Capítulo 3
LOS días pasaron y Salvo no mostró su cara, solo llamaba por teléfono y saludaba diciendo que estaba muy ocupado en una obra que no era en la ciudad. Ya no vivía con Desiree, de manera que ella no podía verlo, ni siquiera cuando llegaba tarde a casa del trabajo. Ella se refugió en sus cosas y en el hecho de que tenía que preparar el cuarto de la bebé, para que se sintiera a gusto. Contrató un decorador para el cuarto de la niña y mandó a pintar las paredes con motivos de animales de la selva, ya que la señora que la estaba cuidando en ese momento, le había dicho que le encantaban los osos y tigres, los monos y las aves. La cama era preciosa con motivos de animales también y en una de las paredes tenía pintado un metro para ir tomando su estatura de cuando en cuando y así ver como crecía. La que siempre la acompañaba era Carly que estaba tan entusiasmada como ella.
—¿Qué piensas hacer para San Valentín?—le preguntó mientras conducían a un mall, para comprar unos vestidos para la bebé.
—No lo sé, creo que nada especial, Caroline, llega dos días después, según me dijeron.
—Pero ya no falta nada, en menos de dos semanas, ella estará aquí.
—Sí, eso me tiene feliz.
—Claro que sí, es tu bebé ahora, un regalo hermoso para estas fechas.
Desi rió—sí que lo es, lo único que falta es que...
—No pienses más en eso, si Salvo no ha querido hacer parte de esto, será porque así deben ser las cosas—se encogió de hombros—él se lo pierde.
—Debe estar muy ocupado con su nueva amiga.
Carly abrió los ojos casi hasta salirse de sus orbitas— ¿Quién es esa?
—Es su hermosa, curvilínea y joven asistente—siguió conduciendo, pero apretaba con fuerza la cabrilla.
—No puede ser, él no es así—contestó incrédula.
—Cariño, los hombres en esa edad, creen que una mujer joven, es el equivalente a encontrar la fuente de la juventud.
—Yo la he visto, creo que una vez, que Vitto me pidió que lo acompañara para ver un proyecto habitacional que él construía, no recuerdo mucho su cuerpo, pero sé que era una mujer bonita, aunque no despampanante.
—Ay, ya no hablemos más de eso, quiero pensar en cosas más importantes.
—Lo que digo, es que debes investigar el asunto, no te llenes la cabeza de ideas, porque puedes estar equivocándote.
—Bien, lo tendré en cuenta—respondió aburrida. Ella sabía que había algo entre esos dos. Salvo tenía muchas concesiones con ella, la miraba con un cierto cariño y a pesar de su mal genio, cuando lo llamaban tarde, ella siempre que lo hacía le sacaba una sonrisa. Solo de pensar que eso sucedía cuando todavía vivían juntos, la hacía querer llorar, porque estaba segura de que ahora sería peor, ya que ella no estaba allí para ver lo que pasaba entre esos dos.
Llegaron al sitio y dejaron de hablar de cosas desagradables para centrarse en la cantidad de cosas que había en el sitio.
—Oh mira, están con el 80% de descuento en Fisher Price, vamos—comento Carly, emocionada.
Las dos entraron y vieron la cantidad de gente que había, era un hervidero, el aire prácticamente zumbaba con el entusiasmo que los compradores dando empujones para apoderarse de las mejores ofertas. Vieron un cochecito divino y Carly lo agarró, al mismo tiempo que otra señora.
—Perdone, pero yo lo vi, primero—le dijo agarrando el pequeño cochecito de una forma que decía que sería muy difícil quitárselo.
Carly hizo una mirada siniestra, le dio un empujón con una fuerza apenas comparable con la de Hulk, el hombre increíble—Pero yo lo agarré primero, querida—le dijo como animándola a llevarle la contraria. La mujer solo la miró indignada de pies a cabeza y se dio la vuelta, diciendo algo así, como que ella no se pondría a hacer un espectáculo por un aparato que de seguro estaba dañado para estar tan barato.
