Capítulo 4
Mathías miró la cena y pensó que cuanto antes necesitaban un mujer que ayudara, sobre todo en la cocina, porque si dependía de Lissi, terminarían aburridos del pan y el jamón, mañana, tarde y noche. Sin embargo, no quiso decir nada malo sobre la comida porque ella podría ofenderse, pero además estaba triste y no quería empeorar las cosas.
Lissi se sentó a su lado, pero no se sirvió nada. — ¿De qué quería hablarme?
—Tengo una buena noticia.
—Dígame.
—Parece que la cuñada de uno de mis hombres, llegó hace poco al pueblo y está viviendo con él y su esposa, pero ellos ya tienen tres niños y su cuñada acaba de enviudar y tiene una niña de 10 años. Él dice que las dos ayudan mucho en la casa, pero viven muy apretados y son dos bocas más, que no se pueden permitir en estos momentos.
— ¿Y a ella le parece bien quedarse aquí viviendo, mientras ayuda en las cosas del rancho?
—Él habló con ella, anoche y parece que está de acuerdo.
—Oh bueno, entonces creo que todo está dicho.
—Se llama Bertha y su niña se llama Tracy, parece que es bastante inteligente y será una buena compañía para usted y los niños, cuando nos casemos.
Lissi guardó silencio. Ella no deseaba casarse con un hombre que no conocía y con el que tenía tan poco en común.
— ¿Porque está triste?
—No es nada, solo recordaba el sitio de donde vengo—dijo con cierta nostalgia.
— ¿El futuro?—le dijo no muy convencido.
—Sí, el futuro—lo miró retándolo a que le llamara loca.
Mathías no dijo nada. Terminó de comer y se levantó.
—Solo quiero saber porque está así. No me gusta verla de esa forma— ¿Quiere caminar un rato?
—Si usted quiere…
—Siempre lo hago después de cenar. Me gusta mirar un rato la luna y disfrutar lo tranquilo de las noches aquí en el rancho. Le ofreció el brazo y ella lo tomó. Salieron y comenzaron a caminar hasta llegar al árbol enorme, de donde se había caído Ben.
—Este árbol tienen más de 200 años, a veces me maravillo al ver lo viejo que es y pienso en cuantas personas han estado debajo de él o cuantas osas habrán pasado a lo largo de todo ese tiempo.
Ella miró el árbol y pensó lo mismo ¿Cuántas personas se habrán posado debajo de él? ¿Qué problemas tendrían o que aspiraciones? Era algo maravilloso la vida larga de los árboles.
Mathías la miraba de cerca, ella era una mujer muy bonita, sus ojos eran verdes, de mirada serena, aunque su barbilla dijera lo contrario, ya que era firme, lo que denotaba que era bastante terca y mandona. Le gustaba verla con sus hijos, ellos parecían calmarse con ella y notaba que les caía muy bien. Cada vez que se acercaba a ella sentía algo muy raro en su pecho y con rabia también había notado que cada vez que miraba su boca de labios carnosos, deseaba besarla. Lissi tenía el cabello negro, no rubio como el de su adorada Emily, que era rubia, de tez muy blanca y cuerpo delgado, casi frágil, pero era una belleza y toda una dama. Él nunca dejaría de culparse por su muerte. Su esposa, aunque había nacido allí, como él, se merecía una vida llena de lujos y comodidades. Él trató de darle todo, pero ese rancho era su vida y la única fuente de ingresos, aunque al quedar tan lejos del pueblo, las personas que vivían por ahí, corrían el riesgo de enfermarse y morir antes de que él medico siquiera pudiera llegar a la casa a examinarlos. Eso se acabaría pronto, pues con los dueños de otros ranchos y el propietario de un hostal en las afueras del pueblo, habían pensado en mandar a llamar un doctor que viviera más cerca de ellos o tal vez en uno de los ranchos y estuviera rotando todo el tiempo entre los diferentes sitios. Era hasta ahora una idea, pero cada vez tomaba más forma, ya que eran muchos los interesados y cada uno podía pagar una parte, hasta completar un salario mensual para el doctor, e lugar de pagarle por visitas.
