

CARLO FRABETTI