Desiree se rió hasta que le dolió el estómago—Dios mío, Carly ¿Dónde aprendiste a hacer eso?
—No lo sé, pero desde que soy madre, me ha tocado aprenderme a defender cuando voy de compras. Las otras madres son muy agresivas cuando se trata de algo en descuento y bueno...solo he sacado las uñas—dijo muy orgullosa. Desi trató de disimular las ganas que tenía de seguir riéndose—Linda, pero yo no tengo necesidad de eso.
—No me salgas con eso Desi, el hecho de que tengas mucho dinero, no significa que debas gastarlo, cuando no hay necesidad. Vas a tener una hija y créeme cuando te digo que vas a tener que comprar tantas cosas para esa niña, que cuando tenga unos seis años, me vas a agradecer que te haya enseñado a ahorrar, cuando puedes hacerlo.
Desi, rodó los ojos—Está bien, como quieras, ahora vamos, que vi unas cosas hermosas allá en la esquina, quiero ver si todavía queda algo.
Salieron bastante tarde, cansadas, pero felices con todo lo que habían comprado. Se dirigieron al auto y en el preciso momento en que Desi, encendía el coche, su móvil sonó, ella miró la pantalla y vio que era Salvo.
—¿Hola?
—Hola nena
—Hola ¿Dónde estás?
—Estoy en el apartamento, acabo de llegar.
—Pensé que llegabas hasta dentro de tres días, tu...asistente—hizo énfasis en la palabra— me dijo, que eso sería lo que harías.
—Sí, bueno, en principio así era, pero las cosas salieron mejor de lo que pensé y pudo llegar antes. Me moría de ganas por hablar contigo, quiero verte—le dijo con voz misteriosa.
—Sabes donde vivo, estoy con Carly, pero me imagino que en una hora estaré allí.
—¿Pasa algo, amor?
—No Salvo ¿Qué podría pasar?—le contestó sarcástica.
—No lo sé...hace rato que no nos vemos y estás muy fría.
—Sabes muy bien lo que es, así que por favor, no te hagas el tonto conmigo—no quería pelear pero no se puedo aguantar, decirle algo, viendo que actuaba como si no pasara nada.
Lo escuchó suspirar— ¿Sabes Desiree? Creo que es mejor que vaya otro día, estoy muy cansado y lo que menos quiero es pelear contigo—se quedó en silencio un momento—Nos vemos.
Desiree se quedó con el teléfono en la mano y la mirada perdida.
—Desi ¿Qué te dijo?
—Salvo, tiene a otra, de eso estoy segura—no pudo evitarlo y comenzó a llorar.
—Oh no cariño, no llores, por favor.
—Lo hubieras escuchado Carly, el jamás me ha hablado así, cuando discutimos, el siempre hace las paces conmigo o yo lo busco, pero jamás terminamos el día peleados, es una regla que tenemos, de esa manera las cosas no se van a agrandar, pero el sonó tan indiferente hoy... es como si ya no fuera la misma persona—lloró más fuerte.
Carly la abrazó—No es eso, lo que sucede es que su mundo se está tambaleando porque es un hombre independiente que nunca ha tenido una relación estable hasta que te conoció y ahora de paso, le llega la noticia de que de un momento a otro una bebé viene en camino y que si quiere quedarse contigo, debe cambiar todo a lo que está acostumbrado.
—No es eso Desi, el está tan frío, tan indiferente, solíamos estar tan compenetrados y ahora, se ha vuelto un extraño. Yo quise darle una segunda oportunidad a esta relación, dejando que pensara lo que quería realmente y esperando que cambiara de opinión, pero ya van varios días y nada, cada vez está más apegado a esa mujer y cada vez más lejos de mí—rompió a llorar nuevamente.
—Esto no puede seguir así, voy a decirle a Vitto que hable con él.
—¡No! No le digas nada, él debe decidir por sí mismo, que es lo que quiere. Yo esperaré un poco más, pero si veo que esto no tiene sentido, le diré que es mejor que se vaya y me deje sola, porque no pienso dejar a la niña sola, por nada del mundo.