—Muy pronto llegará un doctor aquí.
— ¿No hay un doctor ya en el pueblo?
—Lo hay, pero el pueblo cada vez crece más y somos muchos los que vivimos fuera del pueblo en ranchos aledaños. A veces el doctor está en una emergencia y se presenta otra muy lejos del pueblo. No podemos esperar que un solo hombre pueda con todo.
— ¿Cómo traerán un doctor hasta aquí?
—Como cualquier otro, pero le diremos que somos los dueños de ranchos los que pagaremos su salario y vivirá en su propia casa, con derecho a comida, en fin, no le faltara nada, ya sea que venga solo o con su familia. La prioridad es ir rotando por los diferentes ranchos, según lo necesiten.
—Entiendo…
— ¿Le parece una buena idea?
—Después de lo que pasé ayer cuando Ben se cayó de ese árbol, hasta yo pagaría una parte de ese salario.
Mathías rió—me imagino lo asustada que estaba.
—La verdad es que si—estuvo de acuerdo.
Él se quedó un momento en silencio y luego no pudo resistirse a preguntarle— ¿Por qué quiso venir hasta aquí?
—Ya le he dicho que no lo quería, solo pasó y ahora quisiera volver pero no encuentro la forma.
— ¿Todavía sigue con eso?
—Por favor señor Taylor, no me siento con ganas de discutir.
—Ni yo, pero tiene que admitir es una historia un poco increíble.
Ella se dio la vuelta para irse—Prefiero no hablar más de eso—buenas noches.
—Espere—la tomó del brazo—lamentó lo que dije, pero no puedo simplemente aceptar eso. Miró sus ojos que estaban llenos de lágrimas sin derramar—no llore, Lissi. Tiene unos ojos demasiados hermosos para que estén tristes.
—No estoy llorando—dijo tercamente y lo hizo sonreír.
—Bien, como usted diga. Si quiere mañana puedo llevarla al lago, que está cerca de aquí.
— ¿Hay un lago?
—Sí, claro. ¿Los niños no le dijeron? Para esta época siempre hace mucho calor y nos vamos con frecuencia al lago a bañarnos.
—Oh bien, me gustaría conocerlo.
—Por supuesto, mañana iremos si quiere.
—Está bien—su rostro se animó un poco.
—Creo que ya es hora de que entremos, comienza a hacer una brisa fría.
—Pasa mucho en esta época. Los días son calurosos, pero las noches son más bien frías. Estoy de acuerdo, entremos.
Los dos se despidieron al llegar al segundo piso y ella entró a su habitación, sabiendo que esa noche no podría dormir.
*****
Lissi sudaba a chorros, mientras se vestía. Tenía la ventana abierta y aún así sentía que el aire era caliente y no refrescaba nada.
Para rematar esa cantidad de ropaje que usaban las mujeres de aquella época, la tenían casi al borde de la asfixia. Mathías había sido muy amable en darle la ropa de su mujer que guardaba ene le ático y aunque algunas cosas le quedaban largas, pues ella era más alta que Lissi, con unos cuantos arreglos podían quedar bien. El problema es que ella no tenía idea de costura y por ahora las prendas tendrían que quedarse así. Salió con un vestido de algodón en colores claros y unos zapatos bajos que hacían juego. Nos se puso corsé y decidió colocarse solo la parte de debajo de la dichosa ropa interior.
Buenos días—saludó a los niños y a Mathías.
No se había dado cuenta de que había más gente en el comedor. Una mujer y una niña se levantaron.
—Buenos días, señora—dijo la niña. Su madre la miró con reproche—Buenos días, señorita Drum. Somos Las personas que van a ayudarla con la casa.
— ¡Oh qué bien!! ¿Cómo están?
—Muy bien, señorita. Estábamos hablando con Mathías de lo que haremos en la casa.
Lissi no perdió detalle a la forma como la mujer llamó por su nombre al que se suponía sería su empleador. Se había maginado una mujer mayor o por o menos poco agraciada y en realidad no sabía porque lo había esperado, pero la mujer que tenía enfrente era bonita, de muchas curvas y grandes pechos que no dudaba en poner frente a Mathías cada vez que podía. Como en ese momento, en el que estaba sirviendo una taza de café con sus enormes globos, tan cerca de su cara, que se preguntó si él no se lo terminaría tomando con leche.
—Señorita, tiene un hermoso cabello—dijo la niña.
—Bueno, muchas gracias.
—Oh sí, es un color precioso, aunque bueno, muchos hombres prefieren el tono rubio—la miró sonriendo—si me pregunta, nunca sabré porque.
—Si…ya veo. Me imagino que usted tiene muchos pretendientes siendo rubia—le dijo también con una sonrisa tan falsa como la de ella.
—Oh, por favor, no se ofenda por lo que he dicho, es solo que a veces peco por demasiado sincera.
—No se preocupe no me ofendí, no le doy importancia a ese tipo de cosas—se acercó a los niños— ¿Como están chicos?
—Bien—dijo Ben— ¿Lissi podemos salir a jugar después de desayunar?
—No lo sé. Su padre tiene planes para hoy.
—Hoy iremos al lago chicos y podemos hacer un picnic.
Los niños gritaron de alegría.
—Bertha, sino es molestia me gustaría que nos hiciera algo para los cuatro, de manera que podamos comer en el lago.
—Claro que si, Mathías, te haré el pastel que tanto te gusta de manzana y esas chuletas de la última vez.
—Bien, entonces mientras yo estaré hablando con los muchachos, dejando unas indicaciones y vuelvo por ustedes—le dijo a Lissi.
Cuando se quedaron solas, la niña se puso a ayudar a su madre, mientras ella preparaba diligentemente la comida del picnic. Se movía por la casa como si fuera suya y no sabía porque eso le molestaba tanto.
—Umm…Bertha ¿verdad?
—Sí, dígame señorita Drum.
— ¿Usted ya ha estado aquí antes?
—Si, por supuesto. Mi hermano me ha traído mas de una vez aquí, para hacerle de comer a los hombres o para arreglar un poco la casa. Los niños ya me conocen también. ¿Son un amor verdad?
—Sí, lo son—respondió de manera escueta.
—Disculpe que no le haya brindado nada. ¿Quiere café y huevos con tocino? Me quedan deliciosos—dijo orgullosa de sí misma.
—Sí, muchas gracias.
—Enseguida se los hago, traje pan de mantequilla, que es una delicia y mermelada de moras que yo misma hago.
—Que bien, suena delicioso.
Lissi la observó hacer galletas, chuletas, pastel de manzana y hasta mantequilla en menos de dos horas y eso era mucho decir para la época y sin tener las facilidades que todo persona tenía en el mundo moderno, como licuadora, procesador de alimentos, horno microondas, batidora una estufa que no necesitara de una hectárea de madera para poder prender. Ella estaba impresionada. Un rato después, un plato con huevos y tocino, un buen pedazo de pan con mermelada, mantequilla y una grandiosa taza de café fuerte, estaban frente a ella.
Lissi lo devoró todo, se sentía hambrienta esa mañana.
—Que bien, que lo ha comido todo. Está algo delgada, necesita subir de peso.
— ¿Le parece?
—La verdad, si, pero entiendo que una mujer de la ciudad, debe parecerle terrible esta región llena de animales, insectos y de indios. Sin hablar de la falta de educación y el trabajo que hay que hacer en un rancho como este. Nadie la culparía si se fuera.
Lissi estuvo a punto de contestarle, cuando vio entrar a Mathías y a un hombre alto y fornido.
—Lissi, esté es Rand, es el cuñado de Bertha.
—Mucho gusto—dijo el hombre y extendió su mano.
—Es un gusto conocerlo señor.
—Mi esposa le manda a dar las gracias por la ayuda que le está dando a su hermana y le manda a decir que está a sus órdenes para lo que necesite. Está feliz de que el Mathías, por fin se vaya a casar de nuevo.