—Bravo amiga, así se habla, de verdad pensé que este era el indicado, pero si tiene un corazón tan duro, tal vez, tanto Vitto como yo, nos equivocamos.
*****
Salvo se sentó en su sillón y se quedó viendo televisión un rato, aunque lo que en realidad hacía era pensar en Desi. Tenía tantas ganas de abrazarla, besarla, hacerle el amor, como siempre que llegaba de un viaje de varios días.
Ella era una mujer de armas tomar y eso siempre le había gustado, pero también adoraba su vida de soltero y aunque se había acostumbrado a el hecho de que no podía vivir sin Desi era muy tensionante para él, pensar en una bebé, los llantos de media noche, las idas al médico, el poco tiempo que tendrían para estar juntos y muchas cosas más. Se paseó por su habitación hasta casi sentir que había hecho un hueco en el piso. Estaba enfadado consigo mismo, debería haberle dicho a Desi que la amaba en lugar de estar peleando con ella todo el tiempo. Ella debía pensar que lo único que le interesaba era herirla y hacerla sentir mal. Sabía que debía hacer algo para demostrarle lo mucho que significaba para él, tenía que convencerla de que la amaba más que a su vida. La conocía bien y sabía que cuando se sentía herida tenía un genio de los mil demonios, no perdonaba fácil cuando la ofensa venía de alguien que ella amaba, porque decía que eso dolía más. Su madre decía lo mismo, tal vez porque se parecían en muchas cosas, se llevaban tan bien. La familia no hacía más que mirarlo mal, regañarlo, su tía creía que tenía 15 años y le decía que era un estúpido si perdía una mujer como esa, que una oportunidad para ser feliz, solo venía una vez y que Desi era esa oportunidad. Sus primas, las hermanas de Vitto habían dejado de llamarlo, antes cuando llegaba al restaurante de Vitto y ellas lo sabían, le dejaban un pedazo de tiramisú o algún helado de crema pura, que había hecho Vitto en la tarde. Ahora, contaba con suerte que le consiguiera una mesa siquiera.
Tenía que hacer algo o no solo corría el riesgo de perder a Desi, sino también de perder a su familia.
Su familia siempre había sido muy unida y él nunca había notado peleas o malos entendidos entre sus padres, pero cuando su padre murió se enteró de que le habían ocultado muchas cosas, su madre le dijo que su padre era un mujeriego y que muchas veces llegó borracho a casa. Ella lo ocultaba mostrando la mejor imagen de una familia unida y eso le costó tener que ver a su padre con mujeres en la calle, encontrárselo y ver como la negaba o volteaba hacia otro lado ignorándola. Cuando llegaba de al humor la golpeaba, pero solo en sitios que no se notaran. Cuando creció y se fue a la universidad, casi nunca regresó a casa y las veces que estuvo, si vio a su madre muy acabada y cuando tenía morados en las piernas, ella decía que se caía, siempre le pareció extraño, pero aún así nunca dijo nada. Su madre le dijo que su padre había sido un magnífico hombre, amoroso, cariñoso y respetuoso de su familia, pero que cuando ella había quedado embarazada, algo había cambiado y a pesar de que nunca golpeó a Salvo o lo trató mal, siempre lo culpó de acabar con el gran matrimonio que ellos dos tenían. La quería solo para él y Salvo solo había llegado a su vida a entrometerse. Cuando su madre se entregó más y más a él, su padre decidió buscarse mujeres y ahogar su amargura e impotencia en el trago.