Ella no dijo nada, pero Mathías la miró un momento, como esperando que dijera que no era cierto.
—Dígale que no me tiene que agradecer nada, en todo caso, es con Mathías con quien está en deuda por esa ayuda.
—Sí, es cierto. Le debemos mucho a Mathías—agregó Bertha, sin ser parte de la conversación.
—Bertha, creo que ya está listo todo lo que va en la canasta ¿verdad?—comentó Lissi.
—Sí, señorita. Ya está todo.
—Bien, entonces creo que ya podemos irnos. Muero de ganas por conocer ese sitio.
—Bertha, la dejaremos aquí, ya sabe cuál es la habitación de las dos.
—Claro que si, vayan tranquilos y diviértanse.
Los niños se subieron a la carreta felices y Mathías la tomó a ella por la cintura para ayudarla a subir. Mientras lo hacía sus miradas quedaron atrapadas y el tiempo pareció detenerse. Los niños comenzaron a reír y ellos voltearon a mirarlos. Jack y Ben se reían de ellos dos—Papá te quedaste mirando a Lissi como un tonto.
—Es que la señorita Lissi, tiene unos ojos muy bonitos.
—Cuando crezca me casaré con ella—dijo Jack
Ella rió y se imaginó al niño ya hecho hombre en edad casadera y ella una vieja canosa y con bastón—Creo que para entonces encontrarás a una chica con ojos más bonitos que los míos, cariño.
Mathías sonrió de las ocurrencias de su hijo—Basta de charla y vámonos rápido, quiero aprovechar todo el día.
*****
Ya en el lago, los niños comenzaron a correr y a sacar cañas de pescar improvisadas. Lissi y Mathías buscaron un buen sitio para colocar el mantel y las canastas. Un gran árbol con una vista hermosa del lago, les pareció perfecto y allí se sentaron.
—Hermoso—exclamó Lissi viendo todo a su alrededor.
— ¿Esto hace parte de sus tierras?
—Sí, claro, mis tierras se extienden hasta más allá de esa montaña que ve allí—le dijo él, señalando hacia adelante.
—Es bastante. ¿Cómo hace para estar pendiente de todo?
—Tengo varios hombres que me ayudan y tengo un buen vecino.
—Ah, ya veo. Su vecino le ayuda a cuidar las tierras.
—Digamos que ambos nos ayudamos en la vigilancia—ya no quiso hablar más de trabajo y cambió el tema—hablando de otra cosa ¿Qué le pareció Bertha?
—No puedo decirle que me parece, hasta no convivir con ella un tiempo.
— ¿Pero no se hizo ninguna idea de ella con solo conocerla?
—Me parece más joven de lo que pensé y bastante…alegre en su manera de vestir—dijo eso, pero la palabra que cruzaba por su mente, era “mostrona”—no estaba dispuesta a pasar la tarde hablando de ella, así que abrió la cesta—Esto se ve delicioso— fue sacando varios platos con chuletas, salsa de ciruelas, mermelada de ciruelas, pastel y muchas cosas más.
—Podemos ir colocando algunas cosas aquí, para que cuando los chicos se cansen de jugar coman.
—Yo voy a ayudarlos a pescar. ¿No quiere venir?
—¿Y la cesta con comida?
—Déjela allí, nadie se la va a comer, si la deja bien tapada. Además estaremos cerca.
Ella así lo hizo y fue con él a caminar alrededor del lago. Esa tarde se divirtieron mucho, pescaron con los niños y hasta nadó con ellos, eso sí, con Mathías de espalda a ellos y la mitad del ropaje que tenía puesto, pero de todas formas fue muy agradable. Luego comieron hasta reventar y estuvieron descansando y escuchando las ocurrencias de los chicos. Él le comento que dentro de unas semanas, iba al rancho de un buen amigo que hacía poco se había casado. Le preguntó si quería ir con él y ella aceptó. Sería una buena forma de conocer la gente de los alrededores.
Lissi no supo que le sucedió, si fue la brisa que había más tarde cuando descansaban o la belleza del paisaje que la hacía sentir relajada, pero terminó dormida y cuando despertó vio unos ojos penetrantes mirándola muy de cerca. Enseguida se levantó— Oh Dios, me quedé dormida, perdón.