Salvo no quería volverse a sí, porque el adoraba a Desi, pero no quería que cuando la bebé llegara, él cambiara y le hiciera daño a alguna de las dos, bien decían que esos comportamientos eran genéticos y podía haberlo heredado de su padre. Le tenía terror al compromiso, hacía 20 años pensó que tenía la mujer de su vida en sus manos y se dedicó a enamorarla y hacer todo tipo de cosas para asegurarse de que ella no lo dejaría, quería que estuvieran juntos por siempre, pero antes de casarse, ella le hizo saber que quería hijos cuando antes le había dicho que estaba bien si permanecían juntos solo ellos dos. Salvo no se no se casó ese día, aunque estaba muy enamorado. Tiempo después se enteró de que ella se había ido para Francia a estudiar y allí conoció al que hoy en día era su esposo, tenían dos hijos y hasta donde sabía eran felices. Se alegró por ella, pero en ese momento siempre supo que su futuro era estar solo o encontrar una mujer con la que no tuviera hijos, por eso cuando en su madurez, había encontrado a Desi, pensó que la suerte le sonreía, pues ella había tenido una hija que había muerto hacía muchos años y ya no estaba pensando en tener bebés, pero el destino nuevamente le había jugado una mala pasada ¿Quién iba a imaginarse que después de tanto tiempo, Desi tendría una hija nuevamente? Y ni siquiera de su sangre, sino de su mejor amiga. La vida era una mierda.
*****
Esa noche pasó y a la mañana siguiente a pesar de que Desi, se sentía bastante triste, sabía en su corazón que no podría cambiar las cosas, mucho menos el destino.
Si esa niña llegaba a su vida, era por algo y sencillamente tenía que aceptarlo como el regalo que era. Después de todo, la bebé no tenía la culpa de nada y llegaba para convertirse en un bálsamo por la herida abierta que representaba el haber perdido a su hija y el sufrimiento que pasó después de eso.
Se levantó de la cama, decidida a no amargarse y se hizo un café bien fuerte, unos huevos revueltos, leyó el periódico y su sección favorita, la de farándula. Más tarde comenzó a arreglarse, poniendo esmero en su vestimenta por si acaso, Salvo la iba a buscar, se diera cuenta de lo que se estaba perdiendo. Se dio prisa para no llegar tarde al spa y lo primero que vio al entrar fue la cara de Teresa que la miraba feliz y con cara traviesa.
—Hola Tere—le dio un beso en la mejilla— ¿Y esa cara?
Ella saltó y con un gritico emocionado, la tomó del brazo—Tienes que ir a tu oficina.
—¿Porqué? ¿Sucedió algo?
—Sí, pero es algo que de seguro te va a alegrar el día.
—Bueno, si es eso, entonces vamos—le dijo riendo.
Las dos caminaron hasta su oficina y al entrar, Desi se sorprendió al ver un hermoso ramo de flores que había en su escritorio.
—¿Las envió Salvo? —preguntó Tere ansiosa.
—No lo sé, pero podemos averiguarlo—le dijo emocionada, tenía la esperanza de que fueran de Salvo, que se disculpaba por lo sucedido la noche anterior. Tomó la tarjeta y al leerla, se decepcionó por completo “De tu amigo secreto” decía, entonces ella recordó que habían jugado el día anterior.
—¿Qué sucede?
—No...no es de él—le dijo casi en un susurro.
—Oh Desi, lo siento, no debí...
—No te preocupes—es una tontería, solo pensé que él me regalaría esto porque ayer no estábamos muy bien.
—No es tontería, yo también lo pensé, no me acordé que ayer jugamos al amigo secreto.
—No es nada—trató de calmarla, pues Teresa se veía realmente apenada—Mejor vamos a la oficina de Carly— ¿Las has visto hoy?
—No, pero me dijeron que tenía un masaje muy temprano.
—Tengo que hablar algo con ella, esperaremos a que termine—subieron y se sentaron un rato, pero casi enseguida ella salió.
—Hola chicas ¿Cómo están hoy?
—No tan ocupadas como tú, pero estamos bien—dijo Teresa.
—Yo he estado mejor, pero hoy va a ser un día prometedor, así que después de hablar unas cosas del spa contigo, me iré a sumergir en el trabajo y no saldré de allí por un buen rato.
—No lo creo, mi querida amiga—se burló.
—Estás misteriosa—le dijo ella mirándola sospechosamente.
—Un pajarito me dijo que te invitaría hoy a tomar un delicioso café y tus magdalenas preferidas de chocolate y crema de limón.
—¡Ay Dios! Que delicia, por favor, tráeme, sabes que muero por las magdalenas y esas son deliciosas—rodó los ojos como si se las pudiera comer en este momento.