—No tiene que disculparse, seguro no ha podido dormir bien. Ayer la vi bastante mal.
—Sí, debe ser eso. ¿Dormí mucho?
—Solo media hora, mientras he estado mirando a los chicos jugar y vigilando su sueño—su rostro estaba serio y sus ojos tenían un brillo extraño.
Lissi tragó con dificultad—Me divertí mucho este día—trató de hablar de otra cosa.
—Yo también. Deberíamos hacerlo nuevamente.
—Me gustaría mucho—sonrió.
Mathías pensó que se veía más hermosa ahora, riendo. No sabía que le pasaba con esta mujer. No la conocía, pero desde que la vio por primera vez, se había metido en sus pensamientos y no podía sacarla de ellos. Él todavía extrañaba mucho a Emily, y se había prometido a sí mismo no ver a ninguna otra mujer, pero algo pasaba con Lissi. Pensó con cierta molestia que esa idea de buscar una madre para los niños, sin necesidad de que cumpliera con sus deberes de esposa, era una idea estúpida. ¿Quién podría pedirle eso a una mujer como ella? ¿Qué hombre con sangre en las venas no desearía a esa mujer? Lo mejor sería alejarse de ella, para que no pasara nada entre ellos.
Los días que siguieron Lissi se dedico a estar pendiente de la casa, enseñarles las letras a los niños y hacer sus deberes en el rancho. Cuidaba de la casa estuviera organizada y que las comidas fueran buenas, a pesar de que no sabía mucho del tema.
Una mañana entró a la cocina y trató de aprender cómo manejar bien la estufa de leña, y como hacer queso y mantequilla, pero Bertha nunca quería explicarle bien y le decía que era ella la que tenía que hacer eso. Inventaba la excusa de que ella era una mujer fina que no debía ponerse a limpiar ni a cocinar.
Con el tiempo Mathías y ella fueron tomándose más confianza hablaban y salían a pasear siempre después de la cena donde ella aprovechaba para preguntarle cosas sobre su vida. Él nunca trato de propasarse ni nada por el estilo, pero se sentía cada vez mas atraído por ella. Una tarde en especial los dos fueron a cabalgar, pero como ella no sabía Mathías le ofreció el caballo más dócil. Cuando estaban paseando por el bosque, él vio una serpiente y trató de advertirle, pero el caballo de ella se encabritó y la tiró al piso. Mathías le dio un disparo a la serpiente y corrió en ayuda de Lissi, que estaba desmayada. Comenzó a tocar su rostro y trató de despertarla; cuando por fin lo hizo sintió tanto alivio que al estar sus rostros tan cerca no dudó en besarla. Luego de eso se separaron rápidamente y él la ayudo a levantarse para llevarla a casa. Mandó llamar al doctor pero este al llegar le dijo que no había pasado nada, que la caída solo le dejaría un morado en el brazo junto con un buen dolor de cabeza. Dos días después fueron donde los amigos de Mathías. Ella insistió en llevar una tarta de moras y se pone a hacerla con las indicaciones de Bertha, que todo el tiempo quería hacer las cosas a su manera. Cuando ya todo estuvo listo, lo envolvió en un paño y lo llevó orgullosa.
Lissi iba en el carruaje admirando el paisaje, estaba tan distraída que no se dio cuenta del momento en que llegaron. Cuál no sería su sorpresa al ver a su hermana que salía de la casa, las dos se abrazaron y lloraron. Phillip y Mathías no podían creer lo que estaba pasando.
Después de la sorpresa inicial se sentaron para hablar de la increíble historia sobre como las dos mujeres habían llegado a ese tiempo. Mathías, todavía no podía asimilarlo y mientras se quedó en la mesa con Phillip, tratando de convencerlo, Ellie junto con su hermana fueron a su cuarto, para presentarle a la nueva integrante de la familia. Cuando vio a la bebé, lloró de felicidad abrazando a su hermana.