—Primero que todo quisiera saber quién es esa persona.
—¿No te lo imaginas?
—La verdad no—le dijo un poco impaciente, ese día que no quería suponer nada, ya se había llevado su buena decepción, pensando que era Salvo quien le había enviado las flores, muy seguramente no sería él, quien la invitaría esa tarde.
—Bueno, bueno, te lo diré porque veo, que no estás de genio para bromas. Vitto me dijo ayer que quería hablar contigo y antes de que digas algo, yo no le pedí que hablara con Salvatore, pero de igual forma lo hizo.
—Oh Dios, lo que faltaba, Salvo debe estar pensando que estoy enviando gente a que hable con él.
—Para nada Desi, Vitto lo vio en el restaurante ayer y luego de un rato, cuando se quedó solo, se le acercó y se quedaron hablando.
—¿Se quedo...solo?
—Sí...—ella titubeó un poco—él estaba con su asistente, fueron a comer y luego ella se fue—le vio la cara a Desiree, sintió pena por ella. Carly quería ahorcarlo por haber invitado a esa mujer a comer, la misma noche que habían discutido y que él le había dicho que estaba muy cansado, el muy desgraciado. De paso también quería ponerse una grapa en la boca, no tenía porque haberle dicho que él estaba con alguien ¿Por qué simplemente no mintió? “Eres una idiota Carly”—se dijo a sí misma.
—Ya veo—su cara estaba pálida—Voy al baño un momento—se dio la vuelta y se marchó.
—Cariño...—la llamó Carly, pero ella se fue a toda prisa.
—¿Se puede ser más estúpida? —le preguntó a Teresa.
—Ay amiga, estoy de acuerdo en que metiste la pata, pero hace un momento, yo también la metí, así que te entiendo. ¿Qué vamos a hacer para ayudarla? —le preguntó preocupada.
—No lo sé, Tere, no me gusta verla así—se quedó mirando la puerta por donde había salido su amiga.
*****
Desiree estaba en el baño, hacía ya 15 minutos y no podía dejar de llorar de rabia. ¿Cómo se atrevía a tener a esa mujer de amante, mientras todavía le decía que podían arreglar las cosas, que la amaba y miles de cosas más? Lo mejor era terminar esto, no quería seguir sufriendo de esta manera, en primer lugar ella nunca quiso volver a enamorarse por eso, porque las mujeres solo sufrían cuando un hombre entraba a su vida. Cuando estabas sola podías estar desgreñada en tu casa, con el peor jean o la peor pijama, pero que a tus ojos era la más cómoda, así fuera un atuendo de monja, pero cuando tenía novio o un esposo, tenías que pensar en cosas estilo sexy, tenías que dejar de ponerte la crema para las arrugas porque a él no le gustaría el olor, ni pensar en no depilarte por un tiempo y darle un merecido descanso a tus poros, porque ni lo permita Dios, él vea que tienes los vellos largos, eso sería terrible y poco femenino y ese solo era el comienzo de la extensa lista de cosas por las que una mujer estaba mejor sin un espécimen masculino. “A la mierda con todo” de ahora en adelante estaría mejor sola.
En la tarde estaba tan cansada que solo quería irse a su casa, pero eran las seis de la tarde y todavía faltaba una hora para salir.
—¿Qué haces todavía por acá?
—Ya casi termino aquí, pero aún me falta la señora Askavara, que viene por una limpieza facial.
—Desi... ¿Ya no te acuerdas de que Vitto venía por ti? Llegó desde las cinco y ha pasado una hora hablando conmigo, mientras te desocupabas.
—Oh Dios, qué vergüenza, no me acordé—se quitó la bata con la que trabajaba y se fue corriendo a su oficina—En un momento regreso, dile que no tardo nada.
—Está bien, le diré—le contestó riendo.
Desi se arregló un poco y salió a encontrarse von Vitto.
—Hola hermosa—la saludo con un gran beso en la mejilla, te ves genial.
—Adulador—le respondió ella, consciente de lo que realmente hacía.
—No te digo mentiras, en realidad te ves muy bien.
—Bueno, muchas gracias, solo me retoqué un poco, no quiero que me vean y piensen ¿Qué hace esa mujer con ese papacito?
—Nadie diría eso, después de verte, Desi—la tomó de la mano—Ahora, vamos por ese café, aunque ya es bastante tarde, si quieres cambiamos el café por una deliciosa cena.
—Prefiero el café, la verdad es que tengo muchas ganas de comer dulce.
—Como ordene la señora—le abrió la puerta del carro y luego se subió él—Hace un tiempo que quiero hablar contigo.
—Pues bien, aquí me tienes.
—Quería preguntarte sobre mi primo.
—¿Qué quieres saber, que él no te haya dicho ya?
—Aunque no lo creas, Salvo no habla mucho de ustedes.
—Bueno, eso no es nuevo—le dijo con cierta amargura.
—Desi, mi familia y yo, estamos convencidos de que son el uno para el otro.
—Tal vez, pero el asunto es que él no lo cree.
—Salvo es reservado, pero yo sé por la forma en la que te mira, lo mucho que está calado hasta los huesos por ti,
—¿Han hablado últimamente?—No quiso decirle que Carly ya le había contado que ellos dos se habían visto la noche anterior.
—De hecho, si. Nos vimos en el restaurante anoche, pero por mas que le pregunté, lo único que me dijo es que las cosas estaban tensas entre los dos y que habían decidid darse un tiempo.
—Así es, me magino que sabes de la bebé, porque Carly tuvo que habértelo dicho.
—Sí, me lo contó y me parece una gran noticia.
—Lo es, para mí.
Vitto se quedó en silencio por un momento, luego habló y en su voz había compasión—Sé que él cambiará de opinión pronto, ya sea antes o después de conocerla. No hay forma de resistirse a un bebé, menos si es una niña—le dijo con mucha ternura.
—Me imagino que lo dices por experiencia, en la voz se te nota el amor que sientes por tu hija.
—Esa bebé me tiene enamorado y no hay nada que hacer al respecto, soy el hombre más feliz del mundo gracias a ella y a su madre.
Desi, no aguantó y sintió las lágrimas asomarse en sus ojos—Ojalá el pensara igual que tu.
Sintió la mano de Vitto sobre las suyas—No te pongas así, preciosa, Salvo tiene su genio y una manera de ser bastante rara a veces, pero es un buen hombre y te ama, de eso estoy seguro, el no te va a perder, así que lo más seguro es que se tome su tiempo para pensarlo y luego vuelva contigo.
—El problema es que yo no soy plato de segunda mesa y no voy a estar esperándolo después de que ya él haya vivido todo lo que quiere vivir, y también haya estado con su amiguita de turno.
Vitto la miró extrañado—Creo que estoy un poco perdido aquí.
Ella suspiró—Por favor, no digas nada, es solo un presentimiento, algo que solo he comentado con tu esposa, pero no quiero que nadie más lo sepa, hasta confirmarlo.
—Desi...de verdad no creo que él tenga otra persona. Salvo y yo nos conocemos desde niños y nunca lo vi tan enamorado como lo está de ti.
Ella sonrió— ¿Me lo juras?
—Te lo juro, cariño, estoy seguro de que puedes preocuparte por muchas cosas sobre él, pero no por esa, meto las manos al fuego mi primo—le apretó la mano—Ahora, por favor arregla esa cara que ya estamos legando a probar las magdalenas más deliciosas que te hayas comido tu vida—comenzó a estacionar el auto.
—Gracias por tus palabras Vitto.
—No tienes que darlas, todo lo que he dicho es cierto—se quitó el cinturón de seguridad y la abrazó—Además somos familia, nena—sonrió.
—Es cierto, porque aunque Salvo y yo no estamos casados, yo los considero familia—cuando lo dijo, se dio cuenta de que realmente sentía lo que estaba diciendo, esa familia se había convertido en parte fundamental de su vida y ni siquiera supo cuando sucedió.